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Entre las infecciones de la piel y del tejido celular subcutáneo están la celulitis, fascitis
necrosante, gangrena cutánea, linfadenitis, linfangitis aguda y abscesos cutáneos. La mayoría de
ellas son infecciones causadas por bacterias. Existen muchas otras infecciones cutáneas,
incluyendo las provocadas por hongos, parásitos, virus y otras bacterias.
Celulitis
La celulitis es una extensa infección bacteriana de la piel y de los tejidos que se encuentran por
debajo de ella.
La celulitis puede ser causada por diferentes bacterias; la más frecuente es el estreptococo.
Éstos se dispersan rápidamente sobre una amplia área porque producen enzimas que impiden
que los tejidos limiten la extensión de la infección. Los estafilococos, otra clase de bacteria,
también pueden producir celulitis, pero, por lo general, en un área más reducida. Otras bacterias
causan celulitis después de determinadas lesiones, como las mordeduras de animales o las
lesiones cutáneas producidas en agua dulce o salada.
Por lo general, la celulitis se desarrolla en las piernas. La infección suele aparecer después de
que la piel ha resultado dañada a causa de una lesión, ulceración, pie de atleta o dermatitis. Las
zonas de la piel que se hinchan por el líquido (edema) son las más vulnerables. La celulitis tiende
a recurrir en las cicatrices quirúrgicas o cerca de ellas (por ejemplo, en la cirugía de varices). Sin
embargo, también puede aparecer en la piel que no está dañada.
La infección puede extenderse rápidamente e ingresar a los vasos linfáticos y el flujo sanguíneo,
tras lo cual puede extenderse por todo el organismo.
Síntomas y complicaciones
Los primeros síntomas son enrojecimiento y dolor en una pequeña superficie de la piel. La piel
infectada se calienta y se hincha y puede tener aspecto de piel de naranja (un trastorno conocido
precisamente como piel de naranja). En una variedad de celulitis, llamada erisipela, los bordes de
la zona infectada se sobreelevan. Frecuentemente aparecen pequeños puntos rojos (petequias);
rara vez aparecen manchas más grandes provocadas por una hemorragia en la piel (equimosis).
Pueden presentarse pequeñas ampollas llenas de líquido (vesículas) o incluso mayores sobre la
piel infectada y, en ocasiones, romperse.
A medida que la infección se extiende a un área más extensa, los ganglios linfáticos regionales
pueden aumentar de tamaño y volverse dolorosos. Los de la ingle pueden resultar afectados por
las infecciones de las piernas; los de la axila, por las de los brazos. Sobre la piel pueden
aparecer líneas rojas entre la infección y los ganglios linfáticos cercanos.
Una persona con celulitis puede padecer fiebre, escalofríos, aumento del ritmo cardíaco, dolor de
cabeza, bajada de la presión arterial y presentar un estado de confusión. En ocasiones estos
síntomas aparecen varias horas antes de que se observe nada sobre la piel, aunque en muchos
casos no aparecen ninguno de dichos síntomas.
De forma ocasional pueden formarse abscesos como resultado de la celulitis. Algunas
complicaciones raras pero graves incluyen la dispersión de la infección por debajo de la piel
hasta causar la muerte de los tejidos (como en la gangrena estreptocócica y la fascitis
necrosante) y así mismo la dispersión por el flujo sanguíneo (bacteriemia) hasta otras partes del
organismo. Cuando la celulitis afecta al mismo punto en repetidas ocasiones, los vasos linfáticos
cercanos pueden resultar dañados, causando una hinchazón permanente del tejido afectado.
Diagnóstico
Las bacterias que causan celulitis son difíciles de identificar aun cuando se analicen muestras de
sangre y se realice una biopsia de piel (examen al microscopio de una muestra de tejido). Sin
embargo, los análisis de muestras tomadas del pus o de una herida abierta pueden ayudar a
identificarlas. En ocasiones, los médicos necesitan realizar pruebas para diferenciar la celulitis de
un coágulo de sangre localizado en las venas profundas de la pierna (trombosis venosa
profunda), debido a que los síntomas de estos trastornos son similares.
Tratamiento
El enfermo comienza a tomar un antibiótico en cuanto el médico diagnostica una celulitis.
Además, la parte del cuerpo afectada debe mantenerse inmóvil y elevada para ayudar a reducir la
hinchazón. Aplicar paños fríos y húmedos sobre la zona afectada puede aliviar el malestar.
Para la celulitis causada por estreptococos, se suele prescribir penicilina por vía oral. En casos
más graves, la penicilina puede aplicarse por vía intravenosa y en el programa de tratamiento
puede agregarse clindamicina. Los pacientes alérgicos a la penicilina pueden tomar eritromicina
para los casos leves o bien clindamicina para los casos severos. Para la celulitis causada por
estafilococos, el médico puede prescribir dicloxacilina; para las infecciones graves, puede
prescribir oxacilina o nafcilina.
Los síntomas de una celulitis suelen desaparecer tras pocos días de terapia con antibióticos. Sin
embargo, los síntomas suelen empeorar antes de que se produzca la mejoría, probablemente
porque con la muerte repentina de las bacterias se liberan enzimas que atacan a los tejidos.
Si la celulitis recurre en las piernas en repetidas ocasiones, el cuidado de los problemas cutáneos
puede resultar de gran ayuda. Por ejemplo, el pie de atleta, que puede causar celulitis, puede ser
tratado con medicaciones antimicóticas. Una persona con celulitis recurrente también puede
recibir inyecciones de penicilina una vez al mes o bien tomarla por vía oral durante una semana
cada mes.
Fascitis necrosante
La fascitis necrosante es una forma extremadamente grave de celulitis que destruye el tejido
infectado bajo la piel.
Esta infección es provocada por una variedad particularmente peligrosa de estreptococos. Se
contrae de la misma forma que cualquier otra celulitis, pero destruye el tejido a gran velocidad
(algunos la llaman “enfermedad devoradora de carne”). La piel adquiere una tonalidad violeta,
aparecen grandes ampollas llenas de líquido y puede desarrollarse gangrena. Por lo general, el
enfermo se siente muy débil y tiene fiebre, incremento del ritmo cardíaco y un deterioro mental
que oscila entre la confusión y la pérdida de la consciencia. La presión arterial puede descender
debido a la gran cantidad de líquido que se excreta por la zona infectada.
El tratamiento para la fascitis necrosante es la terapia con antibióticos y la extracción quirúrgica
del tejido muerto. En algunos casos, se hace necesaria la amputación del brazo o la pierna
afectados. El índice de mortalidad es de alrededor del 30 por ciento. Las personas de edad
avanzada, las que tienen otros problemas médicos y aquellas en quienes la enfermedad ha
alcanzado un estado avanzado tienen un mal pronóstico.
Gangrena cutánea
Síntomas
La piel puede tener un aspecto pálido al principio, pero se vuelve roja o de color bronce hasta
adquirir un tono verdoso. La infección también hace que la piel se caliente y se hinche. Puede
haber una diseminación extensa por debajo de la piel, produciendo a menudo grandes ampollas
llenas de líquido. Este líquido tiene una coloración marrón y huele mal. El gas producido por los
clostridios suele burbujear en el líquido y las burbujas pueden hacer que la piel parezca crepitar
al tacto.
En pocos días una celulitis leve puede progresar a una gangrena extendida, producirse shock,
insuficiencia renal, delirio y muerte. La infección puede avanzar drásticamente en el curso de
algunas horas, destruyendo grandes cantidades de piel y músculo.
Diagnóstico
Por lo general los síntomas bastan para que el médico sospeche que se trata de una gangrena.
Las radiografías pueden mostrar la presencia de gas bajo la piel. La tomografía computadorizada
(TC) y la resonancia magnética (RM) pueden ayudar a determinar la cantidad de gas y el alcance
de la destrucción del tejido. Se puede extraer líquido de la herida y realizar su cultivo en el
laboratorio para confirmar que el organismo que causa la infección es el Clostridium. Sin
embargo, a veces es necesaria la cirugía para extirpar el tejido muerto o amputar un miembro
antes de que se sepa con certeza cuál es el microorganismo que está causando la infección.
Tratamiento y pronóstico
Linfadenitis
Síntomas y tratamiento
Los ganglios linfáticos infectados aumentan de tamaño y duelen. En ciertos casos se nota en la
piel que los cubre una sensación de calor y un color rojizo.
Por lo general, la causa de la linfadenitis es una infección cercana evidente. Cuando la causa no
puede ser descubierta fácilmente, puede ser necesario realizar una biopsia (tomar una muestra
de tejido para su examen al microscopio).
Tratamiento y pronóstico
El tratamiento depende del microorganismo que causa la infección. En el caso de una infección
bacteriana, se suele administrar un antibiótico por vía intravenosa u oral. Las compresas
calientes pueden ayudar a aliviar el dolor de los ganglios linfáticos inflamados. Por lo general,
una vez que la infección ha sido tratada, disminuyen lentamente de tamaño y desaparece el dolor.
En ocasiones, los ganglios agrandados permanecen consistentes pero ya no producen molestias.
Linfangitis aguda
Abscesos de la piel
Los abscesos de la piel (abscesos cutáneos) son acumulaciones de pus causadas por una
infección bacteriana.
Por lo general los abscesos se forman cuando una lesión menor de la piel permite que las
bacterias que normalmente están presentes en la misma penetren y causen una infección. Un
absceso cutáneo es una zona hinchada y dolorosa, al tacto parece que está llena de un líquido
espeso.
Las bacterias pueden propagarse desde el absceso e infectar el tejido circundante, causando
celulitis. Así mismo, las bacterias pueden infectar los vasos linfáticos cercanos y los ganglios
linfáticos a donde éstos drenan, haciendo que se inflamen. Se puede producir fiebre.
Tratamiento
El médico puede tratar un absceso abriéndolo y drenando el pus. Para llevar a cabo este proceso,
se usa un anestésico local, como por ejemplo lidocaína. Después de haberlo vaciado, se repasa
la cavidad para asegurar que la extracción ha sido completa. Cualquier resto de pus se elimina
lavando la cavidad con una solución salina. En ciertos casos el absceso drenado se cubre con
una gasa, que se quita al cabo de 24 o 48 horas. Si se aplica calor suave sobre la zona afectada
se puede acelerar la curación.
Si el absceso ha sido drenado completamente, por lo general no es necesario administrar
antibióticos. Sin embargo, serán necesarios si la infección se ha propagado o si el absceso se
encuentra en la parte media o superior de la cara debido al alto riesgo de propagación hacia el
cerebro. Se pueden usar antibióticos que destruyen estafilococos y estreptococos, como nafcilina,
dicloxacilina y oxacilina.