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Infecciones por bacilos

Los bacilos son una variedad de bacteria clasificada de acuerdo con su distintiva forma de
bastoncillo. Las bacterias tienen forma esférica (cocos), de bastoncillo (bacilos) o
espiral/helicoidal (espiroquetas). La forma exacta la determina la pared celular de la bacteria, una
estructura rígida, compleja y formada por varias capas.
A pesar de que las bacterias se clasifican en parte por su forma característica, generalmente,
incluso los bacilos, también se clasifican como grampositivas o gramnegativas dependiendo de su
color después de aplicársele una tintura, llamada tintura de Gram, durante su análisis en el
laboratorio. Las bacterias que se tiñen de azul son grampositivas y las que se colorean de rosa
son gramnegativas. Sin embargo, la clasificación de las bacterias como gramnegativas y
grampositivas también responde a ciertas características de su pared celular externa, a la clase
de infecciones que producen dichas bacterias y al tipo de antibióticos capaces de destruirlas.

Infecciones por bacilos grampositivos

En el mundo de las bacterias, las grampositivas son una minoría. Por lo general son sensibles a
la penicilina (ésta las destruye) y suelen ser lentas a la hora de desarrollar resistencia a este
antibiótico. Algunas bacterias grampositivas (como ciertos estreptococos) pueden penetrar en lo
más profundo del tejido, mientras que otras causan daño produciendo sustancias extremadamente
venenosas (por ejemplo, las toxinas producidas por el Clostridium botulinum). Tres infecciones
causadas por bacterias grampositivas son la erisipelotricosis, la listeriosis y el ántrax.

Erisipelotricosis

La erisipelotricosis es una infección cutánea de lento desarrollo causada por la bacteria


Erysipelothrix
Formas de bacterias
rhusiopathiae.
A pesar de que la
Erysipelothrix
rhusiopathiae crece
principalmente en un
medio con materia muerta
o en descomposición,
también puede infectar a
insectos, moluscos,
peces, aves y mamíferos.
La gente suele infectarse
después de una herida
laboral, casi siempre una
herida penetrante producida mientras se manipula materia animal (como carne, aves de corral,
pescado, moluscos, huesos o conchas).

Síntomas y diagnóstico

Alrededor de una semana después de infectarse con Erysipelothrix rhusiopathiae, aparece un


área sobreelevada, de color rojo púrpura y dura, en el lugar en que se produjo la lesión. Otros
síntomas incluyen picor, quemazón e hinchazón alrededor del área afectada. La mano es la zona
más frecuentemente afectada y la hinchazón puede limitar su uso. Dicha zona puede aumentar
ligeramente de volumen. A pesar de que la infección suele desaparecer incluso sin tratamiento, el
dolor y la incapacidad pueden durar de 2 a 3 semanas. En casos raros, la infección puede
extenderse hacia el flujo sanguíneo y afectar a las articulaciones o las válvulas cardíacas.
El médico basa su diagnóstico en los síntomas y las circunstancias que provocaron la infección.
El diagnóstico puede ser confirmado enviando al laboratorio una muestra de piel obtenida por
raspado del borde externo de la zona afectada para realizar un cultivo.

Tratamiento

Una sola dosis de penicilina inyectada o un tratamiento de una semana de eritromicina oral cura
la infección. Si se han afectado las articulaciones o las válvulas cardíacas, es necesario realizar
un tratamiento más prolongado con antibióticos intravenosos.

Listeriosis

La listeriosis, una enfermedad causada por Listeria monocitogenes, da lugar a una sintomatología
diversa de acuerdo con el lugar en que se produce la infección y la edad de la persona afectada.
La Listeria se encuentra en todo el mundo, tanto en el ambiente como en los intestinos de los
pájaros, las arañas, los crustáceos y los mamíferos no humanos. En el ser humano, la listeriosis
puede afectar a casi cualquier órgano del cuerpo. Los recién nacidos, las personas de más de 70
años y quienes tienen un sistema inmunitario suprimido o deficiente son más susceptibles a la
enfermedad. Las infecciones, generalmente, se producen entre julio y agosto. Por lo general la
listeriosis se contrae consumiendo productos lácteos contaminados o verduras crudas.

Síntomas y diagnóstico

En los adultos, la forma más frecuente de listeriosis es la meningitis, una infección de las
membranas (meninges) que cubren el cerebro y la médula espinal. Hasta en el 20 por ciento de
estos casos se pueden formar abscesos cerebrales. La meningitis produce fiebre y rigidez de
nuca; si el enfermo no recibe tratamiento, puede sufrir confusión, entrar en coma o incluso morir.
La Listeria también puede infectar los ojos, que se ponen rojos y duelen. Luego, la infección
puede extenderse hacia los ganglios linfáticos, la sangre y las meninges. En casos muy raros,
puede afectar a las válvulas cardíacas y producir insuficiencia cardíaca.
El médico sospecha la presencia de listeriosis basándose en los síntomas. Para realizar un
diagnóstico definitivo, se toma una muestra de tejido o fluido corporal para enviarla a un
laboratorio y realizar su cultivo. En una muestra de sangre también se pueden medir los
anticuerpos que se han formado contra la Listeria.

Tratamiento

La penicilina generalmente cura la listeriosis. Si la infección ha afectado a las válvulas cardíacas,


también se puede administrar un segundo antibiótico, como la tobramicina. Las infecciones
oculares también pueden ser tratadas con eritromicina oral.

Ántrax

El ántrax es una enfermedad causada por la bacteria Bacillus anthracis, que puede infectar la
piel, los pulmones y el aparato gastrointestinal.
El ántrax es una enfermedad muy contagiosa y potencialmente mortal. Por lo general, pasa a las
personas a través de algunos animales, en especial las vacas, las cabras y las ovejas. Las
bacterias inactivas (esporas) pueden vivir en la tierra y en los productos animales (como la lana)
durante décadas. A pesar de que las personas suelen infectarse a través de la piel, también
pueden hacerlo al comer carne contaminada o inhalar esporas o bacterias.

Síntomas y diagnóstico

Los síntomas pueden aparecer entre 12 horas y 5 días después de la exposición a la bacteria. La
infección cutánea comienza como una protuberancia de color marrón rojizo que aumenta de
tamaño y presenta una considerable hinchazón en los bordes. Dicho bulto se convierte en
ampolla, se endurece y luego el centro se rompe y brota un fluido claro antes de formar una
costra negra (escara). Los ganglios linfáticos del área afectada pueden hincharse, la persona se
siente enferma y en ocasiones tiene dolores musculares, dolor de cabeza, fiebre, náuseas y
vómitos.
El ántrax pulmonar (enfermedad de los cardadores de lana) proviene de la inhalación de esporas
de la bacteria del ántrax. Las esporas se multiplican en los ganglios linfáticos cercanos a los
pulmones. Luego estos ganglios comienzan a romperse y sangrar, esparciendo la infección hacia
las estructuras torácicas cercanas. Entonces se forma un fluido infectado en los pulmones y en el
espacio entre éstos y la pared torácica (cavidad pleural). Al comienzo, los síntomas son leves y
se parecen a los de la gripe. Sin embargo, la fiebre empeora y en pocos días aparecen graves
dificultades respiratorias, seguidas de shock y coma. También se puede producir la infección del
cerebro y sus meninges (meningoencefalitis). Aunque el tratamiento sea precoz, esta forma de
ántrax casi siempre es mortal.
El ántrax gastrointestinal es raro. Las bacterias pueden crecer en la
pared intestinal y liberar una toxina que provoca una gran hemorragia
y muerte del tejido. La infección puede resultar mortal si se extiende
hasta el flujo sanguíneo.
El conocimiento de que una persona ha estado en contacto con
animales ayuda al médico a establecer el diagnóstico. Para
diagnosticar una infección pulmonar, éste puede obtener una muestra
de esputo para su cultivo; sin embargo, el laboratorio no siempre
consigue identificar las bacterias. En ocasiones se comienza el
tratamiento cuando se sospecha la infección, aunque aún no se disponga de la confirmación
analítica.

Prevención y tratamiento

Las personas con alto riesgo de contraer ántrax (como los veterinarios, los técnicos de
laboratorio y los empleados de la industria textil que procesan pelo de animales) deben ser
vacunadas.
Una infección de ántrax cutáneo se trata con inyecciones de penicilina, o bien con tetraciclinas o
eritromicina oral. Las infecciones pulmonares se deben tratar con penicilina intravenosa. También
se pueden administrar otros antibióticos. Así mismo, es posible utilizar corticosteroides para
reducir la inflamación pulmonar. Si el tratamiento se retrasa (por lo general, debido a un
diagnóstico incorrecto), es posible que el enfermo muera.

Infecciones por bacilos gramnegativos

El rasgo distintivo de las bacterias gramnegativas es la presencia de una doble membrana que
rodea cada célula bacteriana. A pesar de que todas las bacterias tienen una membrana celular
interna, las bacterias gramnegativas tienen una única membrana externa. Ésta evita que ciertos
fármacos y antibióticos penetren en la célula, lo que explica parcialmente por qué suelen ser más
resistentes a los antibióticos que las bacterias grampositivas.
La membrana externa de las bacterias gramnegativas es rica en una molécula llamada
lipopolisacárido. Si una bacteria gramnegativa entra en el flujo sanguíneo, los lipopolisacáridos
pueden desencadenar gran cantidad de síntomas, incluyendo fiebre alta y un marcado descenso
de la presión arterial. Por esta razón, a los lipopolisacáridos se los conoce a menudo con el
nombre de endotoxinas.
Las bacterias gramnegativas tienen gran facilidad para intercambiar material genético (ADN)
entre variedades de la misma especie e incluso entre especies diferentes. Esto significa que si
una bacteria gramnegativa sufre un cambio genético (mutación) o recibe material genético que le
confiere resistencia a un antibiótico, esa bacteria más tarde puede compartir su ADN con otro tipo
de bacterias y éstas también pueden desarrollar la misma resistencia.

Infecciones causadas por Hemophilus

Las infecciones por Hemophilus son infecciones causadas por este grupo de bacterias.
Las bacterias Hemophilus crecen en los conductos respiratorios superiores de los niños y los
adultos, pero rara vez provocan enfermedades. La especie que más frecuentemente causa
enfermedades es la llamada Hemophilus influenzae. Puede provocar meningitis (infección del
revestimiento del cerebro y la médula espinal), bacteriemia (infección en el flujo sanguíneo),
artritis séptica (infección de una articulación), neumonía, bronquitis, otitis media (infección del
oído medio), conjuntivitis (infección ocular), sinusitis y epiglotitis aguda (infección del área
localizada justo por encima de la caja de la voz). A pesar de que estas infecciones pueden
producirse en los adultos, son mucho más frecuentes entre los niños.
Otras bacterias Hemophilus pueden causar infecciones en las vías respiratorias, infecciones del
corazón (endocarditis) y abscesos cerebrales. La bacteria Hemophilus ducreyi provoca el
chancroide, una enfermedad de transmisión sexual.
Los niños son inmunizados de forma sistemática con una vacuna contra el Hemophilus influenzae
tipo b para evitar la meningitis causada por ese microorganismo.

Brucelosis
La brucelosis (fiebre ondulante, de Malta, Mediterránea o de Gibraltar) es una infección causada
por la bacteria Brucella.
La brucelosis puede contraerse al tener contacto directo con las secreciones y excreciones de
animales infectados, bebiendo leche no pasteurizada de vaca, oveja o cabra, o por comer
productos lácteos (como mantequilla y queso) que contengan microorganismos de Brucella vivos.
La transmisión de persona a persona es rara. Esta afección es característica de las zonas rurales
y es una enfermedad laboral de los envasadores de carne, los veterinarios, los granjeros y los
ganaderos.

Síntomas y complicaciones

Los síntomas comienzan entre 5 días y varios meses, generalmente 2 semanas después de
producida la infección y son muy variables, en especial en las primeras fases. La enfermedad
puede comenzar abruptamente con escalofríos y fiebre, fuertes dolores de cabeza, dolores
generalizados, sensación de malestar y, en ciertos casos, diarrea. Pero también puede comenzar
insidiosamente con un malestar ligero, dolor muscular y dolor de cabeza y en la zona posterior
del cuello. A medida que la enfermedad avanza, aparece fiebre de 40 a 40,5 °C por la noche;
después la temperatura empieza a bajar gradualmente, hasta llegar a valores normales o casi
normales cada mañana, momento en el que se produce una gran sudoración.
Por lo general, esta fiebre intermitente dura de 1 a 5 semanas y continúa con un período de 2 a
14 días en los cuales los síntomas disminuyen notablemente o bien desaparecen. Luego vuelve la
fiebre. Este patrón puede producirse sólo en una ocasión, pero algunas personas desarrollan
brucelosis crónica y experimentan repetidas oleadas de fiebre y remisión a lo largo de meses o
años.
Después de la fase inicial, los síntomas suelen incluir estreñimiento intenso, pérdida de apetito,
pérdida de peso, dolor abdominal, articular, de cabeza y de espalda, debilidad, irritabilidad,
insomnio, depresión e inestabilidad emocional. Más adelante, los ganglios linfáticos, el bazo y el
hígado pueden aumentar de tamaño.
Las personas que padecen brucelosis no complicada suelen recuperarse en 2 o 3 semanas. Las
complicaciones son raras, pero pueden consistir en infecciones del corazón, el cerebro y el
revestimiento del cerebro, así como inflamación de los nervios, los testículos, la vesícula biliar, el
hígado y los huesos. Los casos persistentes suelen derivar en un decaimiento prolongado, pero
esta enfermedad casi nunca es mortal.

Diagnóstico

El médico puede sospechar de la presencia de brucelosis en una persona que ha estado expuesta
a animales infectados o a sus productos, como la leche no pasteurizada. El diagnóstico puede
basarse en la extracción de una muestra de sangre (o con menos frecuencia, una muestra de
líquido cefalorraquídeo, orina o tejido) de la persona infectada y enviarla a un laboratorio para su
cultivo. Los análisis de sangre también pueden revelar altas concentraciones de anticuerpos que
se forman como una reacción a las bacterias infectantes.

Prevención y tratamiento

Las infecciones por Brucella se pueden evitar no bebiendo leche sin


pasteurizar ni queso sin curar. Las personas que manipulan animales
o cadáveres de animales deben usar gafas protectoras y guantes de
goma, además de cubrir cualquier corte que tengan en la piel.
Eliminar a los animales infectados y vacunar a los que están sanos
puede ayudar a evitar la difusión de la infección.
Las recaídas son frecuentes cuando sólo se usa un antibiótico, por lo
que generalmente se prescribe una combinación de ellos. La
doxiciclina o las tetraciclinas, junto a una inyección diaria de
estreptomicina, reducen el riesgo de recaídas. Los niños menores de
8 años pueden recibir trimetoprim-sulfametoxazol o bien
estreptomicina o rifampicina, porque las tetraciclinas podrían
dañarles la dentadura. En los casos graves se utilizan
corticosteroides como la prednisona. Una persona con dolores
musculares importantes puede necesitar un analgésico potente, como
por ejemplo la codeína.
Tularemia

La tularemia (fiebre del conejo, fiebre del tábano) es una infección bacteriana causada por el
organismo llamado Francisella tularensis.
Las personas se infectan con Francisella tularensis al comer o tocar animales infectados. La
bacteria puede penetrar en la piel sana. La enfermedad también se transmite cuando las
bacterias de los tejidos animales son transportadas por el aire y las inhalan, o a través de ácaros
infectados y parásitos similares que succionan sangre.
Los cazadores, carniceros, granjeros, peleteros y técnicos de laboratorio son quienes más se
infectan. Durante el invierno, la mayoría de los casos se produce debido al contacto con conejos
salvajes (especialmente mientras se les quita la piel). Durante el verano, la infección se produce
generalmente a causa de la manipulación de animales infectados o bien por la picadura de ácaros
u otros parásitos afectados. En raras ocasiones, la tularemia puede deberse a la ingestión de
carne poco cocida o bien al consumo de agua contaminada. Hasta el momento no se ha
informado de ningún caso de transmisión de persona a persona.

Síntomas

Los síntomas comienzan repentinamente entre


1 y 10 días (en general entre 2 y 4 días) después del contacto con la bacteria. Los síntomas
iniciales incluyen dolores de cabeza, escalofríos, náuseas, vómitos, fiebre de hasta 40 °C y un
gran agotamiento. El enfermo experimenta una extrema debilidad, escalofríos recurrentes y
sudoración profusa. En 24 a 48 horas, aparece una ampolla inflamada en el punto de la infección
(por lo general el dedo, el brazo, un ojo o el paladar) excepto en los tipos glandular y tifoidal de
tularemia. La ampolla se llena rápidamente de pus y se abre para formar una úlcera. Sobre los
brazos y las piernas suele aparecer una sola úlcera, pero en la boca o los ojos aparecen muchas.
Por lo general, sólo afecta a un ojo. Los ganglios linfáticos que rodean la úlcera aumentan de
tamaño y pueden producir pus, que posteriormente sale al reventar los ganglios.
Las personas con neumonía tularémica pueden llegar a sufrir delirio. Sin embargo, la neumonía
puede causar sólo síntomas leves, como tos seca que produce una sensación de quemazón en
medio del pecho. En cualquier momento durante el curso de la enfermedad puede aparecer una
erupción cutánea.

Diagnóstico

El médico sospecha la presencia de tularemia en una persona que desarrolla síntomas repentinos
y las úlceras características de la infección después de haber estado expuesta a ácaros o haber
tenido contacto (aunque haya sido ligero) con un mamífero salvaje, especialmente un conejo. Las
infecciones que contraen las personas que trabajan en laboratorios afectan sólo a los ganglios
linfáticos o los pulmones y son difíciles de diagnosticar. El diagnóstico puede confirmarse
observando el crecimiento de las bacterias en muestras obtenidas de las úlceras, los ganglios
linfáticos, la sangre o el esputo.

Tratamiento

La tularemia se trata con antibióticos, que se inyectan o bien se administran por vía oral durante
5 a 7 días. Sobre las úlceras se colocan vendajes húmedos que hay que cambiar con frecuencia.
Dichos vendajes ayudan a evitar que la infección se extienda y que los ganglios linfáticos se
inflamen. En casos poco frecuentes, los abscesos de gran tamaño deben ser drenados. Aplicar
compresas tibias sobre el ojo afectado y usar gafas oscuras alivia en cierta medida el malestar.
Las personas que sufren intensos dolores de cabeza suelen ser tratadas con analgésicos, como
la codeína.
Quienes reciben tratamiento casi siempre sobreviven. Alrededor del 6 por ciento de las personas
no tratadas mueren. La muerte suele ser el resultado de una infección grave, neumonía, infección
del revestimiento del cerebro (meningitis) o infección del revestimiento de la cavidad abdominal
(peritonitis). Las recaídas no son frecuentes pero pueden producirse si el tratamiento es
inadecuado. Una persona que padece tularemia desarrolla inmunidad frente a la reinfección.
Peste

La peste es una infección grave causada por la bacteria Yersinia pestis.


Las bacterias que causan la peste infectan principalmente a los roedores salvajes, como las
ratas, los ratones, las ardillas y las marmotas de las praderas. En el pasado, las epidemias
masivas de peste, como la Muerte Negra de la Edad Media, mataron a gran cantidad de personas.
Los brotes más recientes se han limitado a una sola persona o a grupos reducidos.
La peste suele transmitirse a las personas a través de las pulgas de los animales. Un acceso de
tos o bien un estornudo, que dispersan bacterias a través de diminutas gotas, pueden transmitir
la enfermedad de una persona a otra. Algunos animales domésticos, en especial los gatos,
también pueden hacerlo a través de las picaduras de pulga o por la inhalación de microgotas
infectadas.

Síntomas y diagnóstico

La peste puede adoptar una o varias formas (bubónica, neumónica, septicémica o peste menor).
Los síntomas varían según la forma de la peste.
Los síntomas de peste bubónica suelen aparecer de 2 a 5 días después de la exposición a la
bacteria, pero pueden hacerlo en cualquier momento, desde unas pocas horas a 12 días más
tarde. Los síntomas comienzan repentinamente con escalofríos y fiebre de hasta 41 ºC. El latido
cardíaco se acelera y debilita, en tanto que la presión arterial puede caer. Los ganglios linfáticos
se inflaman (y reciben el nombre de bubones) cuando comienza la fiebre o bien poco antes. Por
lo general, los ganglios son extremadamente dolorosos al tacto, son duros y se encuentran
rodeados de tejido hinchado. La piel que los cubre es suave y rojiza pero no presenta una
temperatura elevada. Es probable que el enfermo esté inquieto, delirante, confuso y tenga
incoordinación. El hígado y el bazo pueden agrandarse considerablemente, por lo que el médico
puede percibirlos con facilidad durante una exploración. Es posible que los ganglios linfáticos se
llenen de pus y drenen durante la segunda semana. Más del 60 por ciento de las personas no
tratadas mueren. La mayoría de las muertes se produce entre el tercero y el quinto día.
La peste neumónica es una infección de los pulmones con las bacterias de la peste. Los
síntomas, que comienzan abruptamente de 2 a 3 días después de la exposición a las bacterias,
son fiebre elevada, escalofríos, ritmo cardíaco acelerado y, con frecuencia, intensos dolores de
cabeza. En 24 horas comienza la tos. Al principio el esputo es claro, pero rápidamente comienza
a presentar señales de sangre, hasta que se vuelve uniformemente rosado o de color rojo intenso
(semejante al jarabe de frambuesa) y espumoso. Es frecuente que el enfermo respire
rápidamente y con dificultad. Las personas no tratadas mueren, generalmente, dentro de las 48
horas siguientes al inicio de los síntomas.
La peste septicémica, otra variedad de peste, es una infección en la cual la forma de peste
bubónica se extiende hasta la sangre. Puede causar la muerte incluso antes de que aparezcan
otros síntomas de peste bubónica o neumónica.
La peste menor es una forma leve de peste que suele aparecer sólo en el área geográfica en la
que la enfermedad es endémica. Sus síntomas (ganglios linfáticos hinchados, fiebre, dolor de
cabeza y agotamiento) persisten a lo largo de una semana.
La peste se diagnostica analizando los cultivos de bacterias que han crecido en las muestras de
sangre, de esputo o de ganglios linfáticos.

Prevención y tratamiento

La prevención se basa en el control de los roedores y el uso de repelentes para evitar las
picaduras de pulgas. Existe una vacuna, pero no resulta necesaria para la mayoría de las
personas que viaja a zonas en las que se han dado casos de peste. Quienes viajan y corren
grandes riesgos de exposición a la enfermedad pueden tomar dosis preventivas de tetraciclinas.
Cuando se cree que una persona tiene peste, el médico comienza el tratamiento de inmediato. En
la peste septicémica o neumónica, debe hacerse dentro de las 24 horas. Esto reduce la
posibilidad de muerte a menos de un 5 por ciento. Son muchos los antibióticos que resultan
eficaces contra la en-fermedad.
A diferencia de las personas afectadas de peste bubónica, las que padecen peste neumónica
deben ser aisladas. Quien haya estado en contacto con alguien afectado de peste neumónica
debe ser observado atentamente por si aparecen signos de infección y necesita tratamiento.
Enfermedad por arañazo de gato

La enfermedad por arañazo de gato es una infección que se produce en el punto en que tuvo
lugar el arañazo y está causada por la bacteria Bartonella henselae.
Después de que una persona es arañada por un gato infectado con Bartonella henselae, las
bacterias tienden a infectar las paredes de los vasos sanguíneos. El gato no suele mostrar signos
de enfermedad.

Síntomas

De 3 a 10 días después de recibir un arañazo menor, suele formarse una ampolla roja con costra
de hasta 6,5 centímetros de diámetro. En raras ocasiones, aparece una ampolla que contiene pus
(pústula). Los ganglios linfáticos de la zona se inflaman, endurecen y son dolorosos al tacto.
Posteriormente, se llenan de pus y pueden drenar a través de la piel. La persona puede sentirse
enferma, inapetente y tener fiebre o dolor de cabeza. Alrededor del 10 por ciento de las personas
infectadas presenta otros síntomas, como problemas oculares, que causan cambios en la visión,
o bien tumefacción cerebral, que provoca dolor de cabeza o estupor.
En casi todas las personas afectadas, la piel sana y la tumefacción de los ganglios linfáticos
desaparece en el plazo de 2 a 5 meses. La recuperación es completa. Las personas enfermas de
SIDA pueden sufrir una forma grave de esta enfermedad.

Diagnóstico y tratamiento

El diagnóstico de la enfermedad por arañazo de gato parece probable si una persona presenta
ganglios linfáticos hinchados durante más de 3 semanas después de haber sido arañada por un
gato. En casos poco claros, es posible tomar una muestra de sangre y analizarla en busca de
anticuerpos contra la Bartonella henselae.
El tratamiento consiste en aplicar calor y tomar analgésicos. Un ganglio linfático lleno de líquido
que causa dolor casi siempre puede drenarse con una aguja con el fin de aliviarlo. Se pueden
administrar antibióticos para ayudar a erradicar las bacterias, especialmente en los enfermos de
SIDA.

Infecciones por Pseudomonas

Las infecciones por Pseudomonas son las causadas por las bacterias de este grupo,
especialmente Pseudomonas aeruginosa.
La Pseudomonas constituye la principal causa de dos infecciones frecuentes, de poca
importancia, que pueden afectar a las personas normales y sanas: el oído del nadador y la
foliculitis de la bañera. El oído del nadador (otitis externa) es una infección del canal auditivo
externo debido a una prolongada exposición al agua dulce. Puede tratarse con gotas de
antibiótico que se instilan en el oído. La foliculitis de la bañera es una erupción cutánea formada
por diminutas pústulas, algunas de las cuales pueden contener una gota de pus en el centro. El
tratamiento consiste en mantener la piel seca y aplicar de vez en cuando una pomada antibiótica.
Las infecciones graves por Pseudomonas suelen ocurrir en los hospitales y con frecuencia el
organismo se encuentra en áreas húmedas, como los fregaderos y los receptáculos para la orina.
De forma sorprendente, el organismo se encuentra incluso en ciertas soluciones antisépticas. Las
infecciones más graves provocadas por Pseudomonas afectan a las personas debilitadas cuyo
sistema inmunitario no funciona correctamente a causa de determinadas medicaciones, otros
tratamientos o una enfermedad.
Las Pseudomonas pueden infectar la sangre, la piel, los huesos, los oídos, los ojos, las vías
urinarias, las válvulas cardíacas y los pulmones. Las quemaduras pueden infectarse gravemente
por Pseudomonas, conduciendo a una infección de la sangre que, por lo general, resulta mortal.

Síntomas

Los síntomas dependen del lugar en que se haya producido la infección, pero las infecciones por
Pseudomonas suelen ser graves. La otitis externa maligna, una afección del oído, puede causar
un grave dolor del mismo y daño en los nervios y es más frecuente entre las personas diabéticas.
Las Pseudomonas pueden causar úlceras en el ojo una vez que ingresan en el mismo a través de
una herida, una lente de contacto contaminada o por el líquido para lentes contaminado. También
pueden crear una infección a partir de heridas punzantes profundas, especialmente las
producidas en los pies de los niños.
Las Pseudomonas pueden causar neumonía aguda en los pacientes hospitalizados, en especial
en los que se encuentran en las unidades de cuidados intensivos. Esta clase de bacteria también
es una causa frecuente de infecciones en las vías urinarias, generalmente en pacientes que han
sufrido intervenciones urológicas o presentan una obstrucción de aquéllas.
Las bacterias suelen invadir la sangre de los quemados y los que tienen cáncer. Sin tratamiento,
se puede producir una infección grave que puede derivar en shock y muerte. A menudo produce
una erupción con áreas de color negro-púrpura de alrededor de 10 milímetros de diámetro; estas
superficies tienen una llaga en el centro rodeada de enrojecimiento e inflamación. La erupción
suele aparecer en la axila y la ingle.
En muy raras ocasiones, las Pseudomonas infectan las válvulas cardíacas. Las personas que
hayan recibido una válvula cardíaca artificial son más vulnerables; no obstante, las válvulas
cardíacas naturales también pueden infectarse, especialmente entre quienes se inyectan drogas.

Tratamiento

Cuando la infección queda restringida a un área externa, como por ejemplo la piel, el médico
elimina quirúrgicamente el tejido muerto y los abscesos de gran tamaño y a continuación irriga la
zona con una solución antibiótica. La otitis externa maligna, las infecciones internas y las
infecciones de la sangre requieren días o semanas de terapia con un antibiótico intravenoso. A
veces, una válvula cardíaca infectada puede curarse con antibióticos, pero suele ser necesario
realizar una intervención quirúrgica a corazón abierto para reemplazar esta válvula.

Infecciones por Campylobacter

Las infecciones por Campylobacter son infecciones del aparato gastrointestinal o de la sangre,
causadas por estas bacterias.
La forma más frecuente de infección por Campylobacter es la gastroenteritis, que puede
contraerse al beber agua contaminada, comer aves o carne poco hechas o tener contacto con
animales infectados. Las bacterias Campylobacter también causan diarrea entre los turistas que
visitan países en vía de desarrollo. En otras ocasiones pueden provocar una infección del flujo
sanguíneo (bacteriemia), generalmente en quienes ya padecen una enfermedad como la diabetes
o el cáncer. Un organismo causante de úlceras de estómago era conocido como Campylobacter
pylori pero en la actualidad su nombre es Helicobacter pylori.

Síntomas

La gastroenteritis causada por las bacterias Campylobacter incluye diarrea, dolor abdominal y
calambres, que pueden ser intensos. La diarrea puede contener sangre y puede haber fiebre de
37,5 a 40 ºC.
Una fiebre intermitente puede ser el único síntoma de una afección por Campylobacter fuera del
aparato gastrointestinal. Los síntomas adicionales de una infección generalizada (sistémica)
causada por Campylobacter incluyen dolor en las articulaciones (que se hinchan y adquieren un
color rojizo) dolor abdominal y agrandamiento del hígado o del bazo. En raras ocasiones, la
infección puede afectar a las válvulas cardíacas (endocarditis) o el cerebro y la médula espinal
(meningitis).

Diagnóstico y tratamiento

El médico diagnostica infecciones por Campylobacter a partir del análisis de muestras de sangre,
heces u otros fluidos corporales.
Para tratar estas infecciones se usan varios antibióticos solos o combinados. La ciprofloxacina,
las tetraciclinas o la eritromicina suelen eliminar las bacterias Campylobacter y curan la diarrea.
Las infecciones del flujo sanguíneo generalmente necesitan un tratamiento con antibióticos
intravenosos.

Cólera
El cólera es una infección del intestino delgado causada por la bacteria Vibrio cholerae.
Las bacterias del cólera producen una toxina que hace que el intestino delgado secrete inmensas
cantidades de líquido rico en sales y minerales. Como las bacterias son sensibles al ácido
gástrico del estómago, las personas con deficiencia de ácido son más susceptibles a esta
enfermedad. Quienes viven en zonas en las que el cólera es frecuente (endémico) desarrollan
gradualmente una inmunidad natural.
El cólera se transmite ingiriendo agua, mariscos u otros alimentos contaminados por los
excrementos de personas infectadas. El cólera suele aparecer en zonas de Asia, Oriente Medio,
África y América Latina. En estas áreas, los brotes de enfermedad se dan durante los meses de
calor y la mayor incidencia es entre los niños. En otras zonas, las epidemias pueden ocurrir en
cualquier época del año y la enfermedad puede afectar a cualquier edad.
Otras especies de bacterias Vibrio también pueden infectar a los humanos. La diarrea que
provocan suele ser mucho menos grave que la del cólera.

Síntomas y diagnóstico

Los síntomas, que comienzan de uno a tres días después de la infección por la bacteria, oscilan
entre un episodio de diarrea ligero y sin complicaciones a una enfermedad grave, potencialmente
mortal. Algunos enfermos afectados no presentan síntomas.
Por lo general, la enfermedad comienza con una diarrea repentina, indolora y acuosa, además de
vómitos. En los casos graves se llega a perder casi un litro de líquido por hora, pero usualmente
la cantidad es mucho menor. En tales situaciones graves, la gran disminución de agua y sal
produce una marcada deshidratación con intensa sed, calambres musculares, debilidad y una
producción mínima de orina. La grave pérdida de líquido en los tejidos hace que los ojos se
hundan y la piel de los dedos se arrugue de forma extrema. Si la infección no recibe tratamiento,
los graves desequilibrios en el volumen sanguíneo y la mayor concentración de sales pueden
conducir a insuficiencia renal, shock y coma.
Los síntomas suelen remitir en 3 a 6 días. Los afectados, generalmente, se liberan del organismo
en 2 semanas, pero unos pocos se convierten en portadores permanentes.
El diagnóstico de cólera se confirma aislando las bacterias a partir de muestras de fluido
procedentes del recto o de materia fecal fresca. Ya que la bacteria Vibrio cholerae no crece en los
cultivos rutinarios de materia fecal, se debe solicitar un cultivo especial para los microorganismos
Vibrio.

Prevención y tratamiento

La purificación de los suministros de agua y la correcta eliminación de los excrementos humanos


resultan esenciales para controlar el cólera. Otras precauciones incluyen utilizar agua hervida y
evitar las verduras crudas o los pescados y mariscos mal cocidos. La vacuna contra el cólera
brinda sólo una protección parcial y en consecuencia no suele recomendarse. El tratamiento
inmediato con el antibiótico tetraciclina puede ayudar a prevenir la enfermedad entre quienes
comparten su casa con alguien con cólera.
El rápido reemplazo de los líquidos corporales, sales y minerales perdidos es una parte
fundamental del tratamiento. Los enfermos gravemente deshidratados que no pueden beber
reciben líquidos por vía intravenosa. En caso de epidemia, ocasionalmente las personas reciben
líquidos a través de un tubo insertado por la nariz que llega hasta el estómago. Una vez que se
corrige la deshidratación, el objetivo general del tratamiento es reemplazar la cantidad exacta de
líquido perdido a causa de las diarreas y de los vómitos. Se pueden ingerir alimentos sólidos una
vez que los vómitos han cesado y que vuelve el apetito.
El tratamiento precoz con tetraciclina u otro antibiótico elimina las bacterias y suele detener la
diarrea en 48 horas.
Más del 50 por ciento de las personas que sufren cólera grave y no reciben tratamiento, fallecen.
Sin embargo, esto ocurre en menos del uno por ciento de los enfermos que reciben un rápido y
adecuado reemplazo de líquidos.

Infecciones por Enterobacteriaceae

Las Enterobacteriaceae son un grupo de bacterias que pueden causar infecciones del aparato
gastrointestinal u otros órganos del cuerpo. Muchos de estos microorganismos normalmente
habitan en el aparato gastrointestinal. El grupo incluye las bacterias Salmonella, Shigella,
Escherichia, Klebsiella, Enterobacter, Serratia, Proteus, Morganella, Providencia y Yersinia.
A pesar de que la Escherichia coli (E. coli) normalmente habita en el aparato gastrointestinal,
ciertas variedades de E. coli pueden provocar una diarrea con sangre, acuosa o inflamatoria
(diarrea del viajero). En los niños, la diarrea provocada por E. coli enterohemorrágico puede
producir el síndrome hemolítico-urémico, una enfermedad que destruye los glóbulos rojos y causa
insuficiencia renal. La bacteria E. coli también es causa frecuente de infecciones de las vías
urinarias y puede infectar el flujo sanguíneo, la vesícula biliar, los pulmones y la piel. Entre los
recién nacidos, E. coli produce bacteriemia y meningitis, en particular en los prematuros. Por lo
general se comienza con antibióticos inmediatamente y luego se cambian si los resultados del
cultivo demuestran que otro antibiótico resultaría más eficaz. Para una infección simple de las
vías urinarias, se administra una sulfamida por vía oral. Las infecciones graves requieren
antibióticos intravenosos.
Las infecciones por Klebsiella, Enterobacter y Serratia suelen contraerse en el hospital,
principalmente por pacientes con una capacidad reducida para combatir las infecciones. Estas
bacterias suelen infectar los mismos lugares del organismo que la E. coli. La neumonía por
Klebsiella es una infección pulmonar rara pero grave que afecta especialmente a los diabéticos y
los alcohólicos. El enfermo puede expectorar flemas de color marrón oscuro o rojo oscuro. La
neumonía puede provocar abscesos en los pulmones y acumulaciones de pus en el revestimiento
pulmonar (empiema). Si se trata con la suficiente antelación, la neumonía puede curarse con
antibióticos intravenosos, generalmente cefalosporinas o quinolonas.
El término Proteus comprende un grupo de bacterias que normalmente se encuentran en la tierra,
el agua y las heces. También pueden causar infecciones profundas, en particular dentro de la
cavidad abdominal, las vías urinarias y la vejiga.

Fiebre tifoidea

La fiebre tifoidea es una infección causada por la bacteria Salmonella typhi.


Las bacterias tifoideas se encuentran en las heces y la orina de las personas infectadas. Un
lavado incorrecto de las manos después de defecar o de orinar transmiten la Salmonella typhi a
los elementos utilizados para comer y beber. Las moscas pueden transportar las bacterias
directamente desde las heces a los alimentos. En raras ocasiones, el personal de los hospitales
que no ha tomado las precauciones debidas, puede contraerla al manipular la ropa de cama de
las personas infectadas.
Las bacterias entran en el tracto intestinal y acceden al flujo sanguíneo. A continuación se
produce una inflamación del intestino delgado y grueso. En casos graves, que pueden poner en
peligro la vida, aparecen úlceras sangrantes en el tejido afectado, que puede perforarse.
El 3 por ciento aproximadamente de los infectados con Salmonella typhi que no reciben
tratamiento alojan bacterias en su materia fecal durante más de un año. Algunos de estos
portadores nunca desarrollan síntomas de fiebre tifoidea. Así, por ejemplo, según estadísticas
procedentes de los Estados Unidos, generalmente las personas portadoras son mujeres de edad
avanzada con enfermedad crónica de vesícula biliar.

Síntomas y diagnóstico

Por lo general, los síntomas comienzan gradualmente entre 8 y 14 días después de la infección.
Entre ellos figuran fiebre, dolor de cabeza, dolor articular y de garganta, estreñimiento, pérdida
de apetito, y molestias y dolores abdominales. Con mucha menos frecuencia, se producen
micción dolorosa, tos y hemorragias nasales.
Si no se inicia un tratamiento, la temperatura corporal sube lentamente durante 2 o 3 días, se
mantiene a 39,5 o 40 °C durante 10 a 14 días, comienza a descender gradualmente al final de la
tercera semana y alcanza niveles normales alrededor de la cuarta semana. Esta fiebre sostenida
suele estar acompañada por una frecuencia cardíaca lenta y un cansancio extremo. En los casos
graves puede producirse delirio, estupor o coma. En alrededor del 10 por ciento de los enfermos,
aparecen grupos de diminutos puntos rosados sobre el pecho y el abdomen durante la segunda
semana de enfermedad, que duran de 2 a 5 días. A veces la infección causa síntomas similares a
los de la neumonía o bien sólo fiebre, o sólo síntomas semejantes a los de una infección de las
vías urinarias.
Aun cuando los síntomas y la historia de la enfermedad de la persona pueden sugerir fiebre
tifoidea, el diagnóstico debe ser confirmado identificando el crecimiento de las bacterias en
cultivos de sangre, orina, heces u otros tejidos corporales.

Complicaciones

Aun cuando muchas personas se recuperan por completo, pueden aparecer complicaciones,
principalmente en quienes no son tratados o bien lo han sido tardíamente. Muchas personas
sufren hemorragias abdominales y alrededor del 2 por ciento de ellos presentan hemorragias
graves. Por lo general, el sangrado se produce durante la tercera semana de la enfermedad. La
perforación intestinal se produce en el uno al dos por ciento de los individuos y ocasiona fuertes
dolores abdominales debido a que el contenido del intestino infecta la cavidad abdominal, lo que
se conoce como peritonitis.
Durante la segunda o tercera semana puede desarrollarse neumonía, que suele deberse a una
infección neumocócica, aun cuando las bacterias tifoideas también pueden causarla. También se
puede producir una infección de la vesícula biliar y del hígado. Una infección de la sangre
(bacteriemia) ocasionalmente puede producir una infección de los huesos (osteomielitis), las
válvulas cardíacas (endocarditis), la membrana que cubre el cerebro (meningitis), los riñones
(glomerulitis) o los tractos urinario o genital. Una infección muscular puede provocar un absceso.
En alrededor del 10 por ciento de los casos no tratados los síntomas de la infección inicial
recurren 2 semanas después de haber empezado la fiebre. Por motivos que se desconocen, los
antibióticos tomados durante la fase inicial de la enfermedad incrementan el índice de recurrencia
del 15 al 20 por ciento. Si se administran antibióticos para una recaída, la fiebre desaparece
mucho más rápidamente de lo que lo hizo en la enfermedad original, pero ocasionalmente se
produce una nueva recaída.

Prevención y tratamiento

La vacuna oral contra la fiebre tifoidea ofrece un 70 por ciento de protección. Sólo se aplica a
personas que han estado expuestas al organismo y a las que corren un gran riesgo de
exposición, incluyendo los técnicos de laboratorio que estudian el organismo y las personas que
viajan a sitios en los que la enfermedad es frecuente. Los turistas que se dirigen a estas áreas
deben evitar comer legumbres de hoja verde crudas y otros alimentos servidos o almacenados a
temperatura ambiente. Los alimentos recién preparados servidos calientes o tibios, las bebidas
gaseosas embotelladas y los alimentos crudos a los que se les puede quitar la piel suelen ser
seguros. A menos que se sepa que el agua no está contaminada, antes de su consumo debe ser
hervida o clorada.
Con un rápido tratamiento antibiótico, más del 99 por ciento de los casos de fiebre tifoidea se
curan. Por lo general, los enfermos que mueren están desnutridos, son muy jóvenes o bien de
edad muy avanzada. El estupor, el coma y el shock son signos de una infección grave y un mal
pronóstico.
La convalecencia puede durar varios meses, pero los antibióticos disminuyen la gravedad y las
complicaciones de la fiebre tifoidea, así como la duración de los síntomas. El cloranfenicol se usa
en todo el mundo, pero como la resistencia al mismo es cada vez mayor, se han comenzado a
utilizar otros fármacos. Si el paciente está delirando, en coma o en shock, se administran
corticosteroides para reducir la inflamación cerebral.
Es necesario que la persona se alimente con frecuencia debido a las hemorragias intestinales u
otras alteraciones del tracto digestivo. En ciertos casos debe administrarse alimentación por vía
intravenosa hasta que se puedan digerir los alimentos. Los pacientes con perforación intestinal
necesitan antibióticos que eliminen un amplio espectro de bacterias (porque entrarán muchas
variedades diferentes de bacterias en la cavidad peritoneal) y quizás deban ser sometidos a
cirugía para reparar o eliminar la sección del intestino que se ha perforado.
Las recaídas se tratan del mismo modo que la enfermedad inicial, pero, por lo general, los
antibióticos sólo son necesarios durante 5 días.
Los portadores (personas que no tienen síntomas pero albergan las bacterias en su materia fecal)
deben comunicarlo al departamento de salud de su comunidad y se les prohíbe trabajar con
alimentos. Las bacterias pueden ser completamente erradicadas en muchos de los portadores
tras 4 a 6 semanas de terapia con antibiótico.

Infecciones causadas por Salmonella atípica

Se conocen alrededor de 2 200 variedades de Salmonella, incluyendo la que causa la fiebre


tifoidea. Cada una de estas variedades puede producir malestar gastrointestinal, fiebre entérica e
infecciones localizadas. La carne infectada, las aves de corral, la leche sin tratar, los huevos y
los productos derivados del huevo son fuentes habituales de Salmonella. Otras fuentes incluyen
reptiles domésticos infectados, el colorante de cochinilla y la marihuana contaminada. Estas
infecciones siguen siendo un importante problema de salud pública en muchos países
desarrollados.
Síntomas y diagnóstico

Las infecciones por Salmonella pueden causar malestar


gastrointestinal o fiebre entérica; en ocasiones afectan a una zona
específica. Algunas personas infectadas no tienen síntomas pero son
portadoras.
El malestar gastrointestinal suele comenzar entre 12 y 48 horas
después de ingerir las bacterias Salmonella. Los síntomas se inician
con náuseas y retortijones dolorosos en el abdomen seguidos
rápidamente de diarrea, fiebre y a veces vómitos. Por lo general, la
diarrea es acuosa, a pesar de que la persona puede producir una
materia fecal pastosa, semisólida. El malestar suele ser ligero y dura
de 1 a 4 días, pero puede durar mucho más. El diagnóstico se confirma en un laboratorio
realizando un cultivo de una muestra de materia fecal o de un frotis rectal de la persona
infectada.
La fiebre entérica se produce cuando las bacterias Salmonella ingresan en la sangre. La fiebre
produce un agotamiento extremo (postración). La fiebre tifoidea es el prototipo de esta
enfermedad. Una afección menos grave puede ser provocada por otras variedades de Salmonella.
La Salmonella puede afectar a una zona específica. Por ejemplo, las bacterias pueden alojarse y
multiplicarse en el tracto digestivo, los vasos sanguíneos, las válvulas cardíacas, el revestimiento
del cerebro o la médula espinal, los pulmones, las articulaciones, los huesos, las vías urinarias,
los músculos u otros órganos. En ciertos casos, puede infectarse un tumor desarrollando un
absceso que proporciona una fuente de infección continua de la sangre.
Los portadores no presentan síntomas pero siguen albergando las bacterias en su materia fecal.
Menos del uno por ciento de las personas con infecciones por Salmonella no típica siguen
albergando las mismas en su materia fecal durante un año o más.

Tratamiento

El malestar gastrointestinal se trata con líquidos y una dieta blanda. Los antibióticos prolongan la
excreción de bacterias en la materia fecal y, en consecuencia, no están recomendados para
quienes sólo experimentan este malestar. Sin embargo, los niños, las personas que viven en
residencias y las infectadas por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) son tratados con
antibióticos ya que corren un mayor riesgo de sufrir complicaciones. En los portadores que no
presentan síntomas, la infección suele desaparecer por sí sola; rara vez necesitan tratamiento
antibiótico.
Pero cuando el antibiótico se hace necesario, la ampicilina, la amoxicilina o la ciprofloxacina
suelen dar buenos resultados; de todos modos, la resistencia a estos antibióticos es muy
frecuente. Los antibióticos se toman durante un período de 3 a 5 días, pero los individuos
infectados con el VIH suelen necesitar tratamientos más prolongados para evitar recaídas. Las
personas con bacterias Salmonella en la sangre deben tomar antibióticos durante un período de 4
a 6 semanas. Los abscesos se tratan mediante un drenaje quirúrgico y 4 semanas de terapia con
antibiótico. Los individuos con infección de los vasos sanguíneos, válvulas cardíacas u otras
zonas por lo general necesitan cirugía y una antibioterapia prolongada.

Shigelosis

La shigelosis (disentería bacilar), una infección intestinal que produce diarrea intensa, está
causada por la bacteria Shigella.
Las bacterias Shigella causan disentería en todo el mundo y son responsables del 5 al 10 por
ciento de las enfermedades diarreicas producidas en muchas áreas. La infección se transmite por
contacto con las heces de personas infectadas. Una persona puede contraer la enfermedad a
partir de un contacto oral-anal o bien a través de alimentos, agua, objetos o moscas
contaminadas. Las epidemias son mucho más frecuentes en las zonas superpobladas que no
cuentan con un sistema sanitario adecuado. Por lo general, son los niños quienes presentan los
síntomas más graves.

Síntomas

Las bacterias Shigella causan la enfermedad atravesando el revestimiento del intestino, lo que
produce hinchazón del mismo y a veces úlceras superficiales. Los síntomas comienzan entre 1 y
4 días después de la infección. En los niños pequeños, la enfermedad comienza de pronto con
fiebre, irritabilidad o somnolencia, pérdida del apetito, náuseas y vómitos, diarrea, dolor e
hinchazón abdominal y dolor durante la defecación. En el plazo de 3 días aparecen pus, sangre y
moco en las heces. El número de deposiciones suele incrementarse rápidamente hasta más de 20
al día. Se produce una intensa pérdida de peso y una deshidratación grave.
Los adultos, sin embargo, pueden no tener fiebre y al principio no suele haber sangre ni moco en
las heces. La enfermedad puede comenzar con episodios de dolor abdominal, una necesidad
imperiosa de defecar y la eliminación de heces, que alivia temporalmente el dolor. Estos
episodios se repiten cada vez con mayor intensidad y frecuencia. La diarrea se vuelve abundante
y las heces, que son blandas o líquidas, contienen moco, pus y en general también sangre.
En raras ocasiones, la enfermedad se inicia repentinamente con heces claras o turbias,
ocasionalmente, con sangre. Los vómitos son frecuentes y pueden derivar rápidamente en
deshidratación. La deshidratación grave, que puede conducir al shock y a la muerte, afecta
principalmente a los adultos enfermos crónicos y a los niños menores de dos años.
El diagnóstico de presunción puede basarse en los síntomas que presenta un individuo que vive
en un área en la que la Shigella es frecuente. Sin embargo, el diagnóstico se confirma realizando
un cultivo de una muestra de heces frescas.
Complicaciones
La shigelosis puede causar delirio, convulsiones y coma, con escasa diarrea o sin ella. Esta
infección puede ser mortal en un período de 12 a 24 horas.
Otras infecciones bacterianas pueden acompañar la shigelosis, en especial en los pacientes
debilitados y deshidratados. Las úlceras intestinales en el curso de la shigelosis pueden provocar
una grave pérdida de sangre.
Entre las complicaciones poco frecuentes se encuentran lesiones de los nervios, de las
articulaciones o del corazón y, rara vez, perforación del intestino. El gran esfuerzo realizado
durante las deposiciones puede causar prolapso rectal, en el que parte del recto es expulsado
hacia fuera. Como resultado, se puede producir una pérdida permanente del control de las
deposiciones.
Tratamiento
En la mayoría de los casos, la enfermedad se resuelve entre los 4 y los 8 días. Los casos graves
pueden durar de 3 a 6 semanas.
El tratamiento consiste principalmente en reemplazar las sales y los líquidos perdidos a causa de
la diarrea. Los antibióticos están indicados cuando el paciente es muy joven, cuando la
enfermedad es grave o cuando hay riesgo de transmisión de la enfermedad a otras personas. La
gravedad de los síntomas y el tiempo que las heces contengan Shigella pueden reducirse con
antibióticos como el trimetoprim-sulfametoxazol, la norfloxacina, la ciprofloxacina y la
furazolidona.

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