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éLista de esperay | Sf las tres y trenticinco de la tarde cuando el del puléver negro entré en el vasto salén de la iota de espera, que atin se parecia mucho al que recordaba: la misma cscalera de espiral con su pasamanos de bronce, ya desgastado hasta el hueso, e| mismo olor a ropa himeda y a hollin, la misma mezcla de voces y motores lejanos. F} del puléver negro miré al techo, buscando los cartelitos que marcaban la geografia de las colas, pero habian desaparecido. [a de Manzanillo debia estar al fondo, a la izquierda, frente ala de Byayamo, en ese orden con que alguien habia querido dibujar la silueta de la isla. Habia mucha gente en el salén, quieds mas de la que solia encontrar veinte afios atrés, aunque no tanta como habia temido, y calculé que si eran menos de treinta en la cola a lo mejor se podia ir en las préximas veinticuatro horas, "Si es que antes no ponent una guagua extra’. EI del puléver negro fue siguiendo el laberinto de bancos, piernas, maletines, jévenes sentados enel piso, niRos, sacos y cajas de cartén, |_a ultima persona de la cola de Manzanillo parecta ser una mulata entrada en afios que ocupaba el puesto final en el largo banco de tablilas, y preguntd cn voz baja. La mujer lo miré de arriba a abajo ycon ella las scis o siete personas mas préximas. "Voy detras de una pareja que marcaron y salitron enseguida y que van detris de eh, y sefialé para un sefior calvo que no dejaba de mover las mandibulas. F del puldver negro se quedé recostado a la pared, con la mochila casi vacia colgandole del hombro, y la mulata entrada en afios le advirtié que buscara un lugar donde sentarse. "[ sto va para largo, mi hijito", dijo, gel sefior calvo, que parecia estar muy preocupado, aseguré que desde la noche anterior, en que habian vendido dos pasejes, le cola permanecia inmévil. "Parece que estan fallando muchos carros", comenté, y volvié a concentrarse en el movimiento de las mandibulas. [ del puldver negro miré alrededor el iinico asiento posible era el piso, y la cercania del barto de hombres hacia impensable siquicra tirarse encima de la mochila. ";Uisted no va a marcar también para Bayamo?", dijo la mulata entrada en affos, tratando de leer el letrero que tenia en el pecho el pulbver negro. EJ hizo un gesto indefinido. "Si va a marcar, yo también soy la ultima, Aqui hay que estar en todas." En la cola de Byayamo se veia mas o menos la misma cantidad de personas que enla de Manzanillo: un largo banco de madera ocupado de extremo a extremo y algunas mas de pie 0 agachadas porlos alrededores. “No llegan a cuarentst So rrrrrrr™rrr™r"—rCLrrrLCc §®rlr™r™rtL™lrLrrrrLL antes de tiempo. Si no se iba esa noche, al amanecer sus ropas y su piel serian un desastre, y al cansancio se unirla el malestar del churre. Aquellos bancos de listones de madera eran un mal lugar para dormir, incluso para estar sentado varias horas, y pensé que, como acostumbraba a hacer antes, en cuanto cayera el sol buscaria un sitio en la terraza donde pasar la noche. Pero veinte afios atras le importaban poco la frialdad del sereno, el dolor de la cervical, las manos pegajosas, y ahora, 2 los quince minutos de haber llegado, le costaba trabajo contener la impaciencia. "Si esta noche pusicran una guagua extra." Pero atin no se habia escuchado una sola vezel altoparlante que anunciaba la partida de los émnibus, EJ del pulver negro fue el ultimo hasta las cinco y cuarenticinco, y durante esas dos horas se mantuvo casi inmévil, recostado ala pared, intentando mirar uno por uno los rostros y las cabezas jue se exponian frente a él, descifrando los movimientos de los empleados que a veces entraban 4 f pleados q al salén, comversaban entre sf, hacian anotaciones en alguna tarjeta, consultaban un reloj de bolsillo, se iban; pensando que no le dolian atin las piernas, que habia almorzado tarde y en Ps q P q 9 abundancia para soportar la larga noche sin la angustia del hambre y la debilidad; imaginando el para sop g 8 y s) instante de bajar las escaleras con cl pasaje en la mano, de sentirse arrullado por el motor del émnibus, de mirar por la ventanilla muchachas y ios, siempre diferentes cuando abandonaba la ciudad porvarios dias. El sol entraba casi de frente por las altas ventanas de la estacién terminal cuando vino abriéndose paso un muchacho delgado, que usaba espejuelos oscuros y golpeaba el piso con un bastén blanco. [| muchacho tropezd con una caja de cartén y el sefor calvo se levanté a guiarlo Buscaba al sltimo de Manzanillo, pero antes queria hablar con el responsable de los casos sociales. Al fondo del salén, muy cerca de donde comenzaban las colas, varios empleados se aburrian en torno a un radiecito portatil, y el sefior calvo llevé hasta ellos al muchacho de los espejuclos oscuros. Los empleados sefialaron a una mujer tenida de rubio, que hablaba por teléfono. El muchacho esperd a que terminara para explicar su problema y la mujer, sin decir palabra, extendié una mano. [| muchacho no reaccioné. "Deme su carné de impedido fisico", pid la mujer. "3Camé?" "Si no trajo el carné de la Asociacién Nacional de Ciegos, no puedo prioridad” EJ muchacho mened la cabeza como Steve Wonder, "Siempre me pasa lo 10. F | carné se me perdid, me robaron la cartera con todos los carnés", sacé un papelito del Ps eal bolsillo posterior del jeans, "esta es la denuncia", y volvié a posar su mano en el hombro del sefior calvo, que no sabia qué hacerse. [_a rubia miré el papelito: "Aqui no habla del camé de ciego. Si quiere expliquele su caso a la cola, a ver si ellos estan de acuerdo en que pase primero. Yo no puedo EL seftor calvo condujo al muchacho hasta el principio de la cola, y se quedé callado ante la hostilidad con que los miraban. "sQuién es la primera persona’, pregunts el muchacho, como si estuvicra dirigiéndose a una multitud. Su voz soné pastosa. (Jna mujer muy maquillada dijo que ni pensarlo, "Aqui todo cl mundo tiene su necesidad.” [| de las mandibulas fue mirando uno por uno al resto de la cola. LIna anciana apergaminada, que parecia estar dibujada sobre el mismo banco, respondié que por ella no habia problemas, siempre que vendicran dos pasajes. Que si vendian uno, lo sentia mucho, pero alas scis y media iba a cumplir dos dias de estar all sin probar otra cosa que café, y sacé de su bolso un ponito vacto. [_a mujer que hacia el tres, y que cargaba un nifio de unos dos aftios, dijo que de eso nada, "Hubiera venido ayer, como hice yo." En el cuarto puesto habia un recluta que sélo tenia una semana de pase y no vela a su madre desde principio de ato. Los muchachos del quinto lugar, que vestian camisetas y bermudas de colorines, miraron al techo, con los ojos en blanco, yla mujer de un matrimonio joven que ocupaba el octavo o noveno puesto comenté: "Qué barbaridad, las cosas que se estan viendo en este pats." EI setior de las mandibulas se haba empequeniecido bajo la mano de! ciego. Fs la ley del mas fuerte", dijo el muchacho, y le pidié al seor que lo llevara al final de la cola. EJ de las mandibulas le dio su asiento y se quedé de pie junto al del puldver negro. Enntre siete y media y ocho, cuando habian llegado ala cola una muchacha de modales muy finos yun senior que usaba una gorra de pelotero, el del puléver negro sacé de su mochila un pan con tortila, del que brindé a la muchacha recién llegada. Ella traia'un pomo con agua, otro con té y un pozuelo con arroz blanco y fritas de pasta de oca, de las cuales comicron el del puldver negro y dl seftor de la gorra, quien 2 su vez les brind’ de una empanada de guayaba, con muy mal aspecto, que los otros no aceptaron explicando que les daba acidez. |_a mulata entrada en afios compartid con el sefor de las mandibulas, a quien solo le quedaba un pedazo de pan con ajo, y con el ciego, que no habia traido nada que comer, una tableta de man! y algunas chambelonas Las compré en la entrada de la Terminal, a peso, y asegurd que la sefiora que las vendia venia todas las mafianas, después de las diez. Por la zona central de la cola dnicamente circularon pomos con agua, un poquita de café que le quedaba a un sefior grueso, de aire campesino, que descansaba sus pies sobre una enorme caja de cartén, y algunas tabletas de mani que casi todos habian comprado la noche anterior. Aparte del nifio de la setiora que ocupaba el tercer lugar, los Snicos menores del grupo eran dos mellizas de unos ocho aos que viajaban con su abuela, y que hacian alrededor del diez. "Me da lastima con ellos", dijo la mulata entrada en alos, "pero ya no tengo nada que brindarles." [I sefior de las mandibulas tema romper su dentadura postiza con la tableta de mani y la ofrecié a las nifias, y la muchacha de los modales finos les llevé un poco de arroz y la mitad de una frita, pero la abucla de las jimaguas insistié en que no tenian hambre y que desde la mafiana coma el rumor de que antes del amanecer pondrian una guagua extra, "Esta semana todavia no ha salido ninguna, y estamos en agosto." (no de los de bermudas de colorines se arrodillé delante de la muchacha, con las manos extendidas como un cuenco. Ella tapé el pozuclo y se lo entregé a la mujer del tres. "Ay, mi hijta, cuanto te lo agradezco. De verdad que no es Facil hacer esta cola con un nito. Sino fuera porlo que es, yo ni pensarlo" La muchacha acaricié la cabeza del nino y aseguré a la madre que las fritas eran frescas y la pasta de oca, que es tan traicionera, habia sido bien cocinada. F|recluta se habia puesto muy palido y miraba el pozuelo con intensidad de autista. “Lo tuve que traer al médico", explicé la madre a la vez que olia las fritas y ponia una expresién complacida, "y total, no le encontraron nada." Después de la comida los nifios y los ancianos comenzaron a adormecerse. [| ciego se hizo acompanar al bano por el seftor de las mandibulas y al regreso pidié al del puléver negro un cigarro. Edel puldver negro no fumaba. El seftor de la gorra sacé una cajetila que levaba escondida en la media, y le brinds uno. EI ciego propuso salir ala terraza, pero el de la gorra segula siendo cl ultino y no querla abandonarla cola, FI aire de la noche se mantenta caliente y hacia el sur se veia cl resplandor de relampagos. [_a muchacha de los buenos modales también estaba afuera, ¢ hizo seflas para que se acercaran. E.n los andenes de la terminal habia tres omnibus con las luces encendidas. "Sj alguno fuera para Manzanillo’, ogé ella, y el del pulbver negro dedujo que al menos uno se trataba de un vie largo, porque el maletero estaba cargando una carretila atestada con equipajes. Los muchachos de las bermudas estaban cerca, yel que se habia arrodilado se ofrecié para explorar. A pesar del calor, la muchacha tenia la apariencia de estar recién bafiada. [| del puldver negro miré alrededor: en todos los muros de la terraza donde recordaba haberse acostado se velan racimos de sombras que conversaban o dormian. “Lo peor € pasarsc la noche en vela", dijo. "Y que nosotros no tenemos ni una tablita del banco?, comenté ella. Mientras esperaban el regreso del de las bermudas, el del puliver negro y el ciego supieron que la muchacha habia nacide en Manzanillo, pero desde muy nifia vivia cn La Habana “en El Vedado", aclaré y que al cabo de quince afos regresaba a buscar unos papeles que hacian falta para casarse. Fabia pactado con su novio que micntras estuviera en la cola, é! deba venir al menos tres veces al dia a traerle comida y agua henvida, "porque en esos bebederos de puercos no pongo mis labios". "Con un novio asi", dijo el ciego, "yo me casaba sin papeles." A la muchacha le cayé bien el chiste. "Y ti, zeres misico?, pregunté ella fijando su mirada en la inscripcién del puléver negro: "Ronnie Scott Salutes". "Jazzista", agregé cl ciego. E de las bermudas regresaba corriendo, euférico. Dentro del salén se escuché la estatica de los altoparlantes al ser encendidos, Todos corrieron hacia dentro. Le vor dela mujer que anunciaba las salidas de los dmnibus se perdié en su propio eco y solo se escucharon con claridad las ultimas vocales: oa. | os que estaban en varias colas se pusieron de pic y algunos se acercaron a las taquilas. "Baracoa, Ciego de Avila y Manzanillo’, dijo sin respirar el de las bermudas de colorines, y sus compatieros saltaron de alegra, "Ahora falta que fallen ls reservacionest, dijo la mulata entrada en afios, que se habia despertado y estaba aprovechando el alboroto para estirarlas piernas. | as cientos de personas que cstaban en el salén se mantuvieron expectantes, esperando la llamada para la lista de espera. *Dicen alld abajo que cl problema no es de petrileo, sino que estan faltando muchos choferes?, explicé el de las bermudas, que ademas estaba contando cémo pudo entrar al érea destinada sdlo a los pasajeros con reservaciones "he dije al portero que yo era sobrino de Fernandez, y adiviné." Tambien se decia que estaban visitando a los choferes en sus casas, y que se esperaba que al dia siguiente se normalzara la situacién. "Falta que nos hace", dijo el sefior de las mandibulas. [a garraspera del altoparlante establecié el silencio en cl salén y la vox de mujer anuncid que se venderian dos pasajes para aracoa, uno para Manzanillo y ninguno para Ciego de Avila. |_a mujer maquillada dio un grito P xy ninguno pi 8 ujer mag 8 de alegria, cargé sus bolsos y corrié hacia las taquillas. |_a anciana apergaminada se senté en la punta del banco y la mama besé a su hijo enla cabeza. "Sinvergenzas", dijo la muchacha de buen aspecto, "siempre quedan libres por lo menos cuatro asientos. Mi papa trabajé mucho tiempo en émnibus y yo sé bien cémo son esas cosas. Deben estarle sacando mis de cien pesos a cada El del puléver negro se apresuré a regresar alla terraza y encontré un pedazo de muro ancho y al que apenas le daba la luz del salén. |_o sacudié malamente y se acosté, usando la mochila como almohada. A las diez el calor parecia el mismo y los relampagos del sur habian cesado. Tampoco tenia suefio y en la cintura se le clavaba cl cinto 0 una trabilla del pantalén, y probé a dormir de lado, frente a la terraza, para despertar si ocurrla algtin movimiento cn la cola. Apoyados en el muro que daba ala Avenida, el ciego y la muchacha compartan un cigarro y parecian conversar con vehemencia. F'| de la gorra de pelotero se acercé a donde estaba el del pulbver negro. "Yo siempre duermo en este lugarcito", coments. Ain seguia siendo el ultimo, pero era improbable que llegara alguien a esas horas de la noche. [| del puléver negro tuvo que recoger un poco las piemnas para darle espacio al otro, que se acosté de espaldas ala terraza dentro, la mayorfa de los que estaban en el banco habian logrado acomodar sus cucrpos a las torturas de los listones de madera. La anciana apergaminada parecia imperturbable, la cabeza levemente recostada a un lado, los ojos cerrados con una serenidad de muerte. F| nifio del dos estaba rendido desde temprano, y su madre trataba de mantenerse despierta abanicdndolo de vezen vez con un pedazo de cartén. Las jmaguas habian aprovechado el espacio que dejaron el recluta, que también prefirié la terraza, y los muchachos de las bermudas y estaban ovilladas en sentidos opuestos, dibujando el signo de géminis, y de manera similar dormia el matrimonio joven, clla echada cn las picrnas de él, él recostado a la espalda de ella, como si cumplicran un complicado juego de amor. EJ senor grueso, de aire campesino, apenas habia rodado un poco mms el cuerpo para unir en una cama el banco y la caja sobre la que descansaba las piernas, y el de las mandibulas estaba de nuevo en su sitio, la cabeza sobre el espaldar y la nuez oscilando en ronquidos que no dejaban dormir ala mulata entrada en afios. A\las once apagaron las luces del saldn y solo quedé encendido un bombillo, encima de donde estaban dos empleados de guardia. F| del puléver negro durmié mal, molesto por cl sudor, por la arenila del muro que se pegaba alos brazos y las orejas, y cada vez que el de la gorra trapezaba con sus pies, tenta la certeza de que estaban tratando de robarle los zapatos. [_a muchacha y el ciego estuvieron hablando hasta muy tarde, y al del puléver negro le parecta que la noche estaba inmévil, que el cansancio no alcanzaria para dormir hasta el amanecer, que aquella conversacién podia ser mejor que la dureza de! muro y el calambre en las manos que usaba como almohada, pero una vez y otra el suetio pudo més que su voluntad A pesar de las noticias que habia traido el de las bermudas, cl dia comenzé sin alteraciones. Al despertarse, el del puléver negro miré hacia el patio: solo un barrendero levantaba el polvo de los andenes. La muchacha y el ciego dormian ain, recostado uno en el otro, cerca de donde habian estado conversando. F] del puléver negro tuvo que hacer cola para entrar al bafto, y dentro encontré al de las mandibulas, que habia despertado con un ataque de migrafia. Los batios estaban inundados y los hombres entraban remangandose los pantalones y caminando como acrébatas. "Si no limpian esto temprano, vamos a tener que mear en la puerta’, dijo el de las mandibulas. *O en la terraza’, respondis el del puldver negro. Afortunadamente habia agua y pudo lavarse Ia eara y frotarse las manos con la tlusién de limpiarlas del polve y la grasa que se le estaban haciendo insoportables. Cuando salié, los muchachos de las bermudas estaban revendiendo tabletas de mani y chambelonas que compraron en la planta baja. os tres habian ido a explorarlos alrededores, lo que fue considerado como una temeridad porla mulata entrada en afios. "Si de repente les da por poner la guagua extra, hubieran perdido dos dias de cola" "Dos dias y medio, tia", respondié cl mas avispado de los tres, "pero olvidese de la guagua extra", | os nuevos rumores decian que desde las doce iban a estabilizar las salidas regulares, y que incrementarian la vigilancia en el chequeo de boletines para evitarla bolsa nega. "L_o de ayer fue el colmo", sentencié la mulata. EJ novio de la muchacha llegé sobre las ocho de la mafiana. F lla mostraba los estragos de la mala noche, pero se habia cambiado de ropa y saludé al del pulbver negro con muy buen semblante. “Tenemos que hablar mis tarde*, djo. Su novio, que tenia la misma apariencia de haberse acabado de bafiar, la besé en la frente, le pasé un dedo por las ojeras y la llevé a la terraza. [Los de la cola no apartaron a vista de los termos que salieron de la balsa de nailon que él traia. "Eso debe ser café, dijo la mulata entrada en afios, "si se acordara de nosotros." "A mi las chambelonas me tienen con acidez", se quejé el sefior de las mandibulas, que parecta secarse por minutos. Poco después de que el novio se Fuera, la muchachs llamé al del puldver negro para la terraza. Fn efecto, el termo pequeti tenia café y a clla le daba pena llevarlo para la cola, porque no alcancaba para todos. [stuvieron de acuerdo en que debian favorecer a la vejta apergaminada, la mama del nifio y el sefior de las mandibulas y, si sobraba, al recluta, que parecia cl més desamparado de todos y soportaba los rigores sin una queja. Al del puldver negro le llamo la atencién que no contara al ciego. "Lo tengo castigado", respondid, "después te cucnto.” A\ mediodia el salon de la lista de espera era un horno y en la terraza no habia un centimetro de sombra. Varios empleados habian venido a media mafiana a tirar cubos de agua en los bartos. Fn los vapores del calor, algunos de los que estaban én cl banco trataron de recuperarse de las intermitencias de la noche, y cabecearon como mufecos de trapo. | ciego se habia pasado el dia en la terraza, solo, y en la cola se comentaba lo bien que habia aprendido a cruzar entre los bancos sin un trapiezo y los hombres aseguraban que lo habian visto desemolserse de lo mejor en el bato inundado. "usta el inodoro con las rodillas, asi, explicaba el dela gorra de pelotero, arrimindose al banco,"y nunca dispara fuera." Ya seria pasada la una de la tarde cuando la garraspera de los altoparlantes volié a estremecer el salin. "Santiago de Cuba y Camagey’, anticipé el de las bermudas de colorines, que se habia vuelto a hacer pasar por sobrino de Fernandez. "Manzanillo es el culo del mundo", comenté el de las mandibulas, la mirada fija en un punto del aire, una vena latiéndole en la frente interminable. *O el papel con que lo limpian', rectificé la mulata entrada cn afios, que estaba perdiendo la paciencia por minutos. [ra cocinera de una pizzeria y debia haber comenzado desde la vispera "Aparte de mi salario, son doscientos pesos que pierdo por cada dia que dejo de trabajar.” pesos que pierdo p que de} 5 Esta vez a cuota parala lista de espera fue generosa: doce pasajes para las Tunas, quince para Jiguani y siete para Santiago de Cuba. E} novio de la muchacha llegé después de las dos, iguan! y siete p: 8 g6 desp g explicé que habia tenide que caminar mas de veinte cuadras. FI del puléver negro se beneficié con un pan con dulce de guayaba, un vaso de té y la promesa de un trago de café a media tarde. La muchacha separé parte’ de su arroz con frijoles para compartirlo con las jimaguas y el nifo, y algo de té para el ciego. "Hay que llevarlo recio, pero me da lastima'’ le dijo al del pulover negro, y repitié: "Tengo que contarte después". | os otros no comieron mas que las chucherias que algunos temerarios bajaron a comprar: tabletas de mani, mani tostado, coquitos en almibar gun an con pescado que encontré el hombre del matrimonio joven, a ocho pesos. “Hay que ver P Pe q j P wy cémo la gente abusa de la situacidn", dijo la mulata. E} seftor de las mandibulas se comenzé a quejarde una punzada en la boca del estémago y la muchacha comenté con el ciego lo palido que se estaba poniendo. Sin embargo, la frugalidad fue aliviada con la esperanza de que por la tarde, habria otras salidas y los muchachos de las bermudas contaban una y otra vez a los que tenian g g q dclante, seguros de que al menos siete asientos serian vendidos en el primer émnibus que particra para Manzanillo. Durante la tarde los altoparlantes se escucharon con frecuencia: vatias guaguas particron para sitios cercanos: Matanzas, Varadero, San Juan y Martinez, San José de las Lajas, Union de Reyes, y en todas siguid siendo generosa la cuota de pasajes para la lista de espera. A es0 de las cinco se aparecié la pareja que iba detrés del sefor de las mandibulas. Fran casi dos i pareja q adolescentes, muy pequefios y delgados, y la mulata entrada en afios los recibié con su peor y ped y delgados, y Ps cara: no era justo que vinieran a reclamar su puesto en la cola un dia después de haber marcado. "Asi cualquiera viaja", concluyo. F| de la gorra de pelotero, que ni siquicra sabia de la existencia de la pareja, dijo que marcaran detras de él, si es que estaban tan necesitados de viajar, y si no pareja, dijo q q ajar y que siguicran pascando. Fllos optaron por quedarse de pic frente al seftor de las mandibulas, come si se negaran a renunciar a ese espacio que tan mal cstaban defendiendo. [a muchacha queria irse y el muchacho insistia en que su familia lo estaba esperando para los carnavales, y que ya tenian comprado el pasaje de regreso. Ademés, habian escuchado que entre esa noche y la siguiente tratarian de sacar a todos los que llevaban varios dias cn la lista de espera. La muchacha pidié que aclararan bien ese rumor: un individuo con uniforme de guagero lo estaba comentando en la planta baja, disgustado porque le tocaba viajar de dia hasta Sagua de Pl aja, diggs porq 3} 8 namo. "Con mas razén", djo el de la gorra, "que marquen detras de mi! La tarde cayé con los mismos relmpagos iluminando el sur, y al del puldver negro le parecié que habia llovido mas cerca y pensé que quizés refrescaria en la noche. En las iltimas horas se habia inventado un ciclo que lo ayudaba a obidar el tiempo: unos diez minutos de pie, en su lugar de la cola, tratando de permanecer en silencio, luego hablar de la situacién con la mulata o el sefior de las mandibulas (més o menos las mismas palabras, las mismas frases de esperanza o alivic), para después salir a la terraza, pararse a contemplar la ciudad o el cielo desde los tres muros que la limitaban, recostarse a una pared para descansar la espalda, buscar un lugar donde sentarse, ver ala muchacha que habia pasado la tarde inventado juegos para entretener a las jimaguas y al nifio del dos, volver a entrar, recorrer las colas de pueblos lejanos al suyo (Cruces, Cifuentes, Mayajigua, Santa Rita, Maffo), con la ilusién de encontrar algiin viejo conocido con quien diluir la soledad o cl cansancio, entrar al bano, otra vez ef punta de pies, orinar, mojarse la cara, frotarse de nuevo las manos, regresar a su puesto cn la cola: treinta o cuarenta minutos que sumaba al segundo dia de espera. "Darta cualquier cosa porirme esta noche." Estaba en la terraza, vigilando que el muro donde habia dormido antes fuera desocupado, cuando la muchacha vino a él, Traia su trago de café, el tercero del dia, y una confidencia: habia descubierto que el ciego no era ciego. FE del puléver negro apenas se sorprendié. "Tipo de descarado no le falta". [_a muchacha asegurd que en el fondo no era una mala persona y que le culpa la tenia una borrachera que cogié la tarde anterior. "Como ya se le quité la nota, estd muy apenado y con panic de que lo descubran. |maginate que el calvo se entere. Anoche le die horrores, pero tenemos que ayudarlo.” Elhambre y el cansancio de dia y medio comenzaba a vencerlo y cuando la muchacha dijo que no sabia cémo dormir, él vohié a sacudir el pedazo de muro, dispuso para ella el lugar que habia ocupado la noche anterior, le acomodé su mochila como almohada y se eché donde habia estado el de la gorra de pelotero, también de espaldas a la terraza, convencido de que durante el suetio los altoparlantes no se escucharian, A\las once apagaron las luces del salén, dentro se ofa el llanto de un nif, quizas el de la sefiora del dos, "Debe estar muerto de hambre", la muchacha se acomodé en su espacio como si todala vida se hubiera acostado alli y el del pulaver negro se durmié ayudado por el agotamiento, sus piernas rozando las de la muchacha, enlazandose a veces, estorbandose, sintiendo que ella lo buscaba cuando en la madrugada un pequetio viento frio comenzé a molestarlos. Ya era de dia cuando se desperté con la certidumbre de que lo habian dejado solo. FI lugar de la muchacha estaba vacio, y en la terraza tampoco vio al ciego, al de la gorra de pelotero, al recluta o alos muchachos de las bermudas de colorines. E.n el saldn, la cola de Manzanillo habia formado un circulo alrededor de un hombre grandazo que repetia a gritos: "Déjenme explicarles’ La muchacha se acereé al del puléver negro: "No te quise despertar', le sacudié la espalda, le entregé un nailito con una astilla de jabon de olor y un tubo de pasta de dientes, y le explicé que, segiin la mulata, aquel individuo habia venido a ofrecerle al de la gorra un pasaje para Manzanillo, en doscientos pesos. Aunque el individuo aseguraba que sdlo estaba preguntando a qué hora debia salir la préxima guagua, el muchacho de las bermudas habia testificado haberlo visto en los andenes las veces que habia bajado a ver a Fernandez. [a mulata entrada en afios exigia la entrega del pasaje, a cambio de no llamar a la policia. FE individuo levanté los brazos y mostré una expresién de victima, "Registrenme si quieren.” | os muchachos de las bermudas avanzaron hacia dl. E individuo bajo los brazos, dio un paso atras. La mujer del nifio le corté la retirada. F individuo sacé del bolsillo un pasaje, se lo entregé a la mulata y salié corriendo. "[.s para csta mnisma tarde, leyé la mulata. ja de cartén El seftor de las mandibulas asegurd que el pasaje debia ser falso. EJ de la propuso que alguien lo entregara en la administracién, porque podia ser robado. "[.so es una injusticia’, dijo la anciana apergaminada, |_a mama de las jimaguas sugirié que se lo dieran al ciego. EL ciego bajé la cabeza. [| del puldver negro opiné que mejor se lo entregaban a la sefiora del dos. La anciana se lamenté de que los viejos siempre tienen las de perder. Los muchachos de las bermudas dijeron que era verdad, que los nifios son |a esperanza del mundo. [a muchacha pidié la palabra: habia varias cosas que hacer. Primero: decidir por votacién quién debia merecer el pasaje. Segundo: crear una comisién que se presentara ante el administrador de la Terminal. E.| del puléver negro y la abucla de las jimaguas estuvieron de acuerdo. Esa comisién debia acusarlos por permitir la especulacidn y luego exigir que la persona clegida no encontrara obstéculos para utlizar aquel pasaje. | a muchacha agregé que habia que hablar de la limpieza del salén y de los bafios, "Nos estamos acostumbrando a vivir en la mierda". EI recluta dijo algo sobre los vendedores ambulantes, que tenian prohibido subir al salén de la lista de espera. A contar los votos, la mulata advirtié que la parejita que iba delante de ella habia vuelto a desaparecer: "Ahora si que perdieron el derecho, ustedes son testigost, dijo el de la gorra. (Ino de los muchachos de bermudas habia levantado ambas manos, y el del puldver negro pidié scriedad antes de contar los votos por segunda vez. Por la mujer del dos votaron quince, trece por la anciana y cuatro por el ciego. |La muchacha consolé a la anciana, prometiéndole que inientras su novio mantuviera la fidelidad, no le Faltaria qué comer, E| de la gorra propuso que el del puléver negro estuvicra al frente de la comisién, y nadic presentd objeciones. [Lo acompafarian la muchacha y el recluta, "porque el uniforme siempre impresiona', segtin la mulata, que fue propuesta por la mama del dos, pero se quejé de que tenia las piernas muy malas para estar subiendo y bajando escaleras. Antes de cumplir la misién, el del pulover negro opiné que seria convenicnte parlamentar con las colas cercanas, para presentarse como un frente unido ante cl administrador. Ya en Bayamo, Las Tunas y Jiguani habian surgido lideres naturales, pero no lograron nada de Santiago de Cuba y Holguin, quienes estaban seguros de ser favorecidos con las préximas salidas Para llegar al administrador tuvieron que salvar un laberinto de porteros, escaleras y secretarias. El hombre resulté ser de apellido Fernandez, y lo encontraron en el taller aledanio ala Terminal, donde trataban de echar a andar un émnibus que se apagaba con un bufido de animal enfermo. q Page Les pidié que lo acompafaran a su oficina, y por el camino puso la mano en el hombro al del pulover negro. "Nadie se imagina el inficrno que es esto", dijo, y ofrecié un cigarro que el del puldver negro pasé al recluta. La oficina parecia la tienda de campafia de un militar en retirada. Ennel bur se confundian papeles y vasos sucios de café o te, en el piso podian verse cigettales gun enorme bloque de motor, en un perchero descansaban la camisa y la corbata del uniforme, g un ventilador de pie revolvia el calor desde una esquina. EJ del puldver negro fue enérgico en la acusacién, [| administrador estuvo de acuerdo: era imposible controlar a los especuladores cuando el setenta porciento de las guaguas amanecia roto y cl indice de ausentismo de los choferes, por no hablar del resto de los empleados, aumentaba por dia. Mientras conversaban, pidié a un subordinado que investigara a nombre de quién habia sido vendido el pasaje. La limpicza del salén seria resuelta esa misma tarde, con trabajo voluntario de los obreros de la Terminal, y los conserjes se dejarian para darle atencién a los batios dos veces al dia. "Tres", exigié la muchacha. "Taremos lo posible", aseguré el administrador. "Y de las guaguas, iqué?", pregunté el delegado de Bayamo, un sefior de espejuelos que sabia manejar muy bien la situacién. "Entre hoy y mafiana sacaremos, al menos, una para cada uno de los puntos de destino. Imaginense, son 168 salidas cn dos dias. Pero si, estoy seguro de que lo vamos a lograr." En cuanto a los vendedores ambulantes, explicé que se trataba de impedir que abusaran de las penalidades de Ia lista de espera con precios excesivos. "Es que ya no nos queda nada qué comer", dijo la muchacha. El administrador prometié que los empleados de la cafeteria iban a subir a vender infusiones y agregé la posibilidad de una cuota de diez cajas de cigarros para cada cola, |_a comisién insistié en que los vendedores llegaran a la escalera, y sc acordé que las compras las hicieran no més de dos representantes por cada pueblo, para evitar que la desesperacién precipitarala subida de los precios. [| subordinado regresé con la noticia de que cl pasaje era Falso. "Nadie calcula el inficrno que hay aqui abajo", repitié el administrador micntras tiraba al cesto el papelito initil. Al despedirlos, rogé que no dejaran de venir cada vez que tuvieran una queja, y prometio visitarlos en el salén cuando el tiempo se lo permitiera. [La mama del dos recibié con lagrimas la noticia de que el pasaje era falso. "Van a hacer tres que este infeliz no toma leche". Cada uno de los representantes reunié a su gente. Los de Manzanillo propusieron ala mulata como tesorera, y al hombre del matrimonio joven y al de aire campesino y caja de cartén para que se ocuparan de las compras. Fil de la caja de eartn no acepté: tenia mala cabeza para los nlimeros. Su lugar fue ocupado por uno de los muchachos de bermudas, a quien el de las mandibulas miré con mala cara: "[_se loco es capaz de irse a jugar por ahi y matamos de hambre." [La muchacha hizo el censo de fumadores, que sumaron nueve, de manera que tendrian una caja extra para estimularlas actitudes destacadas, El del pulover negro aconsejé a todos que separaran el dinero del pasaje, y cl resto fuera entregado ala mulata, Se acordé que aquellos que slo iban de visita a Manzanillo la muchacha, los de las bermudas, el de la gorra de pelotero y el del puldver negro), guardaran lo necesario para los gastos de estancia. * Total’, protesté el de las mandibulas, "no sé allé en qué van a gastar el dinero.* E.| hombre del matrimonio joven calculé que se debia reservar lo necesario para quince dias. a muchacha y la mamé del dos opinaron que era una exageracién. “Ojala lo sea", dijo cl del pulaver negro, "pero nuestro deber es prepararnos para lo peor.” Tambien se estuvo de acuerdo en que los que llegaran auevos debian entregar de inmediato su aporte a la sobrevivencia, como le bautizé la muchacha, quicn ademas quité a su novio todo el dinero que llevaba encima cuando vino a traerle el almuerzo. A\ mediodia los muchachos de las bermudas sacaron de sus mochilas una casa de campatia y la ofrecieron para la atencién de los nifios. Tenia capacidad para unas doce personas, y la instalaron en la terraza. Cuando estuvo lista se agregaron menores de Pyayamo, Jiguani y Holguin, y a las madres se unié una maestra jubilada de Media Luna, quien se propuso para ir repasando a los nifios que estaban en edad escolar. [| del puléver negro pidié a los que llevaban maletas que las guardaran en la casa de campafia, de manera que se pudieran usar como bancos, 4g 8¢ pensé que era urgente conseguides leche. "Con los vendedores ni pensar, djo el de las bermudas, "ya me qucrian cobrar a siete pesos la tableta de mani Ocupade en los trajines de su responsabilidad, el del puléver negro se sorprendié de lo rapido P j P P si P ia que se habia ido la tarde. Tanto él como la muchacha, que se habia convertide en su lugarteniente, estaban cansados y satisfechos: ya una decena de nifios jugaba en la tienda de campafia, la recoleccién de fondos habia sido mas provechosa de lo que suponian al principio y la comisién de compras habia logrado que un par de vendedores rebajaran los precios del pan con P grado que un pi s} P P escado y el dulce de guayaba cuando prometicron compras diarias al por mayor. Ademas de P y guay P P per may las salidas habituales para los pueblos cercanos, durante la tarde partieron émnibus para Nucvitas, Sagua de Tanamo y Chambas, y en cada uno fueron vendides cinco pasajes para la lista de espera. EJ hombre del matrimonio joven recordé la promesa del administradon "A este paso no va a cumplir ni en una semana." Ahora temia haber sido demasiado optimista en su calculo de quince dias. [J del puléver negro pidié discrecién: "| panico nos puede hacer tanto q P 8° Pi P: P dafio como el hambre." Las mamés prepararon la tienda de campafia como doritorio para los nifios y el del puldver negro organizé una guardia de hombres con turnos de dos horas, que él mismo inicid a las doce, para que ellas también pudieran descansar. E cielo estaba limpio, los nifios dormian como Angeles y a ratos el terral refrescaba la noche. [| sefior de las mandibulas, que tenia el turno de dos a cuatro, se le unié temprano. Ya le resultaba imposible dormir en el banco y la noche anterior se habia tomado su ultimo meprobamato. Su esposa, que padecia el Mal de San Vito, hacla una semana que estaba sola, esperandolo, "|maginese qué suplicio el mio’. FI del pulbver negro aseguré que a mas tardar en dos dias estaria junto a ella. [| de las mandibulas negé con un gesto: "Ya estoy perdiendo las esperanzas de volverla a ver." & "9 PS ie Cumplida ls guardia, el del pulover negro buscé su pedazo de muro. |a muchacha estaba acurrucada en su espacio, y aun durmiendo conservaba una expresién de mujer satisfecha. E| acomodé un mechan de pelo que cala sobre sus labios y ellale tomé una mano, #;Ya acabaste”, se hizo a un lado, "Tengo frio%, E del pulbver negro se acosté junto a ella y la muchacha lo abrazé, protegiéndose. "res lindo’, djo, y le dio un beso en la punta de la nari EJ alba no habia acabado de despuntar cuando el ciego vino a llamar ala muchacha. Acababa de encontrarse, tirada en un rincén de los bafios, una lata vacia de carne rusa, y estaba seguro de que el duefio era el seftor de la gorra. "Fue el unico que entré antes que yo, y se demord muchisimo en salir’, explicé el ciego al del pulbver negro. |.a muchacha propuso que confiscaran de inmediato el maletin; donde seguramente encontrarian més comida. “Tiene cara de especulador." F] ciego recordé que él no podia haber visto nada. "D. la lata en el mismo lugar, hace falta que él sea el que se la encuentre®, y sefialé al de! puldver negro, quien pensaba que lo mas prudente era citar una reunién con toda urgencia, explicar lo sucedido sin levantar falso testimonio, apelar a la conciencia ciudadana, prometer que los productos empleados en publico serian pagados. Si el culpable no se entregaba, procederian a registrar los equipajes Cuando el del puldver negro revisé los battos vio también cerca del lavabo unas gotas blancas que podian ser de leche. Le asamblea se hizo en la terraza, para no despertar a los que atin dormian dentro, y la sorpresa y la indignacién del seitor de la gorra parecieron tan auténticos como los de la mama del dos yla © abuela de las jimaguas, a quienes sc les saltaron las lagrimas cuando escucharon la palabra leche. La apelacién fue inuti, Se decidié que el del puléver negro, la muchacha y el hombre del matrimonio joven (que ya eran llamados FI jecutivo) se instalaran en la casa de campatia y all revisaran los equipajes, uno por uno. |_os muchachos de las bermudas ayudaron a cargar las maletas de algunas mujeres. E] maletin del senior de la gorra no contenta mas que piczas de ropa interior, un par de chancletas plasticas y dos puldveres Ocean Atlantic, y en el resto de los equipaj que le anciana apergaminada y el seftor de las mandibulas llevaban para sus familias, y algunos s solo encontraron algunas medicinas (imipramina, novatropin, levamisol, bicarbonato) jabones y tubos de pasta de dientes. Se tomé inventario de todo, para casos de urgencia. "Lntonces el sinvergenza tiene que ser de otro pueblo”, dijo el hombre del matrimonio joven. "Pero cercano", insistié la muchacha. [ra improbable que alguien se arricsgara a atravesar cl salén, aun de madrugada, con una lata de carne. [ban a comunicérselo a los representantes de Bayamo y Las Tunas, cuando uno de los muchachos de bermudas los intercepts. |a enorme caja de cartén no habia sido revisada. Flos quisieron cargarla y el duefio aseguré que era la ropa de un tio que acababa de morir, y les ensefié por una hendija las alforzas de una guayabera de hilo. FI de la caja los recibié con un gesto de sorpresa y amabilidad. Por supuesto, no tenia inconvenientes, sdlo quiso evitarles el trabajo, y bajé los pies de encima de la caja, abrié las tapas, que habian sido cruzadas en helice Lo primero en aparecer fuc la guayabera, que la muchacha tomé en sus manos. Tenta el cuello destrozado y una gran mancha de moho cubria la espalda. También habia pedazos de s4banas de guarandol, un pantalén de casimir tan deteriorado como la guayabera, trozos de encaje de lo que fue un mantel. F|| hombre del matrimonio joven introdujo su mano mas alld de la ropa. Sonrié. La caja contenfa noventisiete latas de came rusa (de la china, que es la que trae menos grasa) y ochenta bolsas de leche en polvo (de la amarilita, que reparten a los diabéticos). "Nada de eso 6 miot, imploré el duetio, "Yo nada mis que estoy haciendo un favor. Aqui hay miles de pesos que no puedo tocar." FI botin se trasladé ala casa de campatia y [| Fjecutivo decidié que fuera compartido con los nifios de los demas pueblos que estaban en ella, ¢ incluso con otros que pudicran afiadirse. También debian considerar algunas personas mayores cuyo deterioro lo aconsejara. |.a muchacha fue del criterio de que el duefio habia perdido la fuerza moral y no debja ser indemnizado. [| sefior del matrimonio joven creia que la confiscacién era una medida excesiva: "Vamos a calcular a cincuenta pesos cada bolsa de leche y a treinta las latas de carne. Son mas de siete mil pesos." FE del puldver negro decidid que se pagara todo, pero al precio oficial. |_a mulata conté ciento noventiscis pesos con cuarenta centavos. F'| sefior de la caja no queria aceptarlos. "Prefiero que me pongan una multa, que me lleven preso." Al filo de las seis de la tarde cl administrador subié a visitarlos. _staba vestido con el uniforme sucio que habtan visto en su oficina, pero tenia el pelo himedo y acabado de peinar. *|_es traigo buenas noticias", y llevé al Fjecutivo para la terraza. Cinco émribus estaban en los andenes, listos para partir. "Aquel, el 133, es para Manzanillo. Con es0s nos ponemos al 38% del plan.* [a muchacha dio dos palmadas de alegria. [| administrador mened la cabeza: "Lo malo es que con tantos fallos se nos ha acumulado mucha gente con pasajes." [| hombre del matrimonio joven propuso no decir nada a la cola, para evitar falsas esperanzas. F| administrador quiso hacer un recorrido para ver cémo andaba la limpicza de los bafios y el salén. Mientras caminaba, fue recogiendo papeles y colillas del piso, hablé brevemente con los empleados que se aburrian en las taquillas y a la hora de la infusién compartié con el Ejecutive un brindis de cafiasanta. "Tienen que lograr que la gente comprenda, que colabore con nosotros." Después lo llevaron a verla casa de campafia, donde los nifios estaban comigndose la primera racién de came rusa. |_a maestra jubilada aseguré estar sorprendida con la inteligencia natural de los muchachos de hoy en dia, "que aprenden en un dos por tres", Esa es la actitud que queremos de ustedes", dijo cl administrador al despedirse, "ya saben que pueden contar conmigo incondicionalmente.” [a mujer del altoparlante anuncié que seria vendido un pasaje para Manzanillo. | a mamé del dos abrazé llorando a la anciana apergaminada, que estaba en un temblor. "Hasta que no esté montada en esa guagua, no me lo creo", decia. FI Ejecutivo la acompané a hacorlos trémites en la taquilla y casi todos los de la cola la despidieron en la escalera. Antes de bajar, la anciana sacé de su cartera el nailon donde guardaba las medicinas y se lo entregé al del puldver negro. "Ojals que nunca hagan falta." Los muchachos de las bermudas, que cargaban la maleta, siguieron con ella. [os demas la vieron subir al 6mnibus desde la terraza y algunos agitaron las manos cuando el carro salié del patio de la Terminal. "Era una buena mujer", dijo la mulata entrada en afios al regresar a su asiento. Yala mamé del nifio se habla corrido para la punta del banco y atin tenia los ojos htimedos. "La viejita llegé diez minutos antes que yo", decia al recluta, sentado junto aclla. Cuando cayé la noche, el representante de Bayamo vino a hablar con el Ejecutivo de Manzanillo: quedaba por resolver el problema de las parejas. Varias mamas se habian quejado de que la noche anterior se escucharon gemidos en la terraza, y un nifio habia estado jugando con un condén que encontré junto a la casa de campafia. "Tay que declarar una zona liberada." |_o ideal era la casa de campata, si lograban convencer a las mamas de que los nitos volieran a dormir en el salén. "Hasta la podriamos alquilar’, dijo el de Bsayamo. |_2 muchacha pensé que era un intento indti, EI del pul6ver negro consiguié una soga con la que cercaron el cuadrante de la terraza mis alejado de Ia casa de campatia. Quedaba poner un cartel, que encargaron a los de las bermudas, y divulgar la informacién por las restantes colas. A\cordaron sancionar con multas muy severas a las parejas que emprendicran escaramuzas de amor fuera del perimetro de la zona liberada, o incluso de dia. Antes de acostarse, el del puléver negro se asomé a la casa de campafia. EJ recluta cumplia su guardia y, salvo una rifia ahogada por la tos, el resto dormia en paz. La muchacha lo esperaba despierta. "Mafiana te voya lavar ese puldver*, dijo, mientras pasaba el dorso de su mano por los cafiones de la barba. Eee acercé para besarla. Ella lo detuvo: “Aqui no." El del puléver negro miré hacia la oscuridad de la zona iberada. "Vamos." "Todavia. Ven." |_a muchacha se acosté en cl muro. "Estoy tan cansada. : Tienes hambre?* EI del puldver negro se eché junto a ella. Fala piel le quedaba el lejano olor de un perfume conocido. "3E stds contento® F Ila beso en la oreja. "Mucho Los dias siguicntes pasaron sin complicaciones notables. Se comentaba que en los demas pucblos estaban constituyendo ejecutivos similares al que ellos habian fundado, aunque ya mas amplios, de hasta sicte personas, y con sus responsables de guardia, de orden interior, de economia y servicios y de atencién a menores, entre étros. Tres personas habian llegado a la cola de Manzanillo, pero todos la abandonaron al enterarse de la situacién. |_a muchacha lavé el puldver negro, que ¢! sustituyé por otro del mismo color, pero sin letreros. También le habia pedido la ropa interior sucia, pero él se habia hecho el habito de enjuagarla diariamente, cuando se lavaba la boca porla maftana. E,nla terraza, durante el dia, se colgaban cordeles para secarla ropa y al atardecer, cuando la sombra del salén avanzaba lo suficiente, se jugaba dama, parchis y un doming al que cl administrador se sumaba poco antes de la hora de la infusién. E.n la casa de campatia todo marchaba a pedir de boca, la nfta que tosia ya tenia el pecho mas Flojo y la carne rusa, aunque cruda, no habta traido complicaciones estomacales. |_as guardias se cumplian rigurosamente y, al menos por el momento, las parejas estaban usando adecuadamente la zona liberada. La Unica preocupacién que quedaba era la alimentacién de las personas mayores. [| vendedor del pan con pescado solia perderse y ya les costaba trabajo soportar las chambelonas, las tabletas de mani y los cocimientos de tilo 0 cafiasanta. El quinto dia, a la hora del desayuno, el novio de la muchacha llegé con las manos vacias y después del beso de rigor avanzé con ella hacia Ia es. ra. Desde lejos, los de la cola de Manzanillo los vicron manotear el aire y el del puléver negro tuvo intencién de ir hacia cllos cuando él la sacudié con fuerza. Al regresar, |a muchacha tenia los ojos hiimedos y paso mas de una hora antes de que el del puldver negro pudiera sacarle alguna palabra, "E! muy sinvergenza, me exigié que me fuera, que lo abandonara todo. |mbécil." Porla noche se acostaron como siempre en su pedazo de muro, el del pulover negro se abrazé a ella, olé el lejano perfume conocido, se durmid. Poco después de que apagaran las luces del salén la muchacha lo despertd, mordiéndele la oreja."\Vamos', dijo, y juntos cruzaron por primera vezla soga dela zona liberada, El sefior de las mandibulas amanecié con fiebre alta y una punzada en la boca del estdmago. La mulata entrada en aftos recomendé dare novatropin y la muchacha fue por otros pueblos en busca de duralginas o un calmante inofensivo para las vias digestivas. Sentado en su lugar de siempre, las manos cruzadas sobre el vientre, el sefior de las mandibulas tenia una palidez sobrenatural y la vena de la frente se dibyjaba de un azul intenso. "Aqui hace falta un médico", dijo el del pulbver negro, pero en todo el salon no encontraron mas que una muchacha de Caibarién que decta haber sido enfermera, [La mana del uno trajo medio vasito de leche, y fue imposible hacérscla tragar. La caftasanta y el tilo tampoco dieron resultado. A las diez de mafana la fiebre no habla cedido y tuvo las primeras conuillsiones. Alguien recomendé que se le quitara la dentadura postiza. Edel puléver negro ordené al recluta que fuera con toda ungencia a pedirle al administrador que hiciera venir un médico. Ferndndez llegé corriendo y dijo las palabras que todos temian: *Hay que llevarlo cuanto antes para un hospital *No es justo", se quejé la abuela de las jimaguas, "no podemos hacerle eso." Fernandez ignoré la protesta intent que el enfermo se pusiera de pie. Su cuerpo estaba rigido pero la siplica de su mirada fue tan intensa que Fernandez no hizo mas que pasarle la mano por la frente sudada. Dice minutos después el sefior de las mandibulas deliraba bajo la mano de la mulata entrada en afios, que le pasaba porla frente un paftuclo empapade en alcohol. FI médico llegé mas rapido de lo que el Ejecutie pudo esperar, pero fue inuti, A las once de la matiana el scfor de las mandibulas habia muerto. Quedaban los trémites. Hasta donde habian podido conocerlo, no tenia familiares en La Habana, y las pocas pertenencias que llevaba en la maleta de cartén no ofrecieron mas datos sobre su vida que una direccién de Manzanillo, el némero del carné de identidad y un nombre tan desvaido que sdlo Fue usado en los papeles de rigor. "Pasado manana cumplia sesentisicte afios', comenté la mulata, EJ del puldver negro intenté redactar un escueto telegrama para la viuda, pero no encontré palabras con qué comunicarse con aquella mujer por cuya soledad habia sufrido tanto el sefor de las mandibulas. F Ejecutivo, reunido con el administrador y el médico, decidié que ¢! cadéver fuera embalsamado, guardado en la administracién, junto a | maleta, y embarcado en el primer émnibus que partiera. Elvclorio fue en la terraza y, para evitares la impresién, la maestra jubilada llevé alos ninos a dar un pasco por los talleres de la Terminal. Cuando el cadaver estuvo listo, la mulata entrada en aftos se ocupé de afeitarlo, devoherle la dentadura postiza y vestiro con la mejor ropa que encontraron en la maleta. Los muchachos de las bermudas cargaron el féretro, y el cortejo funebre, al que se unicron personas de otros pueblos y algunos trabajadores, camind en silencio sl F tg yas' z) hasta la administracién. Cuando el atatid descansé sobre el bloque de motor, el del puldver 4 F negro dio dos pasos al frente, se enjugé una lagrima y despidié cl duclo: habia poco que decir, pero el dolor de todos cra sincero. F.} sefior de las mandibulas habia sido un buen hombre, sin dudas un marido cjemplar y un trabajador serio y honesto, y merecia descansar en paz. F] ciego se quité los espejuelos oscuros y la mulata entrada en afios lamenté no tener una flor que dejar sobre el ataid. La impresién causada porla muerte del seftor de las mandibulas no detuvo la vida en la lista de espera. Después del entierro, los nifios regresaron a la casa de campata, los de la cafeteria subieron a vender sus infusiones, el del pan con pescado hizo una pequefia rebaja,en atencién a las circunstancias, y la noche no habia terminado de cerrar su oscuridad cuando algunas parejas se distribuian el espacio de la zona hberada. Ennlos dias sucesivos el nifio del uno aprendié a identificar las figuras geométricas y las jimaguas a dividir entre ndmeros de dos lugares. FJ senior del matrimonio joven propuso, y fue aceptado, repartir sdlo cinco de las diez cajetillas diarias de cigarros (se hablaba de algunos que fumaban menos y estaban empezando el trueque por cuenta propia) y emplear las restantes en el canje de alimentos. La medida dio excelentes resultados, y comenzaron a aparecer café (dos litros por cajetilla), pan con jamén (dos cajctillas la unidad), empanadas de queso (dos por tres cajetilas) y huevos duros (uno por una). También jabén, pasta de dientes, desodorante de tubito, cuchillas de afeitar y algin detergente que fue rechazado porque apenas hacia espuma. F| administrador estaba espantado por las dimensiones que iba adquiriendo la bolsa negra, pero estuvo de acuerdo en que lo mejor era hacerse el de la vista gorda. Ya los mas antiguos iban a cumplir dos nieses en la lista de espera cuando, a propuesta del delegado de Santiago de Cuba, se hizo la primera Asamblea de Representantes Municipales EL propésito, en principio, fue el de constituir una directiva que unificara todos los ejecutivos, pero ala idea de un organismo colegiado, presentada por Santiago y Guantanamo, y apoyada por Manzanillo, Bayamo y Sancti Spiritus, se opuso la tesis de un presidente con plenos poderes, acompartado por un Consejo de Delegados, que llevaron Camagey y Ciego de Avil, con simpatizantes en Holguin, Cienfuegos y algunos pueblos de Matanzas. Fueron dias de mucho ajetreo para el del puléver negro, quien al final estuvo entre los que opinaron que era preferible aplazarla decisin antes que dividirel pals con luchas inutles La Asamblea se hizo en el centro del salén, con los bancos dispuestos en herradura en torno a las taquillas, donde se sentd la presidencia. Participaron 166 delegados, porque Varadero y Matanzas tenian colas efimeras, y el administrador, que fuc especialmente invitado, vino con el uniforme acabado de planchar y gorra y corbata nuevas. |_os temas mas discutides fueron la permisibilidad con la bolsa negra, la limpieza de los bafios, la gratuidad de la zona liberada, la implantacién de semvicios médicos y la necesidad de encontrar otra persona que ayudara a la maestra en el cuidado y la enseftanza de los nifios. Al final no fueron aprobadas propuestas como la creacién de una milicia para preservar cl orden interior, ni las brigadas permanentes de trabajo voluntario para cooperar en la reparacién de los émnibus y el mantenimiento de la Terminal. En cambio, se acordé que la préxina Asamblea debia hacerse dentro de dos meses, con la esperanza de que ya para esa fecha hubiera consenso sobre qué estructura de gobiemo adoptar y, como férmula de transito, se eligié una Presidencia Provisional, compuesta por los, lideres de ambas tendencias, lo que satisfizo sobre todos a los partidarios del organismo colegiado. El discurso de clausura estuvo a cargo del administrador, quien dijo que nunca, en la historia de esa Terminal de Omnibus, se habia contado con una fuerza tan organizada y eficiente, y alabé el buen tino de quienes supicron poner los intereses del pais por encima de ambiciones personales. LaA a baldearla y adomarla con malangas y arecas que rescataron de algunas oficinas dela Terminal, amblea termind con una fiesta en la terraza. (In grupo de mujeres habia dedicado la tarde la casa de campatia fue convertida en kiosco. Con la ayuda del administrador, se haba © esuelto una grabadora y un tambucho con refresco instantanco de mantecado y, salvo algunos que se refugiaron en el fondo del salén para dormir temprano, se estuvo bailando hasta muy tarde. |.a muchacha estaba feliz y, como el del puliver negro era torpe en asuntos de baile, fue disputada como pareja por los muchachos de las bermudas, el representante de Pyayamo, que P pareja p P game, 4 demostré tener gracia para las vueltas del casino, y el ciego. Los nifios tuvicron una cuota adicional de chambelonas y las mamas permitieron que estuvieran junto a los mayores hasta el final de la Fiesta. Ya habian pasado las peripecias de la politica y lo que estaba en el candelero era una gripe que se extendia de la casa de campafia hasta los pueblos mas cercanos a la escalera, cuando la muchacha tuvo la primera impresién de que podia estar embarazada. La gripe no tuvo complicaciones mayores, salvo la nifia de la tos, cuyo pecho habia vuelto a cerrarse y pasé varias noches en vela, ahogada por unos estertores de perro. F| representante de Bsayamo pudo conseguir bulbos de penicilina, los de la cafeteria se comprometicron a hervir aguja y jeringuilla (luego se les regalé una caja de cigarros), y bajo la mano de la abucla de las jimaguas, que inyectaba atin con pulso firme, la nifia estuvo bien en unas semanas. EJ del puléver negro no quiso hacer publica la noticia de que iba a ser padre hasta que hubiera evidencias més firmes. Por el momento, suspendieron las visitas a la zona liberada, Ahora ella se acostaba de lado y él se dormia con una mano acariciandole la tersa piel del vientre, imaginandose que sentia crecer la pequefia criatura atin informe. Dos semanas después a la muchacha le era imposible abrocharse el pantalén y las mujeres de Manzanillo acogieron con jabilo la posibilidad de un nuevo miembro. |_a abucla de las jimaguas lamenté no contar con aguja ¢ hilo para tejerle unas mediecitas, la mulata entrada en afios se hizo cargo de ir resalviendo lo imprescindible para una canastila y la mujer del matrimonio joven comenté, con una mirada de reproche para su marido, lo valiente que era la muchacha. Los primeros rumores subicron cuando ella habia tenido que cambiar casi toda su ropa por prendas mis holgadas. Fran comentarios muy vagos, cuya fuente nadie podia precisa, y los recibieron con el gesto amargo con que se admite una broma de mal gusto. E.n los dos dias siguientes los rumores ganaron una persistencia amenazante. A la hora del domind, el del puldver negro llamé a solas al administrador. Fernandez lo miré con una expresién ambigua y bajo la cabeza para responder: *No te preocupes, que todo esté en orden." Pero a prima noche no se hablaba de otra cosa en el salén. E_| del puléver negro, confiado en la palabra del administrador, traté de convencer a sus subordinados de que no sc trataba mas que de una bola, quizas lanzada por los partidarios del presidencialismo para imponer la anarquia y minar la autoridad de la Presidencia Provisional. El representante de Bayamo fue més escéptico: habia sabido de buena tinta que en los talleres se estaban trabajando turnos de doce horas y se hablaba de la llegada de una partida importante de piczas de repuesto. [La muchacha se negé a crcerlo, "No nos pueden hacer eso." [| del puléver negro salié en busca de algtin miembro de la Presidencia Elrepresentante de Holguin también habfa hablado con el administrador y tenta la misma fe que el del puléver negro. E| de Camagey decia no tener autoridad para convocar una sesién extraordinaria de la Presidencia, menos atin de la Asamblea, y el de Santiago no aparecia. "Debe estar alls", dijo alguien, sefialando hacia la zona liberada. No habia mas remedio que esperar. Durmieron mal. Durante toda la noche no cesé el abejeo en el puesto de guardia de la casa de campata y en el patio de la Terminal se vieron luces y trabajadores que cargaban bultos de un lado al otro. La muchacha se acosté de espaldas a la terraza y se sacudié con brusquedad cuando el del puldver negro intenté acariciade el vientre. E| se sintié culpable: *Perdaname. Si es verdad, no hay nada que hacer" Ella sollozaba, querta estar sola. EJ alba los sorprendis despiertos. En cuanto se lavé la boca, el del puldver negro bajé a ver al administrador. No estaba, pero el ajetreo en toda la Terminal no dejaba lugar a dudas. Varios choferes con uniformes impecables conversaban en la puerta de la cafeteria, la Farmacia y el correo estaban abiertos y los empleados de limpieza devolvian el brillo a los pisos de granito. Al regresar al salén, el del puléver negro se reunié con el hombre del matrimonio joven y los representantes de Pyayamo y |_as Tunas. |_a muchacha permanecia ena terraza, sola, de cspaldas a todos. |_os muchachos de las bermudas de colorines estaban recogiendo la casa de campafia y el ciego habia vuelto a usar los espejuclos oscuros. "Hlemos sido traiciortados", informé el del puléver negro, "lo unico honorable es renuncian" Fue intl que intentara lograr una respuesta de la muchacha, Fla estaba inmévil, llorando en silencio, ajena al mundo que se derrumbaba a sus espaldas. Sertan las once y treinticinco cuando el del puldver negro bajé por tiltima vez las escaleras. No se habia despedido de nadie yla barba acentuaba la expresién de su dolor.

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