Você está na página 1de 18

UNIDAD III

CALIDAD DE VIDA DE LOS CIUDADANOS DE OTROS


MUNDOS INCLUYENDO EL NUESTRO

En esta unidad alumnas y alumnos encontrarán el significado de


calidad de vida, bienestar y felicidad. La lucha por estas metas es
una de las motivaciones más importantes de los seres humanos,
inmigrantes o no. Estos conceptos son fundamentales para
enriquecer nuestra mirada hacia la inmigración y constatar que
todas y todos estamos en el mismo barco y luchando por lo mismo.
¿Qué pretenden mujeres y hombres inmigrantes con un cambio de
vida tan radical, hasta el punto de ser considerado como uno de los
acontecimientos vitales mas estresantes de la vida de un ser
humano, sino la de mejorar su calidad de vida y la de los
suyos?..¿No es esta una motivación humana universal?..Es muy
importante pensar en estos términos cuando pensamos en las
personas inmigrantes.
Lecturas especialmente recomendadas
Álvaro, J.L. (1992). Desempleo juvenil y salud mental. En Torregrosa, J.R., Bergere, J. y Álvaro, J.L. (Eds.),
Juventud, trabajo y desempleo: Un análisis psicosociológico. Madrid: Ministerio de Trabajo.
González Castro, J.L. (2001). Sociedad y sucesos vitales extremos. Univ. de Burgos. Junta de Castilla y León.
Sanchez Moreno, E. (2002). Individuo, Sociedad y Depresión. Málaga, Aljibe
Warr, P. (1987). Work, unemployment and mental health. Oxford: University Press.
Musitu, G. et al. (2004). Introducción a la Psicología Comunitaria. Madrid, UOC.

EXPLICACIONES PSICOSOCIALES DEL NEGATIVO IMPACTO PSICOLOGICO DEL DESEMPLEO

Si bien las explicaciones psicosociales del deterioro psicológico asociado al desempleo varían
según el enfoque teórico adoptado (véase Álvaro, 1992), nos centraremos en dos por ser las que han
sido objeto de un pormenorizado análisis y aplicadas en un mayor número de trabajos de investigación.
La primera es la teoría de Jahoda (1982/87). Esta psicóloga social diferencia entre las funciones
manifiestas y latentes del empleo. Si la función manifiesta del empleo es la de proveer de unos recursos
económicos, las funciones latentes del mismo serán las siguientes: en primer lugar, el empleo impone
una estructura temporal a nuestra vida diaria; en segundo lugar, posibilita relaciones sociales con otras
personas que no pertenecen al núcleo familiar; en tercer lugar vincula a la persona con metas de
carácter social; en cuarto lugar, refuerza el desarrollo de una actividad y, finalmente, define el estatus
de identidad personal (Jahoda, 1979, p.313). Según M. Jahoda el empleo es la única institución social
que provee de estas cinco categorías de experiencia a la vez, lo que implica que la ausencia o no
consecución de un puesto de trabajo supondrá la pérdida o no obtención de dichas funciones latentes, lo
que repercutirá en el bienestar psicológico de las personas.
El segundo enfoque es el elaborado por Warr (1987) y se conoce como modelo vitamínico. Este
modelo pretende integrar los resultados obtenidos en las diferentes investigaciones realizadas sobre las
consecuencias psicosociales del desempleo. Según este psicólogo, la salud mental de las personas
depende de la capacidad del medio para proveer de las siguientes características: oportunidades de
control, posibilidades para desarrollar los conocimientos y capacidades personales, objetivos
externamente generados, variedad, claridad ambiental, recursos económicos, seguridad física,
posibilidades de establecer relaciones interpersonales y, finalmente, una posición social valorada.
El modelo de Warr propone una asociación de carácter no lineal entre las características del
medio y la salud mental. Aquellos medios que no prevean las características anteriormente
mencionadas, o que lo hagan de una forma deficiente tendrán un impacto negativo en la salud mental
de las personas. Al igual que en el caso de los efectos de las vitaminas sobre la salud física, incrementos
en algunas de las características del medio no tendrán un efecto beneficioso para la salud mental por
encima de cierto nivel, a partir del cual su posible efecto beneficioso se mantendría constante, como
ocurre por ejemplo con los recursos económicos, la seguridad física o las posibilidades para establecer
relaciones interpersonales. Asimismo, incrementos adicionales en el resto de las características
mencionadas anteriormente, a partir de un cierto nivel tendrían efectos negativos en el grado de salud
mental previamente alcanzado.

CALIDAD DE VIDA

Introducción

No es tarea fácil definir que es la felicidad, y quizás menos hacerlo desde la


psicología social y ello por dos razones. La primera por tradición ya que la psicología
ha focalizado mayoritariamente su atención y esfuerzos hacia los estados “negativos” de
las personas y mucho menos hacia los estados “positivos”. En otras palabras, se ha
tratado mucho más de analizar y reducir la infelicidad que de estudiar y promover la
felicidad, teniendo en cuenta -como analizaron Bradburn o Argyle - que son éstas dos
dimensiones muy distintas y sólo en ocasiones complementarias.

FELICIDAD

SATISFACCIÓN
BIENESTAR
CON LA VIDA
SUBJETIVO
SALUD
PSICOSOCIAL NECESIDADES
BIENESTAR
CALIDAD DE PSICOSOCIALES
SOCIAL
VIDA

MODELOS DE INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

La segunda razón que da cuenta de la dificultad de definir conceptualmente la felicidad


no es otra que la proliferación de términos y de conceptos afines pero no equivalentes al
de felicidad. Conceptos como «calidad de vida», «bienestar subjetivo», «satisfacción
vital», «bienestar social», «bienestar social percibido» o «salud social» aparecen
estrechamente relacionados con el concepto de felicidad aunque buscan su estatus
ontológico a través de la especificidad conceptual y métrica. Sin embargo, dos
elementos actúan de factor común entre los distintos conceptos y pueden servir de guía
para una visión comprehensiva del tema:
a) en primer lugar, existe una postura claramente compartida a la hora de considerar
como fundamental la dimensión subjetiva del tema. Así, en palabras de Myers “al
informar sobre los rasgos típicos de las vidas felices, yo defino la felicidad como lo que
cualquier persona quiere decir cuando describe su vida como feliz o infeliz” (Myers,
1994, p. 35).

b) en segundo lugar existe también un relativo consenso al distinguir dos facetas de la


felicidad. Una centrada en los aspectos emocionales (bienestar subjetivo, estados de
ánimo) y otra centrada en aspectos cognitivo-valorativos (satisfacción con la vida,
calidad de vida). Ambas facetas son consideradas los componentes principales de la
felicidad y remiten, a su vez, al carácter subjetivo aludido anteriormente.

Bienestar subjetivo y bienestar social

Quizás uno de los autores que más influencia ha ejercido en el estudio del bienestar
subjetivo haya sido Bradburn (1969). El autor elaboró una escala para medir el
bienestar emocional (o subjetivo) y sus conclusiones fueron que éste se basa en dos
componentes: las valencias o afectos positivos y los afectos negativos. También
observó que estos dos tipos de estados emocionales prácticamente no
correlacionaban entre si, es decir, eran independientes uno de otro. A pesar de ello,
ambos mantenían una fuerte correlación con los ítems globales de bienestar.

Así, el bienestar subjetivo debe entenderse como el diferencial existente entre el


afecto positivo y el negativo. La conclusión de Bradburn parece simple: la ausencia de
afecto negativo no es lo mismo que la presencia de afecto positivo. Para tener una vida
mejor es pues tan necesario reducir el afecto negativo como aumentar el afecto positivo.

Otra línea recoge la idea de bienestar social aunque aquí haya que empezar
realizando una matización necesaria. Tradicionalmente, en nuestro dominio lingüístico,
el bienestar social es considerado como una realidad externa, referida a condiciones y
circunstancias objetivas de una realidad social concreta y definido a partir de unos
mínimos considerados indispensables e irrenunciables en cuanto a condiciones de vida.
Esta concepción de bienestar social como sinónimo de nivel de vida equivaldría al
término inglés de social welfare pero, como decíamos, otra línea ciertamente distinta es
la que intenta estudiar los aspectos psicosociales del bienestar subjetivo (social well-
being), es decir, analizar el bienestar desde la perspectiva de la persona inserta en un
determinado contexto social y relacional. En esta línea Keyes (1998) entiende el
bienestar social como "la valoración de las circunstancias y funcionamiento de uno en
sociedad". A partir de aquí plantea cinco posibles dimensiones de este concepto:

1) Integración social. En función de la calidad de las relaciones de uno con la


comunidad la integración social hace referencia al grado en el cual la gente siente
que tiene algo en común con aquellos que constituyen su realidad social, que
pertenecen a su comunidad. Ciertamente la identidad social, la cohesión social y el
apego a la comunidad son conceptos altamente relacionados con el de integración.
2) Aceptación social. Se refiere a la capacidad de la persona en interpretar y aceptar su
sociedad a partir de las características de la otra gente entendida como categoría
global. Sería la perspectiva social de la autoaceptación; la gente que se acepta a sí
misma, tanto en lo bueno como en lo malo, goza de mejor salud mental.
3) Contribución social. Se refiere a la evaluación del valor social de uno mismo.
Incluye la creencia de que uno es un miembro vital de la sociedad con alguna cosa
que dar. Estrechamente relacionado con este concepto está el de autoeficacia o
creencia de que se pueden llevar a cabo ciertas conductas (Bandura, 1977) y pueden
alcanzarse objetivos específicos (Gecas, 1989), así como el de responsabilidad
social entendida como designación de obligaciones personales que revierten sobre la
sociedad.
4) Actualización social. Se refiere a la evaluación del potencial de la sociedad. Se basa
en la creencia en la evolución de la sociedad y el sentimiento de que la sociedad
tiene un potencial que se actualiza (desarrolla) a partir de las personas y las
instituciones. La actualización social captura las ideas de crecimiento (progreso) y
desarrollo y, por tanto, se acerca al concepto de sostenibilidad desde una perspectiva
social.
5) Coherencia social. Se refiere a la percepción de la calidad, organización y
funcionamiento del mundo social e incluye el tema del conocimiento sobre este
mundo. Así, la gente sana no solo cuida el mundo en el que vive sino que siente que
puede entender que es lo que está pasando a su alrededor. La coherencia social es
análoga a la idea de dar significado a la vida (Mirowski y Ross, 1989; Seeman,
1959; 1991) e implica la apreciación de que la sociedad es comprensible, sensata y
predecible.

De igual forma que Keyes (1998) vincula conceptualmente el bienestar social y la


salud, Larson (1993) establece un vínculo entre bienestar subjetivo y «bienestar social»
entendiendo este último término como equivalente a «salud social» definida como:
“aquella dimensión del bienestar de un individuo que se atañe a cómo esta persona se
relaciona bien con la otra gente, cómo la otra gente reacciona hacia él y cómo él
interactúa con las instituciones sociales y otras instancias sociales (p. 152).”

BIENESTAR (SALUD) SOCIAL

AJUSTE SOCIAL APOYO SOCIAL

Satisfacción Desempeño de Ajuste al Número de Satisfacción


con las roles sociales entorno contactos con los
interacciones (incluyendo (entramado contactos
(también conducta y social)
problemas) participación
social)

Bienestar social (salud). Tomado de Larson (1993)

Larson distingue dos grandes categorías de medida para la salud social:

1. Medidas de «ajuste social», relacionadas con:

• el estudio de la satisfacción con las relaciones sociales, de carácter más subjetivo,


midiendo felicidad y bienestar afectivo general.
• el desempeño de roles sociales, de carácter más objetivo y relacionado con roles
específicos y valoración de su desempeño.
• el ajuste a un entorno, de manera que la salud no compete meramente a elementos
biológicos o desarrollo de roles sociales, sino que es un dinámico equilibrio con el
entorno, es decir, que la salud existe cuando un organismo se está ajustando
exitosamente con su entorno.

2. Medidas de «soporte social» analizadas a través de:

• número de contactos sociales como indicador de carácter objetivo.


• satisfacción o calidad percibida con los contactos sociales, de carácter más subjetivo.
OPORTUNIDADES DE OCASIONES PARA EL
CONTROL DEL DESARROLLO DE
ENTORNO CAPACIDADES

PATRÓN
DINERO
D
VITAMÍNICO C E A DA FINALIDADES
EC GENERADAS POR EL
MEDIO EXTERNO

DA
SEGURIDAD EC BIENESTAR
FÍSICA SALUD
DA
MENTAL VARIEDAD DE
ALTERNATIVAS

DA
POSICIÓN EC D
SOCIALMENTE A
CLARIDAD
VALORADA
AMBIENTAL
DA
CONTEXTOS PARA LAS
RELACIONES
INTERPERSONALES

Distribución de las variables ambientales


según el Modelo Vitamínico de Warr (1987) PATRÓN VITAMÍNICO A D

Otros planteamientos han tratado de relacionar la salud mental y el bienestar con


disposiciones y características del medio social. Entre las propuestas más originales se
encuentra el «modelo vitamínico» de Warr (1987). Según el autor, el grado de bienestar
psicológico individual -en directa relación con la salud mental- depende de la presencia
y nivel alcanzado por nueve variables del entorno social: oportunidades de control,
oportunidades para el uso de las capacidades individuales, objetivos generados
externamente, variedad, claridad ambiental, disponibilidad de recursos
económicos, seguridad física, oportunidad para establecer contactos
interpersonales y valoración de la posición social. Estas variables o componentes
están presentes en diferentes niveles en el entorno social y, aunque su ausencia o
insuficiencia comporte efectos negativos para el bienestar de las personas, su presencia
destacada o niveles altos alcanzados no proporcionan necesariamente un aumento del
bienestar. En este punto Warr retoma la idea de relación no lineal entre niveles
vitamínicos y salud propia del modelo médico. En efecto, aunque un déficit de
vitaminas C o E en el organismo repercute negativamente en la salud y su incremento
progresivo mejora el estado general, alcanzado un determinado nivel, incrementos
significativos de estas vitaminas no implican incrementos significativos en la salud. Por
otra parte, si bien el déficit de vitaminas A o D repercute negativamente, a partir de un
determinado nivel, un incremento de estas vitaminas tiene efectos tóxicos para el
organismo. Así pues, las nueve variables ambientales, actuando como verdaderas
vitaminas sociales, combinan sus niveles y sus efectos para proporcionar un
determinado estado de salud o bienestar.

MODELO VITAMÍNICO DE SALUD MENTAL

Vamos a ampliar un poco más el modelo de Warr puesto que consideramos que
nos ofrece un excelente referente teórico para entender mejor las implicaciones
psicosociales del proceso migratorio. Aunque no se hacen referencias explícitas a las
personas inmigrantes, es de esperar que las lectoras y lectores hagan las
correspondientes generalizaciones, aunque creemos que no es del todo necesario puesto
que todas y todos estamos luchando por las mismas metas.

El modelo de Peter Warr (1987) propone un enfoque en el que se destacan tres


aspectos principales. Por un lado, tenemos una serie de categorías ambientales. Estas
categorías ambientales mantienen una pauta de relación con el bienestar psicológico del
individuo, constituyendo la segunda parte del modelo (por analogía con las vitaminas y
el organismo, como veremos). En tercer lugar, Warr reconoce la existencia de
diferencias individuales, lo que explica que nos encontramos con una perspectiva
centrada en la situación, pero que reconoce el papel del individuo. En palabras del
propio Warr (1987:22), “el modelo vitamínico vincula un modelo categórico, un modelo
de proceso y un modelo de interacciones entre persona y situación”. A partir de estos
tres elementos, Warr construye una explicación de las relaciones entre ambiente y
bienestar psicológico individual. Las siguientes páginas están dedicadas al análisis de
esta propuesta.

Warr considera nueve características del ambiente que pueden influir en el


bienestar psicológico.

1. Oportunidad de control. Este factor tiene dos características principales. En


primer lugar, la oportunidad para tomar decisiones y actuar en la forma elegida.
En segundo lugar, la posibilidad de predecir las consecuencias de la acción.
2. Oportunidad para la utilización y desarrollo de conocimientos y
habilidades. El ambiente puede limitar esta oportunidad en dos sentidos. En
primer lugar, un límite a la utilización de las habilidades ya poseídas,
permitiendo sólo comportamientos rutinarios. En segundo lugar, puede existir
una restricción en la adquisición de nuevas habilidades.
3. Existencia de metas externamente generadas. Las obligaciones y objetivos
derivados de los roles desempeñados en instituciones formales o informales
suponen requerimientos normativos de comportamiento. Esto genera secuencias
organizadas de acción, que estructuran la actividad individual. Un ambiente que
no genera demandas sobre una persona tampoco genera objetivos ni potencia
ninguna actividad o logro. Esto es negativo para la salud mental. Ahora bien, un
ambiente que genera metas excesivas o demasiado complejas también puede
influir negativamente sobre el bienestar psicológico de la persona.
4. Variedad ambiental. Si las metas y acciones pautadas por el ambiente se
asocian con acciones repetitivas e invariantes, el bienestar psicológico se verá
negativamente afectado. Una baja variedad supone una constricción de la
persona, tanto físicamente como en términos de rol.
5. Claridad ambiental. Implica tres aspectos. En primer lugar, la disponibilidad
de la información acerca de las consecuencias de la acción. En segundo lugar,
el grado en el que las conductas de las otras personas son predecibles. En tercer
lugar, la claridad de los requerimientos de rol y las expectativas normativas
acerca del comportamiento.
6. Disponibilidad económica. Su reducción implica una ausencia de control,
afectando negativamente la salud mental.
7. Seguridad física. Los ambientes deben proteger a la persona de amenazas
físicas. Se trata de ofrecer los niveles de seguridad adecuados. Esto incluye
tener un lugar para dormir, dónde preparar alimentos, un área de intimidad
personal... Todo ello en el marco de una estabilidad temporal.
8. Oportunidad para el desarrollo de las relaciones interpersonales. Existen
cuatro razones por las cuales las relaciones interpersonales son beneficiosas
para la salud mental. En primer lugar, satisfacen las necesidades de amistad,
reduciendo los sentimientos de soledad. Segundo, pueden generar ayuda de
diversos tipos. Nos estamos refiriendo al apoyo social. En tercer lugar, en el
marco de las relaciones interpersonales se desarrolla la comparación social. Por
último, dota al individuo de un sentimiento grupal. De hecho, muchas metas
sólo pueden conseguirse a través de los esfuerzos coordinados de varias
personas.
9. Posición social valorada. Ocupar una posición en la estructura social tiene
efectos sobre la autoestima. La valoración que se hace del individuo se genera
en el valor que se da a diferentes actividades propias del rol. También es
consecuencia de la contribución a las instituciones de las cuales se forma parte.
De esta manera, nos encontramos con dos efectos. El primero sobre la
autoestima. El segundo sobre la valoración y aprobación sociales. El prestigio
asociado a la posición social supone la prueba pública de posesión de ciertas
capacidades y de conformidad con ciertas normas y obligaciones.

Es necesario señalar la importancia que Warr da al control ambiental. En gran


medida el resto de elementos tiene un impacto sobre la salud mental a través de sus
relaciones con dicho factor. Debe recordarse que una de las críticas realizadas a los
modelos cognitivos es su renuncia a la consideración de este factor. Otra crítica era que
ignoraban las relaciones del ambiente con las estructuras psicológicas. El modelo de
Warr contiene y da cuenta de ambas críticas. El control no sólo es una variable
fundamental en la salud mental, sino que hay que buscar sus raíces en las características
ambientales.

Ahora bien, ¿cómo se relaciona el control y el resto de las características


ambientales con la salud mental? Se trata de la segunda parte del modelo. Warr defiende
una relación no lineal. En realidad se propone una analogía con el efecto de las
vitaminas sobre la salud física. Las vitaminas suponen beneficios para el organismo,
sobre todo en niveles bajos de partida. Ahora bien, su ingestión, a partir de cierto punto,
no producirán beneficios para el organismo. Algunas vitaminas no tendrán efecto alguno
a partir de ese punto (C y E). pero otras (A y D) tendrán efectos negativos sobre la
salud.

Las características del ambiente se relacionan con la salud mental análogamente.


Bajos niveles de una característica ambiental son perjudiciales. Como puede apreciarse
en la figura 8, son los incrementos que se producen en bajos niveles de partida (los más
cercanos a la intersección de los ejes en la figura 8) los que mayores efectos producen
en la salud mental. Es decir, a niveles especialmente bajos de control, variedad, etc.,
cualquier incremento en las características ambientales va a tener un fuerte impacto en
la salud mental. Pero al movernos hacia niveles medios, el incremento de dichos niveles
va a tener un impacto menor. Más aún, al alcanzar ciertos valores en las características
ambientales, cesa el efecto positivo sobre el bienestar psicológico. A partir de aquí nos
encontramos con dos posibles efectos. El primero es el efecto constante (EC).
Incrementos adicionales en los niveles de los factores ambientales no tiene efecto
alguno (positivo o negativo) sobre la salud mental. La segunda posibilidad es la de
disminución adicional (DA). Como puede apreciarse en la figura 8 , superado cierto
nivel, el incremento de ciertas características ambientales va a tener un impacto
negativo en la salud mental.
S
A
L
U
D
M
E EC
N
T
A
L
DA

CARACTERÍSTICAS DEL AMBIENTE

DA = Dimensión Adicional
EC = Efecto Constante

¿Qué factores mostrarán una pauta de disminución adicional y cuáles una de efecto
constante? Metas externamente generadas y variedad ambiental sugieren una
disminución adicional. Ante objetivos crecientemente numerosos y difíciles, surgirá una
incapacidad para afrontar las presiones ambientales. Ello repercutirá en una reducción
del bienestar psicológico. Igualmente, una extrema variedad requiere cambios
constantes de atención, pudiendo implicar una reducción en el desarrollo y utilización
de las habilidades. También se espera un efecto de disminución adicional para la
claridad ambiental. Niveles extremos de claridad suponen ambientes donde el futuro
es totalmente predecible y los comportamientos de rol totalmente especificados. En
estas circunstancias, el riesgo no existe, la variedad es escasa y el potencial para ejercer
el control personal prácticamente inexistente. Todo ello conducirá a una reducción en
los niveles de salud mental. Finalmente, también las oportunidades de control, de
utilización de habilidades y de contactos interpersonales mostrarán una pauta de
disminución adicional. La demanda constante de control en difíciles tomas de decisión,
o un control personal sostenido o la demanda de uso continuo de habilidades
extremadamente complejas dará lugar a una sobrecarga personal. Igualmente, un nivel
extremo de relaciones interpersonales puede generar estrés, reducir el control personal,
etc.

Las otras tres características ambientales (disponibilidad económica, seguridad


física y posición social valorada) presentarán una pauta de efecto constantes: No hay
razón por la que niveles extremos de ingresos, seguridad física o prestigio supongan un
peligro para la salud mental. Ahora bien, alcanzados ciertos niveles, la mejora de estas
condiciones no mostrarán tampoco un efecto positivo sobre la salud mental.
El modelo contempla el papel de las diferencias individuales. Las personas
perciben y se adaptan a ambientes con diferentes niveles de amenaza. En este proceso
de percepción y adaptación al ambiente es donde se desenvuelven las diferencias
individuales. Estas diferencias no son sólo de carácter cognitivo (evaluación y
construcción de la información ambiental), sino también conductuales. Otro aspecto
importante de la teoría es la importancia dada a tener en cuenta las diferencias en los
niveles de salud mental de base. Debe recordarse que la relación entre ambiente y salud
mental no es lineal. Dada la asociación propuesta (figura 8), las personas con niveles
ambientales moderados mostrarán mejor salud mental, y con mejores niveles de salud
mental se espera una respuesta más autónoma a la variación ambiental.

Pero el elemento nuclear del modelo son las características ambientales. Así, las
características individuales (sobre todo las cognitivas) quedan supeditadas a este
elemento central; son algo adicional en el marco general de la teoría: La forma en que
las características ambientales tienen un impacto psicológico. El modelo es
fundamentalmente un modelo centrado en la situación. Y, como señala el propio Warr
(1987:17), “un modelo basado en la situación contiene inevitablemente algunas
propuestas basadas en la persona, pero hace derivar su distintividad de tomar el
ambiente como su objeto primario de investigación”.

Satisfacción vital y calidad de vida

El término calidad de vida empieza a utilizarse profusamente en los años sesenta,


pero sobretodo a partir de los setenta, como reacción a los criterios economicistas y
cuantitativistas que regían sobre los llamados "informes sociales", "contabilidades
sociales" o estudios del "nivel de vida". Estos estudios equiparaban calidad de vida a
cantidad de recursos disponibles, y todavía hoy son frecuentemente utilizados desde una
perspectiva macrosocial. Pero desde una perspectiva psicosocial el concepto de calidad
de vida es abordado desde una óptica subjetiva, entendiéndolo como "una medida
compuesta de bienestar físico, mental y social, tal y como lo percibe cada persona y
cada grupo, así como de felicidad, satisfacción y recompensa (...). Las medidas
pueden referirse a la satisfacción global, así como a sus componentes, incluyendo
aspectos como salud, matrimonio, familia o trabajo" (Levi y Anderson, 1980).

Vemos pues como, en la raíz de los procesos psicosociales que subyacen a la


evaluación de la calidad de vida se hallan las relaciones que se establecen entre unas
condiciones materiales y el grado de satisfacción subjetiva que a la persona le producen
estas condiciones. Así pues la percepción y evaluación personales de diferentes aspectos
vitales relevantes son los principales determinantes de la calidad de vida.

A pesar de este énfasis en los aspectos subjetivos no hemos de olvidar que la


calidad de vida tiene, además de la dimensión psicológica demostrada, un esencial
componente psicosocial. En otras palabras, aunque esta percepción sea individual, los
parámetros de base son de origen eminentemente social. Así, los criterios que inciden en
nuestra percepción de calidad de vida obedecen en buena medida a una construcción social
de estándares sujeta a contingencias históricas, culturales, económicas y ambientales. De
acuerdo con esta argumentación, la calidad de vida se relaciona con el nivel de
satisfacción que a una persona le proporcionan sus condiciones de vida cuando las
compara, según varemos personales, con la situación en la cual se desarrolla la vida
de otras personas, dentro de un contexto sociocultural determinado. La comparación
social es pues uno de los principios psicosociales clave en estos procesos.

Además de ser un constructo esencialmente subjetivo a la vez que social, la


calidad de vida se muestra a su vez como un constructo dinámico. Así, para Levi y
Anderson (1980), por encima de un nivel de vida mínimo, el determinante de la calidad
de vida individual es el grado de ajuste o coincidencia entre las características de la
situación y las expectativas, capacidades y necesidades de la persona, tal y como ella
las percibe.

En términos similares se expresan Musitu y Herrero (2000) cuando hablan de


"equilibrio entre las expectativas, esperanzas, sueños y realidades conseguidas o
posibles que se expresa en términos de satisfacción, contento, felicidad y capacidad
para afrontar los aconteceres vitales con el fin de conseguir una buena capacidad
de adaptación o ajuste".
CONTEXTO NECESIDADES,
CULTURAL MOTIVACIONES,
EXPECTATIVAS GRUPOS
SOCIALES DE
REFERENCIA

CALIDAD DE
VIDA

CARACTERÍSTICAS CAPACIDADES y
FÍSICAS y SOCIALES RECURSOS
DEL ENTORNO PSICOLÓGICOS
RECURSOS EXÓGENOS PERCIBIDOS POR LA
PERSONA

En definitiva, parece ser que tendemos a buscar un ajuste o equilibrio entre


nuestras necesidades o aspiraciones, nuestras capacidades (percibidas) y los
requerimientos del entorno. Esta tríada, inmersa en un contexto sociocultural
determinado -que, entre otros efectos, define y prioriza necesidades, determina
jerarquías de valores y dicta estándares de calidad-, actúa de manera dinámica de tal
modo que, ante una posible insatisfacción con un ámbito vital, trataremos bien de
obtener del entorno lo necesario para modificar esta percepción, bien de reducir nuestras
expectativas o aspiraciones para ajustarlas a nuestras posibilidades de satisfacción o
bien de modificar nuestras capacidades de afrontamiento ante esta situación
disatisfactoria o la percepción de éstas. Cualquiera de estas opciones tendría como
objetivo restablecer ese ajuste o equilibrio perdido aunque, siendo este un modelo de
carácter sistémico, ello es más un objetivo teleológico que un estado real.

Una intervención psicosocial orientada hacia la mejora de la calidad de vida ha de


ser capaz de poder atender a estos niveles de análisis, especialmente aquellos
relacionados con las condiciones del medio externo y con la capacidad de afrontamiento
de la persona ante situaciones percibidas como desfavorables.

La universalidad de las necesidades sociales

Las necesidades pueden entenderse desde varias perspectivas. Pueden ser


consideradas como impulsos o motivaciones intrínsecas de la persona (Murray, 1938;
Maslow, 1943); también pueden ser consideradas como expectativas de obtención de
determinados bienes o servicios (Bradshaw, 1972). Sin embargo, desde otro
posicionamiento, cabe entender las necesidades como objetivos. Así, una distinción
necesaria para Doyal y Gough (1994) es la que debe establecerse entre las necesidades
(needs) y las aspiraciones (wants). Si bien se considera a las necesidades como
objetivos universalizables (algo que las personas necesitan y deberían tener), las
aspiraciones se consideran objetivos que se derivan de las preferencias individuales y
por tanto, son de carácter más personal. La diferencia entre estos dos tipos de objetivos
quedaría ejemplificada en la siguiente frase: "Quiero un cigarrillo pero tengo la
necesidad de dejar de fumar" (Doyal y Gough, 1994, p. 68). El problema surge
inmediatamente ante la pregunta de qué hace a unos fines universales y a otros no.
Siguiendo con el ejemplo anterior se propone que han de ser considerados necesidades
aquellos aspectos cuya no satisfacción dará lugar a graves daños de algún tipo concreto
y objetivo (cáncer de pulmón, por ejemplo). Cuando los objetivos se refieren a
aspiraciones en lugar de necesidades es precisamente porque no se cree que estén
ligados en este sentido a los intereses humanos de prevención de daños graves.

Además es necesario que tengamos un conocimiento previo de la razón por la cual


ciertas cosas son consideradas como necesidades y por lo tanto hemos de procurar
conseguirlas para evitar daños graves. Se puede dar la paradoja de que lleguemos a
desconocer estas necesidades y por lo tanto no las consideremos como tales. Por
ejemplo, a un diabético puede apetecerle el azúcar de tal manera que crea que lo
necesita imprescindiblemente. Pero lo que necesita es insulina, aunque nunca haya oído
hablar de ella y, por tanto, no tenga capacidad de conceptualizarla como preferencia. En
palabras de los autores citados, "no se trata solo de que uno pueda necesitar algo que
no quiera. ¡Es que puede necesitarlo incluso sin saber de su existencia!" (Doyal y
Gough, 1994, p. 71).

Pero centrémonos en una discusión crucial del concepto de necesidad, a saber, el


grado de relativismo que define una necesidad como tal o si se prefiere, el
cuestionamiento del carácter universal de determinadas necesidades.

Ciertamente existe un considerable consenso acerca de la pertinencia de


contextualizar adecuadamente la gran mayoría de las necesidades de una sociedad. En
otras palabras, gran parte de nuestras necesidades son social y culturalmente
creadas y evolucionan a través del tiempo y del cambio de valores a la par que
evoluciona la sociedad en la que se enmarcan. A pesar de ello, Doyal y Gough
sostienen que la forma de satisfacción puede variar pero puede aceptarse el hecho de
que se ha ido generando un consenso sobre ciertas necesidades básicas para el
desarrollo de una existencia humana digna. Así, aún sosteniendo que las necesidades
humanas son históricas (construidas socialmente) también se reconocen como
universales. Son los satisfactores de esas necesidades básicas los que presentan enorme
variabilidad a lo largo de culturas o contextos sociales distintos. Para los autores existen
pues dos necesidades que pueden ser consideradas universales: la necesidad de salud
física y la necesidad de autonomía. Así, para desenvolverse bien en la vida cotidiana los
seres humanos tienen que ir mucho más allá de la mera supervivencia. Han de gozar de
un mínimo de buena salud física. Si una persona desea llevar una vida activa y
satisfactoria a su modo, irá en su interés objetivo satisfacer sus necesidades básicas a fin
de optimizar la esperanza de vida y de evitar enfermedades y dolencias. Esto, en
opinión de los autores "vale para todos y en todas partes".

Por otra parte, la autonomía como necesidad básica se refiere a la capacidad de la


persona para formular y estrategias consistentes, de acuerdo con sus intereses, y a sus
intentos para ponerlos en práctica en las actividades que emprenden. En otros términos,
estamos hablando de la «agencia» o «agentividad» de las personas, entendidas como
seres propositivos, capaces de tomar sus propias decisiones y de asumir la
responsabilidad que se deriva de ellas. Tres son las variables clave que afectan a los
niveles de autonomía personal: 1) el grado de comprensión que una persona tiene
de sí misma, de su cultura y de lo que se espera de ella como individuo dentro
misma, 2) la capacidad psicológica que posee de formular opciones para sí misma
(salud mental), y 3) las oportunidades objetivas que le permitan actuar en
consecuencia. A su vez, la autonomía ha de ser entendida bajo dos formas,
autonomía como libertad de agencia o de acción y autonomía crítica que conlleva
la participación democrática en el proceso político a cualquier nivel. Así pues, no
sólo es necesaria la libertad de acción sino también la libertad política, en el sentido
amplio del término política.

Mientras que las necesidades individuales básicas de salud física y de autonomía


son universales, muchos de los bienes y servicios que se requieren para satisfacerlas
varían según las culturas. En general, todos los objetos, actividades y relaciones que
satisfacen nuestras necesidades básicas `pueden denominarse «satisfactores». Pero entre
las necesidades básicas y sus satisfactores aparecen una serie de objetivos derivados o
de segundo orden que es necesario cumplir con el fin de alcanzar los objetivos
primarios de salud y autonomía. Son las llamadas necesidades intermedias. Doyal y
Gough proponen una lista de necesidades intermedias que, de hecho, no se alejan
mucho de los principales ámbitos que en general se consideran como los
prioritarios a la hora de definir la calidad de vida (ver Blanco y Chacón, 1985).
Estos son: alimentos nutritivos y agua limpia, alojamientos adecuados a la
protección contra los elementos, ambiente laboral desprovisto de riesgos, medio
físico desprovisto de riesgos, atención sanitaria apropiada, seguridad en la
infancia, relaciones primarias significativas, seguridad física, seguridad económica,
enseñanza adecuada y seguridad en el control de nacimientos y en el embarazo y
parto.

Por último, para que cada sociedad encuentre los satisfactores necesarios para
cubrir tanto un nivel mínimo óptimo de necesidades intermedias como un nivel óptimo
de necesidades básicas, es decir, para que una sociedad evolucione, en conjunto, de
manera positiva es necesario contemplar cuatro condiciones sociales previas. Primero,
toda sociedad ha de producir satisfactores de necesidades suficientes para asegurar
niveles mínimos de supervivencia y salud, junto con otros factores y servicios de
importancia cultural. Segundo, la sociedad debe garantizar un nivel adecuado de
reproducción biológica y socialización de la infancia. Tercero, tiene que asegurar las
aptitudes y valores que son necesarios para que haya producción y tenga lugar dicha
reproducción en definitiva, un sistema de transmisión cultural hacia una proporción
suficiente de la población. Por último, es necesario instituir algún sistema de autoridad
que garantice un respeto de las reglas que consiga una práctica satisfactoria de estas
aptitudes. Así, de forma similar al concepto de «dualidad» de la estructura de la
actuación humana de Giddens (1984), no es posible alcanzar la salud y la autonomía
individuales fuera del contexto institucional, social y normativo en el que se
inscriben las personas, lo cual le da un carácter eminentemente social al abordaje
de las necesidades que hemos estado desgranando y cuyo resumen aparece en el
siguiente esquema.
Evitar daños graves:
Participación social de los miembros de una Participación crítica en la forma de vida
OBJETIVO UNIVERSAL
sociedad elegida

Autonomía de
NECESIDADES BÁSICAS Salud física Autonomía crítica
acción

Alimentos nutritivos y agua limpia


Alojamientos adecuados a la protección contra los elementos
Ambiente laboral desprovisto de riesgos,
NECESIDADES Medio físico desprovisto de riesgos
INTERMEDIAS Atención sanitaria apropiada
Seguridad en la infancia
Nivel «óptimo mínimo» de:
Relaciones primarias significativas
Seguridad física
Seguridad económica
Esquema Enseñanza adecuada
de la Control de nacimientos y seguridad en el embarazo y parto
Esquema de
teoría de
la teoría de
las Educación
las
necesida
necesidade
des
s humanas SATISFACTORES ESPECÍFICOS
humanas
de Doyal y
Gough
(1994, p.
217)
CONDICIONES SOCIALES Premisas universales: Premisas para la optimización:
PREVIAS PARA LA Producción Libertad negativa: derechos civiles/políticos
SATISFACCIÓN DE Reproducción Libertad positiva: derecho de acceso a satisfactores
NECESIDADES Transmisión cultural de necesidades
Autoridad Participación política

Gracia, E. y Musitu, G. (1991). Sucesos y cambios vitales estresantes y ajuste psicológico: Un análisis
del apoyo social como vatiable moduladora en padres normales y padres que maltratan a sus hijos.
Revista de Investigación y Estudios Sociales. INICIATIVAS, 3, 81-94.
Gracia, E.(1997). El apoyo social en la intervención comunitaria. Barcelona: Paidos
Gracia, E.(1997). El apoyo social en la intervención comunitaria. Barcelona: Paidos
Gracia, E., Herrero, J., y Musitu, G. (1995). El apoyo social. Barcelona: PPU.
Gracia, E., Herrero, J., y Musitu, G. (2002). Evaluación de recursos y estresores psicosociales en la
comunidad. Madrid: Síntesis.
Herrero, J. (1994). Estresores sociales y Recursos sociales: el papel del apoyo social en el ajuste bio-
psico-social. Tesis Doctoral no publicada. Gonzalo Musitu y Enrique Gracia (Dirs.). Universitat de
Valencia.
Herrero, J., Musitu, G. y Gracia, E. (1995). Autoestima y depresión: relaciones directas versus
indirectas. Revista de Psicología Social, 1995, 2, 191-204.
Lazarus, R. S. y Folkman, S. (1986). Estrés y procesos cognitivos. Barcelona: Martinez Roca.
Lin, N. y Ensel, W. M. (1989). Life stress and health: Stressors and resources. American. Sociological
Review, 54, 382-399.
Lin, N., Dean, A. y Ensel, W. (1986).Social support, life events and depression. New York: Academic
Press.
Musitu, G. et al. (2001). Familia y estrés en la adolescencia. Madrid, Síntesis.
Musitu, G. et al. (2004). Introducción a la Psicología Comunitaria. Barcelona, UOC.
Musitu, G. y Herrero, J., (1995). Comunidad y bienestar. En A. Sanchez y G. Musitu (Eds.). Psicología
de la Comunidad. Barcelona: PPU

Você também pode gostar