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10-12-2006
lA LUZ QUE NO VEMOS
En los años 30, ayer mismo, no sabíamos por qué brillaban las estrellas. Hoy
ya hablamos de supernovas, estrellas de neutrones quásares y agujeros
negros. Cuando miramos las estrellas vemos un firmamento tranquilo, con
unos bonitos puntos brillantes, pero sabemos que se trata de un universo
muy violento.

Solo vemos una pequeña parte de la luz que hay ahí fuera. Lo que hacen los
telescopios espaciales, y de hecho, lo que hace la ciencia, es permitirnos ver
más allá de lo que perciben nuestros sentidos. Como los pioneros del arte,
como Picasso, o de la ciencia, como Einstein, que se dieron cuenta que el
papel de la ciencia consiste en revelarnos un mundo más completo.

En este programa contaremos con la presencia de Arthur Miller, Profesor


Emérito de Historia y Filosofía de la Ciencia en el University College of
London. Quien en su libro “Empire of the Stars” narra la historia humana que
existió detrás del descubrimiento de los agujeros negros.

También contaremos con las opiniones del Nobel de Física Leon Lederman,
los astrofísicos Paul Butler y Malcolm Longair, el Investigador Teun
Klapwijk, el historiador de la ciencia Antonio Ten y los investigadores del
Instituto de Ciencias del Espacio – CSIC Enrique Gaztañaga y Pablo
Fonsalba.

Bloque 1
Eduard Punset:
Arthur, vamos a hablar del universo, ¿de acuerdo? Y…me gustaría
que nuestro público pudiera, a pesar de sus limitaciones, de la
limitación de sus sentidos, me gustaría que entendieran cómo
funciona un agujero negro. Imaginemos que un astronauta se
acerca a un agujero negro, ¿vale? Y se acerca al horizonte… Así es
como lo llamáis, ¿no? Cerca del límite…
Arthur Miller:
El horizonte de sucesos.
Eduard Punset:
El horizonte de sucesos del agujero negro… ¿Qué sucedería?
Arthur Miller:

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Lo que sucedería es que si el desafortunado astronauta se


acercara demasiado, primero acercara los pies, por ejemplo,
sentiría un enorme tirón provocado por el campo gravitacional de
la increíblemente inmensa estrella que se encontraría en el interior
del agujero negro. Y, cuanto más adentro cayera, más se iría
estirando su cuerpo, porque el tirón sería más fuerte en los pies
que en los hombros, y pronto su cuerpo sería como un spaghetti
que se acabaría partiendo en dos.
Eduard Punset:
Y habría mucha luz, porque también absorbería mucha luz.
Arthur Miller:
El agujero negro también absorbe la luz, porque en el interior de
un agujero negro (este término que tan a menudo utilizamos en
nuestro vocabulario), se halla una estrella ardiente que, al final de
su vida, empieza a consumir su combustible nuclear y va
encogiendo de tamaño y, si su masa es lo suficientemente
enorme, la estrella acaba estallando y encogiéndose todavía más,
lo que significa que su campo gravitacional es cada vez mayor, por
lo que el espacio envolvente finalmente se pliega sobre sí mismo y
la estrella cae en un pozo de tiempo-espacio.
A continuación, su intenso campo gravitacional atrae a las
partículas de gas circundantes, que quedan atrapadas en una
especie de remolino, similar al del agua de la bañera que se va por
el desagüe. La densidad de estas partículas aumenta cuanto más
se acercan al agujero, y allí es donde también se mueven a mayor
velocidad. Es como si estuvieran en una especie de atasco
cósmico donde van frotándose entre sí y van endureciéndose
hasta que arden con la luz de un millón de soles antes de caer en
el agujero negro.
Eduard Punset:
Y la gravedad es tan enorme que para un observador externo,
para un observador distante que contemplara al astronauta, sería
como si el astronauta hubiera quedado congelado en el tiempo.
Arthur Miller:
Sí, así es. La luz se transforma de una forma increíble en
longitudes de onda cada vez más largas, por lo que la vibración de

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la luz es prácticamente nula y el tiempo se congela en la


proximidad del agujero negro. Así que el astronauta parece
congelado, pero ha caído.
Eduard Punset:
Pero para el observador externo …
Arthur Miller:
Todavía no ha caído.
Eduard Punset:
¿No ha caído?
Arthur Miller:
No. Pero si el observador estuviera montado sobre la espalda del
astronauta, caería dentro con él. Es como si el astronauta
estuviera en dos lugares distintos al mismo tiempo, pero no es
realmente así, porque cae.
Eduard Punset:
Así que realmente podríamos… Volviendo a lo de Einstein… Lo que
observaríamos es que el tiempo no es absoluto, sino que depende
de la gravedad, por ejemplo.
Arthur Miller:
Sí, el tiempo depende de la gravedad, así como del modo en que
se mide… Del movimiento relativo del reloj con respecto al
laboratorio donde se realiza la medición. Y no sólo depende de
este movimiento, de la hora que marca el reloj, sino también de la
gravitación.
Eduard Punset:
Por lo tanto, si la gravitación es enorme el tiempo se para …
Arthur Miller:
El tiempo se ralentiza, se ralentiza mucho.
Eduard Punset:
Se ralentiza y se detiene. Es increíble … ¿Todo esto es verdad?
[RISAS]
Arthur Miller:

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Sí, es verdad. Se ha descubierto que es verdad. Se han avistado


agujeros negros, que podemos ver gracias a los rayos x que
producen las partículas al caer en su interior.
Bloque 2
Eduard Punset:
¿Qué hemos aprendido de los agujeros negros o qué nos han
enseñado del universo? ¿Por qué fueron tan revolucionarios?
Después hablaremos de cómo se descubrieron …
Arthur Miller:
Fueron revolucionarios porque son otra forma de morir de las
estrellas. A principios del siglo XX, se pensaba que una estrella
sólo podía morir de dos maneras: bien estallaba y se hacía añicos
o bien se convertía en una estrella enana blanca. Pero, cuando
comenzó a desarrollarse la física nuclear, se descubrió que una
estrella puede evitar desparecer si se convierte en una estrella
neutrón, en un material increíblemente denso .
Y en 1930 Chandra demostró, con una matemática irrefutable, que
si una estrella se desprende de una cantidad suficiente de masa,
puede descender por debajo de un determinado límite y morir
como una estrella enana blanca pero, si no se desprende de esta
masa y ésta acaba siendo superior a su masa limite (que es algo
mayor que la del sol), siempre estará en continuo proceso de
extinción.
Eduard Punset:
Y así surge el agujero negro…
Arthur Miller:
Así surge… Pero esta teoría fue considerada absurda y ridícula por
el mejor astrofísico del mundo, el profesor de Chandra en la
Universidad de Cambridge, Arthur Eddington,
Eduard Punset:
Voy a explicar el contexto a nuestro público… En ¿1935? A
mediados de la década de 1930… Chandra era un gran científico,
joven, muy apuesto, muy elegante, que llega a Cambridge, donde
están los grandes astrofísicos del mundo, como Eddington, y

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Eddington pues iba vestido como mal vestido, ¿no? Y chocaron,


chocaron con sus diferentes concepciones.
Arthur Miller:
Sí, curiosamente, Eddington había apoyado su trabajo hasta aquel
momento. En otoño de 1934, Chandra estaba perfeccionado su
teoría y recibía la visita de Eddington varias veces a la semana,
quien le sugirió que presentara su trabajo ante la World
Astronomical Society el 11 de enero. Sin embargo, el día antes,
Chandra descubrió para gran sorpresa suya que Eddington se
había apuntado en el programa para dar una charla sobre el
mismo tema justo después de la suya. Llegado el día, Chandra
presentó su trabajo primero, de una forma brillante y, acto
seguido, Eddington se levantó y dijo: “Esto no tiene sentido, es
absurdo”.
Eduard Punset:
Una tontería.
Arthur Miller:
Una tontería… Dijo que Chandra había creado una teoría falsa, una
teoría de juguete, que no tenía nada que ver con las estrellas de
verdad y que, al desarrollarse, se desmontaría por sí sola.
Eduard Punset:
Y, al final, fue Chandra quien tenía razón.
Arthur Miller:
Chandra tenía razón, toda la razón, y Eddington estaba totalmente
equivocado. Los agujeros negros se descubrieron en 1972, y lo que
sucedió en la reunión de la Real Sociedad Astronómica el 11 de
enero de 1935, fue algo que cambió las vidas de ambos. A
Chandra le marcó para siempre lo sucedido, nunca entendió por
qué se le había insultado así.
Bloque 3
Eduard Punset:
Y ¿cuál es el papel que desempeña el descubrimiento de los
neutrones en esta historia? Porque cuando se descubrieron y
aceptaron los neutrones, nos acercamos a comprender la fusión
nuclear y por qué brillan las estrellas, ¿no?

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Arthur Miller:
Así es.
Eduard Punset:
Hay una anécdota maravillosa de… ¿cómo se llamaba ese
científico alemán?
Arthur Miller:
Hutterman.
Eduard Punset:
Hutterman, sí. Hutterman le dijo a su novia: “Esta noche sé por
qué brillan las estrellas”.
Arthur Miller:
Exacto. Básicamente, la física nuclear comenzó en 1932, con el
descubrimiento del neutrón. Fue entonces cuando los físicos
comenzaron a interesarse por la astrofísica. Hasta entonces, la
astrofísica había sido para los físicos un campo menor que
utilizaba modelos matemáticos de estrellas totalmente irrealistas,
creados por una simple cuestión de conveniencia matemática.
Pero para los físicos el verdadero problema era saber por qué
brillan las estrellas. De hecho, ya en los años veinte Eddington
conjeturó que la razón era una fusión nuclear, es decir, una
combinación de protones, que es factible con las elevadas
temperaturas que se producen en el interior de las estrellas. Tras
el descubrimiento del neutrón, surgió la teoría nuclear y comenzó
a desarrollarse la fusión nuclear. En 1938, los físicos buscaban
nuevos problemas por resolver y comenzaron a fijarse en la
astrofísica de una forma más seria.
Eduard Punset:
Lo que estás diciendo, Arthur, es que en los años 30, ayer mismo,
no sabíamos por qué brillaban las estrellas.
Arthur Miller:
Exacto, nadie lo sabía.
Eduard Punset:
Es increíble.
Arthur Miller:

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Todas las teorías planteadas hasta el descubrimiento del neutrón


no funcionaron, eran absurdas.
Eduard Punset:
Así que, en los años treinta, la gente que contemplaba las estrellas
no podía dirigirse a un científico y preguntarle: “¿Por qué razón
brilla esa estrella?”.
Arthur Miller:
Exacto, no se sabía. No sólo no sabíamos por qué brillaban las
estrellas, sino que tampoco sabíamos cómo vivían su vida.
Eduard Punset:
Así es, y cómo morían …
Arthur Miller:
Exacto, cómo morían. Ni se podía saber la edad del sol.
Bloque 4
Eduard Punset:
Lo que tendemos a olvidar cuando miramos ahí fuera, es que
vemos las cosas con luz visible, o luz invisible, la luz que vemos.
Pero el espectro de luz es realmente mucho más amplio, y a
menudo me pregunto cómo veríamos las cosas si las viéramos
fuera de esta estrecha banda de luz visible.
Arthur Miller:
Sí, sólo vemos una milésima parte de la luz que hay allí fuera. No
vemos las longitudes de onda muy largas o las ondas de radio y,
también hay longitudes de onda muy cortas, muy potentes, los
rayos gamma y los rayos x. Éste es el motivo por el cual tenemos
telescopios espaciales, porque son sensibles a esta otra parte del
espectro electromagnético. Cuando miramos las estrellas lo que
vemos es un firmamento muy tranquilo con unos bonitos puntos
brillantes, pero realmente se trata de un universo muy violento
con estrellas que explotan, que estallan, incubadoras de
estrellas... Lo que hacen los telescopios espaciales, y de hecho, lo
que hace la ciencia, es permitirnos ver más allá de lo que perciben
nuestros sentidos, como los pioneros del arte, como Picasso, o de
la ciencia, como Einstein, que se dieron cuenta que el papel de la
ciencia consiste en revelarnos un mundo más completo.

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Eduard Punset:
Porque realmente no podemos fiarnos de nuestros sentidos,
porque apenas vemos nada, ¿verdad? Ésa es en cierto modo la
premisa de la que partieron
Picasso y Einstein. Ellos decían que no podemos fiarnos de lo que
ven nuestros ojos.
Arthur Miller:
Así es, porque no podemos ver la multidimensionalidad del
espacio, y el espacio tiene como mínimo cuatro dimensiones.
Eduard Punset:
Es increíble, ¿no? Einstein decía que el tiempo-espacio no es lo
que pensamos que es, sino que es algo abrupto, violento… Y
Picasso… ¿que decía Picasso?
Arthur Miller:
El objetivo de Picasso era reducir todas las formas a formas
geométricas y, cuando lo hizo, descubrió que el espacio tiene
cuatro dimensiones y, para Picasso, la cuarta dimensión era una
dimensión especial, no era la dimensión del tiempo.
Eduard Punset:
Como en “Las señoritas de Aviñón”, ¿no?
Arthur Miller:
Sí, como en “Las señoritas de Aviñón”, que marcó el inicio del
cubismo.
Bloque 5
Eduard Punset:
Si intentamos tener una pincelada del futuro, si es cierta esta
historia de los agujeros negros, y de la luz y la materia que son
absorbidas para siempre. Entonces estamos hablando del fin del
universo. ¿Es así como acabará todo?
Arthur Miller:
Sí, el universo acabará siendo una agrupación de rocas inertes,
rocas frías y agujeros negros.
Eduard Punset:

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¿No habrá luz?


Arthur Miller:
No, la luz habrá desaparecido, se apagará toda la luz.
Eduard Punset:
¿Como en el principio de los tiempos?
Arthur Miller:
Bueno… justo como antes del principio y, después, se hizo la luz.
Eduard Punset:
Sí, normalmente se dice que fue 300,000 años después del big
bang, ¿no?
Arthur Miller:
Sí, las estrellas comenzaron a formarse entonces.
Eduard Punset:
Empezaron a formarse las estrellas… Y esto es algo seguro, quizá
sea lo único que sabemos a ciencia cierta.
Arthur Miller:
Sí, es algo seguro. Esto es algo que sabemos por la segunda ley de
la termodinámica, que básicamente dice que toda energía útil se
transforma continuamente en energía menos útil, es decir, en
energía con la que no se puede trabajar. Así que, al final, se
apagarán las estrellas y se apagará la luz, y los ordenadores
dejarán de funcionar, porque no quedará energía para empujar los
electrones de un chip a otro.
Eduard Punset:
Y mucho antes de que suceda esto, ¿qué pasará? Quiero decir…
Arthur Miller:
Pues será el final de nuestro sistema solar…. Nuestro sistema solar
desaparecerá dentro de unos 110 mil millones de años. Nuestra
estrella tiene la masa adecuada para convertirse en lo que se
denomina un “gigante rojo”, es decir, cuando se acerque el final y
empiece a consumir su combustible nuclear, se expandirá antes
de contraerse, y su expansión irá más allá de la órbita de su masa

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y calcinará la tierra. Será como si tú y yo jamás hubiéramos


estado aquí, como si no hubiera habido nada.
Eduard Punset:
Pero no es lo suficientemente grande… Cuando llegue el momento
de encogerse, de encogerse para siempre, quiero decir …
Arthur Miller:
No, se encogerá, se convertirá en una estrella enana blanca.
Eduard Punset:
Eso significa …
Arthur Miller:
Eso significa que se enfriará y se convertirá en algo compuesto por
un 90% de carbono y un 10% de oxígeno. En otras palabras, las
estrellas enanas blancas son diamantes en el cielo. De hecho,
hace poco se localizó una estrella enana blanca que casi se había
enfriado y que es equivalente a un diamante de diez billones de
billones de billones de quilates. La llamaron Lucy, por la canción
de los Beatles.

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