Cuando muri6 mi taitita
Cuando murié mi taitita
fue un dia de gran quebranto;
asémate, pues, en Ilanto
dice mi pobre mamita. x
Con emoci6n infinita
quedé clavada en la puerta,
al ver sus pupilas muertas
y sus penosos ronquidos,
sin palabra y sin sentido
y con su boca entreabierta.
Fue tan crecida la pena,
tan grande la confusién,
que en todo mi corazén
se reventaron las venas.
Quiero besar la morena
mejilla d’él en reposo;
ya que se va doloroso,
déme permiso, mamit
es imposible, m’hijita,
ha muerto tuberculoso.
Muerte de mi taitita
Cuando murié mi taitita / fue un dia de gran quebranto | asémate pues
en Ianto / dice mi pobre mamita / con emocién infinita / quedé clavada
en la puerta /al ver sus pupilas muertas | y sus postreros ronquidos / sin
palabra y sin sentido /y con su boca entreabierta.
Fue tan inmensa la pena / tan grande la confusién / que en todo mi
corazén / se reventaron mis venas | quiero besar la morena | faz de mi
taita en reposo / que se marcha doloroso / deme permiso mamita | es
imposible m’hijita / ha muerto tuberculoso.
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Sali lorando del cuarto
con el recuerdo patente
de aquellos ojos murientes
que hasta hoy los diviso intactos.
De mala gana me aparto
de su estimada presencia,
Ya no tendra sus dolencias,
porque se fue d’este mundo
sumergido en el profundo
misterio de las ausencias.
Llegaron varias vecinas
con el rosario en las manos.
De negro se arrodillaron
con sus palabras divinas.
Pusieron unas cortinas,
unos jarrones dorados,
en un cajon alargado
Jo suben en dos columnas;
las rezadoras le arrullan:
que Dios lo tenga a su lado.
Sali orando del cuarto | con el recuerdo patente / de aquellos ojos
murientes / que hoy los recuerdo intactos / de mala gana me aparto /
de su estimada presencia / pone fin a sus dolencias / porque se va @°
este mundo / sumergido en el profundo / misterio de las ausencias.
Liegaron unas vecinas / con el rosario en las manos / cle negro se arro-
dillaron / con sus palabras divinas / trajeron unas cortinas / y unos
jarrones plateados / en un cajén alargado / lo suben en dos columnas |
las rezadoras lo arrullan / que dios lo haiga perdonado.Aunque cinco afios hacia
que le quitaron su escuela,
vinieron largas hileras
de profesores y nifias.
El vecindario se apifia
camino del cementerio,
lo Hevan al cautiverio
de la prision terrenal,
lo van a depositar
en el jardin del silencio. WJ
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Tres pedestales brillantes
le alumbran su oscuridad,
vigilan su soledad
como dolientes guardianes.
Coronas de cardenales
a los pies y a la cabeza;
su vieja hermana le reza
con sentimiento sincero,
delante de un candelero
que relumbraba en la pieza.
Seis pedestales brillantes / le alumbran su oscuridad / vigilan su sole-
dad / como valientes guardianes / coronas de cardenales / a los pies ¥
Ja cabeza | su vieja hermana le reza / con sentimiento sincero / delante
de los candeleros / que brillan en esa pieza.
‘Aunque cinco afios hacia / que le quitaron su escuela / vinieron gran-
des hileras / maestros nifios y nifias / el vecindario se apiia / camino
del cementerio | lo Hevan al cautiverio / de la prisién terrenal / lo van
a depositar / al la’o de mis abuelos.
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La muerte es un animal
La muerte es un animal
fatigoso y altanero,
bullicioso y pendenciero;
como este no hay otro igual.
Cuando se llega a asomar,
se siente un hielo que espanta,
le sale por la garganta
un gemido misterioso,
se siente un miedo poroso
que ningunito lo aguanta.
Llega com’ un torbellino’
sacando chispas del suelo,
no ha de escapar de su anhelo
ni el que se siente divino.
Sus dientes son un molino
pa’ triturar al mortal,
el satanas canibal
que puebla los horizontes,
profundidades y montes;
la muerte es un animal.
No hay fuerza que la detenga
si en alguien puso los ojos,
pas6 y dejé sus abrojos,
no hay viento que la detenga.
No vale grito ni arenga,
de na’ sirven los dineros,
ni vale tampoco el pero;
Jo digo con tal rigor,
Ja muerte es un tibur6n
tragedioso y altanero.No hay cuenta de su despojo,
ni ntimero competente
que diga lo referente
de cudntos tiene en su lecho,
Normales y contrahechos,
grufiones y lisonjeros,
libertos y prisioneros,
pacificos y hablantines,
cobardes y paladines,
dementes y pendencieros.
Con este animal furioso
no puede ni el mas letra’o
no sirve lo que ha estudia’o,
ni apelativo famoso,
ni titularios pomposos,
toititos van al fonduco;
naide le iguala a este cuco
pa’ acarrear por su compuerta,
y se hace la mosca muerta
el esqueleto macuco.
Amino me den Ja muerte
ni envuelta en papel de seda,
del cementerio albaceda
da el arafiazo muy fuerte.
Graciosa, no quiero verte
ni pa’ la resurrecci6n,
yo t’echo la maldicién
que habris de cortarte el pelo
con Lucifer en los cielos,
y en su feroz fundi