Violeta Parra, Dos Poemas

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Cuando muri6 mi taitita Cuando murié mi taitita fue un dia de gran quebranto; asémate, pues, en Ilanto dice mi pobre mamita. x Con emoci6n infinita quedé clavada en la puerta, al ver sus pupilas muertas y sus penosos ronquidos, sin palabra y sin sentido y con su boca entreabierta. Fue tan crecida la pena, tan grande la confusién, que en todo mi corazén se reventaron las venas. Quiero besar la morena mejilla d’él en reposo; ya que se va doloroso, déme permiso, mamit es imposible, m’hijita, ha muerto tuberculoso. Muerte de mi taitita Cuando murié mi taitita / fue un dia de gran quebranto | asémate pues en Ianto / dice mi pobre mamita / con emocién infinita / quedé clavada en la puerta /al ver sus pupilas muertas | y sus postreros ronquidos / sin palabra y sin sentido /y con su boca entreabierta. Fue tan inmensa la pena / tan grande la confusién / que en todo mi corazén / se reventaron mis venas | quiero besar la morena | faz de mi taita en reposo / que se marcha doloroso / deme permiso mamita | es imposible m’hijita / ha muerto tuberculoso. 267 268 Sali lorando del cuarto con el recuerdo patente de aquellos ojos murientes que hasta hoy los diviso intactos. De mala gana me aparto de su estimada presencia, Ya no tendra sus dolencias, porque se fue d’este mundo sumergido en el profundo misterio de las ausencias. Llegaron varias vecinas con el rosario en las manos. De negro se arrodillaron con sus palabras divinas. Pusieron unas cortinas, unos jarrones dorados, en un cajon alargado Jo suben en dos columnas; las rezadoras le arrullan: que Dios lo tenga a su lado. Sali orando del cuarto | con el recuerdo patente / de aquellos ojos murientes / que hoy los recuerdo intactos / de mala gana me aparto / de su estimada presencia / pone fin a sus dolencias / porque se va @° este mundo / sumergido en el profundo / misterio de las ausencias. Liegaron unas vecinas / con el rosario en las manos / cle negro se arro- dillaron / con sus palabras divinas / trajeron unas cortinas / y unos jarrones plateados / en un cajén alargado / lo suben en dos columnas | las rezadoras lo arrullan / que dios lo haiga perdonado. Aunque cinco afios hacia que le quitaron su escuela, vinieron largas hileras de profesores y nifias. El vecindario se apifia camino del cementerio, lo Hevan al cautiverio de la prision terrenal, lo van a depositar en el jardin del silencio. WJ ———————— Tres pedestales brillantes le alumbran su oscuridad, vigilan su soledad como dolientes guardianes. Coronas de cardenales a los pies y a la cabeza; su vieja hermana le reza con sentimiento sincero, delante de un candelero que relumbraba en la pieza. Seis pedestales brillantes / le alumbran su oscuridad / vigilan su sole- dad / como valientes guardianes / coronas de cardenales / a los pies ¥ Ja cabeza | su vieja hermana le reza / con sentimiento sincero / delante de los candeleros / que brillan en esa pieza. ‘Aunque cinco afios hacia / que le quitaron su escuela / vinieron gran- des hileras / maestros nifios y nifias / el vecindario se apiia / camino del cementerio | lo Hevan al cautiverio / de la prisién terrenal / lo van a depositar / al la’o de mis abuelos. 269 270 La muerte es un animal La muerte es un animal fatigoso y altanero, bullicioso y pendenciero; como este no hay otro igual. Cuando se llega a asomar, se siente un hielo que espanta, le sale por la garganta un gemido misterioso, se siente un miedo poroso que ningunito lo aguanta. Llega com’ un torbellino’ sacando chispas del suelo, no ha de escapar de su anhelo ni el que se siente divino. Sus dientes son un molino pa’ triturar al mortal, el satanas canibal que puebla los horizontes, profundidades y montes; la muerte es un animal. No hay fuerza que la detenga si en alguien puso los ojos, pas6 y dejé sus abrojos, no hay viento que la detenga. No vale grito ni arenga, de na’ sirven los dineros, ni vale tampoco el pero; Jo digo con tal rigor, Ja muerte es un tibur6n tragedioso y altanero. No hay cuenta de su despojo, ni ntimero competente que diga lo referente de cudntos tiene en su lecho, Normales y contrahechos, grufiones y lisonjeros, libertos y prisioneros, pacificos y hablantines, cobardes y paladines, dementes y pendencieros. Con este animal furioso no puede ni el mas letra’o no sirve lo que ha estudia’o, ni apelativo famoso, ni titularios pomposos, toititos van al fonduco; naide le iguala a este cuco pa’ acarrear por su compuerta, y se hace la mosca muerta el esqueleto macuco. Amino me den Ja muerte ni envuelta en papel de seda, del cementerio albaceda da el arafiazo muy fuerte. Graciosa, no quiero verte ni pa’ la resurrecci6n, yo t’echo la maldicién que habris de cortarte el pelo con Lucifer en los cielos, y en su feroz fundi

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