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INDICE
Durante los últimos meses, el Buró Político del Comité Central ha escuchado
informes de trabajo de treinta y cuatro departamentos centrales de la industria, la
agricultura, el transporte, el comercio, las finanzas, etc., y ha advertido en ellos algunos
problemas relativos a la edificación socialista y las transformaciones socialistas. Se
trata, en síntesis, de diez problemas, de diez grandes relaciones.
Estos diez problemas se plantean teniendo como eje una orientación
fundamental: movilizar todos los factores positivos de dentro y de fuera del país para
ponerlos al servicio de la causa socialista. En el pasado, a fin de acabar con la
dominación del imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático y conseguir la
victoria de la revolución democrática popular, seguimos ya la orientación de movilizar
todos los factores positivos. Esta es la misma que actualmente seguimos para llevar
adelante la revolución socialista y la construcción de un país socialista. Sin embargo,
existen en nuestro trabajo algunos problemas que es preciso abordar. Algo que merece
especial atención son ciertos defectos y errores existentes en el proceso de la edificación
socialista de la Unión Soviética, que últimamente han salido a la luz. ¿Desea uno repetir
los recodos que ellos transitaron? En el pasado, pudimos evitar ciertos recodos gracias
justamente a que tomamos en cuenta sus experiencias y lecciones, y ahora con mayor
razón debemos escarmentar en cabeza ajena.
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¿Cuáles son los factores positivos de dentro y de fuera del país? Dentro del país,
los obreros y los campesinos constituyen la fuerza fundamental. Las fuerzas intermedias
son fuerzas que podemos ganar. En cuanto a las fuerzas reaccionarias, aunque
representan un factor negativo, no debemos dejar de hacer un buen trabajo para
convertir, hasta donde sea posible, lo negativo en positivo. En el plano internacional,
debemos unirnos con todas las fuerzas unibles, trabajar porque se tornen neutrales las
que aún no lo son, e incluso disgregar y utilizar fuerzas reaccionarias. En una palabra,
debemos movilizar todas las fuerzas, directas e indirectas, en favor de la lucha por
transformar a China en un poderoso país socialista.
Abordaré a continuación los diez problemas.
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con vehemencia o sin ella, el desarrollo de la industria pesada? Si lo desea sólo en
apariencia, o sin vehemencia, lo que hará es golpear a la agricultura y la industria ligera
y reducir las inversiones en estas ramas. Si, en cambio, lo desea verdaderamente, o con
vehemencia, atribuirá importancia a la agricultura y la industria ligera, procurando que
haya más cereales y más materias primas para la industria ligera, más Fondos de
acumulación y, por consiguiente, una cantidad mayor de fondos en el futuro para
inversiones en la industria pesada.
Podemos optar entre dos métodos en el desarrollo de la industria pesada. Uno es
comunicar un desarrollo algo menor a la agricultura y la industria ligera, y el otro,
imprimirles un desarrollo algo mayor. Miradas las cosas a largo plazo, el primer método
redundará en un desarrollo menor y más lento de la industria pesada o, en el mejor de
los casos, en una insuficiente solidez de sus cimientos, lo que aparecerá como una
desventaja cuando se resuman las cuentas al cabo de unos decenios. El segundo método,
en cambio, permitirá desarrollar en mayor medida y más rápidamente la industria
pesada y dotarla, además, de cimientos más sólidos para su desarrollo, ya que asegurará
al pueblo lo necesario para su subsistencia.
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Sin duda alguna, la mayor parte de las nuevas empresas industriales deben ubicarse en
el interior, con vistas a balancear gradualmente la distribución geográfica de la industria
y a facilitar los preparativos para enfrentar una guerra. Pero también en la costa se
puede construir cierto número de nuevas fábricas y minas, algunas de las cuales incluso
pueden ser grandes. En cuanto al ensanchamiento y reconstrucción de las empresas de
la industria ligera y pesada de la costa, hasta ahora hemos hecho algo, y en adelante
debemos dar un fuerte impulso a ese trabajo.
Utilizando y desarrollando como es debido la vieja base industrial, ubicada en la
costa, poseeremos una fuerza todavía mayor para desarrollar y apoyar la industria del
interior. Una actitud pasiva al respecto impediría su rápido desarrollo. Por tanto, de lo
que aquí se trata es asimismo de desear verdaderamente o sólo en apariencia el
desenvolvimiento de la industria del interior. Si uno lo desea verdaderamente y no sólo
en apariencia, debe utilizar y desarrollar aún más la industria de la costa, sobre todo la
ligera.
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concierne a la orientación estratégica, y espero que la Comisión Militar lo discuta.
¿Estaría bien que desmovilizáramos ahora a todos los soldados? No. Porque
todavía existen enemigos, que nos atropellan y cercan. Debemos fortalecer nuestra
defensa y, a ese efecto, fortalecer en primer lugar nuestra construcción económica.
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Hablemos ahora de los campesinos. Nuestras relaciones con ellos siempre han
sido buenas, pero cometimos un error en el problema cerealero. En 1954, algunas zonas
del país vieron menguada su producción a consecuencia de inundaciones; pese a ello,
aumentamos en 7.000 millones de jin los acopios estatales de cereales. Este aumento,
sumado al descenso de la producción, llevó las cosas a tal punto que, durante la
primavera del año pasado, en muchas partes casi toda la gente tenía en los labios el
problema cerealero y en todos los hogares se hablaba del monopolio estatal de venta de
cereales. Los campesinos se quejaban, y había también muchas quejas dentro y fuera del
Partido. Es cierto que buen número de los que se quejaban lo hacían exagerando
deliberadamente los hechos y aprovechando la ocasión para atacarnos, pero no se puede
decir que no tuviéramos insuficiencia alguna. El hecho de que, por falta de
investigación y por desconocimiento del estado real de las cosas, aumentáramos los
acopios en 7.000 millones de jin, fue precisamente una deficiencia nuestra.
Descubrimos esa deficiencia y, en 1955, redujimos en 7.000 millones de jin los acopios
y, además, adoptamos el "sistema de tres fijaciones"[2], esto es, fijamos las cifras de
rendimiento, de acopio y de venta. La disminución de los acopios, sumada a la
abundante cosecha que obtuvieron, permitió a los campesinos tener en sus manos más
de 20.000 millones de jin adicionales de granos. De este modo, hasta los campesinos
que se habían quejado dijeron: "¡Qué bueno es el Partido Comunista!" Esta lección la
debe tener presente todo el Partido.
Los procedimientos que se adoptan en la Unión Soviética representan un
estrujamiento muy duro para los campesinos. Mediante prácticas tales como el llamado
sistema de entregas obligatorias[3], se les quita demasiados productos, y a precios
bajísimos. Este método de acumulación ha mellado de manera sumamente grave el
entusiasmo de los campesinos en la producción. Se quiere que la gallina ponga más y
más huevos, pero no se le da grano; al caballo se le exige correr veloz, pero no se le da
pienso. ¿Hay en el mundo una lógica como ésta?
A diferencia de la política de la Unión Soviética para con los campesinos, la
nuestra contempla tanto los intereses del Estado como los de los campesinos. Nuestro
impuesto agrícola siempre ha sido más o menos liviano. En el intercambio entre los
productos industriales y los productos agrícolas, seguimos la política de reducción de la
"apertura de tijeras", de intercambio equivalente o casi equivalente de valores. Nuestros
acopios de productos agrícolas se efectúan a precios normales, sin causar perdidas a los
campesinos; además, los precios de compra van aumentando poco a poco. En el
abastecimiento de artículos manufacturados a los campesinos, aplicamos la política de
vender en gran cantidad y con tasas bajas de utilidad y de estabilizar o reducir
apropiadamente los precios, al par que, generalmente, subsidiamos en algo las ventas de
cereales a los campesinos de las zonas que tienen déficit de ellos. Pero, incluso así, es
posible que por negligencia incurramos en tales o cuales errores. En vista de los graves
errores de la Unión Soviética en este problema, debemos prestar aún mayor atención al
tratamiento correcto de la relación entre el Estado y los campesinos.
Hay que tratar también de manera acertada la relación entre la cooperativa y los
campesinos. Es preciso fijar apropiadamente, de los ingresos de la cooperativa, los
porcentajes que corresponden al Estado, a la cooperativa y a los campesinos, así como
la forma en que deben sacarse dichas cantidades. La parte que corresponde a la
cooperativa va toda a parar directamente al servicio de los campesinos. La necesidad de
los gastos de producción salta a la vista; los gastos de administración también son
necesarios; los fondos de acumulación colectiva son para la reproducción ampliada, y
los fondos de bienestar público, para el mejoramiento de las condiciones de vida de los
campesinos. Pero hay que fijar, previo estudio con los campesinos, un porcentaje
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razonable para cada renglón. Debemos hacer lo posible por mermar los gastos de
producción y de administración. También los fondos de acumulación colectiva y de
bienestar público deben sujetarse a cierto control, pues no hay que esperar que se
materialice todo lo deseable en un solo año.
Salvo que se produzcan calamidades naturales excepcionales, debemos procurar
que, sobre la base del incremento de la producción agrícola, aumenten cada año, en
cierta medida, los ingresos del 90 por ciento de los miembros de las cooperativas, y que
se mantengan sin variación los ingresos del restante 1o por ciento; en caso de que
disminuyan, hay que buscar cuanto antes una solución.
En resumen, se debe dar consideración a los intereses tanto del Estado como de
las fábricas, tanto del Estado como de los obreros, tanto de las fábricas como de los
obreros, tanto del Estado como de las cooperativas, tanto del Estado como de los
campesinos y tanto de las cooperativas como de los campesinos, y no hay que limitarse
a considerar sólo uno de los dos términos. Considerar cualquiera de esos términos
aisladamente es desfavorable para el socialismo y la dictadura del proletariado. Este es
un problema de importancia vital para los seiscientos millones de habitantes del país y
es menester educar una y otra vez en este sentido a toda la militancia y a todo el pueblo.
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autoridades locales. El Comité Central siempre consulta con las autoridades locales en
el manejo de los asuntos, y nunca se precipita a dar órdenes sin antes intercambiar ideas
con ellas. Esperamos que todos los departamentos centrales tengan esto muy presente y
que no den órdenes sin previa consulta y acuerdo con las autoridades locales siempre
que se trate de asuntos relacionados con ellas.
Los departamentos centrales pueden ser clasificados en dos tipos. Del primer
tipo son aquellos cuya función dirigente cubre hasta las mismas empresas y cuyas
oficinas administrativas y empresas ubicadas en distintos lugares están sometidas a la
supervisión de las autoridades locales. Del otro tipo son aquellos cuya misión consiste
en formular lineamientos rectores y elaborar planes de trabajo, dejando las tareas
concretas a cargo de las autoridades locales.
Para un país tan extenso y un partido tan grande como los nuestros, es un
problema de gran importancia el tratamiento correcto de la relación entre las
autoridades centrales y las locales. Algunos países capitalistas también prestan mucha
atención a este problema. Su sistema social es radicalmente distinto del nuestro, pero,
aun así, la experiencia de su desarrollo es digna de estudio. En cuanto a nuestra propia
experiencia, el sistema de grandes regiones administrativas que aplicamos en los
primeros años de la República Popular fue una necesidad en aquel entonces, pero tuvo
deficiencias, que más tarde fueron explotadas hasta cierto punto por la alianza
antipartido de Kao Kang y Yao Shu-shi. Luego se acordó abolir esas grandes regiones y
subordinar directamente las provincias al Poder central, decisión que fue correcta. Pero
a partir de esto se llegó a suprimir la independencia necesaria de las autoridades locales,
y el resultado no fue tan satisfactorio. Nuestra Constitución estipula que el poder
legislativo está concentrado en el nivel central. No obstante, las autoridades locales,
conforme a las circunstancias y las necesidades del trabajo, pueden elaborar normas,
reglamentos y disposiciones, siempre que no vayan en contra de la orientación de las
autoridades centrales; esto no lo prohibe la Constitución. La unificación es necesaria,
pero también lo es la particularización. A fin de construir un poderoso país socialista, se
requiere una fuerte dirección central unificada, una planificación y disciplina unificadas
a escala nacional; no se permite socavar esa indispensable unificación. Pero, al mismo
tiempo, se hace preciso poner en pleno juego la iniciativa local y permitir que cada
localidad tenga algo que le sea particular y que concuerde con sus propias condiciones.
Esta particularidad no es la que propugnó Kao Kang, sino la que se hace imprescindible
para los intereses de conjunto y para reforzar la unificación nacional.
Hay otro problema, que es el de la relación entre unas autoridades locales y
otras. Me refiero aquí, principalmente, a la relación entre instancias locales superiores e
inferiores. Si las provincias y municipios se quejan de los departamentos centrales, ¿no
tendrán quejas las prefecturas, distritos, territorios y cantones respecto de las
autoridades provinciales y municipales? Las autoridades centrales deben velar por que
se despliegue la iniciativa de las autoridades provinciales y municipales, y éstas, a su
vez, hacer otro tanto respecto de las prefecturas, distritos, territorios y cantones; ni las
unas ni las otras deben meter a las instancias inferiores dentro de marcos demasiado
rígidos. Por supuesto, hay que dar a conocer a los camaradas de los niveles inferiores
cuáles son los asuntos en que hace falta la unificación, evitando que cada uno vaya por
su lado. En resumidas cuentas, la unificación debe imperar donde sea posible y
necesaria, y no imponerse forzadamente donde no lo sea. Siempre que se trate de una
independencia legítima, de poderes legítimos, cada provincia, municipio, prefectura,
distrito, territorio y cantón deben gozar de ellos y luchar por su consecución. Esta lucha
por los poderes, que tiene como punto de partida los intereses del país en su conjunto,
que no es una lucha en aras de intereses seccionalistas, no debe ser calificada de
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localismo ni de pretensión de "independizarse".
La relación entre diferentes provincias y municipios es también una relación
entre unas autoridades locales y otras, y asimismo hay que tratarla correctamente. Un
principio que siempre preconizamos es el de tomar en consideración el interés general,
ayudarse y hacerse concesiones recíprocas.
En lo que se refiere a la solución del problema de la relación entre las
autoridades centrales y las locales y entre unas autoridades locales y otras, nuestra
experiencia aún no es rica ni madura; espero que ustedes estudien y discutan esto
concienzudamente y que, al cabo de cada período, hagan un resumen de su experiencia
para desarrollar las conquistas y superar las deficiencias.
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construcción del socialismo, pero ningún factor material puede ser explotado y
aprovechado sino por el factor hombre. Debemos trabajar porque haya buenas
relaciones entre la nacionalidad jan y las minorías nacionales y consolidar la unidad
entre ellas para edificar nuestra gran patria socialista con los esfuerzos de todos.
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ningún modo "se ha anticuado", como afirma cierta gente, la teoría de Lenin acerca del
partido proletario y la dictadura del proletariado. Esta dictadura no puede menos que
revestir un fuerte carácter coercitivo. No obstante, hay que combatir el burocratismo y
la hipertrofia administrativa. Propongo que se proceda a una drástica simplificación del
aparato del Partido y del gobierno reduciéndolo a un tercio, siempre que esto no
implique la muerte de nadie ni la parálisis del funcionamiento de ese aparato.
Sin embargo, la simplificación del aparato del Partido y del gobierno no
significa que queramos deshacernos de los partidos democráticos. Espero que ustedes
dediquen algunos esfuerzos al trabajo de frente único, para que mejoren las relaciones
entre ellos y nosotros y se active hasta donde sea posible su entusiasmo, poniéndolo al
servicio del socialismo.
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cabo diversas actividades contrarrevolucionarias de zapa, como matar bueyes, incendiar
cereales, hacer sabotajes en fábricas, robar información y pegar consignas reaccionarias.
Por eso, no es correcto decir que todos los contrarrevolucionarios han sido liquidados y
que se puede dormir a pierna suelta. No debemos relajar jamás la vigilancia mientras
exista la lucha de clases en China y en el mundo. Pero tampoco es exacto decir que
todavía quedan muchos contrarrevolucionarios.
Tercero. En adelante, debemos hacer menos arrestos y dictar menos ejecuciones
en la represión a los contrarrevolucionarios del ámbito social. Dado que éstos son objeto
directo del rencor de las masas, que los odian a muerte, todavía es necesario ejecutar a
unos pocos. En lo que concierne a la mayoría de ellos, se los debe enviar a las
cooperativas agrícolas para que participen en la producción bajo vigilancia y se
transformen a través del trabajo físico. Sin embargo, aún no podemos declarar que no
ejecutaremos a ninguno; no podemos abolir la pena capital.
Cuarto. En las entidades oficiales, los centros docentes y el ejército, el trabajo de
investigar y sacar a la luz a los contrarrevolucionarios infiltrados allí, debe atenerse
firmemente a la política iniciada en Yenán, esto es, la política de no ejecutar a ninguno y
eximir de arresto a la mayor parte. Corresponde a las entidades oficiales afectadas
esclarecer a fondo los casos de los contrarrevolucionarios cuyos crímenes están
confirmados con pruebas fehacientes, sin necesidad de que los departamentos de
seguridad pública, los departamentos de fiscalización y los tribunales los arresten,
incriminen y enjuicien. De cada cien contrarrevolucionarios, tratamos de la manera
antedicha a más de noventa. Esto es lo que se llama eximir de arresto a la mayor parte.
En cuanto a la ejecución, no ejecutaremos a ninguno.
¿Qué tipo de personas son las que no ejecutamos? Son personas como Ju Feng,
Pan Jan-nien y Yao Shu-shi, e incluso criminales de guerra prisioneros como el
emperador Pu-yi y corno Kang Tse. La razón de que nos abstengamos de ajusticiarlos
no es que no hayan cometido crímenes que les hagan merecedores de la pena capital,
sino que hacerlo no reporta ninguna ventaja. Si ejecutáramos a uno de ellos, la gente
compararía con él a un segundo y un tercero, de modo que rodarían muchas cabezas.
Este es el primer punto. Segundo, existe la posibilidad de matar equivocadamente. La
historia demuestra que una vez caída una cabeza, no hay cómo volver a unirla al cuerpo,
y que con ella tampoco ocurre lo que con los puerros, que vuelven a crecer luego de
cortados. Si cortamos equivocadamente una cabeza, no hay manera de rectificar el error,
aunque lo deseemos. Tercero, al ejecutar a un contrarrevolucionario se elimina una
prueba. Para la represión a los contrarrevolucionarios, se requieren pruebas. Un
contrarrevolucionario suele ser prueba viviente de otro. Pueden presentarse casos en que
tengamos que acudir a sus servicios. Pero si lo eliminamos, posiblemente no
encontraremos nunca la prueba, lo que sólo favorecerá a la contrarrevolución y no a la
revolución. Cuarto, ejecutarlos no contribuye: 1) al incremento de la producción, 2) a la
elevación del nivel científico, 3) a la eliminación de las "cuatro plagas", 4) al
robustecimiento de la defensa nacional y 5) tampoco a la recuperación de Taiwán. Sólo
nos acarreará la fama de que matamos prisioneros, y ésta ha sido siempre una triste
fama. Otro punto es que los contrarrevolucionarios en las entidades oficiales son
diferentes de los del ámbito social. Estos últimos cabalgan sobre las espaldas del
pueblo, mientras que aquéllos están en cierta medida alejados de las masas y, aunque
han contraído deudas ante el pueblo en general, son pocas las víctimas directas de sus
crímenes. ¿Qué perjuicio puede traer el no ejecutar a ninguno de ellos? A aquellos que
son aptos para el trabajo físico debemos transformarlos por este medio, y a los que no,
sustentarlos. Los contrarrevolucionarios son desechos, alimañas, pero podemos hacer
que presten algún servicio al pueblo una vez atrapados.
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Ahora bien, ¿es necesario consignar una cláusula legal declarando que no se
ejecutará a ningún contrarrevolucionario infiltrado en las entidades oficiales? No, no
hay necesidad de hacerlo público, pues se trata de una política interna nuestra, y basta
aplicarla de hecho en la medida de lo posible. Si alguien arrojase una bomba y acabara
con todos los presentes en esta sala, o con la mitad, o con un tercio, ¿debería
ajusticiárselo o no? Claro que sí.
La aplicación de la política de no ejecutar a ninguno en lo que respecta a la
eliminación de los contrarrevolucionarios en las entidades oficiales, no nos impide
tomar una seria actitud hacia los elementos contrarrevolucionarios. Antes bien, nos
previene de cometer errores irremediables y, en el caso de que cometamos errores, nos
deja la posibilidad de corregirlos; además, coadyuva a tranquilizar a mucha gente y a
evitar la desconfianza entre los camaradas del Partido. Ya que no ejecutamos a esos
contrarrevolucionarios, debemos asegurarles el sustento. Debemos dar a todos ellos la
posibilidad de ganarse la vida, de modo que tengan oportunidad de enmendarse. Esta
manera de proceder contribuirá tanto a la causa del pueblo como a nuestro prestigio
internacional.
La represión a la contrarrevolución aún nos exige un trabajo arduo; no debemos
aflojar los esfuerzos. En adelante, junto con seguir aplastando a los
contrarrevolucionarios del ámbito social, debemos continuar investigando y sacando a
la luz a todos los contrarrevolucionarios infiltrados en las entidades oficiales, los centros
docentes y el ejército.
Debemos establecer una clara distinción entre nosotros y el enemigo. Todos
sabemos perfectamente el serio peligro que significaría para la causa socialista y la
dictadura del proletariado permitir que el enemigo se colara en nuestras filas y, lo que
sería peor, en nuestros organismos dirigentes.
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sociedad, que otros participen en la revolución, y tampoco prohibir, dentro del Partido,
que se enmienden los camaradas que han cometido errores.
Algunos dicen que hay que observar si los camaradas que han cometido errores
los corrigen o no. Yo diría que no basta con observar, sino que se les debe ayudar a
corregir. Esto quiere decir: por un lado, observar y, por el otro, ayudar. Todos necesitan
ayuda; la necesitan los que no han cometido errores y, con mayor razón, aquellos que
los han cometido. Se podría decir que nadie es infalible; quien más, quien menos, todos
cometemos errores. Cuando alguien ha caído en error, es preciso ayudarle. Limitarse a
observarlo es una actitud pasiva; hay que crear todo tipo de condiciones para ayudarle a
corregir. Debemos distinguir claramente lo correcto de lo erróneo, pues las
controversias de principio dentro del Partido son un reflejo en su seno de la lucha de
clases en la sociedad y no admiten ninguna ambigüedad. Es normal que, según el caso
de que se trate, se hagan críticas adecuadas y bien fundamentadas a los camaradas que
han cometido errores, e incluso se desplieguen contra ellos luchas en la medida de lo
necesario; esto se hace con el fin de ayudarles a enmendarse. Negarse a ayudar a los
camaradas que han caído en falta e incluso alegrarse de sus males es una actitud
sectaria.
Para hacer la revolución, mientras más gente, mejor. De aquellos que se han
equivocado, excepto una exigua minoría que insiste en sus errores pese a reiteradas
advertencias, la mayoría puede corregirse. Así como los que han padecido tifoidea
quedan inmunes a ella, quienes han cometido errores cometerán menos, siempre y
cuando sepan sacar las debidas lecciones. En cambio, aquellos que no han cometido
errores están propensos a incurrir en ellos, pues les es Fácil andar con el rabo erguido.
Debemos tener presente que cuando imponemos un correctivo extremado a quienes se
equivocan, esto frecuentemente se vuelve en contra nuestra. Kao Kang intentó levantar
una piedra para golpear a otros, pero terminó derribándose a sí mismo. Si tratamos
benévolamente a quienes han cometido errores, podemos ganarnos el corazón de la
gente y unirnos con los demás. Un criterio para juzgar si una persona tiene buena o mala
intención frente a los camaradas que se han equivocado, es ver si adopta la actitud de
ayudarles o una actitud hostil.
El principio de "sacar lecciones de los errores pasados para evitarlos en el futuro,
y tratar la enfermedad para salvar al paciente", es un principio orientado a unir a todo el
Partido; debernos adherirnos firmemente a él.
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correspondientes a su tiempo; los hay también en el presente; cada individuo tiene sus
propios dos aspectos. En síntesis, siempre hay dos aspectos y no uno solo. Decir que no
existe más que uno, significa que sólo se conoce una cara de la moneda.
Nuestra línea de conducta es asimilar los puntos fuertes de las demás naciones y
países, asimilar todo lo verdaderamente positivo en los dominios de la política, la
economía, la ciencia, la tecnología, la literatura y el arte. Sin embargo, debemos
aprender con un espíritu analítico y crítico, y no de manera ciega, no copiarlo todo ni
aplicarlo mecánicamente. Por supuesto, no debemos asimilar los puntos débiles y
defectos de otros.
Esta es también la actitud que debemos adoptar ante las experiencias de la Unión
Soviética y demás países socialistas. En el pasado, algunos de los nuestros no
comprendían esto claramente y asimilaron también los puntos flacos. En el momento en
que llegaron a la convicción de que lo aprendido era formidable, esas cosas ya habían
sido desechadas en su lugar de origen. Y entonces dieron una voltereta como Sun Wu-
kung, el Rey Mono. Valga esto como ejemplo: En otro tiempo, algunos afirmaban que
habíamos cometido un error de principio al crear un ministerio de cultura y un buró de
cinematografía, cuando lo que había en la Unión Soviética era un ministerio de
cinematografía y un buró de cultura. Pero, para sorpresa suya, un poco más tarde la
Unión Soviética creó, al igual que nosotros, un ministerio de cultura. Hay algunos que
nunca analizan nada; simplemente siguen el viento. Hoy sopla un viento del Norte, y
ellos se hacen partidarios del viento del Norte. Mañana vendrá un viento occidental, y
entonces se harán partidarios del viento occidental. Más tarde, cuando venga otra vez el
viento del Norte, se harán de nuevo partidarios del viento del Norte. Ellos no tienen una
sola opinión propia, y con frecuencia van de un extremo a otro.
En la Unión Soviética, aquellos que anteriormente elevaron a Stalin a una altura
de cien mil metros, ahora lo han rebajado de un solo golpe a noventa mil metros por
debajo del suelo. En nuestro país, también hay quienes bailan al compás de ellos. El
Comité Central considera que Stalin tiene un 30 por ciento de errores y un 70 por ciento
de méritos y que, en su conjunto, es un gran marxista. Con base en esta apreciación fue
como escribimos "Sobre la experiencia histórica de la dictadura del proletariado". Es
más o menos apropiada esta apreciación, que se fundamenta en la proporción de 3 a 7.
Stalin cometió algunos errores con relación a China. De él provinieron tanto el
aventurerismo de "izquierda" de Wang Ming en la última fase de la Segunda Guerra
Civil Revolucionaria como su oportunismo de derecha en la fase inicial de la Guerra de
Resistencia contra el Japón. En el período de la Guerra de Liberación, Stalin comenzó
por prohibirnos hacer la revolución afirmando que si estallaba una guerra civil, la
nación china se encontraría bajo la amenaza de la ruina. Iniciada la guerra, creyó sólo a
medias en nuestra fuerza. Al triunfo de la guerra, tuvo la sospecha de que la nuestra era
una victoria al estilo Tito y ejerció, en los años 1949 y 1950, una presión muy grande
sobre nosotros. No obstante, consideramos que él tuvo un 30 por ciento de errores y un
70 por ciento de méritos. Esta apreciación es justa.
En materia de ciencias sociales, de marxismo-leninismo, debemos continuar
estudiando con ahínco lo que hay de correcto en Stalin. Lo que debemos estudiar es
aquello que pertenece al dominio de las verdades universales, y este estudio debe
combinarse con la realidad china. Si introdujéramos cada frase, aunque fuera de Marx,
nos meteríamos en un lío tremendo. Nuestra teoría es la integración de la verdad
universal del marxismo-leninismo con la práctica concreta de la revolución china. En un
tiempo, algunas personas de nuestro Partido practicaron el dogmatismo, que ya
criticamos en ese entonces. Sin embargo, ahora sigue existiendo el dogmatismo. Existe
tanto en los círculos académicos como en los económicos.
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En las ciencias naturales, estamos bastante atrasados y debemos hacer esfuerzos
especiales en aprender de los demás países. Pero, aquí nuestro aprendizaje también debe
ser crítico y no ciego. En el campo tecnológico, yo pienso que debemos comenzar
imitándolos en la mayoría de los casos; más vale proceder así, pues se trata de cosas que
no poseemos ni comprendemos. No obstante, en cuanto a lo que ya tenemos claro, no
debemos imitarlos a cada paso.
En lo referente a todo el corrupto sistema y a todas las corruptas ideas y
prácticas de la burguesía extranjera, debemos boicotearlos y criticarlos resueltamente.
Pero, esto no quita que aprendamos la avanzada ciencia y tecnología de los países
capitalistas y lo que hay de científico en sus métodos para la administración de
empresas. Las empresas de los países industrialmente desarrollados operan con poco
personal y elevada eficiencia y saben hacer negocios. Todo ello debemos aprenderlo
concienzudamente y a la luz de nuestros principios, con el objeto de mejorar nuestro
trabajo. Ocurre ahora que los que aprendían inglés han dejado de estudiarlo y que las
tesis académicas ya no se traducen al inglés, francés, alemán o japonés para fines de
canje. Este es otro prejuicio. Rechazar en bloque, sin hacer análisis, la ciencia, la
tecnología y la cultura de los demás países, lo mismo que el mencionado fenómeno de
transplantar sin análisis todo lo extranjero, no es una actitud marxista, es una actitud
desfavorable para nuestra causa.
Considero que China tiene dos deficiencias, que son, al mismo tiempo, dos
ventajas.
Primero. En el pasado, China era colonial y semicolonial y no un país
imperialista y siempre fue humillada por otros. Nuestra industria y nuestra agricultura
no están desarrolladas y el nivel científico y tecnológico nuestro es bajo. Aparte de
nuestro vasto territorio, abundantes recursos naturales, numerosa población, milenaria
historia, El sueño del pabellón rojo en la literatura, etc., somos inferiores a otros en
muchos aspectos, lo cual nos priva de motivos para enorgullecernos. Pero, algunos, por
haber sido esclavos durante largo tiempo, se sienten inferiores a los demás en todos los
aspectos y no pueden mantener recto el espinazo en presencia de extranjeros. Son como
Chia Kui[4] en El templo de Famen, quien, al ser invitado a tomar asiento, dijo que
estaba acostumbrado a permanecer de pie y que, por eso, no quería sentares. Al
respecto, es necesario hacer algunos esfuerzos por levantar la confianza nacional y por
desarrollar el espíritu de "desprecio al imperialismo norteamericano", espíritu que
fomentábamos durante el movimiento de resistencia a la agresión norteamericana y en
ayuda a Corea.
Segundo. Nuestra revolución Fue tardía. Aunque la Revolución de 1911, que
destronó al emperador, ocurrió antes que la revolución rusa, no teníamos en ese
entonces un partido comunista, y la Revolución fracasó. La victoria de la revolución
popular vino en 1949, con más de treinta años de retardo respecto de la Revolución de
Octubre en Rusia. En este particular tampoco hay lugar para que estemos orgullosos. La
Unión Soviética es diferente de nosotros, primero, en que la Rusia zarista era un país
imperialista y, segundo, en que fue allí donde ocurrió la Revolución de Octubre. Es por
eso que muchos soviéticos se muestran sobremanera orgullosos y andan con el rabo
muy erguido.
Estas dos deficiencias nuestras son, a su vez, ventajas. En otras ocasiones he
dicho que, en primer lugar, somos "pobres" y, en segundo, "desnudos". Al decir
"pobres" quiero expresar que no tenemos mucha industria y que nuestra agricultura
tampoco está desarrollada. Al decir "desnudos", que somos como una hoja de papel en
blanco, puesto que nuestro nivel cultural y científico no es alto. Mirado desde el punto
de vista del desarrollo, esto no tiene nada de malo. Los pobres quieren hacer la
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revolución, mientras es difícil que los ricos quieran hacerla. Los países con un alto nivel
científico y tecnológico se comportan con mucho orgullo. Nosotros somos una hoja de
papel en blanco, buena para escribir en ella.
Por todo lo dicho, estas dos deficiencias implican ventajas para nosotros. En el
futuro, cuando nuestro país se haga próspero y poderoso, todavía debemos perseverar en
la posición revolucionaria, ser modestos y prudentes y aprender de otros en vez de andar
con el rabo erguido. Debemos aprender de otros no sólo durante el período del Primer
Plan Quinquenal, sino continuar haciéndolo hasta después de decenas de quinquenios.
Debemos seguir aprendiendo diez mil años más. ¿Qué hay de malo en ello?
He examinado en total diez puntos. Estas diez relaciones son contradicciones. El
mundo está hecho de contradicciones. Sin contradicción no existiría el mundo. Nuestra
tarea radica en tratar acertadamente estas contradicciones. ¿Podremos o no, en el curso
de la práctica, darles una solución enteramente satisfactoria? Debemos, a este respecto,
prepararnos para enfrentar una u otra eventualidad. Además, en el proceso de la
solución de estas contradicciones encontraremos, ineludiblemente, nuevas
contradicciones, nuevos problemas. Sin embargo, como acostumbramos decir, el
camino es tortuoso y el porvenir, brillante. Debemos esforzarnos por movilizar todos los
factores positivos, directos e indirectos, de dentro y de fuera del Partido y el país, para
hacer de China un poderoso país socialista.
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