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AVATARES DEL PLAN ECONÓMICO1

Las dificultades del plan económico oficial comenzaron desde su


divulgación en junio de 1990. Y es que desde sus inicios contó con graves
deficiencias como la ausencia, en su primera versión, de propuestas para el
desarrollo de las áreas revertidas; además, sus planteamientos parten de un
diagnóstico inadecuado de la naturaleza y problemas de la economía
panameña, que llevan a la adopción, en materia de política económica, del
recetario neoliberal aplicado en distintos países en desarrollo, y que resulta
incapaz para resolver de manera eficiente los altos niveles de desempleo y
pobreza.

Por otra parte, se menospreciaron consideraciones de viabilidad política


que, en última instancia, resultaron decisivas para que el programa
económico fuera cuestionado por la mayoría de los sectores económicos. Se
confundió la necesaria concertación entre trabajadores, empresarios y Estado
con un debate inicial y posterior imposición de los criterios oficiales. Es más,
se llegó al enfrentamiento directo y personal con varios líderes de los gremios
empresariales, como ocurrió con el SIP.

Más allá de consideraciones políticas, existen una serie de argumentos


económicos que cuestionan la adecuación del programa económico
gubernamental para mejorar las condiciones económico-sociales existentes en
Panamá. En efecto, no se internalizaron una serie de lecciones de política
económica (producto de experiencias de otros países y de desarrollos
teóricos), que deben tenerse presente en cualquier proceso de apertura
comercial, tales como evitar un mayor déficit comercial, a través de un
impulso previo a las exportaciones, e incrementar las recaudaciones fiscales.

Una de las inconsistencias del plan fue proponer el desarrollo del sector
exportador de bienes a la vez que se imponían aranceles sobre los insumos y
bienes de capital utilizados en dichas exportaciones. Esto hubiera puesto a
los exportadores panameños en clara desventaja frente a sus competidores
foráneos que gozan en sus respectivos países de mecanismos de
exoneraciones fiscales para la importación de sus materias primas (draw-
backs).

El objetivo de una mayor apertura comercial hizo que se descuidaran las


consecuencias que tendría el probable rompimiento del circuito producción-
ingreso-consumo. Para consumir, esto es, para hacer efectivas las intenciones
de demandar algún bien o servicio, es necesario que el consumidor tenga la
capacidad adquisitiva, la que viene dada por la obtención de un ingreso que,
mayoritariamente, se relaciona con la participación en el proceso productivo.
Si esto es así, entonces la economía panameña sufre el gran riesgo de ver
disminuidos los niveles de satisfacción de sus necesidades materiales en la
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Publicado en La Prensa, lunes 10 de mayo de 1993, página 31A.
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medida que la desgravación arancelaria, principal instrumento de la apertura,
atente contra una parte significativa de actividades como las agropecuaria e
industriales que por una serie de condiciones objetivas no serían capaces de
competir en este momento con bienes importados; además este costo en
términos de desempleo se vería favorecido por el conocido consumo imitativo
de países ricos que existe en los países subdesarrollados. ¿De qué valdría
entonces que la apertura comercial nos permita disfrutar de una mayor
variedad y cantidad de bienes importados, e incluso a un menor precio, si una
parte importante y creciente de la población no tendría los ingresos
necesarios para su adquisición dado que con las pérdidas de sus empleos
estarían engrosando las filas de aquellos panameños que viven debajo de la
línea de pobreza o, en el mejor de los casos, dedicándose a actividades
informales de escasa productividad?.

Por otro lado, existe una confusión de conceptos en el programa


económico cuando equipara eficiencia con competitividad. Es perfectamente
posible que una empresa, incluso toda una industria, sea eficiente (utilización
más racional de sus insumos para la obtención de una producción dada),
aunque no sea competitiva. Esto es posible ya que el concepto de eficiencia
está fundamentalmente ligados a los aspectos técnicos del proceso de
producción, mientras que la competitividad viene dada en gran parte por
elementos de costo y precio. Existen elementos exógenos a las empresas
panameñas (costo de la energía eléctrica y de los servicios portuarios),
además de distorsiones estructurales (uso del dólar de EUA), que hacen que
sus costos puedan ser mayor a la de sus competidores externos. Entonces,
con una política unilateral de apertura se estaría castigando a estas
actividades por sobrecostos que no son de su responsabilidad. Si tomamos en
cuenta que el mercado internacional dista mucho de ser transparente y
competitivo (un puñado de empresas transnacionales controlan la mayoría del
flujo internacional de bienes y servicios, además de la existencia de enormes
subsidios a los productores agrícolas en los EUA y la Comunidad Europea),
tendríamos que una mayor competencia plantearía costos sociales excesivos
para la economía panameña.

Es por esto que se puede catalogar a la apertura comercial como una


política de promoción de importaciones, mientras se sustenta la
competitividad de las exportaciones panameñas en factores espurios como el
costo de la mano de obra, antes que mediante un proceso que logre
incorporar progreso técnico y valor agregado nacional. El previsible alza de
las importaciones y el rezago en la esperada respuesta de las exportaciones,
de concretarse la afluencia de la inversión extranjera, haría que en el
cortísimo plazo se deteriorara aún más el saldo comercial, con las
consiguientes salidas de recursos financieros hacia el exterior lo que
repercutiría desfavorablemente en el proceso de intermediación financiera.
Si, producto de la rebaja de aranceles, se diera una merma en la recaudación
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fiscal que lleve a un menor gasto social del gobierno, los costos del ajuste
serían incluso mayores

El gobierno ha preferido apostar a la afluencia de recursos externos


antes que a los productores nacionales. Apostó y perdió. Cuando se entiende
esto, entonces se ve claramente la razón del rechazo al plan económico. Es
un problema de supervivencia.

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