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Aprender a mirar todo nuevo

Por: Irely Martínez Montes

Sería bueno que miráramos el pasado con complacencia. Sería


hermoso que pudiéramos asumir las malas experiencias como enseñanzas
sin intentar repetirlas en el presente o tomarlas como ejemplo. Pero somos
malos perdedores y peores alumnos, y es esa la razón de que estemos
constantemente quejándonos de la vida, como si tuviera la culpa de nuestra
discapacidad de lidiar con conflictos, mismos que de paso, creamos nosotros
mismos.

La razón por la que existe una brecha generacional tan grande (la
misma que ha existido siempre a través de las épocas y que no distinguimos
como ya vivida, porque sólo recordamos de ella lo que nos ha hecho buenos
y nunca lo que nos hizo errar, a menos que sea para utilizarlo como
“ejemplo” o “prueba” de nuestro “conocimiento” sobre una específica
situación) es la falta de compasión. Entonces, nos mantenemos viviendo de
recuerdos del pasado, en un círculo vicioso repetitivo que en realidad no nos
permite crecer como seres humanos, porque no nos permite mirar y ver más
allá, que es lo que hacen los jóvenes al enfrentarse constantemente a
situaciones antes desconocidas. Entonces la falta de compasión nos empuja
a pretender “hacerles ver” el camino “correcto” y los hacemos ciegos.

Pensar es una ocupación muy complicada y por lo mismo, no nos


tomamos en serio la importancia de ejercerla. Pensar conlleva tomarse el
tiempo para el análisis y el estudio, que es lo que nos llevará a encontrar
soluciones a nuestros conflictos internos. Aunque llega el tiempo en que no
lo creemos, también de jóvenes tenemos la capacidad de pensar, solo que el
afán de crecer demasiado rápido nos hace olvidar que tenemos cerebro. En
fin, que ni el pasado puede resucitarse, ni el pensar evadirse para siempre,
por lo que se hace necesario e inevitable mirar para aprender a descubrir lo
que tanto tememos encontrar. Sí, tememos hacerle frente a lo desconocido.
Eso no es nada nuevo, por supuesto.

Y aquí comienza el mayor conflicto: desechar los temores. ¿Por


dónde comenzar? Hace poco un Doctor amigo, estudioso del
comportamiento humano, me decía que lo principal era entender que hay
que mirar las cosas olvidándonos de las ideas o enseñanzas externas que
recibimos en el pasado. Es cierto que nos parece imposible de lograr, pero
en realidad es más simple de lo que parece, aunque es indispensable
imponernos el buen hábito y convertirlo en una disciplina. La idea es
mirarlo todo como lo que es: algo nuevo. Nuevas vivencias, nuevas
experiencias, nuevas imágenes, nuevos conocimientos. Bien dice la Palabra
de Dios, que “No se puede poner remiendo de paño nuevo en vestido viejo.
De otra manera, el paño nuevo tirará del viejo y se hará peor la rotura”.
Mire y vea.

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