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Importancia del stress como

objeto de estudio en psicología del deporte

Una peculiaridad de la Psicología es su sistema conceptual, que cuenta con términos


muy ligados a la vida cotidiana del hombre y a su lenguaje común, lo que puede
dificultar la comunicación entre los propios investigadores. Tales son los casos de "inte-
ligencia", "personalidad" y, más recientemente, "stress".

Estos términos forman parte del contenido de trabajo común de psicólogos, médicos,
pedagogos, entrenadores deportivos y otros especialistas relacionados con la conducta
humana.

Por estas razones, deben establecerse bases teóricas antes de iniciar cualquier
discusión acerca del complejo problema del stress; para hacerlo es necesario tratar
aspectos de carácter terminológico e histórico.

La palabra stress es una abstracción de la cual no ha podido prescindirse. Como


planteó Ganong, W. F. (44), el vocablo es breve, con carga emocional y útil para hacer
referencia a algo que, de otra manera, se necesitarían muchas palabras para decir.

Se conoce que fueron los físicos quienes comenzaron a hablar de stress para
referirse a la deformación y tensión interna que sufren los cuerpos bajo la acción de
fuerzas externas de determinada magnitud.

Inspirado en estas formulaciones y en la imponente mecánica de entonces, Claude


Bernard llamó stress a la respuesta adaptativa de un organismo ante la presencia de
un estímulo nocivo, llegando a establecer que la enfermedad se produce cuando la
respuesta es incapaz de contrarrestar esa nocividad o cuando, a fuerza de la
repetición, la respuesta adaptativa causa daño en sí misma.

Esta suposición se confirma como causa de numerosas enfermedades crónicas no


transmisibles, las cuales han llegado a sustituir a las infecto contagiosas como primera
causa de muerte en nuestro país desde 1970. (107)

Al efecto, Aldereguía y Komarov, Y.M. (1) plantearon que "entre los factores de
riesgo, no lo hay seguramente más universal que la tensión psíquica y el stress
"patogenético", que con frecuen-cia son causa de las enfermedades más diversas y,
ante todo, de las neuropsíquicas y las llamadas psicosomáticas ... en 64-88 % de los
casos de hipertensión se advirtieron conmociones emocionales fuertes. Traumas
psíquicos agudos, emociones negativas y sobretensión nerviosa brusca preceden al
infarto en el 35-40 % de los casos y larga tensión psicoemocional en el 30-35 % ... "

Se han determinado diversas alteraciones de respuestas fisiológicas en pacientes


bajo stress. En determinado estudio se evaluó el potencial de hiperreactividad
cardiovascular, pulmonar y bioquímico en sujetos sometidos a stress mental,
hallándose incrementos significativos de frecuencia cardíaca, presión sistó-lica y
diastólica y frecuencia respiratoria. (24)

Indicadores hormonales también muestran su sensibilidad al stress (62), lo que


explica el complejo mecanismo psiconeuroendocrino del problema.
Caricatura cortesía de “Alben”

En las primeras décadas del siglo, Cannon, W. (15), (16) llamó la atención sobre la
llamada "función de emergencia" (activación de los sistemas del organismo que
facilitan la lucha o huida y la simultánea inhibición de otros que las interfieren) y
descubrió el papel de las catecolaminas como hormonas del sistema simpato
adrenomedular, cuya secreción aumenta ante situaciones en las que la acción y el
combate son inminentes.

Con tales antecedentes, el fisiólogo Hans Selye (115, 116, 117) elaboró la teoría más
conocida y sistematizada del stress, te-niendo entre sus principales méritos haber
profundizado en el carácter inespecífico de la respuesta y en el rol del sistema
pituitario adrenocortical en la producción de cortisol, hormona asociada a los estados
de duda, incertidumbre, preocupación y temor.

De acuerdo con Selye, stress es la "respuesta del organismo a cualquier demanda


hecha sobre él; es un viejo patrón de adapta-ción filogenético, estereotipado, que
prepara al organismo para la lucha y la huida. Esta respuesta de la "edad de piedra"
puede ser provocada por una variedad de condiciones psicosociales entre otras de la
vida moderna, cuando la actividad física no es posi-ble o aceptable socialmente".

Los sistemas fisiológicos más importantes que intervienen en la respuesta de stress


aparecen esquematizados en la figura Nº 1.
Fig. Nº 1. Resumen esquemático de los dos sistemas fisiológicos mas importantes de la respuesta de stress

Gracias a la teoría de Selye, que comenzó a conocerse en 1936 mediante un artículo


de solo tres cuartillas en la revista Natu-re, se profundizó en la respuesta común de los
organismos ante estímulos nocivos de distinta naturaleza y se conoció en detalle el
proceso de adaptación del hombre a condiciones extremas.

El Síndrome de Adaptación General, concebido por Selye, contempla tres etapas: La


"reacción de alarma" o movilización energética del organismo para responder al
estímulo nocivo que lo amenaza; la etapa de "resistencia" en la que el organismo logra
mantener la eficiencia y el equilibrio a un costo neuroendócrino relativamente alto, y la
de "agotamiento", en la que los meca-nismos adaptativos ceden y el sistema enferma
o perece.
Figura No. 2 Síndrome de Adaptación General. Tomado de la obra “Endocrinología”, de Hans Selye (116).

Obsérvese que la resistencia específica (la que se opone al estímulo que se enfrenta)
y la cruzada (la que se opone a otros estímulos amenazantes, como enfermedades
infecciosas, entre otros) no tienen el mismo comportamiento. Después de disminuir
ambas en la fase de choque (“¿qué está ocurriendo?”) la específica se eleva
significativamente durante una gran parte de la etapa de contrachoque y del período
de resistencia, mientras la cruzada disminuye drásticamente, lo que explica que
deportistas sometidos a stress prolongado, pueden ver afectada su resistencia
inmunológica a diversos procesos gripales y otras enfermedades oportunistas que se
presentan en períodos competitivos.

Un aspecto importante en las concepciones actuales sobre stress es su asociación


con la experiencia vital del sujeto. En un simposio sobre psicopatología de la
adaptación del hombre, cele-brado en 1975, Selye declaró que "stress es el ritmo con
que vivimos en un momento determinado, y todos los seres vivos estamos
constantemente bajo stress, y cualquier cosa, penosa o placentera que acelere el ritmo
de nuestra vida, causa un aumento temporal del stress ... Un golpe violento que
recibimos o un beso apasionado, pueden igualmente ser provocadores de un gran
stress" (78)

En este sentido, Levi, B. (82) demostró que los niveles de stress dependen tanto de
la intensidad como de la cualidad del estímulo stressor. En lo que respecta a la
“cantidad” de la experiencia, (Figura No. 3 ) tanto stress padece un individuo en un
cuarto a prueba de sonidos que inmerso en una cadena de producción con elevado
ruido. En cuanto a la “cualidad” de la experiencia (Figura No. 4) esta puede ser
placentera o displacentera, y en ambas direcciones se produce stress.
Un nuevo modelo, en este caso bidimensional, surgió posteriormen-te gracias a
Karasek, R.A. y otros (70), que toma en considera-ción un aspecto muy importante,
sobre todo, en la ejecución de tareas de precisión o alto rendimiento: el Control.

Este concepto está basado en el criterio de que una persona que esté en
condiciones de regular la estimulación a la que se ve expuesta, puede ser capaz de
mantener la activación fisiológica y psicológica a un nivel óptimo sobre un amplio
rango de condicio-nes estimuladoras. (37)

Este enfoque bidimensional está expresado en la figura No. 5 . En ella se sustituye el


término original “stress” por “excitación”, ya que consideramos el primero como una
respuesta, no como una condición que interactúe con la categoría “control”. A nuestro
juicio, es de tal dinámica que se produce la respuesta de stress, y hemos querido
reflejar esta diferencia de criterio sin desdeñar el valor del mencionado modelo. En el
próximo artículo profundizaremos en este importante aspecto.

En la figura se aprecia cómo el nivel de excitación se relaciona estrechamente con el


grado de control que tenga el sujeto sobre la tarea, reflejándose en esta interacción el
carác-ter de las vivencias y la posibilidad de ser eficiente, alejar el sentimiento de
indefensión y aumentar la capacidad regenerativa.

Este modelo anabólico-catabólico establece que el aumento de la capacidad


regenerativa se produce con alto grado de control, mientras el agotamiento ocurre
cuando se eleva el nivel de activación y se carece de control.

Fig. Nº 5. Modelo Bidimensional Control-Excitación. (Basado en modelo original, tomado de Alvarez, M.A. “Stress.
Un enfoque psiconeuroendocrino”)

El carácter dinámico de estas relaciones resulta muy útil


para comprender la respuesta de stress en los deportistas,
y tiene un valor heurístico para el entrenador y el
psicólogo en sus esfuerzos por optimizar la respuesta de
stress competitivo.

Cuando se posee alto control de la tarea y el nivel de


excitación también es alto, ocurren situaciones activas,
generadoras de energías para enfrentar los retos que el
deporte impone. Así, la actividad simpatoadrenomedular es elevada, se producen altas
secreciones de catecolaminas, mientras el cortisol puede estar activamente suprimido.
En este cuadrante se producen los rendimientos conforme o por encima de lo esperado
y la capacidad de recuperación es elevada.

Cuando el control de la tarea el alto pero el nivel de excitación es bajo, se producen


situaciones relajadas, en las que puede predominar la distracción, la falta de
incentivos, la indiferencia ante éxitos o fracasos y de ninguna manera se producen los
mejores rendimientos. En tal caso, el eje simpatoadrenomedular se puede encontrar
medianamente activado y el pituitarioadrenocorcial poco activado.

Si el control de la tarea es bajo y el nivel de excitación es alto, se producen


situaciones de distress, es decir, un incremento de la actividad pituitario adrenocortical
(con elevadas producciones de cortisol), una reducción de la actividad
simpatoadrenomedular (con reducidas producciones de catecolaminas, en particular
adrenalina y noradrenalina) y un sufrimiento psicológico.

Por último, si el control de la tarea es bajo y


también lo es el nivel de excitación, se
producen situaciones pasivas, con respuesta
psiconeurodocrina plana y en la que no se
exhiben intenciones de combate.

Tomemos el ejemplo de un bateador en un


juego de béisbol. Imagine

que se encuentra en un “conteo incómodo”


de dos strikes sin bolas y que históricamente le
ha costado descifrar los envíos del lanzador
que tiene delante. El partido es de rutina o
“trámite” y su equipo se encuentra en clara ventaja en un momento temprano del
juego.

Es obvio que el grado de control de la tarea es bajo y que el nivel de excitación


también lo es. De tal manera, habrán muchas probabilidades de que se produzca una
“Situación Pasiva”, la cual no suele asociarse a respuestas deportivas eficaces.

Se mostrará indiferente o algo desdeñoso, pero bateará sin presión y eso le permitirá
al menos contactar la bola y ponerla en juego. Con suerte, provocará un error o sacará
un “macuchón” que se convierta accidentalmente en hit, pero es muy poco probable
que se emplee a fondo para tratar de descifrar los envíos y sorprender con un buen
batazo. Para ello se necesita energía y una alta disposición, que la situación de juego
es incapaz de proporcionar.
Sin embargo, dos entradas más adelante el equipo
contrario logra empatar y el juego se aproxima al
último capítulo. En esta nueva situación, al enfrentarse
al mismo pitcher “difícil”, el bateador puede caer en
una “Situación de Distress”, al mantenerse bajo el
control de la tarea (no puede descifrar eficazmente los
lanzamientos) y elevarse bruscamente el nivel de
excitación del partido.

Ahora tiene muchas probabilidades de “poncharse”,


debido al incómodo estado psicológico y fisiológico que se padece, en el cual se sufre
angustia, inhibiciones e incertidumbre y la respuesta psiconeuroendocrina es
desorganizadora y adversa.

Sabiéndolo, el psicólogo preparará al atleta para la nueva situación, en la que habrá


de acudir a recursos de autocontrol aprendidos previamente.

Veamos un ejemplo real, que refleja la representatividad de este modelo dinámico


de stress en la actividad deportiva. En el campeonato mundial de Tiro en Movimiento,
celebrado en la ciudad de Edmonton, Canadá, en 1983, el equipo cubano de skeet o
tiro al plato venía realizando la mejor actuación de su historia.

Detrás de Estados Unidos y la Unión Soviética se ubicaban Italia y Cuba, con la


misma cantidad de aciertos al terminar la penúltima ronda de veinticinco platillos. Si en
la final terminaban empatados ambos equipos, la victoria correspondería a Cuba por la
distribución de los rendimientos a lo largo de la competencia.

De tal manera, los italianos debían cerrar con veinticinco platillos rotos de igual
cantidad posible y esperar que el cubano que cerraba la competencia errara alguno. En
eso radicaba la esperanza italiana de obtener la preciada medalla de bronce.

Nuestro último competidor comenzó muy bien su ronda, mostrando gran capacidad
de autocontrol en aquellas difíciles condiciones. Todo el equipo italiano se concentró en
la primera línea de observadores y el silencio y la tensión eran totales.

Nuestro atleta aplicó excelentemente todas las técnicas aprendidas: los ejercicios de
respiración completa interdisparos, la “mímica expresiva”, la representación
ideomotora de los movimientos y la reproducción de tonos musculares óptimos.

Uno a uno fue rompiendo todos los platillos. En los más difíciles (posiciones 3, 4 y 5,
la primera y la última con salidas dobles) se mostró seguro y efectivo. Al disponerse a
tirar en la posición 6, la esperanza italiana comenzaba a esfumarse y sus
representantes a retirarse gradualmente.

En la octava y última posición, en la que el platillo se aprecia con mayor claridad y


su trayectoria pasa a muy poca distancia del cañón de la escopeta, nuestro atleta
rompió fácilmente el platillo de la alta. Pero luego, al volverse para abatir la inofensiva
“ocho baja”, erró el disparo ante los ojos incrédulos de todos los presentes. Perdió así,
en el platillo más fácil de la ronda, la ansiada medalla por la que el equipo se había
preparado durante años y por la que habían luchado tenazmente durante todo el
campeonato.
Los italianos se volvieron al escuchar la voz de “Foul” del juez y la expresión de
lamento de quienes aguardaban para el aplauso final. No sabían si creerlo o no. El
propio contrario les había cedido la victoria.

Era tanta la vergüenza de nuestro atleta, que nos costó mucho sacarlo de allí y
convencerlo de regresar con el resto del equipo. El fracaso se había producido en una
“inofensiva” posición, en la que a menudo juegan a romper el plato portando la
escopeta con una sola mano.

Es obvio que al comenzar la ronda y en las posiciones más difíciles, el control de la


tarea era alto (se sentía bien preparado) y la activación era también muy alta, debido a
la trascendentalidad del momento. Predominó, entonces, la “Situación Activa” y se
generó la respuesta positiva de stress, también denominada “Eutress”.

Sin embargo, después de los momentos más duros, nuestro tirador vio cercano el
éxito definitivo al restarle los platillos fáciles. De manera brusca, el control de la tarea
se hizo mayor y el nivel de activación disminuyó tempranamente, al no sentirse en la
necesidad de emplearse a fondo en lo sucesivo.

La situación paso así de “Activa” a “Relajada” en un intervalo muy corto, lo que


provocó la incorrecta y temprana desmovilización psicológica del tirador. El platillo se le
adelantó y cuando efectuó el tardío disparo ninguna munición fue capaz de alcanzarlo.

Su principal autocensura era haber caído, precisamente, en una de las trampas para
las cuales lo habíamos alertado. Cada platillo -aclarábamos- tiene su nivel de dificultad.
Los de la posición 5, por ejemplo, que salen simultáneamente y deben abatirse en una
zona de amplio recorrido, retan al tirador a emplear al máximo la velocidad de reacción
y la técnica, pero el de la ocho baja tiene también un elevado nivel de dificultad, sobre
todo, cuando nos relajamos y damos por terminada la ronda antes de tiempo. Esa es,
precisamente, su dificultad, de carácter psicológico más que técnico.

El lector podrá, mediante este ejemplo, observar el valor teórico y metodológico que
el modelo bidimensional tiene para el estudio de la respuesta de stress del deportista y
el desarrollo de su preparación psicológica.

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