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Estos términos forman parte del contenido de trabajo común de psicólogos, médicos,
pedagogos, entrenadores deportivos y otros especialistas relacionados con la conducta
humana.
Por estas razones, deben establecerse bases teóricas antes de iniciar cualquier
discusión acerca del complejo problema del stress; para hacerlo es necesario tratar
aspectos de carácter terminológico e histórico.
Se conoce que fueron los físicos quienes comenzaron a hablar de stress para
referirse a la deformación y tensión interna que sufren los cuerpos bajo la acción de
fuerzas externas de determinada magnitud.
Al efecto, Aldereguía y Komarov, Y.M. (1) plantearon que "entre los factores de
riesgo, no lo hay seguramente más universal que la tensión psíquica y el stress
"patogenético", que con frecuen-cia son causa de las enfermedades más diversas y,
ante todo, de las neuropsíquicas y las llamadas psicosomáticas ... en 64-88 % de los
casos de hipertensión se advirtieron conmociones emocionales fuertes. Traumas
psíquicos agudos, emociones negativas y sobretensión nerviosa brusca preceden al
infarto en el 35-40 % de los casos y larga tensión psicoemocional en el 30-35 % ... "
En las primeras décadas del siglo, Cannon, W. (15), (16) llamó la atención sobre la
llamada "función de emergencia" (activación de los sistemas del organismo que
facilitan la lucha o huida y la simultánea inhibición de otros que las interfieren) y
descubrió el papel de las catecolaminas como hormonas del sistema simpato
adrenomedular, cuya secreción aumenta ante situaciones en las que la acción y el
combate son inminentes.
Con tales antecedentes, el fisiólogo Hans Selye (115, 116, 117) elaboró la teoría más
conocida y sistematizada del stress, te-niendo entre sus principales méritos haber
profundizado en el carácter inespecífico de la respuesta y en el rol del sistema
pituitario adrenocortical en la producción de cortisol, hormona asociada a los estados
de duda, incertidumbre, preocupación y temor.
Obsérvese que la resistencia específica (la que se opone al estímulo que se enfrenta)
y la cruzada (la que se opone a otros estímulos amenazantes, como enfermedades
infecciosas, entre otros) no tienen el mismo comportamiento. Después de disminuir
ambas en la fase de choque (“¿qué está ocurriendo?”) la específica se eleva
significativamente durante una gran parte de la etapa de contrachoque y del período
de resistencia, mientras la cruzada disminuye drásticamente, lo que explica que
deportistas sometidos a stress prolongado, pueden ver afectada su resistencia
inmunológica a diversos procesos gripales y otras enfermedades oportunistas que se
presentan en períodos competitivos.
En este sentido, Levi, B. (82) demostró que los niveles de stress dependen tanto de
la intensidad como de la cualidad del estímulo stressor. En lo que respecta a la
“cantidad” de la experiencia, (Figura No. 3 ) tanto stress padece un individuo en un
cuarto a prueba de sonidos que inmerso en una cadena de producción con elevado
ruido. En cuanto a la “cualidad” de la experiencia (Figura No. 4) esta puede ser
placentera o displacentera, y en ambas direcciones se produce stress.
Un nuevo modelo, en este caso bidimensional, surgió posteriormen-te gracias a
Karasek, R.A. y otros (70), que toma en considera-ción un aspecto muy importante,
sobre todo, en la ejecución de tareas de precisión o alto rendimiento: el Control.
Este concepto está basado en el criterio de que una persona que esté en
condiciones de regular la estimulación a la que se ve expuesta, puede ser capaz de
mantener la activación fisiológica y psicológica a un nivel óptimo sobre un amplio
rango de condicio-nes estimuladoras. (37)
Fig. Nº 5. Modelo Bidimensional Control-Excitación. (Basado en modelo original, tomado de Alvarez, M.A. “Stress.
Un enfoque psiconeuroendocrino”)
Se mostrará indiferente o algo desdeñoso, pero bateará sin presión y eso le permitirá
al menos contactar la bola y ponerla en juego. Con suerte, provocará un error o sacará
un “macuchón” que se convierta accidentalmente en hit, pero es muy poco probable
que se emplee a fondo para tratar de descifrar los envíos y sorprender con un buen
batazo. Para ello se necesita energía y una alta disposición, que la situación de juego
es incapaz de proporcionar.
Sin embargo, dos entradas más adelante el equipo
contrario logra empatar y el juego se aproxima al
último capítulo. En esta nueva situación, al enfrentarse
al mismo pitcher “difícil”, el bateador puede caer en
una “Situación de Distress”, al mantenerse bajo el
control de la tarea (no puede descifrar eficazmente los
lanzamientos) y elevarse bruscamente el nivel de
excitación del partido.
De tal manera, los italianos debían cerrar con veinticinco platillos rotos de igual
cantidad posible y esperar que el cubano que cerraba la competencia errara alguno. En
eso radicaba la esperanza italiana de obtener la preciada medalla de bronce.
Nuestro último competidor comenzó muy bien su ronda, mostrando gran capacidad
de autocontrol en aquellas difíciles condiciones. Todo el equipo italiano se concentró en
la primera línea de observadores y el silencio y la tensión eran totales.
Nuestro atleta aplicó excelentemente todas las técnicas aprendidas: los ejercicios de
respiración completa interdisparos, la “mímica expresiva”, la representación
ideomotora de los movimientos y la reproducción de tonos musculares óptimos.
Uno a uno fue rompiendo todos los platillos. En los más difíciles (posiciones 3, 4 y 5,
la primera y la última con salidas dobles) se mostró seguro y efectivo. Al disponerse a
tirar en la posición 6, la esperanza italiana comenzaba a esfumarse y sus
representantes a retirarse gradualmente.
Era tanta la vergüenza de nuestro atleta, que nos costó mucho sacarlo de allí y
convencerlo de regresar con el resto del equipo. El fracaso se había producido en una
“inofensiva” posición, en la que a menudo juegan a romper el plato portando la
escopeta con una sola mano.
Sin embargo, después de los momentos más duros, nuestro tirador vio cercano el
éxito definitivo al restarle los platillos fáciles. De manera brusca, el control de la tarea
se hizo mayor y el nivel de activación disminuyó tempranamente, al no sentirse en la
necesidad de emplearse a fondo en lo sucesivo.
Su principal autocensura era haber caído, precisamente, en una de las trampas para
las cuales lo habíamos alertado. Cada platillo -aclarábamos- tiene su nivel de dificultad.
Los de la posición 5, por ejemplo, que salen simultáneamente y deben abatirse en una
zona de amplio recorrido, retan al tirador a emplear al máximo la velocidad de reacción
y la técnica, pero el de la ocho baja tiene también un elevado nivel de dificultad, sobre
todo, cuando nos relajamos y damos por terminada la ronda antes de tiempo. Esa es,
precisamente, su dificultad, de carácter psicológico más que técnico.
El lector podrá, mediante este ejemplo, observar el valor teórico y metodológico que
el modelo bidimensional tiene para el estudio de la respuesta de stress del deportista y
el desarrollo de su preparación psicológica.