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C DE LA CULTURA Usos de la cultura en la era global George Yudice gedisa SERIE CULTURA jida por Néstor Garcia Candlini Se ha vuelto necesario estudiar la cultura en nuevos territorios. La industralizacin y la globalizacién de los procesos culturales, ademas de modificar el papel de intelectuales y artistas, provoca que EL RECURSO eae treenees DE LA CULTURA escenas, asi como enfoques interdisciplinarios de las éreasclsicas: las artes y la literatura fa cultura pepulas, los conflctos fronterizos, los desafios culturales del desarrollo y a ciudadania. Daremos preferencia a estudios en espafol y en otras lenguas {que estin renovando tanto el trabajo de ls diseiplinas «dedicadas> ae a [a cultura -antropologia, historia y comunicacién- como los campos George Yadice que se abren para estos temas en la economia, la tecnologia ¥ la gestion sociopolitca __ B2 > tNSTTTUTO DE INVESTIGACIONES | ENEDUCACON UV JeAN-Preree WarNieR La mundializacién de la cultura’ Luts RevGabas Ensamblando culturas Diversidad y conflicto ‘sla globalizacion de la industria Rosatia Winocur Ciudadanos medidticos SE La construceiin de lo puiblico Vaeetts la radio Za) Scorr MichastseN Teorfa fronteriza vee Y David E. JOHNSON — prisimaaparicin) * eas \ 5108 TTadecin: Gabriela Vertue, except capitulo 7: esidero Navara Primera econ: nvianbre 2002, arelona Derechos sna para toes las eos en castlare © Fatal Ged, S.A seo Bonnova 8, 11" ‘8022 Barcelona Espa 1.98253 09 06 Fac 93 2530905, gesa@getisa.com sewn gets com ISIn:26-7692-068. Depsito legal: 8, 48285-2002 Diseo de coli: Sylva Sans Imprso por Caria, Cet, 31 ipa Impreso en Espa Pred Spain (veda probe la reprodcén parc total por caer melo de impesi, en fona ints, evtractadao modifcada de esta vein cstelana dela cba. NSTITUTO DEL Cinete EN EDUCACIUS UV noice Agradecimientos . Introduccién ... . Los imperativos sociales de la performatividad . - La funkizacion de Rio. El recurso de la cultura. Desarrollo cultural... La economia cultural Ciudadania cultural... La cultura como reserva disponible . Una nueva episteme? La risa cémplice 2 La performatividady las guerasexturales . Las races histbricas de la performatividad «americana» Qué ley regulatoria hay en un pats caracterizado por el favor? La globatizacin de la cultura y la nueva sociedad civil. Introduccién ... Globalizacion y estudios culturales Globalizacin y cultura en América latina . Cultura y neotiberatismo . ae Los zapatistas y la lucha por la sociedad civil « Conclusién .- a La cultura juveni y la decadencia d a identidad nacional brasilena« Las contradicciones de la democracia a la brasileira... EL miedo al funk 2... ee u 3 23 2 30 36 43 57 57 61 n a1 107 107 109 16 19 126 136 37 140 146 “9 - La cultura al servicio de la justicia social. EL mundo del funk carioca a poltice cultural del funk carioca La violencia en la ciudad dividida . Tender un puente entre las dos misades . Los aprietos de la publicidad La obra de las iniciatvas de acciée ciudadana La mediacién de la ciudadanta y os valores... Aro-Reggae ees la ONGizacion de lacutura ss... Consumo y ciudadania? . Consumir identidades La ciudadanfa. La compra de mercancias como acto politico Consumo y diversidad empresarial Consumismo y ciudadania global : EL federalismo regional cet pein Conclusion a : - La globalizacién de América latina: Miami }. Producir la economia cultural: el arte colaborativo de inSITE a globalizacion y las ciudades . . Miami: capital cultural de América atina EL muttculturlismo latino: la transculturacién como valor afiadido a Libre comercio y cultura... 2ué tiene que ver la cultura con el libre comercio? La propiedad intelectual y la redefinicign dela culture... ELlibre comercio y la cultura en Canada y México ELlibre comerco y la cultura en Estados Unidos La diversidad empresarial EL libre comercio y la intermediacién cultural transnacional Capitalizar a frontera Elarte de reembolso en la era de los tratados de tire comercio EL binaonatino yl itegracon ctu Conclusion... EL surgimiento dela colaboracién cultural binacional ELlaboratori y la maquiladora EL capital cultural 155 163 167 167 1%4 178 182 186 187 191 19 199 203 207 215 222 205 232 235 25 239 250 261 261 265 269 279 284 288 302 317 321 334 339 339 352 357 La politica de la cultura ses 363 lL senna do os Us procesos 222020022 369 La organizacion como insight .... : 376 La conveniencia de la cultura... 383 Conctusién .. : 393 La cultura en tiempos de crisis 393 &1 11 de septiembre, la diversided y la categorizacion racial las visiones americocéntricas 394 Las consecuencias culturales del 11 de septiembre 400 Una cultura de la memoria . Cees 409 El asalto de las corporaciones transnacionales ata culture de América latina ae ar BANNOgrMMEA eos oreadd sh ove geilaiane coves cee mal 423 1, EL RECURSO DE LA CULTURA Pero es la cultura -no énicamente la tecnologia en bru to~ la que determimaré si Estados Unidos conserva el est tuto de nacidn preeminente en Internet (Lohr, 2000) En este libro, mi argumento es que el papel de la cultura se ha ex- pandido de una manera sin precedentes al ambito politico y econémico, al tempo que las nociones convencicnales de cultura han sido considera: blemente vaciadas. En lugar de centrarse en el contenido de la cultura ~¢st0 ¢5 el modelo de enaltecimiento (segin Schiller 0 Arnold) o el de dis- ‘incién 0 jerarquizacin de clases (segin Bourdieu) que ofrecia en sus acepciones tradicionales, o su mas recente antropologizacién como esti- Jo de vida integral (Williams) conforme ala cual se reconoce que la cul tra de cada uno tiene valor- tal vez ea mas conveniente abordar el tema de la cultura en nuestra época, caracterizada por la répida globalizacién, considerindola como un recurso, Pe-mitaseme dejar de lado, por el mo- mento, la obligada referencia al anilisis de Heidegger del recurso en «cuanto reserva disponible [Bestand] y las innumerables discusiones sobre la globalizacién, Retomaré esos temas més adelante, pero lo que me inte- tesa destacar desde un principio es el uso ereciente de la cultura como ex- pediente para el mejoramiento tanto sociopolitco cuanto econémico, &s decic, para la participacién progresiva en esta era signada por compromi- sos politicos declinantes, conflicts sobre la ciudadania (Young, 2000) y el surgimiento de lo que Jeremy Rifkin (2000) denomin6 scapitalismo cul- tural», La desmateralizacion caracteristca de muchas nuevas fuentes de crecimiento econémico -por éjemplo, los derechos de propiedad intelec- tual segin los define el Acuetdo Gereral sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) y la Organizacién Mundial del Comercio (OMC)- y la mayor distribucin de bienes simblizos en el comercio mundial (filmes, programas de televisin, misica, turismo, ete.) han dado a la esfera cul- tural un protagonismo mayor que en cualquier otro momento de La his- toria de la modernidad, Cabria aducir que la cultura se ha convertido simplemente en un pretexto para el progreso sociopolitico y el crecimien- to econémicd, pero aun si ese fuera el caso, la proliferacion de tales ar- ‘gumentos en los foros donde se discuten proyectos tocantes ala culeura y 24 /wecanso oe curate al desarrollo locales, en la UNESCO, en el Banco Mundial y en la llama da sociedad civil globalizada de las fundaciones internacionales y de las ‘organizaciones no gubernamentales, kan transformado lo que entende- mos por el concepto de cultura y Io que hacemos en su nombre. La relacidn entre la esfera cultural y la politica o entee la esfera cul tural y la econdmica no es, ciertamente, nueva. Por un lado, la cultura es el ambito donde surge la esfera paiblica en el siglo xvut, y como lo afir- man los foucaultianos y quienes se dedican a los estudios culturales, se convirtié en un medio para internalizar el control social, a través de la ciscplina y la gubernamentabilidad, durante los silos XIx y xX. Tony Bennett (1995), por ejemplo, ha demostrado que la cultura proporcions no solo una clevacion ideol6gica en virud de la cual se deteemsiné que las Personas poseian un valor humano, sino también una inscripcién mate- rial en formas de conducta; el comportamiento de la gente cambio debi- do a las exigencias fisicas implicitas en discurrir por escuelas y museos (maneras de caminar, de vestrse, de ha lar). Asimismo, se estudiaron ex- haustivamente los usos politicos de la cultura para promover una ideolo- gia especifica, sea con fines clientelistas 0 para obtener favores en las re laciones exteriores, tal como se puso ce manifiesto en el progreso de la cultura proletaria impulsado por la Comisarfa Sovitica de la Ilustracién (Fitzpatrick, 1992), en cl auspicio clientelista del muralismo por parte del Estado mexicano en las décadas de 1920 y 1930 (Folgarait, 1998) o en la busqueda de ingluencias en las relaciones exteriores, como en la politica del Buen Vecino de Estados Unidos (Yidice, 2000a) y en las poiticas cul- turales de la Guerra Fria (Saunders, 1998), ‘También en el plano econ6mico la Europa decimonénica fue testigo de la creciente sujecin del artista y del escritor al imperativo comercial En este contexto, y con la aparicién de nuevas tecnologia (la litografi, Ja fotografia, el filme y la grabacién de sonido}, algunos teéricos y c1 0s llegaron a definir el arte en oposicén a lo comercial. En su famoso ensayo de 1938 «On the Fetish-Character in Music and the Regression of Listening», Theodor Adomo rechaz6 el fundamento politico-econdmico de los nuevos medios masivos, que apartaban el compromiso con el ate de su valor de uso y lo acercaban al «caricter fetichista de las mercancias» (1978, 1984), Sien la primera mitad del siglo xx Adorno pudo define el arte como el proceso por el cual el individuo se libera extcriorizindose, fn contraste con el filisteo, «quien anhela el arte por lo que puede obte- ner de él», en la actualidad es casi imposible encontrar declaraciones que no echen mano del arte y la cultura como recurso, sea para mejorar las condiciones sociales, como sucede en la ereacion de la tolerancia multi- cultural y en la participacin civica a través de la defensa de la ciudada- nia cultural y de los derechos culturales por organizaciones similares ala UNESCO, sea para estimular el crecimiento econémico mediante proyec- i sss cua /25 tos de desarrollo cultural urbano y lz concomitante proliferacién de mu- seos cuyo fin es el turismo cultural, encarnada en el creciente mimero de concesiones del Guggenheim. Para ilustrar hasta qué punto ello es asi, consideremos American ‘Canvas, un informe de 1997 del Fondo Nacional de las Artes (NEA) (véa- se Larson, 1997) sobre el lugar que ocupan las artes y la cultura en la so- ciedad norteamericana. Las artes, ya no restringidasdnicamente a las esferas sancionadas dela cultura se difundirianlteralmente en toda la estructura civic, encontrando tun lugar en una diversidad de actividades dedicadas al servicio dela comu- nidad y al desarrollo econdmico ~desde programas para lajuventud y la prevencion del delto hasta la capacitacin laboraly as relaciones raciales-, ‘muy lejos de las tradicionales funcianes estéticas de las artes. Este papel ex: ppandido de la cultura puede verse, asimismo, en los mochos y nuevos socios ‘que aceptaron as insttuciones artistas en los ltimos aos: dstitosesco- lares, parques y departamentos de rcreacin, centros para convenciones y visiantes, cémaras de comercio y una hueste de organismos de bienestars0- cial que sirven, todos ellos, para ressltar los aspectos utlitarios de las artes cen la sociedad contempordnea (Larson, 1997, pigs. 127-128). La expansién del papel desempeiiado por la cultura se debe, parcial- mente, ala reduccién de la subvencién directa de todos los servicios s0- ciales por parte del Estado, ineluida lh cultura, lo cual requeria una nue- vva estrategia de legitimacin en Estados Unidos de la era posfordista y posterior alos derechos civile. La de‘ensa de la centralidad de la cultura en la resolucién de problemas sociales no es ciertamente nueva, pero co- ‘br formas diferentes en el pasado: par ejemplo, la (re)produccién ideol6- gica de ciudadanos ideals, fueran bu-gueses, proletarios o nacionales. Si bien durante mucho tiempo se aplicaron programas de terapia por el arte «enfermos mentales y prisioneros, generalmente no se consideré que la cultura fuese una terapia adecuada para tratar disfunciones sociales ‘como el racismo y el genocidio. Tampoco se la consider, historicamen- te, um incentivo para el crecimiento econémico. Por qué entonces el giro a una iegitimacién basada en la utilidad? Existen, pienso, dos razones principles. La globalizacin pluralizé los contactos entre pueblos diversos y faci las migraciones, y de ese modo problematizé el uso de la cultura como expediente nacional. Mas atin, el fin de la Guerra Fria debilité el fandamento legitimador de la creencia en fa libertad artistica y con ello el apoyo incondicional a las artes, que has- ta el momento constituia el principa’indicador de la diferencia con la Unidn Soviética. Desde luego, este apcyo politicamente motivado dela li- bertad resulté fundamental, pues dio a ciertosestilos aristicos (el jazz, ls danza moderna, el expresionismo abstracto) el impulso necesario para 26//e ecu oe i cian aque «Nueva York robase la idea de arte moderno» de Paris, segin Serge Gauilbaut (1983). Sin la legitimacién que la Guerra Fria proporcioné a la cultura como cexpresion de libertad, no hay nada que impida el surgimiento de criterios utiltatios en Estados Unidos. El arte se ha replegado completamente en ‘una concepcién expandida de la cultura capaz. de resolver problemas, in cluida la creacién de empleos. Su propésito es contribuir a la educcién de gastos y ala vez mantener un nivel de intervencién estatal que asegu- rela estabilidad del capitalismo. Dado que en la esfera cultural casi dos sus actores han adherido a esta estrategia la cultura ya no se experimen- 1a, ni se valora ni se comprende como trascendente, Y en la medida en ue ello ocurre, las demandas de la cultura ya no estan ligadas a dicha es- trategia. Las guerras culturales, por ejemplo, cobran su forma en un con- texto donde se considera que el arte y la cultura son fundamentalmente interesados. Tanto es asi que estas ponen en movimiento una fuerza per- formativa especifica, a partir de la cua elaboro el capitulo 2, «Los impe- rativos sociales de la performatividad>. Los conservadores y liberales no «stin dispuestos a concederse mutuamente el beneficio de la duda de que cl arte esté ms allé del interés. (Desde luego, la mayoria de los izquier- distas, siguiendo a Marx o a Gramsci, pensaban ya que la cultura es lu- cha politica.) Cuando los conservado:es comenzaron a ejercet mis in- fluencia en las décadas de 1980 y 199), la creencia bisica en el caracter interesado del arte y la cultura se puso de manifiesto en la eliminacién de derechos y programas redistributivos que benefician a los grupos margi- nados y que constitufan la herencia de la Gran Sociedad de Johnson y el legado de los derechos civiles. Muchos de estos programas habian sido legitimados por argumentos que fundamentaban las necesidades de esos grupos en la diferencia cultural, una diferencia que era preciso tomar ‘como un factor decisivo en la distribucién del reconocimiento y de los re- cursos. Los conservadores vieron mas bien estas diferencias como incom- petencias 0 taras morales (p. ela scultura de a pobreza atribuida alas ‘minorias raciales o del libertinismo de las preferencias y pricticas sexua- les de los gays y lesbianas), que deslegitimaba sus reclamos a los derechos, a1la providencia piblica (véase capitulo 2), Pero la tactica de reducir los gastos estatales, que podria parecer el toque de difuntos de las actividades artistcas y culturales sin fines de lu- ro, constituye realmente su condicién de continua posibilidad. El sector de las artes y la cultura afirma ahora que puede resolver los problemas de Estados Unidos: incrementar la educacién, mitigar las luchas raciales, ayudar a revertr el deterioro urbano mediante el turismo cultural, crear empleo reducir el dlito y quiza generar ganancias. Esta reorientacién la est Ilevando a cabo los administradores de las artes y los gestores cul- turales. Al igual que en los casos clasiccs de gubernamentabilidad, donde execu ve cusvia 127 existe una toral subordinacién de los ténicos a fos administradores (Cas- tells, 1991), hoy se encauza a los artitas hacia el manejo de lo social (véa- se capitulo 9). Y asi como la academia recurrié alos profesional del ge renciamiento, quienes sirven de puente entre las profesiones liberales tradicionales (un acervo técnico de conocimientos, educacién superior. asociaciones y publicaciones profesionales, cédigos de ética) y la admi- nistraci6n corporativa intermedia, en la tarea de producir estudiantes, in- vestigacién, divulgacién, desarrollo institucional, ete. (Rhoades y Slaugh- ter, 1997), tambien el sector del arte y la cultura florecié dentro de una enorme red de administradores y gestores, quienes median entre las fuen- tes de financiacién, por un lado, y Ics artistas y las comunidades, por el ‘otro. A semejanza de sus homélogos en la universidad y en el mundo de los negocios, deben generar y distribuir a los productores de arte y cultu- 1a, quienes a su vez entregan comunidades o consumidores. Desarrollo cultural Esta visién no es exclusiva de Estados Unidos. Un importante plani- ficador cultural y miembro del Grupo Europeo de Estudios sobre la Cul- tura y el Desarrollo le atribuye al arte ya a cultura miliples propdsits: es Stl para fomentar la cohesién social en las politicas que generan disenso ‘Ys puesto que se trata de un sector con an alto coeficiente de mano de obra, contribuye a disminuir el desempleo (Delgado, 1998). En rigor, cuando ppoderosas instituciones como la Unién Europea, el Banco Mundial (BM), tf Banco Interamericano de Desarrollo (BID), las principales fundaciones internacionales, comenzaron a percibir que la cultura constitufa una esfe- +a crucial para la inversién, se la traté cada vez mis como cualquier otro recurso, James D. Wolfensohn, presidente del BM, lideré la tendencia de Jos bancos multilaterales de desarrollo a incluie fa cultura como catali- zador del desarrollo humano, En su conferencia de apertura para el en- cuentro Culture Counts: Financing, Resources, and the Economics of Cul- ture in Sustainable Development (octubre de 1999), auspiciada por el baneo, hizo hincapié en tna «perspectiva holistica del desarrollo», que debe promover la capacidad de accién (empowerment) de los pobres de ‘manera que puedan contar con los recursos sociales y humanos que les Permiten soportar «el trauma y la pérdida», detener la «desconexién so- cial», mantener la autoestima» y a la ver generar recursos materiales, Para Wolfensohn, «la cultura material y la cultura expresiva son recursos desestimados en los paises en vias de desarrollo, Pero pueden generar in- ‘esos mediante el turismo, las artesanias y otras actividades culturales> (World Bank, 1999). «El patrimonio genera valor. Parte de nuestro de- saffo conjunto es analizar los retornos locales y nacionales para inversio- 28 / recurso ve a conn nes que restauran y derivan valor del patrimonio cultural, titese de edi- ficios y monumentos o de la expresin cultural viva como la miisic, el tea- tro y las artesanias indigenas» (World Bank 1999a). Consideremos la estrategia del préstamo en el Ambito de la cultura por parte del Banco Interamericano de Desarrollo. Segtin un funcionario de dicho banco, «dada la ortodoxia econdmica predominante en el mun- do, cabe decir que ha muerto el viejo modelo del apoyo estatal a la cultu- ra, Los nuevos modelos consisten en asociaciones con el sector piblico y ‘con insttuciones financieras, especialmente os Bancos Multiaterales de Desarrollo (BMD) tales como el Banco Mundial y el BID» (Santana, 1999). El recurso al capital cultural es parte de la historia del reconoci mento de los falls en la inversin destinada al capita isco en la déca- dda de 1960, al capital humano en la década de 1980 y al capital social en Ia de 1990. Cada nuevo concepto de capital se concibié como una mane- +a de mejorar algunos de los fracasos del desarrollo segin el marco ant rior El concepto de capital social fue puesto en prctica por los BMD, cu yos proyectos de desarrollo toman en cuenta el tejido social, Esta nocin Se originé asimismo en el reconocimiento de que, pese alas sustanciales ganancias econémicas obtenidas en Ia década de 1990, la desigualdad habia crecido exponencialmente. La p:emisa del beneficio indirecto de a teoria econsmica neoliberal no se ha confirmado. Por consiguiente, se ha recurrido ala inversion en la sociedad civil y en la cultura, como su prin- cipal animadora De acuerdo con Santana (1999), los ejemplos précticos indican que se trata de un argumento de peso, como en el caso de Villa El Salvador (Peri, que mostr6 un impresionante crecimiento en los indicadores so- sales durante sus casi treinta afios de existencia. En 1971, los sin techo invadieron Lima y las autoridades los -eubicaron en una zona semidesér- tica. Treinta afios mas tarde, componian una ciudad de 8.000 habitances, con algunos de os mejores indicadores sociales del pais. El analfabetismo declind del 5,8 al 3,8%, la mortalidac infantil se redujo a una tasa in rior a la media (67 nifios por cada 1,000) y la inscripcién en la educaci bhisiea super6 el promedio, alcanzando un 98%, Segdin Santana, la cultu- aes la variable que explica el fendmeno, pues permite la consolidacisn de una ciudadania fundada en la partcipacién activa dela poblacién. La ‘mayor parte de la gente provenia de ls tierrasaltas del Per y conserva ba sus costumbres culturales indigenas, el trabajo comunitario y la sol- daridad, lo cual proporcioné aquelas caractersticas que conducen al de- sarrollo, Santana compar6 esas caracteristicas con las tradiciones civicas y culturales que, segsin Putnam (1993), permitieron prosperar a la regiGn italiana del norte, En consecuencia ~agregé- si se pudiera demostrar que las pautas de confianza, cooperacion einteraccién social dan por resulta- «do una economia més vigorosa, un gobierno més democratico y eficaz y AU EL CURA / 29 una disminucién de los problemas sociales, entonces los BMD probable- ‘mente invertirian en proyectos de desarrollo cultural Hay, por cierto, cientos de miles de proyectos culturales en cualquier pais. ¢Cémo decide un proveedor de fondos como el BID en cul de ellos habra de invert? Es preciso disefiar mecanismos de compensacién e in- centivo, afiemé Santana, que despierten la confianza de los inversores en 4a furura obtencidn de ganancias. Dichos mecanismos funcionarian como tuna alternativa del precio. ¢Con qué tpo de fundamentos racionales pue- den contar los agentes econémicos para invertir en cultura? gDe qué modo se estructuraran los incentivos para obtener resultados? Los incen- tivos y no el caracter episédico de la ayuda financiera privada ~afadio- pueden proporcionar un entorno estable para este tipo de inversiones en Ja cultura, Mas ain, el modelo del fimanciamiento cultural debe limitarse a segmentos especificos de la cultura porque la demanda de recursos es sande y porque solo serén financiados aquellos proyectos capaces de Producir rédito. Dentro de este escenario, Santana advirtié lo sig «la cultura por la cultura misma, cualquiera sea esta, nunca seréfinan- ciada, a menos que proporcione una forma indirecta de ganancia». Los incentivos fiscales, la comercializacin institucional oe valor pu- blicicario y a conversién en actividades de mercado de aquellas que no lo son constituyen los diferentes tipos de rédito. Los BMD dan prioridad a los proyectos de financiacién cultural que guardan alguna relacién con las areas tradicionales de esos bancos y que deben tener un resultado instru mental, por ejemplo, en salud, en educzcin,en la formacién de capital so- cial o en el apoyo y fortalecimiento dela sociedad civil. Dado que la reu- 1 donde Santana hizo esta presentacin estaba dedicada a instituciones culturales en busca de nuevos socios que aportaran fondos, se analizaron tuna diversidad de escenarios, Se consideré que uno de los proyectos dig- ros de ser financiados es CREA, un festival cultural que se lleva a cabo anualmente en Colombia (Ochoa, 2001). Se realizaron certimenes musi- «ales en todos los municipios del pais se seleccioné a algunos finalstas para competic en ef nivel departamental, de entre los cuales seeligieron, a su vez, aquellos que concursarian en el nivel estatal. Los miisicos prove- rian de todas partes del pais, incluidas las zonas controladas por los gru- Pos guerrilleros y paramilitares. Se afirmé que los festivals eran la nica actividad en la que las guerrillas y los paramilitares permitian participar a sus residentes. Esto es, los festvales eran el nico foro donde los adversa- rios y las diferentes partes del pafs se ponian en contacto y entablaban re- laciones. Por consiguiente, cabia alegar que habria muchas posibilidades- dle ganancia, pues estos festivales contr buyen al proceso de paz y, duran- tee proceso, crearon tn entorno més seguro para la inversion. Sin embargo, para obtener financiamiento debe haber datos cuanti- {ativos que permitan al personal técnic> del banco evaluar el impacto de 30 /mEcuso 0€ ve cuuruta los festivales y medi fos beneficios en términos de un entomno més segu- 10 para la inversién y la ganancia. Los instruments de medicién tienen, forzosamente, que it mis allé de las intuiciones y opiniones. Por esta ra 26n, la mayoria de los proyectos financiados por los BMD se realizan «nancados, por asi decirlo, en otros rroyectos en educacién o renovacién urbana, Este modo de acceso conjunro se relaciona con la dificultad que tienen los bancos para tratar con la cultura. Sin datos contundentes, es deci, sin indicadores, resulta problemitico justificar la inversin en un proyecto, Y cietamente existen dificultades metodol6gicas en el desarro- llo de indicadores para la cultura. El concepto se construye segin indica- dores econdmicos que permiten a los analistas deteeminar la «salud» de la economia y predecir el tipo de intervenciones que habrin de fortale- cerla, Hay, desde luego, diferentes enfoques relativos al disefo de indica- dores, que dependen de los criterios que se privilegien; esto es, citerios ‘econ6micos (cusntos empleos se crearn?), profesionales (gon viables las instituciones artisticas hegeméneas?) y concernientes a la justcia social (se comprenden y satisfacen los valores y las preferencias de los re sidentes de la comunidad cuando se destinan los recursos a brindar apoyo cultural?) (M-R, Jackson, 1998). Hay, sin duda, importantes diferencias entre estos criterios, y el ethos democrético de la tercera opcién merece ciertamente un reconocimiento, Sin embargo, el «resultado final» es que las instituciones culturales y quienes las financian recurren cada vex mas ala medicion dela utilidad porque no hay otra manera aceptada de lei timar la inversion en lo social. Dentro de este contexto, pensar que la ex Periencia dela jouissance, el desvelariiento de la verdad 0 la critica des- consiractiva podrian constituir criterios admisibles para Ia inversin monetaria en la cultura parece una humorada acaso digna de una sétira kafkiana, La economfa cultural La nocién de cultura ha cambiaco, empero, lo suficiente para sais- facer los requisitos exigidos por el resultado final. Las tendencias atist- «as como el multicuturalismo que subrayan la justicia social (entendida de un modo estrecho como una representacion visual equitativa en las es- feras piiblicas) y las iniciativas para promover la utilidad sociopoltica y «econsmica se fusionaron en el concerto de lo que llamo «economia cul- tural» y que la nueva ret6rica laborista de Blaie apodé «economia creat ‘yar. Asimismo, comercializada en el pais y para el mundo como « (pigs. 104-105). El supuesto de Young x ecu sw cuna/39 «s que «la mayoria de los reclamos politicos centrados en el grupo no pue- para incrementar el desarro- Ilo y la democracia Los discursos sobre la globalizacién tienen, sin embargo, anteceden- tes menos optimistas. Hasta no hace mucho, se consider6 que la influen cia econémica y medica de Estados Unidos y de Europa Occidental

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