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Historia de los Sistemas Económicos
Teórico Nº 11, 19/06/07

Cátedra: Rieznik
Profesor: Daniel Sierra
Unidad VI - La historia como presente ¿adonde vamos? – Crisis mundial en el
umbral del siglo XXI

Profesor: Hoy vamos a ver el tema de la situación económica mundial en referencia a


plantear si existe un fenómeno de reforzamiento del capitalismo, a partir de la llamada
crisis del socialismo real, del derrumbe de los ex Estados obreros y que dio origen al
planteamiento de la globalización, o si , se está planteando, al revés, una situación que
demuestra que la crisis que expresó la primera guerra mundial, la crisis del ’30 y la
Segunda Guerra, es el fenómeno definitivo de agotamiento estructural del capitalismo.
Y que este fenómeno de los últimos treinta años expresa una profundización de ese
cuadro de destrucción y, por lo tanto, la inauguración de una crisis de orden estratégico.
Como hemos señalado a lo largo del cuatrimestre una crisis capitalista debemos verla en
el contexto internacional, para ver las características globales que pueda desenvolver y
básicamente como un proceso que expresa un cuadro de superproducción, y de caída
desde el punto de vista de la producción y de destrucción de fuerzas materiales a escala,
ya sea de una economía particular o mundial. Obviamente esto implica ver el tema
siempre desde la unidad de la economía mundial porque la teoría que plantea la versión
de que no hay un proceso de derrumbe del capitalismo, sino, de fortalecimiento, que
sería la teoría de la globalización, y que es la que tiene mayor cantidad de adeptos desde
el punto de vista de los análisis académicos y hasta políticos, habla del triunfo del
“campo capitalista” versus el llamado “campo socialista”. Y, por lo tanto, esto es parte
de una visión metodológica de dividir en campos la realidad que se abrió a partir de la
Revolución Rusa lo que implica, por ejemplo, el triunfo del capitalismo sobre la forma
de producción que desenvuelven los Estados obreros. Implicaría el triunfo completo de
la restauración capitalista en los Estados obreros, que se han degenerado y hoy están en
un proceso de Estados restauracionistas.
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Y esta realidad no se ha verificado porque no existe un fenómeno que muestre que a


aquella realidad ha abierto un proceso de restauración capitalista triunfante en forma
completa, en ninguna de las áreas que han caído a partir de la crisis del muro de Berlín.
Plantear, por lo tanto, algo que en realidad no existió, porque estas economías están en
un estado de tránsito y en una realidad medio sui generis, pero que en ningún caso han
impuesto en forma abierta tipos de relaciones basadas en un salario, una explotación
específica, un montón de conquistas arrebatadas, etc. De hecho la propia emergencia de
Estados obreros a partir de la revolución de 1917 no es la expresión de algo dual sino la
expresión de la maduración del capitalismo en su grado máximo de estancamiento, de
descomposición y de crisis. Es el planteamiento de los fenómenos que abre la etapa del
imperialismo, de crisis revolucionarias, de guerras, de procesos de enfrentamientos
brutales entre un sector y otro de imperialismo, esta realidad, que es producto de una
visión única nos debería llevar a considerar, que una visión separada carece de un
sustento. Por lo tanto, esta segunda visión, de ver la cuestión desde una unidad de la
economía mundial, como una realidad de carácter internacional, es la que adoptamos
desde la cátedra. Y vemos al fenómeno de la globalización como una manera ideológica
de ocultar el proceso antes descrito.
Ahora, el fenómeno que plantearía la primera de las teorías, parte de señalar que lo que
implicado la caída del llamado “socialismo real” es la aparición de un fenómeno sin
límite de progreso del capital, es decir, abre el planteamiento de que el capitalismo abría
reabierto una revolución democrática, en vez de haberse agotado en términos del
planteamiento de un agotamiento del régimen capitalista, presenta la variante contraria.
Y al plantear eso, presenta también, a lo que denomina globalización como el fin del
progreso social y junto con eso va a haber toda una seria de planteamientos ideológicos
y políticos, tanto por los sectores que lo apoyan como por los que dicen también
enfrentarlo, pero que implicaría una adaptación al fin definitivo de la evolución de la
humanidad. En este planteamiento, que es una forma de oculta una crisis muy aguda y
estructural del capitalismo, se presenta la idea de una nuevo orden internacional, es
decir, que parte de reconocer que hay una crisis de orden mundial estructural. Ese
orden que se habría agotado y dio paso a este nuevo y último orden internacional, con la
globalización, es el fin de los procesos de acuerdo e integración en materia económica y
política, que surgen en la posguerra. Y en esta nueva realidad, la del último cuarto de
siglo, ese fenómeno que se ha abierto implica la conformación de una gran burguesía
mundial, ajena ya a ataduras nacionales por el desarrollo de grandes capitales
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financieros. La cual se ha colocado por encima de los propios Estados y ha superado los
procesos de enfrenamientos nacionales, es decir, como que se ha liberado, esa nueva
burguesía, que son grandes grupos económicos que intervienen a escala internacional,
de la propia atadura a sus Estados y, por lo tanto, al no estar atados a esos Estados, ha
disuelto la posibilidad de arbitraje de esos Estados, los grandes capitales y las masas. Lo
cual plantea una segunda realidad, que es el hecho de que prácticamente existe una
necesidad de adaptación a esa realidad, porque no existe, de parte de las masas y de las
luchas económico-reivindicativas, ninguna posibilidad de obtener ninguna solución
porque es un contexto frente al cual las entidades políticas nacionales prácticamente no
pueden resolver nada. Como que los Estados se van disolviendo y, por lo tanto, la
política mundial va quedando cada vez más en manos de grandes grupos económicos
que superan esas contradicciones nacionales. Y al superar esas contradicciones
nacionales se va estableciendo un orden de evolución económica más pacífico. Se
eliminaría así las posibilidades de conflictos entre un Estado y otro y habría un
crecimiento sin límites a escala mundial. Es decir, es la teoría que la gran concentración
de capital en manos del capital monopólico, en vez de agudizar las contradicciones, las
va a limitar. Y esta forma de considerar al capitalismo no es algo nuevo sino que esta
consideración ya fue planteada por la socialdemocracia y fue uno de los elementos por
lo cual consideraban que una política de intervención reformista, e incluso de no atacar
al imperialismo, a diferencia de lo que se plantea desde las posiciones del leninismo, era
una forma de generar las condiciones materiales para que en un determinado momento
se diera vuelta la situación prácticamente en forma incruenta. Porque, cuando menos
eran los grupos que dominaban la economía, menores iban a ser los procesos de
enfrentamiento y de crisis.
Entonces, la primera teoría es una teoría de orden, de equilibrio y que elimina la etapa
abierta en 1917 por la Revolución Rusa, aún cuando no haya ningún elemento histórico
que demuestre que el capitalismo se haya podido instaurar en forma definitiva en
ninguno de esos países que hoy son parte de ese proceso de restauración y de
integración al nuevo orden económico mundial. Es una concepción que tiene por objeto
presentar que no solo no hay contradicciones sino que se ha abierto el mejor de los
mundos, un cuadro de desarrollo que el socialismo no pudo resolver y, por lo tanto,
eliminar el planteamiento de la revolución mundial. Esta es la idea fundamental que da
origen a la tan conocida teoría de la globalización.
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Nosotros le vamos a contraponer la idea que acá lo que en realidad se desenvuelve es


una crisis de conjunto, no solo de la economía capitalista sino de los regímenes
burocratizados. Peor, hay una serie de elementos de la realidad concreta actual que
muestran que el planteamiento de que hemos llegado al fin del desenvolvimiento de la
historia en base al triunfo del capitalismo, carece de todo tipo de sostenimiento objetivo
y que se trata de un planteamiento político e ideológico. La primera cuestión, es que
este proceso de triunfo del capital frente a la revolución le tiene que dar un mayor peso
a la potencia más importante que es EE.UU. o por lo menos al conjunto de los capitales
que provienen de esa principal potencia y la realidad, a más de veinte años de
inaugurada la tesis de la globalización, es que la situación por la que atraviesa el centro
del capitalismo mundial es de un derrumbe económico que preanuncia no tránsitos
pacíficos, y la realidad de Irak es un ejemplo, sino cataclismos económicos, políticos y
sociales cada vez más agudos. EE.UU cuenta con el déficit fiscal más alto de todos los
países del mundo, supera los 400.000 millones de dólares, lo cual es en sí mismo una
“bomba atómica”. Tiene la mayor deuda externa y sufre un proceso de estancamiento
económico y de desvalorización de su economía de características brutales. En segundo
lugar, mirando alrededor, lo que podríamos llamar sus aliados en esta nueva burguesía
que se está formando, vemos que se encuentran con características más o menos
similares. La economía japonesa está estancada hace más o menos quince años, hay un
proceso de progreso económico cero de la economía europea, es decir, de conjunto,
aunque la forma en que se expresa la crisis es distinta y aún cuando puede haber
realidades económicas que crecen en detrimentos de otras que se estancan y, por lo
tanto, no se puede hablar de una crisis uniforme como la del ’29, hay un contexto
general en donde el PBI mundial en vez de crecer se estanca y decrece.
Por lo tanto, este fenómeno de una realidad que abre paso a un progreso económico sin
límite es refutado por la propia realidad que lo contradice. Pero además, como
consecuencia de esta situación, a diferencia de lo que significaría un progreso de esta
naturaleza a escala de eliminar los enfrentamientos nacionales, lo que se ha constituido
como una realidad internacional es la constitución de bloques regionales de
competencia. Bloques en los cuales cada sector imperialista, unido o separado, trata de
armar bloques de competencia regionales en contra de sus competidores. Desde la
conformación de la Comunidad Económica Europea hasta la conformación de los
tratados que hace EE.UU con Mexico y Canadá, la idea del ALCA, la conformación de
entidades sucedáneas, pero bajo dominio de uno u otro sector del imperialismo, como el
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MERCOSUR, que actúan como fuente de aprovisionamiento en función de sus


necesidades mercantiles y comerciales. Es decir, la realidad que se abre
contradictoriamente al planteo de un progreso sin límites del capital y sin
contradicciones, es que se abroquelan más sectores, más fuertemente, en una guerra que
es comercial, económica y generalizada y que amenaza con grandes procesos de
derrumbe internacional ante el hecho de que uno pudiera imponerse sobre el otro y por
lo cuál son procesos que anticipan guerras y enfrentamientos.
Y efectivamente, esto se ve también a escala de la economía más desenvuelta a nivel
internacional, porque lo que a tomado el capital como un elemento constante y
progresivo, para poder salir de las crisis de sobre producción, es extender la realidad del
capitalismo más allá de su propia realidad, es decir, extender el crédito más allá de la
posibilidad de ser absorbido por el mercado y extender, sobre la base de eso y del
endeudamiento de empresas y de personas, el consumo más allá de lo que efectivamente
podía hacerlo el mercado. Y al hacerlo en forma constante fue generando condiciones
de derrumbe, de crisis, de estancamiento, decadencias económica y deflaciones, y al
mismo tiempo, ha generado situaciones de enorme conflictividad y enfrentamiento. Esta
realidad ha ido agotando cada una de esas salidas y entonces, en sí mismo, esto se puede
observar en cada una de las propias economías imperialistas, porque la salida de este
cuadro general de situación es la necesaria destrucción de fuerzas productivas
materiales, que incluye también a importantes bloques de capital. Esto es lo que
permitió, de alguna manera, el progreso, tanto después de la crisis del ’30 como después
del fenómeno de la segunda posguerra, y es que se reactiva un proceso económico sobre
la base de la acción destructiva precedente.
Entonces, por ejemplo, solamente en EE.UU. la desaparición de un par de grandes
empresas implica la desaparición de un capital similar a la deuda externa de varios
países latinoamericanos, es decir, es un derrumbe económico de características
históricas. La Worldcom, que cayó hace un par de años, tenía un activo de 110.000 de
dólares, es decir, prácticamente la deuda externa de Argentina. Son procesos de
derrumbes muy agudos que produce la desaparición de bancos enteros. Un fenómeno
generalizado que va planteando la posibilidad, no de acuerdo ni de estructuras más o
menos adecuadas a una tránsito pacifico, sino, al revés, grandes y muy agudos
fenómenos de enfrentamientos. En segundo lugar, esa realidad no solo va a afectar a los
países capitalistas más avanzados sino que efectivamente genera una cuadro de
cataclismo para el conjunto de la economía mundial. Un ejemplo de eso es la
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desaparición de las economías emergentes, es decir, a partir del proceso de


estancamiento industrial de los ’70 en adelante, comenzaron a aparecer toda una serie de
mercados que emergían y que podía absorber, como consecuencia de toda una serie de
mecanismos, como los que también se produjeron en Argentina a fines de la década del
’70, capitales y producción industrial sobrante, no solamente para el fenómeno de la
especulación financiera sino también para volcar producción industrial sobrante. El
ejemplo fundamental de esto eran los llamados “tigres asiáticos”, países como Corea,
Tailandia, etc, van a producir un fenómeno de desenvolvimiento económico que
mostraban que aún en un capitalismo atrasado, en un cuadro de integración en la
economía mundial a fin con el imperialismo y con el capital, se podía progresar y salir
de economías subdesarrollada, a ser países centro de la economía mundial. Pero en
1997 esa experiencia de lo países asiáticos entró en una crisis descomunal y produjo una
de las bancarrotas económicas internacionales que llevó a una fenómeno de expansión
de la crisis capitalista de una manera más aguda. O sea, que de conjunto, la variantes
económicas que se expresan muestran que la teoría de la globalización no se expresa en
la realidad. Desde el punto de vista político esa realidad tampoco ha mostrado un
progreso desde el punto de vista de las realidades políticas y del orden vigentes ni en los
países capitalistas avanzados ni en el resto del mundo.
Desde el punto de vista de los países supuestamente integrados al mercado capitalista,
después de la caída del muro de Berlín, la situación en realidad a generado un cuadro de
caos. Porque la forma en la cual se ha establecido ese progreso, de integrarse al mercado
capitalista, fue eliminando los elementos con los cuales contaban esos Estados obreros
para poder defenderse de las presiones y de la injerencia de ese capital, particularmente,
el control del comercio exterior y la nacionalización de la banca. El ingreso, en ese
contexto, de esos países, a provocado un orden económico completamente anárquico en
un proceso en el cual esas viejas burocracias, ahora restauracionistas, buscan utilizar el
Estado como un elemento para convertirse ellas misma en sectores que se capitalicen
para poder actuar en una nueva realidad, y al mismo tiempo, la necesidad de impactar
sobre las necesidades sociales de las masas, que no eran solamente las de la realidad
normal del conjunto de la economía mundial, sino, aquellas que habían participado de
una de las principales revoluciones obreras a escala internacional. Es decir, que tenían
que atacar condiciones sobre la base de una imposición que implicara descomposición
económica y social, barbarie, etc.
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Y lo mismo ocurre a escala de los países centrales en donde todo el fenómeno de


desenvolvimiento a partir de la crisis plantea el reforzamiento arbitrario de parte del
Estado para poder llevar un montón de políticas, que no solamente incluyen a las
naciones oprimidas, sino, en primer lugar a la propia población de los países europeos,
EE.UU., o Japón.
La desaparición de las economías de los Estados obreros implica, en un cuadro
sobreproducción económica, crear un fenómeno de mayor sobreproducción. Porque se
produce la incorporación, en un momento en el cual el 50% de la producción
siderurgica de los países capitalista avanzados esta sobregirada, esta por encima de lo
que la demanda mundial puede absorber, objetivamente produce un fenómeno de
hipersobreproducción mundial. Al punto, incluso, de que el desmenbramiento
generalizado de lo que era la ex URSS no se produce de una manera explosiva porque
hay una política del mismo imperialismo de evitar ese proceso de desintegración, lo cual
es una contradicción con el triunfo del capitalismo sobre los Estados obreros. Porque en
un cuadro en el cual se han agotado los continentes para poder incorporar al mercado y
en un cuadro de sobreproducción mundial, la restauración del capital sobre lo Estados
que habían sido expropiados al capitalismo, implica, o debería haber implicado, un
efecto parecido, desde el punto de vista histórico, al descubrimiento de América o al de
al colonización en la segunda revolución industrial. Esta sería la única variante que
permitiría un fenómeno de crecimiento y desahogo en un contexto de agotamiento
económico a escala mundial. Este fenómeno, sin embargo, cuesta que avance porque las
contradicciones que produce son económicas, políticas y militarmente explosivas. Por
ejemplo, si aquella parte de la producción que existe en regiones que formaban parte de
la ex URSS, que no son interesantes para el mercado mundial, no vuelcan al mercado
mundial, producen un estallido y una explosión brutal de esas economías, por ejemplo,
aquellas que produzca alimentos que no interesan al mercado mundial. Aquellas partes
que produzcan gas, petróleo y elementos a fines a las necesidades de desenvolvimientos
de las economías imperialistas serán alentadas a integrarse a esa economía mundial, y a
su vez, eso va a provocar, desde el punto de vista político, un fenómeno de
enfrentamientos al interior de esas realidades políticas para ver como se integran a esa
economía mundial que acepta su producto. En concreto, esto implicará que regiones
como Chechenia, producto de la necesidad del imperialismo por integrarlas se va a
alimentar la tendencia a que esa región se secesione del resto y actúe en forma
independiente. Se integre en función de que su producto es buscado en el mercado
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mundial y busque enfrentarse con la estructura política, en este caso de la Federación


Rusa, que va a ser lo imposible por aplastar a esa tendencia porque se quedaría sin el
negocio y sin el proceso de integración bajo su control.
Eso produce un fenómeno de enfrentamientos nacionales, de guerras y de crisis también
al interior de los países que están en un proceso de restauración a escala de crear
problemas de orden internacional. Como, por ejemplo, la guerra de la OTAN en
Yugoslavia, que plantea guerras de procuración de parte del imperialismo para ver
como genera las condiciones para avanzar en ese proceso de restauración, que
supuestamente sobre la base de la derrota del socialismo real, tendría que haber
avanzado sin crisis, sin enfrentamientos agudos. Al revés de esto, el proceso se da a
través de crisis muy agudas porque esto implica el proceso de incorporar o echar,
integrar o disolver, en forma profunda a sectores enteros de la economía mundial que
antes estaban en algún marco económico y político integrados. Por ejemplo, en el caso
de la economía de la ex URSS, el grado de desarrollo técnico y científico de la
producción en muchos aspectos era infinitamente más alto que algunas ramas de la
propia producción japonesa o de EE.UU. Pero la producción de automóviles o de
industrias vinculadas a la producción aeroespacial, etc, carecen de todo sentido al ser
incorporadas en un mercado abarrotado, por lo tanto, implica que esas áreas
desaparezcan por completo y lejos de generar un fenómeno de integración genera un
fenómeno de crisis, enfrentamientos, de desarticulación de ramas enteras de la
producción. En el mismo sentido, este contexto general, implica una conculcación más
profunda de las condiciones económicas de los países atrasados y eso se verifica con la
aparición a fines de la década del ’80 del proceso de endeudamiento internacional con
todos los resultados y fenómenos que nosotros bien conocemos.
Es decir, en principio, el fenómeno planteado con la restauración de un nuevo orden
internacionales, en vez de mostrar el agotamiento de la realidad abierta con la
revolución de 1917, en realidad muestra el agotamiento del propio régimen capitalista.
Hoy hay un proceso en el cual la deuda del conjunto de los países atrasados tiene
características irresolubles, donde el proceso económico a llevado a un cuadro de
pauperización enorme de la masas, aparte de la extranjerización enorme de la
economía.
Entonces, al partir de la economía mundial en su conjunto, lo que está expresando esta
crisis mundial en los últimos treinta años, a partir de la crisis del ’70, es que es una
crisis conjunta del capitalismo mundial, del imperialismo y de los Estados obreros
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degenerados y se da de esa manera, primero, porque los países del llamado campo
socialista son la expresión de ese proceso general que les da origen, y en segundo lugar,
porque las burocracias de estos Estados, desde muy tempranamente estaban vinculadas
a la economía internacional en un punto de subordinación al imperialismo mundial. Ese
proceso se da por elementos políticos y económicos, es la integración de la URSS a la
Sociedad de la Naciones, después la adhesión a los pactos que se producen en la
segunda posguerra; la distribución de áreas de influencia; el planteo de la coexistencia
pacífica; la integración a la carta de las Naciones Unidas; los pactos a partir de allí con
el imperialismo mundial, como los de Helsinki u otros, que va armando un proceso de
reconocimiento y de interrelación de la burocracia estalinista con el imperialismo
mundial, partiendo del reconocimiento del derecho internacional como valedero para las
relaciones entre las naciones, es decir, partiendo del reconocimiento del libre cambio, de
la propiedad privada, del sostenimiento de la política y de la legalidad capitalista a
escala internacional. Ese proceso, además, esta ligado a la idea de que se podía
desenvolver una sociedad, basada en un Estado obrero y el socialismo, en el cuadro de
una división ajena a una expansión internacional de la revolución, es decir, la idea de
que se pudiera desenvolver el socialismo en una economía nacional, que las
peculiaridades nacionales de la URSS le iban a permitir, por sus recursos y la capacidad
de su población, etc, desenvolver el socialismo. Esa teoría es la que desenvuelve la
burocracia estalinista a partir de 1924 en adelante y que se expresó en la entrega de la
revolución en Alemania, en China y los distintos fenómenos que vimos a lo largo del
cuatrimestre, que plantearon después de la Segunda Guerra, una política de coexistencia
pacífica e implicaban, al mismo tiempo, un cuadro de endeudamiento, para resolver el
estancamiento de su desarrollo económico, de parte de los Estados obreros respecto del
imperialismo. Es decir, que en un contexto progresivo, cuando estamos llegando a la
década del ’70 existe un entrelazamiento muy agudo entre la economía armada por la
burocracia estalinista en los Estados obreros, subordinada alas imposiciones planteadas
por el capital a escala mundial. Cosa que por un lado era inevitable y que por otro lado
tiene que ver con este proceso de integración que lleva adelante la burocracia como
parte de lo que históricamente representa, es decir, que como mediadora, para resolver
sus intereses particulares de prebendas materiales y sociales, entre el Estado obrero y el
imperialismo, necesitaba, necesariamente, ir avanzando hacia un proceso de
restauración capitalista. Esto es lo que efectivamente plantea Trotsky en La revolución
traicionada y analiza, en 1936, cómo el fenómeno que se está dando en la URSS
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necesariamente lleva al fenómeno de la restauración capitalista. Y, él plantea que es


necesario, contra esa situación, que se presente un agudo proceso de desarrollo de la
revolución y en primer lugar lo plantea como cuestión que tenía que estallar
necesariamente en China, y al analizar el proceso de la restauración capitalista como
tendencia de parte de la burocracia soviética en la URSS, analiza y proyecta de que la
revolución se juegue en lo que después fue la Revolución China. Pero en un proceso
que efectivamente planteaba para la burocracia la necesidad de entrelazarse, para su
propia sobrevivencia, con el capitalismo y el imperialismo mundial. Es decir, que el
fenómeno del socialismo en un solo país versus el planteo de la extensión de la
revolución, eran dos cuestiones absolutamente estratégicas y que también dominaron
buena parte de las discusiones y de los planteos generales de todos los sectores políticos
hasta el día de hoy.
Hoy, por ejemplo, una de las discusiones que está planteada a partir de las entidades
económicas y políticas que surgen después de esta crisis, es cuál es el carácter de los
Estados que existen en el ex campo “socialista”. En la medida en que avanzar en el
proceso de restauración capitalista implica producir un efecto brutal, que plantearía la
posibilidad de estallidos sociales y políticos enormes, una parte importante todavía de
las economías que antes formaban parte de la ex URSS mantiene porciones de la
economía en manos del Estado. Y, por lo tanto, toda una serie de científicos y sectores
políticos plantean que en el viejo bloque soviético siguen existiendo Estados obreros
porque sigue existiendo una economía estatal y no existen, a pesar del ingreso o el
progreso de la relación capitalista, todavía no se ha desmontado el proceso de
conformación de una economía estatal armada a partir de la revolución. Eso,
obviamente que tiene una conclusión política sobre si uno defiendo o no defiende esas
bases económicas y, por lo tanto, plantear que el fenómeno de intervención en ese punto
partiría de seguir considerando que esos son Estados obreros, presenta como problema
el hechos de que quienes dirigen ese Estado tiene una política cada vez más consciente
y ya imposible de desconsiderar, de desenvolver sobre la base de la explotación del
Estado, una fuente de acumulación propia para armar una burguesía que no existe y que
estaría representada por los viejos burócratas y restaurar así el capitalismo en los ex
Estados obreros. O sea, que estamos frente a Estados que tienen una política, aún con
una economía que por una serie de razones sigue siendo de orden estatal en mucho
rubros, de restauración del capital y utiliza ese Estado para producir un fenómeno de
acumulación de capital que les permita transformarse en una clase capitalista real. Pero
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todavía eso no ocurrió, porque avanzar sobre esa realidad implicaría provocar
fenómenos de desintegración económica de las masas que realimentaría otra vez un
proceso de revolución social. Y acá viene otra vez la contradicción entre el triunfo o no
triunfo de la restauración capitalista.
Lo mismo ocurre en un economía que hoy a parece como un gran eje de la economía
mundial que es la economía China. Si en la economía China se hubiera impuesto un
proceso de restauración capitalista profundo y terminal, cientos de millones de
trabajadores tendrían que haber sido expulsados de las fábricas y de los campos, de los
recursos económicos más elementales, de las posibilidades de acceder a gastos sociales,
educación y salud y esto hubiera provocado un fenómeno de crisis y rebelión social, que
hoy existe en China como una realidad, pero, que todavía, justamente por esa situación,
no se ha producido. Hoy el fenómeno de ocupación capitalista de China no supera el 10
o el 15% de su mercado interno, vuelve a ser el fenómeno de ocupar una tercera parte
del mercado mundial un problema que todavía no está resuelto de parte del mercado
mundial. Porque ir en ese sentido implica un fenómeno, no de orden, sino, de crear un
cuadro de catástrofe política y social de proporciones que puede alterar el llamado
nuevo orden mundial, que no es tal de una manera definitiva.
Es decir, que en realidad, al analizar el proceso de caída del muro de Berlín nosotros
partimos de señalar, que con todo lo contradictorio que es, no fue una derrota sino que
fue un triunfo de las masas, y esto ha generado todo tipo de discusiones porque implicó
el derrumbe conjunto del imperialismo y de la burocracia estalinista a manos de las
masas más allá de la conciencia política que de es proceso las propias masas pudieron
haber tenido al momento en que avanzaron en el derrumbe del muro de Berlín. Esto
implicó la caída de esa política de convergencia y armó una nueva realidad llena de
contradicciones y en donde, en realidad, la unificación Alemana implicó integrar al
principal proletariado europeo a un proceso de crisis y revoluciones junto con el resto
del proletariado alemán. Es decir, un fenómeno general que abre un proceso, no de
orden y progreso, no un proceso de estancamiento de los levantamientos y crisis
sociales, sino, de revolución desde el punto de vista político y social.
De esta manera, la crisis que se abre en el ’70 implica no el cierre de una etapa sino la
confirmación de una etapa abierta en 1917. Porque, a treinta años de desenvuelto el
proceso de la globalización, la realidad es que los problemas que estaban planteados
para ser resueltos por un nuevo orden mundial, lejos de haberse resuelto, se han
agudizado muchísimo más.
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Y esto tiene que ver con el hecho de que el proceso de expansión de crédito y de
expansión productiva después de la destrucción de la Segunda Guerra, a fines de la
década del ’60, entra en un proceso de estancamiento definitivo. Hay un cuadro de
nueva crisis de sobreproducción, de déficit comercial de parte de EE.UU. y que lleva a
producir la devaluación de dólar, que había sido impuesto a partir de 1944 como un
patrón de valorización internacional en lugar de las reservas en oro, y por lo tanto, atar a
toda la economía mundial a los vaivenes, a favor o en contra, del desarrollo económico
que tuviera EE.UU. que, además, pone en crisis el orden de control institucional que se
abre después de la Segunda Guerra Mundial. Después de esta guerra, por efecto, por un
lado, de la ocupación militar y económica de EE.UU. del resto del mundo, se produce la
reconstitución del capitalismo en base a la intervención y la inversión norteamericana.
Ese proceso siguió con la constitución de organismo internacionales que actuaban en
función de regular esa nueva economía mundial, en una política de coexistencia con la
burocracia soviética, de parte del sector del imperialismo más importante y ganancioso
después de la Segunda Guerra, que son la declaración del FMI, del Banco Mundial, de
organismo de control de precios, es decir, una política que en función de tomar las
enseñanzas de los procesos anteriores se planteaba tener un desenvolvimiento
económico y político internacional, dirigido, organizado, controlado y en progreso.
El primero, frente a la crisis de sobreproducción que estalla a finales de los ’60, en
violar todas esas instituciones y ordenanzas es el propio imperialismo norteamericano,
con la devaluación del dólar, lo que implica la disolución del papel de control monetario
de parte del FMI, con la desaparición, después, de la relación entre el dólar y el oro y,
por lo tanto, evitando la convertibilidad de las monedas que tenían el resto de las
naciones del mundo a un valor más o menos ordenado. Y, por lo tanto, lejos de ser un
factor de apertura de un nuevo orden internacional, en esa crisis, el propio imperialismo
norteamericano fue un factor de desastre de ese orden económico y político
internacional abierto a partir de la Segunda Guerra.
La crisis que se produce con la devaluación del dólar a partir de 1967 y el fin de la
convertibilidad del dólar con el oro a partir del gobierno de Nixon produce la
desintegración de esta estructura económica internacional, se desvalorizan las
economías internacionales y provoca la crisis energética y del petróleo de 1973 en
adelante. Termina con la época en la cual los productores de petróleo pueden producir a
bajo costo, para alimentar, por ejemplo, ese proceso económico nuevo que se abre
después de la destrucción económica de la posguerra, porque, deberían producir cada
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vez más para obtener cada vez menos, porque, la moneda internacional en la cual se
comercia es el dólar y motiva el ascenso de precios del petróleo. Comienza a darse un
fenómeno de agotamiento de la economía europea que justamente depende de las
compras que hace en el mercado mundial de petróleo. Este fenómeno que abre la crisis
del petróleo y la crisis energética lleva también a un cuadro de estancamiento de las
economías periféricas y es esta época la del fin definitivo de toda idea de desarrollo de
una industria de sustitución de importaciones. Porque comprar los insumos, comprar la
energía, en un contexto generalizado de crecimiento de los precios, implica la
imposibilidad absoluta de desenvolverlo.
Comienza a darse la aparición, en las metrópolis, de un montón de capitales que no
encuentran donde ser invertidos y de productos manufacturados que no encuentran
donde ser vendidos y esto provoca el fenómeno de la especulación financiera, es decir,
promueve el fenómeno de la colonización sobre la base de la expansión el crédito de
una manera histórica como nunca antes se había desenvuelto. Y esto se establece a
partir de un acuerdo internacional en 1975 en la ciudad suiza de Basilea, donde el
conjunto de los bancos centrales del mundo establecen una política común de salida a
esa crisis de sobreproducción. Y este sería el comienzo de este nuevo orden mundial
que ordenaría el desarrollo económico sin conflictos ni problemas. Ese acuerdo lo que
establece es que van a ser los bancos centrales de cada uno de los países los que
absorban los posibles fenómenos de crisis y endeudamiento fueran públicos o privados
y a partir de ese momento se desenvuelve una furiosa política de especulación
financiera internacional, porque son los tesoros nacionales los que va a dar cuenta de los
sostenimientos de las deudas, sean estas estatales o privadas. Y al final de ese proceso
de acuerdo y de ese cuadro general que estamos mencionando es que se desenvuelve
todo el contexto global que lleva, a las naciones latinoamericanas en particular, a una
proceso generalizado de endeudamiento público y privado. Después vamos a ver que en
el caso de Argentina eso fue coronado con la conformación, en el medio de la dictadura
militar, del plan económico de Martínez de Hoz. Entonces, en este período, lo que en
realidad sucede, es un fenómeno de desenvolvimiento inaudito de capital ficticio que,
sin embargo, requiere de un proceso constante de valorización que está cada vez más
lejos de la producción económica real. Entonces, cada vez más se depende de la
burbujas financieras y de los mercados emergentes que se puedan crear y cada vez más
se asienta en realidades económicas absolutamente volátiles. Es la aparición de lo que se
conoce como mercados emergentes, de los cuales uno de ellos fue la Argentina con toda
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la política de convertibilidad iniciada con Martínez de Hoz y que después van a


continuar todos los gobiernos constitucionales que sigan a la dictadura militar hasta el
proceso de la crisis de Duhalde después de la rebelión de 2001.
De esta manera y a partir de esta situación se produce una realidad sistemática de
derrumbes económicos y ya a partir de esta extensión con impacto particular, no
solamente en los países periféricos, sino también en los países centrales. En el ’94 se
produce la crisis del “tequila”, que para que no se produzca un derrumbe generalizado
de la economía norteamericana, obliga a la intervención del FMI, del Banco Mundial y
del imperialismo yanqui para rescatar a la economía mexicana. No por una cuestión de
necesidad de sus intereses histórico sino porque producía un cuadro de derrumbe
económico en el centro del imperialismo. Pegado a esto están los levantamientos de
zonas pobres en EE.UU., como por ejemplo, en Los Angeles cuando hubo un
levantamiento sobre todo de la población negra contra las políticas de ajuste, y llevó a
que los diarios económicos norteamericanos digan de que había que parar el ajuste para
calmar a la gente pero que si paraban el ajuste se creaba una situación más complicada
entonces había que esperar a que se calmara la gente para seguir con el ajuste. Es decir,
no había una formula para salir de un cuadro de estancamiento económico que no fuera
atacar las condiciones de vida de los trabajadores.
Por lo tanto, en países como EE.UU. un porcentaje enorme de la clase obrera, que si
tiene acceso al trabajo y a un salario, está por debajo de los niveles de pobreza y forma
parte de por lo menos 1/3 de la clase obrera norteamericana, es decir, que el impacto de
esta crisis también tiene centro en los países imperialistas. Y es lo que ocurre con el
derrumbe de las economías europeas que apelan, para poder salir de esto, a obtener más
supebeneficios a través de la explotación de los sectores marginales de la población
europea vinculada, por ejemplo, a la inmigración. Y tenemos los levantamientos
juveniles de Francia como un ejemplo reciente.
Después del “efecto tequila” van a seguir toda una serie de estallidos económicos como:
la caída de los “tigres asiáticos” en 1997; el de Rusia en 1998, esta explosión económica
implicó una crisis económica fundamentalmente en Europa, porque los principales
países europeos tenían enormes inversiones, adelantados con respecto al imperialismo
norteamericano, en lo que iba a ser el proceso de reconstrucción del capitalismo en la ex
URSS. Y al producirse un derrumbe financiero, por la conformación de un Estado
totalmente pirata, que no tenía ninguna garantía en los negocios económicos que se
desenvolvían en su propio interior, tuvieron que ser rescatados por el Banco Mundial, el
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FMI y generó un contexto general de mayor explosión en la crisis financiera


internacional; en 1999 le toca a Brasil; y a partir del 2000 se produce un derrumbe
generalizado en América Latina y en particular en Argentina.
Y en este contexto, la únicas variantes posibles, para salir de la crisis, que comienza
desde fines del ’67 y que todavía perdura es ir a toda las contratendencias para acabar
con la caída de la tasa de ganancia que planteó ya Marx en el capital 150 años atrás. Y
lo fundamental de esas contratendencia es ir a un proceso de ataques de las condiciones
de salario, de ocupación y de vida de las masas, cuando el fenómeno general de
extender el crédito y sobresaturar el consumo entra en un proceso de crisis. Y en el
ámbito de las naciones es profundizar la explotación de las naciones atrasadas y en ese
punto es que nos encontramos ahora.
En el terreno del ataque a las condiciones de vida de las masas este nuevo orden
mundial, lo que provocó, es la generalización de la flexibilidad laboral y de la
precarización del trabajo e implica, efectivamente, dar condiciones al capital de
sobreexplotación que le permitan salir de la crisis. Este fenómeno, tiene que ver con que
una crisis mundial de semejante envergadura obliga a desgigantizar la economía y a
reducir la producción hasta el límite, y obliga a procesar la desaparición de sectores
enteros del capital. Es decir, obliga a que se desenvuelva una política de estancamiento,
de deflación económica, de desocupación masiva y de llevar la producción por debajo
de los límites tradicionales de comercialización, salvo para los grandes grupos que
logren dominar ese proceso y por lo tanto autorescatarse. Esto es una política, con
respecto a las masas a nivel mundial, de guerra civil y no sólo en los países en los cuales
se quiere rescatar el capital, que implicaría dejar a quinientos trabajadores chinos
desocupados, sino, a escala internacional. Esto es la distribución regresiva del ingreso y
la desaparición del verso de redistribución del ingreso en forma progresiva, es la
aparición de un 1/3 de la población mundial sobreviviendo con márgenes infrahumanos.
Y es el fenómeno de una polarización cada vez mayor entre la producción social y el
disfrute de lo que esa producción social produce. Porque, los que defienden este nuevo
orden, la llamada globalización, dicen que lo que se ha producido es un mundialización
de la economía y de la producción a escala internacional, es el fin de la gigantización, es
decir, de grandes unidades de producción, muchas de ellas concentradas en los países
centrales, pasas a ser pequeña unidades de producción distribuidas por todo el mundo
buscando las mejores condiciones de explotación de la manos de obra, las mejores
condiciones fiscales que plantee cada Estado para la instauración de esas empresas, las
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mejores condiciones para imponer convenios comerciales en función de establecer o no


establecer un inversión industrial en determinado país. Se terceriza la producción para
achicar costos, etc. Y la propia política de chantaje a los Estados nacionales de que sino
se dan mejores condiciones esa parte de la producción va irse a otro lugar.
La aparición de esta situación, de una tercerización mundial, es la expresión de la
precarización del trabajo a escala de cada país pero que implica acciones de fuerza de
parte del gran capital contra las masas e incluso contra los sectores o variantes del
capitalismo con las cuales se enfrenta comercialmente. Y en el caso de los trabajadores,
esta economía no concentrada en grandes unidades de producción, sino, que se va
distribuyendo de acuerdo a las mejores condiciones que le presente cada mercado,
implica atacar, en primer lugar, a las clases obreras de los países centrales, no de los
países tercer mundistas, variante de la cual ya no se hablaría más porque estamos en una
única economía mundial, sino, de atacar principalmente a la clase obrera que más
organizada está, que más peso económico tiene y que mejores salarios y condiciones de
trabajo ha conquistado. Es la conformación, por ejemplo, de producir una parte de un
automóvil en Taiwán, establece la posibilidad de amenazar a los trabajadores
norteamericanos con el despido, la reducción salarial o la precarización.
Y en el conjunto general de esta realidad que ha ido armando de barbarie, pero con esta
expresión de una salida económica general, los sectores que corresponde a las
organizaciones sindicales o políticas, muchas de ellas vinculadas al movimiento obrero,
la gran mayoría de esas direcciones han planteado que hay que aceptar esa situación
porque como hay un cuadro general de grandes capitales, que superan la propia
intervención del Estado, sino se aceptan esos procesos que plantea la globalización
quedamos excluidos y si quedamos excluidos se van a otro lado. Y desaparece entonces
la conformación de la lucha de clase y aparece el concepto del excluido y el incluido. Al
incluido en las condiciones de flexibilidad laboral y de precarización económica que
plantea la globalización y el excluido es sostenido por las ONG, el tercer Estado, en el
mundo del fin del trabajo, que sería los que de alguna manera, armando una enorme red
de mano de obra sobrante, serían sostenidos, no por el Estado ni por la economía
privada sino por la conformación mercantil de la caridad. Es decir, hay un amplísimo
número de la población mundial que no va a ser integrada en esta realidad económica y,
por lo tanto, tendrá que ser sostenida por asociaciones civiles, entidades de bien público,
fundaciones, etc., que se dedicarán a sostener a este sector de los excluidos. Y los que
están incluidos tendrán que bancársela y aceptar que hay un contexto general, por lo
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menos de cierto progreso, en referencia a los demás. Por lo tanto, la gran expresión
desde el punto de vista político y social de la globalización, es hacer pasar el fin de las
condiciones económicas y reivindicativas que obtuvo la clase obrera mundial en los
últimos cincuenta, sesenta años, y en particular aquello que el capitalismo tuvo que dar
después de la Segunda Guerra Mundial, terminar con el llamado Estado de bienestar,
que no era nada del otro mundo pero que implicaba una política de parte del Estado de
dar una salida a la crisis que se había abierto con las masas como consecuencia de la
barbarie de la guerra. Este proceso de volver atrás y de comenzar un ataque a las
condiciones de la fuerza de trabajo, de contratendenciar la caída de la tasa de ganancia
yendo contra el salario y la ocupación, hay otras no, pero fundamentalmente la idea es
que las masas que aportan el 2% del costo empresario sean las que entreguen el
conjunto de las soluciones sobre la base de su superexplotación. Y este proceso
comenzó en primer lugar en los países imperialistas. Y quienes lo expresaron desde el
punto de vista político fueron Thatcher y Reegan y luego ese fenómeno fue instalado en
los países de la periferia en forma generalizada.
La segunda cuestión, es que, para desenvolver un proceso de salvataje de estos capitales
sobrantes e hiperconcentrados se ha ido a un fenómeno de especulación financiera de
características también históricas. Y la contracara, la robótica, que era a lo mejor la
expresión de este nuevo mundo, de la tercera revolución industrial, con nuevas formas
de producción absolutamente mecanizadas, que iban a sacar a la clase obrera de las
fábricas y convertirla en excluidos y que solamente iban a estar incluidos aquellos que
formaban parte de un fenómeno de educación que tuviera que ver con esta tercera
revolución industrial. Esto implica, en realidad, que se acaba con la producción robótica
en forma generalizada, porque a diferencia de un obrero, un robot requiere una
determinada cantidad de insumos que no se puede modificar. A partir de la necesidad de
atacar profundamente a las condiciones de trabajo, la flexibilización laboral, a un robot
no se lo puede flexibilizar y, por lo tanto, comienza un proceso general de desactivación
de la economía robótica. Y empieza, otra vez, haber un proceso importante de
incorporación de mano de obra en la producción de todas las fábricas del mundo, en
particular en aquellas que desenvolvieron el modo de trabajo llamado toyotista. Y el
fenómeno de robotización en Japón a retrocedido enormemente, mucho más en Europa
y en EE.UU. Hay que avanzar en un proceso que contratendencie la caída de la tasa de
ganancia y eso implica aumentar la cantidad de plusvalor que se le puede sacar a la
fuerza viva de trabajo, porque lo otro implica aumentar en forma sistemática y
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permanente el peso del capital fijo. Si bien puede aumentar la plusvalía relativa y así la
capacidad de competencia, como es una economía internacional, a escala del
capitalismo mundial esa economía cada vez produce menos beneficios para el
capitalista. Por lo tanto, lo que se produce, junto con el ataque de las condiciones de
vida de las masas, es un fenómeno de expansión enorme de la inversión especulativa y
del desarrollo de grandes capitales y grandes inversiones de capital ficticio que
requieren de un ataque mayor a esas condiciones, además de una incorporación general
de las economías de los Estados al servicio de valorizar esas inversiones. Entonces, el
tema no es solamente el del endeudamiento externo, que implica quitarles a las
economías endeudadas riqueza producida real, sino, de generar un mecanismo constante
de explotación económica. Y es el mecanismo que genera la deuda externa la cual
nunca termina de ser pagada bajo ninguna circunstancia y establece condiciones
sistemáticas de expoliación económica que van abriendo paso a la privatización de la
economía.
Este proceso de privatización, ahora los que estamos acá podemos ver el resultado con
cierta sorna, pero cuando comenzó hace más o menos veinticinco años existía un
consenso generalizado de que el fenómeno de entregar lo que eran recursos
fundamentales del Estado y, no solamente eso, sino áreas enteras de la vida social de la
población a recursos privados. Esto, se decía, que iba a implicar un progreso y se lo
decía sobre la base de la barbarie que implicaba el derrumbe económico de la economía
de los “treinta gloriosos” y el fin de la economía de la posguerra. Entonces, lo que
aparece como necesidad es, de parte del capital, en un contexto de crisis, de convertir en
negocio lo que hasta ese momento era un servicio en términos que en general usaba la
población. Hacer una negocio de aquello que era una acción del Estado para mejorar la
economía de la población, de aquello que era un derecho o una conquista. La idea era
transformar todo lo que no es negocio a un negocio rentable para recuperar la caída
sistemática de la tasa de ganancia. Hacer rentable hasta lo que nunca se pensó que iba a
ser así. Y esto implicó grandes procesos que ofrecen, a nivel mundial, no elementos de
equilibrios sino de crisis. El primero de ellos es la privatización de una conquista,
después de la Segunda Guerra, que se fue expandiendo a nivel mundial, como
consecuencia de encontrar una salida por parte del imperialismo a las rebeliones y
planteos de la población, y es el tema de la seguridad social. El primer gran elemento de
privatización es entregar la seguridad social al negocio del capital, que no tiene nada
que ver con la acción productiva. En este caso el capital se queda con un salario
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indirecto, con un ahorro, con un capital del trabajador, es la aparición de la jubilación


privada a nivel global y el constante proceso de desmantelamiento de las jubilaciones
estatales o incluso de los gastos sociales de parte del Estado. Y, por lo tanto, se generan
las condiciones que retrotraen a las condiciones de vida de la población a los niveles de
setenta años atrás y si los niveles de ochenta-setenta años atrás provocaron la revolución
de 1917, la crisis de 1929, la revolución China, etc, esto lo va a volver a provocar, es
decir, el fenómeno de la globalización es la vuelta atrás a los orígenes del capitalismo en
referencia a la relación que tiene el capital con las masas y los países imperialista con el
resto de los países del mundo.
Segunda cuestión, establecer un proceso general de desaparición de las masas en el
ámbito de la educación pública y se ha transformado la educación en un ámbito de
negociación de todo orden. No solo para convertir a la educación en un elemento de
negocio privado sino para transformar a la educación en lo que siempre fue la
educación, es decir, en un elemento que imponga una relación entre el trabajador y el
capital en función de reproducir la necesidad del capitalista de manera indisoluble. Por
ejemplo, el hecho de que, por supuesto que está al margen del proceso que tiene que ver
con la universidad en el sentido que a la universidad hay que simplemente ubicarla en
función de los grandes negocios que están planteados con las grandes empresas, para
absorber la producción científica como un elemento de lucro. Pero para la educación en
general, lo que implica, es generar una condición en donde la escuela que salió del
ámbito de la realidad económica que estaba planteada inicialmente, esté solamente
referida a que el excluido obtenga un lugar para poder producir. Entonces, una de las
discusiones que hay en la educación mundial es que esta realidad nueva que ha creado
masas de excluidos brutales, establezca un mecanismo que los permita incluir, y para
que los permita incluir, la educación debe estar en función de la evolución y los cambios
que plantea la globalización. Es decir, tiene que meter a quien estudia en las condiciones
económicas que rigen en la actualidad y no la formación universal desde la escuela
primaria hasta la universidad que planteaba la educación anteriormente. Por ejemplo,
ahora la cuestión es como, desde el punto de vista de esta realidad, desde la primaria
hasta la universidad se estudia en función de las necesidades que plantea el mercado y la
realidad económica capitalista. Desde el médico hasta el pibe que sale del EGB. Por eso
es que tiene que haber una interrelación entre la empresa, la economía y la educación
para que se establezcan, como dicen incluso las “leyes de educación superior”
argentinas: conocimientos productivos sociales básicos. Como los únicos que establecen
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cuales son los “conocimientos productivos sociales básicos” son aquellos que tiene el
manejo básico de la economía, es decir, los empresarios, los que establecen cual va a ser
la orientación de esa educación son los empresarios. Y, entonces, se imponen las
pasantías, etc. Esta realidad de una integración económica privatista de la educación
implica, no un subsidio, sino, una integración en el peso que tienen los grandes grupos
económicos en las masas de características brutales, porque, son los que establecen la
orientación y son los que establecen quién aprueba y quién no, aún cuando exista una
formulación de orden estatal formal sobre el tema de la educación. Si, ese progreso es
una formación sistemática, constante, barata y sin límite de mano de obra, no solamente
barata, sino, muy sumisa porque aprueba el que aprueba con todos los cánones de esa
integración entre educación y la economía.
Otro fenómeno es el de la ocupación del conjunto de los recursos fundamentales de los
países atrasados, y entonces el tema de la deuda externa no fue algo en sí mismo sino
que fue el negocio de quedarse con los activos con los cuales las economías periféricas
establecían la posibilidad de obtener aquellos créditos. El caso de Argentina es típico
porque a partir de 1976, lo que es el proceso de la globalización, arma salidas
económicas basadas en la manipulación monetaria, en la especulación financiera y en la
expansión del crédito. Eso fue la conformación del plan económico de la dictadura hasta
ahora, y primero se produjo el fenómeno de endeudamiento y después, sobre la base de
una deuda que no tenía otra realidad que la del proceso de desequilibrio económico que
todos ustedes conocen, se produjo el fenómeno de la especulación sobre esa misma
deuda. Por ejemplo, la expansión monetaria a partir de colocar en el mercado bonos de
la deuda externa que se vendían para financiar un Estado que estaba endeudado. Esos
bonos, que eran comprados en el mercado mundial por los mismo que habían hecho el
negocio adentro, afuera no valían nada pero ingresados a la Argentina valían el 100% de
su valor nominal, por lo tanto, la privatización por parte de grandes grupos económicos
internacionales, que se quedan con el petróleo, la energía, las comunicaciones, el
transporte, etc, de naciones enteras, se hizo sobre la base de ninguna inversión sino
sobre la base de entregar a cambio títulos desvalorizados de una deuda que había
formado parte de la salida económica de la crisis de los ’70 de ese mismo sector del
gran capital. Es decir, eso es lo que genera en la llamadas economías emergentes, no
solo que se hundan rápidamente sino un proceso de polarización social que tiende a
crear situaciones de enfrentamientos económicos y sociales inevitables. Y esto es lo que
produjo finalmente la política de la deuda externa y de la convertibilidad en Argentina y
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produjo el levantamiento de 2001, que no se puede explicar en el contexto general del


triunfo de la globalización sino como la expresión contundente de que las
contradicciones que abre la crisis capitalista son de alcances muy profundo y replantean
constantemente todo aquello que se abre con el agotamiento del capital.
Tercera o cuarta cosa, esto profundiza el enfrentamiento entre la naciones imperialistas,
porque ahora más que nunca, en un contexto de agotamiento y de derrumbe, es la
apropiación de los recursos económicos fundamentales, como el petróleo y de los
negocios más rentables, lo que permite o no la subsistencia del cuadro general de una
economía capitalista. EE.UU, en ese sentido, ha encontrado recientemente una salida en
el desenvolvimiento y la conquista China como uno de los centros de la expansión
económica internacional y entonces cuando se habla del tema que a Argentina o a tal
país le va bien, se dice que crece a tasas chinas. Ahora ese proceso de crecimiento
económico se ha basado a través de hacer de la economía China un especie de gran
plataforma de exportación e importación y, por lo tanto, de enorme endeudamiento de
toda esa economía, en un momento en el cual todavía, justamente por lo que implicaría
convertir a los cientos de millones de trabajadores chinos en desocupados, como eso
todavía no se ha podido hacer todavía sino en forma marginal se ha producido la
conformación de esa economía de exportación e importación. Pero esa economía, en
condiciones de mejor rentabilidad de lo que ofrece la producción con la mano de obra
europea o norteamericana, ha provocado de parte de inversiones norteamericanas un
endeudamiento enorme de parte de la economía y del Estado chino y un proceso de
saturación de los mercados a partir de la exportación de esa economía a escala
internacional. Lo que ha provocado también crisis en economías capitalistas, sobre todo
europeas. Es decir, que lo que ahora es un proceso de reconstitución económica y de
salida está creando las condiciones para un estallido general, a su vez, ese proceso ha
aumentado una serie de importaciones a esa economía de exportación e importación,
que es una especie de economía armada como el plan de convertibilidad de Cavallo, se
ha creado un gran superávit que se utiliza para hacer compras a países, sobre todo,
europeos y Japón, que establece el hecho de que si esa economía entraría en un cierto
grado de enfriamiento provocaría un cuadro de crisis general en la economía ya
castigada de Europa y de Japón. Es decir, que la economía internacional está en una
especie de equilibrio inestable y, por lo tanto, lo que hoy aparece como la gran salida
China está convirtiéndose en una lucha encarnizada entre los diversos sectores del
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imperialismo mundial para ver hacia donde va ese proceso de la economía armada por
el imperialismo norteamericano en su ensamble con la economía China.
Y esto tiene que ver con el hecho de que el contexto general de inversiones, por
ejemplo en EE.UU. tiene que ver con un fenómeno de inversiones extranjeras sobre
todo europeas y japonesas, que van a tomar los títulos de la deuda norteamericana que
es la más alta del mundo, o a la especulación inmobiliaria, o a inversiones que se hacen
en la economía norteaméricana porque las condiciones son favorables para un montón
de capitales que no encuentran, por ejemplo, dentro de la economía china un lugar como
para poder intervenir al mismo nivel que EE.UU.. Si se quebrara todo ese entramado
que involucra a todos estos países imperialistas, el fluir de capitales que establece una
salida al agotamiento económico, al déficit fiscal norteamericano, a la deuda externa
norteamericana, provocaría el derrumbe de la economía yanqui y ese proceso generaría,
otra vez, una crisis financiera internacional superior a la de 1930. Es decir, que estamos
en un contexto mundial en el que se han profundizado las condiciones para el avance de
las crisis, las revoluciones, las guerras y los procesos de enfrentamiento a escala
internacional. Y esto lo está expresando con claridad el problema que hay en torno a
Medio Oriente y el fenómeno que está planteado en toda la guerra que desenvolvió el
imperialismo y la OTAN, llevando adelante esa política a partir de la invasión de
Afganistán, de Irak, la posible invasión de Irán, etc, etc, y que es todo un gran cordón,
además, para intervenir sobre la economía China y para intervenir sobre lo que queda de
la Federación Rusa. Esta situación, por lo tanto, cancela la idea de que estamos en
presencia de un proceso de estabilidad política y económica internacional y demuestra
la falsedad del cuadro teórico que se ha armado en estos últmos veinticinco años sobre
el “fin de la ideologías” y el “fin de la historia”. Y se reabre el problema de la
revolución y la contrarrevolución como uno de los problemas sustanciales que está
viviendo la sociedad actual.
Por último, la situación que está planteada en la propia realidad presente de la
Argentina, demuestra que el proceso que se ha abierto es profundamente agudo y
convulsivo y que efectivamente lo que ocurrió en el 2001 es la rebelión, el agotamiento
de las fuerzas productivas en el contexto de desocupación, precarización laboral,
endeudamiento y extranjerización de la economía nacional, es decir, procesos de
esquilmar al conjunto de los sectores, no solamente de la clase obrera, como lo expresó
el fenómeno de expropiación de los ahorros de la clase media y del derrumbe del plan
de convertibilidad. Y esto no es solamente la expresión de un momento porque el
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fenómeno que se vivió en el 2001 es pequeño y reducido en comparación con lo que


vivieron todos los sectores sociales de la Argentina desde hace veinte, veinticinco años
atrás. El proceso de desocupación, de destrucción de las condiciones salariales, de
precarización laboral, y de flexibilidad tenían una extensión más atrás en el tiempo muy
superior a la que se pudo haber vivido solamente alrededor de la crisis del plan de
convertibilidad en 2001. En primer lugar, ese proceso se abre en Argentina con la
privatización de las grandes empresas del Estado y que implicó desocupación masiva de
la población y que tuvo sus primera expresiones de rebelión social con los
levantamientos en el sur y en el norte del país, en el ’95 y en el ’96, en contra de las
privatizaciones y que fueron los primeros piquetes. Y en el caso de las clase medias los
procesos sistemáticos de expropiación que sufrió la población desde el punto de vista de
los planes Bonex, etc. Y que estalla a principios del nuevo milenio como una expresión
de que este orden mundial en Argentina y todas partes del mundo está armando un
estallido global de características históricas
Todo esto replantea en forma más aguda aquello que se abrió en 1914, con la definición
de parte de Lenin, del dilema que se había abierto en la época del imperialismo que es el
de la revolución y la contrarrevolución, lo cual pone más que nunca a la hora del día
como se puede producir a escala no solamente de una nación, la crisis de los Estados
obreros demuestra que eso es imposible, sino a escala general, un proceso de liberación
nacional y social a escala de todo el mundo. Está planteado esto más específicamente
que nunca y, por lo tanto, el planteamiento de que esta es una realidad que no solo no
termina sino que se agudiza como consecuencia de estas enormes contradicciones que
están, en primer lugar, en el centro de los países capitalistas centrales y que crean
condiciones insostenibles en el resto de los países del mundo. Se hace cada vez más
profunda la polarización entre los obtienen la mayoría de la producción mundial y
aquellos que la producen. Según las últimas mediciones de las Naciones Unidas el 95%
de la producción mundial está concentrada en los dos primeros quintos de la población
mundial y lo tres quintos restantes reciben el otro 5% de la producción mundial restante.
Como ustedes saben las estadísticas son promedio y son mentirosas y al interior de cada
uno de los quintos más ricos en realidad hay una concentración mucho más aguda y en
el caso de la pobreza lo mismo. Es decir, se está produciendo un fenómeno que agudiza
el cuadro de barbarie a nivel internacional y en esta situación está claro que estamos en
un cuadro de crisis capitalista mundial pero eso no quiere decir que se resuelva por sí
misma sino que para que se resuelva tiene que haber un proceso de maduración de este
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momento de parte del conjunto que recibe las consecuencias de esta enorme
descomposición económica, que esencialmente son los seres humanos que producen o
quieren hacerlo, es decir, está planteado más que nunca, no el fin de las ideologías, no el
fin de las contradicciones, no el fin del socialismo sino la necesidad de abrir paso a la
extinción de este régimen cada vez más brutal sobre la base de la apertura de una nueva
realidad social. Y esta es un poco la conclusión a la que nosotros llegamos luego del
desarrollo que dimos a lo largo de la materia. Bueno hoy llegamos hasta acá.

Desgrabado por D.B.

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