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Historia de los Sistemas Económicos
Teórico Nº 11, 19/06/07
Cátedra: Rieznik
Profesor: Daniel Sierra
Unidad VI - La historia como presente ¿adonde vamos? – Crisis mundial en el
umbral del siglo XXI
financieros. La cual se ha colocado por encima de los propios Estados y ha superado los
procesos de enfrenamientos nacionales, es decir, como que se ha liberado, esa nueva
burguesía, que son grandes grupos económicos que intervienen a escala internacional,
de la propia atadura a sus Estados y, por lo tanto, al no estar atados a esos Estados, ha
disuelto la posibilidad de arbitraje de esos Estados, los grandes capitales y las masas. Lo
cual plantea una segunda realidad, que es el hecho de que prácticamente existe una
necesidad de adaptación a esa realidad, porque no existe, de parte de las masas y de las
luchas económico-reivindicativas, ninguna posibilidad de obtener ninguna solución
porque es un contexto frente al cual las entidades políticas nacionales prácticamente no
pueden resolver nada. Como que los Estados se van disolviendo y, por lo tanto, la
política mundial va quedando cada vez más en manos de grandes grupos económicos
que superan esas contradicciones nacionales. Y al superar esas contradicciones
nacionales se va estableciendo un orden de evolución económica más pacífico. Se
eliminaría así las posibilidades de conflictos entre un Estado y otro y habría un
crecimiento sin límites a escala mundial. Es decir, es la teoría que la gran concentración
de capital en manos del capital monopólico, en vez de agudizar las contradicciones, las
va a limitar. Y esta forma de considerar al capitalismo no es algo nuevo sino que esta
consideración ya fue planteada por la socialdemocracia y fue uno de los elementos por
lo cual consideraban que una política de intervención reformista, e incluso de no atacar
al imperialismo, a diferencia de lo que se plantea desde las posiciones del leninismo, era
una forma de generar las condiciones materiales para que en un determinado momento
se diera vuelta la situación prácticamente en forma incruenta. Porque, cuando menos
eran los grupos que dominaban la economía, menores iban a ser los procesos de
enfrentamiento y de crisis.
Entonces, la primera teoría es una teoría de orden, de equilibrio y que elimina la etapa
abierta en 1917 por la Revolución Rusa, aún cuando no haya ningún elemento histórico
que demuestre que el capitalismo se haya podido instaurar en forma definitiva en
ninguno de esos países que hoy son parte de ese proceso de restauración y de
integración al nuevo orden económico mundial. Es una concepción que tiene por objeto
presentar que no solo no hay contradicciones sino que se ha abierto el mejor de los
mundos, un cuadro de desarrollo que el socialismo no pudo resolver y, por lo tanto,
eliminar el planteamiento de la revolución mundial. Esta es la idea fundamental que da
origen a la tan conocida teoría de la globalización.
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degenerados y se da de esa manera, primero, porque los países del llamado campo
socialista son la expresión de ese proceso general que les da origen, y en segundo lugar,
porque las burocracias de estos Estados, desde muy tempranamente estaban vinculadas
a la economía internacional en un punto de subordinación al imperialismo mundial. Ese
proceso se da por elementos políticos y económicos, es la integración de la URSS a la
Sociedad de la Naciones, después la adhesión a los pactos que se producen en la
segunda posguerra; la distribución de áreas de influencia; el planteo de la coexistencia
pacífica; la integración a la carta de las Naciones Unidas; los pactos a partir de allí con
el imperialismo mundial, como los de Helsinki u otros, que va armando un proceso de
reconocimiento y de interrelación de la burocracia estalinista con el imperialismo
mundial, partiendo del reconocimiento del derecho internacional como valedero para las
relaciones entre las naciones, es decir, partiendo del reconocimiento del libre cambio, de
la propiedad privada, del sostenimiento de la política y de la legalidad capitalista a
escala internacional. Ese proceso, además, esta ligado a la idea de que se podía
desenvolver una sociedad, basada en un Estado obrero y el socialismo, en el cuadro de
una división ajena a una expansión internacional de la revolución, es decir, la idea de
que se pudiera desenvolver el socialismo en una economía nacional, que las
peculiaridades nacionales de la URSS le iban a permitir, por sus recursos y la capacidad
de su población, etc, desenvolver el socialismo. Esa teoría es la que desenvuelve la
burocracia estalinista a partir de 1924 en adelante y que se expresó en la entrega de la
revolución en Alemania, en China y los distintos fenómenos que vimos a lo largo del
cuatrimestre, que plantearon después de la Segunda Guerra, una política de coexistencia
pacífica e implicaban, al mismo tiempo, un cuadro de endeudamiento, para resolver el
estancamiento de su desarrollo económico, de parte de los Estados obreros respecto del
imperialismo. Es decir, que en un contexto progresivo, cuando estamos llegando a la
década del ’70 existe un entrelazamiento muy agudo entre la economía armada por la
burocracia estalinista en los Estados obreros, subordinada alas imposiciones planteadas
por el capital a escala mundial. Cosa que por un lado era inevitable y que por otro lado
tiene que ver con este proceso de integración que lleva adelante la burocracia como
parte de lo que históricamente representa, es decir, que como mediadora, para resolver
sus intereses particulares de prebendas materiales y sociales, entre el Estado obrero y el
imperialismo, necesitaba, necesariamente, ir avanzando hacia un proceso de
restauración capitalista. Esto es lo que efectivamente plantea Trotsky en La revolución
traicionada y analiza, en 1936, cómo el fenómeno que se está dando en la URSS
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todavía eso no ocurrió, porque avanzar sobre esa realidad implicaría provocar
fenómenos de desintegración económica de las masas que realimentaría otra vez un
proceso de revolución social. Y acá viene otra vez la contradicción entre el triunfo o no
triunfo de la restauración capitalista.
Lo mismo ocurre en un economía que hoy a parece como un gran eje de la economía
mundial que es la economía China. Si en la economía China se hubiera impuesto un
proceso de restauración capitalista profundo y terminal, cientos de millones de
trabajadores tendrían que haber sido expulsados de las fábricas y de los campos, de los
recursos económicos más elementales, de las posibilidades de acceder a gastos sociales,
educación y salud y esto hubiera provocado un fenómeno de crisis y rebelión social, que
hoy existe en China como una realidad, pero, que todavía, justamente por esa situación,
no se ha producido. Hoy el fenómeno de ocupación capitalista de China no supera el 10
o el 15% de su mercado interno, vuelve a ser el fenómeno de ocupar una tercera parte
del mercado mundial un problema que todavía no está resuelto de parte del mercado
mundial. Porque ir en ese sentido implica un fenómeno, no de orden, sino, de crear un
cuadro de catástrofe política y social de proporciones que puede alterar el llamado
nuevo orden mundial, que no es tal de una manera definitiva.
Es decir, que en realidad, al analizar el proceso de caída del muro de Berlín nosotros
partimos de señalar, que con todo lo contradictorio que es, no fue una derrota sino que
fue un triunfo de las masas, y esto ha generado todo tipo de discusiones porque implicó
el derrumbe conjunto del imperialismo y de la burocracia estalinista a manos de las
masas más allá de la conciencia política que de es proceso las propias masas pudieron
haber tenido al momento en que avanzaron en el derrumbe del muro de Berlín. Esto
implicó la caída de esa política de convergencia y armó una nueva realidad llena de
contradicciones y en donde, en realidad, la unificación Alemana implicó integrar al
principal proletariado europeo a un proceso de crisis y revoluciones junto con el resto
del proletariado alemán. Es decir, un fenómeno general que abre un proceso, no de
orden y progreso, no un proceso de estancamiento de los levantamientos y crisis
sociales, sino, de revolución desde el punto de vista político y social.
De esta manera, la crisis que se abre en el ’70 implica no el cierre de una etapa sino la
confirmación de una etapa abierta en 1917. Porque, a treinta años de desenvuelto el
proceso de la globalización, la realidad es que los problemas que estaban planteados
para ser resueltos por un nuevo orden mundial, lejos de haberse resuelto, se han
agudizado muchísimo más.
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Y esto tiene que ver con el hecho de que el proceso de expansión de crédito y de
expansión productiva después de la destrucción de la Segunda Guerra, a fines de la
década del ’60, entra en un proceso de estancamiento definitivo. Hay un cuadro de
nueva crisis de sobreproducción, de déficit comercial de parte de EE.UU. y que lleva a
producir la devaluación de dólar, que había sido impuesto a partir de 1944 como un
patrón de valorización internacional en lugar de las reservas en oro, y por lo tanto, atar a
toda la economía mundial a los vaivenes, a favor o en contra, del desarrollo económico
que tuviera EE.UU. que, además, pone en crisis el orden de control institucional que se
abre después de la Segunda Guerra Mundial. Después de esta guerra, por efecto, por un
lado, de la ocupación militar y económica de EE.UU. del resto del mundo, se produce la
reconstitución del capitalismo en base a la intervención y la inversión norteamericana.
Ese proceso siguió con la constitución de organismo internacionales que actuaban en
función de regular esa nueva economía mundial, en una política de coexistencia con la
burocracia soviética, de parte del sector del imperialismo más importante y ganancioso
después de la Segunda Guerra, que son la declaración del FMI, del Banco Mundial, de
organismo de control de precios, es decir, una política que en función de tomar las
enseñanzas de los procesos anteriores se planteaba tener un desenvolvimiento
económico y político internacional, dirigido, organizado, controlado y en progreso.
El primero, frente a la crisis de sobreproducción que estalla a finales de los ’60, en
violar todas esas instituciones y ordenanzas es el propio imperialismo norteamericano,
con la devaluación del dólar, lo que implica la disolución del papel de control monetario
de parte del FMI, con la desaparición, después, de la relación entre el dólar y el oro y,
por lo tanto, evitando la convertibilidad de las monedas que tenían el resto de las
naciones del mundo a un valor más o menos ordenado. Y, por lo tanto, lejos de ser un
factor de apertura de un nuevo orden internacional, en esa crisis, el propio imperialismo
norteamericano fue un factor de desastre de ese orden económico y político
internacional abierto a partir de la Segunda Guerra.
La crisis que se produce con la devaluación del dólar a partir de 1967 y el fin de la
convertibilidad del dólar con el oro a partir del gobierno de Nixon produce la
desintegración de esta estructura económica internacional, se desvalorizan las
economías internacionales y provoca la crisis energética y del petróleo de 1973 en
adelante. Termina con la época en la cual los productores de petróleo pueden producir a
bajo costo, para alimentar, por ejemplo, ese proceso económico nuevo que se abre
después de la destrucción económica de la posguerra, porque, deberían producir cada
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vez más para obtener cada vez menos, porque, la moneda internacional en la cual se
comercia es el dólar y motiva el ascenso de precios del petróleo. Comienza a darse un
fenómeno de agotamiento de la economía europea que justamente depende de las
compras que hace en el mercado mundial de petróleo. Este fenómeno que abre la crisis
del petróleo y la crisis energética lleva también a un cuadro de estancamiento de las
economías periféricas y es esta época la del fin definitivo de toda idea de desarrollo de
una industria de sustitución de importaciones. Porque comprar los insumos, comprar la
energía, en un contexto generalizado de crecimiento de los precios, implica la
imposibilidad absoluta de desenvolverlo.
Comienza a darse la aparición, en las metrópolis, de un montón de capitales que no
encuentran donde ser invertidos y de productos manufacturados que no encuentran
donde ser vendidos y esto provoca el fenómeno de la especulación financiera, es decir,
promueve el fenómeno de la colonización sobre la base de la expansión el crédito de
una manera histórica como nunca antes se había desenvuelto. Y esto se establece a
partir de un acuerdo internacional en 1975 en la ciudad suiza de Basilea, donde el
conjunto de los bancos centrales del mundo establecen una política común de salida a
esa crisis de sobreproducción. Y este sería el comienzo de este nuevo orden mundial
que ordenaría el desarrollo económico sin conflictos ni problemas. Ese acuerdo lo que
establece es que van a ser los bancos centrales de cada uno de los países los que
absorban los posibles fenómenos de crisis y endeudamiento fueran públicos o privados
y a partir de ese momento se desenvuelve una furiosa política de especulación
financiera internacional, porque son los tesoros nacionales los que va a dar cuenta de los
sostenimientos de las deudas, sean estas estatales o privadas. Y al final de ese proceso
de acuerdo y de ese cuadro general que estamos mencionando es que se desenvuelve
todo el contexto global que lleva, a las naciones latinoamericanas en particular, a una
proceso generalizado de endeudamiento público y privado. Después vamos a ver que en
el caso de Argentina eso fue coronado con la conformación, en el medio de la dictadura
militar, del plan económico de Martínez de Hoz. Entonces, en este período, lo que en
realidad sucede, es un fenómeno de desenvolvimiento inaudito de capital ficticio que,
sin embargo, requiere de un proceso constante de valorización que está cada vez más
lejos de la producción económica real. Entonces, cada vez más se depende de la
burbujas financieras y de los mercados emergentes que se puedan crear y cada vez más
se asienta en realidades económicas absolutamente volátiles. Es la aparición de lo que se
conoce como mercados emergentes, de los cuales uno de ellos fue la Argentina con toda
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menos de cierto progreso, en referencia a los demás. Por lo tanto, la gran expresión
desde el punto de vista político y social de la globalización, es hacer pasar el fin de las
condiciones económicas y reivindicativas que obtuvo la clase obrera mundial en los
últimos cincuenta, sesenta años, y en particular aquello que el capitalismo tuvo que dar
después de la Segunda Guerra Mundial, terminar con el llamado Estado de bienestar,
que no era nada del otro mundo pero que implicaba una política de parte del Estado de
dar una salida a la crisis que se había abierto con las masas como consecuencia de la
barbarie de la guerra. Este proceso de volver atrás y de comenzar un ataque a las
condiciones de la fuerza de trabajo, de contratendenciar la caída de la tasa de ganancia
yendo contra el salario y la ocupación, hay otras no, pero fundamentalmente la idea es
que las masas que aportan el 2% del costo empresario sean las que entreguen el
conjunto de las soluciones sobre la base de su superexplotación. Y este proceso
comenzó en primer lugar en los países imperialistas. Y quienes lo expresaron desde el
punto de vista político fueron Thatcher y Reegan y luego ese fenómeno fue instalado en
los países de la periferia en forma generalizada.
La segunda cuestión, es que, para desenvolver un proceso de salvataje de estos capitales
sobrantes e hiperconcentrados se ha ido a un fenómeno de especulación financiera de
características también históricas. Y la contracara, la robótica, que era a lo mejor la
expresión de este nuevo mundo, de la tercera revolución industrial, con nuevas formas
de producción absolutamente mecanizadas, que iban a sacar a la clase obrera de las
fábricas y convertirla en excluidos y que solamente iban a estar incluidos aquellos que
formaban parte de un fenómeno de educación que tuviera que ver con esta tercera
revolución industrial. Esto implica, en realidad, que se acaba con la producción robótica
en forma generalizada, porque a diferencia de un obrero, un robot requiere una
determinada cantidad de insumos que no se puede modificar. A partir de la necesidad de
atacar profundamente a las condiciones de trabajo, la flexibilización laboral, a un robot
no se lo puede flexibilizar y, por lo tanto, comienza un proceso general de desactivación
de la economía robótica. Y empieza, otra vez, haber un proceso importante de
incorporación de mano de obra en la producción de todas las fábricas del mundo, en
particular en aquellas que desenvolvieron el modo de trabajo llamado toyotista. Y el
fenómeno de robotización en Japón a retrocedido enormemente, mucho más en Europa
y en EE.UU. Hay que avanzar en un proceso que contratendencie la caída de la tasa de
ganancia y eso implica aumentar la cantidad de plusvalor que se le puede sacar a la
fuerza viva de trabajo, porque lo otro implica aumentar en forma sistemática y
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permanente el peso del capital fijo. Si bien puede aumentar la plusvalía relativa y así la
capacidad de competencia, como es una economía internacional, a escala del
capitalismo mundial esa economía cada vez produce menos beneficios para el
capitalista. Por lo tanto, lo que se produce, junto con el ataque de las condiciones de
vida de las masas, es un fenómeno de expansión enorme de la inversión especulativa y
del desarrollo de grandes capitales y grandes inversiones de capital ficticio que
requieren de un ataque mayor a esas condiciones, además de una incorporación general
de las economías de los Estados al servicio de valorizar esas inversiones. Entonces, el
tema no es solamente el del endeudamiento externo, que implica quitarles a las
economías endeudadas riqueza producida real, sino, de generar un mecanismo constante
de explotación económica. Y es el mecanismo que genera la deuda externa la cual
nunca termina de ser pagada bajo ninguna circunstancia y establece condiciones
sistemáticas de expoliación económica que van abriendo paso a la privatización de la
economía.
Este proceso de privatización, ahora los que estamos acá podemos ver el resultado con
cierta sorna, pero cuando comenzó hace más o menos veinticinco años existía un
consenso generalizado de que el fenómeno de entregar lo que eran recursos
fundamentales del Estado y, no solamente eso, sino áreas enteras de la vida social de la
población a recursos privados. Esto, se decía, que iba a implicar un progreso y se lo
decía sobre la base de la barbarie que implicaba el derrumbe económico de la economía
de los “treinta gloriosos” y el fin de la economía de la posguerra. Entonces, lo que
aparece como necesidad es, de parte del capital, en un contexto de crisis, de convertir en
negocio lo que hasta ese momento era un servicio en términos que en general usaba la
población. Hacer una negocio de aquello que era una acción del Estado para mejorar la
economía de la población, de aquello que era un derecho o una conquista. La idea era
transformar todo lo que no es negocio a un negocio rentable para recuperar la caída
sistemática de la tasa de ganancia. Hacer rentable hasta lo que nunca se pensó que iba a
ser así. Y esto implicó grandes procesos que ofrecen, a nivel mundial, no elementos de
equilibrios sino de crisis. El primero de ellos es la privatización de una conquista,
después de la Segunda Guerra, que se fue expandiendo a nivel mundial, como
consecuencia de encontrar una salida por parte del imperialismo a las rebeliones y
planteos de la población, y es el tema de la seguridad social. El primer gran elemento de
privatización es entregar la seguridad social al negocio del capital, que no tiene nada
que ver con la acción productiva. En este caso el capital se queda con un salario
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cuales son los “conocimientos productivos sociales básicos” son aquellos que tiene el
manejo básico de la economía, es decir, los empresarios, los que establecen cual va a ser
la orientación de esa educación son los empresarios. Y, entonces, se imponen las
pasantías, etc. Esta realidad de una integración económica privatista de la educación
implica, no un subsidio, sino, una integración en el peso que tienen los grandes grupos
económicos en las masas de características brutales, porque, son los que establecen la
orientación y son los que establecen quién aprueba y quién no, aún cuando exista una
formulación de orden estatal formal sobre el tema de la educación. Si, ese progreso es
una formación sistemática, constante, barata y sin límite de mano de obra, no solamente
barata, sino, muy sumisa porque aprueba el que aprueba con todos los cánones de esa
integración entre educación y la economía.
Otro fenómeno es el de la ocupación del conjunto de los recursos fundamentales de los
países atrasados, y entonces el tema de la deuda externa no fue algo en sí mismo sino
que fue el negocio de quedarse con los activos con los cuales las economías periféricas
establecían la posibilidad de obtener aquellos créditos. El caso de Argentina es típico
porque a partir de 1976, lo que es el proceso de la globalización, arma salidas
económicas basadas en la manipulación monetaria, en la especulación financiera y en la
expansión del crédito. Eso fue la conformación del plan económico de la dictadura hasta
ahora, y primero se produjo el fenómeno de endeudamiento y después, sobre la base de
una deuda que no tenía otra realidad que la del proceso de desequilibrio económico que
todos ustedes conocen, se produjo el fenómeno de la especulación sobre esa misma
deuda. Por ejemplo, la expansión monetaria a partir de colocar en el mercado bonos de
la deuda externa que se vendían para financiar un Estado que estaba endeudado. Esos
bonos, que eran comprados en el mercado mundial por los mismo que habían hecho el
negocio adentro, afuera no valían nada pero ingresados a la Argentina valían el 100% de
su valor nominal, por lo tanto, la privatización por parte de grandes grupos económicos
internacionales, que se quedan con el petróleo, la energía, las comunicaciones, el
transporte, etc, de naciones enteras, se hizo sobre la base de ninguna inversión sino
sobre la base de entregar a cambio títulos desvalorizados de una deuda que había
formado parte de la salida económica de la crisis de los ’70 de ese mismo sector del
gran capital. Es decir, eso es lo que genera en la llamadas economías emergentes, no
solo que se hundan rápidamente sino un proceso de polarización social que tiende a
crear situaciones de enfrentamientos económicos y sociales inevitables. Y esto es lo que
produjo finalmente la política de la deuda externa y de la convertibilidad en Argentina y
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imperialismo mundial para ver hacia donde va ese proceso de la economía armada por
el imperialismo norteamericano en su ensamble con la economía China.
Y esto tiene que ver con el hecho de que el contexto general de inversiones, por
ejemplo en EE.UU. tiene que ver con un fenómeno de inversiones extranjeras sobre
todo europeas y japonesas, que van a tomar los títulos de la deuda norteamericana que
es la más alta del mundo, o a la especulación inmobiliaria, o a inversiones que se hacen
en la economía norteaméricana porque las condiciones son favorables para un montón
de capitales que no encuentran, por ejemplo, dentro de la economía china un lugar como
para poder intervenir al mismo nivel que EE.UU.. Si se quebrara todo ese entramado
que involucra a todos estos países imperialistas, el fluir de capitales que establece una
salida al agotamiento económico, al déficit fiscal norteamericano, a la deuda externa
norteamericana, provocaría el derrumbe de la economía yanqui y ese proceso generaría,
otra vez, una crisis financiera internacional superior a la de 1930. Es decir, que estamos
en un contexto mundial en el que se han profundizado las condiciones para el avance de
las crisis, las revoluciones, las guerras y los procesos de enfrentamiento a escala
internacional. Y esto lo está expresando con claridad el problema que hay en torno a
Medio Oriente y el fenómeno que está planteado en toda la guerra que desenvolvió el
imperialismo y la OTAN, llevando adelante esa política a partir de la invasión de
Afganistán, de Irak, la posible invasión de Irán, etc, etc, y que es todo un gran cordón,
además, para intervenir sobre la economía China y para intervenir sobre lo que queda de
la Federación Rusa. Esta situación, por lo tanto, cancela la idea de que estamos en
presencia de un proceso de estabilidad política y económica internacional y demuestra
la falsedad del cuadro teórico que se ha armado en estos últmos veinticinco años sobre
el “fin de la ideologías” y el “fin de la historia”. Y se reabre el problema de la
revolución y la contrarrevolución como uno de los problemas sustanciales que está
viviendo la sociedad actual.
Por último, la situación que está planteada en la propia realidad presente de la
Argentina, demuestra que el proceso que se ha abierto es profundamente agudo y
convulsivo y que efectivamente lo que ocurrió en el 2001 es la rebelión, el agotamiento
de las fuerzas productivas en el contexto de desocupación, precarización laboral,
endeudamiento y extranjerización de la economía nacional, es decir, procesos de
esquilmar al conjunto de los sectores, no solamente de la clase obrera, como lo expresó
el fenómeno de expropiación de los ahorros de la clase media y del derrumbe del plan
de convertibilidad. Y esto no es solamente la expresión de un momento porque el
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momento de parte del conjunto que recibe las consecuencias de esta enorme
descomposición económica, que esencialmente son los seres humanos que producen o
quieren hacerlo, es decir, está planteado más que nunca, no el fin de las ideologías, no el
fin de las contradicciones, no el fin del socialismo sino la necesidad de abrir paso a la
extinción de este régimen cada vez más brutal sobre la base de la apertura de una nueva
realidad social. Y esta es un poco la conclusión a la que nosotros llegamos luego del
desarrollo que dimos a lo largo de la materia. Bueno hoy llegamos hasta acá.