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Reflexiones
Delitos sexuales y estado de derecho
Los delitos sexuales definen un campo de trabajo interdisciplinario que recibe las miradas desde
distintas disciplinas: derecho, medicina legal, psicología, sociología, etcétera. Ante la cantidad de
injustos sexuales de gravedad que la realidad nos muestra a diario, surge la necesidad de realizar
formulaciones de diagnósticos para definir políticas o estrategias de intervención frente al
problema; es decir, detectar y resolver determinados conflictos de índole sexual que derivan en
injustos penales, buscando paralelamente encontrar respuestas eficientes, prácticas e inmediatas
con un doble fin: eludir la revictimización del ofendido en un injusto penal dándole un nuevo rol
participativo en los procesos judiciales y, como contrapartida, lograr eficiencia en el
esclarecimiento de los hechos evitando la impunidad del delito. Si la cifra negra, es decir la
relación entre la criminalidad real y la registrada estadísticamente, es alta para los delitos en
general, alcanza su punto máximo en torno a los delitos contra la honestidad, donde según
investigaciones recientes, por cada caso denunciado de abusos sexuales -en especial en niños-
hay que contar con cincuenta casos no denunciados.
En el orden nacional interno, un informe de la provincia de Córdoba señala que sobre unas 300
denuncias anuales de abusos sexuales (promedio) en esa jurisdicción, casi el 70% de los
hechos habían sido cometidos sobre menores de edad; en el 45% de los casos denunciados, los
menores víctimas tenían entre 13 y 17 años y el 84 % de las víctimas eran de sexo femenino; en
cuanto a los victimarios, el 45% eran allegados o parientes de las víctimas
Como surge a lo largo de sucesivos años, efectivamente, es significativamente muy bajo el índice
de denuncias de los delitos sexuales, siendo de destacarse que el número real de chicos víctimas
es muy superior por la tendencia -por temor o por pudor- a no denunciar estos hechos. A la luz
de los datos estadísticos derivados de la labor de los médicos forenses del Poder Judicial de la
ciudad de Rosario, se observa que durante el año 1998 el 51,8 % de los casos de abuso sexual
está representado por víctimas menores (entre 1 y 17 años), en 1999 el porcentaje sube al 81,2
% y en el año 2000 -contando solamente hasta el mes de agosto- representaba el 68,5 %.
En los casos de víctimas menores de edad con el agravante de padecer violencia familiar, la
niña capaz de expresarse no se atreve a denunciar los abusos sexuales que padece, en especial
cuando el autor de los mismos es el padre. Sin embargo, acerca de la verdadera incidencia se ha
dicho que una de cada cuatro niñas y uno de cada ocho niños serán abusados sexualmente antes
de llegar a los 16 años Si no se denuncian sino unas pocas violaciones de las que ocurren en la
realidad, este "silenciamiento"alcanza mayor expresión en la violación en el matrimonio,
debido a una tendencia a minimizar este tipo de violencia dentro de la pareja cuando no a
legitimarla, por el peso de patrones culturales y sociales dominantes según los cuales esa relación
mediante la fuerza no sería una "violación".
Pero donde el silenciamiento llega a su expresión máxima es en los casos de niños de muy corta
edad o bien de víctimas de abusos sexuales iniciados en la fase de lactancia o en la
inmediatamente posterior, en una etapa en la que el niño aún no está capacitado para expresarse
La victimología ha ayudado a profundizar el conocimiento de la incidencia del delito y de hechos
catastróficos en la vida de las personas afectadas.
Entre los muchos aportes brindados por la victimología, me permito extraer algunas
conclusiones que pueden resultar de interés: a) Se distingue la víctima directa de la indirecta. b)
Las personas que rodean al ofendido no son simples espectadores del delito. c) El hecho
intencional ocasiona un trauma mayor. En este sentido, los delitos sexuales involucrados en la
violencia familiar más frecuentemente son los que causan el mayor daño intrapsíquico: más
todavía cuando el delito proviene de quien la víctima menos lo espera: el cónyuge, la madre, el
padre, el abuelo, etcétera. d) La ofensa desencadenada por el propio hecho delictivo conduce a
una victimización primaria. e) La existencia a su vez de factores de riesgo -que predisponen a
una persona a convertirla en víctima de un injusto sexual- añade información útil a la hora de
crear programas y acciones encaminadas a prevenir nuevos hechos.
El sistema de justicia criminal refleja las hipótesis centrales del sistema jurídico, una de cuyas
premisas básicas es la que enseña que los negocios deben conducirse dentro de un marco
adversarial. La revisión de esta preparación de los operadores del campo jurídico, aparece como
una necesidad en el marco de lograr un encauzamiento normativo adecuado en la problemática
de los injustos sexuales.
Finalmente, resta decir que el presente artículo no pretende circunscribirse a una determinada
materia específica, es de textura abierta, con carácter interdisciplinario, de allí que las ideas que
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