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Tacto1

Heidegger declara: “La piedra es sin mundo. La piedra se encuentra, por ejemplo,
sobre el camino. Nosotros decimos: la piedra ejerce una presión sobre el suelo. Y con ello
"toca" la tierra. Pero lo que allí llamamos "tocar" no es de ninguna manera tantear. No es la
relación que mantiene una lagartija con una piedra cuando se recuesta sobre ella bajo el sol.
A fortiori ese contacto de la piedra y del sol no es el tacto que experimentamos cuando
nuestra mano reposa sobre la cabeza de un ser humano. [...] La tierra no está dada ni en
cuanto apoyo para la piedra ni en tanto lo que la sostiene a la piedra. [...] La piedra, en su
ser de piedra, no tiene absolutamente ningún acceso a alguna otra cosa entre las cuales se
presente en vistas de alcanzar y de poseer esta otra cosa en cuanto tal.”2
¿Por qué, entonces, el acceso estaría determinado a priori bajo el modo de la
identificación y de la apropiación de la “otra cosa”? Cuando toco otra cosa, otra piel, y este
contacto o este tacto está en juego, y no un uso instrumental ¿se trata de identificar y de
apropiar? ¿Al menos se trata en primer lugar y exclusivamente de ello? O incluso ¿por qué
habría que determinar a priori el “acceso a” como la modalidad necesaria de un hacer-
mundo y de un ser-en-el-mundo? ¿Por qué el mundo no estaría también a priori en el ser-
entre, en el ser-en-medio y en el ser-contra?3 ¿En el alejamiento y en el contacto sin
“acceso”? ¿O sobre el umbral del acceso? (Y este a priori sería idénticamente el a posteriori
del mundo material, el agenciamiento indefinido de umbral en umbral, de lo uno a lo otro,
cada uno al borde de la otra, a la entrada, sin entrar, delante y contra la signatura singular
expuesta sobre el umbral.)

1
N. de la T.: en francés, el significante “toucher”, que aquí traducimos por tacto, también puede ser leído
como la forma infinitiva del verbo “tocar”. Esta ambigüedad significante aparece a lo largo de todo el
ensayo. En adelante, elegiremos la traducción que nos parezca más adecuada según nuestra lectura del
contexto.
2
Les Concepts fondamentaux de la métaphysique [Los conceptos fundamentales de la metafísica], trad. D.
Panis, París, Gallimard, 1992, p. 293. Sobre el “tacto” [N. de la T.: “toucher”] en general, descubro
demasiado tarde para hacer uso de ello que sin duda sigo algunas vías paralelas a las de Jean-Lois Chrétien,
“Le corps y le toucher” [El cuerpo y el tacto], en L´Appel et la Réponse [La pregunta y la respuesta], París,
Minuit, 1992.
3
N. de la T.: Nancy hace aquí una distinción significante que en el castellano no procede según los mismos
rasgos. Donde escribimos “ser-entre” y “ser-en-medio” Nancy escribe “être-parmi” y “être-entre”
respectivamente. Tanto “parmi” como “entre” se traducen por “entre”, pero el primero se utiliza delante de
un sustantivo en plural o de un nombre colectivo y el segundo solo en referencia a dos personas o cosas.
¿No sería preciso que hubiese no-acceso, impenetrabilidad, para que haya también
acceso, penetración? ¿Que entonces haya no-sentido o, sobre todo, fuera-de-sentido para
que hubiera sentido? ¿Y que en este sentido la piedra y la lagartija estuvieran también en el
circuito del sentido, tal y como yo, supuesto Dasein, soy también piedra y lagartija, no en
virtud de alguna parte o aspecto subalterno, sino según el allá (aquí) de mi ser?
O incluso: aquí Heidegger no determina más que negativamente el “tacto”4 de la
piedra sobre la tierra. No es la relación de la lagartija que se calienta, y todavía menos la de
una mano posada no sobre una piedra, sino sobre una cabeza humana. Por eso mismo es
muy notable que Heidegger introduzca así primero el sol y una comunicación de calor que
sin embrago la lagartija no espera para tener lugar, y a continuación, y sobre todo, un orden
de “tacto” enteramente diferente, no solamente humano, sino a la vez solemne y bendecidor.
La verdad del “tacto” se establece a través de una suerte de ascensión o de asunción “solar”.
Esta triple escena es absolutamente platónica en la acepción más unilateral y “metafísica” del
término. Para el hombre, en definitiva, no es aquí cuestión de caricia. Pero una pose
hierática y paternal substituye de manera fraudulenta una caricia por una armadura.
Todo se descubre en la expresión “la tierra no está dada para la piedra”. Aquí el don
no se piensa más que en cuanto don para, finalizado y significante significando muy
precisamente la tierra, con todos sus valores de apoyo y, más allá, de proximidad, de
enraizamiento y de habitación, de propiedad. ¿Y si el “don para” fuera aquí tomado
erróneamente por el “don puro”?5 ¿Si de hecho fuera en contra de una liberalidad, de una
generosidad y de una “espaciosidad” más arcaicas del “don”? ¿Si el “don” inicial, pero
un “don” sustraído a la "donación", incluso a pesar de que esta fuera intencional, debiera
enunciarse así: piedra sobre la tierra, y tierra en cuanto “ruta” (via rupta, ruptura, apertura
y también ya toda la techné de la circulación, del intercambio), ruta que ya distribuye la
tierra en lugares, lugares que ya reciben la piedra, de modo indiferente, ciertamente a modo
de herida para un pié o de parapeto para un insecto, para un hilo de agua, pero también a
modo de simple lugar ocupado sobre el suelo, cargado de sombra, de recorte de espacio,
don inasignable, don perdido como don, don sin deseo que encarar, sin deseo por percibir ni
por ser recibido en cuanto “don”...?
4
N. de la T.: “toucher”.
5
N. de la T.: hay aquí una similitud significante que el español no refleja convenientemente. “Para” se
escribe en francés “Pour”; “puro”, “pur”. Fonéticamente ambas palabras solo difieren en la articulación
vocálica: [u:] y [y] respectivamente.
Evidentemente, Heidegger omite el peso (¿el pensamiento?) de la piedra que
solamente rueda o aflora sobre el piso, el peso del contacto de la piedra con la otra
superficie y, a través de ella, con el mundo en cuanto red de todas las superficies. Omite la
superficie en general, que acaso no viene “antes” que el rostro sino que todo rostro es
también, necesariamente. Con relación a la cabeza sobre la cual él quiere posar una mano de
patriarca,6 Heidegger olvida primero que ella también tiene la consistencia y en parte la
naturaleza mineral de una piedra. Omite la exposición de superficies a través de las cuales,
inagotable, se agota singularmente con relación a la venida.
La piedra, sin dudas, no “tantea” (betasten) (como se dice de manera después de
todo vulgar con la connotación indiscreta, exploratoria, de un “palpar”). Pero toca, o toca à:
transitividad pasiva. Es tocada, sin diferencia.7 Entelequia bruta del sentido: está en el
contacto, diferencia y diferancia absoluta. Hay diferencia de lugares es decir, lugar, dis-
locación, sin apropiación de lo uno por lo otro. No hay “sujeto” y “objeto”, sino ubicaciones
y lugares, desvíos: mundo posible, ya mundo.
Sin ello, sin esta impalpable reticulación de contigüidades, de contactos tangenciales,
no habría mundo: sin los juegos (instersticios, intervalos, escapes) de un ser-à
desmultiplicado, en el que la à vale menos como una franca oposición al en que como el
sentido derivado, librado por el en. “En sí”, la cosa está “à” sus proximidades, próximas y
muy lejanas otras cosas, porque las hay plurales.
Que el en-sí, tomado absolutamente, es “abstracto”, solamente y unilateralmente
presente, tal es el principio generador de toda la lógica hegeliana es decir, de la primera
lógica que se despliega en cuanto lógica del sentido y no solo de la verdad (a pesar de que
resiste a su propio proceso de anulación en verdad infinita). Así, la piedra de Heidegger
todavía es solamente abstracta y no es la piedra concreta, no es el concreto-de-piedra que no
es tal solamente cuando la piedra es motivo de tropiezo, lanzada o manipulada por o para un
sujeto. Precisamente, lo concreto está antes o después del objeto y el sujeto. Ciertamente, la
piedra concreta no “tiene” un mundo (pero la fórmula de Heidegger es ambigua: “la piedra
es sin mundo” se puede comprender como “no tiene mundo” o como “no está en el mundo”)
pero la piedra no está menos en el mundo bajo la modalidad del à que al menos es el de la
6
Y que corresponde exactamente casi hasta la caricatura a lo que Derrida a podido localizar bajo “La
main de Heidegger” [La mano de Heidegger] en Psyché, París, Galilée, 1987.
7
N. de la T.: ambigüedad significante. Donde escribimos “sin diferencia” Nancy escribe “pas de difference”
que puede interpretarse tanto como “sin diferencia” o bien como “paso de diferencia”.
arrealidad:8 extensión de aire, espaciamiento, distancia, constitución “atomística”. Decimos
que la piedra no está “en” el mundo: sino que es mundo.
Sin embargo se dirá que el mundo de la piedra, o el mundo-piedra, no sabría ser el
“todo de significancia”. Pero la significancia lo que yo llamaría la “pasibilidad de
sentido” tiene ella misma su condición (¿existencial?) en el desvío a través del cual en
primerísimo lugar hay mundo. El mundo es pasible de sentido, es esta pasibilidad, debido a
que en primer lugar es según esta desviación, digámoslo todavía otra vez, “atomístico”. Sin
duda, ello implica de derecho que la apertura de una “comprensión” del sentido esté en
relación con la apertura de la arrealidad concreta. ¿Estoy en vías de sugerir que alguna cosa
de la “comprensión” retorna a la piedra misma? Que no se tema aquí ningún animismo,
ningún panpsiquismo. No se trata de consentir una interioridad a la piedra. Pero la
compacticidad misma de su dureza impenetrable (impenetrable para ella misma) no se define
(precisamente se de-fine)9 más que a través del desvío, la distinción de su ser esto, aquí (“La
piedra está, es decir, es esto o aquello, y en cuanto tal está aquí o allá” dice Heidegger como
si redujera “ser / estar” a la simple cópula de atribución). Esta discreción, que se podría
llamar cuántica tomando prestada de la física la discreción de cuanta materiales, hace el
mundo en cuanto tal, el mundo “finito” pasible del sentido.
Ningún animismo, todo lo contrario. En cambio una “filosofía cuántica
(«atomística», «discreta») de la naturaleza” queda por ser pensada. Pues la diferancia del à-
sí, según la cual hay apertura del sentido, está inscripta en el mismo “en-sí”. Corpus: todos
los cuerpos, los unos fuera de los otros, hacen el cuerpo inorgánico del sentido.
La piedra no “tiene” sentido. Pero el sentido toca la piedra: incluso se choca con ella,
y eso es lo que nosotros hacemos aquí.

II

En un sentido, pero qué sentido, el sentido es el tacto.10 El ser-aquí, lado a lado, de


todos los seres-allá (seres arrojados, enviados, abandonados en el allá).

8
N. de la T.: escribimos "arrealidad" para traducir el significante "aréalité".
9
N. de la T.: escribimos "de-fine" para traducir "de-finit". Tal vez una traducción más apropiada para retener
la estructura significante hubiera sido "de-termina", ya que "finit" es la tercera persona del singular del
presente del modo indicativo del verbo "finir", que significa "finalizar, terminar". Hemos preferido conservar
la referencia al "fin".
10
N. de la T.: “toucher”.
Sentido, materia formándose, forma haciéndose firme: exactamente el desvío de un
tacto.11
Con el sentido hay que tener el tacto de no tocarlo demasido. Tener el sentido o el
tacto: la misma cosa.

11
N. de la T.: traducimos por “firme” el significante “ferme”, que también puede leerse como “granja”, y que
incluso se puede referir a los decorados de teatro montados sobre bastidores. Cabe notar, además, que aquí y
en la siguiente ocurrencia "tacto" se halla significado con el sustantivo "tact", que se refiere indistintamente
a la sensación del tacto y a la discreción en el trato, y no con la forma infinitiva verbal "toucher".

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