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La televisión educativa y la equidad en la educación

Roberto Palmitesta D.

Miércoles, 8 de agosto de 2001

Desde que se estableció en muchos países la gratuidad y la


obligatoriedad en la educación básica, se tiende a pensar que existe una
equidad en el trato hacia los distintos sectores de la sociedad, que
permitiría un acceso indiferenciado y no clasista a todos
los niveles de la educación. Pero se sabe que no es así,
pues aún en la educación formal una familia pudiente no
sólo puede financiar la entrada de sus hijos a los mejores
colegios privados, sino enviarlos a las mejores
universidades del mundo desarrollado. La educación
superior gratuita, sin distingo de clases, y el plan Plan
Mariscal de Ayacucho son dos medidas que compensan un
poco esas inequidades, pero -aún así- persiste el hecho de que los
colegios privados permiten una mejor enseñanza, por sus mayores
recursos didácticos, profesores mejor pagados y una mejor disciplina
interna, sin contar la menor pérdida de clases en las huelgas y
manifestaciones típicas de los institutos públicos.

Un enfoque modernista de la educación ha insistido últimamente que los


medios audiovisuales e informáticos podrían salvar esas diferencias, al
permitir que todos los que quieran aprender tuvieran acceso a
excelentes clases televisadas o cursos interactivos por computadoras.
Sin embargo, nuevamente resulta que los sectores de mayores recursos
tienen una ventaja considerable, al poder sufragar el costo de la
televisión educativa -generalmente por el sistema satelital -- o de los
equipos y tarifas de los sistemas computarizados, que implican una
porción sustantiva de los ingresos familiares, especialmente si se trata
de gente con un nivel mínimo de educación y/o entrenamiento, y por lo
tanto que devenga salarios cercanos al mínimo.

Actualmente, con la entrada de televisión por cable al país, ya operan


múltiples canales tanto educativos como culturales, tales como
Discovery, Mundo, History, People and Arts, Animal Planet, National
Geographic, Discovery-Kids, Travel, además de ciertos buenos
documentales disponibles en otros canales, especialmente los de países
europeos. Lo positivo es que casi todos vienen adaptados al idioma
español, aunque las narraciones y diálogos traducidos a veces dejan
mucho que desear, por ser realizados a través de traductores que no
conocen la materia o con deficiencias en la redacción

Lo ideal sería que estos materiales educativos fueran accesibles a toda


la población, de lo contrario se estaría añadiendo un nuevo factor de

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inequidad entre las familias de amplios recursos y la mayoría de la
población -quizás las dos terceras partes- que apenas puede sufragar su
manutención básica. Sería muy deseable, entonces, que el gobierno
tratara de democratizar el acceso a estos servicios, pues no se trata de
simples lujos como lo sería un costoso libro ilustrado o un profesor
privado, sino medios de comunicación masiva, que deberían estar
accesibles a todos los grupos sociales, si realmente se quiere insistir en
la equidad de los servicios educativos, que nadie duda son los mejores
instrumentos para mejorar la calidad de vida de todos los sectores, y en
especial los de menores recursos. Muchos -como el suscrito- insisten en
que la reducción de la pobreza puede tener en los medios audiovisuales
y computarizados su arma más efectiva, ya que permitirían no sólo el
acceso a una mayor cultura general de la población sino una nivelación
de conocimientos al tener todos los jóvenes el acceso libre a la misma
calidad y cantidad en la información recibida. A través de estos
sistemas, todo el mundo vería el mismo material didáctico, y sólo el
interés y la habilidad para asimilar los conocimientos impartidos harían
una diferencia entre los usuarios. Naturalmente, si el acceso a estos
medios está supervisado por un educador o un familiar culto, se tendría
también la orientación necesaria para aprovechar debidamente dichos
materiales y convertir los conocimientos en conceptos y datos útiles
para aplicarlos a su debido tiempo y así convertirse en elementos útiles
para la sociedad.

En ciertos países latinoamericanos como México, Costa Rica, Brasil,


Argentina y Chile, estos medios pedagógicos se están tomando en serio
desde hace algunas décadas, y se tienen modestos programas de
difusión pública de materiales audiovisuales e informáticos, que al
menos permiten un amplio acceso a los mismos, con los efectos
benéficos que ello representa. Por algo son los países latinos más
avanzados de Latinoamérica -a pesar de sus fallas- lo cual debería dar
una pista a los demás sobre el camino que deberían tomar, en lugar de
considerar a estos medios sólo como un lujo apto para las clases
pudientes. Es evidente que en Venezuela no se los ha aprovechado
adecuadamente, ya que poco se ha hecho en este campo, aparte de los
esfuerzos pioneros del antiguo Ministerio de Educación a través de su
división de Tecnología Educativa, los programas didácticos de la
Universidad Nacional Abierta, y los dispersos programas de distribución
de materiales audiovisuales a cargo del Conac.

En años recientes, el esfuerzo más positivo ha sido


delegado -curiosamente- al Arzobispado de
Caracas, que ha tratado de aprovechar el canal 5
para convertirlo en un verdadero canal cultural,
coordinando la obtención y transmisión de
materiales educativos. De hecho, este canal -conocido como ValeTV -

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transmite toda una serie de documentales culturales, mayormente
centrados en las ciencias naturales, la historia y la geografía. Pero
-aparte de algunos cortos hechos en el país- casi todos provienen de
otras naciones, introduciendo un nocivo elemento de transculturación,
no sólo por las traducciones deficientes sino porque los contenidos
muestran generalmente la cultura y los logros de países avanzados. El
joven tiende a pensar que casi nada de bueno proviene de la civilización
iberoamericana, y que estamos supeditados a la cultura proveniente de
países anglosajones o noreuropeos. El idioma también se va
adulterando, debido a la influencia de materiales torpemente adaptados,
aunque el lado positivo sea el de facilitar el aprendizaje de idiomas
extranjeros. En fin, hay todo un bagaje de alienación y baja autoestima
implícito en la importación masiva de materiales de otras latitudes.

Quizás un esfuerzo encomiable en el sentido correcto ha sido el


realizado por el canal de Historia (History Channel ), el cual -dentro de su
programación regular- ha intercalado cuatro horas diarias -dos en la
mañana y dos en la tarde- de una televisión realmente educativa, con
materiales elaborados en Norteamérica pensando específicamente en el
público latinoamericano. Con todas sus fallas, y junto con la excelente
hora matutina de "Discovery en la Escuela", y otros cortos de Discovery
Kids, son los programas mejor adaptados a realizar una labor didáctica
dentro de la juventud, y aunque van dirigidos a un público general,
muchos de los conocimientos son bastante avanzados y son interesantes
incluso para un estudiante o graduado universitario.

Actualmente, y en forma urgente, lo mejor que podría hacer el estado


venezolano, sería publicitar mucho más dentro del sistema educativo los
escasos programas culturales de la televisión pública, especialmente en
los canales 5 y 8, e inclusive motivar a los profesores a grabar y utilizar
en monitores ubicados en las escuelas los materiales transmitidos por la
televisión satelital, algo que no estará contraviniendo ninguna ley ya
que no se haría con fines de lucro. Todavía mejor sería que las
autoridades educativas puedan persuadir a los poseedores de los
derechos para retransmitirlos por ValeTV, o incluso por el canal 8 y los
canales comerciales, para que sean accesibles a todo el público, sin
distinción de clases o región geográfica. Esto, si se desea aprovechar los
recursos televisivos disponibles sin hacer un costoso esfuerzo de
producción propia, el cual sólo sería factible siempre si se pensara en un
sistema de tv-educativa latinoamericano, financiado por todos los países
de centro y sudamérica. Y, en cuanto a la democratización de los
recursos informáticos -ya abundantes incluso en español- debería
implementarse el tan reiterado plan de tener computadoras en cada
escuela y liceo, con acceso al Internet y la disponibilidad de selectos
cursos en discos compactos, pero siempre con una orientación

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profesoral para que los jóvenes -con su natural curiosidad o interés
errático - no se desvíen hacia materiales malsanos o irrelevantes.

En fin, si realmente estamos convencidos que el deseable cambio social


es un proceso que pasa a través de una educación eficiente, es hora de
aprovechar al máximo todo material educativo que se pueda divulgar,
democratizando el acceso a estos medios, con el fin de no sólo de
mejorar la enseñanza pública sino culturizar a amplios sectores de la
población y así ayudarles a elevar su nivel de vida. Estas medidas, junto
con una mejoría sustancial del sistema educativo formal -público y
privado- harán sentir sus efectos a mediano y largo plazo y contribuirán
sustancialmente a la esperada lucha contra la pobreza, que no puede
dar resultados concretos y visibles a menos que se le conceda la
necesaria prioridad a la educación. De lo contrario, en poco tiempo
estaremos engrosando las filas de los países del cuarto mundo, a pesar
de nuestra riqueza petrolera y minera, o los ambiciosos planes de los
gobernantes de turno.

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TELEVISIÓN EDUCATIVA: SU EFICACIA Y SUS PRETENSIONES.

Francisco Martínez Sánchez.


Universidad de Murcia.
1.- ¿Existe realmente una Televisión Educativa o toda la
televisión es educativa?

A la hora de comenzar a leer un trabajo que gira entorno a un concepto


concreto, la primera pregunta que nos surge es la de saber que significa
para el autor ese concepto.

Si nos encontramos dentro de un ámbito teórico, esta necesidad parece


casi evidente pero por el contrario, cuando la idea sobre la que versa el
trabajo es un concepto más o menos generalizado y tangible esa
necesidad ya no parece tan imprescindible.

Si pretendo escribir sobre televisión parece claro de que voy a hablar.


Podríamos pensar que todos entendemos lo mismo por este término. Si
a televisión uno educativa no parece que añada ningún tipo de problema
conceptual. A priori podríamos pensar que todos entenderíamos lo
mismo por televisión educativa.

Creo que estaría lejos de la realidad si aceptase esa premisa previa.

Comenzaré por el principio.

El principio debe ser, a mi modo de ver, si el ámbito sobre el que


pretendo reflexionar existe o no existe, y en el caso de que sea una
realidad, donde se ubica y cuales son sus límites.

La televisión, en tanto que medio de comunicación masivo, comparte


con todos ellos la trilogía de principios que, por repetida, se acepta como
definitoria de este tipo de medios: Formar, informar y entretener. No
entraré a analizar cada uno de estos cometidos, estaría fuera de los
objetivos de este trabajo, pero si creo necesario matizar el primero de
ellos por la proximidad que puede tener al tema que nos ocupa.

Formar, dar forma lo entendemos como el proceso mediante el cual se


modela algo en base a unos criterios establecidos. Si aceptamos el
término formar, referido a los medios de comunicación, como sinónimo
de educación, tendríamos que aceptar que no es que exista una cosa
que se llama televisión educativa, es que toda la televisión es educativa.

Podría parecer que estamos ante una función próxima a la que puede
ser la de la educación y la enseñanza, en tanto que proceso

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intencionado, pero a mi modo de ver la distancia que existe es muy
significativa.

Cuando en los medios masivos se habla de formar, consciente o


inconscientemente, se está haciendo referencia a la idea de formar una
opinión en base a la información facilitada, información que,
inevitablemente, ha de ser subjetiva, lo que impide la posibilidad de que
el receptor cree sus propios significados con los elementos significativos
facilitados por el medio.

Por el contrario la acción formativa, entendida desde la educación,


pretende el mismo objetivo, pero poniendo a disposición del sujeto que
se forma instrumentos de análisis, estrategias de pensamiento y fuentes
de información diversas que le permitan establecer su propia escala de
valores y significados.

Simplificando mucho, los medios tienen que ver con la imposición de


unos contenidos y con ellos unos significados y la educación trata de
desarrollar capacidades intelectuales y sociales que hagan posible que
de forma individual, cada sujeto asigne significados a lo que le rodea.

No sólo no hay coincidencia sino que diría hay oposición.

Llegado a este punto me vuelvo a plantear la primera parte de la


pregunta que encabeza este apartado. ¿Existe realmente una Televisión
Educativa?

Existe unos desarrollos del medio televisión que, de forma genérica, se


denominan Televisión Educativa, y que responden al perfil de ser
acciones que utilizan el sistema tecnológico de la televisión, en tanto
que canal y medio de comunicación y que tienen una intencionalidad
educativa en el sentido escolar, dando lugar a unos procesos singulares
y muy diferentes de los presénciales, por lo que no deben confundirse
estas aplicaciones de la televisión con la incorporación de la misma al
aula, confusión que nos lleva a plantearnos la segunda parte de la
pregunta inicial.

¿Toda la televisión es educativa? Evidentemente la televisión, como


cualquier medio de comunicación que mediante un código establecido,
(tanto por similitud como por convención), contiene información
relevante con relación a cualquier tema, puede ser utilizada dentro de
un diseño curricular concreto con intenciones educativas. Esta
afirmación dista mucho de que generalicemos diciendo que la televisión,
por sí misma, puede ser educativa. Es el contexto en el que se inscribe
lo que le da sentido y significación pedagógica, no el medio.

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Tratando de concretar diré que existen unas acciones con intención
educativa que utilizan la tecnología de la televisión para salvar la
distancia que separa a los alumnos de los centros convencionales de
formación y que a estas acciones se las denomina Televisión Educativa.
En segundo lugar, y como algo totalmente distinto a lo anterior, todo
programa de televisión puede ser educativo en la medida en que se
incorpore, conscientemente y con las funciones didácticas que se le
asigne, a un diseño curricular concreto. Esta segunda apreciación deja
fuera, como veremos mas adelante, la televisión en tanto que canal en
sentido estricto.

Tenemos por tanto dos formas de entender el concepto de Televisión


Educativa y, por tanto, dos formas de contemplar sus peculiaridades y
características desde la Pedagogía.

Si analizamos las dos con perspectiva podemos encontrar su


justificación última en razones tecnológicas y la confusión terminológica
en el hecho de utilizar la misma denominación para dos tecnologías de
la comunicación que teniendo algo en común, son distintos.

Utilizamos el termino televisión tanto para referirnos al sistema de


transmisión y recepción de imágenes y sonidos sincrónicos a distancia
como para el sistema de reproducción y visualización de imagen y
sonido mediante VTR, si bien últimamente y de forma incorrecta se esta
generalizando el uso del término vídeo para la denominación de este
último.

Evidentemente se trata de dos medios que si bien tienen algunos


elementos tecnológicos coincidentes son comunicativamente muy
distintas.

Al hablar de Televisión Educativa, generalmente, nos referimos a los dos


sistemas tecnológicos y con ellos a las dos aplicaciones didácticas.

Veamos cada uno de ellos.

2.- Cómo canal/sistema de enseñanza.

Comenzaré por la Televisión Educativa entendida como sistema de


enseñanza a distancia y que responde a planes perfectamente
diseñados de formación reglada, en campos concretos del conocimiento
y que utiliza el medio televisión como un instrumento más para tratar de
aproximarse a los alumnos.

Como decía, en este caso la televisión trata de superar la distancia física


entre emisores y receptores, a la vez que acerca determinados

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contenidos. Esta idea de Televisión Educativa tiene que ver con la
enseñanza a distancia y todo lo que conceptual y metodológicamente
ello significa. Desde este uso educativo adquiere todo su significado y
justifica plenamente su incorporación al aportar sus capacidades
comunicativas y de superación de distancias físicas.

2.1.- Los sistemas de Televisión Educativa.

Los sistemas de Televisión Educativa se han desarrollado, básica y


originariamente, para tratar de atender a una población muy dispersa
físicamente, numerosa y en lugares donde los recursos económicos no
permitían o no aconsejaban el establecimiento de unos sistemas
presénciales, pretendiendo mejorar los sistemas convencionales de
enseñanza a distancia, conocidos y utilizados desde que su creador, San
Pablo, los institucionalizó por medio de sus epístolas. (Tiffin y
Rajasingham, 1.997)

Se trató y aún hoy en parte se trata de sistemas planificados,


formalizados de enseñanza, que vienen a complementar
organizativamente los sistemas escolares presénciales y que permiten
acceder a la enseñanza a sujetos que, o bien tendrían que utilizar los
sistemas convencionales de la enseñanza a distancia, con las
limitaciones que los mismos tienen, o no podrían hacerlo sin este medio
tecnológico.

Estamos por tanto ante sistemas complementarios y no sustitutorios de


los sistemas presénciales.

Pretendiendo de conocer mejor este sistema de enseñanza, trataré de


hacer una revisión del mismo desde tres aspectos complementarios:

a.- Sus funciones.

b.- Características formales.

C.-Objetivos.

a.- Sus funciones.

a1.-Con relación a las situaciones geográficas.

La primera función de la Televisión Educativa es, como decía más arriba,


la de facilitar el acceso a la enseñanza formal a sujetos que, por razones
fundamentalmente geográficas, no pueden asistir a los centros
presénciales.

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Este criterio general tiene algunas ampliaciones que, pudiendo parecer
diferentes, son extensiones del primero.

Una función de la Televisión Educativa relacionada con la situación


geográfica tiene que ver no tanto con los alumnos como con los
profesores. La puesta en funcionamiento de un sistema presencial
generalizado con niveles de calidad aceptables no siempre es posible,
no solamente por las limitaciones económicas de los países, sino por la
falta de profesionales docentes formados adecuadamente. Si se unen las
dos variables nos encontramos antes sistemas escolares que, en un
número significativo de sus centros, se apoyan en profesionales con una
muy escasa formación pedagógica, y que precisan de un importante
apoyo en el desarrollo de su función, a lo que hay que unir la escasez, en
estos centros, de medios didácticos. En estas situaciones, la Televisión
Educativa, facilita un apoyo didáctico y material al profesor, el cual pasa
a cumplir una función de tutor o consultor. La Telesecundaria mexicana
puede ser un ejemplo de lo que digo.

a2.-Con relación a las situaciones sociales.

Una segunda función de la Televisión Educativa tiene que ver con la


situación social de las diferentes comunidades, tanto desde el punto de
vista económico, como cultural o personal.

La atención a las necesidades educativas de grupos sociales minoritarios


es otra de las funciones de este sistema de enseñanza, haciendo posible
el acceso a contenidos singulares de colectivos que por medio de los
sistemas formales no sería posible. Comunidades religiosas, grupos con
cultura singular, sujetos que por razones personales (fisiológicas,
familiares, etc.) no pueden asistir a los centros presénciales, etc., son
algunos de los grupos humanos que son atendidos desde la Televisión
Educativa. En muchas ocasiones se trata de un complemento del
sistema presencial.

a3.-Con relación al acceso a enseñanzas muy específicas.

Una última función de la Televisión Educativa tiene que ver con los
contenidos. La oferta de contenidos muy específicos, que interesan a
grupos minoritarios y muy dispersos es, en estos momentos, la función
que está adquiriendo un mayor desarrollo con la incorporación de redes
telemáticas unidas a la televisión convencional.

La necesidad de una actualización profesional continua exige poder


disponer de una oferta de formación profesional muy específica y
permanente que de respuesta a la demanda. Los "alumnos" de esta
Televisión Educativa son profesionales dispersos por la geografía, no sólo

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de un país, sino de un continente. Se trata de "alumnos" que disponen
de un horario muy reducido, que están muy motivados para aprender y
que precisan unos contenidos muy concretos. Todos estos factores
unidos hacen que sea la televisión el medio de comunicación que les
permita obtener respuesta a sus demandas. Ejemplo de esta función de
la Televisión Educativa pueden ser los sistemas de formación de
profesores en Chile por TELEDUC o algunos desarrollos de la Universidad
Virtual del Instituto Tecnológico de Monterrey en México.

b.- Características formales.

El segundo aspecto de la Televisión Educativa tiene que ver con


cuestiones formales de la misma y que, posiblemente, sean lo más
visibles externamente.

La televisión, como cualquier medio de comunicación, tiene unas formas


de presentar sus contenidos, su información. Formas que van desde los
aspectos semánticos, de significado, a aspectos estéticos o de forma
material. La Televisión Educativa, en la medida en que comparte con la
televisión sus peculiaridades técnicas, no puede evitar compartir las
materiales, lo que, si bien la condiciona, también le permite poder
cumplir algunas de sus funciones específicas.

b1 -Formas de difusión:

Una primera característica tiene que ver con las formas de difusión. La
televisión puede ser en directo o en diferido. La Televisión Educativa,
puede igualmente emitirse en directos, con el profesor (presentador,
ponente, entrevistado, etc.) en el estudio en el momento de la emisión o
bien producir el programa para su posterior emisión.

Cada una de estas posibilidades tienen implicaciones con relación a las


posibilidades metodológicas y a las características e intereses de los
"alumnos".

A la emisión en directo se suele unir la posibilidad de la interacción en


tiempo real con el profesor. Digo se suele unir conceptualmente, ya que
de hecho no deja de ser sólo una posibilidad técnica, sin ningún tipo de
posibilidad real. Pueden montarse demostraciones que ponga de
manifiesto esta virtualidad de la Televisión Educativa en directo pero sin
que sirvan para demostrar nada real. Incluso añadiría que la posibilidad
de la interacción de la Televisión Educativa en directo encierra una seria
contradicción conceptual con la idea de la Televisión Educativa. No
puede diseñarse un sistema de enseñanza que entre sus objetivos figura
el de atender a una población importante y dispersa y, a la vez,

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pretender que esa misma población pueda interactuar en tiempo real
durante la emisión de la clase con el profesor.

Esta posibilidad técnica tiene todo su valor en los sistemas de


teleconferencias, sistema de enseñanza que nada tiene que ver con la
Televisión Educativa.

Otra peculiaridad de la televisión educativa en directo es la "frescura" de


las presentaciones y la posibilidad de la improvisación e incorporación
inmediata de contenidos o decisiones metodológicas en base a la
novedad o demanda. Por el contrario la realización es poco flexible
debiendo ajustarse a un guión previamente decidido.

La televisión educativa gravada y posteriormente emitida tiene la


virtualidad de la flexibilidad durante su realización, permitiendo tomar
decisiones sobre la totalidad del programa y sobre cada uno de sus
aspectos mientras se está en esa fase. Por el contrario queda
"bloqueado" una vez concluido. La flexibilidad se extiende a la
posibilidad de emisiones parciales de programa, a la recuperación de
imágenes concretas, a la repetición de partes que se considere
significativas, etc. así como a su emisión repetida las veces que se crea
oportuno.

B2-Formas de presentación:

Otra cuestión técnica que tiene que ver con la Televisión Educativa, y
que repercute en su función pedagógica es la forma de presentar la
información, la forma de presentar los contenidos.

Básicamente existen dos modelos. El primero trata de reproducir el


espacio escolar presencial, en tanto que el segundo trata de hacer un
programa de televisión.

La Televisión Educativa entendida como una sustitución de la enseñanza


presencial, lleva en muchas ocasiones a presentar por este medio el
espacio del aula que trata de aproximar a los alumnos, haciendo uso de
la clase magistral, llegándose a gravar clases presénciales para su
posterior inclusión en una programación de Televisión Educativa.

Si bien puede parecer en un principio que esta posibilidad entra en


contradicción expresiva con el medio desde un punto de vista
pedagógico puede tener todo su significado y valor en aquellas
situaciones donde lo importante son los contenidos, bien por su
especificidad y nivel, o bien por la persona que los presenta. Me refiero,
como puede deducirse, a cursos de muy alta especialización donde la
motivación y las necesidades comunicativas están mas que suplidas por

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el interés del "qué" y "quién" del cuestionario de Lasswell. Por el
contrario, cuando no se den estas circunstancias, esta forma de
presentación no parece la más adecuada.

En el otro extremo de las posibilidades expresivas está el uso de los


sistemas de presentación propios del medio televisivo. Este
planteamiento se acerca mas a lo que debe ser la coherencia entre el
medio utilizado y la forma de presentación o "código" utilizado.

La utilización de los recursos expresivos del medio para captar la


atención, focalizar el interés, motivar, etc. son algunas de las
posibilidades de esta forma de presentación. Por el contrario se puede
correr un doble riesgo. De un lado la posibilidad de trivializar
excesivamente los contenidos en aras de una presentación mas
"televisiva" y de otro el que el receptor-alumno, adopte la actitud de
estar viendo un programa de televisión y no un programa de Televisión
Educativa, cuestión esta última sobre la que volveré más adelante.

Esta forma de presentación tiene su mayor interés en las situaciones en


las que es necesario captar la atención y simplificar el proceso de
adquisición de los contenidos, tanto como consecuencia de la
complejidad en su relación con el nivel sobre el que se pretende actuar,
como con el desinterés inicial que por los mismos pueden tener los
alumnos.

B3-Interacción: Materiales complementarios.

Ya me he referido a la interacción, pero creo que es necesario retomar la


idea en este momento. Dice Virilio (1.997, 48) que "... la interactividad
es el fin de la televisión". Posiblemente tiene razón al referirse al medio
televisión, pero si nos limitamos a la manifestación de esta que
denominamos Televisión Educativa, la afirmación del pensador francés,
no sólo no sería exacta, sino que no sería posible.

Un proceso educativo, independientemente del sistema que se elija, ha


de ser inevitablemente interactivo, bien con el profesor, o los
contenidos, o la aplicación de estos, o la conducta propia, o con todos
ellos a la vez.

La interacción debe interpretarse como un tipo de proceso comunicativo


en el que el emisor de un mensaje recibe una respuesta singular y
acorde con las demandas planteadas. Es en la singularidad y
originalidad de la respuesta donde radica su diferencia con otras
situaciones comunicativas.

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Si afirmaba que la Televisión Educativa ha de ser interactiva y, un poco
más arriba, decía que esta posibilidad entra en conflicto con la idea de
tal televisión, puede parecer que me contradigo.

La Televisión Educativa no sólo son una serie de programas que se


emiten a una determinada hora, por un determinado canal y de acuerdo
a una programación preestablecida. Esto es la parte más espectacular y
visible de este sistema de enseñanza a distancia.

Para que la Televisión Educativa pueda ser denominada como tal debe
completarse con otra serie de medios que le permitan adaptarse a las
necesidades singulares de los diversos alumnos, a la par que le faciliten
a estos el trabajo reflexivo, le permitan el estudio y le obliguen a una
participación activa en su proceso de aprendizaje.

Básicamente se trata de materiales impresos que acompañan a las


emisiones de televisión y que contienen, junto a un desarrollo de los
contenidos de los programas, propuesta de actividades a realizar,
materiales de autoevaluación, fuentes para la ampliación de los
contenidos presentados, etc... Materiales todos ellos que permiten un
cierto grado de interacción de cada uno de los alumnos, tanto con los
contenidos, como con los autores de los programas, o con su propio
proceso de aprendizaje.

Este tipo de materiales se les denomina complementarios sin que ello


signifique que complementan a los programas de televisión. La
Televisión Educativa es el resultado de las emisiones de televisión y los
materiales complementarios, sin ningún tipo de orden ni de prioridad.

En ocasiones, a estas posibilidades interactivas, se une la figura de un


profesor tutor, bien próximo, bien remoto y que empiezan a tener todo
su significado en los desarrollos telemáticos a los que referiré más
adelante.

C.-Objetivos.

Los objetivos más generalizados de la Televisión Educativas tienen que


ver bien con un intento de mejorar los sistemas presénciales, bien con la
ampliación física del sistema educativo formal.

Con relación al primer objetivo, ya desde mediado de los 70 se pudo


constatar el escaso impacto en la mejora de la calidad al incorporar a las
aulas presénciales la Televisión Educativa. (Tiffin y Rajasingham, 1.997)

Es en el intento político de la extensión física del los sistemas escolares


donde la Televisión Educativa tiene una más clara función.

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India, Niger, El Salvador, México, son alguno de los ejemplos que nos
pueden servir para ejemplificar este objetivo.

En todos los casos subyace la idea de favorecer el logro de una teórica


igualdad de oportunidades escolares, independientemente de la
ubicación geográfica o situación social de los individuos.

Posiblemente sea en este objetivo en el que se han logrado los mayores


éxitos y, también, los resultados que cuestionan la necesidad de la
Televisión Educativa como sistema de enseñanza a distancia.

Los resultados de la evaluación de la Telesecundaria mexicana,


concretamente en la zona del Popocatepetl, en la que alumnos que por
razones geográficas sólo recibían el sonido de los programas obtenía
mejores resultados que aquellos que recibían la imagen y el sonido,
ponen en entredicho el sistema como tal y un a modo de principio
didáctico que lo sustenta y que está por demostrar.

La justificación didáctica de la Televisión Educativa, mas allá de las


cuestiones de política, economía y sociología de la educación apuntadas
y al igual que buena parte de los medios audivisuales se apoya en
afirmar que cuanto mayor sea el número de sentidos por los que se
recibe una información más fácilmente puede ser entendida y
aprendida.

No hay ninguna demostración experimental que apoye tal principio,


mientras que si lo hay de lo contrario. No por que existan más canales
sensoriales implicados en un proceso de comunicación este se "mejora"
desde el punto de vista educativo. Las capacidades perceptivas y de
atención humanas son limitadas y la dispersión sólo comporta
debilitamiento. Sólo en la medida en que la información recibida por los
diferentes sentidos sea significativamente complementaria para el
receptor la diversidad será útil. El ejemplo de Popocatepetl, entre otros,
así noslo confirma

El que este principio no demostrado sea un objetivo didáctico de la


Televisión Educativa puede parecer que pone en evidencia el sistema,
pero creo que, por el contrario refuerza las funciones de política
educativa del mismo y el objetivo de facilitar una oportunidad educativa
a sectores de población con problemas de la naturaleza de los
apuntados anteriormente, más allá de la singularidad didáctica de la
televisión.

Dicho todo lo anterior podríamos en este punto diferenciar entre


televisión cultural, televisión educativa y televisión escolar, ya que se
utilizan con frecuencia como sinónimos y, si bien todas ellas gozan de

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algunos elementos comunes, son más los que las diferencian. No entraré
a hacer una justificación profunda de esta diferenciación, no creo que
sea pertinente, pero por el contrario si lo creo necesario para que se
tenga una idea clara de que estamos hablando. En el cuadro adjunto he
resumido mi forma de entender cada una de estas manifestaciones de la
televisión.

TELEVISIÓN EDUCATIVA:

T. Educativa:

Contenidos extracurriculares con relación al sistema escolar.

Objetivos pedagógicos.

Planteamientos didácticos.

T. Escolar:

Contenidos curriculares propios del sistema escolar.

Objetivos pedagógicos.

Planteamientos didácticos.

REQUIERE:

Predominio del diseño didáctico sobre el diseño televisivo.

Secuenciación flexible. (Hacer posible una cierta participación de los


usuarios en su estructura).

Medios y materiales complementarios.

Difusión previa de la temática y contenido a emitidos.

Medios y materiales complementarios.

Difusión previa de la temática y contenido a emitir.

Dirigido a un público concreto y predefinido.

TELEVISIÓN CULTURAL:

Contenido amplio.

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Objetivos de divulgación y entretenimiento.

Planteamientos propios de la televisión.

Se completa en sí misma.

2.2.- La evaluación de la Televisión Educativa.

Hablar de un modelo de acción didáctica incluye dentro de él la


evaluación, no como una acción finalista, sino entendida como una fase
del modelo que ayuda a tomar decisiones.

La Televisión Educativa no puede ser algo diferente y por ello obliga a


ver la evaluación como proceso singular que la aproxima y diferencia a
la vez de otros modelos didácticos.

Existe una tradición evaluativa en el campo de las aplicaciones


tecnológicas a la enseñanza que ha tenido una presencia constante en la
investigación sobre medios, y que si bien ha decaído en los últimos
años, aún sigue teniendo sus seguidores. La traigo pues como restos del
pasado más que como línea a seguir.

Se trata de evaluar la metodología en función del aprendizaje logrado y


comparar este con el obtiene con otro modelo didáctico,
fundamentalmente una clase magistral. Los resultados que pueda dar la
comparación no tienen mayor significado ya que como nos recuerda R.
Clark (1.984) se están comparando cosas muy diferentes y por tanto no
es posible, técnicamente, dicha comparación. Con cualquier sistema se
aprende, posiblemente de manera diferente, pero se aprende. La
pregunta por tanto no es cual es mejor si la Televisión Educativa o el otro
sistema comparado. La pregunta sería, que tipo de aprendizaje es
posible con la Televisión Educativa.

Existen otros aspectos del sistema de enseñanza del que venimos


hablando que, dada la singularidad de este, no podemos obviar.
Recientemente hemos concluido un trabajo de evaluación de la
Televisión Educativa Iberoamericana (Martínez y otros, 1.998) en el que
hemos contemplado buena parte de esos aspectos a los que me refiero.

La evaluación de los programas y los materiales que los acompañan, la


evaluación de los profesores-usuarios, de los alumnos, de los difusores,
etc., proporcionan criterios que tienen que ver con aspectos técnicos,
didácticos, económicos, políticos, estéticos, etc., ya que son todos ellos
juntos los que hacer la Televisión Educativa.

16
Todo lo dicho me lleva a concluir que, en nuestro caso, la evaluación
debe contemplar, por un lado, el tipo de aprendizaje que proporciona, y
de otro, los aspectos materiales que los configuran.

2.3.- Los nuevos modelos de Televisión educativa.

No puedo dejar de hacer referencia, antes de concluir este apartado, a


las nuevas tendencias en la televisión y, por extensión, a las nuevas
tendencias en la Televisión Educativa.

Si bien la televisión, en tanto que canal de comunicación, tiene la


peculiaridad de superar grandes espacios y permitir las comunicaciones
a grandes distancia, el hecho real es que esa capacidad no deja de ser
limitada cuando se utiliza para ello redes herdzianas. El empleo de
satélites de comunicaciones ha paliado en parte esa limitación, pero aun
y así la limitación existe.

El logro de la digitalización de la señal televisiva, la posibilidad de


comprimir esa señal y el desarrollo de las nuevas redes de
comunicación, todo ello unido a la proliferación de sistemas multimedia,
está permitiendo a la televisión iniciar un camino que, sin duda, tendrá
su proyección en la Televisión Educativa.

¿Que va a caracterizar a la nueva Televisión Educativa? Es muy


arriesgado hacer predicciones en un campo en el que la tecnología
cambia permanentemente y cada vez a mayor velocidad, pero pese a
ello me arriesgaré a hacerlo.

La Televisión Educativa que se ve en el horizonte tiene como primera


característica la globalización. La oferta surgirá de cualquier lugar del
planeta y podrá "consumirse" en cualquier otro. Esta posibilidad es sólo
teórica ya que no todos los países del mundo se encuentran en una
etapa de desarrollo tecnológico, no ya aproximada, sino ni en la etapa,
por lo que la oferta solamente podrá surgir de un número muy pequeño
de países, los cuales podrán imponer sus criterios educativos por este
medio.

Esta posibilidad amplia sensiblemente problemas culturales que


intervienen en el proceso comunicativo y de los que me ocuparé.

La segunda característica presumible tiene que ver con la flexibilidad. La


tendencia tecnológica está dirigida a que los programas que se desean
ver se depositen íntegros en los receptores multimedia y que el usuario
los visiones cuando considere oportuno y al ritmo que desee. Esta
posibilidad puede tener gran interés para nuestro ámbito de trabajo,
pero sobre sus consecuencias pedagógicas sólo podemos decir en este

17
momento que hará a la Televisión Educativa más flexible y le conferirá
una característica que, en la enseñanza a distancia, sólo era patrimonio
de los materiales impresos. Esta posibilidad permite la interacción real
del alumno con los programas de televisión

Pero las redes telemáticas y los sistemas multimedia aportarán a la


Televisión Educativa la posibilidad tecnológica de una interacción
permanente profesor-alumno, pudiendo este profesor estar situado en
cualquier lugar del mundo. He dicho posibilidad tecnológica, ya que
realmente no creo que ello sea posible ni deseable, tanto desde un
punto de vista profesional como pedagógico.

Con estas peculiaridades y alguna otra que por no extenderme en este


punto dejo en el tintero, se abre una nueva modalidad de la enseñanza a
distancia que yo denominaría como teleenseñanza ya que nada tiene
que ver con aquella tanto desde la contemplación de la distancia en
tanto que magnitud física y poco tiene que ver didácticamente, con
aquella.

Para terminar este apartado quiero hacer referencia a un problema que


la nueva situación traerá inevitablemente. La globalización de la oferta
lleva unido a ella un necesario control social de la misma, ya que
estamos hablando de educación y la educación, fundamentalmente ha
de transmitir valores y no todos los valores son admitidos por la
totalidad de la sociedad. No quisiera que lo dicho se entienda como la
necesidad de implantación de una censura educativa, se trata nada mas
y nada menos que de la necesidad de preservar los valores que cada
grupo social se ha dado, independientemente de cuales sean estos, tal
como hacen los sistemas educativos en todo el mundo hoy, "evitando" la
"contaminación" con principios que no corresponden al grupo.

3.- La Televisión Educativa como medio didáctico.

Tal como decía al principio, la segunda acepción de Televisión Educativa


es la que hace referencia a los programas de televisión, que en soporte
vídeo y rara vez en directo, son integrados dentro de diseños
curriculares de enseñanza presencial.

La televisión se transforma en un medio didáctico, en sentido estricto,


que es capaz de mostrar determinados contenidos con una forma de
representación diferente a las que utilizan otros medios, dejando de
interesar su peculiaridad de superación espacial entre profesor y alumno
y manteniendo el interés por los contenidos y la superación por esto del
espacio y el tiempo.

18
La Televisión Educativa, en esta acepción, no la hace el emisor, la
televisión la hace educativa el receptor, el usuario final,
independientemente de la estructura y la intencionalidad del emisor.

Si admitimos la idea de que, desde esta perspectiva, rara vez un


programa de televisión va a ser utilizado dentro de espacios curriculares
durante su emisión, tendremos que admitir que un programa de
televisión, no es, ni más ni menos, que un medio didáctico en manos de
un docente, que decide integrarlo dentro de un diseño curricular
concreto que él ha creado para una situación singular y en el que ha de
cubrir una función determinada que también él ha decidido, mas allá de
la idea con la que ese programa se realizó, pasando a sus manos el
control del mismo.

Si se asumen los criterios que apuntaba más arriba, debemos deducir de


ellos que la Televisión Educativa, en su segunda acepción, la hace
educativa el profesor, como usuario final y no la intencionalidad de los
emisores. Sólo en la medida en que exista un profesor y la emplee con
esa intencionalidad, integrándola dentro de un diseño curricular, la
Televisión Educativa existirá, de lo contrario su existencia es, cuando
menos, discutible.

Es el profesor quien hace que la televisión tenga carácter educativo,


significación y valor didáctico, independientemente de su estructura y
contenido. Se le puede facilitar esta tarea creando programas que se
aproximen a las posibles necesidades de los profesores, de forma que
puedan participar en la solución de los problemas didácticos, pero en
cualquier caso todo dependerá del profesor usuario final de este
producto.

Cualquier programa de televisión puede tener un valor educativo en la


medida en que se integre dentro de un diseño curricular, cumpliendo
una función concreta previamente definida por el docente, la cual
deberá ser evaluada al finalizar el proceso.

La televisión, en este caso, ha adquirido su valor didáctico por medio de


la acción del profesor. Un telediario en sí mismo no es educativo, la
televisión por sí sola no puede ser educativa, no reúne los elementos
necesarios para serlo, pero sí puede aportar elementos para
determinadas acciones educativas.

Todo lo dicho no debe interpretarse en el sentido de que todo los


programas que se emiten por un canal de televisión pueden, desde una
perspectiva didáctica, tener las mismas potencialidades. Es evidente
que determinados programas, por el tipo de contenidos, por su
estructura narrativa, por el lenguaje utilizado, etc. estarán más próximos

19
de los intereses escolares, entendidos estos en su acepción más amplia,
que otros que traten temas más lejanos.

Podría aceptar la posibilidad de establecer una programación de


carácter educativo, cuyo objetivo fuese facilitar a los docentes
materiales televisivos que, utilizando los recursos comunicativos de la
televisión, le aproximen temas que le son lejanos por diferentes razones,
pero estaríamos ante un sistema de distribución de materiales y no otra
cosa.

3.1.- De que hablo cuando hablo de medios didácticos.

En este punto y antes de avanzar es necesario que realice algunas


puntualizaciones sobre lo que, a mi modo de ver, debe entenderse en
estos momentos por medio didáctico.

El medio debemos entenderlo, de forma genérica, formado por dos


partes inevitablemente unidas. De un lado la máquina, lo material y de
otro, los programas, los contenidos. Ninguno de ellos por separado tiene
sentido.

Al incorporar cualquier medio de comunicación a la enseñanza debe


producir o debe ayudar a que se produzca, al menos teóricamente,
aprendizaje en los receptores, pero ello no significa que su incorporación
haya seguido criterios didácticos o haya tenido repercusión didáctica en
el diseño curricular en el que se insertó. El hecho de añadir un medio a
un diseño concreto no asigna a aquel el carácter de didáctico. Podríamos
argumentar que la intencionalidad educativa de su incorporación
transforma al medio de comunicación en medio didáctico. Es una
justificación muy pobre y que difícilmente se sostiene. La intencionalidad
no transforma ningún elemento de los que configuran al medio ni este
transforma el diseño en el que se inserta. Lo dicho no debe entenderse
como que este tipo de medios no colabore a la enseñanza, muy al
contrario estos medios, en cualquier situación en la que se contemplen,
siempre proporcionan a los receptores un determinado tipo de
información y por tanto pueden producir un determinado tipo de
aprendizaje. Pero un medio didáctico es otra cosa.

Al concepto de medio en general, el medio didáctico debe añadir, al


menos, dos características que le va a dar ese matiz de didáctico: En
primer lugar hay que añadir la necesidad de que el medio, por su
configuración, obligue al profesor a reflexionar sobre su realidad
educativa concreta y, como consecuencia de ello, descubrir cuales son
sus necesidades reales con relación a ese medio, que es lo que pide de
él, que lugar va a ocupar dentro de su diseño, que función va a cubrir y
cuales son las modificaciones metodológicas que tiene que introducir y

20
por tanto que tipo de previsiones debe considerar. Esto significa que el
medio, tal como llega a las manos del profesor, no puede o no debe ser
empleado por el profesor.

En segundo lugar en medio debe permitir hacer realidad los resultados


de la reflexión anterior, de tal forma que el profesor pueda realizar las
manipulaciones que considere oportunas con el fin de ajustarlo a sus
planes reales.

Por último hay que hablar de las aportaciones del medio como tal al
proceso comunicativo didáctico. Básicamente nos aporta una función
que tiene dos vertientes. Los medios ayudan a la superación de la
distancia física, distancia física entre los interlocutores (la Televisión
Educativa podría ser un ejemplo) o distancia física con los contenidos. Es
esta segunda acepción la que contemplaré a partir de este punto.

Dicho lo anterior veamos a la televisión como medio didáctico.

3.2.- La televisión como medio didáctico: Problemas previos a


considerar.

Si bien he dicho que el profesor hace a la televisión educativa también


es verdad que, la televisión condiciona la forma de hacer de aquél.

La televisión como medio de comunicación, tiene unas peculiaridades,


impone unas formas singulares que el docente no puede obviar y que en
ocasiones se olvidan.

La percepción que de la televisión tiene el alumno en el aula es la misma


que la que ha desarrollado a lo largo del tiempo dentro de su espacio
familiar. La televisión se asocia a situaciones de relajo y descanso.

El medio televisión es percibido por el alumno como un medio "fácil",


sencillo de decodificar y con el que por tanto es muy fácil aprender. Los
trabajos de Salmón (1.992), Cabero (1.993) así lo atestiguan. Según
estos estudios, el alumno, en función de su valoración didáctica del
medio, de las exigencias que, según su forma de entenderlo y valorarlo,
le va a imponer el medio para poder aprender con el, pone en
"funcionamiento" mayor o menor esfuerzo o AIME (Amount Investment
of Effort), como lo bautizó Salomón.

Este hecho nos obliga a pensar en algún tipo de actuación anterior a la


incorporación de la televisión al aula.

Las posibilidades de aprender por medio de la televisión, en tanto


persista una percepción del medio como medio sencillo y que no

21
requiere esfuerzo, son muy bajos, por lo que su "rentabilidad" didáctico
puede ser cuestionada.

Dos alternativas podemos plantear en este momento. En primer lugar


existe la posibilidad de sacar al alumno de esas creencias creando las
condiciones favorables para que tengan un cambio de actitud. El
procedimiento pasa por establecer exigencias con relación a los
contenidos que se presentan mediante este medio y sobre las cuales el
alumno está advertido previamente, bien por medio de unos materiales
que han de completarse con dichos contenidos, bien con exposiciones
preparatorias.

La otra posibilidad pasa por dar al medio una función meramente


motivadora. Esta función, la mas generalizada de las que los profesores
asignan a la televisión (Martínez, 1.992), Cabero, 1.998), si bien es una
de las que puede cubrir el medio, no creo que sea la más interesante, ni
tampoco aquella que tiene una mayor relación con las posibilidades
comunicativas y expresivas de la televisión. Asignar exclusivamente esta
función es empobrecer la rentabilidad del medio y cerrar otras
posibilidades, ya que las formas de uso iniciales van a permanecer a lo
largo del tiempo, planteando muy serias dificultades para su cambio.

Junto a esta cuestión de carácter psicológico, existe otra cuestión de


carácter comunicativo que tiene una gran importancia dentro del
proceso de integración de la televisión en los diseños curriculares.

Estamos ante un medio cuyos mensajes pasan en el tiempo, planteando


problemas el volver sobre ellos. Al igual que antes de la aparición de la
imprenta ocurría con la difusión de la información por medio de la
comunicación oral, la televisión es, en este momento, un medio no muy
favorecedor de la reflexión sobre sus contenidos por parte del receptor.
El hecho de pasar en el tiempo impide la posibilidad, necesaria para el
análisis personal, de volver sobre los contenidos las veces que se
considere necesario. Puede pensarse que con los sistemas de VTR esa
posibilidad existe. Efectivamente la posibilidad tecnológica existe pero
es prácticamente inútil dentro del aula, donde cada alumno podría pedir
la revisión de un momento diferente. En estos casos sólo es posible la
revisión según el criterio del profesor o de forma autónoma por los
alumnos en la biblioteca.

Si el pensamiento reflexivo, el análisis y valoración de los contenidos,


son objetivos que están en los fundamentos de la educación, la
televisión no parece el medio ideal para cooperar a su logro.

La integración didáctica de la televisión, independientemente de la


función que se le asigne dentro del diseño curricular en el que se

22
enmarque, obliga al profesor a crear los entornos necesarios para
superar estas importantes limitaciones psicopedagógicas, bien creando
un ambiente adecuado de atención, diseñando guías de observación de
los programas videográficos, desarrollando materiales impresos
complementarios distintos de los que hablé a la hora del hablar de la
Televisión Educativa, etc., sin los cuales este medio no tiene sentido, su
justificación didáctica muy cuestionable y su uso queda en una cuestión
anecdótica o de relajo, uso este último que podría entenderse en algún
momento concreto.

Sin dejar de tener importancia lo apuntado para la integración didáctica


de la televisión, creo que es en la evaluación de los contenidos recibidos
por medio de la misma donde deberíamos tener una mayor precaución.

La evaluación de cualquier tipo de contenidos, indiferentemente de cual


ha sido el canal por el que se han adquirido, se realiza por medio de un
proceso de verbalización, bien oral, en la menor de las ocasiones, o bien
escrito.

Cuando incorporamos la televisión como medio para la adquisición de


algún conocimiento, junto a lo ya apuntado, no debemos olvidar que, la
construcción de los mensajes que proporciona este medio no están
codificados y estructurados con códigos unívocos de interpretación,
estando basado sus sistemas de representación más en cuestiones de
carácter cultural, tradiciones y procesos perceptivos que en
convenciones previas y, en ningún caso se aproxima a como está
construido el lenguaje escrito.

La televisión no dispone de un código universal para la interpretación de


sus sistemas de representación, de lectura si se quiere, influyendo en los
proceso de codificación y decodificación un buen número de variables,
todas ellas significativas. La realidad personal, la tradición cultural, la
estética personal y/o de moda, la cultura, el entorno, capacidad
perceptiva, etc. son factores determinantes en los procesos de
construcción e interpretación de los mensajes proporcionados por el
medio televisivo.

Cuando al alumno, que ha recibido el mensaje por medio de la


televisión, le evaluamos los conocimientos adquiridos por ese medio,
normalmente, le obligamos a que nos traduzca su interpretación de los
mismos a un lenguaje, preferentemente, alfabético y por tanto
estructurado, olvidando que, como decía Eco (1.974) haciendo un
análisis con otro objetivo, "Comprender no es verbalizar". (226).

Sólo en la medida en que haya existido una preocupación previa por


enseñar a traducir los mensajes audiovisuales (con los riesgos que ello

23
comporta) a mensajes alfabéticos y a la inversa, podremos utilizar
cualquier tipo de medio y evaluar en consonancia con los códigos
empleados en la emisión y recepción del mensaje. En el caso contrario,
el resultado de la evaluación, debe ser puesto, cuando menos, en
entredicho ya que su resultado no sabremos exactamente que es lo que
está midiendo.

Sería aconsejable estudiar los caminos y diseñar los procedimientos para


que, el alumno, pudiese expresarse utilizando los mismos códigos y
elementos expresivos con los que recibió el mensaje, lo que requiere un
nuevo modelo de la función de la evaluación.

Un último problema de los que pretendía tratar en este trabajo y al que


hice referencia anteriormente tiene que ver con la cultura, entendida
como propiciadora de significados.

Tal como vengo diciendo, la televisión incorpora al proceso comunicativo


condicionante propio de su singularidad, lo que debe obligarnos a
incorporar los elementos y estrategias adecuados para su superación.

Cada uno de los sujetos que intervienen, se encuentran inmersos dentro


de una realidad cultural propia próxima pero diferente de la del resto.

El entorno cultural personal entendido como "... su modo de vida -su


lenguaje, sus formas de percibir, categorizar y pensar acerca del mundo,
sus formas de comunicación no verbal y de interacción social, sus reglas
y convenciones acerca del comportamiento, sus valores morales e
ideales, su tecnología y su cultura material, su arte, su ciencia, su
literatura y su historia" (Argyle 1.987), o como "...el modelo de
comportarse y pensar por medio del cual los miembros de un grupo se
organizan e interactúan unos con otros, ...formado por los valores del
grupo, sus normas, sus tradiciones, creencias y estrategias" (Scheel y
Branch, 1.993), es el elemento que rodea el proceso, es lo que configura
la realidad personal de emisor y receptor y condiciona
significativamente todo él. Entorno cultural que debe ser contemplado
tanto en el propio proceso de aprendizaje como en las diferentes fases
de este, ya que forma parte tanto del código, como de los contenidos
(Schramm, 1.973).

Ante la televisión, un proceso de comunicación, debe contemplar esas


realidades culturales de emisor y receptor, realizador y alumno. El
mensaje se estructura y construye desde una realidad cultural concreta,
la cual condiciona su configuración y da significado a cada uno de sus
elementos.

24
_
En el otro extremo del proceso, ese mismo mensaje, es decodificado en
otra realidad cultural que será la que dará valor a los elementos
significativos percibidos. En la figura 2 he tratado de esquematizar este
planteamiento.

La situación descrita introduce una nueva problemática que obliga a


tomar en consideración los diferentes entornos culturales y a utilizar
estos materiales teniendo presente esta variable, la cual no ha de ser
inevitablemente negativa. Muy al contrario este hecho, de que los
diferentes mensajes sean construidos desde diferentes realidades
culturales, facilita un acercamiento, acercamiento que se produce
mediante un proceso de ósmosis, en el que la membrana porosa de la
televisión, deja pasar significados, valores, tradiciones..., cultura en
definitiva, que enriquece a quienes intervienen en el proceso.

Cuando mas arriba me refería a los medios en general, decía que estos
sirven para superar las distancias físicas en los procesos de
comunicación, bien aproximando a los interlocutores, bien aproximando
los contenidos.

En esta segunda función es en la que hay que inscribir lo que pretende


desarrollar con su integración en el aula presencial.

Los medios, vistos desde esta perspectiva, tratan de facilitarnos una


realidad que por su lejanía, costos, riesgos, etc. no puede ser presentada
directamente. Se trata por tanto de representaciones de la realidad en
base a unos criterios personales, los cuales a su vez son fruto de una
tradición cultural, de las limitaciones del medio y de la imposibilidad de
representar la realidad (Watzlawick, 1.992), todo ello unido hace que la
cultura, entendida como decía anteriormente, de generadora de
significado, se convierta en cuestión central a lo hora de contemplar los
materiales de televisión como una representación de la realidad
realizado en un contexto cultural concreto, con unos criterios singulares
y que se nos pretende presentar como la propia realidad.

25
3.3.- La integración de la televisión en los diseños curriculares
presénciales: El vídeo didáctico.

Pese a que los profesores, en general y desde una perspectiva didáctica,


son desconfiados con los medios (Cabero, 1.998), y en el caso de la
televisión, como decía, su uso suele quedar en anecdótico, ello no debe
entenderse como que el medio no dispone de potencialidades que lo
pueden hacer muy útil dentro de diseños curriculares concretos.

La primera función que la televisión puede cumplir en las aulas


presénciales tiene que ver con una característica de los medios a la que
hice referencia anteriormente y que, dadas sus peculiaridades
expresivas, puede hacerlo con muchas "garantías". La unión de la
imagen dinámica y el sonido, la posibilidad del empleo de esquemas,
modelos, etc. hace de la televisión el medio idóneo en este momento
para aproximar los contenidos, para traer al aula lugares, objetos,
situaciones, procesos que con otro de los medios convencionales sería
mucho más problemático.

A la televisión, por tanto, le podemos asignar esa primera y genérica


función de aproximar los contenidos en los procesos de comunicación de
las situaciones de enseñanza presencial. Lógicamente estos contenidos,
tal como decía anteriormente, estarán mediados por el propio medio.

Hablando de los medios en general Gimeno Sacristán y Fernández Pérez


(1980) le asignan básicamente tres funciones:

a).- Un recurso para mejorar y mantener la motivación del aprendizaje.

b).- Una función informativa de contenidos, y

c).- Ser guías metodológicas del proceso de aprendizaje.

Precisando algo más Zabalza, (1985) otorga a los medios seis funciones:

a).- Una función innovadora, en el sentido de que cada medio debe


conllevar un nuevo tipo de interacción, lo que debe dar pie a que todo el
proceso de enseñanza cambie.

b).- Función motivadora aproximando la realidad al que aprende,


diversificando las posibilidades de acceso a esa realidad.

c).- Estructuradores de la realidad, ya que como mediadores de la


realidad no son esa misma realidad, lo que supone una interpretación de
la misma.

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d).- El medio establece un tipo de relación determinado con el alumno, el
cual está en relación con el tipo de medio de que se trate, de tal forma
que éste condiciona el tipo de operaciones mentales a realizar.

e).- Función solicitadora u operativa, derivada del hecho de que a través


de los medios se debe facilitar y organizar las acciones de los alumnos,
actuando como guías metodológicas.

f).- Por último, propone Zabalza, se puede hablar de una función


formativa global, y que ésta unida a los valores que el medio como tal
transmite, pudiendo el mismo crear su propio espacio didáctico.

A la vista de estos criterios contemplemos la televisión alterando un


poco el orden.

Junto a la función general de todos los medios en los procesos de


comunicación a la que hacia referencia más arriba, la televisión es sin
duda un medio motivador. La posibilidad de uso de diferentes sistemas
de signos para presentar la información puede hacer de este medio un
espectáculo atractivo que va más allá que el propio contenido. Como ya
he dicho es la función más generalizada en su uso pero que, por sí sola,
no justifica el uso de este medio.

Una tercera función tiene que ver con los contenidos. La televisión
puede tener la función de presentar unos contenidos, organizados en
base a unos determinados criterios y utilizando todos los recursos del
medio. En esta función, se ha de ser muy consciente de que lo que el
medio televisión facilita no es la realidad, sino una interpretación
limitada de la realidad. Limitada por el medio y limitada por el autor, tal
como apunté en su momento.

Dada la imprescindible linealidad narrativa de la televisión, este medio


puede facilitarnos un ordenamiento en la secuenciación de los
contenidos, tanto si este es temporal, de causa efecto, o cualquier otro.
El hecho de tratarse de un medio de pasa en el tiempo obliga al uso de
un estilo narrativo que permita un seguimiento de los contenidos, que se
ha de basar en un determinado tipo de relación dentro de los mismos,
esta necesidad nos puede facilitar criterios, al menos de orden, para su
desarrollo pedagógico.

La televisión debe llevar al aula presencial la actualidad, tanto con


relación a los contenidos, como a su forma de presentarlos, a la par que
aportar elementos, tradiciones culturales definitorios de otras realidades
sociales.

27
Hablamos de un medio que puede tener sentido en sí mismo. El estudio
del propio medio puede verse como una función de la televisión en el
aula. La adquisición de los conocimientos y destrezas necesarias para el
análisis de los contenidos que nos presenta este medio en tanto que
medio masivo de comunicación deberá estar presente entre las
funciones de este medio dentro de los diseños curriculares presénciales

Unido a la posibilidad anterior y como complemento de la misma, la


televisión debe ser un medio de expresión de los alumnos. Función que
va más allá que el aprendizaje del simple manejo del medio y que tiene
que ver con su sistema simbólico y con los elementos expresivos que
maneja.

La televisión puede tener una proyección significativa en el campo de la


investigación, investigación entendida como análisis y estudio de
realidades, y que abarca desde el campo de los propios procesos
docentes, hasta el medio ambiente (Cebrian de la Serna, 1.992), las
ciencias sociales, históricas o físicas.

Por último me referiré a una función que Zabalza coloca en primer lugar
y que si bien creo que debe darse no significa que se de. La televisión
por sí misma no genera la innovación. No existe ningún medio que sea
capaz de hacerlo. Cosa bien diferentes es que la incorporación de la
televisión debe llevar emparejado el cambio en los procesos didácticos
que se diseñe, pero no es inevitable. Los datos disponibles sobre el uso
de la televisión en el aula nos hablan de lo contrario. Los medios no
hacen la innovación.

Hay dos funciones de las que habla Zabalza y que en el caso de la


televisión habría que matizar.

La televisión, efectivamente, puede crear su propio espacio didáctico,


pero en ese caso estaremos hablando, bien de la Televisión Educativa a
la que ya me he referido ampliamente, o bien del vídeo didáctico en
tanto que sistema individual de aprendizaje y al que haré una pequeña
referencia inmediatamente, pero en ningún caso a un entorno grupal y
presencial coordinado por un profesional de la enseñanza.

La otra cuestión tiene que ver con la relación que la televisión establece
con los alumnos-receptores. Ya he hablado de ello pero creo que por su
importancia en el proceso comunicativo y por la singularidad de esa
relación en el caso de la televisión, es importante recordar aquí.

Efectivamente los medios establecen "un tipo de relación determinada


con los alumnos" lo cual no significa que esa relación siempre sea
deseable ni positiva. Como he dicho con anterioridad, la relación que la

28
televisión establece con los alumnos es de pasividad e inactividad
intelectual. La información fluye en una sola dirección, sin que el
receptor ponga en funcionamiento una actitud crítica, participativa para
el análisis y la reconstrucción de los contenidos.

La relación que desde los primeros años de la infancia y dentro del


entorno familiar se ha ido desarrollando con el medio, se traslada al aula
sin que sufra ninguna modificación, lo que obliga a los docentes a alterar
esa relación y favorecer el afloramiento de otra que lleve a una actitud
de estudio, análisis y critica de los contenidos presentados por el medio.

Un apartado propio merece lo que se viene denominando como vídeo


didáctico y que requiere de algún tipo de precisión diferenciada de la
incorporación de la televisión al aula.

El vídeo didáctico, para que pueda ser denominado de esta forma,


precisa de unos requerimientos que le proporcionan una impronta que
los diferencia, sensiblemente, de los programas a los que me vengo
refiriendo a lo largo de este trabajo.

Se trata de producciones, de medios, realizados en soporte videográfico


y con criterio didáctico, lo que significa que estos son los que dan
justificación a toda su estructura (Salinas, 1.992). Se utilizan diferentes
sistemas de representación, en función de la complejidad de los
contenidos, los ritmos narrativos se alteran para permitir captar unos
determinados contenidos, estos son presentados reiteradamente a lo
largo del programa con diferentes formas expresivas, se provoca la
interacción planteando cuestiones que invitan a desarrollar una posible
respuesta, entre otros.

Todas estas peculiaridades entran en contradicción con las formas con


los que normalmente se rige la televisión.

Por lo general se trata de programas que han de ser visionados en su


totalidad y de una sola vez, lo que puede crear disfunciones a la hora de
incorporarlos a un diseño curricular presencial en el que el profesor, a la
vista de sus alumnos, ha de tomar decisiones permanentemente y
marcar el ritmo de flujo de la información.

Como idea general que puede ayudar a entender el vídeo didáctico tal
como lo he descrito es la de que este medio se construye para hacer un
diseño curricular presencial en el que el vídeo es el centro, mientras que
en el caso de la televisión, esta, se integra en un diseño donde es sólo
un medio más.

29
Dejo a un lado el trabajo individual en el que un sujeto aislado, solo,
trabaja con este tipo de medios para adquirir unos conocimientos,
función en la que los videos didácticos adquieren todo su significado.

3.4.- El acceso a los materiales televisivos: Problemas


organizativos.

Mientras el medio dominante ha sido el libro y por extensión el material


impreso, la biblioteca ha sido el centro en torno al cual ha girado la
actividad académica, tanto por parte del alumno, como del profesor, que
se han servido de ella para seleccionar contenidos, materiales, etc.

Ya desde Babilonia y Pérgamo, actualizado en época reciente por Eco en


"El nombre de la rosa", la biblioteca se ha configurado como el centro
del conocimiento, el lugar al que es necesario acudir para la adquisición
de la ciencia.

Pero la biblioteca, y su nombre ya nos lo indica de forma evidente, se ha


configura y aún hoy se configura en base al libro. El libro ha sido el
medio de comunicación por excelencia que ha permitido el traslado de la
información en el espacio y en el tiempo.

La aparición de nuevos medios que permiten ese mismo traslado


debería haber llevado emparejado una transformación de las bibliotecas,
facilitando la entrada en ellas de los nuevos soportes y adecuando su
organización y estructura a la nueva realidad. Algunos intentos se
vienen haciendo en este sentido de forma casi generalizada, pero no
pasan de lo anecdótico evitando, no se si consciente o
inconscientemente, una reforma sustantiva.

Las posibilidades y formas de utilización del libro y la televisión vienen


mediatizadas por las diferencias técnica y comunicativas entre ambos
soportes. En tanto que el libro permite reproducir su información
mediante la simple técnica de copiar su contenido, utilizando
instrumentos muy simples, la televisión precisa de medios técnicos más
complejos. A su vez el acceso a esa información puede hacerse de forma
sencilla y rápida en el primero en tanto que en el soporte televisivo es
más dificultoso.

Esta diferenciación elemental y rápida, referida exclusivamente a la


estructura material del medio, ya nos debe obligar a introducir ciertas
necesarias transformaciones.

Por lo que respecta al acceso a la información, junto a los problemas


materiales de equipos y espacios adecuados para el visionado y la copia
de secuencias concretas, necesidades que primero se manifiesta,

30
tenemos que contemplar la catalogación singular de los programas
disponibles, en el sentido de poder conocer, no sólo los contenidos
generales de cada uno de ellos, sino la forma de estar tratados y los
códigos utilizados en su representación.

Con relación a los fondos e independientemente de los programas de


producción propia, las adquisiciones deben contemplar una doble vía. La
primera es la compra en el mercado de aquellos que se considere
oportuno, requiriendo de los profesionales del centro los criterios previos
que faciliten una toma de decisiones sobre los mismos. El segundo
procedimiento debe tener en cuenta la legislación de los diferentes
países sobre los derechos de autor de los programas, y más en concreto
con los aspectos de esta legislación que tengan que ver con la
utilización en las aulas de programas procedentes de la televisión, tanto
pública como comercial.

El problema que plantea esta posibilidad es la de la grabación


indiscriminada de programas de dudoso interés, lo que debe obligar a
establecer sistemas de toma de decisiones sobre cuales deben ser los
programas a incorporar y cuales no tienen interés para el centro
concreto. La grabación bajo demanda y la creación de un grupo que
establezca los criterios y evalúe periódicamente las programaciones de
las diferentes cadenas son las dos posibilidades más operativas, ya que
la grabación indiscriminada de programas lleva a una saturación nada
práctica y a asumir unos costes elevados e inútiles.

Por último y de la misma forma que en su momento se formó al


profesorado para la integración en sus diseños de los diferentes medios,
incluido el libro, en este momento debe contemplar la necesidad de esa
misma formación con relación a la televisión, al menos durante el
periodo de acomodación e integración de este medio, facilitando los
conocimientos necesarios para que la incorporación de la televisión al
aula no sea un fenómeno anecdótico y fruto de la novedad y la moda,
sino consecuencia de la reflexión y la proyección de criterios
pedagógicos sólidos.

Conscientemente no he hablado de centros de recursos ya que entiendo


que es la biblioteca del centro el verdadero centro de recursos de la
institución y por tanto no se precisa crear nuevos espacios, sino adaptar
los existentes a las nuevas realidades.

4.- A modo de conclusión provisional.

Durante todas estas páginas he estado hablando de un medio de


comunicación que nuestra sociedad tiene totalmente integrado y que,
en buena medida, ha transformado las relaciones sociales, sin que para

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ello haya hecho falta el establecimiento de un plan previamente
pensado. El medio por sí solo ha producido la situación actual.

Mientras tanto, el sistema educativo, va incorporando el medio, pero


más como presión social que como consecuencia de una necesidad o de
un intento de mejorar las situaciones comunicativas y metodológicas
dentro del aula.

Que la televisión tiene posibilidades dentro de los diseños curriculares es


algo que no es posible cuestionar, pero de eso a que los usos para los
que se está empleando en este momento coincidan va un cierto trecho.

A la vista de los futuros desarrollos tecnológicos no es difícil imaginar


que, en los próximos años, las posibilidades de las redes, unidas a este
medio, van a transformar el concepto de escuela y de sistemas escolar y
sólo, en la medida en que quienes nos dedicamos a la enseñanza
hayamos hechos las reflexiones pedagógicas oportunas, esa
transformación podrá tener una cierta coherencia didáctica interna, de lo
contrario, la transformación, nos vendrá impuesta sin ningún tipo de
posible intervención y responderá a criterios no siempre confesables.

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