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de la educación?
César Pérez Jiménez
Universidad del Zulia.
cesar@hotmail.com
kanawara@telcel.net.ve
Resumen
Abstract
In the new millennium, education is developing rapidly in order to keep up itself at the same
pace of global developments; this can be observed in the process of incorporating new
information and communication technologies (NTIC, acronym in Spanish words) into
educational spaces. These new technologies are driving forces for substantial curriculum
changes, continuing education of teachers, and for social-structural changes of schools as
pedagogical scenarios. This phenomenon leads us to study diverse socio-cultural
development possibilities of education from the perspectives of availability of local telematic
resources and its potential for utilization in the processes of individual and collective identity
construction; which is nurtured by several social representations, such as, techno-scientific
characteristic. This characteristic allows the integration of disciplinary and social
knowledge into pedagogical actions. Thus, the NTICs are analyzed as mean for the creation
of a democratically and equality oriented teaching.
Por tanto, el valor de un producto tecnocientifico es necesario que sea asumido desde
la estimación social que éste tenga; centrándose en una evaluación constructiva de la
tecnología que se produce. Aunado a esto, es necesario considerar la relación entre
ciencia, tecnología y sociedad en el marco de una explicación democrática de la
educación del siglo XXI, sobre todo cuando se plantean cambios en la estructura
social mundial como consecuencia del impacto de los procesos de globalización. Para
ello habrá que detenerse en el origen social de la técnica y su consecuencia en el
desarrollo de la tecnología.
d) Relación con la ciencia; quizás sobre este aspecto hay que plantear cierto énfasis,
sobre todo porque va más allá de la simple interpretación de la tecnología como
ciencia aplicada, e implica la adopción de un esquema reflexivo que permita la
interpretación de procesos relacionales presentados con mayor fluidez y que
favorezca la atención de diversos factores en la producción tecnológica; y
Entre 1811 y 1816 se gestaron movimientos sociales que pretendían levantar la voz
de protesta en relación con la “invasión” de la tecnología en el campo de trabajo.
Muestra de ello es el movimiento ludita, del cual se puede extraer ciertas
apreciaciones que pueden servir de referente para valorar la relación entre ciencia,
tecnología y sociedad. Según los luditas era necesario considerar que: a) las
tecnologías tienen bondades, algunas, y perjuicios, otras, es decir no son neutrales; lo
que significa que para precisar el impacto de un producto tecnológico, no sólo hay
que considerar el valor objetivo del mismo en su esfera económica-desarrolladora,
sino más bien el valor e impresión social del producto, para lo cual hay que atender
las necesidades y demandas de los colectivos sociales; b) la tecnología aparece como
regulador del tiempo histórico-social de las sociedades; acaba con el pasado,
queriendo alterar la memoria histórica de las sociedades con el impacto de la
aparición de las nuevas tecnologías; cuestiona el presente, transformando los
esquemas socio-productivos legitimadores de las prácticas sociales y culturales con la
incorporación de las mismas y, obviamente, hace incierto el futuro, dado que se está a
la espera de un nuevo proceso transformador tecnológico que sea innovador, pero
cuestionando el modo-de-vida-de-las-sociedades; y c) los valores sobre lo tecnológico
deben ser primordialmente evaluados desde una concepción crítica que favorezca la
participación de las sociedades humanas en la regulación de los procesos de
desarrollo tecnológico (García y cols., 2001).
Es en este sentido que las “relaciones” entre ciencia, tecnología y sociedad, dirigen la
descripción de las posibilidades de interrelación que existen entre esos tres factores
claves para el desarrollo local. Las relaciones entre ellos parten de la dinámica de
beneficios existentes, pero sin apegarse a una estructura jerárquica de factores. Esto
es, la ciencia no es causa única de la tecnología, y ambas no generan un modo de
sociedad. La relación se legitima en la práctica intersubjetiva e interactiva de saberes
sociales que fundamentan la reconstrucción y deconstrucción de una ciencia que
favorezca el desarrollo social, más que, la imposición de productos tecnológicos,
derivados de la concepción heredada de la ciencia, hegemónicos y rectores de la
construcción de representaciones y prácticas sociales.
Los retos como tal son innumerables e inconmensurables, más si observamos con
detenimiento la diferencia entre una educación con base en las NTICs en el mundo
occidental y en Latinoamérica. Esto significa que asumir una educación dispuesta a
soportar los cambios que genere las NTICs, implica no sólo crear y consolidar la
infraestructura tecnológica, sino incentivar el cambio de actitudes y creencias que
favorezcan la utilización de tecnologías de avanzada en los escenarios educativos. No
se hace nada si se tiene un equipo informático y no se cree en los aportes y valores
que pueda producir en lo social y cultural, lo cual redundaría en un rechazo colectivo
a la innovación o la subutilización de la misma.
Es en este aspecto que hay que repensar las reformas curriculares del contexto
latinoamericano y valorar la posible incorporación de este colectivo en los espacios
virtuales producidos por la era global y el desarrollo de nuevas tecnologías a la
gestión y manejo del conocimiento y la información. Hoy día el feudalismo continúa
presente, resurge a partir de un imperialismo de los señores del aire (Echeverría,
1999), y para que exista un gobernante debe existir gobernados, sólo que es
importante justificar hasta que punto la relación gobernante-gobernado se traduce en
una relación de opresión y cercenamiento de la libertad. Por tanto, hablar del derecho
a la educación en espacios virtuales es un asunto que no puede ser respondido de
manera ligera cuando se tienen realidades y contextos políticos, económicos y
sociales limitantes como el nuestro (CEPAL, 2002; Hopenhayn, 2003)
Tales elementos deben atender a ciertas dimensiones entre las que cuentan:
El currículum. El currículum ciertamente debe estar centrado en el enfoque CTS.
Esto es, atendiendo a los saberes disciplinares –científicos y tecnológicos-, debe
hacerse eco de su “vulnerabilidad” ante lo social, lo cultural y lo humano. El énfasis
del currículum debe estar centrado en la valoración social del saber disciplinar y la
transformación que se pueda hacer de esos saberes disciplinares en saberes sociales.
Esto representa la oportunidad para la consolidación de la conciencia colectiva y de
las prácticas sociales de significación cultural facilitadoras de la construcción de
identidades individuales y colectivas. La transformación del currículum debe ser
promovida por las diversas administraciones educativas e involucrar a todos los
actores del proceso pedagógico en la participación para deconstruir, reconstruir e
impulsar nuevas y contextualizadas prácticas pedagógicas que sean coherentes con
los desarrollos locales en el marco de lo global.
Los docentes. Actores neurálgicos de este proceso necesitan estar formados en los
distintos enfoques epistemológicos, teóricos y metodológicos que ordenan y
estructuran su actividad pedagógica. El aprovechamiento de la inteligencia
pedagógica en el desarrollo de la práctica pedagógica centrada en el enfoque CTS, es
central al asumir el enfoque en el contexto educativo. El docente debe estar formado,
de manera permanente, en las relaciones epistemológicas que se concretan a partir de
la concordancia entre Ciencia-Tecnología y Sociedad, promoviendo la construcción
de saberes sociales que sean congruentes con los desarrollos tecnocientíficos de la era
global, y que respeten la diversidad local y, por ende, la construcción de identidades.
Los alumnos. ¿Receptores? Más bien, constructores activos de una realidad que les
sea propia, útil y oportuna. Un alumno que aprenda contenidos aislados mantiene una
mente desordenada, bien lo decía Morin (2001), lo más importante no es una cabeza
llena sino bien ordenada.
La actividad de aprendizaje del alumno debe ser integral. Sus movimientos como
aprendiz deben estar orientados a la valoración socio-cultural e histórica de la ciencia
y la tecnología en un marco explicativo-aplicativo de utilidad, oportunidad y
sustentabilidad, lo cual promueva, en él, el desarrollo de sus potencialidades de
manera integral. Es importante que el alumno esté consciente de los ejes transversales
que mediatizan su formación para la vida, y más que promover un aprendizaje de
valores, estos valores deben ser traducidos en saberes sociales que sean significativos
para la vida pública de ellos, lo cual les permitirá disfrutar y construir una sociedad
democrática.
Sólo queda puntualizar sobre algunos aspectos que es necesario integrar y otros que
han quedado disgregados. Aunque lo más importante es partir de la concientización
del docente en relación con el uso de las NTICs en la práctica pedagógica,
incentivando la efectividad y eficacia en el manejo de los recursos telemáticos en el
desarrollo de los procesos de enseñanza y de aprendizaje. Esto manteniendo la visión
puesta en la construcción de identidades individuales y colectivas orientadas a la
consolidación de espacios públicos para la vida democrática.