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Tres letras y cinco puntos son lo que hacen que un derviche sea un
derviche. En Árabe, la palabra para Amor se escribe con tres letras ‘ayn,
shin, y qäf. Hay tres puntos sobre la letra shin y dos sobre la qäf. Las tres
letras y los cinco puntos que hacen que un derviche sea un Soberano el
Poder del Amor. El desamorado no es derviche, o al menos para nada
digno del nombre... Aquellos que no beben el vino de “Aquél que los ama y
ellos a Él” (Corán 5:54), que no se abandonan ni en cuerpo ni en alma, que
no pisan la senda del amor con la cabeza descubierta y descalzos, no
pueden ser derviches...
1
Un juez en una comunidad Musulmana. (N del T)
Cuando su venerable madre migró a la Residencia del Paraíso en el
año 1115 de la Hégira, fue enterrada enfrente de su bendita habitación de
retiro. De esta manera, cuando el venerable Pir falleció, su entierro hacia
el noble pie de su madre reveló el misterio del dicho Profético: “El Paraíso
yace debajo de los pies de las madres.”
Los Sheiks Jerrahi trazan su linaje espiritual con “el Príncipe de los
Hombres, el Imam Ali el Elegido” con la siguiente cadena o silsila:
El Recuerdo de la Verdad.
* * *
AUTOBIOGRAFÍA DEL SHEIK MUZAFFER
Fue en 1916 (D.H, 1332) que mi madre, Aja Aysha Ozak, me trajo al
mundo. Mi lugar de nacimiento era nuestra casa cerca de la tarika (lugar
de reunión Sufí) de los Derviches Jerrahi en el cuartel Karagümrük de
Estambul.
Mi padre, Hajj Mehmed Efendi de Konya, era un erudito Islámico y
maestro en la corte del Sultán Abdul Hamid. Era el primer erudito de una
larga línea de guerreros. Mis dos tíos eran portadores de estandartes en
las fuerzas de Ghazi Osman Pasha, el héroe de Plevna. Uno de ellos fue
promovido al rango de general por su valentía en salvar el estandarte de
caer en manos del enemigo. Fue herido en una batalla posterior y hecho
prisionero por los Rusos, pero luego de su liberación del cautiverio siguió
sirviendo como general en el ejército Otomano hasta el día de su muerte.
Mi otro tío, Bekir, cayó en acción en Plevna y se concedió un funeral como
mártir.
La familia de mi padre era antigua, que se dividía en dos ramas: la
Jebejioghullari y la Bashaghaoghullari. Rompiendo con la tradición militar
familiar, mi padre Mehmed Efendi estudió en la madraza (escuela Islámica)
Kurshunlu en Suleymaniye, Estambul. Luego fue enviado a la escuela en
Plevna, en aquél momento todavía era una parte del Imperio Otomano, en
donde se casó con mi madre, Aysha Hanum.
Mi madre era la nieta de Seyyid Hussein Efendi, el Sheik Helveti del
pueblo de Yanbolu. Su padre era el Capitán Ibrahim Agha, del distrito de
Eregli en el Mar Negro, que había estudiado en el colegio naval en la época
del Sultán Mahmud el Justo. Habiendo enfermado en un viaje hacia lo que
hoy es Bulgaria, fue a buscar un tratamiento en la tarika Yanbolu. Así es
como mi abuelo llegó a encontrarse con el Sheik Hussein Efendi,
uniéndose finalmente a su tarika por casarse con su hija. Seyyid Hussein
Efendi era hermano del gobernador de Yanbolu.
Cuando las provincias Balcánicas se perdieron en el año 1878 (D.H.
1293), los miembros de mi familia que sobrevivieron migraron a Estambul,
en donde mi padre recibió su nombramiento en el Palacio Imperial. Los
ancestros de mi padre pertenecían al clan Kizilkecheli de la tribu conocida
como Kayi Turca. La familia de mi madre, los Ozaks, eran descendientes
Seyyidas de Ali, el yerno del Profeta, que la paz sea con él.
Mi padre, Meted Efendi, murió trágicamente cuando yo tenia sólo
seis meses. Mi hermano mayor, Murad Reis, sobrevivió a la guerra de
1914-1918, que causó la pérdida de muchos de mis parientes, solamente
para que lo mataran un Viernes en Estambul las fuerzas de Ocupación. No
me había quedado nadie más que mi madre, mi hermana, y dos primos,
niñitas huérfanas por la guerra. Estábamos desamparados.
En esa época cuando tenía cinco años, me cuidaba el compañero de
escuela de mi padre, Seyyid Sheik Abdurrahman Samiyyi Saruhani del
Kadiri, Nakshbandi, Ushaki, y las Ordenes Halveti que vieron mi
educación durante doce años. Durante esta época terminé la primaria y
estaba en el segundo año de la secundaria cuando Dios se llevó a Su
misericordia a mi amado Sheik, que me era tan querido como mi propio
padre. Mientras tanto había estado estudiando el Corán y había aprendido
de memoria muchas partes. Completé estos estudios bajo el Imam
principal de la Mezquita Fe, meted Rasim Efendi. Durante los siguientes
ocho años seguí las lecturas de Arnawt Husrev Efendi sobre el Hadíz y la
ley Islámica. La pobreza me obligó a trabajar durante el día, pero en las
noches estudiaba con Gumuljineli Mustafa Efendi, que era apodado “La
Biblioteca Caminante.”
A su debido tiempo califiqué como almuecín y serví primero en ese
puesto en el Ali Yaziji, luego en la Mezquita Soghan Agha. De allí me fui a
la Mezquita Kefeli en Karagümrük, en donde me enseñó el Imam Shakir
Efendi, el arte de vender libros. Luego me nombraron almuecín en la Gran
Mezquita de Beyazit, al lado de esta los vendedores de libros tienen su
mercado.
Fue mientras estaba sirviendo en esta mezquita que me encontré
con el Imam de Bakirköy, Hafiz Ismail Hakki Efendi, que admiraba mi voz
y mi estilo. Este alumno de Eyuplu Hafiz Ahmed, el hijo del famoso músico
Zekai Efendi de la Orden Mevlevi, iba a enseñarme los himnos y odas
religiosos conocidos como ilahi, kaside, durak, mevlud, y mersiye. Mi
maestro era tan cariñoso conmigo que me hizo casar con su pariente
cercano Gülsüm Hanum, que era la directora de una escuela. De esta
manera me volví una parte de su familia. Me mudé a la casa de mi mujer,
cerca de la Mezquita Suleymaniye construida por el famoso arquitecto
Sinan. Había sido nombrado Imam de la Mezquita Veznejiler, y durante
veintitrés años fui a servir como Imam honorario en la gran Suleymaniye
durante el mes de Ramadán. Cuando mi propia mezquita colapsó, me
nombraron Imam de la mezquita en la Feria Cubierta.
Como esta mezquita no tenía púlpito, y por lo tanto no era apropiada
para las plegarias congregacionales del Viernes, la comunidad ayudó a
recuperar una ruina cercana y comencé a dirigir las plegarias del Viernes,
en respuesta a la demanda popular. Esta mezquita recuperada se conoce
como Jamili Han. Aunque ahora retirado del oficio de Imam, todavía dirijo
las plegarias del Viernes allí, guío y doy instrucción en un puesto
honorario.
En el presente soy el dueño de una gran librería, que la visitan gente
de todo el mundo. Puedo aclamar algún conocimiento sobre los antiguos
manuscritos, ya que antes de mi servicio militar estudié caligrafía y arte
decorativo con los calígrafos Principales en la Academia de Bellas Artes,
Hajj Kamil, Hajj Nureddin, y Turakesh Ismail Hakki Bey, como así también
tengo cuarenta y dos años de experiencia práctica en el negocio de los
libros.
Mi primer matrimonio duró veinte años, pero no tuve hijos. Me volví
a casar luego de la muerte de mi primera esposa, y ahora soy el padre de
una niña y un niño.
Hice la Peregrinación a La Meca y Medina once veces. He visitado
seis veces Irak, y ocho Siria y Palestina. También me he encontrado con
Sheiks y eruditos en Estambul y otras ciudades Turcas, he disfrutado de
su compañía, y he aprendido sus puntos de vista y enseñanzas.
Pero de todas las venerables personas con las que me he encontrado,
saqué más provecho del que fue mi benefactor y primer Sheik de mis años
tiernos, el Sheik Samiyyi Ushshakiyul-Halveti. Esta sagrada persona
escribió veinte libros sobre Ley Islámica y Sufismo, en Turco y Árabe.
Todas estas obras han sido publicadas. También conozco muchos de sus
manuscritos no publicados sobre química, medicina herbaria, y otros
temas, que fueron destruidos durante un incendio que destruyó una gran
parte de Estambul. En realidad, él mismo destruyó algunos de sus libros
sobre química y alquimia, y está en duda si estos serían usados para
propósitos buenos. Esta maravillosa persona, con quien pasé mucho
tiempo de mi niñez, era amado y respetado por todos por su noble
carácter, buen humor, generosidad, coraje, simpatía, y humildad.
La siguiente guía con la que me iba a encontrar durante mi
temprana juventud era otro Sheik Halveti de la rama Shabaniya, el Sheik
Seyyid Ahmed Tahir ul-Marashi. Su especialización era Sheik ibn al-‘Arabi.
Con él estudié al-Futuhat al-Makkiya y el Fusus. Estudié la interpretación
del Corán bajo Nevshehirli Ají Hayrullah y Atif Hoja. Seguí las enseñanzas
de Hajj Abdul Hakim Arvasi y Sheik Shefik Efendi, y con la sabiduría
recibida de estos maravillosos hombres de conocimiento he predicado y
enseñado durante treinta años a la gente de cuarenta y dos mezquitas en
Estambul, incluyendo enormes multitudes en las grandes mezquitas del
Sultán Ahmed (la Mezquita Azul), Yeni Jami, Nuruosmaniye, Beyazit,
Laleli, Valide Sultán, Fe, Eyub, Kojamustafa Pasha, y Suleymaniye.
Durante mi temprana juventud, mientras estudiaba la interpretación
del Corán en la Mezquita Aya Sofya en Estambul, soñé una noche con el
Profeta, que la paz sea con él. Estaba cabalgando en su camello,
conducido por Ali, que Dios puedas estar complacido con él, y sostenía en
su otra mano su famosa espada, la Zulfikar de doble filo. Dirigiéndose a
mi, el Profeta me preguntó si tenía fe y si era Musulmán. Cuando dije que
sí, me preguntó si daría mi cabeza por el Islam. De nuevo dije sí. Luego el
Profeta le dijo al Imam que estirara mi cuello, luego me golpeó con toda su
fuerza, separando mi cabeza del cuerpo. Me desperté aterrorizado. Cuando
vi al día siguiente a mi maestro de Corán, le conté mi sueño y luego me
dijo que era mi padre. Sabía que él era un amigo íntimo de mi padre
fallecido, pero nunca antes lo mencioné. Meneó la cabeza y dijo: 1Ah, así
que tú eres el hijo de compañero exilado, ¿no?” Mi padre y mi maestro
estaban entre los setecientos Sheiks y teólogos que habían sido
desterrados del puerto de Sinop en el Mar Negro por los revolucionarios del
Comité de la Unión y el Progreso, por haber apoyado al Sultán. El exilio de
estos dignatarios religiosos había seguido hasta la Primera Guerra
Mundial de 1914.
Mi maestro luego interpretó mi sueño y dijo que yo me iba a unir al
camino Sufí de Ali y que me convertiría en el Sheik de una orden
particular.
Muchos años después de aquél incidente, cuando abrí mi tienda de
libros raros cerca de la Mezquita Beyazit y me convertí en un Imam y
predicador, tuve otro sueño. Estaba en el medio del Bósforo entre el
Palacio Topkapi y Uskudar, en un pequeño velero cuyas velas estaban
desgarradas y su mástil roto. Una terrible tormenta estaba bramando.
Alguien me entregó una hoja de papel y me dijo que la leyera para que me
salvara de la calamidad. Cuando volví a la mañana siguiente a mi tienda,
vi a la misma persona que me había dado el papel en mi sueño, pasando
frente a mi tienda. No pude reunir el coraje para llamarla. Un par de días
después soñé con la misma persona. Estaba caminando del otro lado de la
calle y me hacía señas con su bastón. A la mañana siguiente, con
asombro, la vi otra vez pasando frente a mi tienda. Sentí que había un
significado espiritual en estos sueños, pero no hice nada. Un breve tiempo
después vi al mismo hombre otra vez en un sueño en que me abrazaba tan
fuerte que sentía que mis huesos iban a romperse. Luego me soltó, levantó
la corona de la Orden Halveti, y puso el turbante en mi cabeza. Sentí que
me aplastaba bajo el peso del turbante. Era como si los siete cielos
estuvieran sentado sobre mi cabeza.
Tan pronto como abrí mi tienda a la mañana, vi pasar al hombre,
con el bastón en la mano, y dije: “Hay un misterio y un mensaje espiritual
en esta situación. No voy a llamar a este hombre. Dejaré que venga a mi.
Pasó, mis ojos lo siguieron, luego se detuvo , vino a detenerse frente a mi
tienda, metió su cabeza a través de la puerta, y dijo: “Tú, fanático, tres
veces me has visto. ¿Cuándo vas a comenzar a tener fe?”
“Justo ahora,” dije, agarrando y besando su mano. Esta sagrada
persona era Sheik Seyyid Ahmed Tahir ul-Marashi, el Sheik de la Halveti-
Shabani. Me convertí en su derviche, y vino todos los días a mi tienda.
Algunos días hablaba, otros se quedaba en silencio, pero en ambos casos
me enseñaba. Esto siguió durante siete años.
En este tiempo me encontré con un amigo de mi maestro,
Evranoszade Sami Bey, que pertenecía a la misma orden. Fue el que me
vistió con la capa derviche. En aquella ceremonia, conocía tan poco que
me puse en contra de que me pusieran la capa sobre mis hombros. “O
Maestro, ¿puedo permitir que alguien como tú sostenga por mí mi capa?”
Me dijo que mi mente aún no comprendía el significado sutil, pero que me
estaban dando la capa derviche para que la usara.
Sami Bey dejó este mundo un a Noche del Poder. Tres años después
mi maestro Tahir Efendi se cayó y se rompió la cadera mientras se alejaba
de mi tienda. Mientras trataba de levantarlo, dijo: “Han estado tratando de
destruirme, y ahora al fina lo han logrado.” Vivió tres meses. Cuando lo
visité antes de su muerte, me mostró una vez la corona del Santo Ibrahim
Kushadali y dijo: “Si me voy, deja que Mustafa Efendi mantenga su
corona.” Este Mustafa Efendi era uno de sus califas. Luego un día mi
maestro me llamó y me dijo su último deseo. Murió al día siguiente, que
era un Sábado, y lo enterramos en el cementerio de la Mezquita Fe, al lado
del Sheik Turbedar Efendi, que había sido su Sheik.
Aquella noche, habiéndole presentado a Dios la pregunta si debía
convertirme en el derviche de Mustafa Efendi, soñé que se estaba riendo
de mi estrepitosamente. No podía asignarle a esto un significado, así que
presenté mi pregunta por segunda vez. Esa noche soñé que me estaba
gritando coléricamente y me llama “suavemente.” Bajo estas
circunstancias no podía convertirme en su derviche. Estuve durante un
tiempo sin un Sheik, esperando un mensaje espiritual. Durante ese tiempo
visité la tarika de los Kadiris en Beyoglu y luego los Rifais en Kasim Pasha.
La tarika Halveti se había incendiado. Estos dos lugares eran los únicos
centros en donde se celebraba la ceremonia del dhikr.
Durante ese tiempo Gavsi Efendi, el Sheik de los Kadiris, intentó
persuadirme para que me convirtiera en su califa, usando como
intermediarios a Ismail Efendi, el Sheik de los Bedevis; Jevat Efendi, el
Sheik de los Sadis; y el Coronel Salahettin Efendi, el Sheik de los
Sunbulis. Les dije que aunque mi Sheik estaba muerto, yo era un Halveti;
de esta manera no podría decidirme, sino que tendría que someter el
asunto y esperar un mensaje espiritual; si recibo una respuesta positiva,
no necesitaría ser un califa, sino que agradecidamente aceptaría ser un
humilde derviche del Sheik.
El Sheik Gavsi Efendi siguió presionándome, y finalmente insistí en
que yo debía ir a la dergah (el lugar de reunión Sufí) sin afeitarme al día
siguiente, que era el día sagrado de Ragha’ib, el primer Viernes del mes de
Rajab.
Aquella noche sometí mi problema y soñé que estaba realizando el
dhikr en la tarika de los Halveti-Jerrahis en Karagümrük, con la cabeza
afeitada, descalzo, y semidesnudo, mientras el Sheik, Seyyid Fahri Efendi,
estaba sentado junto a la ventana, con un traje común pero usando una
gorra blanca de plegaria. Estaba cantando el elogio de Sheik Galip: “Tu
sermón se lee desde el púlpito de la eternidad; tu veredicto se da en la
corte del Día del Juicio; tu canto de alabanza se canta en la tierra y en el
Cielo. Ustedes son mis amados Ahmad, Mahmud, Muhammad.”
Desperté. Todo era claro. Pero ¿cómo me iba a presentar ante Fahri
Efendi? Hasta donde sabía esta tarika estaba cerrada. Lo había conocido
un poco, cuando solía tomar lecciones de los Hadices por parte de Mustafa
Efendi, “La Biblioteca Caminante.” Él solía tomarme de la mano para ver al
Sheik, quejándose ante él porque yo me había vuelto demasiado rígido y
dogmático, luego le besaba la mano y le pedía que rezara por mi. Pero
habían pasado tantos años. Tal vez lo había visto unas pocas veces en su
casa durante el Ramadán, cuando fuimos invitados a romper el ayuno. Yo
era puramente un niño en esa época. Desde entonces me había vuelto un
predicador con algún renombre. Tenía muchos seguidores. Como las
tarikas estaban oficialmente cerradas, los Sufíes se reunían
clandestinamente. Ni siquiera sabía si él todavía estaba enseñando y si
tenía seguidores. No obstante decidí ir a su casa una noche tarde luego de
la plegaria nocturna, diciéndome a mi mismo que los Sheiks son benévolos
y que él no me echaría de su puerta.
La puerta la abrió un joven derviche, al cual me presenté, pidiéndole
permiso para ver al Sheik. Fui invitado a entrar a una pequeña habitación
en donde vi al maestro con otros tres hombres. Me hizo el honor de
ponerse de pie para recibirme, y me pidió que tomara asiento. Estaba listo
para abstenerme de mi cigarrillo de costumbre, pero me ofreció uno y dije
sonrientemente: “No me ponga en un aprieto. Fumo, y también tomo una
taza de café. El café sin un cigarrillo es como dormir sin una manta en el
invierno.” Él agregó: “Entre nosotros le damos más importancia al amor
que al respeto.” Cuando me preguntó la razón de mi visita, le dije lo que
estaba pasando entre mi y el Sheik Kadiri, Gavsi Efendi, y sobre el
resultado de mi meditación y el sueño. Luego le dije quién era, dónde
nacía, y quién era mi padre. Él rió y dijo: “¿Quién no conoce al famoso
predicador de la mujeres?”
Respondí: “Si pudiera encontrar a algunos hombres, también les
predicaría a ellos.”
En la religión, por supuesto, no hay una diferencia fundamental
entre hombres y mujeres. En realidad yo estaba predicando a ambos
sexos, pero entendí el punto al que se refería: los hombres Reales no
evitarían recordar y llamar a Dios a cada momento. Luego me dijo: “En
verdad tu sueño nos señala, pero déjame también someter el asunto y ver
qué mensaje recibo.” Me pidió que volviera el Lunes. Entonces me despedí.
Ese Lunes, Sefer Efendi, ∗ que era entonces un joven derviche y
ahora es mi califa, me trajo una carta que retrasaba mi encuentro al
Viernes siguiente con el Sheik. Ese Viernes, habiendo recibido un mensaje
positivo de lo Invisible, el Sheik Fahri Efendi me aceptó como su derviche.
De esta manera preferí convertirme en un derviche de los Halveti-Jerrahis
que en un califa de los Kadiris. Seguí mis deberes como derviche hasta el
último detalle, y visitaba a mi Sheik dos o tres veces por semana. Un
hombre feliz con un gran sentido del humor, era valiente, inteligente y
prudente. Era un maestro en la interpretación de los sueños, una facultad
dada especialmente a la Orden Halveti. Era un hombre cuya conversación
era una delicia, cuyos milagros eran muy conocidos. Amado y respetado
por todos, era un hombre que nos hacía probar el amor del Profeta, los
misterios de los Santos; un hombre compasivo y alguien generoso que
protegía a los pobres y unía a todos con él.
Algunas veces solía bromear tanto conmigo que me empujaba al
borde del enojo, esperando que tuviera una reacción. Luego públicamente
declaraba que yo estaba invitado por nuestro Santo Nureddin Jerrahi y
Nota del Traductor (del Turco al Inglés): Sefer Efendi estaba destinado a suceder al Sheik Muzaffer Efendi, y
ahora es el vigésimo Sheik de la Orden Jerrahi.
que nadie podría tocarme. Luego me dijeron que el maestro con frecuencia
había mencionado mi nombre seis meses antes de mi llegada a la tarika.
Seis meses después de que me convirtiera en un derviche Jerrahi, soñé
que tres hombres venían a examinarme. Por las preguntas y las respuestas
claramente sentí que dos de ellos querían que pasara esta prueba y uno
no. Este era un examen para calificarme como Imam. Fui capaz de
convencer al tercer hombre de que ya era un Imam, y por lo tanto aceptó
mi voto unánime.
Aunque yo sabía que los sueños se deben contar inmediatamente,
no podía hacerlo hasta el día siguiente porque estaba muy ocupado. Esa
noche, fui a dormir luego de rezar durante tres o cuatro horas, y tuve un
sueño extremadamente feo y vergonzoso. Cuando desperté, sentí
repugnancia de mi mismo y me dije:”Esa es tu recompensa por rezar tres o
cuatro horas.” De alguna manera no me fue posible ver tampoco ese día a
mi Sheik , y si lo hubiera visto, ¿cómo hubiera podido contarle el
vergonzoso sueño?
La tercera noche soñé que iba a la tarika y veía rezar a los derviches
de una manera muy extraña, sin recitar correctamente ni hacer
apropiadamente los movimientos. Pasé a través de ellos con asombro y
encontré a mi Sheik en el jardín. Me agarró de una oreja y me levantó del
piso. Con su otra mano me sacudía mi lado izquierdo como si estuviera
sacándole el polvo a una alfombrilla. Luego me empujó dentro de una
habitación que estaba llena de basura. Y dijo: “Limpia este cuarto, va a ser
tuyo.” Luego vi que la habitación con la que había soñado era la del califa
jefe.
Cuando desperté, supe que este era mi castigo por no contar mi
sueño a mi maestro. Me precipité hacia su casa y le conté el primer y el
último sueño, omitiendo el vergonzoso. Sonrió y me dijo: “No pudiste haber
tenido esos dos sueños sin uno vergonzoso en el medio.” Pedí que me
dejaran solo con él para contarle el sueño feo. Cuando se lo conté, me
declaró su califa.
Durante nueve años estuvimos muy cerca. Un año antes de que
muriera, se enfermó en la mitad del dhikr y me puso a cargo. Dirigí el
dhikr ese año entero mientras estaba enfermo. Al final de ese año, el día
cinco de Shaban, que es el día del martirio del Imam Hasan, un Miércoles
a la noche a las diez y diez, fue hacia la residencia eterna, a los jardines
del elevado cielo, y recibió el regalo de estar cerca del Mensajero de Dios.
Al día siguiente, según sus últimos deseos, le di la ablución ritual,
mientras Sefer Baba y Kemal Baba echaban el agua. El Viernes dirigí las
plegarias funerarias en la Mezquita Fe. Seguidos por miles de amantes
llevamos su ataúd sobre los hombros a su habitación en la tarika, que
había construido siete años antes de su muerte, y lo enterramos cerca de
nuestro Santo Nureddin Jerrahi. Las plegarias en su tumba fueron
recitadas por el famoso Shemseddin Yeshil Efendi. Obrando con el sueño
que había tenido, y aunque las actividades de los Sufíes estaban
prohibidas y las tarikas estaban cerradas por la ley, el mismo día luego de
su fallecimiento abrí al público, a los amigos e igualmente a los enemigos
las puertas de la tarika.
Habiendo ocupado el trono de piel de carnero de nuestro Santo
Nureddin Jerrahi por quince años hoy en día, humildemente continúo
enseñándole a mis derviches Turcos, como así también a muchos amantes
de la verdad de todas partes del mundo.
Soy el décimo noveno Sheik y el octavo califa desde la creación de
nuestra rama de la orden. Con la fuerza recibida de la voluntad de Dios, el
deseo de Su Mensajero, el buen placer de mi Santo, la espiritualidad de
todos los Sheiks que me precedieron, y la bendición envueltas en la guía
espiritual de los amantes hasta el día que muera. Sólo tengo dos hijos de
mi sangre, pero Dios conoce el número de mis hijos espirituales. He tenido
el honor de ver al Profeta, que la paz sea con él, diecisiete veces en el
mundo de los sueños. He visto una vez a Moisés, Jesús, Juan, y Khidr. He
visto dos veces al venerable Abu Bakr y Umar, y en uno de estos sueños
besé sus manos. He visto dos veces a la noble Fátima e Imam Ali, y una
vez al Imam Hasan e Imam Husein. He visto dos veces a mi Santo
Nureddin Jerrahi, recibiendo sus cumplidos.
He viajado seis veces a Alemania, dos a Inglaterra, y dos veces a
Holanda y Bélgica, he visto París cuatro veces. Me he encontrado con
muchas personas buenas e interesantes durante estos viajes. También he
visitado Rumania, Bulgaria, Yugoslavia, y Grecia. He estado en Armenia
muchas veces, en donde mis derviches y yo realizamos el dhikr y tuvimos
charlas en muchas ciudades.
Sólo Dios sabe lo que sucederá luego. Rezo para que el amor de los
amantes pueda aumentar día a día. El éxito sólo viene de Dios.
* * *
El Descubrimiento del Amor está disponible en las Publicaciones Pir, 256 Post Road East, Westport, Conn.
06880.
Gülzar-i Arifan (“El Jardín de Rosas del Sabio”). Una obra breve,
publicada en Estambul hace algunos años, contiene himnos y odas,
cantos de alabanza del Profeta Muhammad compuestos por los grandes
Maestros y Sheiks Espirituales de las ordenes místicas, incluyendo los
himnos que el mismo Sheik Muzaffer compuso.
∗
Durante su última visita a los Estados Unidos, el Sheik Muzaffer insinuó
la existencia de otros escritos incompletos, incluyendo materiales para El
Jardín de los Derviches. Está por verse si algunos de estos manuscritos o
textos mecanografiados pueden ser descubiertos.
EL SIGNIFICADO DE IRSHAD
* * *