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Introducción

El 24 de Noviembre de 1981, a la mañana temprano, mientras


estaba acostado pacíficamente en la zona fronteriza entre el sueño y la
vigilia, me encontré atestiguando un sueño o visión inusualmente vívidos.
El autor del Irshad estaba en New York en ese momento, visitando
Estambul, y yo le contaba mi experiencia durante la noche del día
siguiente. El Sheik Muzaffer oía muy atentamente, mostrando señales de
considerable animación mientras continuaba mi narración. Luego declaró
que mi sueño venia de una noble fuente, un mensaje de buenas noticias, y
me estimuló para que lo registrara mientras todavía estuvieran frescos los
detalles en mi memoria, para que la descripción efectivamente pudiera ser
publicada como prefacio de la traducción Inglesa del Irshad.
Para muchos que disfrutaron la amorosa compañía del Sheik
Muzaffer, él era conocido como ‘Efendi.’ Al final de nuestro último
encuentro en este mundo inferior, Efendi expresó la esperanza de que yo
siempre lo recordara como un amigo. Con la plegaria que su alma pueda
regocijarse para siempre en la compañía gloriosa de los Amigos de Alá en
la Próxima Vida, disfruto la publicación de esta obra, y cumplo con el
pedido de Efendi de compartir esta descripción de mi experiencia en un
sueño y la interpretación de Efendi.
Estaba parado sobre la superficie del sol, en donde atestiguaba un
despliegue conmovedor e imponente. Enormes láminas y olas de una luz
feroz soplaban con vientos huracanados, por todas partes en el espacio.
Luego de un momento, fui conciente de un cambio. No me había
movido, y aún así ‘la superficie del sol’ se había convertido en la cabeza de
un enorme ser, tan enorme que no podía ver más allá de su frente, que era
como el horizonte. Las olas de luz ahora parecían ser los bucles luminosos
del cabello de este ser, ondeando en la fuerte brisa. Retenían una feroz
cualidad, y vi que una chispa salía de la punta de una hebra de cabello.
La escena se movió. Vi que la chispa descendía sobre una
construcción melancólica y prohibida. Esta era una estructura alta,
amenazadora, con la atmósfera de un cuartel secreto de policía. La chispa
rápidamente incendió la construcción. En la luz de la llama, vi que había
allí toda una ciudad, igualmente triste y melancólica, aparentemente bajo
el hechizo de algún cruel tirano. Todas las construcciones comenzaron a
incendiarse, colapsaron mientras las llamas se embravecían fuera de
control.
Cuando las llamas se apaciguaron, espié las ruinas ardientes. Con la
ayuda de algunos ojos extraños de sueño, miré a través de las ruinas para
ver una visión desdoblada de una próspera civilización nueva. La gente
evidentemente había tenido éxito en combinar una tecnología altamente
avanzada con la preservación de la ecología natural. Las numerosas
máquinas y mecanismos tenían una belleza particular propias; no
vibraban los sentidos. Curiosas formas arquitectónicas estaban en
evidencia. Uno de los materiales de construcción parecía ser una
sustancia parecida al marfil de delicada belleza. El aire era limpio y fresco.
Una red de ‘caminos’ o canales de transporte de diseño inusual
atravesaban la exuberante vegetación. Había muchas señales de actividad
humana vívida en los agradables marcos.
Sin haber visto su sitio o forma exterior, repentinamente estuve
dentro de un espacioso auditorio, una clase de salón de asambleas de las
‘Naciones Unidas’. Miles de personas estaban cómodamente sentadas. A
través de una apertura en el frente del salón (posiblemente alguna especie
de pantalla de video; la tecnología de esto no me era familiar), una figura
surgió dirigiéndose al encuentro sobre algún tema u otro. Luego vi que se
adelantaba para dar un discurso. Mi tema era la necesidad de adorar a Un
Dios Todopoderoso y rendir nuestra terquedad a Su misericordia guarda,
siguiendo el ejemplo de Sus Mensajeros, para lograr también prosperidad
en el Próximo Mundo. Mientras me iba, noté que toda la gente presente
había reconocido a su Señor sometiéndose en la prosternación.
Mientras me iba del gran auditorio me sorprendí por una lluvia de
monedas de oro que caían justo delante de mis ojos. Luego me di cuenta
de que estaban cosidas formando una cortina. Por un momento o dos tuve
la impresión de que el ‘show’ había terminado, y me preparé para dejarme
llevar en un sueño ligero sin sueños. Pero una especie de curiosidad hizo
que me preguntara: “¿Qué era esa cortina de oro?”
En respuesta a mi curiosidad, la cortina reapareció ante mis ojos.
Mientras iba hacia atrás a cierta distancia, vi que la misma se suspendía
sobre La Caba en La Meca. Con maravilla, bebí la belleza de la escena,
sintiendo una gran alegría al estar de vuelta en la Casa de Alá. Para mi
deleite adicional, noté el rostro de mi amigo y compañero Peregrino, Nur
(Lex) Hixon, brillando felizmente hacia mi. Nos saludamos cálida y
agradecidamente. Luego le hice señas a Nur para que viniera a mirar algo
muy interesante que yo había observado. Parte de la tela que cubre a La
Caba parecía alargarse como si estuviera bajo un poderoso microscopio.
Uno podía ver a través de los hilos o las fibras un reino misterioso. Era
como si las cosas que estaba viendo hubieran estado más allá de mi
inmediata comprensión, pero esas impresiones fueron tomadas por alguna
lente especial o una cámara interior.
“Esto es fascinante,” exclamó Nur, “examinemos las paredes de
piedra de La Caba con esta misma lente.” Las piedras también se
agrandaron como si hubiera lentes enormemente poderosos. Tan grande
era la magnificencia que los átomos o moléculas se separaron. Nos
encontramos capaces de entrar a través del espacio que había entre medio.
Adentro, nos sentimos como átomos, en un universo de luz. Era como si
nos hubiéramos convertido en la ‘Alabanza que es para Alá –¡Al-hamdu
lillah!’
Nur estaba como un pequeñito excitado mientras volvíamos a salir
de esta asombrosa experiencia. “Contémoselo a Efendi,” gritó. Me di vuelta
para ver a Efendi cerca de allí. Llegó a nosotros desde su sitio en una
arcada del santuario, luciendo joven y feliz. Efendi estaba vestido con una
túnica hermosa pero simple. Sonrió abiertamente mientras
intercambiábamos saludos. Su rica risa entre dientes transmitió el
significado: “Inclusive cuando la gente supone que estamos en puntos
opuestos del globo, nuestros espíritus están juntos, ¡visitando la Casa de
Dios!”
Oí un crujido, como las alas de las palomas que revolotean
suavemente. Cuando miré hacia La Caba, vi seres o formas de luz y
muchas sombras de colores, demasiado enormes como para identificarlas
ya que se movían por el alrededor. Luego arremolinándose alrededor de La
Caba, se reunieron y la llevaron a los cielos.
Miré hacia abajo y reconocí el pavimento de Manhattan. De vuelta en
New York. Estaba fumando una pipa fina de espuma de mar, y noté que
estaba usando un abrigo elegante de invierno de material caro. Luego fui
totalmente conciente de que mi yo totalmente común estaba acostado en la
cama de mi casa.
Mientras reflexionaba sobre esta experiencia, me preguntaba si esto
debía ser algo, o incluso si lo debía compartir con otros. ¿Qué clase de
respuesta podría pensar? Cualquier cosa que pudiera ‘significar’ si se
interpretaba de alguna manera –si se tradujera en un lenguaje mundano-
seguramente lo sentiría muy ‘genuino’; pero quizás lo mejor era entenderlo
en sus propios términos, ya que había vislumbrado una introspección
válida y real en cualquiera de los reinos de la experiencia. Una clase de
tranquilidad descendió sobre mi mientras mi vacilación se resolvía. Me
deslicé hacia atrás en aquella zona fronteriza y me encontré en la Mezquita
del Profeta en Medina, la Ciudad Iluminada, en donde oí una voz que me
decía: “¡Coraje, Muhtar! Cuenta las cosas que has atestiguado –en
cualquier parte y a cualquiera lo sienta justo y necesario.”
Durante el siguiente día, creció en mi el sentimiento de que debía
comunicar la experiencia a Efendi durante la reunión nocturna en una
conversación amistosa en la Masjid al-Farah, la Mezquita de la Ciudad de
New York. Además, algo me indicaba que debía contar el sueño en Turco.
Para mi alivio, las palabras apropiadas, las expresiones y oraciones
seguían entrando en mi mente mientras me dirigía a la Ciudad. Con un
esfuerzo considerable, pero apoyado por alguna corriente especial de
energía, conté mi historia en el lenguaje natal de Efendi, en realidad ¡en el
estilo más bien Otomano de sus propios escritos! El interés evidente de
Efendi me alentó, como las expresiones en los rostros de los hermanos y
hermanas Turcos presentes, sin mencionar la paciencia y la carencia de
protesta por parte de aquellos que no entendían el idioma Turco.
Como mencioné al comienzo, Efendi declaró su convicción de que mi
sueño venía de una fuente noble, un mensaje de buenas noticias. Como lo
interpretó el Sheik Muzaffer, el sueño había traído las buenas noticias de
que Alá arrastra a los oscuros tiranos que oprimen a la humanidad, y nos
conduce por la luz de la fe hacia la ‘Verdadera Democracia y Libertad.’

EL LUGAR DEL SHEIK MUZAFFER EN LA TRADICIÓN SUFI ISLAMICA


COMO SE REVELA EN SUS NOMBRES Y TITULOS

SHEIK EL-HAJ MUZAFFER OZAK ASHKIYYUL-JERRAHIYYUL-


HALVETI:
Esta ortografía Inglesa no es una transliteración académica; refleja
apropiadamente la pronunciación Turca (y hasta cierto punto la ortografía
Turca moderna), más bien el origen Árabe de la mayoría de los elementos
en el nombre. Estos elementos serán explicados brevemente de la siguiente
manera:

SHEIK: Del Árabe shayk (o shaikh), que significa “un anciano.” Es


más familiar para los Occidentales como una designación de un jefe tribal
Árabe (como en “Los Viejos Sheiks”). En todo el mundo Islámico, sin
embargo, el término también se aplica a personas respetables de
reconocido señorío en los conocimientos, experiencia o sabiduría. Un
Sheik en este sentido puede disfrutar de un estima popular sin ocupar
ninguna posición institucional formal. El título puede pertenecer
oficialmente a un erudito mayor en un colegio o universidad Islámico.
“Sheik” también es un título de costumbre del principal de una Orden
Sufí, o de una rama mayor de tal Orden. El autor del Irshad, por ejemplo,
se convirtió en Sheik Muzaffer cuando ocupó el “trono piel de carnero”
como el Sheik 19 de la rama Jerrahi de la Orden Halveti.

EL-HAJ: Del Árabe al-hajj, que significa alguien que ha realizado la


Peregrinación a La Meca, uno de los “Cinco Pilares” del Islam y una
obligación religiosa que le incumbe a cada Musulmán sano con recursos
suficientes. El Sheik Muzaffer hizo la Peregrinación once veces, aunque es
estrictamente obligatoria una sola vez en la vida.

MUZAFFER: El nombre personal “que se da.” Es un equivalente


aproximado Islámico de Víctor, ya que la palabra Árabe muzaffer significa
“alguien que está capacitado para tener éxito; victorioso, triunfador.”
OZAK: El nombre del clan de los ancestros del Sheik Muzaffer por
parte de su madre. Adoptado como un apellido oficial de estilo Occidental
para satisfacer la ley decretada por Atatuk (en 1934), que requiere el uso
de tales nombres familiares en la República secular de Turquía. Por
propósitos oficiales (por ejemplo, en la dirección postal), el Sheik Muzaffer
era sencillamente “Muzaffer Ozak” en su tierra natal.

ASHKIYYUL-JERRAHIYYUL-HALVETI: Tres Adjetivos familiares


enlazados como en la construcción Árabe original (Jal-J’ishqiyyu’l-
jarrahiyyu’l-khalwati).
Tomado por separado, son:
ASHKI: El nombre derviche especial propio dentro de la Orden Sufí,
que caracteriza su estilo individual y énfasis ( su meshreb). La palabra
Turca ashk es del Árabe ‘ishq, que significa amor (de la clase más intensa y
ardiente). Pero “Ashki,” la senda espiritual era sobre todo la Senda del
Amor.
En El Jardín de los Derviches, el Sheik Muzaffer escribe:

El amor es el nivel más avanzado y alto del afecto. El afecto genuino


humano es el afecto divino: siendo un amante de la Verdad. El afecto
divino es inducido por el afecto de Dios por Su siervo. Además, cuando el
Glorioso tiene afecto por un siervo Suyo, Hace que el siervo sea amado por
todos los que Lo conocen y que ame Su Esencia Exaltada. Todas las
criaturas aman y obedecen al siervo amado de Alá.

En El Descubrimiento del Amor, leemos:

Tres letras y cinco puntos son lo que hacen que un derviche sea un
derviche. En Árabe, la palabra para Amor se escribe con tres letras ‘ayn,
shin, y qäf. Hay tres puntos sobre la letra shin y dos sobre la qäf. Las tres
letras y los cinco puntos que hacen que un derviche sea un Soberano el
Poder del Amor. El desamorado no es derviche, o al menos para nada
digno del nombre... Aquellos que no beben el vino de “Aquél que los ama y
ellos a Él” (Corán 5:54), que no se abandonan ni en cuerpo ni en alma, que
no pisan la senda del amor con la cabeza descubierta y descalzos, no
pueden ser derviches...

JERRAHI: Pertenece a la rama Jerrahi de la Orden Halveti. La


Jerrahiyye fue fundada por un Santo conocido como el venerable Pir
Sultán Seyyid Muhammed Nureddin el-Jerrahi, que nació en Estambul en
el año 1089 de la era Islámica (1678). Esta breve descripción de su vida
fue relatada por varios investigadores serios a principios de 1920:
La próspera residencia en la que nació... todavía está, ¡enfrente de la
puerta principal de la noble Congregación! La Mezquita de Jerrah Pasha,
en el cuartel Jerrah Pasha, cerca de Aksaray en Estambul. Él surgió de los
genitales puros de su padre muy digno, el venerable Seyyid Abdullah
Agha, que fue el Segundo Amo del Caballo del Sultán Ahmed III, y nació en
el mundo por el útero casto de su madre, el venerable Sherife Emine
Teslima (¡que la misericordia de Alá esté con él!)
A los diecinueve años, había sido nombrado en el puesto de Kadi (el
juez Islámico) en El Cairo, Egipto. Antes de aceptar su asignación, el
venerable Pir fue impulsado por su tío maternal, Hajj Menla Efendi, un
ministro en jefe, para que hiciera una visita al Santo del Círculo de la
Sabiduría, el Sheik Ali el-Halveti, más conocido como Küstendili, que
ocupaba el trono de piel de carnero en el noble alojamiento del venerable
Selami Efendi en Uskudar. Tan pronto como esta persona santa puso los
ojos sobre el venerable Pir, se dignó a exclamar, con una fuerza espiritual
profunda, con las palabras: “¡Bienvenido, Nureddin, hijo mío!”
Habiendo experimentado los estados manifestados para su esencia
de los atributos exaltados en el noble círculo de recuerdo del Santo, el
venerable Pir realizó la toma de manos del arrepentimiento. En ese
momento, se le concedió el acceso al misterio de “Mueran antes de morir,”
que suponía su resignación del barco del Kadi1 que mencionamos.
Considerándose ya fallecido, confió a Hajj Menla Efendi la distribución de
sus pertenencias entre sus herederos, según las reglas divinamente
ordenadas de la ley Islámica; le entregó las mismas ropas que estaba
usando, para que sean devueltas con el glorioso rollo e insignia que lo
habían investido con el oficio de Kadi. Envolviéndose en la capa de lana
común concedida por el Sheik permaneció en servicio en la tarika del
Sheik.
Asumiendo el rol de diputado a la edad de veintiséis años, pasó por
un retiro de cuarenta días en el noble lugar de reclusión dentro de la
Mezquita Congregacional de Janfeda Hanim, que tenía lazos con el círculo
afortunado del khanaqah (alojamiento derviche).
Luego, su propio noble khanaqah se lo compró el Soberano de la
Época, el Sultán Ahmed III, a quien la voluntad apostólica de nuestro
venerable Maestro, el Mensajero Más Noble (¡que Alá lo bendiga y le de
paz!), había sido revelada en un sueño. Fue promovido en el año 1115 de
la Hégira (1703/1704), y ocupó el puesto de Sheik durante 18 años –el
valor numérico de las letras Árabes comprende el Nombre Divino Hayy
(“Siempre Vivo”).
Un Lunes coincidiendo con la víspera de la Festividad del Sacrificio
en el año 1133 (1721), hizo la transición desde este reino inestable hacia
el Reino de la Belleza, y lo pusieron a descansar en el lugar bendito que
había sido su habitación de retiro en su noble alojamiento...

1
Un juez en una comunidad Musulmana. (N del T)
Cuando su venerable madre migró a la Residencia del Paraíso en el
año 1115 de la Hégira, fue enterrada enfrente de su bendita habitación de
retiro. De esta manera, cuando el venerable Pir falleció, su entierro hacia
el noble pie de su madre reveló el misterio del dicho Profético: “El Paraíso
yace debajo de los pies de las madres.”

Los Sheiks Jerrahi trazan su linaje espiritual con “el Príncipe de los
Hombres, el Imam Ali el Elegido” con la siguiente cadena o silsila:

Nuestro Maestro, el noble Mensajero de Alá –el venerable Imam ‘Ali –


el venerable Junayd al-Baghdadi- el venerable Pir Ibrahim Zahid Geylani-
el venerable Pir ‘Umar al-Khalwati- el venerable Pir Sayyid Yahya
Shirwani- el venerable Pir Mehmed Erzinjani- el venerable Pir Ahmed
Shemsuddin, más conocido como Yighit Pasha- el venerable Pir Kara
Hisari Ramazanuddin- Seyyid Sheik Ala’eddin Küstendili, el maestro
conciente de nuestro propio Pir- el venerable Pir de nuestra Orden, Seyyid
Sultán Muhammad Nureddin el-Jerrahi...

La voz de Pir Nureddin resuena hasta hoy, cuando los derviches


Jerrahi cantan el gran ilahi (el himno o antífona) que él les legó:

Dil beytini pak iden


Dervishi anka iden
Alem-i lahut’e giden
Mevia zikri-dir, zikr-i Hak

La residencia del corazón purifica


El derviche en ave fénix se transforma
Hacia el Reino de los Divino se transporta
Este es el Recuerdo del Señor.

El Recuerdo de la Verdad.

HALVETI: De la Orden Halveti (Khalwatiyya).

El Santo generalmente considerado como el fundador de esta Orden


es el venerable Pir ‘Umar al-Khalwati, que murió en Siria alrededor del año
800/1397. Su nombre aparece en la silsila Jerrahi que se mencionó arriba.
La orden atrajo un seguimiento popular en muchas regiones del mundo
Islámico, y se ramificó en muchos vástagos y ramas durante los siglos.
Desde un centro temprano en Azerbaiján, los Sheiks Halveti migraron a
varios principados de Anatolia durante el período que siguió a la
disolución del gobierno Mongol en aquella área. Una tarika Halveti mayor
fue establecida en Estambul luego de la conquista Otomana de esa ciudad
(antiguamente Constantinopla) en el año 1453. La Orden luego se esparció
por todos los dominios remotos del expansivo Imperio Otomano, en las
tierras Balcanes y luego en Egipto.
En su interesante artículo Khalwatiyya en la Enciclopedia del Islam
(Edición Nueva, vol. IV, Leiden, 1978), F. De Jong describe el
esparcimiento de la Orden en Egipto en los siglos 19 y 20 como
“espectacular.” Cita la evidencia de la actividad Khalwati/Halveti en la
Albania Comunista antes de la “Revolución Cultural” en 1967, y en lugares
de Yugoslavia recientemente en 1971.
Las Ordenes Sufíes estuvieron abolidas oficialmente y prohibidas en
la República Turca (desde 1925). Sólo unos pocos años antes, numerosas
tarikas de varias ramas Halveti estuvieron activas en Estambul, incluyendo
no menos de diez para los Jerrahis. Durante varias décadas, las
tradiciones Sufíes fueron mantenidas aquí y allá en Turquía como una
actividad callada y “clandestina.” Los Jerrahis siguieron preservando su
centro principal, la tumba de Pir Nureddin y los predios tarika-mezquita
adyacentes en el cuartel Karagümrük de Estambul, encontrándose
discretamente detrás de puertas cerradas y evitando cualquier enredo
político. Incluso en el clima más relajado de mitad de los años ’60, fue un
acto muy osado por parte del Sheik que, después de las plegarias
funerarias para su predecesor, aceptó la guía recibida en un sueño, “y
aunque las actividades de los Sufíes todavía estaban prohibidas y las
tarikas cerradas por la ley... Abrí al público, a los amigos e igualmente a
los enemigos las puertas de nuestra tarika.”
“Halveti” deriva de la palabra Árabe khalwa, significa “reclusión,
soledad.” La Orden adquirió su nombre de la práctica del retiro para el
ejercicio y la contemplación espirituales, una forma particular de
khalwa/halvet, que duraba de tres a cuarenta días.
El Sheik Muzaffer puede ser visto como el que ha traído su Orden, y
la rama Jerrahi especialmente, desde un retiro excepcionalmente
prolongado: uno de cuarenta años más que de cuarenta días...

* * *
AUTOBIOGRAFÍA DEL SHEIK MUZAFFER

En 1981, el Sheik Muzaffer escribió la siguiente autobiografía breve que se


reproduce aquí de su El Descubrimiento del Amor.

Fue en 1916 (D.H, 1332) que mi madre, Aja Aysha Ozak, me trajo al
mundo. Mi lugar de nacimiento era nuestra casa cerca de la tarika (lugar
de reunión Sufí) de los Derviches Jerrahi en el cuartel Karagümrük de
Estambul.
Mi padre, Hajj Mehmed Efendi de Konya, era un erudito Islámico y
maestro en la corte del Sultán Abdul Hamid. Era el primer erudito de una
larga línea de guerreros. Mis dos tíos eran portadores de estandartes en
las fuerzas de Ghazi Osman Pasha, el héroe de Plevna. Uno de ellos fue
promovido al rango de general por su valentía en salvar el estandarte de
caer en manos del enemigo. Fue herido en una batalla posterior y hecho
prisionero por los Rusos, pero luego de su liberación del cautiverio siguió
sirviendo como general en el ejército Otomano hasta el día de su muerte.
Mi otro tío, Bekir, cayó en acción en Plevna y se concedió un funeral como
mártir.
La familia de mi padre era antigua, que se dividía en dos ramas: la
Jebejioghullari y la Bashaghaoghullari. Rompiendo con la tradición militar
familiar, mi padre Mehmed Efendi estudió en la madraza (escuela Islámica)
Kurshunlu en Suleymaniye, Estambul. Luego fue enviado a la escuela en
Plevna, en aquél momento todavía era una parte del Imperio Otomano, en
donde se casó con mi madre, Aysha Hanum.
Mi madre era la nieta de Seyyid Hussein Efendi, el Sheik Helveti del
pueblo de Yanbolu. Su padre era el Capitán Ibrahim Agha, del distrito de
Eregli en el Mar Negro, que había estudiado en el colegio naval en la época
del Sultán Mahmud el Justo. Habiendo enfermado en un viaje hacia lo que
hoy es Bulgaria, fue a buscar un tratamiento en la tarika Yanbolu. Así es
como mi abuelo llegó a encontrarse con el Sheik Hussein Efendi,
uniéndose finalmente a su tarika por casarse con su hija. Seyyid Hussein
Efendi era hermano del gobernador de Yanbolu.
Cuando las provincias Balcánicas se perdieron en el año 1878 (D.H.
1293), los miembros de mi familia que sobrevivieron migraron a Estambul,
en donde mi padre recibió su nombramiento en el Palacio Imperial. Los
ancestros de mi padre pertenecían al clan Kizilkecheli de la tribu conocida
como Kayi Turca. La familia de mi madre, los Ozaks, eran descendientes
Seyyidas de Ali, el yerno del Profeta, que la paz sea con él.
Mi padre, Meted Efendi, murió trágicamente cuando yo tenia sólo
seis meses. Mi hermano mayor, Murad Reis, sobrevivió a la guerra de
1914-1918, que causó la pérdida de muchos de mis parientes, solamente
para que lo mataran un Viernes en Estambul las fuerzas de Ocupación. No
me había quedado nadie más que mi madre, mi hermana, y dos primos,
niñitas huérfanas por la guerra. Estábamos desamparados.
En esa época cuando tenía cinco años, me cuidaba el compañero de
escuela de mi padre, Seyyid Sheik Abdurrahman Samiyyi Saruhani del
Kadiri, Nakshbandi, Ushaki, y las Ordenes Halveti que vieron mi
educación durante doce años. Durante esta época terminé la primaria y
estaba en el segundo año de la secundaria cuando Dios se llevó a Su
misericordia a mi amado Sheik, que me era tan querido como mi propio
padre. Mientras tanto había estado estudiando el Corán y había aprendido
de memoria muchas partes. Completé estos estudios bajo el Imam
principal de la Mezquita Fe, meted Rasim Efendi. Durante los siguientes
ocho años seguí las lecturas de Arnawt Husrev Efendi sobre el Hadíz y la
ley Islámica. La pobreza me obligó a trabajar durante el día, pero en las
noches estudiaba con Gumuljineli Mustafa Efendi, que era apodado “La
Biblioteca Caminante.”
A su debido tiempo califiqué como almuecín y serví primero en ese
puesto en el Ali Yaziji, luego en la Mezquita Soghan Agha. De allí me fui a
la Mezquita Kefeli en Karagümrük, en donde me enseñó el Imam Shakir
Efendi, el arte de vender libros. Luego me nombraron almuecín en la Gran
Mezquita de Beyazit, al lado de esta los vendedores de libros tienen su
mercado.
Fue mientras estaba sirviendo en esta mezquita que me encontré
con el Imam de Bakirköy, Hafiz Ismail Hakki Efendi, que admiraba mi voz
y mi estilo. Este alumno de Eyuplu Hafiz Ahmed, el hijo del famoso músico
Zekai Efendi de la Orden Mevlevi, iba a enseñarme los himnos y odas
religiosos conocidos como ilahi, kaside, durak, mevlud, y mersiye. Mi
maestro era tan cariñoso conmigo que me hizo casar con su pariente
cercano Gülsüm Hanum, que era la directora de una escuela. De esta
manera me volví una parte de su familia. Me mudé a la casa de mi mujer,
cerca de la Mezquita Suleymaniye construida por el famoso arquitecto
Sinan. Había sido nombrado Imam de la Mezquita Veznejiler, y durante
veintitrés años fui a servir como Imam honorario en la gran Suleymaniye
durante el mes de Ramadán. Cuando mi propia mezquita colapsó, me
nombraron Imam de la mezquita en la Feria Cubierta.
Como esta mezquita no tenía púlpito, y por lo tanto no era apropiada
para las plegarias congregacionales del Viernes, la comunidad ayudó a
recuperar una ruina cercana y comencé a dirigir las plegarias del Viernes,
en respuesta a la demanda popular. Esta mezquita recuperada se conoce
como Jamili Han. Aunque ahora retirado del oficio de Imam, todavía dirijo
las plegarias del Viernes allí, guío y doy instrucción en un puesto
honorario.
En el presente soy el dueño de una gran librería, que la visitan gente
de todo el mundo. Puedo aclamar algún conocimiento sobre los antiguos
manuscritos, ya que antes de mi servicio militar estudié caligrafía y arte
decorativo con los calígrafos Principales en la Academia de Bellas Artes,
Hajj Kamil, Hajj Nureddin, y Turakesh Ismail Hakki Bey, como así también
tengo cuarenta y dos años de experiencia práctica en el negocio de los
libros.
Mi primer matrimonio duró veinte años, pero no tuve hijos. Me volví
a casar luego de la muerte de mi primera esposa, y ahora soy el padre de
una niña y un niño.
Hice la Peregrinación a La Meca y Medina once veces. He visitado
seis veces Irak, y ocho Siria y Palestina. También me he encontrado con
Sheiks y eruditos en Estambul y otras ciudades Turcas, he disfrutado de
su compañía, y he aprendido sus puntos de vista y enseñanzas.
Pero de todas las venerables personas con las que me he encontrado,
saqué más provecho del que fue mi benefactor y primer Sheik de mis años
tiernos, el Sheik Samiyyi Ushshakiyul-Halveti. Esta sagrada persona
escribió veinte libros sobre Ley Islámica y Sufismo, en Turco y Árabe.
Todas estas obras han sido publicadas. También conozco muchos de sus
manuscritos no publicados sobre química, medicina herbaria, y otros
temas, que fueron destruidos durante un incendio que destruyó una gran
parte de Estambul. En realidad, él mismo destruyó algunos de sus libros
sobre química y alquimia, y está en duda si estos serían usados para
propósitos buenos. Esta maravillosa persona, con quien pasé mucho
tiempo de mi niñez, era amado y respetado por todos por su noble
carácter, buen humor, generosidad, coraje, simpatía, y humildad.
La siguiente guía con la que me iba a encontrar durante mi
temprana juventud era otro Sheik Halveti de la rama Shabaniya, el Sheik
Seyyid Ahmed Tahir ul-Marashi. Su especialización era Sheik ibn al-‘Arabi.
Con él estudié al-Futuhat al-Makkiya y el Fusus. Estudié la interpretación
del Corán bajo Nevshehirli Ají Hayrullah y Atif Hoja. Seguí las enseñanzas
de Hajj Abdul Hakim Arvasi y Sheik Shefik Efendi, y con la sabiduría
recibida de estos maravillosos hombres de conocimiento he predicado y
enseñado durante treinta años a la gente de cuarenta y dos mezquitas en
Estambul, incluyendo enormes multitudes en las grandes mezquitas del
Sultán Ahmed (la Mezquita Azul), Yeni Jami, Nuruosmaniye, Beyazit,
Laleli, Valide Sultán, Fe, Eyub, Kojamustafa Pasha, y Suleymaniye.
Durante mi temprana juventud, mientras estudiaba la interpretación
del Corán en la Mezquita Aya Sofya en Estambul, soñé una noche con el
Profeta, que la paz sea con él. Estaba cabalgando en su camello,
conducido por Ali, que Dios puedas estar complacido con él, y sostenía en
su otra mano su famosa espada, la Zulfikar de doble filo. Dirigiéndose a
mi, el Profeta me preguntó si tenía fe y si era Musulmán. Cuando dije que
sí, me preguntó si daría mi cabeza por el Islam. De nuevo dije sí. Luego el
Profeta le dijo al Imam que estirara mi cuello, luego me golpeó con toda su
fuerza, separando mi cabeza del cuerpo. Me desperté aterrorizado. Cuando
vi al día siguiente a mi maestro de Corán, le conté mi sueño y luego me
dijo que era mi padre. Sabía que él era un amigo íntimo de mi padre
fallecido, pero nunca antes lo mencioné. Meneó la cabeza y dijo: 1Ah, así
que tú eres el hijo de compañero exilado, ¿no?” Mi padre y mi maestro
estaban entre los setecientos Sheiks y teólogos que habían sido
desterrados del puerto de Sinop en el Mar Negro por los revolucionarios del
Comité de la Unión y el Progreso, por haber apoyado al Sultán. El exilio de
estos dignatarios religiosos había seguido hasta la Primera Guerra
Mundial de 1914.
Mi maestro luego interpretó mi sueño y dijo que yo me iba a unir al
camino Sufí de Ali y que me convertiría en el Sheik de una orden
particular.
Muchos años después de aquél incidente, cuando abrí mi tienda de
libros raros cerca de la Mezquita Beyazit y me convertí en un Imam y
predicador, tuve otro sueño. Estaba en el medio del Bósforo entre el
Palacio Topkapi y Uskudar, en un pequeño velero cuyas velas estaban
desgarradas y su mástil roto. Una terrible tormenta estaba bramando.
Alguien me entregó una hoja de papel y me dijo que la leyera para que me
salvara de la calamidad. Cuando volví a la mañana siguiente a mi tienda,
vi a la misma persona que me había dado el papel en mi sueño, pasando
frente a mi tienda. No pude reunir el coraje para llamarla. Un par de días
después soñé con la misma persona. Estaba caminando del otro lado de la
calle y me hacía señas con su bastón. A la mañana siguiente, con
asombro, la vi otra vez pasando frente a mi tienda. Sentí que había un
significado espiritual en estos sueños, pero no hice nada. Un breve tiempo
después vi al mismo hombre otra vez en un sueño en que me abrazaba tan
fuerte que sentía que mis huesos iban a romperse. Luego me soltó, levantó
la corona de la Orden Halveti, y puso el turbante en mi cabeza. Sentí que
me aplastaba bajo el peso del turbante. Era como si los siete cielos
estuvieran sentado sobre mi cabeza.
Tan pronto como abrí mi tienda a la mañana, vi pasar al hombre,
con el bastón en la mano, y dije: “Hay un misterio y un mensaje espiritual
en esta situación. No voy a llamar a este hombre. Dejaré que venga a mi.
Pasó, mis ojos lo siguieron, luego se detuvo , vino a detenerse frente a mi
tienda, metió su cabeza a través de la puerta, y dijo: “Tú, fanático, tres
veces me has visto. ¿Cuándo vas a comenzar a tener fe?”
“Justo ahora,” dije, agarrando y besando su mano. Esta sagrada
persona era Sheik Seyyid Ahmed Tahir ul-Marashi, el Sheik de la Halveti-
Shabani. Me convertí en su derviche, y vino todos los días a mi tienda.
Algunos días hablaba, otros se quedaba en silencio, pero en ambos casos
me enseñaba. Esto siguió durante siete años.
En este tiempo me encontré con un amigo de mi maestro,
Evranoszade Sami Bey, que pertenecía a la misma orden. Fue el que me
vistió con la capa derviche. En aquella ceremonia, conocía tan poco que
me puse en contra de que me pusieran la capa sobre mis hombros. “O
Maestro, ¿puedo permitir que alguien como tú sostenga por mí mi capa?”
Me dijo que mi mente aún no comprendía el significado sutil, pero que me
estaban dando la capa derviche para que la usara.
Sami Bey dejó este mundo un a Noche del Poder. Tres años después
mi maestro Tahir Efendi se cayó y se rompió la cadera mientras se alejaba
de mi tienda. Mientras trataba de levantarlo, dijo: “Han estado tratando de
destruirme, y ahora al fina lo han logrado.” Vivió tres meses. Cuando lo
visité antes de su muerte, me mostró una vez la corona del Santo Ibrahim
Kushadali y dijo: “Si me voy, deja que Mustafa Efendi mantenga su
corona.” Este Mustafa Efendi era uno de sus califas. Luego un día mi
maestro me llamó y me dijo su último deseo. Murió al día siguiente, que
era un Sábado, y lo enterramos en el cementerio de la Mezquita Fe, al lado
del Sheik Turbedar Efendi, que había sido su Sheik.
Aquella noche, habiéndole presentado a Dios la pregunta si debía
convertirme en el derviche de Mustafa Efendi, soñé que se estaba riendo
de mi estrepitosamente. No podía asignarle a esto un significado, así que
presenté mi pregunta por segunda vez. Esa noche soñé que me estaba
gritando coléricamente y me llama “suavemente.” Bajo estas
circunstancias no podía convertirme en su derviche. Estuve durante un
tiempo sin un Sheik, esperando un mensaje espiritual. Durante ese tiempo
visité la tarika de los Kadiris en Beyoglu y luego los Rifais en Kasim Pasha.
La tarika Halveti se había incendiado. Estos dos lugares eran los únicos
centros en donde se celebraba la ceremonia del dhikr.
Durante ese tiempo Gavsi Efendi, el Sheik de los Kadiris, intentó
persuadirme para que me convirtiera en su califa, usando como
intermediarios a Ismail Efendi, el Sheik de los Bedevis; Jevat Efendi, el
Sheik de los Sadis; y el Coronel Salahettin Efendi, el Sheik de los
Sunbulis. Les dije que aunque mi Sheik estaba muerto, yo era un Halveti;
de esta manera no podría decidirme, sino que tendría que someter el
asunto y esperar un mensaje espiritual; si recibo una respuesta positiva,
no necesitaría ser un califa, sino que agradecidamente aceptaría ser un
humilde derviche del Sheik.
El Sheik Gavsi Efendi siguió presionándome, y finalmente insistí en
que yo debía ir a la dergah (el lugar de reunión Sufí) sin afeitarme al día
siguiente, que era el día sagrado de Ragha’ib, el primer Viernes del mes de
Rajab.
Aquella noche sometí mi problema y soñé que estaba realizando el
dhikr en la tarika de los Halveti-Jerrahis en Karagümrük, con la cabeza
afeitada, descalzo, y semidesnudo, mientras el Sheik, Seyyid Fahri Efendi,
estaba sentado junto a la ventana, con un traje común pero usando una
gorra blanca de plegaria. Estaba cantando el elogio de Sheik Galip: “Tu
sermón se lee desde el púlpito de la eternidad; tu veredicto se da en la
corte del Día del Juicio; tu canto de alabanza se canta en la tierra y en el
Cielo. Ustedes son mis amados Ahmad, Mahmud, Muhammad.”
Desperté. Todo era claro. Pero ¿cómo me iba a presentar ante Fahri
Efendi? Hasta donde sabía esta tarika estaba cerrada. Lo había conocido
un poco, cuando solía tomar lecciones de los Hadices por parte de Mustafa
Efendi, “La Biblioteca Caminante.” Él solía tomarme de la mano para ver al
Sheik, quejándose ante él porque yo me había vuelto demasiado rígido y
dogmático, luego le besaba la mano y le pedía que rezara por mi. Pero
habían pasado tantos años. Tal vez lo había visto unas pocas veces en su
casa durante el Ramadán, cuando fuimos invitados a romper el ayuno. Yo
era puramente un niño en esa época. Desde entonces me había vuelto un
predicador con algún renombre. Tenía muchos seguidores. Como las
tarikas estaban oficialmente cerradas, los Sufíes se reunían
clandestinamente. Ni siquiera sabía si él todavía estaba enseñando y si
tenía seguidores. No obstante decidí ir a su casa una noche tarde luego de
la plegaria nocturna, diciéndome a mi mismo que los Sheiks son benévolos
y que él no me echaría de su puerta.
La puerta la abrió un joven derviche, al cual me presenté, pidiéndole
permiso para ver al Sheik. Fui invitado a entrar a una pequeña habitación
en donde vi al maestro con otros tres hombres. Me hizo el honor de
ponerse de pie para recibirme, y me pidió que tomara asiento. Estaba listo
para abstenerme de mi cigarrillo de costumbre, pero me ofreció uno y dije
sonrientemente: “No me ponga en un aprieto. Fumo, y también tomo una
taza de café. El café sin un cigarrillo es como dormir sin una manta en el
invierno.” Él agregó: “Entre nosotros le damos más importancia al amor
que al respeto.” Cuando me preguntó la razón de mi visita, le dije lo que
estaba pasando entre mi y el Sheik Kadiri, Gavsi Efendi, y sobre el
resultado de mi meditación y el sueño. Luego le dije quién era, dónde
nacía, y quién era mi padre. Él rió y dijo: “¿Quién no conoce al famoso
predicador de la mujeres?”
Respondí: “Si pudiera encontrar a algunos hombres, también les
predicaría a ellos.”
En la religión, por supuesto, no hay una diferencia fundamental
entre hombres y mujeres. En realidad yo estaba predicando a ambos
sexos, pero entendí el punto al que se refería: los hombres Reales no
evitarían recordar y llamar a Dios a cada momento. Luego me dijo: “En
verdad tu sueño nos señala, pero déjame también someter el asunto y ver
qué mensaje recibo.” Me pidió que volviera el Lunes. Entonces me despedí.
Ese Lunes, Sefer Efendi, ∗ que era entonces un joven derviche y
ahora es mi califa, me trajo una carta que retrasaba mi encuentro al
Viernes siguiente con el Sheik. Ese Viernes, habiendo recibido un mensaje
positivo de lo Invisible, el Sheik Fahri Efendi me aceptó como su derviche.
De esta manera preferí convertirme en un derviche de los Halveti-Jerrahis
que en un califa de los Kadiris. Seguí mis deberes como derviche hasta el
último detalle, y visitaba a mi Sheik dos o tres veces por semana. Un
hombre feliz con un gran sentido del humor, era valiente, inteligente y
prudente. Era un maestro en la interpretación de los sueños, una facultad
dada especialmente a la Orden Halveti. Era un hombre cuya conversación
era una delicia, cuyos milagros eran muy conocidos. Amado y respetado
por todos, era un hombre que nos hacía probar el amor del Profeta, los
misterios de los Santos; un hombre compasivo y alguien generoso que
protegía a los pobres y unía a todos con él.
Algunas veces solía bromear tanto conmigo que me empujaba al
borde del enojo, esperando que tuviera una reacción. Luego públicamente
declaraba que yo estaba invitado por nuestro Santo Nureddin Jerrahi y


Nota del Traductor (del Turco al Inglés): Sefer Efendi estaba destinado a suceder al Sheik Muzaffer Efendi, y
ahora es el vigésimo Sheik de la Orden Jerrahi.
que nadie podría tocarme. Luego me dijeron que el maestro con frecuencia
había mencionado mi nombre seis meses antes de mi llegada a la tarika.
Seis meses después de que me convirtiera en un derviche Jerrahi, soñé
que tres hombres venían a examinarme. Por las preguntas y las respuestas
claramente sentí que dos de ellos querían que pasara esta prueba y uno
no. Este era un examen para calificarme como Imam. Fui capaz de
convencer al tercer hombre de que ya era un Imam, y por lo tanto aceptó
mi voto unánime.
Aunque yo sabía que los sueños se deben contar inmediatamente,
no podía hacerlo hasta el día siguiente porque estaba muy ocupado. Esa
noche, fui a dormir luego de rezar durante tres o cuatro horas, y tuve un
sueño extremadamente feo y vergonzoso. Cuando desperté, sentí
repugnancia de mi mismo y me dije:”Esa es tu recompensa por rezar tres o
cuatro horas.” De alguna manera no me fue posible ver tampoco ese día a
mi Sheik , y si lo hubiera visto, ¿cómo hubiera podido contarle el
vergonzoso sueño?
La tercera noche soñé que iba a la tarika y veía rezar a los derviches
de una manera muy extraña, sin recitar correctamente ni hacer
apropiadamente los movimientos. Pasé a través de ellos con asombro y
encontré a mi Sheik en el jardín. Me agarró de una oreja y me levantó del
piso. Con su otra mano me sacudía mi lado izquierdo como si estuviera
sacándole el polvo a una alfombrilla. Luego me empujó dentro de una
habitación que estaba llena de basura. Y dijo: “Limpia este cuarto, va a ser
tuyo.” Luego vi que la habitación con la que había soñado era la del califa
jefe.
Cuando desperté, supe que este era mi castigo por no contar mi
sueño a mi maestro. Me precipité hacia su casa y le conté el primer y el
último sueño, omitiendo el vergonzoso. Sonrió y me dijo: “No pudiste haber
tenido esos dos sueños sin uno vergonzoso en el medio.” Pedí que me
dejaran solo con él para contarle el sueño feo. Cuando se lo conté, me
declaró su califa.
Durante nueve años estuvimos muy cerca. Un año antes de que
muriera, se enfermó en la mitad del dhikr y me puso a cargo. Dirigí el
dhikr ese año entero mientras estaba enfermo. Al final de ese año, el día
cinco de Shaban, que es el día del martirio del Imam Hasan, un Miércoles
a la noche a las diez y diez, fue hacia la residencia eterna, a los jardines
del elevado cielo, y recibió el regalo de estar cerca del Mensajero de Dios.
Al día siguiente, según sus últimos deseos, le di la ablución ritual,
mientras Sefer Baba y Kemal Baba echaban el agua. El Viernes dirigí las
plegarias funerarias en la Mezquita Fe. Seguidos por miles de amantes
llevamos su ataúd sobre los hombros a su habitación en la tarika, que
había construido siete años antes de su muerte, y lo enterramos cerca de
nuestro Santo Nureddin Jerrahi. Las plegarias en su tumba fueron
recitadas por el famoso Shemseddin Yeshil Efendi. Obrando con el sueño
que había tenido, y aunque las actividades de los Sufíes estaban
prohibidas y las tarikas estaban cerradas por la ley, el mismo día luego de
su fallecimiento abrí al público, a los amigos e igualmente a los enemigos
las puertas de la tarika.
Habiendo ocupado el trono de piel de carnero de nuestro Santo
Nureddin Jerrahi por quince años hoy en día, humildemente continúo
enseñándole a mis derviches Turcos, como así también a muchos amantes
de la verdad de todas partes del mundo.
Soy el décimo noveno Sheik y el octavo califa desde la creación de
nuestra rama de la orden. Con la fuerza recibida de la voluntad de Dios, el
deseo de Su Mensajero, el buen placer de mi Santo, la espiritualidad de
todos los Sheiks que me precedieron, y la bendición envueltas en la guía
espiritual de los amantes hasta el día que muera. Sólo tengo dos hijos de
mi sangre, pero Dios conoce el número de mis hijos espirituales. He tenido
el honor de ver al Profeta, que la paz sea con él, diecisiete veces en el
mundo de los sueños. He visto una vez a Moisés, Jesús, Juan, y Khidr. He
visto dos veces al venerable Abu Bakr y Umar, y en uno de estos sueños
besé sus manos. He visto dos veces a la noble Fátima e Imam Ali, y una
vez al Imam Hasan e Imam Husein. He visto dos veces a mi Santo
Nureddin Jerrahi, recibiendo sus cumplidos.
He viajado seis veces a Alemania, dos a Inglaterra, y dos veces a
Holanda y Bélgica, he visto París cuatro veces. Me he encontrado con
muchas personas buenas e interesantes durante estos viajes. También he
visitado Rumania, Bulgaria, Yugoslavia, y Grecia. He estado en Armenia
muchas veces, en donde mis derviches y yo realizamos el dhikr y tuvimos
charlas en muchas ciudades.
Sólo Dios sabe lo que sucederá luego. Rezo para que el amor de los
amantes pueda aumentar día a día. El éxito sólo viene de Dios.

* * *

Fue en el Nuevo Mundo que el destino especial del Sheik se revelara.


“Durante mis visitas a los Estados Unidos,” escribió, “me he encontrado
con miles de personas, entre ellas sacerdotes, rabinos, maestros
espirituales, profesores, estudiantes, artistas, músicos –gente de todas las
esferas, hombres y mujeres de todas las edades. Algunos eran de lejanos
rincones de esta gran país, de California, Texas y Alaska. He observado a
estas personas una por una: son todas amantes de Dios, Glorificado y
Exaltado Sea. En corazón y en forma son tan puros, limpios, y hermosos
como lo muestra sus rostros. El Señor les ha concedido la bendición de la
sabiduría. Su carácter se manifiesta en su apariencia. Transformaban
cada encuentro nuestro en un jardín del paraíso, regado por la lluvia de la
misericordia divina. Sin excepción conocer al Verdadero Amante. Estaban
anhelando hablar conmigo de Dios y el Amor...”
En verdad fue un Asunto de gran Amor, y uno que no terminó
cuando el espíritu triunfalmente cariñoso del Sheik Muzaffer fue llamado –
en el lenguaje del Irshad- para emigrar desde este mundo inferior hacia el
Reino de la Belleza Divina. Muchos Americanos, cuyos corazones habían
sido robados, estaban entre la enorme muchedumbre que acudió a sus
ritos fúnebres en Estambul en 1985. Su amor por “Efendi,” compartido por
otras incontables personas que lo conocieron incluso muy poco, continua
enriqueciendo sus propias vidas, y las vidas de aquellos a su alrededor.

OBRAS LITERAIAS DEL SHEIK MUZZAFER

La edición original Turca del Irshad fue publicada en Estambul,


como una obra de 3 volúmenes completos (1974, 1978, 1978) de más de
1500 páginas. El volumen para la audiencia Inglesa ha sido editado con el
permiso del autor.

El Descubrimiento del Amor∗ (“Ashk Yolu Vuslat Tariki”).


Traducción Inglesa de Muhtar Holland. Publicado por Traducciones
Internas Internacionales, New York, 1981.
Las primeras obras del Sheik Muzaffer lograron la publicación en
Inglés, El Descubrimiento del Amor está dedicado por el autor “a Nur Lex
Hixon para todos los Americanos Amantes [de la Verdad].” Según un
revisor en la Revista Nuradeen, el libro “revela el éxtasis del camino sufí del
Islam a través de las palabras inspiradas de un Maestro vivo, cuyo amor
de Alá brilla en cada página.”

Envar-ül-Kulub (“Las Luces de los Corazones”). Una obra de 3


volúmenes en Turco, publicada en Estambul, 1975, 1977,1979. Los
veintiocho Discursos están en un estilo similar al del Irshad. Va a ser
publicado por Publicaciones Pir, Connecticut.

Zynet-ül-Kulub (“El Adorno de los Corazones”) Edición Turca, 1973.


Traducción Inglesa por Muhtar Holland. Publicada en tres partes: “El
adorno de los Corazones,” “El Diván de Ashki,” y “El Jardín de los
Derviches.” Publicada por Publicaciones Pir, Connecticut, 1992.
La edición Turca contiene todos los elementos esenciales de las
enseñanzas Sufíes de forma concisa, incluyendo las “letanías”
(evrad/awrad) de las mayores Ordenes Sufíes. Pronto será traducida y
publicada por Publicaciones Pir, Connecticut.


El Descubrimiento del Amor está disponible en las Publicaciones Pir, 256 Post Road East, Westport, Conn.
06880.
Gülzar-i Arifan (“El Jardín de Rosas del Sabio”). Una obra breve,
publicada en Estambul hace algunos años, contiene himnos y odas,
cantos de alabanza del Profeta Muhammad compuestos por los grandes
Maestros y Sheiks Espirituales de las ordenes místicas, incluyendo los
himnos que el mismo Sheik Muzaffer compuso.

Hazret-i Meryem (“Bendita Virgen María”). No publicada en


Turquía; traducción Inglesa por Muhtar Holland. Publicada por
Publicaciones Pir, Connecticut, 1992.
Un breve tratado, escrito con una visión de la adopción de las
relaciones mejoradas a través del respeto y el entendimiento mutuos entre
los Musulmanes y los Cristianos. El Sheik Muzaffer ensalza las nobles
virtudes de la Bendita Virgen María, mientras cuenta la historia a la luz
del Sagrado Corán y la tradición religiosa del Islam.

Sofiyye Sohbetleri∗ (“El Jardín de los Derviches”). No publicada en


Turquía; traducción Inglesa por Muhtar Holland. Publicada por
Publicaciones Pir, Connecticut, 1992.
Una obra breve pero valiosa. Los temas tratados incluyen: El Destino
Humano: Los Grados del Conocimiento; Los Grados de la Renunciación; La
Importancia de los Sueños; El Camino Espiritual en la Época del Profeta;
El Rol del Guía Espiritual: El Amor y el Afecto; Niveles Minerales,
Vegetales, Animales y Humanos; Las Cinco Almas o Espíritus; Las Cuatro
Puertas y Los Cuarenta Estadíos en el Camino de la Verdad...

Halvetiler ve Halvetilik (“La Orden Halvetis y Halveti”). Obra no


publicada que incorpora la Historia de la Orden Jerrahi.


Durante su última visita a los Estados Unidos, el Sheik Muzaffer insinuó
la existencia de otros escritos incompletos, incluyendo materiales para El
Jardín de los Derviches. Está por verse si algunos de estos manuscritos o
textos mecanografiados pueden ser descubiertos.


EL SIGNIFICADO DE IRSHAD

La palabra Árabe irshad es un sustantivo verbal derivado de la raíz de tres


consonantes R-Sh-D. El correspondiente participio activo es murshid. (De
la raíz S-L-M, los mismos ejemplos surgen para Islam/Musulmán.)
Las palabras basadas en R-Sh-D transmiten varios aspectos del
concepto central “estar en el rastro correcto.” Internamente, la idea se
extiende hacia “madurez; el desarrollo intelectual, moral y espiritual que
equipa a un individuo para que viva una vida realmente humana.”
Los siguientes términos pueden servir para ilustrar la ramificación
del origen del concepto.

RASHAD: perseguir un rumbo correcto; creencia y práctica correctas


de acuerdo a las enseñanzas del Islam.

RUSHD: madurez; mayoría de edad, adquirir la edad de la discreción.

RASHÍD: de conducta correcta basada en un sano juicio; honrado,


adulto. ar-Rashid es uno de los Nombres Divinos, se interpreta con el
siguiente sentido: “Aquél que mueve todas las cosas de acuerdo a Su plan
eterno, llevándolas infaliblemente con orden y sabiduría hasta su destino
final.”

RÁSHID: bien dirigido; correctamente guiado.


Se aplica en la forma plural (Ráshidun/-in) a los Califas considerados
“Correctamente guiados” en su conducta como líderes de la comunidad
Musulmana (especialmente los primeros cuatro Califas: el venerable Abu
Bakr, °Umar, °Uthman y °Ali).

MURSHID: guiar al camino correcto; guía espiritual.


Las cualidades y calificaciones del Murshid, y la importancia de su
rol, se discuten en gran medida en la literatura del Sufismo, en donde el
énfasis algunas veces es ‘práctico’ (relacionado con las prácticas
favorecidas a una Orden particular) y otras veces más ‘místico’
(relacionado con las jerarquías espirituales, por ejemplo).
El Sheik Muzaffer escribe en El Jardín de los Derviches:

Ciertos individuos tienen su guía espiritual (murshid) la Divina


Verdad en Persona. Un miembro de este grupo especial se lo denomina
“Uwaysi.” Otra clase especial consiste en aquellos seres enaltecidos que
están dotados de gracia espiritual bajo los auspicios de los Santos
fallecidos. Tales personas no tienen un conocimiento más formal que un
bebé recién nacido. Sin tomar lecciones de nadie, reciben la guía divina
directamente y a través de la influencia espiritual de los Santos, los
amigos íntimos de la Verdad.
Sin embargo, para la gente común, no hay un substituto de un
murshid para que le muestre el verdadero camino. Se comporta con
nosotros para que sometamos nuestros yo imperfectos al tratamiento
prescrito por esta guía, para que limpiemos nuestra naturaleza
apasionada, para que purifiquemos el corazón, para que amemos a Alá, y
trabajemos por la admisión ante Su presencia siguiendo las radiantes
pisadas de Su Mensajero.

IRSHAD: Dar dirección, mostrar el camino correcto a seguir, la


guía moral, religiosa y espiritual; alumbramiento, desarrollo de la
humanidad madura.
En los contextos Sufíes, el término es algunas veces usado en
sentidos ‘técnicos’ específicos, incluyendo: 1)iniciación en la membresía de
una Orden particular; 2) autorización para iniciar y supervisar el progreso
de los aspirantes a Sufíes; convertirse en un murshid con el derecho
propio.

* * *

No podemos lograr nada sin la ayuda y la guía de Alá, Glorioso y


Ensalzado Sea.
Que siempre podamos disfrutar Su bendición y protección, Amén.

Muhtar Holland, al-Hajj

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