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CAVlTiriJO VI

Vl^HPAO Y DELIRIO

1. iKliioníícríóN
Ü la/r^vntigüedaci Clásica) ni Ui /Eclad Mecíii? conoeieipn ^-'^:i n-ilidui
••fall I I til* -•• - - .•^.,....,-_,,,, , ^ ' I , MU'Zrj^—J^'tUSJ^T" •

que nosotros iiam^mins r/pliríníen inglés delusion, en alemán Wcibn),


aunque sí se fn.-upnf-m^ trinio-pn r,exm¿L-mé(!iff^s i.:Q.nio iileíaiio-s,
descripciones exhauscivas solm- las rliVgr'^'' '^ Fnrm^isde la JQcgixiL, en
pauicular de la manía y la depresión (v.gr. en ¡¿\ ¡TÍméoldci (PUñóiJl^
I"i pj-jmera descripción del dc^Jirio como una inuclecuación^did-ii-iiao
de una persc^na. con respecto a la realidad, vale decir—¿lü el^¿iQXÍdo
de las psicosis endógenas, se ja debemos al médico italiano fC^^üOí-
^ , quien en {179_^ define el delirio (pazzia) como '"una ¿Jla en la
cipiu-iilid de enjuiciar" y en oiro momento como "un fantasear sin
fiebre ni perturbación de la conciencia" (ver Wyrsch. 195ó)-\ Según
Mellen¡iac0(l9o2)' .Sj^'a necesaila "la exlnnnundaneirhirl riel Yo en el
Oasiito cartesian(y' para Cjue surgiera a la conciencia occidental ese
fenómeno que hoy llamamos delirio, "puesto que éste se da justamen-
te en la alternativa, antes desconocida, entre ser y realidad (o verdad),
o mejor dicho, allí donde la verdad de la realidad aparece cuestiona-
da". Desde entonces y hasta el día de hov el delirio ha sido concebido
comiO un ermr, '•"S 'if.C'r, ^-nmo lo contnirio de la verdad. Esta visión
la encontramos incluso en ia última edición dtdlJMaJiuaUle difi'jnósr
tico y clasincacióti de las. eníennedacüdS',.mei2íí¡i!e£)de la jAsociación
Psiquiátnca_ American¿/(DS?vl III. 19S0, p. 365)^', donde el delirio es
definido como "una creencia personal falsa, basada en una inferencia
iricorrecta acerca de la realidad externa".
El p'-im^f^ q"-" plnnM^'""-' ';'--i:ias rl^irlns snhr^^ psre m r u l a d e QQCfp-
tualiz.ar el d-'^li'-i-"' ^^p-"-' nn grrar (de juicio) t'u(tlpaiílA[atussek\(19(^oy\
Estfí auror posmla gne la .no,.COrre,Spr?ndrnrÍM enLi-g el delirio y la
rp-,ilid^if| qi.p sp H;i en el enfermo deliranre no ^- proiá"^:r- de un
conocimiento racional, al modo de una conclusión ló"ica o ele la

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percepción cié la reaÜdaci ol)jetiva, sino más i)ien ja cciio^iixuiiiacia cié
lina pjerlurJyación muclK) más profunda qu<' (Tnvipi:(^n-ii;u- In i-sfera de
las cxci:ini.:ia,s y de la coníian'/.a. Corr otras palaisras, la realidad que
esíaría en juego en el delirio no es la del mundo objeti\-o, sino aquella
que nos al:)ren tanto las creencias que ncxs habitan (Oi1eí>ci y Gassel,
19'-iO)' c()mo nuestra capacidad de coníiar, Reccirdemos a este resj:iec-
to <^!ue^7^^¿7ze/¿^(1959)'' exige para liablar de "percepción deliran-
te" —consideracla por él conu) un síntoma de primer orden en la,
esquizofrenia—, la existencia de una percepción iionncü, a la qtie
luego se agrega un significado incongruente. Al enferiTiO delirante no
le ocurriría, entonces, c]ue renga un exceso de le, con el cual pueda
aferrarse excesivamente a una idea; por el contrari;'. él carecería de
ella. "El enfermo delirante tiene muy poca capacidad de creer y de
confiar y esa carencia la substituye por un conocimiento pretendida-
mente objetivo" {Matiissek, 19Ó3, p. 64)''.
Nosotros compartimos las d u d a s de Matussek ccjn respecto a !a
definición del delirio como rm mero error de juicio y p e n s a m o s q u e
tiene mucha razón también al sostener la existencia de una falla a
nivel de las creencias (y no de las ideas;, pero quisiéramos en esta
nrasióp pregnnrarnos más radicalmente por las relaciones entre
delirio y verdad. Eai:-^-Cuiuito,.4iueiie._ciaL"se el caso„qiLe_lo„.qxue el
'li2Í£-'inV^ denranr'' afirnr.' rrirr_psp.->nda efecrivamenre a una v:iiixlitd
^¿..jqiie, sia-i¿jabji:ga,_ el expJÁJiiLciaiLiia-.Laaga.-.-dJii±i¿..fn calÜkaxlc^
como delirio y que la evolución del cuadro mnesrre ese m ' s m o
carral-re r Ijmiranrp d e la pvisrenci-i rmr'-_Aci nresent-i rir,iru-ln jo
afirmado ("delirantemente") eá.JkkP. "•'''''^ decir correspondería a
un error. Pensemos en los delirios de celos, o en los de invención.
Con cuánta frecuencia lo afirmado resulta ser una realidad y, sin
embargo, este h e c h o no le quita el carácter delirante a la experien-
cia de ese sujeto. ¡Bastaría este ejemplo para descartar la identidad
entre delirio y error!
""'S'rel-delirio no es un error, ¿es entonces una mera opinión o
quizás una v e r d a d ' Y en ese caso, ¿cómo es posible que deje de tal
m o d o perplejo al observador? ¿O es algo intermedio entre a m b o s ,
o se trata de una forma particular de error o ele verdad? Para
abordar el problema de las relaciones entre verdad y delirio.^
e x p o n d r e m o s primero algunas ideas fundam.eatales sobre el con-
cepto ele verdad, luego un ca,so ejemplar de una experiencia
delirante, para intentar determánar por último cuál sería la verdad
del delirio.

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2. SQ^M LA VEfiDAD
"El vnrphln 'vF-uhuV se n.s:i primariamenre en do.s .senticloó': paral
r£Í£«f6e a una proposición y para rererirsc a una ¡eaiiíiici- En ell
primer caso se dice de una proposición que es verdadera a diferencial
de 'falsa'. En el segundo caso se dice de una realidad que es verciaderal
a diferencia de 'aparente', 'üusoria', 'irreal', 'inexistente', etc. (ferraíer
Mora. 1969)'".
El prijiierjiso, el de verdad como proposición, corresponck- a la'
llamad;! ^¿y/^?/:/ hwica y el .segundo^ el de \-erdad corno realidad,
cc'irresponde a la xj^dnrl nietafhicn.
Pero esi:i rlisriníritíun, q n e lioy nos p:)rece tan clara no fue en
•-<ibsp!uto evidente a lo largo de la higüijia. ^3 gqpgra!, la vfrdr.u:]
era upg solu-y fi.ig concebida de manera dif^tinta ppr las cUf(iX£Iil£S
cuküías de la •^pí\n\\f(\'\<-\ Así, para los griegos la verdad se oponía
a la apariencia, pero a! mismo tiempo era "lo que es", ¡o que .
permanece, en oposición a lo cambiante. Para la tradición hebrea,
en cambio, lo verdadero es lo. "fiel", lo que cumple o cumplirá su
promesa iemunab), mientras para los romanos verdadero es ¡o
que da confianza, lo confiable, en úiiimc; término, la veracidad
{i,-e ritas).
Pero !a ij^iea de verdad gne \.^-j a prevalecer a lo larao de toda la
histaiia ele Occidente es la propuesta por ]Arist6!el^^^: "veritas est
adaequatio inteliectus et rei" {ueulad-es la coiiconlancia de! im^hdcLo
—icLxi— ¿^'i la cjjsd), discutiéndose si es el intelecto el que ha de
adecuarse a la cosa (nominalismo) o, a la inversa, la cosa a! intelecto
(realismo).
El primero en rprnper ^-^r-i rr^^ciición es J^'!a;•[i¡l Heiíleggeiji (1927,
1943)''^, al propojier el re-pen.sar el piohlema de la verdad desde su
.seritido opginal presocrático: la verdítd como "aletheia", que significa
etimológicamente des-cubnr, hacer patente, sacar a luz. Heidcgg£r no
nÍ£SÍL£lii? ^«' 1 fam.osa d/'fíni'""''" arisroiéüca sea exacta, sólo que pnra
¿Les un fenómeno derivado y no oríeiJiavio. La concordancia entre e!
pensamienio y la cosa es sólo posible porque en un nivel ontok'jgico
los entes pueden abrirse, salir de su estado de oculta miento y porque
eí hombre es esencialmente des-cubridor.
Sobre esta "apertura" de las cosas nos enseña\Rainer María Riíkc
(193'O en uno de sus poemas:
"...lo que en definitiva nos cobija es nuestro estar desamparados
y el que nos dirijamos a lo abierto al verlo amena2ado"'\

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Y este concepto de "lo abierto" ]o explica más tarde en una carta
a nri iector ruso que le consultara sobre el sentido de 1 a jOctoua Eleg /?/'
deipiiiiiQ;. " ^
"Tor abierto no se entiende, pues, el cielo, el aire y el espacio,
que también son para el qtie contempla y juzga 'olijeto', cosas opracas
y cerradas. El animal o la flor son —car)e suponer— tcxlo oso sin
darse cuenta y por consiguiente tienen ante sí y más allá de sí aquella
indescriptible libertad cihiertci cjue acaso sólo tenga como equivalente
los primeros momentos de! amor, allí cioitde un hombre ve e n el ser
amado su propia amplitud y siente que se ele\'a a Dios"''. ^
Una prcipn^irión fi-^-verrl:idcra cuando descubre al ente en si
m;^mo V aquello qup pprmirp ese descubrimiento, nqu.f-llo q u e saca
que arragca al ente de su ocultamiiento hacia lo abierto d e q u e nos
híihlara RilVe"'"'_es lo que los griegos llamaron lo'^os. q u e ha sido
traducido a lo largo de la historia c o m o "palabra", "lenguaje",
"razón", •'fundamento", pero cjue literalmente significa permitir ver
mostrando.
Ahora bien, este desnibrimi¿;nto no es producro de una .UliuiilLa-
rión pasiv;i, sino ronsisrp pn un acontecer, un movimiento activo de
la PYisrenria humana hn^'ia el ser de los entes, OUP por narnfalp^a
tiende a_en¿iil:uii:sg- "A la naturaleza le gusta ocultarse", nos dice
)hfer¡;/c///o|en e l £ ^ 2 m e m o T F j 2 | (cit. por R. Vemeau.x, 1977;'". Por
eso Heidegger''-• afirmará que "la verdad lia de serle arrancada a las
cosas" y más adelante dice: "La. respectiva apertura cié los entes (lo
que permite la miostración de !a verdad. N. del A.) es en cierto m o d o
un robo". Este misnio fenómeno fue intuido 100 años antes por el
genio de Goethe, cuando en imo de sus aforismos dice: "La verdad
tiene algo de divino, porque ella n o aparece en forrna inmediata, sino
que hay que adivinarla desde sus manifestaciones"'^.
Qiro elemento que Heidepper pos miipsrrri de la verdad es s.u
íntima ¡'elación con la no-verdad, con el error, fenómeno lamibién
anticipado por Goethe. "Es tan cierto como misterioso el q u e la verdad
y el error nacen de la misrna fuente"'^.
Ei logos, puede de.'^cubrir la verdad, pero tambié.n encubrir la
rpa]Í£!r"^ pnrstn qup ja Verfalle^iheit 1a caída (concepto q u e tiene
cierto parentesco con el religioso de pecado, o más precisamente de
pecado original) es inherente al hombre. El existente h u m a n o habrá
de estar siempre levantándose de su estado de "caída" hacia la
"apertura" de las cosas y la autenticidad de la existencia. Mientras se
encuentre "caídu", las cosas, en lugar cié mostrársele se le ocultarán
y el hombre quedará preso en e! mímelo de hus sombras, vale decir,
de la falsedad.
f Años después de plantear su teoría de la verdad en su obra ¡Ser
\y Tiempo] Heidegger (1943)"° vuelve a enfrentarse con el tema en
un intento, quizás, de avanzar más allá de los presocráticos en la
determinación de su esencia. F.s en (;sra ronferenrj^', _snb£p Ja
/^Esencia ele la VerclacT] donde el filósofo plantea ki revoiadatiaxia
tesi¿_£jiie la esencia de la verdad es la libertad. Intentaremos
explicar en breves palabras lo que Heidegger pretende demostrar
en este opúsculo";
Esta afirmación no puede querer decir simplemente cfue para
descubrir una verdad cualquiera haya que estar libre, en el sentido de
no preso, o esclavo, cosa por lo demás obvia, ni tampoco que se esté
entregando el dominio de la verdad al mero arbitrio del hombre
concreto, de quien sabemos que mJente, oculta, representa y se
engaña. ;Oué es lo que enripnrlp H^irjpaopí- pm- "lih^i-r-irl'- pira v^r •'i
desde ahi-iogramos comprender su vinculación con la verdacl? Pa.ra
Heidegger, la libertad no es el poder elegir entre una y otra dirección
y tampoco es la falta de amarras frente ai poder o no-poder hacer
algo determinado. Libertad es dejar ser (al ente, al otro), Sein-lassen
en alemán. Pero n e ha de confundirse csrt;- riejar-ser rnn el desinterés
••^ino. j^l.!^ hay que entenderlo en el sentido de "sich einlassen auf
etwas", que deriva de Sein-lassen (.= dejar ser), pero que significa
"c:nnTpjx>inererse'' y en c\ev\(^ mf¡do, también arriesgarse, ¿ibertad es
^üXGQCcs un comprometerse deJando.^s£i: de modo que las .CQsas
.£ljedaja_jiiajTÍfestai:s£_enJa_que_iiI^^ ^Labora podemos
entencier la evsrre¿haj:elacióxi.£iilif' verdari y eriDr; Desde el mojUSüiP
_en__ciij£ la esencia de la verdad radica _e.n la libertad, el hombre
histórico p u e d e r^mhipp riQ fi^'ir-Sr-r -/, l;is.CQSas Ir^.que SOIl.:v:.pQX.£nde
desfigiirarlas v encu!:irirlas. Es entonces cuando la mera apariencia
pasa a dominar ia situacióji.
f La historia del pensamiento comienza allí donde los filósofos
presocráticos se preguntan "qué es el Ser", cuando tienen por primera
vez la experiencia de la verdad comiO descubrimiento (aletheia); y, a!
ser elevado el ente a su estado de abierto, pudo comenzar recién la
historia. "Sólo el hombre en cuanto ex-sistencia es histórico; la
^naturaleza carece de ella" (Heidegger, 1943, p. 'i6)'\ Ahaia-biov-esLe
hombre como existenria (Dasein) rjr^np rnmn p<;rni(-iiir;.i funjdamental
lO-'^ólo la HPI '\ser-pn-el-mundo". sino también la del "ser-unQ-COP-
otiQ" (Miteinandersein).

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El hnmhrf- es .siegipn- en relación con el otro y por lo tanro
tamb.ién la v_erdad debe, aún más, riene que ocurrir en e.se ámbito de
!a interpersoaalidud. Algo de esto adelantó |^í¿/ámCT|(1967)", cuando
dijo que "toda afirmación es siempre una respuesta", señalando
implícitamente la presencia del otro en el acontecer de la verdad._La
verdad ocurre siemj2re entre-Un Yo y un Tú. £n una situación
fleterminada en la que ambos están involucrados-, pero no se trata
aquí de una transmisión de conocim.ientos a través de pruebas
lógicas más o menos irrefutables, sino, como_dice[^Z^g73(1938V-',
la i'grí/aíferAXDmunicacic^n e,s un intercamliio .í5í-U-f€~exisieaí;iii_y.
existencia.

3. SOEEE EL DELIRIO
Nosotros quisiéramos hacer un modesto aporte al problema de la
verdad analizando esa compleja realidad que en psicopatología se
llama delirio. Basaremos nuestro análisis en un caso clínico corriente,
pero particularmente ilustrativo, sobre todo en lo que respecta al
inicio de la psicosis, caso analizado también povji¿Qii_Bíis;^(l955)'''
en otro contexto. Nos detendremos sólo en el comienzo de la
enfermedad, ocurrido hace ya muchos arios. j;:;^
^^ trata de Ingnd,j' una viuda de guerra, sin hijos, que residía en
pilesia,|jyyernani¿ Orientalj quien como tantos millones de alemanes,
huyó de la iavasión rusa hacia el Poniente, Ella lo hizo en compañía
de su miudre, único pariente cercano que le quedaba vivo. En
Rleinania Occiderital/ vivió primero en un campo de refugiados y
después en una pequeña aldea. Con la renta de viuda de guerra les
alcanzaba a ambas para vivir, pero su vida era un tanto sola y triste,
sobre todo al m.orir, poco después, su madre, Entusiasniada por los
informes periodísticos de algunas revistas femeninas sobre las bonda-
des de los ^síadas _UjiJjdQ,5...de Norteamérica| decide un día emig¡-ar a
ese país para trabajar en calidad cié ama de llaves. Entretanto, de
alguna manera consiguió la dirección de un caballero de ese país,
soltero, de antepasados alemanes, e inició un intercambio epistolar
con él. Un día recibió una carta distinta, donde el amigo norteameri-
cano le hablaba de su eventual interés por contraer m.atrimonio,
pensando en lo cual le solicitaba le enviara algunas fotografías; en lo
posible donde ella apareciera en traje de baño, Ingrid quedó muy
perpleja con la lectura de la carta, pero la justificó diciéndose que se

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trataba, quizás, ele costumbres norteamericanas. Unos días más tarde
y después de algunos titubeos envió las fotografías. A !a noche
siguiente despertó con pesadillas y creyó ver la figura inmóvil de su
marido, caído en el frente, al ladcj de su cama, y escuchó una voz que
decía: "Rudi ya está muerto". Durante las noches siguientes, antes de
dc^irmirse, estando todavía plenamente lúcida, escuchaba palabras de
íímov en inglés y e.\¡jermentaba caricias en su cuerpo, que eila
interpretó como pro\-enientes del norteamericano por "vía telepítica'\
La persecución sexual a que, según ella, la sometían desde la distancia
a través de palabras al oído y sensaciones casi mecánicas en la región
genital, la hicieron caer en un estado de total desesperación y
renunciar a su proyecto de emigrar a los Estados Unidos de Nortea-
mérica, a pesar de tener toda su documentación en regla. Junto con
modificar sus planes de vida, las voces y las sensaciones genitales
disminuyeron de intensidad hasta casi desaparecer. Pero la paz duró
poco, por cuanto empezó a escuchar otras voces, ahora de muchos
hombres desconocidos que la m.olestaban con insinuaciones eróticas
hasta la tortura. Sin poder resistir este asedio anónimo, Ingrid consultó
,a una psiquiatra y fue hospitalizada.
Q£Síle el punto de vista diagnó'^rirn ^p mirarí-.i de una esquizofre-
nia pa£in(iidea,,^i4ii¿_CQm£nzó con im delirio de amor (erotomania),
delirio qu^ fue perdiendo pj_rnrárrer personal hasta hacerse anónimo
y colectivo. Pero no es el aspecto clínico el que nos interesa en este
momento. Tampoco podríam.os detenernos demasiado a analizar las
interesantes conexiones de sentido entre la biografía y la psicosis:
1 Una mujer algo retraída que viene de sufrir pérdidas tan trascen-
jdentales como su marido y su patria (Silesia) y quien, poco después
de instalarse en Alemania Federal, pierde el último puente con el
pasado: su madre. El contacto epistolar con un norteamericano
desconocido le abre una nueva perspectiva de vida a futuro, pero al
mismo tiempo le despierta sentimientos de culpa frente a su marido
muerto, al serie estimulada la dimensión erótica con la solicitud de
"fotografías en traje- de baño'". La aparición de la imagen rígida de su
marido y de esa voz que dice "Rudi está muerto" tienen el significado
mágico de elhninar definitivamente al marido antes de entregarse a
un nuevo encuentro amioroso. Pero ella ya no está capacitada para
eso después de años de soledad, pérdidas y desarraigos, y así el
encuentro con el norteamericano se transforma en una mera "carica-
tura" de encuentro amoroso {v. Baeyer, 195.^)'', carente de toda
reciprocidad y donde ella no es sino víctima pasiva de las manipula-

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jciones de un ser lejano y casi desconocido. El proceso de anoninii-
Izcición alcanza su grado máximo cuando, ya supeíado en apariencia
J'e! episodio con el norteamericano, empieza a ser perseguida sexual-
) mentas por grupos de hombres desconocidos.
T a m p o c o m n - p ^ p n n r i p r^n ¡-"^tp rnrú:^-\-\n u n Mn-'il)\i'; p^.-irf vHn-l mi-
co. Sólo _se_ñalarenios la evidencia con que en esrp r•^<ic^ «^ ivjr.-
presence es_a forma especial de niecanismo de deíensa proyectivo. la
"anacoresis d.'¿lj¿Q", descrito por |Fm/^/er]en_J.9j3'i7''; el Yo se retira de
determinados con.tenidos cargados de culpa y éstos aparecen a la
conciencia como^venidos de fuera. No es ella la que tiene deseos
sexuales, sino el otro quien la persigue y asedia hasta el extremo de
violarla mágicamente.
í.o que nos interesa destacar ahora es la forma cómo aqiu j e
rnariifiesí'i e! fptiri)vp}in rh^ ¡fi ^-urrhiA Cuando higrid afirma que el
norteamericano está enamorado de ella, le dice palabras de amor en
inglés y la acaricia por "vía telepática", ;e5.-qxi&-DOS está mintiendo.
vale .jlecir. fals£imda-um__realidad? ££LJLÍJlgún_cj_so, por cuantQ al
ment¡£pertenece_esencialm£inte la plena.conciencia de falsedad y una
inLtenciónL_pniCÍsa al s^oíido de la cual se encuentra la nieniixa.
Tam450co_se-Jiaia de una.JiiisiárL-Q_,eagaDO, como cuando creemos
escuchar pasos en la noche y resulta ser el suave'golpear de la brisa
contra una ventana. Este mismo ejemplo nos muestra que lo propio
de la ilusión es su fácil corrección por medio de rma nueva percep-
ción. Este .mecanismo es el que ha imperado históricamente en las
interpretaciones falsas de la realidad, como cuando se pensaba que
la tie.Ta era plana. Ajo que má^pju^ece^aceyrar^
paci,eafe_esjj upa fanta.sía. Pensemos en las fantasías de los niños o
en los sueños diurnos de algunos adultos. Pero las fantasías tienen el
carácter efímero propio de las imágenes internas y nunca llegan a
poseer esa corporalidad y materialidad de las percepciones, amén
que el niño sabe sepantr en todo momento su fantasía de la realidad
y nunca confundirá su caballito de madera con aquel otro que \io
galopar en el campo.
Lo que Ingrid nos está com.unicando es ni más ni menos que la
percepción d^ '."'"^ rp^l¡fl-.irt y por ende de ima verdad, tan verdadera
para ella que la hace sufrir, tomar decisiones, camibiar el rumbo de su
vida y, por últim.o, ingresar a un hospital psiquiátrico. Las mentiras
están al servicio de un fin preciso, las fantasías se toman y dejan a
, voluntad, las verdades, en r(^p¡.hin, itnprimpn mrnrtny- rlotprm-i;nnp
iluminan o psclavizan.

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^ ^y. sin ewh^rpp^ nrixIie-pQrina net^nr que estancos aquí Frepíf ^ uní
experiencia diferente, que nos choca, nos deja perplejos, nosJT^QW
t(2dos. los esguie^inas. que_comradice las leyes de la naniralp7ci (.^^
s¡C{uiera concebible un acto de amor telepático, pai'a usar sus mismá^
palabras?) yjgl'e S' bien p^ vivirl-.i con las caractei'[siii:as,y_la¿vigr2a d'e
/una verdad, es algo-esencialmente no verdadero. Para estas verdad^
no verdaderas la ciencia ha acuñado desde el siglo XN'IÍI el terming
'xielirio". Se trata de un asunto de alta complejidad, que no podemos
pretender analizar desde todos los puntos de vista posibles, sino sólo
en su relación con el problema de la verdad.

4. T.A W R O A D DF.T. DFTTTRTO

En el análisis inicial dijimos que la verdad como concordancia es sólo


un derivado de algo mucho más substantivo, cual es el carácter
encubierto de los entes que el existente humano des-cubre por medio
del logos. Vimos también que la condición de posibilidad de este
descubrir era la libertad en el sentido del dejar-ser a las cosas lo que'
son, comprometiéndose con ellas, para que así nos muestren su:
esencia. Pero también decíamos que la verdad como iluminación no'
acontece en una relación soüpsista del hombre con las cosas, sinoj
! que a través del otro, en cierto modo en el "entre" {M. Buber, 1962)'^^
¡a! igual que el amon Así es como estamos somietiendo cada una dej
^nuestras percepciones cotidianas a la corroboración del otro, como,
cuando decim.os, por ejemplo: "...tal cosa, ¿no es cierto?", algo que eri_
el idioma inglés se ha transformado en una verdadera miuletilla: casi
no hay frase que se diga sin el agregado "you know?". Esta incorpo;,
jración del otro a nuestra percepción de la realidad y, por lo tanto, aj
lia afirmación de la verdad de algo, nos está demostrando cuan íntima';
es la relación entre verdad e interpersonaUdad y «orno ella, o nace d^í
la comunicación, del diálogo, o conduce a él. •.•?/:
\Blanke]ibij.r¿ (1965)'^ en un hermoso trabajo fenomenológico^';
sobre la percepción delirante comparó la experiencia estética de uñ/i
poeta (Rilke) con la de un enfenno esquizofrénico, concluyendo qvi-j)
la única diferencia entre ambas consistía en que el poeta transformaba^
la profundidad de la experiencia en una poesía, que luego m.osirabad
a sus amigos y por último publicaba, regalándosela al mundo,-?
mientras el esquizofrénico permanecía detenido en la sub^aigación^^
incapaz de compartir lo vivido.

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rnn_g.sto_cj_i,u¿remo.s sólo señalar que también aquellas experien-
cilS- c!¿' vcJ''^'^^'^l q''-"^" n'-iren en la soledad, como es el caso ele las
experiencias cstético-poéíicas y de las místicas, e.stán li<zadas a! otro
en el sentido de empujar hacia la comunicación.
¿y cuál es la verdad de nuestra paciente? Ella intenta una comu-
nicación con alguien desconocido y lejano, al cual la une apenas un
proyecto fantástico, pero en el momento en que el otro, a través de
ese elemento mediato que es la carta, intenta aproximarse haciéndole
una alusión erótica, ella cae en un estado de estremecimiento y
confusión, preámbulo de la psicosis. Cierto es que entregar una
fotografía personal es como entregarse un poco uno mismo, más
todavía si ésta la representa en la cuasi desnudez del traje de baño;
cierto es también que el norteamericano traspasó con su solicitud
ciertos límites del pudor, -a los que ella estaba acostumbrada. Pero
hfi^rp agm-hubo-comunicación eJntercambio y. por ende, verdad: una
vPtrWjj:^ie_l:! ('onfnndp (la carta con la petición de las fotografías),
una verdiid,_eíilasque4ie arriesga (el hecho de enviárselas). Pero desde
la noche de las pesadillas, donde aparee la figura del marido y esa
voz que confirma su condición de muerto, desde esa noche todo lo
que ocurre es ima verdad deliranle: las palabras cariñosas en inglés
son alucinadas; alucinadas son tamibién las escenas de amor.
LojíIQÍlLo (-le 1^ verdad delirante_es la ausencia dei orrn; ya no h;iy
un gjj^rejJDnde se constitiiy£_£sa realidad n¿^¿'¿?m.,jqii.e.ea.iiuLa-qüe la
inIa..y-Í3JiLya. ámhirn.dnnfie ¿i.£j.luinipa la \'eida¿L.peia.iainpQCQ hay
reciprocidad. El encuentro delirante con el norteamericano es un
mero acontecimiento mecánico, no hay preguntas ni respuestas, sino
sólo un someterse de Ingrid a una presencia que no ha llamado, a
unas palabras cariñosas que no puede responder y a caricias tortu-
rantes de las que no se puede defender.
Pero l^ay otro fenómeno que vincula también a la verdad con el
delirio: el problema de la autenticidad. Desde siempre se ha visto al
e.squÍ7ofrénico romo la qiijulaesíiacia de la autenticidad, OQino lo
contrario de lo teatral, de lo forzado, de lojTü¿-esroni'.k-se,tri.iada¿
inteacian£¿wXQiDO sí se ve, por ejemplo, en la histeria. El esquizofré-
nico no sabe de dobleces, ni siquiera es capaz de reconocer las
ambigüedades naturales de la vida. Conocemos qué consecuencias
tan negativas tiene para él esta radicalidad, esta absolutez en su modo
de enfrentar el mundo. Remito aquí a los trabajos de Blanketiburg
sobre la perdida de la evidencia natural (1968)-' y del sentido com.ún
(1969)^" en los esquizofrénicos, así como a los de QSurckhardtsohre

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la "indefensión esquizofrénica" (]962)^'. Este último se refiere a ' ^
característica apertura total al mundo, a esa incaj^iacidad para filtra
sólo lo convenienve, elimin-ando lo que hace svifrir en exceso, a . g ^
manera de percibir más de la cuenta o a aquel sentirse afectado ha'sá
el aniquilamiento por levísimas disonancias de una relación interp|2
sonal, rasgos todos tan característicos de los esquizofrénicos. Y^jnj^
'Qosa, niíLS imiéii¡ica_-que_d_iei-_a5Í_j2u^^ máscaras, sgi
autoengaños ni para sí mismo ni para los clejiiás_Y^j20£_0i[aj2arC^I
nadie pQdríajiegar la íntima relación existente entre verd^KWjrut^^l
jticidíui. No existe autenticidad que no esté fundamentada en J^,
\ verdad, ni verdad que no sea auténtica. En el idioma alernái^"!
lautenticidad se dice Eigenílicbkeit, qu.e significa etimológicamente " 1 ^
I t i dS
ique es propio", lo que corresponde a la esencia de algo, vale decirS
su verdad. La diferetlcia-£ii]x£ja;jdail.^.aLit.enticiciad radica sqlan^enté^
en la exis!jia£ia_£n la primera de ese elemento activo ÍÚ que_jTo|l
lijeferíamQs al principio de este ensayo: la verdadjJtmio un ¿iccmterpn'é
niientras la autexiiicldad„.es una.x:üMida¿Ldd-jji£ii:^-qxie,.j3¿i_i£quiere|.
lagpesafioífteaie el serjiescubieria. S.
Nos encontramos entoncesjrenie a la ^jamdoja-que el enfernióÜ
cielirante (esquizofrénico) no sólo cum.ple_,c_Qa toxlas o casi todas lasl
condiciones de la verdad, sino que lepüeaenta un tip_o d^serliumanoj
(el enfermo) y un tipo de experiencia (el delirio), donde el acontecer;
de la verdad.j;£-da con ima racjicalidad particular: él descubre b.]
v^rdadJaphirn^ilmprirp encubierta de los entes —como nos enseñara:
ya|tierádiici— de una forma acioiitrans, en GiertcuiiQdQ..de5nudaiidoI
las cosas en su rotnlidarl y así es capaz, como en el fam.oso caso que j
sirviera a Gruhle (1932)^" para definir la percepción delirante, de'
¡percibir en la boina roja del guardia ferroviario una advertencia 3;
I detenerse, la amenaza de una desgracia, la enfermedad del amigos
¡lejano a quien debía visitar. Y en ese percibir tan radical (¿no está,
contenido de algún modo en el color rojo la significación "detente",i
"algo ocurre", "alguien puede estar enfermo o liaber stifrido unaj
desgracia"?, etc.), nos encontramos de pronto en medio del delino.-"^
¿Qué ha ocurrido? iCómO--.es..42üSibl,e„que_esie4irQ.ce.so, c]e--desociiita- Í
mjento se transforme en el encubrimiento más radical? E,srQ_.na4iU£dej
¡sino^ignificaiiqiiejiQJiasta la apertura ÍErsch lessen be it), Cjiie.no_b.a.sta .-
{la radicalidad de! empeñQ.,,paia.-i:Qncxejiia.jeá£nda,,,..y^Qr.rnde la-
verdad de las cc^sas,,;..lainíiQCD,--£S„.-Sufi£iente la autenücidad como -•
aclitud.cQ.ri-r£specxo al mundg_y,iLSÍ.-DlÍ5]r!-.o. Se.,necesiig^(idemás^j}U£r
elOtro, el Tú intervenga en la génesis de. cada verdad. Y así, el paciente ;

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jg (3ruh!e tendría que haberse acercado a! guardia lerroviario y al
-¡versar con él se habría impuesto de que poco tiempo antes les
habían cambiado el uniforme a kxs empleados de ferrocarriles (o
cLialauier otra explicación banal), lo que habría hecho menos llama-
tivo el rojo de la gorra, con lo cual ese color no se hubieni desprendido
tan fácilmente, comvO ocurrió, del contexto referencial del sentido
común, en el cual habitualmente están insertas las cosas que nos
rodean, para llevar a acjuel joven a significaciones, como la desgr.icia
del amigo, q u e si bien podían estar contenidas en él, ya se alejaban
nuicho del koinos kosmos, de ese m u n d o com.partido q u e es la fuente
de toda experiencia de verdad. Y en el caso de nuestra paciente, ella
tendría que haber esperado la respuesta del amigo norteamericano y
haber superado con él su pudor herido por la solicitud de aquél de
fotografías en traje de hañn J ^ e l Oiro e\ gn.^ h:irp posible la viexdad de
algo, y^J^^^S^^ l'^s clemj_s_£Qndicianes de su búsqueda_están dadas,
como ocLiije en el esquÍ2olVéi3ico,-^fo-4M>4]c^y-¿lji . d e ^ ^ su rol
constiaiyente^es esa miSQia_ rydjcajjciad auténtica de ima l2Úsqiieda..sÍD
rnnces[ongs la que hace desembocar esa verdad-iotal en un cleljiia-y a..
través suvo en la soledad de la locurn.

Referencias.
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2a. edición, 1979, pp. 1174 y ss.
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endogenen Psychoseii, Thieme, Stuttgart, 1956. S. l6.
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Thieme, Stuttgart, 1956.
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10. FEKIUTERMoiw, J., Diccionario de Filosofía. Editorial Sudamericana,
Buenos Aires, 1969, 5a. edición. Tomo II, p. 8-S4 y ss.

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