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INTRODUCCIÓN A LA ESTRATEGIA. Gral. A. BEAUFRE.

Capitulo 1. Visión de conjunto de la estrategia.


Todos hacemos estrategias de una manera más o menos consciente.
El concepto de estrategia ayudó infinitas veces a las personas en distintas
situaciones, pero según el autor todas aquellas personas que repitieron el uso de la
misma estrategia en otra situación, no han conseguido iguales resultados, como si la
estrategia a usar fuera determinada coyunturalmente.

1. Análisis de la estrategia.
Definición: el concepto antiguo de estrategia militar se diría que es el “arte de
emplear las fuerzas para alcanzar los resultados fijados por las políticas”,
otro diría que es el arte de hacer que la fuerza concurra para alcanzar las
metas de la política.
La táctica es: el arte de emplear las armas de manera eficaz.
La logística: es la ciencia de los movimientos y de los abastecimientos.
Ambas se refieren a la combinación de cosas materiales y presentan un carácter de
científico-concreto que las hace ser análogas al arte del ingeniero.
La estrategia debe ser pensable y razonable. La esencia de la estrategia descansa en
el juego abstracto de que resulta de la oposición de dos voluntades. Es el arte que
permite con independencia de cada técnica, dominar los problemas que plantea en sí
cada duelo, para permitir emplear las técnicas con la mayor eficacia. Dice (el arte de
la dialéctica de las voluntades que emplean la fuerza para resolver el
conflicto).

Finalidad de la estrategia.
Se puede admitir que la finalidad de la estrategia es usar los medios disponibles de la
mejor manera para alcanzar los objetivos fijados por la política. Estos objetivos
pueden ser defensivo, ofensivos, o etc. En la dialéctica de las voluntades la decisión
es un acontecimiento de orden sicólogico que se quiere producir en el adversario,
para convencerlo de que proseguir con la lucha es inútil.
El autor dice que la fórmula general es alcanzar la decisión creando y explotando una
situación que acaree una desintegración moral en el adversario suficiente como para
hacerlo aceptar las condiciones que se le quieren imponer. Esta es precisamente la
idea general de la dialéctica de las voluntades.

Medios de la estrategia.
Para alcanzar una decisión la estrategia dispondrá de una serie de medios materiales
y morales. El arte consiste en elegir los medios disponibles y en combinar su acción
para que concurran en un mismo resultado sicológico que sea lo bastante eficaz como
para producir el efecto moral decisivo.
La elección de los medios dependerá de las debilidades y fortalezas propias y del
enemigo y nuestras posibilidades.

Elaboración de un plan estratégico.


Hay que prever las acciones adversas posibles frente a cada una de las acciones
consideradas y asegurarse del poder para cada una de ellas. Si el plan esta bien
hecho no deberían existir hechos aleatorios.

Modelos estratégicos.
1- Modelo de amenaza directa. Si se dispone de medio muy potentes y el
objetivo es modesto la sola amenaza puede hacer que el enemigo acepte las
condiciones y a renunciar a sus pretensiones y sirve de base al imponente
edificio de la estrategia de disuasión.
2- Modelo de presión directa. Si no se dispone de medios suficientes para
disponer una amenaza decisiva, se buscará la decisión de acciones políticos,
económicos o diplomático.
3- Modelo de acciones sucesivas. Si el objetivo es importante, aunque estrecho
margen de libertad de acción y limitados los medios, se buscará la acción
mediante la realización de acciones sucesivas, combinando según fuere preciso,
la amenaza directa y la presión indirecta con acciones de fuerza limitada.
4- Modelo de lucha prolongada, con débil intensidad. Si el margen de libertad
de acción es grande, pero los medios son muy escasos, se puede hacer una
estrategia de larga duración que tiende a desgastar moral del adversario.
El razonamiento estratégico debe combinar los factores sicológicos y los datos
materiales de una operación abstracta y racional. La mente debe apelar a una gran
capacidad de análisis y de síntesis para reducir los elementos del diagnóstico.

Las subdivisiones de la estrategia.


Si bien es una por su objeto y por su método, en la práctica se divide en estrategias
especializadas únicamente válidas en un ámbito en particular del conflicto. La
estrategia debe tener en cuenta los factores materiales y propios de cada ámbito de
conflicto, que producen un sistema de consecuencias diferentes para cada uno de los
ámbitos.
La estrategia total es la encargada de concebir la dirección de la guerra total. Su
papel es definir la misión propia y la combinación de las diversas estrategias
generales.
Una estrategia general tiene por función repetir y combinar las tareas de las
acciones realizadas en las diferentes ramas de la actividad del ámbito considerado.
Cada una de las ramas de la actividad subordinada, queda algún lugar para una
categoría distinta de estrategia.
La estrategia operativa se sitúa el concepto y la ejecución, lo que se quiere o se
debe hacer y lo que hacen posible las condiciones técnicas. Su objetivo es conciliar los
objetivos elegidos por la estrategia general con las posibilidades determinadas por las
técnicas del arma considerada, sino también orientar la evolución de las tácticas
para adaptarlas a las necesidades de la estrategia.
La estrategia logística: abastecimiento de insumos (mejoramiento de armamento
en épocas de paz) y la estrategia genérica.

Los principios de la estrategia.


Antes se pretendía establecer reglas para la estrategia de valor permanente y
general, que daban una estabilidad a la estrategia, en contraste con la variación
permanente de los procedimientos tácticos, en función de la evolución de los
armamentos.
Tenemos actualmente razones para dudar de la estabilidad de la estrategia, pero si
existiesen reglas serán un elemento fijo de razonamiento estratégico cuyas
aplicaciones serían las únicas en evolucionar.

Las teorías.
Las reglas formadas por los autores se caracterizan por su diversidad.
Para Clausewitz serían: la concentración de los esfuerzos, la acción del frente a frente
y la decisión mediante la batalla en el teatro principal, bajo una forma defensiva-
ofensiva en tanto sea posible. Estas reglas forma parte del dominio de la estrategia
general y de la operativa.
Liddel Hart propone 6 reglas positivas y negativas: dispersión del adversario mediante
la aproximación indirecta, sorpresa por la elección de acciones imprevistas, acción
del fuerte al débil y decisión en los teatros secundarios.
Mao Tse-tung fija 6 reglas: repliegue ante el avance del enemigo mediante una
retirada centrípeta, avance ante la retirada del enemigo, estrategia 1 contra 5, táctica
de 5 contra 1, abastecimiento a costa del enemigo, cohesión intima entre el ejercito y
las poblaciones.
Lenin y Stalin tiene tres reglas: cohesión moral de país y del ejercito en la guerra
total, importancia decisiva de la retaguardia, necesidad de la preparación sicológica
de la acción de fuerza.
La escuela de la estrategia americana tiene 2 reglas: disuasión gradual y respuesta
flexible. Es esta también estrategia total, que corresponde esta vez, con una
preocupación de disuasión y de limitación de conflicto.
La estrategia francesa tradicional: la economía de fuerzas y la libertad de acción.

El concepto central.
Como se ve, las reglas propuestas constituyen más bien una idea general de
soluciones particulares que leyes generales, lo cual explica su divergencia. Pero
constituyen un cuadro bastante bueno para analizar problemas.
Volviendo a la definición de estrategia “como el arte de la dialéctica de las voluntades
que emplean la fuerza para solucionar su conflicto”, vemos que este duelo de
voluntades provoca la oposición de dos juegos simétricos, en el que cada uno trata de
alcanzar el punto decisivo del otro. Por lo tanto en toda estrategia se pueden discernir
dos elementos distintivos y esenciales:
1- La elección del punto decisivo que se quiere alcanzar (función de las
vulnerabilidades adversas y nuestras oportunidades).
2- La elección de la maniobra preparatoria que permite alcanzar el punto
decisivo.
El éxito irá hacia aquel de los dos oponentes que halla sabido impedir la maniobra
adversa y dirigir la suya hacia su objetivo. Es lo que Foch llama con la estrategia
clásica “conservar la libertad de acción”.
La lucha de las voluntades se reduce pues a una lucha por la libertad de acción,
tratando cada uno de conservarla y privar de ella al adversario.
Hay que saber repartir racionalmente los medios entre la protección contra la
maniobra preparatoria adversa, su propia maniobra preparatoria y la acción decisiva;
lo que se denomina la economía de fuerzas.

Los elementos de la decisión estratégica.


Toda solución estrategias se refiere a tres ejes de coordenadas: el tiempo, el lugar y
las fuerzas materiales y morales que define una situación instantánea, y en fin un
factor complejo que llamaremos maniobra.
a) El factor maniobra: Este factor que de cierta manera rige a los otros, permite
reconocer cierto tipo de acciones y reacciones:
- Ofensivamente: “atacar”, operación que pierde ser preparada o seguida de las
acciones de “amenazar”, “sorprender”, “fingir”, “engañar”, “forzar”, “cansar” y
“perseguir”.
- Defensivamente: “guardarse”, “parar”, “parar atacando”, “despejar”, “esquivar” ,y
“romper.
Asimismo, en lo que respeta a las fuerzas, se pueden concebir cinco tipos de
decisiones : “concentrar”, “dispersar”, “economizar”, “aumentar”, y “reducir”.
Estas diecinueve alternativas, combinadas con una elección de tiempo y lugar,
constituye el teclado del juego estratégico. Debe recordarse que el medio para tener
libertad de acción es saber asegurarse la iniciativa, factor esencial de la maniobra.

b) Las doctrinas de maniobra: Existen diversas doctrinas opuestas. La primera, la


“dinámica racional”, busca la concentración de esfuerzos al objeto de poder para
deshacer la masa principal enemiga, lo cual provocará la derrota de todo el resto.
La segunda, llamada doctrina de las combinaciones, considera el valor psicológico
de la acción que se va a emprender y recomienda escoger la solución que tenga por
efecto despistar, desorientar y decepcionar las previsiones del adversario: en la mayor
parte de los casos, esto conducirá a la dispersión de las propias fuerzas. Existen
además otra doctrinas, como la geométrica o la geográfica. Pero la elección de las
reacciones a de estar únicamente guiada por el estudio de la situación particular,
siendo preciso en la mayor parte de los casos hacer sucesivamente uso de varias
doctrinas.

c) Los modos de la estrategia: son la actitud de conjunto correspondiente al


adoctrina que mejor responde a la situación relativa de los dos partidos. El en plano
de las ideas, los diversos modelos se ordenan según dos modos principales, la
estrategia directa y la indirecta.
La estrategia directa se basa en la búsqueda de la decisión o de la disuasión por el
empleo o la existencia de fuerzas militares consideradas como medio principal.
La estrategia indirecta: inspira todas las formas del conflicto que no buscan
directamente la decisión mediante el enfrentamiento de las fuerzas militares, sino a
través de procedimientos menos directos, sea en el orden político, económico o
militar.
d) El factor variabilidad: consiste en la variabilidad del medio y de los medios. El
estratega no puede apoyares con seguridad en ningún antecedente ni puede disponer
de ninguna unidad de medida estable. Los cálculos tienen que apreciar
constantemente el valor de una realidad cambiante, la estrategia tiene el deber de
proceder con hipótesis y maniobrar en el tiempo con un haz de posibilidades de forma
que estas posibilidades sean vigiladas para realizar su control.
Lo importante no es ya el presente sino en por venir, por lo que es esencial estar
informado y prever, contando con potentes órganos de información y de estudios

La aplicación de la estrategia.
Así como la estrategia es el medio de aplicación de la política violenta, las tácticas
son los medios de aplicación de la estrategia. Es decir que los tácticos deben estar
subordinados a la estrategia y no a la inversa. Lo que si es verdad es que el avance
técnico y táctico constituye un factor esencial de potencia, pero esta avance puede
revelares inútil si no se pone al servicio de una buena estrategia. No existe un táctica
optima en sí, ya que cualquier táctica solo tiene validez con relación a la táctica del
adversario.
Ahora bien, la elección de la tácticas es la estrategia. Es la estrategia la que
decidirá la forma del conflicto ofensivo o defensivo, insidioso o violento, directo o bien
progresivo. La estrategia además debe no solo elegir la tácticas sino que debe
igualmente orientarla evolución de ellas, a fin de que estas puedan desempeñar su
necesario papel con vistas a la decisión. El papel de la estrategia es pues señalar a
las técnicas y tácticas el objetivo hacia el cual deben encaminar sus inventos e
investigaciones.

Capítulo 2. ESTRATEGIA MILITAR CLÁSICA.


Carácter evolutivo de la estrategia militar
La estrategia militar clásica debería ser la mejor conocida. Sin embargo, no hay tal, ya
que las reglas que la rigen han sido oscurecidas por ciertos factores contemporáneos.
Por este motivo, se estudiará el problema situándose en primer término desde el
punto de vista de la evolución del fenómeno, a fin de destacar sus rasgos
fundamentales.
Siempre ha existido un importante componente económico y financiero, un
componente diplomático evidente, y, con frecuencia, un componente político
considerable de carácter ideológico. En este marco, el papel de los ejércitos ha sido
variable. Si fue generalmente preponderante, solo resultó ser realmente decisivo en
ciertos períodos favorables, hallándose reducido en otras ocasiones a una función casi
auxiliar. Esta variabilidad del papel de los ejércitos se debe a la mayor o menor
aptitud de las fuerzas armadas para lograr una decisión militar completa. En cada
época, la estrategia total se ha visto abocada a utilizar los medios (económicos,
diplomáticos, políticos o militares) que se evidenciaban más eficaces. Por este motivo,
las fuerzas armadas sólo han desempeñado un papel preponderante cuando por sí
solas tenían el poder de provocar la decisión.
Esta capacidad de decisión ha variado profundamente en el transcurso de la historia
en función de las posibilidades operativas del momento, las cuales resultaban del
armamento, del equipo y de los métodos de guerra y abastecimiento de cada una de
las partes opuestas.
Uno de los elementos esenciales de la estrategia militar clásica ha sido siempre el
comprender más de prisa que el adversario, las transformaciones de la guerra. Es,
por tanto, la plena comprensión del mecanismo de la evolución del carácter decisivo
de las fuerzas armadas la que constituye la clave principal de la estrategia militar.

La estrategia de la batalla
La decisión militar en estado puro es la que resulta de la batalla victoriosa.
El mecanismo de la batalla se reduce a un esquema relativamente sencillo; el rasgo
esencial de la batalla (terrestre) reside en el enfrentamiento de dos muros humanos
formados por combatientes.
Esta disposición en muralla proviene de la necesidad para cada combatiente de ver
sus flancos y sus espaldas cubiertos por vecinos. Pero tal protección cesa en la
extremidad de la fila, lo cual convierte los flancos en la parte naturalmente vulnerable
del dispositivo.
El objetivo de la batalla se reducía a desorganizar el dispositivo coherente constituido
por la muralla de combatientes, resultando esta desorganización de un movimiento
envolvente o de una ruptura.
Una vez roto el muro enemigo, la defensa estaba desorganizada. El ejército dislocado
se transforma en una muchedumbre de individuos; esta muchedumbre se convertía
en cómoda presa para el vencedor.
La elección del modo de ataque ha dependido de las circunstancias del terreno y de la
relación de fuerzas, pero también por la eficacia de la técnica ofensiva contra la
táctica defensiva del adversario. Esta se ha perfeccionado constantemente; la defensa
ha comprendido tempranamente el empleo de numerosas tipos de proyectiles. Por
tanto, el ataque ha tenido que adaptarse a estas dificultades mediante tácticas
apropiadas capaces de neutralizar los medios de fuego adversos. En ciertas épocas,
las cualidades del armamento han dado la superioridad a la defensa; en otras, al
ataque.
En la batalla, la acción resulta siempre preparada por una esgrima adecuada de fintas
o de desgaste. La preparación debe abocar el adversario a gastar sus reservas, sea
induciéndolo a que las comprometa en falso merced a una finta, sea desgastándolas
por el combate. La batalla comprende así una fase de preparación más o menos
larga, seguida de una fase de culminación.
Reducida a lo esencial, la estrategia de la batalla es sencilla. Lo que le devuelve toda
su complejidad es que los combatientes son hombres y no máquinas. Por
consiguiente, el arte consiste en saber reforzar o mantener ese vínculo psicológico en
las tropas propias, sabiendo distenderlo en las del enemigo. El elemento psicológico
es, por tanto, preponderante.
Pero este esquema es esencialmente terrestre. En el mar o en el aire, el elemento
psicológico influye menos, ya que el vínculo entre los combatientes se ve asegurado
por el material: no pueden abandonar ni su barco ni su avión. De consiguiente, en vez
de buscar la desorganización se deberá tender a la destrucción física. De ello resulta
que la superioridad material provocará una disuasión importante por su simple
existencia.

La estrategia de las operaciones terrestres


En primer término, para combatir, las fuerzas que han de enfrentarse deben ponerse
al alcance y tratarán de iniciar la batalla en las condiciones más favorables. El
conjunto de disposiciones y de maniobras que de ello resultan, constituyen las
“operaciones”.
El mecanismo de las operaciones
Primera fase: Operaciones y batalla distintas e independientes
Durante este largo período, el armamento sólo confería una escasa capacidad de
resistencia a un destacamento aislado. Para desplazarse con seguridad, el ejército
tenía que permanecer agrupado. Además el empleo de estas fuerzas sólo podía
hacerse después de que las tropas estuvieran en orden “de batalla”; los dos ejércitos,
cuando se encontraban, siempre podían rechazar la batalla retirándose. Se presentaba
batalla o se aceptaba la presentada por el adversario, o bien se rehuía.
Las operaciones tenían entonces por finalidad forzar el adversario a aceptar la batalla
en condiciones desfavorables para él. Se buscaba el resultado invadiendo su territorio
y devastándolo. Para limitar este medio de acción, la defensa recurrió a un sistema de
plazas fuertes que formaban como un tablero de ajedrez en medio del cual se movían
los ejércitos.

Segunda fase: Operaciones y batalla distintas, pero ligadas.


El desarrollo del fusil proporcionó una potencia de fuego acrecentada; como
consecuencia se produjo una ampliación cada vez mayor de las líneas fortificadas,
que concluyó por paralizar las operaciones. Las guerras se alargaban, interminables.
El aumento de la potencia de fuego confería ahora a un destacamento aislado la
posibilidad de ofrecer una resistencia de cierta duración. El ejército podía fraccionarse
para desplazarse, incluso para vivir sobre el país.
El sistema de operaciones reposaba en una distinción absoluta entre el dispositivo
operacional dispersado y formando una ancha red, y el dispositivo de batalla
concentrado. En esta fase, las operaciones rigen la batalla.

Tercera fase: Operaciones y batalla confundidas


El aumento de la potencia de fuego, que en un momento dado permitió aquellas
soluciones, las ha tornado imposibles el incrementarse. El antiguo dispositivo de
marcha en amplia red con columnas paralelas, se convierte ahora en un “frente”,
dispositivo de marcha y de batalla que ya resulta lo bastante denso como para formar
un muro humano casi continuo. Al final de la evolución, operaciones y batalla se
confunden.
Como la capacidad defensiva de los frentes se ha acrecentado notablemente con la
potencia de fuego, la acción de ruptura se ha hecho difícil. Lo esencial de las
operaciones consiste en realizar el envolvimiento de las alas descubiertas mediante
un frente más amplio que el del adversario.
Cuarta fase: Frente de batalla igual al teatro de operaciones
La estabilización de los frentes que cubren la totalidad del teatro de operaciones
constituye una completa sorpresa para los dos adversarios. El fenómeno del “frente
continuo” y estático resultaba de la potencia defensiva considerable de que disponía
ahora la infantería. Por no haber ya envolvimientos posibles, las operaciones-batalla
se reducen a buscar la ruptura del frente, rompimiento del que se espera que permita
reanudar las operaciones de movimiento.
Quinta fase: La batalla prepara las operaciones
El nuevo factor táctico constituido por la pareja carro-aviación, opuesta a nuestros
frentes lineales y estáticos, realiza por doquier la ruptura rápida, justamente porque la
movilidad táctica del ataque alcanza al fin un nivel suficiente con relación a la
movilidad estratégica de las reservas. Este nivel permite que se vuelva a “la guerra de
movimiento”.
Sexta fase: Frente de batalla inferior al teatro de operaciones
Después de la guerra aparece el arma atómica. Sin embargo, en el plano putamente
clásico, otro fenómeno se impone a la atención: la importante reducción del volumen
de las fuerzas en razón del aumento considerable del precio de los equipos modernos,
conjuntamente con los dispendios provocados por la preparación de la guerra nuclear.
Como consecuencia de este hecho, con medios mucho más móviles que en el pasado,
las fuerzas terrestres vuelven a hallarse ante el dilema de tener que diluirse en
espacios demasiado vastos para ellas o bien concentrarse en frentes estrechos,
aceptando intervalos entre sí o presentando alas descubiertas.

Conclusiones:
El rápido análisis que antecede permite sacar algunas conclusiones útiles:
1.La esencia de las operaciones ha evolucionado entre dos polos extremos: los
movimientos y las fuerzas, con dosificaciones intermedias muy variables.
1. Esta evolución se ha visto regida en su mayor parte por la evolución de los
factores tácticos. Tales factores tácticos, vinculados al armamento, al equipo y a
los procedimientos de combate, pueden reducirse a los siguientes:
- La capacidad ofensiva
- La capacidad defensiva
- La movilidad “estratégica”(fuera de combate)
- La movilidad “táctica”(en el combate)
Es la variación relativa de estos cuatro factores la que ha conducido a la diversidad de
soluciones operativas.
3. La evolución se ha visto igualmente influida por el volumen de las fuerzas
comparado con el espacio de los teatros de operaciones.
4. Cuando las operaciones no han tenido carácter decisivo han derivado hacia un
concepto de desgaste que ha provocado considerables esfuerzos de guerra y el
agotamiento recíproco de los beligerantes.
5. Según sea el valor relativo de los factores anteriores, las operaciones han sido
simultáneamente móviles y poco decisivas, móviles y muy decisivas, lentas o
estabilizadas. Todas estas modificaciones se han producido ante la sorpresa de los
contemporáneos, ya que en cada época se ha creído que los caracteres de la
estrategia operativa que se practicaba seguirían siendo siempre los mismos, cuando,
por el contrario, han variado constantemente.
Esta última consideración muestra la extrema importancia que se ha de conceder a la
comprensión del mecanismo de la estrategia para no verse sorprendido por sus
transformaciones y, a ser posible, para poderlas apreciar más correctamente que el
adversario y anticiparse a él.

Las operaciones y la actitud estratégica


El mecanismo de las operaciones posibles, en cada fase de la evolución, determina el
marco del juego estratégico en una época dada. Dentro de ese marco, el mando
militar ha de determinar el tipo de maniobra mediante la cual pretende llevar a cabo
las tareas que la política le ha encomendado.

Las operaciones y la esgrima estratégica


Una vez definida la acción estratégica, queda por llevar a cabo la ejecución del plan,
resultará de ello una oposición dialéctica en la que cada cual tratará de que su
voluntad prevalezca.
Todas estas consideraciones muestran que la dificultad esencial del arte militar es su
variabilidad. En el presente futuro, en el cual radica necesariamente toda concepción
estratégica hay que apoyarse a la vez en la experiencia pasada e inventar la
adaptación de esta experiencia a los nuevos medios. Toda innovación constituye un
riesgo mayúsculo, pero cualquier rutina está condenada de antemano.
En este ámbito conjetural y terrible, la clave del razonamiento ha de ser buscada en
las transformaciones de la estrategia operativa.

CAPITULO III
ESTRATEGIA ATÓMICA
La estrategia atómica, o mejor dicho, la aplicación por la estrategia de las
consecuencias del arma atómica, ha producido importantes alteraciones en la
concepción del empleo de las fuerzas con vista a la guerra o al mantenimiento de la
paz. Es interesante desmontar el mecanismo mediante el cual se han producido estos
cambios.

Importancia y originalidad del arma atómica.


El arma atómica no es como se ha dicho un arma más, sólo que más potente. Ante
todo, por su potencia no tiene punto de comparación con nada conocido. Este arma es
una revolución extraordinaria, ya que puede lograr cualquier objetivo del globo
terrestre con notable precisión. En razón de esta doble característica (potencia y
alcance) el arma atómica provoca un fenómeno enteramente nuevo: ya no existe
relación entre la potencia y la masa. Por otra parte, esa extraordinaria potencia de
fuego tiene una movilidad casi total, en contraste con la pesadez de las masas
armadas. Por lo tanto, las fuerzas armadas tradicionales parecen completamente
inútiles.

Las modalidades de la estrategia atómica.


Para defenderse de este peligro sin precedentes, no existen, al parecer, sino cuatro
tipos posibles de protección:
1. La destrucción preventiva de las armas adversas. Estados Unidos estableció un
plan de fuegos atómicos y que preveía el ataque de cada uno de los objetivos
conocidos; pero esta situación duró poco tiempo, ya que los objetivos enemigos se
fueron multiplicando y no podían conocerse de antemano por las medidas de
dispersión adoptadas por el enemigo. Por lo tanto, el desencadenamiento solo podía
ser tomado en consideración como una réplica, y sería preciso sufrir el previo ataque
enemigo. Aunque se tenga la seguridad de que una táctica “contra fuerzas” sólo
tendría una eficacia parcial, su aplicación sigue siendo considerada como necesaria.
2. La intersección de las armas atómicas. Este objetivo es muy difícil de lograr y de
mantener. En la carrera tecnológica emprendida entre la intersección y la
penetración, a cada progreso de la intersección responderá un nuevo progreso de la
penetración, desarrollándose así la “carrera de los armamentos”. Esta estrategia
(estrategia genética) no libra batallas, es una forma indirecta de ataque y desgaste,
que en vez de destruir medios adversos se contenta con descalificarlos (por ej. Los
radares permitieron la primera victoria aérea, pero luego los aviones de gran altura
los descalificaron. Luego estos aviones fueron descalificados por los misiles tierra-aire,
y así sucesivamente).
1. La protección física contra los efectos de las explotaciones. Con el arma
termonuclear, la protección conserva su valor relativo, pero la potencia del ataque
se incrementa tanto que es difícil abrigar la esperanza de lograr una protección
eficaz.
2. La amenaza de represalias. No existe verdadera protección sino en la amenaza de
represalias.

La estrategia de disuasión
La disuasión se basa ante todo sobre un factor material: hay que tener una gran
potencia de destrucción, una buena precisión y una buena capacidad de penetración.
El valor de la disuasión ha resultado ligado no a la potencia de la fuerza, sino la
potencia que quedara después de haber sufrido la primera salva, o sea a su capacidad
de supervivencia. De ahí una táctica de supervivencia, muy onerosa y muy compleja,
tendiente a lograr una alerta casi instantánea y una protección de los instrumentos de
tiro, a fin de forzar al adversario a gastar un crecidísimo número de armas para cada
objetivo.
Es necesario impresionar al adversario hasta impedir que utilice su fuerza de ofensiva.
Por tanto, hay que tener una capacidad de destrucción tal que le tema lo bastante;
luego, hay que llevarlo a creer que se es capaz de desencadenar la represalia, réplica
o como primera andanada. La noción de la capacidad de destrucción suficiente desde
un punto de vista psicológico ha sido objeto de apreciaciones muy diversas, que se
esquematizan en dos tácticas contrapuestas llamadas “contra fuerzas y contra
ciudades”. Una táctica contra fuerzas sería muy eficaz si se pudiera tener la seguridad
de realizarla casi completamente, pero esta táctica es además de onerosa , insegura a
medida que se perfeccionan las tácticas de supervivencia. Existe, pues, una gran
tentación por volverse hacia la táctica contra ciudades, que es mucho más fácil y
menos onerosa: el que juega esta táctica cree en el valor absoluto de la disuasión,
mientras que el que juega la táctica contra fuerzas duda del valor de la disuasión y
admite la posibilidad de un conflicto atómico que comprenda el empleo del total de
las fuerzas de ataque.
Toda guerra desemboca en una dialéctica extremadamente sutil, en donde se tiende a
apreciar la probabilidad de las reacciones del adversario en función de sus medios y
de su voluntad de emplearlos, y también en función de la opinión que pueda tener de
nuestros medios y de nuestra voluntad de emplearlos e incluso, de la idea que se
hace de la idea que nos hacemos de sus medios y de su voluntad de emplearlos.
Para lograr un resultado de disuasión y suprimir todo margen de libertad de acción se
disponen de dos procedimientos:
1. El material, que consiste en presentar al adversario un sistema de fuerzas militares
capaz de llevar al fracaso las operaciones que pudiera iniciar merced a su probable
margen de libertad de acción.
2. Psicológico, que consiste en establecer y mantener un riesgo de
desencadenamiento de las represalias si se produjera un conflicto local. La existencia
de las armas atómicas, con los riesgos de espiral atómica que pudiera entrañar su
empleo, desempeña un papel muy importante en el ámbito de la disuasión.

La estrategia de guerra
Pese a todos los esfuerzos con vistas a la disuasión no se puede asegurar que la
guerra no estallará, debido a los factores de incertidumbre (p/ej. Mala información
sobre el enemigo) y de irracionalidad.
La guerra es el resultado de un error de cálculo, o sea de una apreciación demasiado
optimista respecto a las reacciones del adversario: Se creerá que se puede llevar a
cabo impunemente tal o cual acción y se habrá desencadenado el drama.
La estrategia de disuasión tiende a asustar: debe asegurarse de la posibilidad de
efectuar destrucciones terroríficas, justamente para no tenerlas que llevar a cabo.
Pero si tales destrucciones han de ser recíprocas ¿dónde está la ventaja?
Desencadenar una acción cuya réplica provocaría la muerte propia, no es más que
una forma de suicidio. Pero al existir la absoluta probabilidad de que este
razonamiento lógico sea bilateral, no hay, por consiguiente, sino pocas probabilidades
de que el adversario inicie el conflicto mediante un ataque nuclear.
Ante esta situación de amenazas recíprocas en donde todos temen iniciar la guerra
por la reacción del adversario, el general Taylor expuso una nueva estrategia de
guerra llamada “réplica flexible”, la que consiste en responder a cada acción adversa
con una réplica adecuada, con fuerza suficiente para mantener en jaque al enemigo,
pero no poniendo en juego sino la cantidad de fuerzas necesarias. Pero aceptar este
conflicto limitado es una invitación para llevarlo a cabo, o sea un aflojamiento de la
disuasión, aumentando los riesgos de espiral atómico.

Mecanismo de conjunto de la evolución de la estrategia atómica


Para tener una idea de conjunto del fenómeno y de la interacción de los diversos
factores, se revisara la evolución de la lucha de USA-URSS, que para su análisis se
subdividirá en cuatro etapas:
1- En la primera fase, URSS posee fuerzas aeroterrestres para invadir Europa. Los
EEUU solo disponen de fuerza atómica en embrión, hacen frente al peligro con una
estrategia de disuasión, en la que se combina la reconstrucción de Europa y su
rearme clásico (Tratado de la OTAN) de intención defensiva, conjuntamente se
confecciono la fuerza ofensiva de “Frappe”. La disuasión tuvo efecto.
2- La URSS solo pudo replicar con ala estrategia defensiva de la disuasión, combinada
con una contraofensiva en el ámbito de la estrategia indirecta (Corea, indochina), la
disuasión de la URSS fue psicológica, con una campaña antinuclear conjuntamente
con la atomización de su fuerza. Los EEUU ante esta situación mantuvieron la
estrategia de disuasión con la amenaza de represalias.
3- En la tercera etapa los soviéticos comenzaron a dar alcance a los EEUU en el
ámbito de la disuasión, ya que consiguen desarrollar a pleno su armamento nuclear.
Los norteamericanos ante esto deciden refortalecer todos los puntos tácticos de
defensa en Europa y América (1955), logrando cierta estabilidad.
4- Los rusos se adelanta a los norteamericanos lanzando la carrera hacia el espacio,
echando por tierra la estrategia de disuasión norteamericana, por quedar obsoletos
los medios para lograrla.
Los EEUU reaccionan cambiando la estrategia de disuasión por una llamada
“Graduada” la cual busca el equilibrio en diversos ámbitos: nuclear ( desarrollo de
nuevas armas), clásico (mediante la OTAN), indirecto (construyendo una reserva de
fuerzas clásicas de intervención).
Los soviéticos se verían constreñidos a seguir la marcha del rearme norteamericana,
debido a su inferioridad económica.

Las reflexiones sobre lo ocurrido estos años son:


1- El carácter precario de las situaciones logradas y el valor efímero de los sistemas
de defensa planeados.
2- Un enorme consumo de riqueza, que es una condición abrumadora para conseguir
una seguridad incierta.
3- Semejante carrera debe desembocar en algo, no se puede mantener la paz con
tanta tensión.

La estrategia de represalias masivas es una estrategia ofensiva, la de disuasión


graduada es defensiva.
En el plano de los mecanismos de la estrategia, la evolución que se ha producido
muestra claramente la relación existente entre nuevo material y las nuevas
posibilidades tácticas que entrañarían, las cuales llevan al cambio del equilibrio
estratégico. Entonces se produce un camino a la inversa: el enderezamiento del
equilibrio estratégico impone una decisión estratégica cuya consecuencia será definir
las posiciones tácticas por adoptar, deduciéndose de ellas el nuevo material a utilizar.
Ciertos autores sostienen que no hay mas estrategia que la de los medios, pero ello
no quiere decir que los medios que sean los medios los que han de regir la estrategia.
Por lo contrario, por lo contrario es la estrategia la que debe orientar a los inventores
o, por lo menos elegir entre los inventos aquellos que mejor satisfagan las
necesidades de la estrategia. En ciertos casos se puede estar desprovistos de las
medios necesarios, la estrategia debe entonces estar en condiciones de hallar el
paliativo , eligiendo una solución capaz de coger desprevenida la estrategia del
adversario, con los medios que se puedan disponer. Es una cuestión de inteligencia e
imaginación.

Conclusiones sobre la estrategia Atómica


1- La estrategia atómica se sitúa en el plano de la guerra total, ya que compromete
recursos sociológicos, financieros y económicos, es una “estrategia total” en su
modo directo.
Todas la buenas estrategias han sido totales, la estrategia total se convierte en una
disciplina de pensamiento indispensable en el nivel de las clases dirigentes, ya que
obliga a reflexionar sobre todos los factores que afectan una situación.
2- Lo que no se debe hacer es una estrategia atómica que solo seria valida para la
actual coyuntura, sino debe ser total capaz de abarcar todo el fenómeno y los que
sigan, como las formas menores e indirectas.
3- Esta nueva estrategia debe incorporar los cambios considerables introducidos por
la aplicación a la defensa de los estados de la potencia científica e industrial. La
preparación se ha vuelto mas importante que la ejecución, ya que la posesión de
medios superiores es mas decisiva que la manera de emplearlos. Es un cambio total
en el arte de la guerra, los puestos de vanguardias son sustituidos por es espionaje
científico, el concepto de maniobra es cada vez mas abstracto.
4- Ya que lo esencial se esta jugando antes, en tiempos de paz, el esfuerzo tiende a
una decisión que no tendría otro valor que el de prueba de la eficiencia de los
preparativos realizados. De allí el desarrollo lógico de la estrategia de disuasión. La
estrategia de disuasión muestra la importancia creciente de la disuasión
complementaria, dado que se utilizan varios tipos de armas tanto las clásicas como
las modernas.
5- Las estrategias de disuasión tiende a reducir la libertad de acción de las fuerzas,
los cual desemboca en la lucha por pequeños puntos.
6- La estrategias de disuasión puede originar una verdadera técnica de la paz., que
llevaría a un equilibrio estable que seria defendido por todos los participantes del
conflicto.

CAPITULO 4
ESTRATEGIA INDIRECTA
Estrategia indirecta: no enfrentarse con el enemigo en una prueba de fuerza directa,
sin antes de abordarlo no haberlo desasosegado, sorprendido y desequilibrado
mediante una aproximación imprevista, efectuada efectúa en direcciones desviadas.
En realidad esta maniobra de aproximación indirecta es un medio, que se impone a
aquel de los dos adversarios que no tenga la seguridad de ser bastante fuerte, como
para derrotar al enemigo en una batalla en un terreno escogido por el adversario.
Algunos autores sostienen el empleo sistemático de la aproximación indirecta, la idea
central de esta concepción es invertir, mediante una maniobra y no con el combate,
la relación de las fuerzas opuestas antes de la prueba en la batalla.
La diferencia fundamental entre la aproximación indirecta y la estrategia indirecta no
reside solo en el carácter geográfico de la aproximación ya que la aproximación
indirecta busca la victoria, la estrategia indirecta es aquella que espera lo esencial de
la decisión de otros medios que la victoria militar. Otra característica de la estrategia
es el aspecto particular que en ella toma la libertad de acción. Cuanto mas estrecho
ha resultado ser el margen de libertad de acción, mas importante se a hecho su
explotación; ya que es lo único que permite atacar al status quo que la disuasión
nuclear pretende mantener. Cuanto mas pequeño ha sido el margen de libertad de
acción mas matizados han de ser los procedimientos de explotación hasta adquirir
aspectos en que la guerra resulta imposible de reconocer. La estrategia indirecta es el
mejor antídoto del la parálisis nuclear.
La estrategia indirecta aparece como el arte de saber explotar lo mejor posible el
estrecho margen de libertad de acción, que escapa a la disuasión, obteniendo éxitos
decisivos importantes pese a la limitación de los medios militares que puedan ser
empleados.

Concepción de la maniobra indirecta.


El primer elemento de la maniobra indirecta es la determinación del margen de
libertad de acción que puede proporcionar la coyuntura y en asegurarse que tal
margen podrá ser conservado, y si es posible aumentado, mientras que el que tenga
el adversario será reducido al máximo. En síntesis la lucha se reduce a un conflicto
para conseguir una la libertad de acción.

Concepción de la maniobra exterior


la idea central de la maniobra exterior es asegurarse el máximo de libertad de acción
paralizando al adversario con mil lazas de disuasión, se trata de una maniobra
sicología que hace apuntar a un mismo objetivo los medios políticos, económicos,
diplomáticos y militares.
Los medios de disuasión a ser empleados van desde el mas sutil hasta el mas brutal,
para lograr que el adversario emprenda tal o cual acción.

Concepción de la maniobra interior


Una vez asegurada la posibilidad de cierta libertad de acción, queda por concebir la
maniobra por efectuar en el espacio geográfico donde se pretenden conseguir
determinados resultados. Esta será la maniobra interior.
El problema se reduce a tres variables complementarias principales: las fuerzas
materiales, las fuerzas morales y la duración. Si las fuerzas morales fueran muy
superiores a las del adversario, las fuerzas morales pueden ser menores y la maniobra
muy corta. Por el contrario si las fuerzas materiales son débiles, han de verse
compensadas con grandísimas fuerzas morales, siendo la maniobra forzosamente
larga. Así se diseñan dos formas extremas de maniobra estratégica.
La primera tiende a lograr muy de prisa, merced a la superioridad de fuerzas, un
objetivo parcial a la medida de la libertad de acción exterior que se tiene, luego a
fingir detenerse antes de reanudar otra operación. Esta maniobra, mediante objetivos
sucesivos relativamente modestos, cortada con negociaciones, es la que se llama
maniobra de la alcachofa (la usó Hitler invadiendo países de Europa del Este).
La segunda maniobra tiende a alcanzar el objetivo (a veces importante) menos por
una victoria militar que por una prolongación de un conflicto concebido y organizado
de suerte que sea cada vez más abrumador para el adversario. Esta es la maniobra
por la laxitud (Mao Tse-Tung).
Entre estas maniobras extremas todas las intermedias son posibles.

Maniobra por la laxitud


Esta es realmente muy sutil. Se trata de llevar a un adversario, mucho más fuerte que
uno, a admitir condiciones, a veces muy duras, no empleando contra él sino medios
extremadamente limitados. Aquí la inferioridad de las fuerzas materiales debe ser
compensada por la superioridad de los medios morales.

Plano Material
Se trata en primer término en saber durar. Este objetivo lo considera R. Aron como la
finalidad de la estrategia, y es la finalidad de toda maniobra por la laxitud. Cuando
existe una gran inferioridad de medios, sólo se puede confiar en sobrevivir negándose
al combate y empleando una táctica de hostigamiento para mantener la existencia del
conflicto. Esto conduce a la guerrilla, que permite reducir el desequilibrio de las
fuerzas materiales.
Mao Tse-Tung define 6 reglas esenciales para la guerrilla:
1. íntimo acuerdo entre las poblaciones y los guerrilleros;
2. repliegue ante un fuerte avance enemigo;
3. hostigamiento y ataque ante un repliegue enemigo;
4. estrategia de 1 contra 5;
5. táctica de 5 contra 1, singularmente a merced a lo que llama el repliegue
centrípeto, o sea concentración de fuerzas durante el repliegue;
6. logística y armamento merced a las presas hechas al enemigo.

Hay 2 nociones fundamentales para asegurar la libertad de acción de la guerrilla:


1. Impedir la represión disuadiendo a la población de informar al enemigo, mediante
la práctica de un terrorismo sistemático.
2. Extender en superficie la amenaza de guerrilla al máximo, sin incitar al enemigo a
replegarse, de manera que se le plantee al enemigo un problema de protección
cada vez más difícil. La aplicación de esta última tiene por efecto impulsar al
adversario a gastar siempre más fuerzas para conservar un número creciente de
puntos, lo cual en amplia medida es capaz de modificar el equilibrio práctico de las
fuerzas en presencia.
Las fuerzas de guerrilla deben ser mantenidas y constantemente desarrolladas para
que la presión resulte creciente. Primero abasteciéndose de recursos y luego
estableciendo bases próximas al territorio atacado, cuya inviolabilidad será asegurada
por los medios de disuasión de la maniobra exterior.
Esto confiere a la maniobra exterior un valor operativo capital, que se añade a lo ya
dicho de su papel clave en el ámbito de libertad de acción global.
Plano psicológico
La idea general es también saber durar. Para ello es indispensable que las fuerzas
morales de los combatientes y de la población sean desarrolladas y mantenidas a un
alto nivel. Hay que llevar al adversario a ceder por laxitud.
Esta acción psicológica es compleja ya que debe dirigirse simultáneamente a
combatientes, población amiga y enemiga, y se asienta en: la línea política básica y la
elección de la táctica psicológica.
La línea política básica, que debe armonizarse con la política necesaria para la
maniobra exterior, ha de ser tal que pueda movilizar, con vistas a la lucha, las
pasiones, siendo presentadas de manera de demostrar la justicia de la causa que se
pretende sostener. Además el éxito de la operación debe aparecer como seguro.
Las tácticas psicológicas comprenden el empleo de las técnicas de la propaganda, del
adoctrinamiento y de la organización de la población, mediante un encuadramiento
estrecho y bien vigilado. Se debe comprender que los únicos éxitos son de orden
psicológico, o sea que las acciones materiales no tienen otro interés que levantar la
moral o el prestigio de los combatientes. Por otra parte si se carece de éxitos el bluff
(incluso la mentira total) podrán suplirlos. La prensa sensacionalista permite al
adversario multiplicar el efecto psicológico de acciones modestas y reiteradas.
Si la maniobra exterior produce el mínimo de disuasión y no se impide desde un
principio la maniobra interior, hay mayores probabilidades de un desenlace victorioso.
Si la maniobra exterior no logra impedir la intervención de otras potencias, se
desembocará en un compromiso en forma de partición. Si la maniobra exterior no
logra alimentar suficientemente la acción interior y el adversario se resiste, se va al
fracaso. Pero los gérmenes sembrados durante la lucha se desarrollarán más tarde y,
por lo menos se habrá impuesto al adversario un esfuerzo considerable al precio de
medios irrisorios.
La maniobra por la laxitud bien llevada y razonada presenta un mínimo de riesgos, en
tanto que sus dividendos posibles son considerables y que, incluso si se llega al
fracaso, se ha logrado desgastar al enemigo sin desgastarse uno mismo.

Maniobra de la alcachofa
Es más sencilla ya que en su fase de ejecución interior se asienta en cálculos de
estrategia militar. En cambio la maniobra exterior desempeña un papel decisivo como
en la maniobra por la laxitud.
Las estrategias dependen de un margen de libertad de acción siempre estrecho y de
que la maniobra exterior haya sido bien concebida, y a pesar de ello se depende de
conseguir realizar por sorpresa y con rapidez un hecho consumado indiscutible.
La operación interior debe ser concebida con un gran golpe sobre la base de sorpresa
de velocidad, de acciones rápidas del fuerte al débil, explotadas con fuerza e
inmediatamente. Esa velocidad necesaria se asienta en previsiones acertadas y en
una ejecución vigorosa, y también en una preparación muy completa en todos los
ámbitos. No se improvisa semejante operación.
Otra condición exterior indispensable para el éxito es que el objetivo parezca
suficientemente limitado como para ser aceptado por la opinión internacional.
Los límites de esta estrategia son que no puede ser usada para alcanzar con saltos
sucesivos objetivos muy importantes, a menos que se distribuyan los saltos en un
muy largo período de tiempo. Su carácter violento y sensacional es de un manejo
mucho más peligroso que la maniobra por laxitud.
Las paradas de la estrategia indirecta
Desde Hiroshima todo el mundo está persuadido de la maleficencia de la guerra
integral y todos quieren evitarla. Pero aquellos cuya política implica un cambio del
orden establecido siguen usando la fuerza para lograr sus objetivos. Ello lleva al juego
de la estrategia indirecta que cada uno de los actores aplica según su temperamento.
Intoxicados por las doctrinas del s. XIX se creía en la distinción absoluta entre la
guerra y la paz.

Contramaniobra exterior
En la estrategia hay que saber distinguir lo esencial de lo accesorio. En estrategia
directa lo esencial es la fuerza, cuya importancia permite obtener la libertad de
acción. En estrategia indirecta, siendo igualmente esencial la búsqueda de libertad de
acción, el interés se centrará en los medios indirectos que la puedan asegurar,
usando en primer término la contramaniobra exterior. Esta, claro, sigue dominada por
la disuasión global lograda por la estrategia nuclear directa, y el esfuerzo en este
ámbito debe ser mantenido.
La contramaniobra exterior consiste en realizar el mayor número posible de
disuaciones complementarias de la disuasión nuclear global. La elección de ellas
puede realizarse partiendo de las vulnerabilidad del sistema adverso (opinión
económica, tabús de la psicología marxista, musulmana, etc.). De allí se ha de
deducir la línea política, que consiste en fijar las posiciones ideológicas y geográficas
a defender y aquellas a amenazar. Una línea política solo defensiva tendrá poco valor
disuasivo.
La línea política ofensiva debe atacar eficazmente los puntos débiles del sistema
adverso. Por ello hay que partir de los puntos débiles, no de nuestras concepciones
morales. También es preciso que el sistema de ataque esté concebido en función de
las necesidades de aquellos a quienes se quiere convencer, y no de las nuestras.
El prestigio es la resultante compleja de la potencia y de la eficacia presentes, así
como de las que se estima poder atribuir en el futuro.
Para restablecer el prestigio perdido de la civilización occidental se debe restablecer
la confianza mundial en el porvenir de esta civilización. Podrían ser usados para ello
los logros económicos conseguidos. El prestigio resulta en parte del temor que se
inspira. La “cara” desempeña un papel considerable. Hay que conquistarla con logros
espectaculares y bien escogidos.
Desde el punto de vista geográfico se deben elegir las regiones donde se quiere hacer
un esfuerzo para defender, atacar o amenazar. Debe hacerse en regiones que cubren
nuestros puntos sensibles, por un lado, y por el otro en aquellas que amenazan las
vulnerabilidad del adversario. Hay que buscar las localizaciones que constituyen los
centros de acción capaces de desarrollos ulteriores, y evitar comprometerse en
regiones donde el adversario puede desarrollar su esfuerzo a bajo precio y
obligándonos a gastar medios considerables. Incluso si se tropieza con dificultades se
debe dar prioridad a la eliminación de bases exteriores que permiten al adversario
dirigir sus ataques indirectos.

Contramaniobra interior
En el lugar mismo de las agresiones se pueden tomar diversas replicas. Si es una
agresión violenta hay que disponer de las fuerzas tácticas indispensables para evitar
que el hacho consumado se produzca rápidamente. La existencia de tales fuerzas
bastará para asegurar una disuasión eficaz. Si no se dispone de fuerzas necesarias
habrá que recurrir a la maniobra exterior. Esto muestra la importancia disuasiva de
fuerzas de intervención dotadas de gran movilidad.
Si se trata de agresión directa tipo estrategia por la laxitud se puede: salvaguardar lo
esencial sin comprometer grandes medios y resolver el conflicto sofocándolo con una
maniobra exterior eficaz. Si esta fracasa se recurre a una maniobra interior tendiente
a contraofensiva directa.
Es también muy importante la línea política destinada a reducir los triunfos
adversarios.
Entonces para mantener y desarrollar el prestigio se debe: demostrar fuerza,
persuadir de las posibilidades propias de porvenir y desarmar las reivindicaciones con
reformas profundas.
Para frustrar la guerrilla hay que evitar desbordarse por las maniobras de superficie y
practicar maniobras de economía de fuerzas. Concentrando en zonas reducidas con
puestos instalados con el solo objeto de informar que permitan desencadenar una
serie de operaciones para impedir la organización de bases adversas. En algunos
casos debe permitirse que el enemigo se instale a placer y luego destruirlo más
fácilmente. Correlativamente las fronteras deben ser cerradas herméticamente, como
táctica de barrera. Esto requerirá medios importantes debiéndose buscar economía.
Las zonas protegidas deben infundir confianza. Los éxitos deben ser resaltados y los
fracasos ocultados.

Conclusión
Tanto la estrategia directa como la indirecta buscan la libertad de acción. La forma de
conseguirla, por la iniciativa o por la seguridad, es en lo que difieren; ya que el
margen de libertad de acción depende de la maniobra exterior y no de la maniobra
interior.
La seguridad va a depender de los factores de la maniobra exterior, o sea de las
vulnerabilidad de los adversarios. Toda vulnerabilidad brinda una oportunidad al
enemigo.
La estrategia indirecta además de la fuerza y el tiempo, juega con el elemento
psicológico.

CONCLUSIONES SOBRE ESTRATEGIAS.


Estrategia se trata de un cuerpo de pensamientos que a pesar de su complejidad,
debe poder servir de guía práctica para realizar lo mejor posible los fines de la
política.
Es necesario hacer una división horizontal entre la política encima y la estrategia total
debajo, por respetarse así la jerarquía de las preocupaciones y mantenerse la unidad
de razonamientos particulares en cada uno de los escalones.
Pero naturalmente, debajo de la política se sitúa toda la pirámide de las estrategias, la
cual domina el conjunto de las tácticas y de las técnicas. ( En la cumbre de la
pirámide está la estrategia total, combinando las diversas estrategias generales
propias de cada ámbito, estas mismas armonizando las estrategias operativas de su
incumbencia).
El juego estratégico puede darse en 2 modos :
1)El modo Mayor: es la estrategia directa, en el que la fuerza representa un factor
esencial.
El modo Menor: es la estrategia indirecta, en el que prima la psicología y las
combinaciones.
Estos dos modos representan soluciones diversas dentro de la misma fórmula
general: ambas apuntan al mismo objetivo, la decisión mediante la capitulación
psicológica del adversario y emplean el mismo método basado en la lucha por la
libertad de acción. Pero éstas soluciones difieren en los procedimientos empleados.
Esa opción de los procedimientos mejores, es acaso la parte más importante de la
estrategia. En tal opción la piedra de toque (la más importante) es la libertad de
acción. La lucha por la libertad de acción es, en efecto, la esencia de la estrategia
(protección de nuestra propia libertad y la aptitud para privar al adversario de tal
libertad).
Existen también 2 estrategias de aplicación que se emplean en cada uno de los dos
grandes modos estratégicos de conjunto de la estrategia directa y de la estrategia
indirecta. Estas 2 concepciones son:
1) Estrategia de la mecánica racional: la que trata de definir el juego más lógico de
las fuerzas disponibles.
2) Estrategia de las combinaciones: la que tiende a realizar el juego más
desilucionante para el adversario.
Al analizar así los engranajes del razonamiento estratégico, se llega a reconocer, por
una parte, la situación dialéctica de los adversarios (definida cada una de ellas por 4
factores: fuerzas materiales, fuerzas morales, el momento y el lugar) y por otra parte,
las modificaciones dialécticas empleadas en esta situación en el tiempo y en el
espacio con vistas a la libertad de acción. Esta sucesión de situaciones dialécticas es
la que se denomina “el factor de maniobra“, que cesa la mecánica racional con las
combinaciones.
El problema no es para los golpes de los adversarios (aún cuando haya que hacerlo)
sino impedir que el adversario conserve la iniciativa, tomar uno mismo la iniciativa y
mantenerla hasta la decisión. Este es el aspecto en que, con sus precisiones, la
maniobra debe esforzarse por ser contraaleatoria, debiendo todo plan constituir un
conjunto coherente de previsiones que llevan a la decisión.
La estrategia es un perpetuo inventar basado sobre hipótesis que será preciso
experimentar en plena acción y donde los errores de apreciación pagarán el alto
precio de la derrota. Es aquí donde reside el mayor problema de la estrategia, sobre
todo en épocas de evolución rápida (como la actual).
Las opciones de la estrategia son necesariamente variables y conjeturables, lo que
justifica la pluralidad de modelos.
Para limitar las probabilidades de error es indispensable organizar lo mejor posible el
estudio de la coyuntura. Prever debidamente es aún más importante que organizar las
fuerzas cuyo valor sería incierto. En este escenario es indispensable el estudio del
componente psicológico de la estrategia (precisa los factores de la psicología de las
masas, de los jefes, población, etc.). Las tácticas carecen de valor si no se ejercen en
el marco de una buena estrategia psicológica.

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