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1. Análisis de la estrategia.
Definición: el concepto antiguo de estrategia militar se diría que es el “arte de
emplear las fuerzas para alcanzar los resultados fijados por las políticas”,
otro diría que es el arte de hacer que la fuerza concurra para alcanzar las
metas de la política.
La táctica es: el arte de emplear las armas de manera eficaz.
La logística: es la ciencia de los movimientos y de los abastecimientos.
Ambas se refieren a la combinación de cosas materiales y presentan un carácter de
científico-concreto que las hace ser análogas al arte del ingeniero.
La estrategia debe ser pensable y razonable. La esencia de la estrategia descansa en
el juego abstracto de que resulta de la oposición de dos voluntades. Es el arte que
permite con independencia de cada técnica, dominar los problemas que plantea en sí
cada duelo, para permitir emplear las técnicas con la mayor eficacia. Dice (el arte de
la dialéctica de las voluntades que emplean la fuerza para resolver el
conflicto).
Finalidad de la estrategia.
Se puede admitir que la finalidad de la estrategia es usar los medios disponibles de la
mejor manera para alcanzar los objetivos fijados por la política. Estos objetivos
pueden ser defensivo, ofensivos, o etc. En la dialéctica de las voluntades la decisión
es un acontecimiento de orden sicólogico que se quiere producir en el adversario,
para convencerlo de que proseguir con la lucha es inútil.
El autor dice que la fórmula general es alcanzar la decisión creando y explotando una
situación que acaree una desintegración moral en el adversario suficiente como para
hacerlo aceptar las condiciones que se le quieren imponer. Esta es precisamente la
idea general de la dialéctica de las voluntades.
Medios de la estrategia.
Para alcanzar una decisión la estrategia dispondrá de una serie de medios materiales
y morales. El arte consiste en elegir los medios disponibles y en combinar su acción
para que concurran en un mismo resultado sicológico que sea lo bastante eficaz como
para producir el efecto moral decisivo.
La elección de los medios dependerá de las debilidades y fortalezas propias y del
enemigo y nuestras posibilidades.
Modelos estratégicos.
1- Modelo de amenaza directa. Si se dispone de medio muy potentes y el
objetivo es modesto la sola amenaza puede hacer que el enemigo acepte las
condiciones y a renunciar a sus pretensiones y sirve de base al imponente
edificio de la estrategia de disuasión.
2- Modelo de presión directa. Si no se dispone de medios suficientes para
disponer una amenaza decisiva, se buscará la decisión de acciones políticos,
económicos o diplomático.
3- Modelo de acciones sucesivas. Si el objetivo es importante, aunque estrecho
margen de libertad de acción y limitados los medios, se buscará la acción
mediante la realización de acciones sucesivas, combinando según fuere preciso,
la amenaza directa y la presión indirecta con acciones de fuerza limitada.
4- Modelo de lucha prolongada, con débil intensidad. Si el margen de libertad
de acción es grande, pero los medios son muy escasos, se puede hacer una
estrategia de larga duración que tiende a desgastar moral del adversario.
El razonamiento estratégico debe combinar los factores sicológicos y los datos
materiales de una operación abstracta y racional. La mente debe apelar a una gran
capacidad de análisis y de síntesis para reducir los elementos del diagnóstico.
Las teorías.
Las reglas formadas por los autores se caracterizan por su diversidad.
Para Clausewitz serían: la concentración de los esfuerzos, la acción del frente a frente
y la decisión mediante la batalla en el teatro principal, bajo una forma defensiva-
ofensiva en tanto sea posible. Estas reglas forma parte del dominio de la estrategia
general y de la operativa.
Liddel Hart propone 6 reglas positivas y negativas: dispersión del adversario mediante
la aproximación indirecta, sorpresa por la elección de acciones imprevistas, acción
del fuerte al débil y decisión en los teatros secundarios.
Mao Tse-tung fija 6 reglas: repliegue ante el avance del enemigo mediante una
retirada centrípeta, avance ante la retirada del enemigo, estrategia 1 contra 5, táctica
de 5 contra 1, abastecimiento a costa del enemigo, cohesión intima entre el ejercito y
las poblaciones.
Lenin y Stalin tiene tres reglas: cohesión moral de país y del ejercito en la guerra
total, importancia decisiva de la retaguardia, necesidad de la preparación sicológica
de la acción de fuerza.
La escuela de la estrategia americana tiene 2 reglas: disuasión gradual y respuesta
flexible. Es esta también estrategia total, que corresponde esta vez, con una
preocupación de disuasión y de limitación de conflicto.
La estrategia francesa tradicional: la economía de fuerzas y la libertad de acción.
El concepto central.
Como se ve, las reglas propuestas constituyen más bien una idea general de
soluciones particulares que leyes generales, lo cual explica su divergencia. Pero
constituyen un cuadro bastante bueno para analizar problemas.
Volviendo a la definición de estrategia “como el arte de la dialéctica de las voluntades
que emplean la fuerza para solucionar su conflicto”, vemos que este duelo de
voluntades provoca la oposición de dos juegos simétricos, en el que cada uno trata de
alcanzar el punto decisivo del otro. Por lo tanto en toda estrategia se pueden discernir
dos elementos distintivos y esenciales:
1- La elección del punto decisivo que se quiere alcanzar (función de las
vulnerabilidades adversas y nuestras oportunidades).
2- La elección de la maniobra preparatoria que permite alcanzar el punto
decisivo.
El éxito irá hacia aquel de los dos oponentes que halla sabido impedir la maniobra
adversa y dirigir la suya hacia su objetivo. Es lo que Foch llama con la estrategia
clásica “conservar la libertad de acción”.
La lucha de las voluntades se reduce pues a una lucha por la libertad de acción,
tratando cada uno de conservarla y privar de ella al adversario.
Hay que saber repartir racionalmente los medios entre la protección contra la
maniobra preparatoria adversa, su propia maniobra preparatoria y la acción decisiva;
lo que se denomina la economía de fuerzas.
La aplicación de la estrategia.
Así como la estrategia es el medio de aplicación de la política violenta, las tácticas
son los medios de aplicación de la estrategia. Es decir que los tácticos deben estar
subordinados a la estrategia y no a la inversa. Lo que si es verdad es que el avance
técnico y táctico constituye un factor esencial de potencia, pero esta avance puede
revelares inútil si no se pone al servicio de una buena estrategia. No existe un táctica
optima en sí, ya que cualquier táctica solo tiene validez con relación a la táctica del
adversario.
Ahora bien, la elección de la tácticas es la estrategia. Es la estrategia la que
decidirá la forma del conflicto ofensivo o defensivo, insidioso o violento, directo o bien
progresivo. La estrategia además debe no solo elegir la tácticas sino que debe
igualmente orientarla evolución de ellas, a fin de que estas puedan desempeñar su
necesario papel con vistas a la decisión. El papel de la estrategia es pues señalar a
las técnicas y tácticas el objetivo hacia el cual deben encaminar sus inventos e
investigaciones.
La estrategia de la batalla
La decisión militar en estado puro es la que resulta de la batalla victoriosa.
El mecanismo de la batalla se reduce a un esquema relativamente sencillo; el rasgo
esencial de la batalla (terrestre) reside en el enfrentamiento de dos muros humanos
formados por combatientes.
Esta disposición en muralla proviene de la necesidad para cada combatiente de ver
sus flancos y sus espaldas cubiertos por vecinos. Pero tal protección cesa en la
extremidad de la fila, lo cual convierte los flancos en la parte naturalmente vulnerable
del dispositivo.
El objetivo de la batalla se reducía a desorganizar el dispositivo coherente constituido
por la muralla de combatientes, resultando esta desorganización de un movimiento
envolvente o de una ruptura.
Una vez roto el muro enemigo, la defensa estaba desorganizada. El ejército dislocado
se transforma en una muchedumbre de individuos; esta muchedumbre se convertía
en cómoda presa para el vencedor.
La elección del modo de ataque ha dependido de las circunstancias del terreno y de la
relación de fuerzas, pero también por la eficacia de la técnica ofensiva contra la
táctica defensiva del adversario. Esta se ha perfeccionado constantemente; la defensa
ha comprendido tempranamente el empleo de numerosas tipos de proyectiles. Por
tanto, el ataque ha tenido que adaptarse a estas dificultades mediante tácticas
apropiadas capaces de neutralizar los medios de fuego adversos. En ciertas épocas,
las cualidades del armamento han dado la superioridad a la defensa; en otras, al
ataque.
En la batalla, la acción resulta siempre preparada por una esgrima adecuada de fintas
o de desgaste. La preparación debe abocar el adversario a gastar sus reservas, sea
induciéndolo a que las comprometa en falso merced a una finta, sea desgastándolas
por el combate. La batalla comprende así una fase de preparación más o menos
larga, seguida de una fase de culminación.
Reducida a lo esencial, la estrategia de la batalla es sencilla. Lo que le devuelve toda
su complejidad es que los combatientes son hombres y no máquinas. Por
consiguiente, el arte consiste en saber reforzar o mantener ese vínculo psicológico en
las tropas propias, sabiendo distenderlo en las del enemigo. El elemento psicológico
es, por tanto, preponderante.
Pero este esquema es esencialmente terrestre. En el mar o en el aire, el elemento
psicológico influye menos, ya que el vínculo entre los combatientes se ve asegurado
por el material: no pueden abandonar ni su barco ni su avión. De consiguiente, en vez
de buscar la desorganización se deberá tender a la destrucción física. De ello resulta
que la superioridad material provocará una disuasión importante por su simple
existencia.
Conclusiones:
El rápido análisis que antecede permite sacar algunas conclusiones útiles:
1.La esencia de las operaciones ha evolucionado entre dos polos extremos: los
movimientos y las fuerzas, con dosificaciones intermedias muy variables.
1. Esta evolución se ha visto regida en su mayor parte por la evolución de los
factores tácticos. Tales factores tácticos, vinculados al armamento, al equipo y a
los procedimientos de combate, pueden reducirse a los siguientes:
- La capacidad ofensiva
- La capacidad defensiva
- La movilidad “estratégica”(fuera de combate)
- La movilidad “táctica”(en el combate)
Es la variación relativa de estos cuatro factores la que ha conducido a la diversidad de
soluciones operativas.
3. La evolución se ha visto igualmente influida por el volumen de las fuerzas
comparado con el espacio de los teatros de operaciones.
4. Cuando las operaciones no han tenido carácter decisivo han derivado hacia un
concepto de desgaste que ha provocado considerables esfuerzos de guerra y el
agotamiento recíproco de los beligerantes.
5. Según sea el valor relativo de los factores anteriores, las operaciones han sido
simultáneamente móviles y poco decisivas, móviles y muy decisivas, lentas o
estabilizadas. Todas estas modificaciones se han producido ante la sorpresa de los
contemporáneos, ya que en cada época se ha creído que los caracteres de la
estrategia operativa que se practicaba seguirían siendo siempre los mismos, cuando,
por el contrario, han variado constantemente.
Esta última consideración muestra la extrema importancia que se ha de conceder a la
comprensión del mecanismo de la estrategia para no verse sorprendido por sus
transformaciones y, a ser posible, para poderlas apreciar más correctamente que el
adversario y anticiparse a él.
CAPITULO III
ESTRATEGIA ATÓMICA
La estrategia atómica, o mejor dicho, la aplicación por la estrategia de las
consecuencias del arma atómica, ha producido importantes alteraciones en la
concepción del empleo de las fuerzas con vista a la guerra o al mantenimiento de la
paz. Es interesante desmontar el mecanismo mediante el cual se han producido estos
cambios.
La estrategia de disuasión
La disuasión se basa ante todo sobre un factor material: hay que tener una gran
potencia de destrucción, una buena precisión y una buena capacidad de penetración.
El valor de la disuasión ha resultado ligado no a la potencia de la fuerza, sino la
potencia que quedara después de haber sufrido la primera salva, o sea a su capacidad
de supervivencia. De ahí una táctica de supervivencia, muy onerosa y muy compleja,
tendiente a lograr una alerta casi instantánea y una protección de los instrumentos de
tiro, a fin de forzar al adversario a gastar un crecidísimo número de armas para cada
objetivo.
Es necesario impresionar al adversario hasta impedir que utilice su fuerza de ofensiva.
Por tanto, hay que tener una capacidad de destrucción tal que le tema lo bastante;
luego, hay que llevarlo a creer que se es capaz de desencadenar la represalia, réplica
o como primera andanada. La noción de la capacidad de destrucción suficiente desde
un punto de vista psicológico ha sido objeto de apreciaciones muy diversas, que se
esquematizan en dos tácticas contrapuestas llamadas “contra fuerzas y contra
ciudades”. Una táctica contra fuerzas sería muy eficaz si se pudiera tener la seguridad
de realizarla casi completamente, pero esta táctica es además de onerosa , insegura a
medida que se perfeccionan las tácticas de supervivencia. Existe, pues, una gran
tentación por volverse hacia la táctica contra ciudades, que es mucho más fácil y
menos onerosa: el que juega esta táctica cree en el valor absoluto de la disuasión,
mientras que el que juega la táctica contra fuerzas duda del valor de la disuasión y
admite la posibilidad de un conflicto atómico que comprenda el empleo del total de
las fuerzas de ataque.
Toda guerra desemboca en una dialéctica extremadamente sutil, en donde se tiende a
apreciar la probabilidad de las reacciones del adversario en función de sus medios y
de su voluntad de emplearlos, y también en función de la opinión que pueda tener de
nuestros medios y de nuestra voluntad de emplearlos e incluso, de la idea que se
hace de la idea que nos hacemos de sus medios y de su voluntad de emplearlos.
Para lograr un resultado de disuasión y suprimir todo margen de libertad de acción se
disponen de dos procedimientos:
1. El material, que consiste en presentar al adversario un sistema de fuerzas militares
capaz de llevar al fracaso las operaciones que pudiera iniciar merced a su probable
margen de libertad de acción.
2. Psicológico, que consiste en establecer y mantener un riesgo de
desencadenamiento de las represalias si se produjera un conflicto local. La existencia
de las armas atómicas, con los riesgos de espiral atómica que pudiera entrañar su
empleo, desempeña un papel muy importante en el ámbito de la disuasión.
La estrategia de guerra
Pese a todos los esfuerzos con vistas a la disuasión no se puede asegurar que la
guerra no estallará, debido a los factores de incertidumbre (p/ej. Mala información
sobre el enemigo) y de irracionalidad.
La guerra es el resultado de un error de cálculo, o sea de una apreciación demasiado
optimista respecto a las reacciones del adversario: Se creerá que se puede llevar a
cabo impunemente tal o cual acción y se habrá desencadenado el drama.
La estrategia de disuasión tiende a asustar: debe asegurarse de la posibilidad de
efectuar destrucciones terroríficas, justamente para no tenerlas que llevar a cabo.
Pero si tales destrucciones han de ser recíprocas ¿dónde está la ventaja?
Desencadenar una acción cuya réplica provocaría la muerte propia, no es más que
una forma de suicidio. Pero al existir la absoluta probabilidad de que este
razonamiento lógico sea bilateral, no hay, por consiguiente, sino pocas probabilidades
de que el adversario inicie el conflicto mediante un ataque nuclear.
Ante esta situación de amenazas recíprocas en donde todos temen iniciar la guerra
por la reacción del adversario, el general Taylor expuso una nueva estrategia de
guerra llamada “réplica flexible”, la que consiste en responder a cada acción adversa
con una réplica adecuada, con fuerza suficiente para mantener en jaque al enemigo,
pero no poniendo en juego sino la cantidad de fuerzas necesarias. Pero aceptar este
conflicto limitado es una invitación para llevarlo a cabo, o sea un aflojamiento de la
disuasión, aumentando los riesgos de espiral atómico.
CAPITULO 4
ESTRATEGIA INDIRECTA
Estrategia indirecta: no enfrentarse con el enemigo en una prueba de fuerza directa,
sin antes de abordarlo no haberlo desasosegado, sorprendido y desequilibrado
mediante una aproximación imprevista, efectuada efectúa en direcciones desviadas.
En realidad esta maniobra de aproximación indirecta es un medio, que se impone a
aquel de los dos adversarios que no tenga la seguridad de ser bastante fuerte, como
para derrotar al enemigo en una batalla en un terreno escogido por el adversario.
Algunos autores sostienen el empleo sistemático de la aproximación indirecta, la idea
central de esta concepción es invertir, mediante una maniobra y no con el combate,
la relación de las fuerzas opuestas antes de la prueba en la batalla.
La diferencia fundamental entre la aproximación indirecta y la estrategia indirecta no
reside solo en el carácter geográfico de la aproximación ya que la aproximación
indirecta busca la victoria, la estrategia indirecta es aquella que espera lo esencial de
la decisión de otros medios que la victoria militar. Otra característica de la estrategia
es el aspecto particular que en ella toma la libertad de acción. Cuanto mas estrecho
ha resultado ser el margen de libertad de acción, mas importante se a hecho su
explotación; ya que es lo único que permite atacar al status quo que la disuasión
nuclear pretende mantener. Cuanto mas pequeño ha sido el margen de libertad de
acción mas matizados han de ser los procedimientos de explotación hasta adquirir
aspectos en que la guerra resulta imposible de reconocer. La estrategia indirecta es el
mejor antídoto del la parálisis nuclear.
La estrategia indirecta aparece como el arte de saber explotar lo mejor posible el
estrecho margen de libertad de acción, que escapa a la disuasión, obteniendo éxitos
decisivos importantes pese a la limitación de los medios militares que puedan ser
empleados.
Plano Material
Se trata en primer término en saber durar. Este objetivo lo considera R. Aron como la
finalidad de la estrategia, y es la finalidad de toda maniobra por la laxitud. Cuando
existe una gran inferioridad de medios, sólo se puede confiar en sobrevivir negándose
al combate y empleando una táctica de hostigamiento para mantener la existencia del
conflicto. Esto conduce a la guerrilla, que permite reducir el desequilibrio de las
fuerzas materiales.
Mao Tse-Tung define 6 reglas esenciales para la guerrilla:
1. íntimo acuerdo entre las poblaciones y los guerrilleros;
2. repliegue ante un fuerte avance enemigo;
3. hostigamiento y ataque ante un repliegue enemigo;
4. estrategia de 1 contra 5;
5. táctica de 5 contra 1, singularmente a merced a lo que llama el repliegue
centrípeto, o sea concentración de fuerzas durante el repliegue;
6. logística y armamento merced a las presas hechas al enemigo.
Maniobra de la alcachofa
Es más sencilla ya que en su fase de ejecución interior se asienta en cálculos de
estrategia militar. En cambio la maniobra exterior desempeña un papel decisivo como
en la maniobra por la laxitud.
Las estrategias dependen de un margen de libertad de acción siempre estrecho y de
que la maniobra exterior haya sido bien concebida, y a pesar de ello se depende de
conseguir realizar por sorpresa y con rapidez un hecho consumado indiscutible.
La operación interior debe ser concebida con un gran golpe sobre la base de sorpresa
de velocidad, de acciones rápidas del fuerte al débil, explotadas con fuerza e
inmediatamente. Esa velocidad necesaria se asienta en previsiones acertadas y en
una ejecución vigorosa, y también en una preparación muy completa en todos los
ámbitos. No se improvisa semejante operación.
Otra condición exterior indispensable para el éxito es que el objetivo parezca
suficientemente limitado como para ser aceptado por la opinión internacional.
Los límites de esta estrategia son que no puede ser usada para alcanzar con saltos
sucesivos objetivos muy importantes, a menos que se distribuyan los saltos en un
muy largo período de tiempo. Su carácter violento y sensacional es de un manejo
mucho más peligroso que la maniobra por laxitud.
Las paradas de la estrategia indirecta
Desde Hiroshima todo el mundo está persuadido de la maleficencia de la guerra
integral y todos quieren evitarla. Pero aquellos cuya política implica un cambio del
orden establecido siguen usando la fuerza para lograr sus objetivos. Ello lleva al juego
de la estrategia indirecta que cada uno de los actores aplica según su temperamento.
Intoxicados por las doctrinas del s. XIX se creía en la distinción absoluta entre la
guerra y la paz.
Contramaniobra exterior
En la estrategia hay que saber distinguir lo esencial de lo accesorio. En estrategia
directa lo esencial es la fuerza, cuya importancia permite obtener la libertad de
acción. En estrategia indirecta, siendo igualmente esencial la búsqueda de libertad de
acción, el interés se centrará en los medios indirectos que la puedan asegurar,
usando en primer término la contramaniobra exterior. Esta, claro, sigue dominada por
la disuasión global lograda por la estrategia nuclear directa, y el esfuerzo en este
ámbito debe ser mantenido.
La contramaniobra exterior consiste en realizar el mayor número posible de
disuaciones complementarias de la disuasión nuclear global. La elección de ellas
puede realizarse partiendo de las vulnerabilidad del sistema adverso (opinión
económica, tabús de la psicología marxista, musulmana, etc.). De allí se ha de
deducir la línea política, que consiste en fijar las posiciones ideológicas y geográficas
a defender y aquellas a amenazar. Una línea política solo defensiva tendrá poco valor
disuasivo.
La línea política ofensiva debe atacar eficazmente los puntos débiles del sistema
adverso. Por ello hay que partir de los puntos débiles, no de nuestras concepciones
morales. También es preciso que el sistema de ataque esté concebido en función de
las necesidades de aquellos a quienes se quiere convencer, y no de las nuestras.
El prestigio es la resultante compleja de la potencia y de la eficacia presentes, así
como de las que se estima poder atribuir en el futuro.
Para restablecer el prestigio perdido de la civilización occidental se debe restablecer
la confianza mundial en el porvenir de esta civilización. Podrían ser usados para ello
los logros económicos conseguidos. El prestigio resulta en parte del temor que se
inspira. La “cara” desempeña un papel considerable. Hay que conquistarla con logros
espectaculares y bien escogidos.
Desde el punto de vista geográfico se deben elegir las regiones donde se quiere hacer
un esfuerzo para defender, atacar o amenazar. Debe hacerse en regiones que cubren
nuestros puntos sensibles, por un lado, y por el otro en aquellas que amenazan las
vulnerabilidad del adversario. Hay que buscar las localizaciones que constituyen los
centros de acción capaces de desarrollos ulteriores, y evitar comprometerse en
regiones donde el adversario puede desarrollar su esfuerzo a bajo precio y
obligándonos a gastar medios considerables. Incluso si se tropieza con dificultades se
debe dar prioridad a la eliminación de bases exteriores que permiten al adversario
dirigir sus ataques indirectos.
Contramaniobra interior
En el lugar mismo de las agresiones se pueden tomar diversas replicas. Si es una
agresión violenta hay que disponer de las fuerzas tácticas indispensables para evitar
que el hacho consumado se produzca rápidamente. La existencia de tales fuerzas
bastará para asegurar una disuasión eficaz. Si no se dispone de fuerzas necesarias
habrá que recurrir a la maniobra exterior. Esto muestra la importancia disuasiva de
fuerzas de intervención dotadas de gran movilidad.
Si se trata de agresión directa tipo estrategia por la laxitud se puede: salvaguardar lo
esencial sin comprometer grandes medios y resolver el conflicto sofocándolo con una
maniobra exterior eficaz. Si esta fracasa se recurre a una maniobra interior tendiente
a contraofensiva directa.
Es también muy importante la línea política destinada a reducir los triunfos
adversarios.
Entonces para mantener y desarrollar el prestigio se debe: demostrar fuerza,
persuadir de las posibilidades propias de porvenir y desarmar las reivindicaciones con
reformas profundas.
Para frustrar la guerrilla hay que evitar desbordarse por las maniobras de superficie y
practicar maniobras de economía de fuerzas. Concentrando en zonas reducidas con
puestos instalados con el solo objeto de informar que permitan desencadenar una
serie de operaciones para impedir la organización de bases adversas. En algunos
casos debe permitirse que el enemigo se instale a placer y luego destruirlo más
fácilmente. Correlativamente las fronteras deben ser cerradas herméticamente, como
táctica de barrera. Esto requerirá medios importantes debiéndose buscar economía.
Las zonas protegidas deben infundir confianza. Los éxitos deben ser resaltados y los
fracasos ocultados.
Conclusión
Tanto la estrategia directa como la indirecta buscan la libertad de acción. La forma de
conseguirla, por la iniciativa o por la seguridad, es en lo que difieren; ya que el
margen de libertad de acción depende de la maniobra exterior y no de la maniobra
interior.
La seguridad va a depender de los factores de la maniobra exterior, o sea de las
vulnerabilidad de los adversarios. Toda vulnerabilidad brinda una oportunidad al
enemigo.
La estrategia indirecta además de la fuerza y el tiempo, juega con el elemento
psicológico.