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La autoayuda apareció en el escenario literario como un balde de agua fría para los lectores
con criterio porque el lenguaje que usan estos libros (si se los puede calificar así) no tienen
complejidad alguna que intrigue al lector y no permite sumergirse en la lectura sin
remordimientos, pero para las editoriales estos Best Seller son un respiro de alivio no por el
pseudo mensaje positivo que tienen sino por sus cuantiosas ganancias que generan.
Alguien dijo alguna vez: “Dejar a los escritores de autoayuda con un lápiz y un papel es
como dejar a un psicópata con un arma cargada sobre la mesa: El Resultado de ambos casos
siempre será fatal.”
En los colegios las lecturas han dado un giro escalofriante ya que solo se lee esta basura
literaria que no enriquece el léxico del estudiante, suplico a los profesores que hagan leer a
sus estudiantes buena literatura empezando por la cruceña que no tiene nada que envidiarle
a la extranjera.
“Piensen dos veces antes de leer autoayuda”, esa debería ser la advertencia que tengan estos
libros. El mal de la Autoayuda es fácil de superar si seleccionamos mejor nuestras lecturas
y, sobretodo, si sacamos a pasear nuestra inteligencia, aunque sólo sea los domingos.