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Chile escogió hace veinte años un armazón que lleva implícito un sistema de rendición
de cuentas que está en la avanzada de las directrices mundiales de descentralización.
Ahora las posibilidades de engrandecer los gloriosos índices de calidad de la educación
son escasas si no se abordan estas medidas que presionan a las municipalidades,
escuelas, profesores y alumnos (as) a realizarlo mejor.
Por otro lado, la gestión de los gobiernos subnacionales está subordinada a las políticas
nacionales, por lo que se hace necesaria la generación de políticas adecuadas
(empoderamiento) a las diferentes realidades locales educacionales presentes en
nuestro país.
No cabe duda que en nuestra realidad educativa existe una gestión bicéfala, por una
parte los sostenedores son responsables directos de la administración de la subvención
y de los recursos financieros, del personal de las escuelas, de la dotación docente y, así
como del mantenimiento de la infraestructura y el equipamiento educativo. Por otro
lado, el MINEDUC mantiene un rol importante en la elaboración y fiscalización de
reglamentos que detallan lo establecido por las leyes.
Desde otra perspectiva tengo la impresión que en las escuelas municipalizadas existen
exiguos incentivos para esforzarse más, ya que se han vulnerado algunas de las
condiciones esenciales para que un sistema de subsidio a la demanda funcione como
tal. Claramente, no se ha respetado el principio de transferir a cada escuela los
beneficios de realizar una buena gestión educacional o, si se quiere, los costos de una
virulenta gestión.
Aunque las municipalidades perciben los incentivos asociados a una mayor cantidad de
alumnos (as), estos incentivos no son transferidos a las escuelas. Como se manejan
con un fondo común, aquellas que ofrecen un mejor servicio y, por lo tanto, son más
atrayentes para los padres, subsidian a otras de la misma municipalidad que lo hacen
peor. En lugar de percibir beneficios, estas escuelas más eficientes sólo perciben una
carga adicional de trabajo y de compromisos.
Al mismo tiempo ya sabemos que las escuelas menos eficientes, en tanto, no perciben
los costos de perder alumnos (as), por lo tanto no se esfuerzan por lograr buenos
resultados1. En esta representación no existen incentivos para esforzarse en lograr
mejores aprendizajes ni tampoco para ser más eficientes: los directivos perciben que
disminuir el número de los alumnos (as) puede ser incluso conveniente, sin
necesariamente disminuir el de los profesores.
La escuela por otro lado es una de las instituciones estatales que poseen un contacto
más inmediato con la ciudadanía. Esta circunstancia hace que la participación
ciudadana en la escuela se convierta en un espacio favorecido para promover cambios
sociales. Por un lado, esta participación puede apoyar a hacer más público, más abierto
al Estado de cara a la comunidad. Por otro lado, forja procesos de aprendizaje político
que pueden ser rebatidos en espacios más amplios.
De igual forma me permito plantear algunas sugerencias para nuestro Estatuto Docente
que genera polémicas porque para algunos involucra un nivel de inflexibilidad que
atenta contra una administración municipal efectiva. Con la diferencia que para otros
asegura en parte la estabilidad y reconocimiento perdido en los años 80.
Por ello, se hace imprescindible incluir en el contrato disposiciones que convengan las
funciones y tareas del profesor en forma determinada y de acuerdo al proyecto
educativo de cada una de las escuelas; de modo que las faltas a ellas estén
circunscritas en incumplimiento grave de los deberes que impone su función.
Suprimiendo también necesidad de sumario, bastando con que la dirección de la
escuela consigne durante un período determinado las faltas en el libro de vida del
profesor y dándosela a conocer y a su vez agregándole la causal por necesidad de la
empresa, idéntico al sector particular, con su correspondiente compensación por años
de servicio . 2
2
Véase al respecto, Tagle, T., “Una Mirada a la Legislación Laboral de los profesores”. Santiago 2000.
También es necesario indagar en historial del FCM en donde siempre ha existido una
falta de equidad en la distribución de los recursos municipales, ya que los recursos se
concentran en pocas comunas. En general, se desprende, como conclusión, que un
incremento pequeño de los recursos del sistema destinado a los municipios de menores
recursos podría aumentar significativamente su capacidad de realizar mayores
prestaciones (Irarrázaval, 2001). Por lo mismo, sugiero como medida a corto plazo
sustituir el sistema de Fondo Común de las Municipalizadas por uno que entregue a
cada escuela la totalidad de la subvención percibida por los alumnos (as) matriculados
en ella.
Linkografías:
http://www.redelaldia.org/mot.php?id_mot=2&id_rubrique=2
http://www.eumed.net/ce/jgvh-local.htm
http://observacioneducacional.blogspot.com/