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pasado presen + cirdoka 2 wast abril - junio 1963 PASADO Y PRESENTE ANO 1 — NO REVISTA TRIMESTRAL DE IDEOLOGIA Y CULTURA 1 —_ ABRIL - JUNIO DE. 1963 SUMARIO: Pie. JOSE ARICO: Pasado y Presente 1 JUAN CARLOS PORTANTIERO: Politica y clases sociales en la Argen- tina actual .. pores 4 ous 38 CESARE LUPORINI: Verdad y Libertad... .. cee 2M HECTOR H. SCHMUCLER: La cuestién del realismo y ta novela tes- timonial argentina 4 POLEMICA ‘A PROPOSITO DEL CARACTER DEL HISTORICISMO MARXISTA .. 57 CESARE LUPORINI: Apuntes para una diseusién entre filésofos mar- xistas en Italia . lp a elle OR 1 ov LUCIO COLLETTI: La relacién Hegel-Marx . sees 59 NICOLA BADALONI: La realidad objetiva de la contradiccién ........ 68 ENZO PACT: Sobre la realidad objetiva de la contradiccién 65 GALVANO DELLA VOLPE: Sobre dialéctica .. .. 69 CESARE LUPORINI: El céreulo conereto-abstracto - concreto 1 ALESSANDRO NATTA: Para un desarrollo unitario de los estudios marvistas .oeececeeeeeee 5a ae a aA a Se 83 DOCUMENTOS, KARL MARX: EI método de ta economia politica q se 88 NOTAS Y COMENTARIOS ENRIQUE L. REVOL: Blemire Zolla, eritico de las masas . + 06 JOSE CARLOS CHIARAMONTE: Acerca del europeismo de la cultura argentina oe lar aae ase sees 98 OSCAR DEL BARCO: Carlos Marx y los Manuscritos Econémico- Filo sdficos de 1844 see 101 GREGORIO BERMANN: Peculiaridades del ser argentino 106 MAURICIO HESSE: Homenaje a Henry Wallon . 108 PASADO Y PRES. "NTE — Revista trimestral Directores: Oscar DEL BARCO - ANIBAL ARCONDO © Direccién Postal: Casila de Correo N° 80 © Cérdoba, Repiblica Argentina © Registro de la Propiedad Intelectual (en trimite) * Precio del niimero § 100— * Suseripelén anual § 380. En el extranjero cada nimero 1 délar y suscripelén anual 4 délares * Glros, valores ¥ canje, a nombre de OSCAR DEL BARCO PASADO Y REVISTA TRIMESTRAL DE Ane 1, Nam. 1 CORDOBA PRESENTE IDEOLOGIA Y CULTURA ‘ABRIL -JUNIO de 1963 PASADO Y PRESENTE Como y por qué el presente es ademiis de esto ser el presente critics en form parte de nosotros que fica esto? Que deb Ti esta erft sino politica. Vale decir, debemos na erftica del pasado superaciGn, gPero el pasado debe por do? {Es preciso rechazar aquello que “intrinseea” y aquella 41 corresponde? {Qué signi: os tener conciencia exacta de Je una expresiGn no sélo tedrica mis adherentes al presente que hemos contribufdy a crear, teniendo estason una revista de ettara Br scmpre nay algo ao design histio, de “ostucla de la tasdn Algo as! como una itera ioméneste que nos inpulsa a par war coess que rom nomsro inerlr 7 eu tenemos ungente neces Ge. cjetivars No 5 por ello desacertado buscar en las revis: tas el desarrcllo del espirity pabitco de un rafs, la formacin, separacién o unificacion de sus capas de intelectuales. Puesto que al margen de lo anecdético, toda revista es siempre la expresion de un grupo de hom- bres que ticnde a mantfestar una voluntad compartida, un proceso de maduracién se. mejante, una rosieién comin frente a I realidad. Expresa, en otras palabras, el ve- hemente desec de elaborar en forma erftica Jo que se ha legado a ser, a largo y diffell proceso histérico que caracteria la formacién de todo inte: lectual. Ex el conocimiento de uno mismo el que en un proceso singular torna a ser Tecorrido nuevamente, pero esta ver racio- nnalizando en un esquema coherente esa in- finidad de experfencfas que hemos recibido través lo y de wse (y ree ANTONIO GRAMSCI sin beneficio de inventario. Esas huellas que la vida ha impreso y que al permitimos reconstruir nuestra biograffa, dan también como resultado ta reconstruccién de una parcela de la historia del pals, vista desde julo personal o de grupo. La crénica se transforma en historia. De allf entonces que no otra cosa que el oscuro y contradic torio cuadro de Ia realidad de las witimas écadas, sea el objeto del inventario de quie- hes hoy coineldimos en emprender Ia aven- tura que presupone editar en el pafs una revista, Pasado y Presente intenta iniclar la re- construccién de la realidad que nos en- vuelve, partfendo de las exigencias plantea- das por uaa nueva generacin con la que nos sentimos identificados. Lo que no signi fica negar 0 desconocer Jo hecho hasta el Eresente, sino ineorporar al andlisis esa ur- gente y foderosa Instancia que nos impul- sa en forma permanente a rehacer la ex periencia de los otros, a construlr nuestras propias perspectivas. Seré por ello la ex- resin de un grupo de intelectuales con clertos rasgos y perfiles propios, que esfor- zindose por aplicar el materialismo hist6- 2 PASADO ¥ ‘rico e incorporando las motivaciones del pre- sente, intentard soldarse con un pasado al que no repudia en su totalidad pero al que tamoco acepta en la forma en que se le ofrece. Nadie puede negar que asistimos hoy en Ja Argentina a la maduracién de una gene- racién de intelectuales que aporta consigo instancias y exigencias diferentes y que Uende a expresarse en In vida politica con acentos particulares. No queremos hacer ‘aqui el examen del conjunto de acontect- mientos que condujeron a esa maduracién, Seré tema de futuras entregas elucidar cémo se fue abrieniio un abismo cada ver més profundo entre Ia visién optimista y Tetérica de una Argentina ficticia, {rreal, que la cultura “oficial” se esforz5 por in- culearnos y Ia lucide? conceptual, la ereciente aptitud para descubrir las causas reales de la crisis necfonal que ha ido adquiriendo esta nueva generacién. S6lo descamos rel- vindicar 1a validez intrinseca del nuevo “tono” nacional, de la poderosa instancia que ella aporta a la aceién transformadora, ‘Comprendemos cuin importante es que sea valorada en sus justos términos por la con- clencia politica de la clase que aspira a re- construir en un sentido socialista al pats, st se quiere evitar Ia esterilizacién de tan- tos vivos fermentos renovadores y la inte rrupelén de esa dialéctica unidad de pasa- do y presente que debe conformar toda historia on acto, vale decir toda politica. Lo que aquf sefialamos no significa de manera alguna caer en Ia visién interesada de quienes er! el concepto de “generacién” buscan un efica” sustituto a aquel més pe- igroso de “clase social”. Sin embargo, de- purado de todo rasgo biolégico 0 de toda externa consideracién de tiempo 0 edades ¢ “nistorizado", el concepto de gencractén se torna pleuo de significado. Convertido en una categoria histérica-social, vélida s6lo en cuanto integrante de una totalidad que Ja compreada y donde lo fundamental sea Ia mencién al contenido de los procesos que se verificen en la sociedad, se transforma en una util herramienta interpretativa. Desde esta perspectiva. gcwindo se pue- de hablar de la existencla de una nueva generacién?. Cuando en la orfentagién ideal y préctica de un grupo de seres humanos PRESENTE unidos més que por una igual condicién de clase por una comtn experiencia vital, se presentan ciertos elementos homogéneos, frutos de Ja maduracién de nuevos proce- sos antes ocultos y hoy evidentes por si mfsmos. No siempre en la historia se per- fila una nueva generacién. Pero hay mo- mentos en que un proceso histérico, cara terizado por una pronunciada tendencia a la ruptura revolucionaria, adquiere una fuer- za y una urgencia tal que es visto y sentido dela misma forma por una capa de hom- bres en 10s que sus diversos orfgenes so- clales no han logrado aun transformarso er concepefones de clases cristalizadas y contradictorias. eSe esté produciendo este fenémeno et nuestro pais? Creemos que sf. Basta obser- var con un mfnimo de atencién esa amplia eseala de hombres que van de los 25 a los 35 altos —reconociendo empero cuanto dv aproximativo hay en Ia estimacién— para comprend > que tienen algo en comin. Que Jos une un mismo deseo de hacer el inven- tarfo por su cuenta, que desean ver claro y que para ello apelan a la franqueza recha- zando Ja demagogia, la grandilocuencia, las mentiras, el disfraz de una realidad que co- mfenzan a desnudar y a comprender en toda su dlaléctica complejidad. Que més que las palabras les interesan las esenciat os contenidos. Una generacién que no re- conoce maestros no por impulsos de sim- plista negatividad, sino por el hecho real do que en nuestro pafs las clases dominan- tes han perdido desde hace tiempo la ca- pacidad de atraer culturalmente a sus Jove- nes mientras el proletariado y su concten- cla organizada no logan aun conquistar una hegemonta que se traduzea en una co- herente aireccién intelectual y moral. Es preciso partir de esta dolorosa realidad para comprenderla en su tafz y transformarla. Pues no se trata de lamentarnos de las co- sas que hicforon 0 dejaron de hacer quicnes nos precediercn. Se trata sf de compren- der que la limftacién apuntada més que estructural es circunstancial, transitoria, y que la maduracién de una generacién nue- va que se caracteriza for su inconformismo y espiritu renovador es otro indicio, y muy importante, del lento y contradictorio pro- ceso de conquista de una conciencia hist& PASADO Y¥ PRESENTE 3 sea de parte del proletariado y de sectores considerables de capas medias, en especial del que conforma nuestra intelectualidad en e} mas amplio sentido de la palabra. Si la insurgencia “generacional” argen- tina tiende a resolverse en la maduracién 4e una conciencia revolucionaria, no debe- mos por ello olvidar que este proceso sl gue vias aln demaslads internas, auténo- respecto a la accién proletaria Que el disconformismo de los nuevos gru- ‘pos intelectuales no se encauza todavia con Ja suficiente energia hacia el plano de Is acci6n revolucionaria, de su fusién conereta con la lucha de la clase que aspira a des- tuuir toda forma de explotacién humana. ¥ de allf el peligro que las clases dominantes puedan desviar esta tendencia mediante una accién transformista que diluya en la pura “insurgencta” impulsos que son profunda- mente renovadores. El transformismo con servador tan habitual en nuestra histo- tla— es siempre factible por Ia naturaleza ‘del proceso que conduce al despegamiento de su clase de las nuevas capas de intelec- tuales provenfentes de la burguesfa. En su permanente aspiracién a convertirse en los dirigentes de 1a sociedad y por ende de la clase que encarna el movimiento real de la negatividad histériea, se traduce “en forma inconsciente” el afin de realizar por su cuenta la hegemonfa que su clase es Inca- paz de lograr. Pero en los momentos de crisis total de ta sociedad tienden, como sefiala con agudeza Gramsci, a “volver al redil”. Sin embargo, no es “inevitable” que el proceso se produzea de la manera que destacamos. La historia no es el campo de accién de leyes inexorables, sino Ia res tante de Ia acelin de los hombres en per- manente jucha por la conquista de los fines que se plantean, aun cuando condtcionados por Ins circunstanclas con que se encuen- tan, Todo depende, en altima instancfa, Gel juego de las fuerzas en pugna, del equi- Hibrio de poder entre las clases en que se encuentra escindida la sociedad. De allf que pueda ocurrir —es més, que ocurra con fre- cuencia— que cuando el proletariado tiende a deventr histéricamente capaz de asumir la direcctén total de! pats, el proceso se invierta y las nuevas capas de intelectuales se transformen, a través de un desarrollo muy capilar y hasta doloroso, caracterizado por sucesivos desgarramientos, en intelec- tuales de la clase obrera. Un proceso que compromete toda la “persona” del intelec- tual y que exige como condicién imprescin- dible para producirse un mayor empefio practico, una mayor “obsesién polftica-eco- némica” al decir de Gramsci. Sin ella, es Aiffell conzebir que pueda desarrollarse con éxito la superacién del individualismo, ne- cesaria a los fines de la conquista de una unidad raigal y profunda del intelectual con el pueblo, La dualidad apuntada en el proceso de maduracién demuestra que estas condicio- nes no se dan con Ja plenitud que es de desear. Es aun limitada Ia presencia hege- ménica del proletariado, pues ineiden sobre 61 demasiactos restduos corporativos, prejur clos, Incrustaciones de {deologias provenien- tes de otras clases, que le impiden com- prender con Ia profundidad que exigen las circunstancias la tarea histériea que debe Tealizar como futura clase dirigente del pais. ¥ este hecho dificulta a su vez su poder de captacién de las nuevas promocio- nes inteleetuales. De esta lmitacién debe partir en su andlisfs el marxismo militante, pues sin su superacién es inconcebible la estructuracién del nuevo bloque hist6rico de fuerzas rece- sario para encarar la reconstruccién naclo- nal, Partir de ella para comprenderla en toda su significacién y poder asf extraer su sentido y no engatiarse con las exteriorida- des. Para poder actuar con profundidad y coherencia sobre una realidad que cada ge- neracién torna nueva, distinta de la prece- dente. SI el marxismo en cuanto historicismo absoluto puede ayudar a la izquierda a comprendsr Ia dindmica generacional, el permanente replanteo de la cuestin de los “vfeJos” y los “j6venes”, es siempre a con- dicién del esfuerze por renovarse, por mo- dermizarse, yor superar lo envefecido, que debe estar en la base de la dinémica de teda organizacién revoluctonaria. Cuando se parte del criterfo de que somos los depo- sitarios de la verdad y que en la testaru- dez o en ia ignorancia de los demds reside la impotencla préctica de aquella; cuando concebimos a la organizacién revolucfonaria a eS como algo conclufdo, terminado, como una especie de edificio donde lo tnico que fal tan colocar son los visillos de las ventanas, damos Ia base pata que entre nosotros mis- mos se replantee, y esta vez en forma vi- Tulenta, "un “‘conflicto” que no es esencial, estructural, en el proletariado y menos en su Vanguardia organizada. Un conflicto que ‘esta vinculado a la existencia de clases do- minantes y a las dificultades que ellas en- cuentran para dirigir a sus “jovenes”. Re- cordemos las palabras con que Gian Carlo Pajetta advertfa sobre este peligro: “No ha- bremos aprendido de nuestra experiencia y de nuestra dectrina si ereyéramos que po- Seemos una verdad bella y terminada y exi- gigramos a los demas hombres que vinieran @ aprenderla, como un facil catecismo, En- tonces nuvstro partido no estaria vivo, no veria afluir a los jévenes con entusiasmo y con herofsmo, seria un museo o una gale- rfa de solemnes oleografias o simplement un partido conservador en vez de revolucio- nario", He agul por qué para que la vane guardia politica de la clase revolucionaria pueda facilitar ef proceso de “enclasamien- to” de las nuevas promociones intelectuales en los marcos del proletariado y en sus propias filas es preciso en primer lugar re- conocer la validez de la instancia genera- cional, no tener nunca miedo de la odse- son por ver claro, de Ia “Irrespetuosidad” Gel lenguaje, del deseo permanente de re- vision del pasado que la caracteriza. ¥ ade- més comprender emo se desarrolla y cam- ‘bia la realidad, no permanecer nunca atado a viejos esquemas, a viejos lenguajes y po: siciones, Comprender que la historia es cambio, transformacién, renovacién y que es siempre precisn estar dentro de ella 1 La revolueién que ansfamos realizar, la profun ta transformacién liberadora del hombre argentino que compromete hoy nuestra accién no puede extraer su sentide del pasado, sino de la proyeceién critica de ese pasado hacia un futuro concebido en términos de una sociedad sin clases. “No puede comenzar su propia tarea antes de despojarse de toda veneracién supersticiosa For el pasado”, como decia con belleza de PASADO Y PRESENTE expresin el autor de El XVIII Brumario, “Las anteriores revoluciones necesitaban re~ montatse los recuerdos de la historia uni versal paa aturdirse acerca de su propio contenido”, pero nuestra revolucién “debe dejar que los muertos entierren a los muer: tos, Fara cobrar conciencia de su propio contenido”. Cuando los acontecimlen tos Plantean a los hombres tareas de la mag- nitud de las actuates, cuando la praxts sub: vertidora aparece como un objetivo alean- zable, la reflexién sobre esa praxis deviene una necesidad perentoria, una tarea dah momento. La filosofia, que en witima ins- tancia no es mis que a toma de concien- cia, la autoreflexién a que se somete la misma praxis, se anuda aun mis con ia, historia, la asienta sobre bases reales y clen- ‘fficas y ste tal manera Ja proionga, torndn- dola “presente”. Pero Ia historia no es ar- bitrio. Es accién teleolégica, el producto de hombres que persiguen fines o preyectos ne emanados del azar sino condicionados per junto de circunstancias que envuelven a los hombres y que son anterlores a é1 Estas circunstancias tienen a su vez una, historia, son cristalizaciones de un pasado hhumano que es preciso conocer para que la Practica sociai no sea gratuita y el condi- cionamiento al fin propuesto sea acertada Para que el proyecto a realizar no sea una mera ilusién éptica, una simple utopfa, sine un objetivo concreto y aleanzable. {Cuil ede sor nuestra actitud hacia el pasado? Si nos planteamos rehacer las ex- periencias anteriores, gedmo debemos en rar la cousideracién de la suma de aconte: cimientos y situaciones que acogimos acriti- camente y que hoy nos sentimos urgidos de volver 2 analizar? Es evidente que para una revista que no desea permanecer en el mar- co de la especulacién pura, la actitud cow que encare el andlisis del pasado debe ser no s6lo tedrica sino fundamentatmente pe. litica en ol més amplio sentido de la pal bra. Mas que por una preocupacién de eru- Gicién abstracta deberd estar guiada por las exigencias que derivan de la propia vida. Por las necesidades practicas que proceden de la realidad. Son osas exigencias y nece- sidades las que nos obligan_permanente- mente a ditigir nuestras miradas:al pasado para comprender las diferenciaciones pro- et cor

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