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también el será grande; y al contrario su hermano menor será mayor de entre nosotros,
y de su descendencia será la totalidad de las naciones.” Br (Gn) 48:19
Sh´liaj Yoshua Ben Efrayim
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Tevet 13 del 5769 / 10 Enero del 2009
Parashat # 12
Vayeji
Vayeji yjiywÒ " – Y vivió
Lectura de la Torah
Bereshit (Gn) 47:28-50:26
▪ 47:28-48:9 ▪ 48:10-16
▪ 48:17-22 ▪ 49:1-18
▪ 49:19-26 ▪ 49:27-50:20
▪ 50:21-26
Lectura de la Haftarah (de los Neviim)
a Malajim (R) 2:1-12
Es un antónimo del título de esta Parashat; lo que le sucedió a Yaaqóv después de estar
en Mitzrayim por 17 años de vivir en la tierra de Goshén.
twm morir, matar. Este verbo se encuentra en todas las lenguas semíticas
Mut twm
(incluyendo en arameo que se encuentra en la tanak) desde los tiempos más tempranos y
también en Mitzrayim. Hay unos 850 casos del verbo en hebreo en el tanak. En esencia,
Desde cierto punto de vista la muerte resulta algo muy natural: “Está establecido para
los hombres que mueran una sola vez” Ib (He) 9:27. Puede ser aceptada sin rebeldía:
“Vamos también nosotros, para que muramos con él” Yhj (Jn) 11:16. Desde otro punto
de vista resulta algo sumamente antinatural. Es la paga del fallar Ru (Ro) 6.23), y en ese
sentido debe ser tenido. Ambas perspectivas aparecen en la tanak, y ninguna de las dos
debe ser pasada por alto.
La muerte parece ser necesaria para cuerpos como los nuestros. El deterioro físico y la
eventual disolución final son inevitables. No obstante, la Tanak habla de la muerte como
consecuencia del Errar. Elohim le dijo a Adám: El día que de él comieres, ciertamente
morirás Br (Gn) 2:17. Shaúl nos dice que el errar entró en el mundo por un hombre, y
por el errar la muerte Ru (Ro) 5:12), y también que la paga del errar es la muerte Ru
(Ro) 6:23. Pero cuando examinamos más detenidamente el asunto, vemos que Adám no
murió físicamente el mismo día en que desobedeció a Elohim. En Ru (Ro) 5 y 6 Shaúl
contrasta la muerte que sobrevino a consecuencia del pecado de Adám con la vida que
Mashiaj ha traído a los hombres. Ahora bien, la posesión de la vida permanente no anula
la muerte física. Lo que se infiere de todo esto es que la muerte que es consecuencia del
errar va más allá de la muerte del cuerpo.
Pero a este pensamiento debemos agregar el otro de que los pasajes de las Escrituras que
vinculan al errar y la muerte no modifican el concepto de la muerte. Dichos pasajes no
nos revelan otra cosa que no sea el significado usual de la palabra. Quizá debamos
entender que la mortalidad es el resultado del errar de Adám, y que el castigo incluye
tanto el aspecto físico como en el Ruaj.
Parecería mejor considerar que la muerte es algo que comprende al hombre completo. El
hombre no muere como cuerpo sino que muere como hombre, con la totalidad de su ser.
Y la Tanak no hace una distinción neta entre los dos aspectos. Por lo tanto, la muerte
física constituye tanto símbolo como expresión adecuados de aquella muerte más
profunda que es consecuencia inevitable del errar, con la que forma una sola unidad.
Muerte como la separación del alma del cuerpo y del hombre con Elohim.
Esta muerte es un castigo de Elohim. Es la separación del alma del cuerpo y el Ruaj que
está en el hombre que vuelve a Elohim; por lo tanto podemos afirmar que es una
separación del cuerpo del alma, del hombre con Elohim. Ya hemos observado que Ru
(Ro) 6:23 describe a la muerte como la paga del fallar. Es decir la recompensa que
merece el que erra. Shaúl puede hablar de ciertos hombres que erraron; pues el dice que
conocen el juicio de Elohim, que los que practican tales cosas son dignos de muerte Ru
(Ro) 1:32.
El hombre no ha quedado atrapado en una red tejida por la ciega fatalidad, habiendo una
vez cometido el errar, no hay nada que se pueda hacer para remediarlo. Elohim está por
encima de todas las cosas, y si bien ha decretado que la muerte es la paga del errar,
también ha resuelto dar vida permanente a los que erran la Torah, por medio de la puerta
que es nuestro Mashiaj Yashua que nos lleva al Padre para que de esta manera
guardemos su Torah.
En la Brit Ha Dashah (N.T) a veces destaca las serias consecuencias del errar haciendo
referencia a la segunda muerte Ya (Jud) 12; Jiz (Ap) 2:11, etc. Esta es una expresión
rabínica que significa perdición eterna. Debe entenderse en el mismo sentido que los
pasajes en los que Yashua habla del fuego permanente preparado para ha Satán y sus
Malakim Mt 25:41, el castigo permanente en contraposición a la vida permanente, Mt
25:46, y otros pasajes similares. El estado final del hombre que es castigado se describe
de varias maneras, tales como muerte, castigo, perdición, etc.
Pero es igualmente obvio que, según describe la Tanak, se trata de un estado que debe
mirarse con horror.
A veces se objeta que esto no contradice con la descripción de Elohim como un Elohim
de amor; cuando se mira el amor de una forma humana y con sentimientos por la forma
de pensar, no se puede ver lo que el amor de Yahweh es; pero cuando se observa la
palabra de Yahweh encontramos que el amor es un castigo al que recibe por hijo; lo que
indica que el amor es corrección. En este sentido, hay aquí una revelación, el amor
puede ser quitar la vida de alguien en medio de los impíos lo que manifiesta el amor.
Pero al menos se puede decir que la objeción, en la forma en que se la presenta
continuamente, pierde de vista el hecho de que la muerte es un estado a la vez que un
hecho. El ocuparse de la carne es muerte, escribe Shaúl Ru (Ro) 8:6. No dice que el
ocuparse de la carne ha de producir la muerte; dice que es muerte, y agrega que los
pensamientos del carnal son enemistad contra Elohim, porque no se sujeta a la Torah
de Elohim, ni tampoco puede. La misma verdad se expresa de una manera distinta
cuando Yahujanan dice: El que no ama permanece en muerte a Yah (1 Jn) 3:14. Cuando
entendemos la verdad de que la muerte es un estado, nos damos cuenta de la
imposibilidad de que el impenitente se salve, pues para esa persona la salvación sería
una contradicción. Para ser salvo, el hombre debe pasar de muerte a vida Yah (Jn) 5:24.
Hasta dónde alcanza la victoria que Mashiaj ganó sobre la muerte lo indica su
resurrección. Mashiaj, siendo levantado de los muertos, ya no muere; la muerte no se
enseñorea más de él Ru (Ro) 6:9.
De acuerdo con a esto, la Brit Ha Dashah nos dice que la vida perpetua no es la
inmortalidad del alma, sino espera la función del levantamiento del cuerpo de entre los
muertos. (No hay forma más gráfica de ilustrar el carácter definitivo y completo de la
derrota de la muerte).
Br (Gn) 47:27-31 Finalmente, llegó el tiempo en que Yisrael debía morir. Yisrael,
príncipe de Elohim, tuvo poder sobre el Malak y prevaleció, pero de todos modos debía
morir. Yoséf le dio Lejém para que no muriera de hambre pero eso no le garantizaba el
no morir de viejo o por enfermedad. Murió gradualmente; su vela se fue quemando
paulatinamente hasta el cabo, de modo que viera acercarse el tiempo. Ventajoso es ver
que la muerte se acerca antes que la sintamos para ser impulsados a hacer, con todas
nuestras fuerzas, lo que nuestras manos encuentren para hacer. Sin embargo, la muerte
no está lejos de ninguno de nosotros. Al ver que se acercaba su día, la preocupación de
Yaaqóv era su entierro; no la pompa de éste sino ser sepultado en Kenáan, porque era
la tierra prometida. Era tipo del cielo, la patria mejor, que claramente dijo esperar, Ib
(He) 11:14. Nada ayudará mejor a hacer más cómodo el lecho de muerte que la
perspectiva cierta del reposo en la Yerushalayim de arriba. Hecho esto, Yisrael se apoyó
en la cabecera de la cama, alabo a Elohim, como se explica, ver Ib (He) 11:21, y
agradeció por todos sus favores; en debilidad se apoyó por sí mismo y expresó su
disposición a dejar el mundo. Aun quienes vivieron de la provisión de Yoséf, y hasta
Yaaqóv, que le era tan querido, debían morir. Pero Mashiaj Yashua nos da el Lejém
verdadero para que podamos comer y vivir por siempre. Cuando nos acerquemos a la
muerte vayamos a Él y rindámonos y quien nos sostuvo durante la vida, nos saldrá al
encuentro y nos hará entrega de la salvación a la vida permanente con Yahweh en
shamayim.
Br (Gn) 48:1-7 El lecho de muerte del creyente con las oraciones y consejos de la
persona moribunda es adecuado para impresionar seriamente a los jóvenes, a los dados a
los placeres, y los prósperos: haremos bien en ir con los hijos en tales ocasiones, si
puede hacerse apropiadamente. Si le place a Yahweh es muy deseable que nuestro
testimonio de moribundo se refiera a su verdad, a su fidelidad y a lo placentero de sus
Yaaqóv adoptó a los dos hijos de Yoséf. Que ellos no sucedan a su padre en su poder y
grandeza en Mitzrayim, sino que triunfen en el marco de la herencia de la palabra hecha
a Abraham. Así, pues, el viejo padre moribundo enseña a estos jóvenes a que se unan
como el pueblo de Elohim. Los nombra para que cada uno sea cabeza de una tribu.
Yaaqóv hará que Efrayim y Menashéh sepan que ellos serán grandes y cumplirán en su
tiempo lo que su padre les declara para la posteridad; que será el esplendor del
surgimiento de Efrayim como el hermano mayor de entre las naciones.
Br (Gn) 48:8-22 Los dos hijos de Yoséf ahora son parte del propósito de Elohim. Yoséf
dice: Ellos son mis hijos, los que Elohim me ha dado. Yaaqóv dice: Elohim me ha
mostrado tu simiente. Las palabras son doblemente para nosotros cuando las vemos
venir de la mano de Elohim. Él no sólo evita nuestros temores sino que excede nuestras
esperanzas.
Yaaqóv menciona el cuidado que Elohim tuvo con él todos sus días. En su tiempo había
tenido una buena cantidad de dificultades, pero Elohim le evitó el mal de sus problemas.
Ahora que está muriendo se mira a sí mismo como redimido de sus errores y sus pesares
para siempre.
Al bendecir a los hijos de Yoséf, Yaaqóv intercambia sus manos. Yoséf está dispuesto a
mantener a su primogénito, y pudo haber removido las manos de su padre. Pero Yaaqóv
actuó no por error ni por afecto parcial a uno más que al otro; pero sí a través de una
palabra de inspiración por el Ruaj de Elohim que estaba en él, y por el consejo de
Elohim.
Elohim, está bendiciendo a su pueblo, le da más a uno que a otro, más regalos y
comodidades, y más de las cosas buenas de la vida. Usualmente le da más a aquellos con
menos posibilidades de recibir y de quien tiene jesed (bondad). Él escoge las cosas
débiles del mundo; levanta al pobre del polvo.
¡Qué pobres son aquellos que no tienen riquezas sino las de este mundo! ¡Qué miserable
es el lecho de muerte para aquellos que no tienen un buen fundamento de esperanza,
pero sí terribles aprensiones de maldad, y nada más que maldad para siempre!
Br (Gn) 49:1-2 Todos los hijos de Yaaqóv estaban vivos en ese momento. Su llamado
que los hizo reunirse fue un precepto para que ellos se unieran en amor y no se
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mezclaran con los de Mitzrayim; y predijo que no iban a separarse como lo hicieran los
hijos de Abraham y de Yitzjaq, sino que todos debían formar un solo pueblo.
No vamos a considerar este discurso como expresión de sentimientos particulares de
afecto, resentimiento o parcialidad, sino como lenguaje del Ruaj Ha Qodesh que declara
el propósito de Elohim respecto del carácter, las circunstancias y la situación de las
tribus que descendían de los hijos de Yaaqóv y que puede identificarse en sus historias.
Br (Gn) 49:22-27 La bendición de Yoséf es más grande que la de los hermanos. Lo que
dice Yaaqóv de él es historia y palabra de inspiración.
Yoséf llegó a ser el pastor de Yisrael para cuidar de su padre y de su familia, y la roca de
Yisrael, su fundamento y firme soporte. En esto, como en muchas otras cosas, Yoséf fue
un notable tipo del Buen Pastor.
Yaaqóv bendijo a todos sus hijos pero especialmente a Yoséf, “que fue apartado de sus
hermanos”. No sólo separado en Mitzrayim sino, por poseer una eminente dignidad y
por ser más apartado por Elohim.
Se dice de Benjamín que arrebatará como lobo. Yaaqóv fue guiado por el Ruaj; de lo
contrario, hubiera hablado más de su amado hijo Binyamín. Tocante a él solamente
prevé y predice que su posteridad será una tribu guerrera, fuerte y osada, y que se
enriquecerá con los despojos de sus enemigos; que serán activos. El rey Shaúl y el
Sh’liaj Shaúl eran de esta tribu, Ru (Ro) 11:1; Fil 3:5; en el amanecer de su día, devoró
la presa como perseguidor, pero en el repartió el botín como el hermano que sería
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cuidado por su hermano Yahudáh; él compartió las bendiciones del León de Yahudáh y
participó en sus victorias.
Br (Gn) 49:28-33 Yaaqóv bendijo a cada uno conforme a las bendiciones que Elohim
tenía como objetivo otorgarles en tiempos posteriores.
Habló del lugar de su sepultura desde un principio de la identidad y firmeza en las
palabras de Elohim, de que Kenáan sería la heredad de su simiente en el momento
debido. Cuando hubo terminado sus bendiciones y sus encargos y, por tanto, su
testimonio, se concentró en su tarea de morir. Encogió los pies en la cama, no sólo como
uno que pacientemente se somete al golpe, sino como quien alegremente se acomoda
para descansar, ahora que estaba agotado. Entregó libremente su Ruaj en la mano de
Elohim, el Padre de los Ruajot. Si el pueblo de Elohim es nuestro pueblo, la muerte nos
reunirá con ellos. Bajo el cuidado del Pastor de Yisrael, nada nos faltará para el cuerpo o
el alma. Permaneceremos firmes hasta que esté terminada nuestra obra; entonces,
expiraremos nuestras almas en las manos de Aquel cuya salvación hemos esperado,
partiremos en shalom y dejaremos tras nosotros una bendición para nuestros hijos.
Br (Gn) 50:1-6 Aunque los parientes y amistades justos que guardan la torah y tiene el
testimonio de Yashua hayan vivido hasta una edad bien avanzada y estemos confiados
de que se han ido a shamayim, podemos sentir la pérdida y respetar su recuerdo
llorándolos.
El alma que se fue está fuera del alcance de toda muestra de nuestro afecto pero es
apropiado mostrar respeto al cuerpo, del cual esperamos en el día señalado el
levantamiento lleno de esplendor, pero que de acuerdo a la torah debe ser sepultado.
Así, pues, Yoséf mostró su firmeza en Elohim y su amor por su padre. Mandó que el
cuerpo fuera embalsamado o envuelto con especias para preservarlo. Vea cuán viles son
nuestros cuerpos cuando el alma los ha abandonado: se ponen en muy poco tiempo
fétidos y desagradables.
Br (Gn) 50:15-21 Diversos son los motivos que pudieron hacer que los hijos de Yaaqóv
siguieran en Mitzrayim, a pesar de la visión que Abraham tuvo de su esclavitud allá.
Juzgando a Yoséf con el temperamento general de la naturaleza humana, pensaron que
ahora él se vengaría de los que lo habían odiado y dañado sin causa. No siendo capaces
de resistir ni de huir, intentaron ablandarlo humillándose. Le suplicaron como siervos
del Elohim de Yaaqóv. Yoséf se sintió muy afectado al ver el cumplimiento total de lo
que vio mientras dormía. Les manda que no le teman a él sino a Elohim; que se humillen
ante el Señor y busquen el perdón de Elohim. Les garantiza su propia bondad para con
ellos. Véase que Ruaj tan excelente tenía Yoséf y aprendamos de él a devolver bien por
mal. Él los consoló y, para disipar todos sus temores, les habló amablemente. Los Ruaj
Br (Gn) 50:22-26 Al honrar a su padre, Yoséf tuvo días largos en la tierra que, por el
presente, Elohim le había dado. Cuando vio que se acercaba su muerte, consoló a sus
hermanos con la seguridad del regreso de ellos a Kenáan en el debido momento.
Debemos consolarnos unos a otros con las mismas consolaciones con que hemos sido
consolados por Elohim y animarlos a descansar en las palabras que son nuestro apoyo.
Como una confesión de su propia firmeza y una confirmación de la de ellos, les encarga
que dejen sin enterrar sus restos hasta el día glorioso en que ellos se establezcan en la
tierra prometida. Así, pues, Yoséf por emunah en la palabra sobre la tierra de Kenáan,
dio mandamiento acerca de sus huesos. Esto iba a mantener viva la expectativa de ellos
en cuanto a una pronta salida de Mitzrayim y a tener a Kenáan presente en forma
continua. Además, esto uniría a la posteridad de Yoséf con sus hermanos.
La muerte, como también la vida de este eminente varón de Elohim, hijo de Yaaqóv fue
verdaderamente excelente; ambas nos dan una firme exhortación de perseverancia en el
servicio de Elohim.
Esto que hizo Yoséf, nosotros también podemos hacer. Hasta cuando los dolores de la
muerte estén sobre nosotros, si hemos confiado en quien confiaron nuestros padres, los
Neviim y los Sh´liajim, no temamos decir:
Sh´liaj