asamblea de Obispos escogidos de las distintas regiones del mundo, que se reúnen en ocasiones determinadas para: fomentar la unión estrecha entre el Romano Pontífice y los Obispos, y ayudar al Papa con sus consejos para la integridad y mejora de la fe y costumbres y la conservación y fortalecimiento de la disciplina eclesiástica, y estudiar las cuestiones que se refieren a la acción de la Iglesia en el mundo. XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos Inauguración de la XII Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos: Homilía de Su Santidad Benedicto XVI (5 de octubre de 2008) Meditación del Santo Padre durante la primera Congregación general de la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos (6 de octubre de 2008) Mensaje del Sínodo de los Obispos al Pueblo de Dios, como conclusión de la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos (24 de octubre de 2008) Misa para la clausura de la XII Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos: Homilía de Su Santidad Benedicto XVI (26 de octubre de 2008) MENSAJE AL PUEBLO DE DIOS DE LA XII ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS I. LA VOZ DE LA PALABRA: LA REVELACIÓN II. EL ROSTRO DE LA PALABRA: JESUCRISTO III. LA CASA DE LA PALABRA: LA IGLESIA IV. LOS CAMINOS DE LA PALABRA: LA MISIÓN CONCLUSIÓN PALABRA: La Revelación en la Creación Tenemos de esta forma una primera revelación “cósmica” que hace que lo creado se asemeje a una especie de inmensa página abierta delante de toda la humanidad, en la que se puede leer un mensaje del Creador: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, el firmamento anuncia la obra de sus manos; el día al día comunica el mensaje, la noche a la noche le pasa la noticia. Sin hablar y sin palabras, y sin voz que pueda oírse, por toda la tierra resuena su proclama, por los confines del orbe” (Sal 19) PALABRA: La revelación en la historia Pero la Palabra divina también se encuentra en la raíz de la historia humana. El hombre y la mujer, que son “imagen y semejanza de Dios” (Gn 1, 27) y que por tanto llevan en sí la huella divina, pueden entrar en diálogo con su Creador o pueden alejarse de él y rechazarlo por medio del pecado. PALABRA: La Revelación en la historia Así pues, la Palabra de Dios salva y juzga, penetra en la trama de la historia con su tejido de situaciones y acontecimientos: “He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto, he escuchado el clamor ... conozco sus sufrimientos. He bajado para librarlo de la mano de los egipcios y para sacarlo de esta tierra a una tierra buena y espaciosa ...” (Ex 3, 7-8). Hay, por tanto, una presencia divina en las situaciones humanas que, mediante la acción del Señor de la historia, se insertan en un plan más elevado de salvación, para que “todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad” (1 Tm 2,4). PALABRA: La Revelación en la Escritura Sin embargo, hay una etapa posterior que la voz divina recorre: es la de la Palabra escrita, la Graphé o las Graphai, las Escrituras sagradas, como se dice en el Nuevo Testamento. Ya Moisés había descendido de la cima del Sinaí llevando “las dos tablas del Testimonio en su mano, tablas escritas por ambos lados; por una y otra cara estaban escritas. Las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios” (Ex 32,15-16). PALABRA: ¿Por qué es Palabra de Dios? ¿Cómo distinguir la palabra humana sobre de Dios, de la palabra de Dios por mediación humana? La Escritura posee un criterio diferenciador de lo que es en verdad Palabra de Dios. Es la efectividad absoluta de tal palabra. Es la fuerza inexorable de los designios de Dios a cuya realización sirve la palabra de su boca. PALABRA: ¿Por qué es Palabra de Dios? «Como descienden la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé simiente al sembrador y pan para comer, será así mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a mí de vacío, sin que haya realizado lo que me plugo y haya cumplido aquello a que la envié» (Is 55, 10-11). PALABRA: ¿Por qué es Palabra de Dios? «El revela a Jacob su palabra, sus preceptos y sus juicios a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos» (Sal 147, 19-20).
El Señor me dirigió la palabra:
—Antes de formarte en el vientre te escogí, antes de salir del seno materno te consagré y te nombré profeta de los paganos. Yo repuse: —¡Ay Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho. El Señor me contestó: —No digas que eres un muchacho: que a donde yo te envíe, irás; lo que yo te mande, lo dirás. No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte —oráculo del Señor—. El Señor extendió la mano, me tocó la boca y me dijo: —Mira, yo pongo mis palabras en tu boca, hoy te establezco sobre pueblos y reyes, para arrancar y arrasar, destruir y demoler, edificar v plantar. (Jer 1, 4-10) Géneros literarios en el AT - Los relatos. Es necesario recordar el pasado para dar a todos una mentalidad común. Al escuchar las historias de sus antepasados, se toma conciencia de pertenecer a la misma familia. - La epopeya. También se cuenta el pasado, pero se intenta sobre todo suscitar el entusiasmo y celebrar a los héroes, aunque para ello sea necesario adornar los pequeños detalles. - Las leyes. Son las que organizan al pueblo y permiten una vida en comunidad. - La liturgia, celebraciones, ritos (los sacrificios por ejemplo) expresan esta vida en común, como una comida de fiesta reúne a la familia. Los actos religiosos manifiestan la relación que se tiene con Dios. - Los poemas, los cánticos, los salmos. Son la expresión de los sentimientos, de la fe del pueblo. - Los oráculos de los profetas -palabras solemnes que provienen de parte de Dios- hacen volver a la verdadera fe. - La enseñanza de los profetas, de los sacerdotes, puede hacerse de forma doctrinal, pero también pueden utilizarse relatos, historias (parábolas). - Los escritos de sabiduría. Son reflexiones sobre los grandes interrogantes humanos: qué es la vida, la muerte, el amor, por qué el mal, el sufrimiento... Géneros literarios en el NT. Las formas
Hch 1,1 alude a las obras y palabras de Jesús
que han sido recogidas en la tradición evangélica.
Tradición de las obras o acciones.
Recoge los gestos principales de la historia de Jesús: - Relatos de milagros, especialmente curaciones y exorcismos. - Teofanías en el tiempo de la vida de Jesús. - Relatos biográficos. - Controversias. - Acciones proféticas. - Historia de la pasión. - Relatos pascuales. Géneros literarios en el NT. Las formas
Tradición de las palabras.
Recoge los diversos elementos del
kerigma y enseñanza de Jesús:
- Dichos (o logia), en sentido general:
- Parábolas, en sus varias formas - Palabras de Jesús acerca de su vida y obra Formación de los Evangelios. Evangelio
Al principio sólo se conocía el evangelio
(en singular), la buena nueva que proclamaba Jesús: la venida del reino de Dios. Con Marcos el evangelio se convierte en un texto, en una historia: el relato de la vida de Jesús. Hasta entonces, Jesús era el que proclamaba la buena nueva: ahora es él el proclamado, él mismo se convierte en buena nueva. Formación de los Evangelios. La predicación Los discípulos proclaman su fe en Jesús resucitado. Lo hacen con unas frases cortas que resumen lo esencial de la buena nueva. Es el kerigma. «A ese Jesús que vosotros crucificasteis Dios lo ha resucitado, lo ha exaltado, lo ha hecho Señor; somos testigos de ello. El nos envía su Espíritu. Creed en esta buena noticia y os salvaréis». Se recogen también las diversas bienaventuranzas que Jesús pudo pronunciar para proclamar esta buena nueva: en adelante, los pobres ya no serán pobres, puesto que Dios viene a establecer su reino. Se cuentan los milagros de Jesús que demuestran su victoria sobre el mal, el sufrimiento, la enfermedad y la muerte. También se recogen sus parábolas, aquella enseñanza en historias que habla sencillamente de la felicidad que Jesús viene a traer y de la necesidad de escoger. Formación de los Evangelios. La celebración Los discípulos repiten la última cena de Jesús que da un sentido a su muerte. Al principio, cuando sólo estaban los primeros discípulos, no era necesario entrar en detalles: sabían bien de qué se trataba. Entonces cada uno podía expresar lo que había comprendido, añadir nuevos detalles: Pedro contaba cómo traicionó a su maestro, Juan decía lo que vivió al pie de la cruz... Luego, en seguida, vinieron otros discípulos que no habían conocido a Jesús. Había que explicar lo que significaban aquellos gestos de partir el pan y beber la copa. Seguramente nació entonces, muy pronto, un primer relato de la pasión. Pero cuando relataban aquello, no relataban la pasión y la muerte de un difunto, sino de una persona viva. Y esto lo cambiaba todo. En la celebración eucarística, Jesús se hace presente para su comunidad, y sus discípulos cuentan su muerte estando con él, vivo entre ellos. El relato de la pasión, como todos los demás relatos sobre Jesús, se hacen a la luz de la resurrección. En este contexto litúrgico se recuerdan también otros actos de Jesús que permiten comprender mejor aquella cena: la multiplicación de los panes, por ejemplo, aquella comida maravillosa en que Jesús dio de comer a la muchedumbre. Formación de los Evangelios. La enseñanza o catequesis Los nuevos bautizados tienen que vivir ahora como discípulos de Jesús. Para saber cómo vivir en comunidad, para responder a las múltiples cuestiones que plantea la vida cotidiana, hay que volver a la vida de Jesús, a sus palabras y acciones. Se recogen las parábolas, adaptándolas a la situación actual: hay que velar, permanecer atentos, ser tierra buena... Se busca una enseñanza nueva en los milagros: la pequeña comunidad tiene la impresión de ser frágil barquilla azotada por las olas de la tempestad; sólo podrá mantenerse porque Jesús resucitado atiende a la plegaria de su iglesia: «¡Señor, sálvanos!», y aplaca la tempestad... ¿Cómo se portarán los responsables? Recordarán lo que Jesús decía: servid a los demás; no tendrán más que dos reglas: la misericordia y el perdón... Así, cuando se formaba una comunidad cristiana, acudían a la memoria de los discípulos las imágenes de Jesús. Esas imágenes se van agrupando rápidamente en secuencias. Benedicto XVI La Palabra de Dios nos introduce en el coloquio con Dios. El Dios que habla en la Biblia nos enseña cómo podemos hablar con Él. Especialmente en el Libro de los Salmos nos ofrece las palabras con que podemos dirigirnos a Él, presentarle nuestra vida con sus altibajos en un coloquio ante Él, transformando así la misma vida en un movimiento hacia Él.