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Sínodo de obispos

C342 El sínodo de los Obispos es una


asamblea de Obispos escogidos de
las distintas regiones del mundo, que
se reúnen en ocasiones
determinadas para:
fomentar la unión estrecha entre el
Romano Pontífice y los Obispos,
y ayudar al Papa con sus consejos para
la integridad y mejora de la fe y
costumbres y la conservación y
fortalecimiento de la disciplina
eclesiástica,
y estudiar las cuestiones que se refieren
a la acción de la Iglesia en el mundo.
XII Asamblea General
Ordinaria del Sínodo de los
Obispos
Inauguración de la XII Asamblea
general ordinaria del Sínodo de los
Obispos: Homilía de Su Santidad
Benedicto XVI (5 de octubre de 2008)
Meditación del Santo Padre durante la
primera Congregación general de la
XII Asamblea General Ordinaria del
Sínodo de los Obispos (6 de octubre
de 2008)
Mensaje del Sínodo de los Obispos al
Pueblo de Dios, como conclusión de la
XII Asamblea General Ordinaria del
Sínodo de los Obispos (24 de octubre
de 2008)
Misa para la clausura de la XII
Asamblea General Ordinaria del
Sínodo de los Obispos: Homilía de Su
Santidad Benedicto XVI (26 de octubre
de 2008)
MENSAJE AL PUEBLO DE DIOS DE LA XII
ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA DEL
SÍNODO DE LOS OBISPOS
I. LA VOZ DE LA PALABRA: LA
REVELACIÓN
II. EL ROSTRO DE LA
PALABRA: JESUCRISTO
III. LA CASA DE LA
PALABRA: LA IGLESIA
IV. LOS CAMINOS DE LA
PALABRA: LA MISIÓN
CONCLUSIÓN
PALABRA: 
La Revelación en la
Creación
Tenemos de esta forma una
primera revelación “cósmica”
que hace que lo creado se
asemeje a una especie de
inmensa página abierta delante
de toda la humanidad, en la
que se puede leer un mensaje
del Creador:
“Los cielos cuentan la gloria de
Dios, el firmamento anuncia la
obra de sus manos; el día al día
comunica el mensaje, la noche
a la noche le pasa la noticia.
Sin hablar y sin palabras, y sin
voz que pueda oírse, por toda
la tierra resuena su proclama,
por los confines del orbe” (Sal
19)
PALABRA: 
La revelación en la
historia
Pero la Palabra divina también
se encuentra en la raíz de la
historia humana. El hombre y
la mujer, que son “imagen y
semejanza de Dios” (Gn 1,
27) y que por tanto llevan en
sí la huella divina, pueden
entrar en diálogo con su
Creador o pueden alejarse de
él y rechazarlo por medio del
pecado.
PALABRA: 
La Revelación en la
historia
Así pues, la Palabra de Dios salva y juzga, penetra en la trama de la
historia con su tejido de situaciones y acontecimientos:
“He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto, he escuchado el clamor ...
conozco sus sufrimientos. He bajado para librarlo de la mano de los
egipcios y para sacarlo de esta tierra a una tierra buena y
espaciosa ...” (Ex 3, 7-8).
Hay, por tanto, una presencia divina en las situaciones humanas
que, mediante la acción del Señor de la historia, se insertan en un
plan más elevado de salvación, para que “todos los hombres se
salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad” (1 Tm 2,4).
PALABRA: 
La Revelación en la
Escritura
Sin embargo, hay una etapa
posterior que la voz divina
recorre: es la de la Palabra
escrita, la Graphé o las
Graphai, las Escrituras
sagradas, como se dice en el
Nuevo Testamento.
Ya Moisés había descendido
de la cima del Sinaí llevando
“las dos tablas del
Testimonio en su mano,
tablas escritas por ambos
lados; por una y otra cara
estaban escritas. Las tablas
eran obra de Dios, y la
escritura era escritura de
Dios” (Ex 32,15-16).
PALABRA: 
¿Por qué es Palabra de
Dios?
¿Cómo distinguir la
palabra humana sobre
de Dios, de la palabra
de Dios por mediación
humana?
La Escritura posee un
criterio diferenciador de
lo que es en verdad
Palabra de Dios. Es la
efectividad absoluta de
tal palabra.
Es la fuerza inexorable
de los designios de Dios
a cuya realización sirve
la palabra de su boca.
PALABRA: 
¿Por qué es Palabra de
Dios?
«Como descienden la lluvia y la
nieve de los cielos
y no vuelven allá, sino que
empapan la tierra,
la fecundan y la hacen
germinar,
para que dé simiente al
sembrador y pan para
comer,
será así mi palabra, la que salga
de mi boca,
que no tornará a mí de vacío,
sin que haya realizado lo que
me plugo
y haya cumplido aquello a que
la envié» (Is 55, 10-11).
PALABRA: 
¿Por qué es Palabra de
Dios?
«El revela a Jacob su palabra,
sus preceptos y sus juicios a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos» (Sal 147, 19-20).

El Señor me dirigió la palabra:


—Antes de formarte en el vientre te escogí, antes de salir del
seno materno te consagré y te nombré profeta de los
paganos. Yo repuse:
—¡Ay Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho. El
Señor me contestó:
—No digas que eres un muchacho: que a donde yo te envíe, irás;
lo que yo te mande, lo dirás. No les tengas miedo, que yo
estoy contigo para librarte —oráculo del Señor—.
El Señor extendió la mano, me tocó la boca y me dijo:
—Mira, yo pongo mis palabras en tu boca, hoy te establezco
sobre pueblos y reyes, para arrancar y arrasar, destruir y
demoler, edificar v plantar. (Jer 1, 4-10)
Géneros literarios en el
AT
- Los relatos. Es necesario recordar el pasado para dar a todos
una mentalidad común. Al escuchar las historias de sus
antepasados, se toma conciencia de pertenecer a la misma familia.
- La epopeya. También se cuenta el pasado, pero se intenta sobre
todo suscitar el entusiasmo y celebrar a los héroes, aunque para ello
sea necesario adornar los pequeños detalles.
- Las leyes. Son las que organizan al pueblo y permiten una vida
en comunidad.
- La liturgia, celebraciones, ritos (los sacrificios por ejemplo)
expresan esta vida en común, como una comida de fiesta reúne a la
familia. Los actos religiosos manifies­tan la relación que se tiene con
Dios.
- Los poemas, los cánticos, los salmos. Son la expresión de
los sentimientos, de la fe del pueblo.
- Los oráculos de los profetas -palabras solemnes que
provienen de parte de Dios- hacen volver a la verdadera fe.
- La enseñanza de los profetas, de los sacerdotes, puede
hacerse de forma doctrinal, pero también pueden utilizarse relatos,
historias (parábolas).
- Los escritos de sabiduría. Son reflexiones sobre los grandes
interrogantes humanos: qué es la vida, la muerte, el amor, por qué
el mal, el sufrimiento...
Géneros literarios en el NT. Las
formas

Hch 1,1 alude a las obras y palabras de Jesús


que han sido recogidas en la tradición evangélica.

Tradición de las obras o acciones.


Recoge los gestos principales de la historia de Jesús:
- Relatos de milagros, especialmente curaciones y
exorcismos.
- Teofanías en el tiempo de la vida de Jesús.
- Relatos biográficos.
- Controversias.
- Acciones proféticas.
- Historia de la pasión.
- Relatos pascuales.
Géneros literarios en el NT. Las
formas

Tradición de las palabras.

Recoge los diversos elementos del


kerigma y enseñanza de Jesús:

- Dichos (o logia), en sentido general:


- Parábolas, en sus varias formas
- Palabras de Jesús acerca de su vida y obra
Formación de los Evangelios.
Evangelio

Al principio sólo se conocía el evangelio


(en singular), la buena nueva que
proclamaba Jesús: la venida del reino
de Dios.
Con Marcos el evangelio se convierte en
un texto, en una historia: el relato de la
vida de Jesús. Hasta entonces, Jesús
era el que proclamaba la buena nueva:
ahora es él el proclamado, él mismo se
convierte en buena nueva.
Formación de los Evangelios. La
predicación
Los discípulos proclaman su fe en Jesús resucitado. Lo hacen
con unas frases cortas que resumen lo esencial de la buena
nueva. Es el kerigma. «A ese Jesús que vosotros crucificasteis
Dios lo ha resucitado, lo ha exaltado, lo ha hecho Señor;
somos testigos de ello. El nos envía su Espíritu. Creed en esta
buena noticia y os salvaréis».
Se recogen también las diversas bienaventuranzas que Jesús
pudo pronunciar para proclamar esta buena nueva: en
adelante, los pobres ya no serán pobres, puesto que Dios
viene a establecer su reino. Se cuentan los milagros de Jesús
que demuestran su victoria sobre el mal, el sufrimiento, la
enfermedad y la muerte.
También se recogen sus parábolas, aquella enseñanza en
historias que habla sencillamente de la felicidad que Jesús
viene a traer y de la necesidad de escoger.
Formación de los Evangelios. La
celebración
Los discípulos repiten la última cena de Jesús que da un sentido a su
muerte. Al principio, cuando sólo estaban los primeros discípulos, no
era necesario entrar en detalles: sabían bien de qué se trataba.
Entonces cada uno podía expresar lo que había comprendido,
añadir nuevos detalles: Pedro contaba cómo traicionó a su maestro,
Juan decía lo que vivió al pie de la cruz... Luego, en seguida,
vinieron otros discípulos que no habían conocido a Jesús. Había que
explicar lo que significaban aquellos gestos de partir el pan y beber
la copa. Seguramente nació entonces, muy pronto, un primer relato
de la pasión.
Pero cuando relataban aquello, no relataban la pasión y la muerte
de un difunto, sino de una persona viva. Y esto lo cambiaba todo. En
la celebración eucarística, Jesús se hace presente para su
comunidad, y sus discípulos cuentan su muerte estando con él, vivo
entre ellos. El relato de la pasión, como todos los demás relatos
sobre Jesús, se hacen a la luz de la resurrección.
En este contexto litúrgico se recuerdan también otros actos de Jesús
que permiten comprender mejor aquella cena: la multiplicación de
los panes, por ejemplo, aquella comida maravillosa en que Jesús dio
de comer a la muchedumbre.
Formación de los Evangelios. La
enseñanza o catequesis
Los nuevos bautizados tienen que vivir ahora como discípulos de
Jesús. Para saber cómo vivir en comunidad, para responder a las
múltiples cuestiones que plantea la vida cotidiana, hay que
volver a la vida de Jesús, a sus palabras y acciones.
Se recogen las parábolas, adaptándolas a la situación actual:
hay que velar, permanecer atentos, ser tierra buena... Se busca
una enseñanza nueva en los milagros: la pequeña comunidad
tiene la impresión de ser frágil barquilla azotada por las olas de
la tempestad; sólo podrá mantenerse porque Jesús resucitado
atiende a la plegaria de su iglesia: «¡Señor, sálvanos!», y aplaca
la tempestad... ¿Cómo se portarán los responsables? Recordarán
lo que Jesús decía: servid a los demás; no tendrán más que dos
reglas: la misericordia y el perdón...
Así, cuando se formaba una comunidad cristiana, acudían a la
memoria de los discípulos las imágenes de Jesús. Esas imágenes
se van agrupando rápidamente en secuencias.
Benedicto XVI
La Palabra de Dios nos
introduce en el coloquio con
Dios. El Dios que habla en la
Biblia nos enseña cómo
podemos hablar con Él.
Especialmente en el Libro
de los Salmos nos ofrece las
palabras con que podemos
dirigirnos a Él, presentarle
nuestra vida con sus
altibajos en un coloquio
ante Él, transformando así
la misma vida en un
movimiento hacia Él.

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