Você está na página 1de 40

Vidas ejemplares10

Queridos hermanos, esta es la décima parte de la vida de


los Santos. Leedla con cuidado y tratad de imitar a estas
personas, para que podáis llegar a la culminación de la
santidad.

San Ignacio: ruégale a Dios por todos los que como tí


deseamos extender el Reino de Cristo,
y hacer amar más a nuestro Divino Salvador.
"Todo para mayor Gloria de Dios" (San Ignacio)‫‏‬

Aspectos breves de la vida de los Santos:


San Ignacio de Loyola, San Juan María Francisco Martínez Arias
Vianney, San Martín de Porres, Santa Rosa
de Lima y Santa Teresa de los Andes Septiembre 2008
SAN IGNACIO DE LOYOLA
El 31 de Julio se celebra su día

San Ignacio nació en 1491 en el castillo de Loyola,


en Guipúzcoa, norte de España, cerca de los
montes Pirineos que están en el límite con
Francia.
Su padre Bertrán De Loyola y su madre Marina
Sáenz, de familias muy distinguidas, tuvieron
once hijos: ocho varones y tres mujeres. El más
joven de todos fue Ignacio.

El nombre que le pusieron en el bautismo fue


Iñigo.
Entró a la carrera militar, pero en 1521, a la edad
de 30 años, siendo ya capitán, fue gravemente
herido mientras defendía el Castillo de Pamplona.
Al ser herido su jefe, la guarnición del castillo
capituló ante el ejército francés.
Los vencedores lo enviaron a su Castillo de
Loyola a que fuera tratado de su herida.
Le hicieron tres operaciones en la rodilla, dolorosísimas, y sin anestesia; pero no permitió
que lo atasen ni que nadie lo sostuviera. Durante las operaciones no prorrumpió ni una
queja. Los médicos se admiraban. Para que la pierna operada no le quedara más corta le
amarraron unas pesas al pie y así estuvo por semanas con el pie en alto, soportando
semejante peso. Sin embargo quedó cojo para toda la vida.

A pesar de esto Ignacio tuvo durante toda su vida un modo muy elegante y fino para tratar
a toda clase de personas. Lo había aprendido en la Corte en su niñez.
Mientras estaba en convalecencia pidió que le llevaran novelas de
caballería, llenas de narraciones inventadas e imaginarias. Pero su
hermana le dijo que no tenía más libros que "La vida de Cristo" y el
"Año Cristiano", o sea la historia del santo de cada día.

Y le sucedió un caso muy especial. Antes, mientras leía novelas y


narraciones inventadas, en el momento sentía satisfacción pero
después quedaba con un sentimiento horrible de tristeza y
frustración . En cambio ahora al leer la vida de Cristo y las Vidas
de los santos sentía una alegría inmensa que le duraba por días y
días. Esto lo fue impresionando profundamente.
Y mientras leía las historias de los grandes santos pensaba: "¿Y por qué no tratar de
imitarlos? Si ellos pudieron llegar a ese grado de espiritualidad, ¿por qué no lo voy a
lograr yo? ¿Por qué no tratar de ser como San Francisco, Santo Domingo, etc.? Estos
hombres estaban hechos del mismo barro que yo. ¿Por qué no esforzarme por llegar al
grado que ellos alcanzaron?". Y después se iba a cumplir en él aquello que decía Jesús:
"Dichosos los que tienen un gran deseo de ser santos, porque su deseo se cumplirá"
(Mt. 5,6), y aquella sentencia de los psicólogos: "Cuidado con lo que deseas, porque lo
conseguirás".
Mientras se proponía seriamente convertirse, una noche se
le apareció Nuestra Señora con su Hijo Santísimo. La
visión lo consoló inmensamente. Desde entonces se
propuso no dedicarse a servir a gobernantes de la tierra
sino al Rey del cielo.
Apenas terminó su convalecencia se fue en peregrinación al
famoso Santuario de la Virgen de Monserrat. Allí tomó el serio
propósito de dedicarse a hacer penitencia por sus pecados.
Cambió sus lujosos vestidos por los de un pordiosero, se
consagró a la Virgen Santísima e hizo confesión general de
toda su vida.
Y se fue a un pueblecito llamado Manresa, a 15 kilómetros de Monserrat a orar y hacer
penitencia, allí estuvo un año. Cerca de Manresa había una cueva y en ella se encerraba a
dedicarse a la oración y a la meditación. Allá se le ocurrió la idea de los Ejercicios Espiritales,
que tanto bien iban a hacer a la humanidad.

Después de unos días en los cuales sentía mucho gozo y consuelo en la oración, empezó a
sentir aburrimiento y cansancio por todo lo que fuera espiritual. A esta crisis de desgano la
llaman los sabios "la noche oscura del alma". Es un estado dificultoso que cada uno tiene que
pasar para que se convenza de que los consuelos que siente en la oración no se los merece,
sino que son un regalo gratuito de Dios.
Luego le llegó otra enfermedad espiritual muy fastidiosa: los
escrúpulos. O sea el imaginarse que todo es pecado. Esto
casi lo lleva a la desesperación. Pero iba anotando lo que le
sucedía y lo que sentía y estos datos le proporcionaron
después mucha habildad para poder dirigir espiritualmente a
otros convertidos y según sus propias experiencias poderles
enseñar el camino de la santidad.
Allí orando en Manresa adquirió lo que se llama "Discreción de espíritus", que consiste en
saber determinar qué es lo que le sucede a cada alma y cuáles son los consejos que más
necesita, y saber distinguir lo bueno de lo malo. A un amigo suyo le decía después: "En una
hora de oración en Manresa aprendí más a dirigir almas, que todo lo que hubiera podido
aprender asistiendo a universidades".
En 1523 se fue en peregrinación a Jerusalén, pidiendo limosna por el camino. Todavía era
muy impulsivo y un día casi ataca a espada a uno que hablaba mal de la religión. Por eso le
aconsejaron que no se quedara en Tierra Santa donde había muchos enemigos del
catolicismo. Después fue adquiriendo gran bondad y paciencia.
A los 33 años empezó como estudiante de colegio en Barcelona,
España. Sus compañeros de estudio eran mucho más jóvenes que él y
se burlaban mucho. El toleraba todo con admirable paciencia. De todo
lo que estudiaba tomaba pretexto para elevar su alma a Dios y
adorarlo.
Después pasó a la Universidad de Alcalá. Vestía muy pobremente
y vivía de limosna. Reunía niños para enseñarles religión; hacía
reuniones de gente sencilla para tratar temas de espiritualidad, y
convertía pecadores hablandoles amablemente de lo importante
que es salvar el alma.
Lo acusaron injustamente ante la autoridad religiosa y estuvo dos meses en la cárcel.
Después lo declararon inocente, pero había gente que lo perseguía. El consideraba todos
estos sufrimientos como un medio que Dios le proporcionaba para que fuera pagando sus
pecados. Y exclamaba: "No hay en la ciudad tantas cárceles ni tantos tormentos como los
que yo deseo sufrir por amor a Jesucristo".

Se fue a Paris a estudiar en su famosa Universidad de La Sorbona. Allá formó un


grupo con seis compañeros que se han hecho famosos porque con ellos fundó la
Compañía de Jesús. Ellos son: Pedro Fabro, Francisco Javier, Laínez, Salnerón,
Simón Rodríguez y Nicolás Bobadilla. Recibieron doctorado en aquella universidad y
daban muy buen ejemplo a todos.
Los siete hicieron votos o juramentos de ser puros, obedientes y
pobres, el día 15 de Agosto de 1534, fiesta de la Asunción de María. Se
comprometieron a estar siempre a las órdenes del Sumo Pontífice para
que él los emplease en lo que mejor le pareciera para la gloria de Dios.

Se fueron a Roma y el Papa Pablo III les recibió muy bien y les dio permiso
de ser ordenados sacerdotes. Ignacio, que se había cambiado por ese
nombre su nombre antiguo de Íñigo, esperó un año desde el día de su
ordenación hasta el día de la celebración de su primera misa, para
prepararse lo mejor posible a celebrarla con todo fervor.
San Ignacio se dedicó en Roma a predicar Ejercicios Espirituales y a catequizar al pueblo.
Sus compañeros se dedicaron a dictar clases en universidades y colegios y a dar
conferencias espirituales a toda clase de personas.
Se propusieron como principal oficio enseñar la religión a la gente.
En 1540 el Papa Pablo III aprobó su comunidad llamada "Compañía de Jesús" o "Jesuitas". El
Superior General de la nueva comunidad fue San Ignacio hasta su muerte.
En Roma pasó todo el resto de su vida.
Era tanto el deseo que tenía de salvar almas que exclamaba: "Estaría dispuesto a perder todo
lo que tengo, y hasta que se acabara mi comunidad, con tal de salvar el alma de un pecador".
Fundó casas de su congregación en España y
Portugal. Envió a San Francisco Javier a evangelizar
el Asia. De los jesuitas que envió a Inglaterra, 22
murieron martirizados por los protestantes. Sus dos
grandes amigos Laínez y Salmerón fueron famosos
sabios que dirigieron el Concilio de Trento. A San
Pedro Canisio lo envió a Alemania y este santo llegó
a ser el más célebre catequista de aquél país.
Recibió como religioso jesuita a San Francisco de
Borja que era rico político, gobernador, en España.
San Ignacio escribió más de 6 mil cartas dando
consejos espirituales.
El Colegio que San Ignacio fundó en Roma llegó a ser modelo en el cual se inspiraron
muchísimos colegios más y ahora se ha convertido en la célebre Universidad Gregoriana.
Los jesuitas fundados por San Ignacio llegaron a ser los más sabios adversarios de los
protestantes y combatieron y detuvieron en todas partes al protestantismo. Les recomendaba
que tuvieran mansedumbre y gran respeto hacia el adversario pero que se presentaran muy
instruidos para combatirlos. El deseaba que el apóstol católico fuera muy instruido..

El libro más famoso de San Ignacio se titula:


"Ejercicios Espirituales" y es lo mejor que se ha
escrito acerca de como hacer bien los santos
ejercicios. En todo el mundo es leído y practicado
este maravilloso libro. Duró 15 años escribiéndolo

Su lema era: "Todo para mayor gloria de Dios". Y a ello


dirigía todas sus acciones, palabras y pensamientos: A
que Dios fuera más conocido, más amado y mejor
obedecido.
En los 15 años que San Ignacio dirigió a
la Compañía de Jesús, esta pasó de
siete socios a más de mil. A todos y
cada uno trataba de formarlos muy bien
espiritualmente.

Como casi cada año se enfermaba y


después volvía a obtener la curación,
cuando le vino la última enfermedad
nadie se imaginó que se iba a morir, y
murió subitamente el 31 de julio de 1556
a la edad de 65 años.

En 1622 el Papa lo declaró Santo y


después Pío XI lo declaró Patrono de los
Ejercicios Espirituales en todo el mundo.
Su comunidad de Jesuitas es la más
numerosa en la Iglesia Católica.
Oración de San Ignacio de Loyola
Alma de Cristo

Alma de Cristo, santifícame.


Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos. Amén.
San Juan María Vianney
1786-1859
(El Santo Cura de Ars)‫‏‬
Su fiesta se celebra el 4 de Agosto
Su verdadero nombre fue San Juan Bautista María Vianney,
pero en todo el mundo es conocido con el nombre de Cura de
Ars. Nació en Dardilly, en las cercanías de Lyon (Francia), el 8
de mayo de 1786. Tras una infancia normal, a los diecisiete
años Juan María concibe el gran deseo de llegar a ser
sacerdote. Su padre, aunque buen cristiano, pone algunos
obstáculos, que por fin son vencidos. El joven inicia sus
estudios en el seminario, dejando las tareas del campo a las
que hasta entonces se había dedicado.
Juan María continúa sus estudios sacerdotales en Verrières
primero y después en el seminario mayor de Lyón. Todos
sus superiores reconocen la admirable conducta del
seminarista, pero..., falto de los necesarios conocimientos
del latín, no saca ningún provecho de los estudios y, por fin,
es despedido del seminario.
Intenta entrar en los hermanos de las
Escuelas Cristianas, sin lograrlo. La cosa
parecía ya no tener solución ninguna
cuando, de nuevo, se cruza en su camino
un cura excepcional: el padre Balley, que
había dirigido sus primeros estudios. Él se
presta a continuar preparándole, y
consigue del vicario general, después de
un par de años de estudios, su admisión a
las órdenes. Por fin, el 13 de agosto de
1815, el obispo de Grenoble, monseñor
Simón, le ordenaba sacerdote, a los 29
años. Sin embargo, el Santo Cura se
sentía feliz al lograr lo que durante tantos
años anheló, y a fuerza de tantas
privaciones, esfuerzos y humillaciones,
había tenido que conseguir: el sacerdocio.
. Sacerdote diocesano, miembro de la Tercera Orden
Franciscana, que tuvo que superar incontestables
dificultades para llegar a ordenarse de presbítero. Su
celo por las almas, sus catequesis y su ministerio en el
confesonario transformaron el publecillo de Ars, que a
su vez se convirtió en centro de frecuentes
peregrinaciones de multitudes que buscaban al Santo
Cura.Sin embargo durante tres años no obtuvo el
permiso de sus superiores para poder confesar.
Nombrado párroco de Ars, un pueblo de apenas
trescientos habitantes, desplegó un celo sobrehumano
en la cura pastoral de sus feligreses alejados de la
iglesia y en las miles de almas que acudían a él
atraídos por su fama de santidad y vida austera. Tras
cuarenta y dos años dedicados de forma incansable a
la predicación de la palabra, la penitencia (dedicaba
más de diez horas al día al confesionario) y la caridad
con los pobres, murió en 1859.
Fue beatificado en 1905 por Pío X y declarado santo en
1925 por Pío XI. Es el patrono de los párrocos.
ORACIÓN DEL SANTO CURA DE ARS

" TE AMO, OH MI DIOS "


Autor: San Juan María Vianney

Te amo, Oh mi Dios.
Mi único deseo es amarte
Hasta el último suspiro de mi vida.
Te amo, Oh infinitamente amoroso Dios,
Y prefiero morir amándote que vivir un instante sin Ti.
Te amo, oh mi Dios, y mi único temor es ir al infierno
Porque ahí nunca tendría la dulce consolación de tu amor,
Oh mi Dios,si mi lengua no puede decir
cada instante que te amo,
por lo menos quieroque mi corazón lo repita cada vez que respiro.
Ah, dame la gracia de sufrir mientras que te amo,
Y de amarte mientras que sufro,
y el día que me muera
No solo amarte pero sentir que te amo.
Te suplico que mientras más cerca estés de mi hora
Final aumentes y perfecciones mi amor por Ti.
Amén.
San Martín de Porres
La iglesia celebra su día el 3 de noviembre

Nació en la ciudad de Lima, Perú, el día 9


de diciembre del año 1579. Fue hijo de
Juan de Porres, caballero español de la
Orden de Calatrava, y de Ana Velásquez,
negra libre panameña. Martín es
bautizado en la iglesia de San Sebastián,
donde años más tarde Santa Rosa de
Lima también lo fuera. Son misteriosos
los caminos del
Señor: no fue sino un santo quien lo
confirmó en la fe de sus padres.
Fue Santo Toribio de Mogrovejo, primer
arzobispo de Lima, quien hizo descender
el Espíritu sobre su moreno corazón,
corazón que el Señor fue haciendo manso
y humilde como su Madre.
A los doce Martín entró de aprendiz de
peluquero, y asistente de un dentista. La
fama de su santidad corre de boca en boca
por la ciudad de Lima. Martín conoció al
Fraile Juan de Lorenzana, famoso
dominico como teólogo y hombre de
virtudes, quien lo invita a entrar en el
Convento de Nuestra Señora del Rosario.
Las leyes de aquel entonces le impedían
ser religioso por el color y por la raza, por
lo que
Martín de Porres ingresó como Donado,
pero él se entrega a Dios y su vida está
presidida por el servicio, la humildad, la
obediencia y un amor sin medida. San
Martín tiene un sueño que Dios le
desbarata: “Pasar desapercibido y ser el
último”
Su anhelo más profundo siempre es de seguir.
a Jesús. Se le confía la limpieza de la casa;
por lo que la escoba será, con la cruz, la gran
compañera de su vida. Sirve y atiende a
todos, pero no es comprendido por todos. Un
día cortaba el pelo a un estudiante: éste
molesto ante la mejor sonrisa de Fray Martín,
no duda en insultarlo: ¡Perro mulato!
¡Hipócrita! La respuesta fue una generosa
sonrisa. San Martín llevaba ya dos años en el
convento, y hacía seis que no veía a su
padre, éste lo visita y… después de dialogar
con el P. Provincial, éste y el Consejo
Conventual deciden que Fray Martín se
convierta en hermano cooperador. El 2 de
junio de 1603 se consagra a Dios por su
profesión relogiosa
El P. Fernando Aragonés testificará: “Se
ejercitaba en la caridad día y noche, curando
enfermos, dando limosna a españoles, indios
y negros, a todos quería, amaba y curaba con
singular amor”. La portería del convento es un
reguero de soldados humildes, indios,
mulatos, y negros; él solía repetir: “No hay
gusto mayor que dar a los pobres”. Su
hermana Juana tenía buena posición social,
por lo que, en una finca de ella, daba cobijo a
enfermos y pobres. Y en su patio acoge a
perros, gatos y ratones. Pronto la virtud del
moreno dejó de ser un secreto. Su servicio
como enfermero se extendía desde sus
hermanos dominicos hasta las personas más
abandonadas que podía encontrar en la calle.
Su humildad fue probada en el dolor de la
injuria, incluso de parte de algunos religiosos
dominicos.
Incomprensión y envidias: camino de
contradicciones que fue asemejando al
mulato a su Reconciliador. Los religiosos
de la Ciudad Virreinal van de sorpresa en
sorpresa, por lo que el Superior le prohíbe
realizar nada extraordinario sin su
consentimiento. Un día, cuando regresaba
al Convento, un albañil le grita al caer del
andamio; el Santo le hace señas y corre a
pedir permiso al superior, éste y el
interesado quedan cautivados por su
docilidad. Cuando vio que se acercaba el
momento feliz de ir a gozar de la presencia
de Dios, pidió a los religiosos que le
rodeaban que entonasen el Credo.
Mientras lo cantaban, entregó su alma a
Dios. Era el 3 de noviembre de 1639. Su
muerte causó profunda conmoción en la
ciudad.
Había sido el hermano y enfermero de
todos, singularmente de los más pobres.
Todos se disputaban por conseguir
alguna reliquia. Toda la ciudad le dio el
último adiós. Su culto se ha extendido
prodigiosamente. Gregorio XVI lo declaró
Beato en 1837. Fue canonizado por Juan
XXIII en 1962. Recordaba el Papa, en la
homilía de la canonización, las
devociones en que se había distinguido
el nuevo Santo: su profunda humildad
que le hacía considerar a todos
superiores a él, su celo apostólico, y sus
continuos desvelos por atender a
enfermos y necesitados, lo que le valió,
por parte de todo el pueblo, el hermoso
apelativo de “Martín de la caridad”.
Santa Rosa de Lima Patrona del
Perú
Su fiesta se celebra el 23 de Agosto
(antes 30 de agosto)‫‏‬

Santa Rosa de Lima


(1.586-1.617)‫‏‬
"Rosa de Lima, la más bella rosa
que ha producido nuestro
continente, no dejes un solo día
de rezar a tu gran amigo
Jesucristo,
por este continente americano
tan supremamente necesitado
de las bendiciones de Dios."
Santa Rosa de Lima nació el 30 de abril de
1586 en la vecindad del hospital del
Espíritu Santo de la ciudad de Lima,
entonces capital del virreinato del Perú. Su
nombre original fue Isabel Flores de Oliva.
Era una de los trece hijos habidos en el
matrimonio de Gaspar Flores, arcabucero
de la guardia virreinal, natural de San Juan
de Puerto Rico, con la limeña María de
Oliva. Recibió bautismo en la parroquia de
San Sebastián de Lima, siendo sus
padrinos Hernando de Valdés y María
Orozco.
En compañía de sus numerosos hermanos,
la niña Rosa se trasladó al pueblo serrano
de Quives, en la cuenca del Chillón,
cuando su padre asumió el empleo de
Santa Rosa de Lima (Óleo de Murillo)
administrador de un obraje donde se
refinaba mineral de plata.
Las biografias de Santa Rosa de Lima han retenido
fijamente el hecho de que en ese pueblo, que era
doctrina de frailes mercedarios, la joven recibió en 1597
el sacramento de la confirmación de manos del
arzobispo de Lima, Santo Toribio Alonso de Mogrovejo,
quien efectuaba una visita pastoral en la jurisdicción.

Ocupándose de la "etapa oscura" en la biografía de


Santa Rosa de Lima, que corresponde precisamente a
sus años de infancia y adolescencia en Quives, Luis
Millones ha procurado arrojar nueva luz mediante la
interpretación de algunos sueños que recogen los
biógrafos de la santa. Opina Millones que ésa pudo ser
la etapa más importante para la formación de su
personalidad, no obstante el hecho de que los autores
han preferido hacer abstracción del entorno económico
y de las experiencias culturales que condicionaron la
vida de la familia Flores-Oliva en la sierra, en un asiento
minero vinculado al meollo de la producción colonial.
Probablemente, esa vivencia (la visión cotidiana de
los sufrimientos que padecían los trabajadores
indios) pudo ser la que dio a Rosa la preocupación
por remediar las enfermedades y miserias de quienes
irían a creer en su virtud.

A Santa Rosa de Lima le tocó vivir en Lima un


ambiente de efervescencia religiosa, una época en
que abundaban las atribuciones de milagros,
curaciones y todo tipo de maravillas por parte de una
población que ponía gran énfasis en las virtudes y
calidad de vida cristianas. Alrededor de sesenta
personas fallecieron en "olor de santidad" en la
capital peruana entre finales del siglo XVI y mediados
del XVIII. De aquí se originó por cierto una larga serie
de biografías de santos, beatos y siervos de Dios,
obras muy parecidas en su contenido, regidas por las
mismas estructuras formales y por análogas
categorías de pensamiento.
A Santa Rosa le atraía con singular fuerza
el modelo de la dominica Catalina de Siena
(santa toscana del siglo XIV), y esto la
decidió a cambiar el sayal franciscano por
el hábito blanco de terciaria de la Orden de
Predicadores, aparentemente desde 1606.
Se afirma que estaba bien dotada para las
labores de costura, con las cuales ayudaba
a sostener el presupuesto familiar, pero
fueron muy contadas las personas con
quienes Rosa llegó a tener alguna
intimidad. En su círculo más estrecho se
hallaban mujeres virtuosas como doña
Luisa Melgarejo y su grupo de "beatas",
junto con amigos de la casa paterna y
allegados al hogar del contador Gonzalo de
la Maza.
Los confesores de Santa Rosa de Lima fueron
mayormente sacerdotes de la congregación
dominica. También tuvo trato espiritual con
religiosos de la Compañía de Jesús. Es asimismo
importante el contacto que desarrolló con el
doctor Juan del Castillo, médico extremeño muy
versado en asuntos de espiritualidad, con quien
compartió las más secretas minucias de su
relación con Dios.

Dichos consejeros espirituales ejercieron


profunda influencia sobre Rosa y resultaron
cómplices de sus delirios, visiones y tormentos.
No sorprende desde luego que María de Oliva
abominase de la cohorte de sacerdotes que
rodeaban a su piadosa hija, porque estaba segura
de que los rigores que ella se imponía eran "por
ser de este parecer, ignorante credulidad y juicio
algunos confesores", según recuerda un
contemporáneo.
La conducta estereotipada de Santa Rosa
de Lima se hace más evidente aún cuando
se repara en que por orden de sus
confesores anotó las diversas mercedes
que había recibido del Cielo, componiendo
así el panel titulado Escala espiritual. No
se conoce mucho acerca de las lecturas
de Santa Rosa, aunque es sabido que
encontró inspiración en las obras
teológicas de fray Luis de Granada.Hacia
1615, y con la ayuda de su hermano
favorito, Hernando Flores de Herrera, labró
una pequeña celda o ermita en el jardín de
la casa de sus padres. Allí, en un espacio
de poco más de dos metros cuadrados
(que todavía hoy es posible apreciar),
Santa Rosa de Lima se recogía con
fruición a orar y a hacer penitencia.
Posteriormente, en marzo de 1617, celebró en la
iglesia de Santo Domingo de Lima su místico
desposorio con Cristo, siendo fray Alonso
Velásquez (uno de sus confesores) quien puso en
sus dedos el anillo en señal de unión perpetua.

Con todo acierto, Rosa había predicho que su


vida terminaría en la casa de su bienhechor y
confidente Gonzalo de la Maza (contador del
tribunal de la Santa Cruzada), a la cual se
trasladó a residir en los últimos cuatro o cinco
años de su vida. Por esto solicitó a doña María de
Uzátegui, la madrileña esposa del contador, que
fuese ella quien la amortajase. En torno a su
lecho de agonía se situó el matrimonio de la
Maza-Uzátegui con sus dos hijas, doña Micaela y
doña Andrea, y una de sus discípulas más
próximas, Luisa Daza, a quien Santa Rosa de
Lima pidió que entonase una canción con
acompañamiento de vihuela.
Así entregó la virgen limeña su alma a Dios, afectada por
una aguda hemiplejía, el 24 de agosto de 1617, en las
primeras horas de la madrugada.

El mismo día de su muerte, por la tarde, se efectuó el


traslado del cadáver de Santa Rosa al convento grande
de los dominicos, llamado de Nuestra Señora del
Rosario. Una abigarrada muchedumbre colmó las
calzadas, balcones y azoteas en las nueve cuadras que
separan la calle del Capón (donde se encontraba la
residencia de Gonzalo de la Maza) de dicho templo.

Al día siguiente, 25 de agosto, hubo una misa de cuerpo


presente oficiada por don Pedro de Valencia, obispo
electo de La Paz, y luego se procedió sigilosamente a
enterrar los restos de la santa en una sala del convento,
sin toque de campanas ni ceremonia alguna, para evitar
la aglomeración de fieles y curiosos.
El proceso que condujo a la
beatificación y canonización de
Rosa empezó casi de inmediato,
con la información de testigos
promovida en 1617-1618 por el
arzobispo de Lima, Bartolomé Lobo
Guerrero. Tras un largo
procedimiento, Clemente X la
canonizó en 1671. Desde un punto
de vista histórico, Santa Rosa de
Lima sobresale por ser la primera
santa de América. Actualmente es
patrona de Lima, América, Filipinas
e Indias Orientales.
SANTA TERESA DE LOS ANDES (1900-1920)

En contacto con Dios y la naturaleza

Juanita Fernández Solar nació el 13 de julio de 1900


en Santiago de Chile. El mundo hoy la conoce como
Santa Teresa de los Andes. Fue beatificada por Juan
Pablo II en Santiago de Chile el 3 de abril de 1987 y
fue solemnemente canonizada por el mismo Sumo
Pontífice en Roma el 21 de marzo de 1993.
Santa Teresa de los Andes no dedicó sus días a
fundar hogares para huérfanos y congregaciones,
ni fue una gran mística, ni una gran teóloga, ni
siquiera escribió tratados de espiritualidad .
Santa Teresa fue una chica, alegre, sencilla, muy
linda, deportista y cariñosa que siempre aparentó
más‫‏‬edad.‫‏‬Fue‫‏‬una‫“‏‬niña‫‏‬bien”‫‏‬de‫‏‬la‫‏‬sociedad‫‏‬de‫‏‬
Santiago de su época. Pero se atrevió a algo
distinto. En medio de su realidad corriente: el
colegio, sus peleas con sus hermanos, su pasión
por el tenis, por andar en automóvil y los paseos a
caballo.
De los escritos de la Santa nos ha quedado
un diario y varias cartas que nos transmiten
pensamientos llenos de amor y sencillez.
Santa Teresa es muy cercana a nosotros y en
especial a todos los jóvenes de América.

En una carta que Santa Teresa escribe a su


padre dice: "Por fin tengo tiempo para
escribirle; pues le aseguro que me había
sido imposible hacerlo, pues pasamos ya en
la playa o en caminatas... Hemos hecho
varios paseos a caballo y de a pie, y otro en
carreta. Ayer hicimos uno muy bonito y muy
en confianza, pues todas éramos chiquillas...
La Rebeca y yo muy contentas, pues salimos
todo el día. Hoy vamos a salir a caballo con
los Rivas... Ahora vamos a una playa, donde
el mar es como baño de natación y donde
nado todo el tiempo" (Carta 21 a su padre, 2
feb. 1918).
A partir de entonces nuestra Santa
aprendió a hablar con Jesús en todos
lados.

En una carta a su amiga Elena Salas


explica cómo es posible actuar
normalmente mientras se está
permanentemente unida a Dios en su
interior.

En 1909 recibió el sacramento de la


Confirmación y el 11 de septiembre de
1910 la Primera Comunión. Escribe
sobre estos días: "Nuestro Señor me
hablaba después de comulgar. Pero mi
devoción especial era la Virgen: Le
contaba todo".
En su diario, nos cuenta cómo vivía su relación con
Dios:‫‏”‏‬He‫‏‬salido‫‏‬mucho‫‏‬a‫‏‬caballo‫‏‬y‫‏‬estoy‫‏‬encantada‫‏‬
con subir y bajar cerros. Aquí están admirados
porque no me canso, y me dicen que soy una
verdadera amazona. No dejaría de ser una vergüenza
si no lo fuera.
Nos ha bajado furor por el tenis. Estoy aprendiendo.
Me encanta. Me siento llena de Dios. No hay
separación entre nosotros. Donde yo vaya, Él está
conmigo, dentro de mí. Vivo con Él. Y a pesar de
estar en los paseos, ambos conversamos sin que
nadie‫‏‬nos‫‏‬sorprenda‫‏‬ni‫‏‬pueda‫‏‬interrumpirnos.”‫‏‬
Esa familiaridad con que trataba a Dios es por la que
lo encontraba en todas las circunstancias y en todas
las personas.
Un domingo de Pascua, doce de abril de 1920,
después de una semana santa de luchar contra una
fiebre abrasadora, Juanita le dice que sí a Jesús por
última vez y para siempre en la enfermería del
convento, consumida su naturaleza por el tifus.
Santa Teresa tenía 19 años y 9 meses de edad y 11
meses de carmelita.
Las religiosas aseguraban que había entrado ya
santa. De modo que, en tan corto tiempo, pudo
consumar la carrera a la santidad que había iniciado
muy en serio. "Cristo, ese loco de amor, me ha
vuelto loca", decía. Y su ilusión y su constante
empeño fue asemejarse a Él. Estaba siempre
dispuesta a servir y a sacrificarse por los demás,
con alegría, para hacer amable y atractiva la virtud.

Su vida fue enteramente normal y equilibrada.


Alcanzó una envidiable madurez integrando en la
más armoniosa síntesis lo divino y lo humano:
oración, estudios, deberes hogareños... y deporte,
al que era aficionadísima, destacando en la natación
y en la equitación.
Como joven bellísima, equilibrada, servicial y
responsable, Teresa de Los Andes está en
inmejorables condiciones para arrastrar a la
juventud en pos de Cristo.
Su santuario, visitado por más de cien mil
peregrinos cada mes, se ha convertido en el
centro espiritual de Chile.

Así Teresa de Los Andes viene


cumpliendo la misión que ya le fuera
reconocida poco después de su muerte:
despertar hambre y sed de Dios en nuestro
mundo materializado.

Fue beatificada por Juan Pablo II en


Santiago de Chile el 3 de abril de 1987, y fue
solemnemente canonizada por el mismo
Sumo Pontífice
en Roma el 21 de marzo de 1993.
Fin de la décima parte
de las vidas ejemplares.
Seguid su ejemplo y
seréis felices

Francisco Martínez Arias

Septiembre 2008

Você também pode gostar