Você está na página 1de 52

Acercándose uno de los

escribas . . . le
preguntó: ¿Cuál es el
primer mandamiento de
todos? Jesús le
respondió: El primer
mandamiento de todos
es: Amarás al Señor tu
Dios con todo tu
corazón, y con toda tu
alma, y con toda tu
mente y con todas tus
fuerzas.

Este es el principal mandamiento. Y el segundo es


semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
No hay otro mandamiento mayor que éstos. Marcos
12:29-30
“Y a tus hermanos he dicho, y también
he dado mandamiento, que se amen el
uno al otro, y que me prefieran a mí, su
Padre, más he aquí, no tienen afecto y
aborrecen su propia sangre.”
Moisés 7:33
“.. . Amarás al Señor tu Dios con
todo tu corazón, alma, mente y
fuerza; y en el nombre de
Jesucristo lo servirás.
Amarás a tu prójimo como a ti
mismo’’
(D. y C. 59:5 - 6)
De estos dos
mandamientos
depende la ley y
los profetas.
Mateo 22:40
¿Qué es el amor?
Los científicos sólo conocen los efectos del amor. Aplicado
correctamente, este atributo podría vaciar por completo
nuestros asilos, nuestros hospitales y nuestras prisiones. El
amor es la base fundamental del tratamiento psiquiátrico.
Puede fomentarse, compartirse y usarse para someter el odio
y curar las enfermedades. Lo que nos enseñan la biología, la
antropología, la sociología, la historia, la psicología, la
economía y el sentido común, se vuelve cada vez más claro y
se está confirmando y reafirmando. El amar a nuestro prójimo
como a nosotros mismos, es un mandato necesario si
queremos sobrevivir.
El único mandamiento que Cristo nos dio fue amarnos los
unos a los otros. ¡Ahora, con todo amor llevémoslo a la
práctica!
(Apples of Gold, compiled by Jo Petty, pág. 9)
¿Qué aspecto tiene el amor? Tiene manos
para ayudar a otros; pies para acudir al
auxilio de los pobres y los necesitados; ojos
para ver los sufrimientos y las carencias;
oídos para escuchar los suspiros y las
penas de los hombres: Este es el aspecto
que tiene el amor.
(St. Augustine, The family album, edited by
Arthur and Nancy DeMoss, pág. 111)
“Donde hay fe, hay amor
Donde hay amor, hay paz
Donde hay paz está Dios
Y donde está Dios, no
falta nada.”
¿Cómo lo definen
los profetas?
"El amor es la esencia misma de la vida. Es
más que la proverbial olla de oro al final del
arcoiris. También se halla al extremo del
mismo, desde donde emerge la belleza que
atraviesa el cielo en los días tormentosos. El
amor es ese sentimiento de seguridad por el
que sollozan los niños, el anhelo de los
jóvenes, el factor adherente que afianza el
matrimonio y el lubricante que previene la
perjudicial fricción en los hogares; el amor es
paz en los años de vejez y la luz del sol de la
esperanza que alumbra a través de la
muerte.“

"El amor es la única potencia que puede eliminar las diferencias entre
una y otra persona y trasponer los abismos de la amargura . . . El
verdadero amor, no es una cuestión de romance, sino de una anhelosa
preocupación por el bienestar de nuestro compañero.
(Gordon B. Hinckley, La fe la esencia de la religión verdadera)
"¿Que es el amor? Muchas personas piensan en él
como en una mera atracción física y hablan de
enamorarse y enamorarse a primera vista. Esta puede
ser una versión de película y la interpretación que le
dan aquellos que escriben canciones y novelas de
amor. El verdadero amor no viene envuelto en un
material tan frívolo. Uno puede sentirse inmediatamente
atraído por una persona, pero el amor está mucho más
allá de la mera atracción física. Es profundo, extenso y
comprensivo. La atracción física es solamente uno de
sus muchos elementos; debe existir fe, confianza,
comprensión y compañerismo.

Deben existir ideales y normas comunes. Debe existir una gran devoción y
compañerismo. El amor es delicadez, y progreso, y sacrificio, y desinterés. Esta
clase de amor nunca se cansa o desvanece, sino que subsiste a través de la
enfermedad y la aflicción, la pobreza y la privación, los logros y las decepciones,
el tiempo y la eternidad.
Para que el amor persista, debe existir un incremento constante de confianza y
compromiso, de una frecuente y sincera expresión de aprecio y afecto. Debe
existir el olvido del yo y una constante preocupación por el otro. Los intereses,
esperanzas y objetivos deben estar dirigidos hacia un solo caudal".
(Spencer W. Kimball, "Faith Precedes the Miracle", 157 ).
Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo
a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese
profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese
toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo
amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer
a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo
amor, de nada me sirve.
El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no
es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo
suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas
se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera,
todo lo soporta.
El amor nunca deja de ser . . . Y ahora permanecen la fe, la
esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.
(1 Cor 13:1-8, 13)
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
(Gálatas 5:22-23)
¿ Por qué no
leemos las
escrituras?
Amor hacia las escrituras:
“Amo las escrituras, atesoro las verdades que descubro, al leerlas
el corazón se me llena de gozo. Al recibir aliento, dirección,
consuelo, fortaleza y respuesta a mis necesidades. Cada vez que
las leo, la vida aparece más brillante, el camino se abre delante
de mí, y recibo la certeza del amor y de la preocupación que mi
Padre Celestial siente por mi, eso es en verdad un deleite para
mí, las escrituras me hacen feliz.”
(Cheryl C. Lant, Conferencia General, Octubre de 2005)

“He aprendido a amar la Conferencia General . . . Aprendí a amar


las voces y las palabras de los profetas en la Conferencia.”
(Paul B. Johnson, Conferencia General, Octubre de 2005)
Amor hacia el trabajo:

"Amen el trabajo. No lo hagan


resentidamente. Sonrían al hacerlo.
Sean felices al cumplir con sus
deberes. Denle forma y hagan sus
oraciones. Todo estará bien."
(Gordon B. Hinckley, "Stand a little
taller", pág. 108)
¿Por qué no son efectivas nuestras
clases?
Por falta de amor
Jesús dijo a uno de Sus apóstoles: “Simón,
hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? . . .
Sí, Señor, tú sabes que te amo . . . Apacienta
mis corderos” (Juan 21:15).
El amor debe preceder a la responsabilidad de
apacentar a esos corderos. Y estos miles y
miles de maestros deben tener en su corazón
el amor por la enseñanza, el amor por sus
semejantes, y la disposición de aceptar esa
responsabilidad con el atributo divino del
amor.
(David O. Mckay, Enseñanzas, pág. 208)
Amor a la obra
misional:
Alma 26:31-34

¿Ha habido amor tan grande sobre la


tierra? . . . os digo que no
Amor a la Iglesia:

“Cuando todo se ha dicho y hecho,


esta obra de la Iglesia es un esfuerzo
espiritual. Es algo más del corazón,
que de la cabeza. Las cosas de Dios
se comprenden por el Espíritu de Dios.”
(Gordon B. Hinckley, Church News,
Junio 25 de 2005)
. . . Para que el
mundo conozca que
tú me enviaste, y
que los has amado a
ellos como también
a mí me has
amado . . . Y les he
dado a conocer tu
nombre, y lo daré a
conocer aun, para
que el amor con que
me has amado, esté
en ellos, y yo en
ellos.
Juan 17:23, 26
Esto os mando: Que
os améis unos a otros.
Este es mi
mandamiento: Que os
améis unos a otros,
como yo os he amado.
Nadie tiene mayor
amor que éste, que
uno ponga su vida por
sus amigos.
Juan 15:17, 12, 13
Y otra vez os digo, según dije antes, que así como habéis llegado
al conocimiento de la gloria de Dios, o si habéis sabido de su
bondad, y probado su amor, y habéis recibido la remisión de
vuestros pecados, lo que ocasiona tan inmenso gozo en vuestras
almas, así quisiera que recordaseis y retuvieseis siempre en
vuestra memoria la grandeza de Dios, y vuestra propia nulidad, y
su bondad y longanimidad para con vosotros, indignas criaturas, y
os humillaseis aun en las profundidades de la humildad,
invocando el nombre del Señor diariamente, y permaneciendo
firmes en la fe de lo que está por venir, que fue anunciado por
boca del ángel.
Y he aquí, os digo que si hacéis esto, siempre os regocijaréis, y
seréis llenos del amor de Dios y siempre retendréis la remisión
de vuestros pecados; y aumentaréis en el conocimiento de la
gloria de aquel que os creó, o sea, en el conocimiento de lo que
es justo y verdadero.

(Mosíah 4:11 - 12)


No necesitamos morir, afortunadamente, para mostrar el
amor por nuestros familiares, solo debemos volver el
corazón a ellos, vivos y muertos.
Amor hacia nuestros antepasados
que ya han fallecido.
“Creo que la obra vicaria por los muertos se aproxima más al
sacrificio vicario del Salvador mismo que ninguna otra obra de la
que se tenga conocimiento. Se realiza con amor, sin la
esperanza de recibir compensación o pago de ninguna clase.
Que principio tan glorioso.”
Gordon B. Hinckley, Charla fogonera, Birminham, Inglaterra, 29
de Agosto de 1995

“No se puede realizar esta obra sin sentir el amor y la


compasión por aquellos que han partido antes. Esto cambia su
vida así como les habilita a ellos. Es mi testimonio que esta es
una obra sagrada. Ruego que a medida que avanzamos en esta
gran obra, siendo obedientes a la voluntad del Señor, en buscar
diligentemente, volver el corazón a nuestros padres, para que
así no perdamos nuestra recompensa eterna.”
(Ronald T. Halverson, July 26, 2005, BYU Genealogy and
Family History Conference)
Una historia de Amor
Esta historia fue relatada por el presidente Heber J. Grant
en un funeral:
Había tres jóvenes que eran amigos íntimos, yo creo, que
nunca ha habido una amistad así. Ellos eran Heber J.
Grant, Feramorz L. Young y Richard W. Young. Feramorz
L. Young había vivido en el Este y se había graduado con
honores del Instituto Politécnico Troy, después salió en
una misión hacia México, en donde murió y su cuerpo fue
sepultado en el Golfo de México. Siempre se me hizo
extraño, cómo un joven con toda la educación que tenía,
que había tenido una vida exitosa, hubiera sido tomado de
nosotros . . . Él fue un defensor de la Iglesia y sus
doctrinas en el Este.
Yo creo que con toda la fe y el conocimiento y la
información que había logrado, fue muy triste que perdiera
la vida, mientras se encontraba en el servicio del Señor.
Yo no creo que Fera Young hubiera escuchado alguna
vez, una historia sucia. Si alguien empezaba a contar
una mala historia, Fera se disculpaba y se alejaba.
Nunca escuché una mala palabra pronunciada por él. Si
ha habido un joven limpio, dulce, completamente puro
sobre la tierra, ese fue Fera Young.
Cuando murió, su madre dijo que no podía recordar una
sola palabra o pensamiento, en la vida de este joven,
que le hubiera causado dolor o preocupación. Quizás
haya muchas madres que hablen así de sus hijos, pero
generalmente un amigo íntimo conoce cosas que las
madres no pueden conocer, y yo lo conocí desde la
infancia. Mi madre no podría decir lo mismo de mí, si
platicara con mis amigos, pero yo si lo puedo decir de
Fera Young.
¿Qué es lo que el Señor tenía
reservado para este excelente joven?
Una mujer fue a ver a la hermana
Young, la mamá de Fera, con
fotografías de una de sus más
cercanas y queridas amigas, una
hermosa mujer y le dijo: Señora
Young, No creo una sóla palabra
de lo que voy a decirle. Esta niña,
amiga mía, fue una de las más
nobles, finas, y escogidas niñas y
jóvenes que jamás haya vivido.
Ella se me ha presentado en
sueños, en tres diferentes
ocasiones aquí en Lago Salado y
me ha dado la siguiente
información: Su fecha de
nacimiento, su fecha de defunción
y todo lo necesario, según ella,
para un registro en el templo;
y ella me ha dicho, que su hijo de usted,
Feramorz L. Young, le predicó y la
convirtió, y que además, le ha propuesto
matrimonio. Me dijo: Quiero que vaya con
la señora Young, le de esta información y
que usted responda por mí de mi
honestidad, virtud, integridad y vida recta,
y que haga la obra por mí y que me selle a
su hijo, Feramorz Young, por tiempo y
eternidad.
Esta mujer al visitar a la señora Young le
dijo: Yo no creo una sola palabra de lo
que le he dicho, pero la última vez que me
visitó mi amiga, me dijo: No hay nadie en
Lago Salado que me haya conocido en
vida y que pueda responder por mí,
excepto usted. Más adelante la señora
añadió: Puedo proporcionarle cualquier
referencia que usted me pida respecto a
mi carácter, del lugar de donde provengo.
La última vez que esta mujer vino a mí, me dijo: “Usted debe de ir
con la sra. Young y darle esta información, porque de lo contrario,
vendré una y otra vez, y otra vez, hasta que usted haga lo que le
pido. La mujer continuó diciendo: ya no podría soportar verla otra
vez; esto es tan extraordinario y yo no creo una sola palabra al
respecto.
Esta hermosa joven fue
sellada al hermano
Feramorz Young y
ahora estoy plenamente
convencido, de que mi
querido amigo, no
perdió nada en
absoluto, al morir joven.”
(Heber J. Grant,
Improvement Era, February
1931)
“El amor es el atributo más divino del alma humana, y si
aceptamos la inmortalidad del alma, eso es, si creemos
que la personalidad sobrevive a la muerte, entonces
debemos creer que el amor también sobrevive. ¿Suena
lógico? Y yo les pregunto lo siguiente: ¿A quienes
amaremos cuando reconozcamos a estas
personalidades en el mundo venidero? En verdad, la
admonición es amar a todos. Sí, debemos amar a todos
ahora, pero ustedes y yo sabemos que amamos a
quienes conocemos mejor . . . Los lazos familiares son
eternos. Deben ser eternos.”
(David O. McKay, Gospel Ideals, pág. 463)
“Una persona
empieza a entender el
amor abundante que
los vivos sienten por
los muertos cuando
cada día se entrega
un poco a la
contemplación de los
muertos y a la obra
por ellos.”
(John A. Widtsoe,
Introducción a la
historia familiar, 261,
pág. 47)
“Un día mientras meditaba y oraba sobre la enorme tarea de
redimir a los muertos, me di cuenta de que hay algo que podemos
hacer por todos los que han muerto.
Llegué a entender que cualquiera de nosotros, por sí mismo,
puede interesarse en ellos, en todos ellos, y amarles. Recibí esto
como una gran inspiración, pues supe que había un punto de
partida.
No importa cuantos sean, podemos amarlos y tener el deseo de
redimirlos. Cualquiera de nosotros tiene el poder para ampliar su
interés de incluirlos a todos. Si se agregaran otros mil millones
también podremos cuidar de ellos.
Si el número de ellos parece abrumador, avanzaremos. Si el
proceso parece ser tedioso, avanzaremos de todos modos. Si se
han perdido los registros, si los obstáculos y la
oposición parecen sobrecogedores, no importa,
avanzaremos.”
(Boyd K. Packer, Seminario de Representantes
Regionales, 1 de abril de 1977, págs. 3-4)
Una historia de amor
diferente
“Nuestros antepasados estuvieron
de acuerdo en volverse peregrinos
y pioneros . . . de vivir en una
época cuando habría tremendas
dificultades físicas y cuando la
autoridad y el poder sellador del
sacerdocio, no se encontrarían en
ningún lugar sobre la tierra. Qué
sacrificio tan tremendo hicieron
ellos. Nosotros estuvimos de
acuerdo, de hecho les prometimos
a nuestros antepasados, a
nuestros padres, que vendrían
antes de nosotros a la tierra antes
de que el evangelio fuera
restaurado, que seríamos los
proveedores de las ordenanzas
salvadoras para ellos, debido a
que nosotros viviríamos en la
época en que el poder sellador del
sacerdocio, por el cual todas las
cosas que fueran atadas sobre la
tierra serían atadas sobre los
cielos, estuviera disponible.”
(Paul Larsen, Crash Course in
Family History, pág. 12)
Me tomó algún tiempo comprender esto, no fue
sino hasta hace unos pocos años, cuando un tío
abuelo me contó la historia de mi bisabuelo, quien
vivía en un pueblo del estado de Michoacán
llamado Pátzcuaro. En aquella época no había
tuberías para el agua, pero sí existían dos fuentes
de agua, en donde todo el pueblo se surtía. Mi
bisabuelo se encargaba de acarrear el agua a la
mitad del pueblo, con un palo llamado
“aguantador” sobre sus hombros y una cubeta en
cada extremo, trabajaba desde antes de
amanecer, hasta después de haberse puesto el
sol, para mantener a su familia, a mi abuelo, que
era un niño. Durante años, día tras día, realizó
ese agotador trabajo. Un día un pariente visitaba
la casa y vio el aguantador tirado en el piso,
entonces gritó y soltó el llanto, sabía que mi
bisabuelo sólo faltaría a su deber, estando
muerto, efectivamente, ese día había muerto.
Afortunadamente, para la fecha en
que yo me enteré de esa historia,
ya había yo hecho la obra por mi
bisabuelo, pero entonces le amé
más. Y entonces imaginé ese
concilio en los cielos, yo platicaba
con mi hermano, quien vendría a
este mundo antes que yo, me dijo
que gustoso alimentaría y cuidaría
de mi bisabuela, de mi abuelo e
incluso de mi madre.

Que sabía que iba a ser difícil, pues el país estaría pobre después de la guerra de
independencia, que no habría medicinas, poca comida, pero lo más triste, que el
Evangelio no habría llegado a México y por lo tanto no habría el poder sellador del
sacerdocio, ni templos, ni capillas. Me dijo que haría gustoso ese trabajo si yo le
prometía que haría la obra por él y yo estuve de acuerdo.

Oh que gran gozo tendré cuando lo encuentre a mi muerte del otro lado
del velo y le diga, bisabuelo Santiago, gracias por cumplir tu parte del
trato, gracias por permitir que yo naciera y creciera y pudiera conocer el
evangelio, yo también cumplí con mi parte y ahora estaremos juntos,
por toda la eternidad.
Tengo un padre, hermanos, hijos y amigos que han
pasado al mundo de los espíritus. Se han ausentado tan
sólo por un momento. Se hallan en el espíritu, y dentro
de poco nos volveremos a ver. Pronto llegará el tiempo
en que sonará la trompeta. Cuando salgamos de aquí,
saludaremos a nuestras madres, padres, amigos y
todos aquellos a quienes amamos, que han dormido en
Jesús.
Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 446
“No debemos ser tan sólo mensajeros de salvación para
los vivos, sino también salvadores de nuestros
antepasados que ya han pasado el velo y que, aunque
estén muertos, han preparado el camino para que
podamos recibir nuestras bendiciones actuales . . . se
les hizo la promesa de que, aunque nacieran en un
lugar o en una época donde no iban a tener la
oportunidad de escuchar el Evangelio durante la vida
terrenal, Dios les proveería salvadores de entre sus
descendientes. Nosotros somos los salvadores que Dios
les prometió y por medio de los cuales pueden recibir
todas las bendiciones del sacerdocio.”
(Theodore M. Burton, Ensign, Liahona, mayo de 1975,
pág. 71)
“¡Oh, cuántas veces he deseado
que se quitara el velo de sobre la
faz de los Santos de los Últimos
Días! Cómo deseo que pudiéramos
ver y conocer las cosas de Dios,
como aquellos que están obrando
por la salvación de los de la familia
humana que se encuentran en el
mundo de los espíritus: porque si
así fuera, todo este pueblo, con muy
pocas excepciones, si acaso las
hubiera, perdería todo interés en las
riquezas del mundo, y en su lugar,
sus íntegros deseos y obras se
orientarían hacia la redención de
sus muertos”
(Discourses of Wilford Woodruff,
pág. 153)
“Dad prisa a la obra del templo, doblad
vuestros esfuerzos en adelantar toda la
obra de los últimos días, y caminad delante
del Señor con prudencia y justicia.
Despójense los élderes y los
miembros de su frivolidad, y
sean cuerdos.”
(José Smith, Enseñanzas, pág. 402)
¡ Os ruego que sigais adelante, que
avanceis y hagais firme vuestra vocacion
y eleccion!
Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 455
Por varias razones –no siendo la última de ellas
la actitud indolente de muchos- la construcción
del Templo de Lago Salado, requirió 40 años. En
muchos santos esa misma actitud indolente
continúa hoy en día. Son lentos para responder a
las responsabilidades actuales en genealogía
(historia familiar) y muchos casi nunca, entran en
los templos. Hermanos, es nuestra
responsabilidad revivir el interés general de los
santos por esta obra y hacerla ahora.
(Mark E. Petersen, seminario para representantes regionales, octubre 7 de 1980)
”Al Señor no le falta nada de lo que ustedes tienen,
tiene de todo en grandes cantidades. Lo único que
quizás no tenga, pero que sin duda merece, es su
gratitud y lealtad, su aprecio y devoción; en pocas
palabras, SU AMOR.”
(Jeffrey R. Holland, BYU Idaho, 23 de abril de 2005)
Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que
ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a
Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con
nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos
por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios,
sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por
nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también
nosotros amarnos unos a otros. Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos
unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en
nosotros.
Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros.
Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.
En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos
confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este
mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el
temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido
perfeccionado en el amor. Nosotros le amamos a él, porque él nos amó
primero. (1 Juan 4:17-13, 16-19)
“Si le recordamos siempre y guardamos Sus
mandamientos, se nos promete que siempre
tendremos Su espíritu con nosotros. Esa lámpara a
nuestros pies se irá apagando paulatinamente si
posponemos nuestra decisión o si nos conformamos
con los esfuerzos que hayamos hecho en el pasado.”
(Henry B. Heyring, Liahona, diciembre de 2005, pág.
11)
Esta obra, que se lleva a cabo con abnegación
por los que están en el más allá, se acerca
más que cualquier otra a la obra vicaria sin
paralelo que realizó el Salvador. La grandiosa
e importante labor de enseñar el Evangelio de
Cristo a los pueblos del mundo estaría
incompleta, por no decir algo peor, si no se
proporcionaran las mismas enseñanzas a los
que han pasado a otra esfera y se pusieran a
su alcance esas ordenanzas del Evangelio que
se requieren de todo el que quiera seguir
avanzando en el camino hacia la vida eterna.
(Gordon B. Hinckley, Liahona, Noviembre de
1985, pág. 46)
Debemos ampliar nuestros esfuerzos en la obra de la redención de los
muertos con un espíritu de amor y consagración por medio del servicio que se
realiza en los templos del Señor. La obra vicaria se acerca más a la obra divina
realizada por el Hijo de Dios, que dio Su vida por Sus semejantes, que ninguna
otra obra de la que yo tenga conocimiento.
(Gordon B. Hinckley, Liahona, julio de 1983, pág. 7)

Você também pode gostar