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GLOBALIZACIÓN CULTURAL 1

1. Introducción
 La globalización tiene que ver con redes de interconexiones entre sociedades en expansión
creciente y a escala planetaria, por lo que se entiende la importancia de la cultura en este
contexto, ya que no podrían existir tales redes sin la cultura entendida como “la producción e
intercambio de significados – es decir, con dar y recibir significados – entre los miembros de
una sociedad o de un grupo”. […] (Stuart Hall)
 Por eso la cultura es un componente crucial de la globalización y el principal medio en que la
experimentamos en nuestra vida cotidiana: en efecto, a lo largo y a lo ancho de nuestra vida
cotidiana existen suficientes evidencias de que gran parte de nuestro estilo de vida y nuestras
prácticas, así como los bienes que consumimos, son cada vez más globales.
 Tal es así que, para muchos autores (v.g., Robertson), la globalización tiene que ser entendida
principalmente bajo el ángulo cultural, y no económico (lo cual es una exageración).
 En la literatura internacional sobre globalización cultural, la mayor parte de los autores se
centran en los medios masivos de comunicación (tradicionales y “nuevos”), olvidándose de la
condición de las culturas particulares en este contexto. Ésta es su principal limitación.
 Por eso nuestra exposición tendrá dos partes: en la 1ª resumiremos las diferentes posiciones
en torno a la globalización de los media (las de los globalistas, tradicionalistas y
transformacionalistas); y en la 2ª nos ocuparemos de la condición de las culturas particulares
en el contexto de la globalización, y de su relación con la “cultura mass-mediatizada”.
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2. Datos duros: el crecimiento cuantitativo de la cultura mediática


2.1. El flujo global de la cultura mass-mediatizada
 En las últimas décadas, se ha observado un crecimiento exponencial de la circulación global
– en términos de distancia y de volumen – de los bienes culturales mediáticos (lo que ilustra
muy bien la noción de globalización como intensificación creciente de flujos que
transcienden las fronteras nacionales).
 Una manera de medir el crecimiento de tales flujos, es hacerlo en términos cuantitativos,
examinando las variaciones del valor del comercio de los productos culturales en un lapso
determinado de tiempo (v.g., según la UNESCO, 1986, el valor global de las importaciones y
exportaciones en este rubro ya se había sextuplicado entre 1970 y 1980, pasando de 6,800
millones de dólares a 38,500 millones).
 Aunque existen variaciones notables entre países y categorías de bienes culturales, todas las
categorías – materiales impresos, música, artes visuales, cine y fotografía, radio y televisión -
han crecido exponencialmente.
 Por ejemplo, la posesión de televisores y radios se ha incrementado enormemente en el
mundo entero, aunque con grandes disparidades regionales y nacionales.
 Los sistemas nacionales de radio y telecomunicación han disminuido su audiencia, con la
excepción notable del Reino Unido (la BBC).
 La proporción de poseedores de televisión por cable o por satélite también se ha
incrementado considerablemente, particularmente en algunos países, aunque con grandes
variaciones entre los mismos.
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2 . Tres posiciones frente a estos datos duros.
 Los globalistas afirman que el crecimiento global de los flujos culturales mediáticos implica la
declinación de las culturas nacionales.
 dentro de este campo podemos distinguir a los globalistas positivos, que celebran
como algo bueno y deseable el crecimiento del flujo global de comunicación y cultura, y
los globalistas pesimistas que lo consideran como un proceso homogeneizador e
imperialista (tesis del imperialismo cultural).
 Los tradicionalistas se muestran escépticos frente a este proceso, y subrayan la continuidad y
el vigor persistente de las culturas nacionales  los media y los productos culturales siguen
siendo en su mayor parte nacionales y locales  continuidad y no revolución.
 Los transformacionalistas admiten que ha habido cambios importantes en el “global flows”
de la cultura mediática, pero afirman al mismo tiempo su complejidad, su proceso siempre en
doble sentido y la importancia de la recepción local: los receptores son activos, y no pasivos.
2.1. Globalistas positivos
 son de dos tipos: los que afirman las posibilidades progresistas de la “aldea global”, y la
perspectiva liberal que afirma la naturaleza democrática del libre mercado y los beneficios que
aportan a los receptores la posibilidad de una mayor posibilidad de selección en este campo.
 los partidarios de la “aldea global” (McLuhan, 1969) sostienen que con la Internet se nos
ofrece la posibilidad de una esfera pública revitalizada y la restauración de las comunidades,
gracias al libre acceso a la comunicación global de tipo “many-to-many”.
 desde la perspectiva liberal se afirma que se sirve mejor al interés público permitiendo a los
consumidores mayor libertad de elección gracias a la radio y teledifusión privada, en lugar de
potenciar la telecomunicación pública que sólo sirve los intereses del gobierno o de una elite.
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2.2. Globalistas pesimistas
 Representan una visión más crítica y pesimista de la globalización de la cultura (mediática) 
manejan tres argumentos:
 la creciente desigualdad de acceso a los “hard y software” a través de los cuales la cultura
(mediática) se distribuyen y se difunden;
 la creciente concentración de las grandes corporaciones privadas que han globalizado los
productos mediáticos al servicio de sus intereses en el ámbito de los entretenimientos, de
los espectáculos y de las informaciones;
 la imposición imperialista de una cultural global que no es más que la cultura occidental
(y principalmente norteamericana), que se ha diseminado globalmente para promover los
intereses de Occidente o de los EE.UU. (tesis del imperialismo cultural).
2.2.1 - El incremento de la comunicación global y del flujo de los productos culturales mediáticos,
lejos de contribuir a una mayor nivelación e igualdad de acceso a los servicios de los media, han
contribuido más bien a la reproducción y exacerbación de las desigualdades que caracterizan a la
época contemporánea, aumentando la brecha entre los que disponen de cada vez mayor acceso a
la información y a los bienes culturales mediáticos (los “ricos en información”) y los que carecen
de electricidad, de tecnologías comunicativas y de acceso a la información (los “pobres en
información” (Cf. Eisenstein y Nua Analysis, Septiembre de 2002).
2.2.2 - En los años recientes hemos presenciado una dramática concentración en la propiedad de
los media globales y de las organizaciones culturales, así como el crecimiento en la circulación y
penetración de sus productos. El mercado de los media globales está dominado por 10
corporaciones transnacionales: Time Warner (Ted Turner), Disney, Bertelsmann, Viacom , Tele-
Communications Inc., News Corporations (Rupert Murdoch), Sony, Seagram (antes Universal),
General Electric (antes NBC) y Dutch Phillips (antes Polygram).
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2.2.3 – El imperialismo cultural


 Tesis ligada con la obra de Herbert Schiller, Mass Communication and American Empire, 1969),
y la de Dorfman y Mattelart, Cómo leer el Pato Donald, hoy “revisitadas” por el comunicólogo
David Morley y sus colegas.
 La tesis de Schiller:
En su obra, este autor reconstruye la larga historia de la dominación norteamericana de una serie de diferentes media.
También estudia el papel del gobierno de los EE.UU. en el sostén de esta dominación, desde el momento en que Herbert
Hoover, como presidente del Board of Trade en los años 1920, descubre y explota el potencial de Hollywood como una forma
de exportar fuera del país una amplia publicidad para los productos de consumo norteamericanos (el “American Way of Life”).
Partiendo de aquí, Schiller pone al descubierto el hilo conductor que lleva de Hoover a Henry Luce, quien como director del
magazine Time Life en los años 1940, escibe su libro The American Century (1941), en el cual sostiene que el potencial de
influencia – si no es que de control – por parte de los EE.UU. del imaginario y de la opinión en los países extranjeros es, de
hecho, la quintaesencia del poder. El presidente Truman retoma de inmediato este punto de vista, y lo reinterpreta como una
cruzada norteamericana por el “libre comercio” de los bienes culturales y de la información. Schiller reconstruye la trayectoria
de esta ideología hasta la actualidad, en la que los sucesivos gobiernos de los EE. UU. también reconocen que las comunica-
ciones ya no tienen que ser consideradas como simples “soportes” de la política exterior, sino como un instrumento directo
de dicha política. En opinión de Schiller, el mundo en que vivimos es todavía un mundo en que predomina el flujo de los media
en un solo sentido; en el que los EE.UU. domina el comercio internacional en materia de cine y de televisión; en el que las
áreas clave de los media – como los noticieros – están controladas todavía por un puñado de agencias anglo-norteamericanas;
y en el que los EE.UU., a través de la exportación tanto de formatos como de contenidos, ha impuesto en el mundo entero, por
así decirlo, la gramática de la producción fílmica y televisiva. (Morley).
 Suele afirmarse que este tesis de Schiller ya es una vieja historia que hoy no está vigente. Pero
en diferentes artículos en los que revisa y actualiza su tesis en los años 90, Schiller afirma que el
paisaje no sólo sigue siendo substancialmente el mismo, sino incluso más negro. La diferencia
principal: las antiguas compañías norteamericanas nacionales han sido relevadas por grandes
corporaciones transnacionales; pero aún así, hoy en día el mercado mundial de los productos
culturales sigue conservando las características centrales del modelo norteamericano original.
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2.2.3 – El imperialismo cultural (cont.)
 Las principales críticas a esta teoría:
1. Hipersimplifica la complejidad de los flujos culturales mediáticos, presentándolos como si tuvieran un solo
sentido. Contraejemplos: las telenovelas mexicanas y brasileñas, las historietas japonesas, el cine de la India
y de China, etc. [Pero cf. los datos de la UNESCO sobre la desigualdad del volumen de exportaciones del
centro a la periferia, y de la periferia al centro.
 El 40 % de las exportaciones de horas de programación a nivel global, provienen de los EE.UU. De las importadas por
Europa, el 44 % provienen también de los EE.UU. De las importadas por América Latina, el 77 % provienen del mismo
país. En el caso del Canadá, el 70 % también provienen de USA. Para el África del sur del Sahara, el 47 %. Y a la inversa,
las importaciones de los USA sólo representan el 1 % de su programación comercial y el 2 % de su servicio público de
programación. Por lo tanto, ¿cuál “doble sentido”? ]
2. No toma en cuenta las estrategias de “glocalización” (= la adaptación de los productos a las culturas
locales). Ejemplos: Coca-Cola ya no se presenta como una empresa multinacional, sino “multi-local”; Big-
Mag se presenta en forma diferente en USA y en otros países; HSBC se presenta como el “banco local del
mundo”, etc. [Pero el formato fundamental de los productos culturales sigue siendo de matriz anglo-
norteamericana, y sólo se producen variantes locales de este formato]
3. Fomenta el “proteccionismo cultural”, bajo el supuesto de que los media anglo-americanos amenazan
“culturas nacionales” que se consideran ilusoriamente homogéneas. [Pero aunque las “culturas nacionales”
sean en realidad hibridaciones multiculturales, ¿por qué negar el derecho a defender dichas
configuraciones contra la invasión masiva de otras configuraciones culturales extranjeras?
4. Suponen el modelo de la “aguja hipodérmica” en materia de comunicación, y por lo tanto no toman en
cuenta el momento de la audiencia o de la recepción: los productos culturales mediáticos se reinterpretan,
a nivel de recepción, según esquemas culturales locales. Ejemplo: la recepción de las telenovelas (Dinastía,
Dallas…) en diferentes países y continentes. [Pero no hay que exagerar: no existe la supuesta “soberanía del
consumidor”, y no todos hacen “lecturas oposicionales” de los media. Hay que desechar la idea de que el
consumidor de los media convierte la basura mediática en talismanes de subversión y revolución]
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3. – Los tradicionalistas
 Los tradicionalistas no dicen que nada ha cambiado, sino que destacan la fuerte continuidad de
los media nacionales y la continuada importancia de la producción y del consumo local y nacional
de los bienes culturales.
 El servicio público y la telecomunicación nacional mantienen su vitalidad en muchos países,
aunque con audiencia reducida, bajo la creciente presión de la competencia y en un entorno muy
cambiante e incierto para el futuro. (Ejemplos de la BBC en Inglaterra y de la RAI en Italia).
 En el Reino Unido, sólo una tercera parte de los hogares cuenta con cable y televisión satelital,
pero en su conjunto, los hogares consagran las dos terceras partes su sus horas de televidencia a
los canales “terrestres” locales.
 Difícilmente se puede admitir que exista una “televisión global”. Y lo que existe como tal atrae
una mínima audiencia en comparación con los canales locales.
 Se admite, sin embargo, que las formas y las prácticas comerciales de los media ejercen una
gran influencia sobre el contenido de las organizaciones locales de radio y telecomunicación.
 La prensa escrita suele tener un carácter profundamente nacional.
 Las noticias, aunque se difunden a través de agencias globales, son producidas casi enteramente
en ámbitos locales o nacionales.
 Pese a todo lo que se diga en contrario, el Estado-nación sigue siendo el principal organismo
regulador de los media.
 La historia del telégrafo sugiere que no hay nada dramáticamente nuevo en lo referente a las
nuevas tecnologías de comunicación global, y nos obliga a ser cautos con respecto a los discursos
apocalípticos que suelen hacerse acerca de la “revolución informática”.
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4.- Los transformacionalistas
 Los transformacionalistas reconocen que se han producido importantes cambios en cuanto a
los flujos globales de la cultura (mediatizada), pero consideran que constituyen un proceso
mucho más complejo y menos unidimensional de lo que suponen los globalistas y los
tradicionalistas.
 El imperialismo cultural es una teoría que afirma la centralidad de USA y de los países occidentales en
relación con la telecomunicación mundial. Pero los flujos de la teledifusión internacional no bastan para
demostrar la dominación, porque dichos flujos son también regionales y no sólo globales, y frecuentemente
funcionan en doble sentido (ejemplo de la world music y de las telenovelas). Por lo tanto, es muy complejo el
análisis de las implicaciones de los flujos culturales supraterritoriales.
 Es cierto que el análisis de los ritings sugiere que los programas producidos localmente atraen las audiencias
más altas. Los programas importados sirven frecuentemente como “relleno” de los espacios u horarios
“vacíos”. Pero el volumen de la audiencia no es una medida de la significación de la programación importada
en relación con la televisión nacional. Es decir, la importación de programas se explica por otras razones, y no
como resultado de una estrategia de dominación imperialista.
 La identidad cultural nacional es una noción problemática, y se usa frecuentemente en sentido no
democrático (¿quién define la identidad cultural?). Además, se presupone que las culturas son homogéneas, lo
cual constituye un contrasentido en una época de multiculturalismo y de hibridación. [Este argumento es un
sofisma, como vimos anteriormente]
 La lectura de los textos culturales es muy compleja. No se puede saber a priori qué significado van a atribuir
los “lectores” a los textos leídos. Hay que tener en cuenta que las audiencias interpretan y confieren sentido a
los programas de televisión en función de sus recursos culturales, y que por lo tanto las lecturas culturales
pueden ser muy diversas. Las audiencias son activas y no pasivas.
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5.- Cultura y tecnología.


 La tecnología suele estar implicada en los debates sobre la diseminación global de la cultura,
en el sentido de que muchos la conciben como definidora de las características de la era
contemporánea. Así como han existido una “edad de piedra”, una “edad de hierro” y una “edad
del vapor”, hoy estaríamos asistiendo a la “edad de la computadora” que produce y crea la
llamada “sociedad de información”. Se trata de un argumento propio del determinismo
tecnológico según el cual la tecnología es la fuerza impulsora de la historia. Es decir, la tecnología
prevaleciente en una época dada determina la forma de la organización social: v.g., la sociedad
de los cazadores-recolectores, la sociedad de la revolución industrial y la “sociedad
informacional”.
 Frente a esta tesis, la sociología reconoce el poder constriñente de la tecnología, pero al
mismo tiempo afirma que está siempre socialmente configurada, es decir, que es social tanto en
sus orígenes como en sus efectos.
 Por ejemplo: la computadora y otras tecnologías modernas de comunicación no cayeron del
cielo y ni fueron obra de algún genio abstracto que inspiró a sus inventores; son un producto
directo de la Guerra Fría y de los presupuestos destinados para la investigación y el desarrollo
tecnológico particularmente por el Departamento de Defensa de los EE.UU. Por lo tanto, lo
social – en su modalidad de Guerra Fría – configuró la nueva tecnología, y no al revés.
 Posteriormente, en la época de la post-guerra, las tecnologías desarrolladas con fines
militares se aplicaron a usos civiles, por ejemplo en el campo de la investigación científica, de la
educación y de la salud.
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6. Crítica a la concepción media-céntrica de la globalización cultural


 En los debates precedentes, las culturas particulares no mediáticas (nacionales, regionales,
locales, étnicas, de clase, etc.) tienden a perder toda visibilidad y parecen desaparecer del
escenario.
 Cuando se las menciona es para decir que están desapareciendo aceleradamente bajo los
embates de la globalización.
 Se trata de una especie de ilusión óptica o, lo que sería más grave, de una nueva forma de
etnocentrismo que podría llamarse urbano-mediático, por el que se presume que todo el
escenario de la cultura moderna está ocupado por una sola de sus especies: la que circula a
través de los medios electrónicos de comunicación.
 Lo que no se dice es que de este modo se está escamoteando la cultura de las nueve
décimas partes de la humanidad.
6.1- Conviene hacer aquí una distinción estratégica entre culturas particulares (o culturas de
identidad) e industrias culturales (o cultura mediática, “cultura de masa”, “culturas populares”
en sentido anglo-americano, y no marxista, etc.)
6.1.1.- Culturas particulares = culturas entendidas como “modo de vida” o, mejor, como sustrato de
la vida (life support system) , es decir, como la configuración compleja de creencias, normas,
hábitos, representaciones y repertorios de acción elaborados por los miembros de un
determinado grupo humano a lo largo de su historia a través de un proceso de ensayos y de
errores, con el fin de dar sentido a su vida, de resolver sus problemas vitales y de potenciar sus
habilidades (Crzysztofeck, 2001).
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6.1.1.- Culturas particulares (cont.)
 Este tipo de cultura es, por su propia naturaleza, particularizante, social y geográficamente
localizada y, sobre todo, diferenciadora con respecto a los “otros”, lo que quiere decir que está
siempre disponible como matriz potencial de identificación social.
 La cultura así entendida puede ser enfocada en diferentes escalas: como áreas de civilización,
como culturas nacionales, regionales, locales, étnicas, de clase, etc.
 En cuanto “áreas de civilización” este tipo de cultura ha sido magistralmente estudiado por
F. Braudel en su Gramática de las civilizaciones (1987) y, más recientemente, por Samuel
Huntingtung (1996) en un trabajo polémico por sus connotaciones racistas. Este último
autor distingue seis áreas mayores de civilización: la occidental, la eslavo-ortodoxa, la
islámica, la china-confusiana, la hindú y la japonesa.
 En cuanto a las culturas nacionales, autores como Wallerstein (1997) y Antony Smith
(1992) sostienen que el Estado-nación sigue siendo la unidad central de organización de la
cultura en nuestros días.
 Por lo que toca a las culturas regionales, locales, étnicas o de clase, siguen siendo el campo
de investigación privilegiado de los antropólogos y los sociólogos.
6.2.- Industrias culturales (o cultura mediática)
 Este concepto es un legado de la escuela de Frankfurt (Horkheimer, Adorno, etc.) y se refiere al
conjunto de productos culturales fabricados o reproducidos en serie gracias a tecnologías
industriales, y difundidos a escala mundial a través de las redes electrónicas de comunicación.
 Cabe aquí toda la gama de los productos llamados “recorded culture” por los norteamericanos,
es decir, la “cultura grabada” y por eso mismo reproducible, exportable y archivada en periódicos,
libros, magazines, discos, películas, viideos y otros medios electrónicos (Crane, 1977)
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6.2 – Industrias culturales (Cont.)


 Para circunscribir el área de este tipo de cultura, hay que tomar en cuenta no sólo su contenido
– imágenes, sonidos, palabras -, sino sobre todo su soporte técnico, que en nuestros días son las
llamadas “nuevas tecnologías”: fibras ópticas, cables, satélites, grabación numérica, informática,
etc.
 Dentro de las industrias culturales deben incluirse también los productos que a primera vista
no parecen culturales, como las industrias del vestido, de los muebles, del juguete y de la
alimentación, ya que, a pesar de su función predominantemente instrumental, también tienen
una dimensión expresiva y simbólica (distinción, status, buen gusto…)
 Desde el punto de vista que nos ocupa, son las industrias culturales las que de una manera
muy visible han entrado en la dinámica de la globalización, ya que responden cabalmente al
criterio de la creciente interconectividad transnacional o supra-territorial.
6.3.- Culturas particulares vs. Industrias culturales
 Pregunta central: en el contexto de la globalización, ¿cuál es el destino de las innumerables
culturas particulares que en cualquiera de sus escalas entran inevitablemente en colisión con las
industrias culturales?
 Dos presupuestos iniciales:
1. Ninguna cultura es homogénea – y mucho menos la cultura nacional. La regla es la
pluriculturalidad. Pero en el ámbito nacional se da siempre una cierta configuración de
las diferentes culturas, debido a la jerarquización implícita o explicita operada por
poderosos agentes culturales, como el Estado, la Iglesia, los media, la Universidad, etc.
2. Lo global sólo puede manifestarse localmente, por ejemplo, tratándose de industrias
culturales, a nivel de producción y de recepción.
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6.3.- Culturas particulares vs. Industrias culturales (Cont.)
 Respuestas posibles a la pregunta central:
 Las culturas particulares pueden coexistir pacíficamente con la cultura mediática,
como las lenguas (Ejemplo de Wendy Griswold, 1977, 206)
 A veces la globalización de la cultura mediática contribuye a reforzar y a revitalizar
las culturas locales de modo indirecto y como de rebote, ya que, por un mecanismo
elemental de reacción, la gente tiende a veces a refugiarse en sus culturas
tradicionales. Así se explica el resurgimiento de las culturas étnicas, de los
regionalismos, de los neo-localismos y de los fundamentalismos de toda especie
como fenómenos paralelos a la globalización mediática.
 Pero frecuentemente ambos tipos de cultura entran en conflicto. En efecto, el
impacto de las formas globales sobre las formas locales de la cultura conduce
frecuentemente a la erosión, la desconstrucción y la fragmentación de estas últimas;
pero viendo las cosas desde el punto de vista de las culturas particulares, sorprende
su enorme capacidad de resistencia o también de negociación frente a las industrias
culturales. (Ejemplo: McDonald’s en Israel).
 A las figuras ya señaladas, podemos añadir ciertas figuras de compromiso entre
ambas formas de cultura, por ejemplo, a nivel de recepción (fenómenos de
reinterpretación con base en las culturas locales).
 No existe una “cultura popular global” supuestamente propalada por los media, ni
bajo una forma unitaria (teorías de la estandarización), ni bajo una forma
multicultural fragmentada y descentrada (teorías postmodernas). Lo que existe, en
todo caso, es un “pluralismo cultural jerarquizado” en virtud de los mecanismos del
poder o de la “gobernanza” global. (Ortiz, 1999, 47 y ss.)
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7. – El marco global: la interculturación generalizada
 De la multiculturalidad a la interculturación.
 Interculturalismo voluntario e interculturalismo fáctico o socio-histórico.
 El punto de partida: la teoría de la aculturación de los años 1930 (Herkovits, Redfield, Linton).
 Qué es la interculturación: “Un entrecruzamiento de aculturaciones recíprocas que frecuentemente se
desarrollan en diferentes planos: militar, político, económico, técnico, etc.” (Demorgon, 2005: 78).
 Con esta definición se quiere enfatizar que las aculturaciones, en cualquiera de sus escalas –e incluso
las impuestas por la violencia-, nunca tienen un sentido único (Ejemplos de las conquistas en la historia).
 La interculturación puede producirse también entre sectores de la actividad social como, por ejemplo,
entre los religioso y lo político, o entre lo político y lo económico.
7.1.- Las modalidades de los procesos de interculturación: ósmosis, hibridación, transferencia, injerto, articulación y
crasis.
 ósmosis: proceso por el que algunos elementos de una cultura se transfieren a otra de manera lenta y difusa,
generalmente sin que se tenga conciencia de ello.
 hibridación (o mestizaje): mezcla de elementos culturales de distintas procedencias, sin que ello implique la
pérdida de sus características específicas. Este proceso también suele ser inconsciente, y puede operar en la
larga duración (Ejemplos en la música y artes plásticas).
 transferencia: transposición de elementos culturales de una cultura a otra, o de un contexto social a otro
(ejemplos: la pizza italiana y la cocina asiática en occidente)
 injerto: ya representa un esfuerzo por juntar solidariamente entidades que no están totalmente preparadas
para ello. Ejemplo; el esfuerzo de los comerciantes y de los media para injertar el Hallowe’en en la cultura
popular mexicana referida a la celebración de los difuntos.
 la articulación: echar mano de elementos transculturales (= elementos culturales que penetran
una multiplicidad de culturas diferentes) para mantener unidos –sin el uso de la fuerza-
elementos culturales diferentes o relativamente opuestos.
 crasis: fusión, por medio de la fuerza, de elementos culturales difícilmente compatibles entre sí.
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8.- El paisaje de las culturas en situación de globalización
 La dimensión cultural de la globalización obedece a dinámicas completamente diferentes a las
de las demás dimensiones. Para marcar esta diferencia, Renato Ortiz (2006: 401) prefiere llamar
“mundialización” a la globalización cultural, reservando el término “globalización” a la dimensión
económica y tecnológica. Pero al mismo tiempo Renato Ortiz afirma que sin esta dimensión
material (la económica y la tecnológica) difícilmente podría existir un proceso de mundialización
de la esfera cultural (ibid., p. 402).
 En el plano de la cultura, el efecto de la globalización es la co-presencia interactiva de la mayor
parte de las culturas, lo que genera procesos generalizados de interculturación (que implican
cambios significativos en mayor o menor grado en los polos culturales en contacto)
 En los procesos generalizados de interculturación pueden encontrarse todas las modalidades
de la misma, desde la ósmosis hasta la crasis, pero la figura principal es la articulación mediante
un elemento transcultural común (un ideal, un valor, un estilo de consumo basado en la economía
y en la tecnología modernas) que permite a los actores de diferentes culturas aceptarse como
partes de un mismo conjunto. Tal suele ser el papel que se asignan, por ejemplo, las religiones
universales. (v.g., la idea de “cristiandad” en la Europa medioeva). Pero no hay que olvidar nunca
que las culturas así articuladas a escala mundial, son culturas desiguales y jerarquizadas, es
decir, se trata de una totalidad simbólica constituida por culturas dominantes y culturas
dominadas.
 Por eso se puede recurrir a la idea de “civilización” para entender la mundialización cultural,
como hace Renato Ortiz. En efecto, una civilización implica “un conjunto extra-nacional de
fenómenos sociales específicos comunes a varias sociedades”. Históricamente, una civilización se
extiende más allá de las fronteras de un solo pueblo o sociedad, pero se limita a sí misma dentro
de un área geográfica determinada. UNA CULTURA MUNDIALIZADA CORRESPONDE A UNA
CIVILIZACIÓN CUYA TERRITORIALIDAD HA SIDO GLOBALIZADA, es decir, abarca a todo el planeta.
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Articulación global de culturas diferentes y jerarquizadas

Elemento transcultural
relativamente
homogeneizador, basado
en la economía y en la
tecnología modernas
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Los grandes ejes de la dinámica cultural en situación de globalización:

 La cultura global no sólo comporta el multiculturalismo y la interculturación generalizada,


sino también polarizaciones y conflictos entre diferentes culturas, en cualquiera de sus escalas:

ósmosis
Eje de la convergencia o de la interculturación hibridación
transferencia
injerto
articulación
crasis

Eje de la polarización, del conflicto,


de la resistencia y de la destrucción
de las culturas dominadas (ejemplo
de la destrucción de la cultura Ogoni
en el delta del Río Niger, por la SHELL)

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