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¿Qué significa “permanecer” en Cristo?

Jesucristo usó la historia de los viñedos para explicar el significado de


permanecer conectados a Él. “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que
permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de mí nada
podéis hacer” (Juan 15:5). La palabra permanecer es un verbo. Permanecer en
Cristo lleva en sí el concepto de adherirse activamente a Jesucristo. Aunque la
vid le da vida a las ramas o a los sarmientos, la rama tiene que permanecer
conectada para llevar fruto. La viña es la ilustración que Jesús usó para explicar
los conceptos que se encuentran en Juan 14. Les dijo a sus discípulos que Él era
el único camino a Dios (Juan 14:6), que Él obraría a través de ellos al estar
conectados a Él (Juan 14:12), y que si Lo amaban, permanecerían en Él y le
permitirían podarlos a través de la obra del Espíritu Santo (Juan 14:15-21).
Jesús les mandó que permanecieran o estuvieran vinculados a Él. Ninguna vida
se reproduciría espiritualmente aparte de Él. Una vida saturada de Cristo Jesús,
que permanece en Él, producirá otras vidas que también dan fruto.
Dios es el labrador, Jesús es la viña y nosotros somos los sarmientos o ramas.
El Padre nos poda al corregirnos. La limpieza de la viña se hace para que la viña
produzca la mayor cantidad de fruto posible. Cuando permanecemos o nos
mantenemos enlazados a Él, Él puede hacer muchas cosas a través de nuestras
vidas. Le permitimos remover cosas de nuestra vida que no son las mejores. Le
permitimos obrar en nuestras vidas al seguir Sus mandamientos, obedecer y
confesar nuestros pecados. Cuando nos arrepentimos y nos apartamos de lo
que hemos hecho mal (así como arrepentirnos de lo que deberíamos de haber
hecho), se abre el fluir del Espíritu Santo en nuestras vidas. Activamente
permanecemos en Jesucristo al hacer lo que debemos y al seguir Su dirección.
Conocemos Sus deseos porque pasamos tiempo con Dios en oración y leemos
Su Palabra. Cuando se lo pedimos, Él está presente y listo para dirigir cada
paso. Crecemos en Él y le permitimos dirigir nuestras vidas. Juan 15:8 dice –
“En esto es glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto, y así probéis que
sois mis discípulos”.
Aquellas plantas de tomatitos y aquellos rosales no produjeron fruto por sí
mismos, aunque posiblemente hayan estado en mejores condiciones sin mi
intervención. Aquellas plantas necesitaban un labrador que supiera qué hacer
y cómo podar las plantas para hacerlas crecer sin destruirlas. El Padre es ese
tipo de labrador. Él sabe lo que es mejor y cómo podemos producir más fruto.
Él sabe lo que está haciendo. Nuestra respuesta es glorificarle al permanecer
en Jesucristo, la prueba sincera del discipulado. Y en esto, existe gran gozo
para nosotros y para el Señor.

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