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Desde una perspectiva puramente

comportamental, el aprendizaje puede


definirse como un proceso que se manifiesta a
través de cambios adaptativos en el
comportamiento individual resultantes de la
experiencia (Thorpe 1963).
Finalmente, el aprendizaje se adquiere a
través de una determinada experiencia, que
incluye eventos de naturaleza sensorial,
emocional, cognitiva o motora.
Ahora bien, para que los cambios de t1 a t2 puedan
expresarse, el aprendizaje necesariamente debe
perdurar en el tiempo. Se define a la memoria como
la retención en el tiempo del cambio
comportamental, adquirido a través del
aprendizaje.
Desde una perspectiva neurobiológica, consideramos a la
memoria como una representación interna de una
experiencia comportamental, la cual tiene lugar en el
sistema nervioso del individuo generando una traza
mnésica (Maldonado 2008). Es decir, la representación
interna es la codificación de propiedades del mundo
exterior y/o de un evento, tales como sonido, olores,
imágenes, en lenguaje neuronal.
Sin embargo, no todas las
representaciones internas que guían el
comportamiento son memorias.
Construcciones innatas, codificadas
genéticamente y establecidas por
programas internos durante el desarrollo,
aún en ausencia de aprendizaje, pueden
ser también representaciones internas.
Lo que diferencia a la memoria de otros tipos de
representaciones internas es que es generada por
un proceso de aprendizaje.
En la actualidad, se asume que las memorias o
representaciones internas están codificadas espacio-
temporalmente en los circuitos neuronales e
implican cambios en las propiedades reactivas de las
neuronas que los integran (Dudai 2002b).
Llegado este punto, podemos redefinir al aprendizaje, aludiendo a sus
mecanismos, como el proceso a través del cual una experiencia se codifi ca en
circuitos neuronales, expresándose en un cambio del comportamiento.
Resulta evidente que el aprendizaje y la memoria están unidos
indisolublemente. En ocasiones, se utiliza el término “aprendizaje” para
referirse a aprendizaje seguido de memoria y el término “memoria” indicando
implícitamente que ésta vino precedida por un aprendizaje.
A partir de los trabajos de científi cos como Thorndike y
Pavlov (Rosenzweig 1998), el estudio del aprendizaje se
benefi ció en gran medida con el uso de modelos animales y
el desarrollo de diversos paradigmas experimentales, los
cuales constituyen experiencias sensoriales en condiciones
controladas. Estos procedimientos permitieron establecer
distintas formas de aprendizajes:
Dentro de la categoría de aprendizajes no asociativos
encontramos a los procesos de habituación y
sensibilización. En estos procedimientos se considera que el
individuo aprende únicamente sobre la presencia de un
estímulo determinado.
Por otra parte, el fundamento básico de los aprendizajes de
tipo asociativo radica en la capacidad de asociar dos o más
eventos inicialmente inconexos, lo cual permite a un animal
extraer las características relevantes del ambiente que lo
rodea, posibilitándole hacer predicciones acerca de los
estímulos y sus potenciales consecuencias.
Los paradigmas utilizados para estudiar este tipo de aprendizaje se
desarrollan a partir de dos condicionamientos básicos: I) En el
condicionamiento clásico se presentan de modo pareado dos
estímulos diferentes: uno de valor neutro (estímulo condicionado,
EC) y otro de valor significativo para el individuo (estímulo
incondicionado, EI) que genera una respuesta espontánea (respuesta
incondicionada, RI).

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