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PRINCIPALES AUTORES.
Hable con su médico: En lo relativo al tratamiento no hay dos personas iguales, por tanto es necesario hablar con el médico
de cara a establecer las estrategias de intervención y/o reducción de riesgos.
Si es posible, evite tratar de solucionar todos los problemas al mismo tiempo: en lugar de ello, sería conveniente
centrarse en cambiar un hábito cada vez (por ejemplo, el estilo de vida sedentario o los hábitos alimenticios), estableciendo un
objetivo inicial razonable y trabajando para alcanzarlo.
No ignore los síntomas de la depresión: Los sentimientos de tristeza o vacío, la disminución acusada del interés o placer en
todas o casi todas las actividades, la fatiga o pérdida de energía, así como los trastornos alimenticios y del sueño, son sólo
algunas de las muchas señales de advertencia de la depresión. Si persisten durante más de dos semanas, coméntelo con su
cardiólogo. Podría ser beneficioso para usted iniciar un tratamiento con un psicólogo, coordinado con su médico.
Identifique las fuentes de estrés en su vida y busque la manera de reducirlas y hacerles frente: Como ya
comentábamos en párrafos anteriores, el estrés es un importante factor de riesgo para desarrollar una enfermedad cardíaca. A
este respecto, los psicólogos son profesionales capacitados, que pueden enseñarle a controlar el estrés, ayudándole a prevenir
las enfermedades cardíacas, y a facilitar la recuperación tras un ataque al corazón.
Busque el apoyo de amigos, familiares y compañeros de trabajo: Hable con ellos acerca de su problema, cómo se siente y
qué pueden hacer para ayudarle. El apoyo social es un factor crítico que juega un importante papel a la hora de superar los
sentimientos de depresión y el aislamiento durante la fase de convalecencia de un infarto.
Si se siente abrumado ante el reto de manejar las conductas asociadas con las enfermedades cardíacas, consulte a
un psicólogo cualificado: Un profesional de la Psicología puede enseñarle a desarrollar estrategias personales para establecer
y alcanzar metas razonables orientadas a la mejora de la salud, utilizando estos logros como base para alcanzar otros objetivos
más ambiciosos. Un psicólogo también puede ayudarle, informándole sobre la depresión y las implicaciones de este diagnóstico,
y trabajando con su médico para diseñar un programa de tratamiento adecuado.