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Una de las grandes luchas de la iglesia cristiana desde los primeros días, una lucha
que estaba en el corazón de la Reforma Protestante (y una que de diversas maneras
continúa hoy, aun en nuestra iglesia), trata con la cuestión del evangelio, de la
salvación, de cómo somos salvos. Pablo tuvo que tratar directamente con este
problema, en la iglesia de Galacia, donde había penetrado una falsa teología y había
amenazado la integridad del evangelio mismo.
Lee Gálatas 3:26 al 29. ¿Cuál es el punto principal que enfatiza Pablo?
En el versículo 27, Pablo dice que todos los que fueron bautizados en Cristo “de Cristo
estáis revestidos”. Aunque todos eran pecadores, sus pecados habían sido lavados, sus
vestiduras viejas y sucias habían desaparecido, y ahora estaban “vestidos”, cubiertos
por la justicia de Jesús
Ellos podrían reclamar su vida, su perfección, su carácter, como de ellos.
Todas las promesas del Pacto habían sido cumplidas en Jesús, y ahora,
vestidos de Cristo, podrían reclamar esas promesas para sí mismos.
Eran herederos de la promesa hecha antes a Abraham
(Génesis 12:2, 3), no por causa del estatus, el género o la
nacionalidad, sino solo por medio de la fe en Cristo.
Ellos podrían reclamar su vida, su perfección, su carácter,
como de ellos. Todas las promesas del Pacto habían sido
cumplidas en Jesús, y ahora, vestidos de Cristo, podrían
reclamar esas promesas para sí mismos. Eran herederos de la
promesa hecha antes a Abraham (Génesis 12:2, 3), no por
causa del estatus, el género o la nacionalidad, sino solo por
medio de la fe en Cristo.
¿Qué estás vistiendo tú? Lo que vistes en público ¿es diferente de lo que
vistes cuando piensas que nadie te está mirando? ¿Qué dice tu respuesta
acerca de ti mismo?
Ninguna provisión para la carne
Es acerca de Jesús y de lo que ha hecho por nuestra raza caída por su vida, su
muerte y su ministerio sumosacerdotal. No es solo acerca de un cambio en
nuestra situación legal ante Dios; es acerca de un cambio, una renovación, un
nuevo nacimiento en nosotros; es acerca de una nueva vida en Cristo.
Lee Romanos 13. Concéntrate en los puntos prácticos que
Pablo trata aquí para los cristianos.
Este capítulo trata de lo que se consideraría ser un buen
ciudadano y un buen vecino. Se reiteran los principios de la
ley, culminando con las famosas palabras: “Amarás a tu
prójimo como a ti mismo” (versículo 9).
En los versículos 11 al 14, sin
embargo, el tono cambia. Pablo
comenzó el capítulo hablando de
obedecer a los poderes políticos
contemporáneos, y luego pasa a
enfatizar lo “tardío” del tiempo.
Considerando el tiempo en que
vivían los romanos, necesitaban
ponerse serios en su conducta. Al
fin del capítulo, dice: “vestíos del
Señor Jesucristo” (vers. 14). Allí
usa la misma raíz griega que en
Gálatas 3:27. De este modo,
ambos versículos dicen cosas
similares.
Trata con la edificación del carácter, con la conducta, con amar como
Cristo amó y con reflejar su imagen. Mientras que todas las cosas
que nos rodean tienden a empeorar, los que están vestidos de Cristo
deberían volverse mejores y mejores (ver 2 Corintios 3:18).
Lee 1 Corintios 15:49 al 55. ¿Qué gran esperanza se presenta aquí? Mientras
lees el texto, adivina qué palabras vienen de la misma raíz griega que vimos toda
esta semana, “vestir” o “estar vestidos”.
En los versículos 53 y 54, el verbo “se
vista” es el mismo verbo que ya hemos
visto. No obstante, aquí el apóstol lo
lleva a un nivel enteramente diferente.
Estar vestidos de Cristo no significa solo
llevar la imagen moral de Jesús, reflejar
su carácter y vivir los principios que él
nos enseñó. En otras palabras, no es
solo un cambio legal, no es solo un
cambio moral: también incluirá un
cambio físico radical. Nuestra carne
mortal, nuestro dolorosa y moribunda
carne, será vestida con la misma clase
de cuerpo inmortal que el Jesús
resucitado tuvo. ¡Qué cambio de ropa,
qué ropa nueva! Esa es la esperanza
definitiva que nos espera, la única
esperanza que realmente hace que
nuestra fe valga la pena (ver 1 Corintios
15:12-19).
La mayoría de nosotros (especialmente al envejecer)
nos damos cuenta de la fragilidad y la falta de
confiabilidad de nuestra propia carne. Si no vemos la
fragilidad en nosotros mismos, la vemos en otros.
Piensa acerca de la esperanza que tenemos en Jesús,
como lo revelan estos versículos.
1. Como clase, repasen las respuestas que dieron a la pregunta final de la sección
del jueves. ¿Cómo puedes ayudar a otros a encontrar esperanza en esta
maravillosa promesa? ¿Cómo puedes ayudar a quienes pueden encontrarse
luchando con la duda?
4. Medita algo más en lo que significa estar “vestido” de Cristo en términos de cómo
hemos de vivir. Piensa en cómo estás viviendo: tus prácticas, tus hábitos, tus
pensamientos, tus actitudes hacia otros, etc. ¿Cuán bien reflejas la realidad de Cristo
en estas áreas? Aunque todos luchamos con tendencias cultivadas y heredadas hacia
el pecado, ¿qué elecciones abiertas y conscientes puedes hacer que te ayudarían
mucho para que vivas como sabes que deberías vivir? También, ¿cómo podemos
ayudarnos unos a otros, como comunidad, para vivir los ideales bíblicos presentados
ante nosotros.