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Una dieta saludable debe incluir la diversidad de los alimentos y para mantener un peso saludable.
Es preferible comer alimentos frescos o congelados sin azúcar adicional, sal o salsas con alto
contenido calórico, utilizando métodos de cocción que retienen los nutrientes originales no
destruido. Debe contener una variedad de verduras y frutas, legumbres, cereales integrales, pan
integral y alto contenido de fibra con poca sal alimentos. Los aceites vegetales, (especialmente
aceites de oliva y de canola, con exclusión de palma y aceites de coco), deben ser preferidos sobre
la grasa animal. Elementos adicionales que pueden conferir beneficios para la salud incluyen
aguacate, nueces, almendras y pasta de sésamo, productos lácteos bajos en grasa, té verde y de 2 a
3 porciones de pescado graso a la semana. Se recomienda para minimizar el consumo de alto
contenido de grasa de la carne (especialmente carnes procesadas que son altos en grasa y sodio),
margarinas duras y pasteles con grasa hidrogenada, y los alimentos que son altos en sodio y azúcar.
Se recomienda beber mucha agua, y reducir el consumo de bebidas azucaradas, así como zumos
frescos. La dieta mediterránea se ha demostrado para reducir la morbilidad y mortalidad
cardiovascular en prevención primaria y secundaria. Otros patrones dietéticos que se han
demostrado para conferir ventaja en situaciones médicas específicas incluyen la dieta baja en grasa
para las personas con alto riesgo cardiovascular, la dieta DASH para las personas con hipertensión, y
las dietas bajas en carbohidratos para las personas con sobrepeso y para el síndrome metabólico.