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II.

Dinámica de los
campos sociales

Lyyn Hoffman
Bateson y el gran designio
Una de las preocupaciones centrales de Bateson fue la que él llamó "la pauta que
conecta". Creyó que en algún nivel de la estructura hay una congruencia entre las leyes
que gobiernan distintos tipos de acontecimientos.

Hablando de su propio padre, notable genetista británico, dijo:


En esta obra temprana y creo que él lo sabe bien, su mejor obra planteó problemas de
simetría animal, segmentación, repetición serial de partes, pautas, etc. Yo tuve una
vaga sensación mística de que debemos buscar la misma clase de procesos en todos
los campos de los fenómenos naturales, que debemos esperar encontrar el mismo tipo
de leyes en acción en la estructura de un cristal como en la estructura de la sociedad, o
que la segmentación de una lombriz puede ser comparable al proceso por el cual se
forman columnas de basalto.
Uno de los campos de estudio del padre de Bateson fue la forma en que se diferencian las
partes de los organismos. Algunas lo hacen serialmente, bajando por una escala jerárquica,
como las patas de un cangrejo; ésta es una diferenciación metamérica. Otras se diferencian
simétricamente, siendo cada parte exactamente como la otra, como los tentáculos radiales
de una medusa.

Podría preguntarse, entonces, ¿qué tienen que ver langostas y medusas con la estructura
de la sociedad humana? El joven Bateson, buscando un gran diseño, pensó que podían
tener mucho que ver con ella. Necesitaba lo que llamó un "diagrama visual", y la analogía de
la diferenciación en las estructuras biológicas le mostró la forma más cercana para explicar
uno de los problemas que más le fascinaron cuando comenzó su carrera: la pauta que
controla la segmentación social.

Fue por la época en que estaba estudiando la cultura iatmul, en Nueva Guinea, a comienzos
de los treinta, cuando el problema empezó obsesionarle. Él había ido allí como antropólogo,
equipado con los antecedentes necesarios (había sido discípulo de Franz Boas), se había
valido del equipo necesario (cuadernos de notas, e informantes), había seguido los
procedimientos habituales (sumergirse por completo en la vida de la cultura) y había
generado los temas apropiados mediante los cuales habría de interpretar sus
descubrimientos (conceptos como "eidos" y "ethos").
Sin embargo, hizo algo inapropiado: no se quedó dentro de los confines del universo que
definían los antropólogos de tal época. Llamó su atención una ceremonia que no se prestaba
a la interpretación ortodoxa ni a sus ingeniosas categorías. Se trataba de la ceremonia de
naven, y los procesos que expresaban parecían tratar de una inestabilidad social: es decir,
cómo se trataban los conflictos y las divisiones dentro de un grupo. Los principales
descubrimientos del resultante libro de Bateson, Naven, contribuyeron grandemente a su
ulterior pensamiento acerca de los procesos sociales.

Los iatmul de Nueva Guinea eran cazadores de cabezas que vivían en aldeas de 200 a 1
000 habitantes. La ubicación en las diversas fratrías, partes y clanes quedaba determinada
por la línea de ascendencia patrilineal, pero las líneas que conectaban a cada familia con el
parentesco de la madre quedaban subrayadas de maneras menos formales. Lo que más
impresionó a Bateson fue la ausencia de jerarquía en esta sociedad.

No había un cuerpo gobernante, ni jefe, ni estructura de status de importancia en las aldeas.


Si alguien perjudicaba a otro, no existía una autoridad superior a la cual llevarle las disputas.
De ahí podían resultar odios de clanes, que exigirían represalias, fuese mediante hechicería
o por medios más directos, como el asesinato. Al mismo tiempo, se hacía intenso hincapié
en las rivalidades y despliegues. Los clanes o partes iniciatorios estaban en constante
competencia.
Lo que parecía ocurrir cuando las rivalidades se volvían demasiado intensas o las riñas no
tenían solución era que uno de los clanes en disputa se separaba para formar una nueva
aldea.

He aquí cómo surgió el diagrama visual permitido por los procesos de diferenciación
biológica. En un artículo posterior, en que estudia a la sociedad iatmul, explica Bateson:

Impresionado por el fenómeno de la diferenciación metamérica, yo planteé el punto de


que en nuestra sociedad con sus sistemas jerárquicos (comparables a la lombriz o la
langosta), cuando un grupo se separa de la sociedad parental, es habitual descubrir que
la línea de fisión, la división entre el grupo nuevo y el antiguo, marca una diferenciación
de costumbres. Los Padres Peregrinos se apartaron para ser distintos.
Pero entre los iatmul, cuando dos grupos disputan en una aldea, y la mitad se escinde y
funda una comunidad nueva, las costumbres de los dos grupos siguen siendo idénticas.

Bateson nunca exploró más profundamente su idea de que las sociedades jerárquicas
tienden a producir grupos heréticos al dividirse, mientras que los grupos simétricos producen
copias al carbón. Lo que examinó con mayor detalle (y lo más pertinente para este estudio)
son los mecanismos que van en contra de la fisión entre los iatmul, entre los cuales el más
importante parece ser el naven.
El naven era una ceremonia, o grupo de gestos derivados de esta ceremonia, que afirmaban
el apego entre un hijo laua, y los hermanos de su madre, sus waus. Podían celebrarse
navens en momentos importantes de la vida del niño. Ocurrirían al pasar de una categoría a
otra, o cuando terminara ciertos "primeros" culturalmente aprobados (la primera vez que
alanceara un pez, o su primer homicidio). Los gestos de naven también eran provocados por
despliegues excesivos de orgullo o jactancia, por laua a waus. En estos casos, un
comportamiento naven por los waus tendría la naturaleza de un castigo, recordando al laua
que estaba pasándose de la raya.

Un naven verdaderamente grandioso podría atraer parientes de ambos lados de la familia.


Los tíos maternos del niño se vestirían como ancianas estrafalarias, y tratarían a los niños
como esposos. Del lado paterno, los parientes femeninos se pondrían el atuendo ceremonial
varonil y se pasearían, caricaturizando los ademanes guerreros de los varones. A las mujeres
iatmul les divertía esto, tanto más cuando que normalmente estaban subordinadas a los
hombres.

Al principio, Bateson supuso que el naven operaba como una especie de pegamento social,
fortaleciendo los nexos con la familia de origen de la madre en esta cultura sumamente
patrilineal. Mas la pauta visual que empezó a dominar su pensamiento fue de planos de
separación que se entrecruzaban. La línea de escisión era entre los hermanos y los cuñados
y los clanes que representaban. Así, tendría importancia toda costumbre que fortaleciera el
nexo entre ellos, o que contrarrestara esta tendencia al rompimiento.
Junto con el esfuerzo por ver estáticamente la estructura de la sociedad iatmul, en forma
de un diseño, vino otro esfuerzo por considerarla dinámicamente, en estado de
movimiento. Fue en este punto donde Bateson acuñó el término "esquismogénesis". Esta
palabra describía el tipo de intensificación encontrada por todo el mundo natural y
ejemplificada por el círculo vicioso y llamada por otros investigadores "procesos de
reacción mutua", "procesos causales mutuos amplificadores de desviación", "cadenas de
retroalimentación positiva", y similares.
La esquismogénesis
Bateson aplicó básicamente su nuevo término a las relaciones entre personas, en
oposición a los procesos causales mutuos en general. Lo definió como un proceso de
diferenciación en las normas del comportamiento individual resultante de la interacción
acumulativa entre individuos. Estos procesos se distinguen por el hecho de que se
desarrollan por reacción mutua, exponencialmente. En la sociedad iatmul, Bateson observó
la presencia de ciclos autorreforzantes, en que las acciones de A desencadenarían las
respuestas de B, que entonces desencadenarían una reacción aún más intensa de A, y así
sucesivamente. Estos ciclos podrían dividirse en dos tipos.

A uno de estos tipos lo llamó "simétrico", dando a entender que los comportamientos
intensificados de A y B serían esencialmente similares, como en casos de rivalidad o de
competencia. Al otro tipo lo llamó "complementario", porque las acciones autogeneradoras
serían distintas, como en los ciclos de sumisión-dominio o dependencia-socorro.

Bateson cita diversos ejemplos de ciclos esquismogénicos. Uno es la secuencia de


relaciones autorreforzantes que resulta en ciertos tipos de enfermedad mental. Bateson
menciona específicamente la paranoia, en que el paciente, siempre desconfiado,
desencadena en otras respuestas que dan por resultado justificar sus temores, haciéndole
cada vez más desconfiado.
Otro ejemplo es el tipo de mala adaptación marital que resulta cuando un miembro de la
pareja es extremadamente autoafirmativo y el otro muy sumiso, y estas características van
acentuándose progresivamente: uno de los miembros es cada vez más sumiso y el otro cada
vez más autoafirmativo.

Bateson observa que estos procesos pueden ocurrir en otros campos, aparte del
interpersonal. Menciona la forma en que los contactos culturales entre dos sociedades
pueden conducir a situaciones especiales, simétricas o complementarias: las espirales
simétricas representadas por carreras de armamentos, y las complementarias representadas
por tensiones entre clases sociales.

Bateson también sugiere que hay dos aspectos de estos procesos autorreforzantes. Existe el
proceso exponencial, autointerceptante, o que es interpretado, y el proceso exponencial que
no es interceptado, pero que no destruye el sistema. De particular interés es la
intensificación que va más allá de los límites de la disposición anterior, aparentemente
precipitándose hacía su pérdida ineluctable y que después surge con una síntesis
trascendente que nadie había previsto.

En este capítulo enfocaremos los dos tipos de proceso exponencial descritos por Bateson y
los principios que gobiernan no sólo las intensificaciones autoestabilizadoras sino las que
amenazan con escapar de todo control. Además, examinaremos las ideas de otros
investigadores que se han sentido intrigados por estos curiosos ciclos autorreforzantes y han
planteado algunas útiles teorías acerca de ellos.
Los procesos de reacción mutua

Kenneth Boulding, en su obra Conflict and Defense, investiga las propiedades de los ciclos
autorreforzantes utilizando el término "procesos de reacción mutua". Consagró una buena
parte de su tratado (publicado en 1962) a un análisis de las formas presentadas por el
politólogo y matemático inglés L. F.

Richardson en un estudio de las carreras armamentistas y las hostilidades internacionales,


en 1939, con el insólito título de "Las estadísticas de las pugnas mortales". Richardson
había inventado ecuaciones matemáticas para expresar unas hostilidades cada vez más
intensas entre naciones, pautas de sumisión-dominio, y similares. Boulding convierte estas
fórmulas en gráficas, a las que llama "modelos del proceso de Richardson".

Es claro que Boulding está hablando de lo mismo que Bateson: de procesos en que un
movimiento, por una de las partes, cambia el campo de la segunda, obligando a la segunda
parte a hacer un movimiento compensatorio, y así sucesivamente. En economía, dice
Boulding, este proceso queda ejemplificado por la guerra de los precios; el politólogo lo
conoce como carrera armamentista; los estudiosos de las relaciones lo encuentran en los
choques competitivos entre maridos y mujeres. Los que se interesan por los movimientos
laborales lo ven en las luchas entre sindicatos y administración; y hasta se encuentra en el
reino animal, en las relaciones entre el depredador y su presa.
Boulding está mezclando aquí procesos interpersonales y no interpersonales, y no emplea la
distinción batesiana entre diferenciación simétrica y complementaria, pero sí muestra casos
representativos de ambas. Una gráfica muestra una intensificación simétrica en que dos
bandos intensifican las hostilidades hasta llegar a lo que Boulding llama un "punto de
equilibrio", lugar en el cual cesa la actividad.

Según Boulding, que ha tomado esta idea de Richardson, el punto representa una
intersección en que la agresión es cancelada por algún factor creciente, como cansancio o
fatiga de guerra. En otra gráfica que pinta esta situación, la intensificación asciende
indefinidamente, pero Boulding dice que esto no podría ocurrir en la vida real porque habría
algún límite que no se podría rebasar sin que el sistema se desplomara o la actividad
cambiara a una nueva forma: carrera armamentista para la guerra, riñas maritales para el
divorcio, etcétera.

En el distinto caso del ciclo sumisión-dominio, Boulding sigue a Richardson, trazando una
situación análoga a las relaciones entre el depredador y su presa en un terreno
escasamente habitado. Por ejemplo, en el Ártico, donde los lobos viven de conejos, un
aumento de la población de conejos significaría mayor número de lobos. Pero el aumento de
la población de lobos empieza a reducir la población de conejos. Esto a su vez reduce la
población de lobos, hasta que se reconstruya la población de conejos. La misma situación
puede ser cierta en las relaciones humanas, donde una persona al parecer es dominada y la
otra es la que domina.
La persona dominante aumentará su poder sobre la sumisa hasta que la reacción de
sumisión se vuelva tan extrema que ya no estimule una reacción de dominio. La persona
sumisa se volverá entonces cada vez más autoafirmativa, hasta desencadenar la reacción
de dominio, para que todo el ciclo se repita.

Los términos "dominante" y "sumiso" no son muy afortunados, porque sugieren una lucha
por el poder, en lugar de una secuencia sistémica que ninguna de las dos personas tiene
capacidad para resistir. Lo bueno del concepto de intensificación complementaria es que
evita la tendencia a ver tales luchas como cuestiones de motivación individual. En realidad,
como lo indica Boulding, tales disposiciones suelen tener una pauta de circularidad. en
torno de un punto de equilibrio.

. La gráfica que las muestra, apropiadamente, toma una forma de espiral. Aunque Boulding
no enfoca la cuestión de los procesos de reacción mutua complementaria que se escapan
de todo control, pueden imaginarse ejemplos: padres castigando a sus hijos hasta el punto
de lesionarlos o algo peor; "razas superiores" exterminando a razas "inferiores" en nombre
de la pureza racial.
En un ensayo escrito en 1949, sobre la cultura balinesa, Bateson también consideró las
implicaciones de las ecuaciones de Richardson, que le parecieron en cierto sentido
expresiones matemáticas de su concepto de la esquismogénesis. Para él, como para
Boulding, la pregunta misteriosa era: ¿qué pone un alto a tales procesos, puesto que su
naturaleza misma consiste en intensificarse? Volvemos así a un examen de
desplazamientos contrarios: una secuencia con ascenso y descenso que es
autoestabilizadora contra una secuencia con una intensificación que va ascendiendo hasta
llegar a un punto de ruptura o hasta que ocurre algún otro acontecimiento que contiene la
curva ascendente.

En otras palabras, secuencias contrarrestantes de desviación, contra secuencias de


amplificación de la desviación. Sopesando las ecuaciones de Richardson, Bateson quedó
insatisfecho con la suposición de Richardson de que si una intensificación simétrica
llegaba a un punto de equilibrio, o se invertía a sí misma, esto se debería a algún factor
como la fatiga.

En cambio, planteó otra posible respuesta: la doble necesidad de producir una tensión,
seguida por una reducción de la tensión, que es característica de muchos organismos y se
expresa en actividades como la lucha o la relación sexual.
Bateson investigó otros tipos de barreras a la esquismogénesis, barreras que no eran
fisiológicas, sino basadas en frenos sociales externos. Señaló, en Naven, que el único
factor que impide una "escapada" puede encontrarse en la naturaleza de la relación entre
dos bandos. Si existe suficiente dependencia mutua entre dos bandos complementarios,
uno de los cuales es más fuerte que el otro, la diferenciación nunca llegará más allá del
punto en que las tendencias esquismogénicas son contrarrestadas por las necesidades de
la dependencia mutua.

De manera similar, una escalación simétrica puede ser contenida por acuerdos recíprocos
basados en los intereses de ambas partes, como un acuerdo de trueque o mis propios
ejemplos del decenio de 1980 conservar rehenes o cabezas nucleares.

Bateson también analiza una variante en que un proceso complementario puede


contrarrestar otro. Toma como ejemplo un matrimonio en que las tensiones que surgen de
una relación basada en sumisión-autoafirmación son aliviadas por un cambio a una
relación basada en una dependencia y un cuidado mutuos. La relación sigue siendo
complementaria, pero los valores que representa cambian, de negativos a positivos. Los
síntomas como depresión o enfermedad psicosomática en una esposa pueden ser una
respuesta de esta índole, o pueden significar el punto de rompimiento de una secuencia de
sumisión-autoafirmación que ha llegado demasiado lejos.
La esquismogénesis puede tropezar con frenos generales, de naturaleza social. Bateson ha
observado que participar en una celebración nacional puede reducir las tensiones interclases;
del mismo modo, una guerra puede unir a un país que estaba dividido entre sí. También sintió
que la costumbre de cazar cabezas entre los iatmul, que enfrentaba la sociedad contra otros
grupos, acaso aligerara las tensiones internas debidas a las rivalidades y la competencia.

El antropólogo Fredrik Barth describe un ejemplo distinto de un mecanismo de freno social en


su estudio de cómo los feroces clanes guerreros patanes del Afganistán no se exterminan
totalmente unos a otros. Ha observado el efecto disuasivo de un jefezuelo menor cuyo apoyo
siempre puede inclinar la balanza entre dos jefes más poderosos. Si un jefe que necesita el
apoyo de un hombre menor para vencer a un jefe rival hace demasiada presión sobre su
rival, éste podrá ofrecer al jefezuelo concesiones suficientes, incluyendo su propia posición de
jefe, para hacerle defeccionar. Sabiendo esto, el primer jefe nunca amenazará con llevar su
venganza sobre el enemigo vencido hasta donde podría hacerlo si no hubiese allí una tercera
parte.

Estos ejemplos, sin embargo, no sugieren que unas leyes o principios guías puedan estar
gobernando estos misteriosos procesos de acción/reacción o los frenos que surgen para
contenerlos.
La aportación de Bateson fue una creciente sospecha de que puede haber algún acuerdo
interno, autoequilibrador, en los grupos sociales que mantienen bajo control los movimientos
esquismogénicos.

En su estudio de los iatmul ya estaba meditando la idea de que unos tipos simétricos y
complementarios de esquismogénesis pudiesen operar en formas mutuamente
contrarrestantes.

Por ejemplo, planteó la hipótesis de que un ligero comportamiento simétrico en una relación
complementaria podía actuar para contener la tendencia a la diferenciación progresiva.

Tomó como ejemplo la relación de un terrateniente inglés con sus aldeanos, que es
complementaria, y no siempre confortable. Si el terrateniente jugaba al cricket con sus
aldeanos una vez al año, observó Bateson, esta pequeña acción podía bastar para reducir
las tensiones.
Más adelante, analizando la fórmula de rivalidad de Richardson, según la cual la intensidad
de los actos de A es proporcional al grado en que B está adelante de A (B-A), observó
Bateson que la fórmula apropiada para un cambio progresivo complementario sería la
opuesta, ya que los actos de A serían proporcionales al grado en que B está detrás de A (A-
B). Por tanto, dice:

Notablemente, esta formulación es negativa de la formulación para la rivalidad, siendo


opuesto el término de estímulo. Se ha observado que las secuencias simétricas de
acciones tienden agudamente a reducir la tensión de personas o grupos excesivamente
complementarios. Sería tentador atribuir este efecto a alguna hipótesis que hiciese los
dos tipos de esquismogénesis en algún grado psicológicamente incompatibles, como lo
hace la formulación anterior.

Pero lo que causó el mayor efecto sobre los esfuerzos de Bateson por aclarar su
pensamiento acerca de los procesos causales mutuos fue su descubrimiento de la
cibernética o la ciencia de los sistemas autocorrectores, como los servomecanismos. En el
epílogo de Naven, de 1958, describe la influencia sobre su pensamiento de las Conferencias
Josiah Macy, Jr., celebradas durante el decenio de 1950 y en una de las cuales, realizada
en Princeton en 1955, se le pidió hablar.
Fue durante estas reuniones cuando se sintió seriamente intrigado por las ideas de Claude
Shannon, Norbert Wiener y otros teóricos de la cibernética y empezó a reexaminar su
concepto de la esquismogénesis en términos de los ciclos de retroalimentación activados por
el error, ciclos que encontró en los sistemas que se gobernaban a sí mismos.

La analogía que resultó más útil a Bateson fue la de una máquina de vapor con un regulador
automático. Toda la disposición depende de un "rizo" (loop) en que, cuanto más hay de una
cosa, menos hay de otra. Por contraste, cuando la situación es tal que cuanto más hay de
algo, más hay de cualquier otro elemento, tendremos lo que los ingenieros de sistemas
llaman una cadena de retroalimentación positiva, o una "escapada". En una máquina de
vapor, si el regulador automático estuviese construido de tal modo que cuanto más
divirgieran los brazos, más aumentara el abasto de vapor, esto haría que la máquina
funcionara más y más rápidamente, hasta agotar la cantidad disponible de vapor o romper el
volante.

Una tercera posibilidad sería alguna forma de freno externo: por ejemplo, representantes del
siguiente sistema (los maquinistas) llegarían a impedir una descompostura deteniendo la
máquina. Bateson vio el potencial de este modelo al explicar los comportamientos que había
observado mientras se encontraba estudiando la cultura iatmul.

En particular, pudo analizar ahora la desconcertante ceremonia de naven como si fuese un


rizo de comportamientos que mantenían dentro de sus límites ciertas variables del sistema
social.
La ceremonia "naven" como mecanismo
cibernético

Notando las fuezas de la sociedad iatmul que promovían círculos viciosos conducentes a
cisma o guerra, Bateson preguntó qué frenos existían para impedir estos resultados.
Teniendo como modelos los circuitos autocorrectivos, pensó que ahora era posible llegar a
una respuesta. ¿No podría existir en esta sociedad un sistema por el cual ciertos
apropiados comportamientos complementarios pudiesen producir una reducción correctiva
de comportamientos simétricos? ¿No podría ser autocorrectivo el sistema, de manera
circular? A esta luz, Bateson revisó sus hallazgos sobre la cultura iatmul.

Ante todo, estaba el abrumador hecho estructural de que los eslabones más débiles de la
sociedad iatmul eran los que existían entre los parientes maternos: estos eslabones eran
rotos cuando un grupo se separaba de su comunidad, ya que las mujeres se iban a vivir al
clan de los hombres con quienes se habían casado.
Como es natural, Bateson preguntó por qué, si habíamos de considerar que la ceremonia de
naven daba integración en este campo, el principal hincapié consistía en fortalecer los
vínculos entre tío y sobrino, y no entre hermano y cuñado. Supuso que esto se debía a la
importancia de subrayar los vínculos complementarios como correctivo a una intensificación
simétrica que amenazaba la estabilidad del grupo. La rivalidad entre clanes representaba
una amenaza constante de la posibilidad de lucha o fisión, y el naven parecía ocurrir cuando
estaba a punto de inclinarse la delicada balanza entre clanes en competencia.

Por ello observó Bateson que el ceremonial naven, que es una caricatura de una relación
sexual complementaria, era compensado por un comportamiento arrogante (simétrico).
Cuando un laua incurre en jactancias en presencia de un wau, este último muestra un
comportamiento naven. Pero la plena ocasión de naven ocurre en el marco de un paso dado
hacia la movilidad vertical de parte del laua, como cuando se ha vuelto un consumado
guerrero o cazador. Ésta sería una intensificación simétrica mayor aún, no sólo con respecto
al wau, sino en relación con todo el clan del wau.

A pesar de todo, Bateson no se dio por satisfecho con una vaga hipótesis de un proceso
esquismogénico que se intensificaba hasta poner en acción un proceso correctivo contrario.
Quiso encontrar una manera más específica de explicar la mecánica de esta situación. Esto
lo condujo a la cibernética y al uso de un concepto que pareció crucial para un
entendimiento de la forma en que trabajaban los sistemas cibernéticos.
Cambios de primero y segundo orden
Hasta entonces, Bateson y otros investigadores habían visto dos formas en podían
operar los procesos de desviación; una secuencia autoestabilizadora, tipificada por el
naven, y, en cambio, una intensificación que conducía a la destrucción del sistema. Pero
existe una tercera posibilidad, a saber, que una escapada o intensificación ponga en
acción un salto que pueda transformar a todo un sistema.

De acuerdo con el teórico de sistemas W. Ross Ashby, esta tercera posibilidad queda
explicada por un modelo en dos niveles para el cambio. Los sistemas vivos, observó
Ashby, no sólo son capaces de variar sus comportamientos en respuesta a variaciones
menores en el campo (como el cuerpo se mantiene dentro de una gama óptica de
temperatura, sudando cuando encuentra calor, y tiritando cuando encuentra frío) sino
que a menudo son capaces de cambiar el "medio" para la gama de comportamientos,
siempre que el campo presente una perturbación insólitamente grave (como en las
especies animales en que se desarrolló la capacidad de crecimiento de una piel gruesa
cuando los inviernos se hicieron más fríos, o que elaboraron una pauta de migración a
climas más cálidos hasta la llegada de la primavera).
Este tipo de retroalimentación "bimodal" es útil, dice Ashby, porque capacita a la entidad u
organismo a sobrevivir a las fluctuaciones de un día para otro y los cambios más
radicales. Llamó "cambios de primer orden" a las respuestas correctivas a las
fluctuaciones menores, y "cambios de segundo orden" a las respuestas a las diferencias
radicales del medio. La analogía empleada más a menudo para ilustrar esta distinción es
el conocido termostato casero. Los cambios automáticos que se hacen para mantener la
habitación dentro de cierto rango de temperatura son cambios de primer orden.

Sin embargo, para efectuar un cambio de segundo orden, como cuando la temperatura
del exterior baja súbitamente, el dueño de casa tiene que cambiar el sitio del termostato.

Bateson estaba buscando factores que controlaran las potenciales escapadas de la


esquismogénesis, pero comprendió también que los procesos esquismogénicos podían
ser útiles para romper una inestabilidad inapropiada, caduca o enfermiza.

En el epílogo a Naven rindió homenaje al análisis formal de Ashby con respecto al cambio
en los sistemas de estado estático.
Sigamos a Bateson aplicando estas ideas, con detalle, al funcionamiento de la sociedad
iatmul. Por ejemplo, una variable de importancia crucial para la sociedad era una rivalidad
intensa. A falta de toda estructura jerárquica para resolver conflictos, había de permanecer
relativamente parejo el equilibrio del poder entre clanes.

Si uno de los clanes obtenía una ventaja así fuese pequeña, ésta había de ser
contrarrestada antes de que comenzara una intensificación que pudiera salirse de todo
control. La ceremonia total de naven podía verse como cambio de primer orden, que
sustituiría los cambios complementarios por intensificaciones simétricas. Como los
primeros son incompatibles con las segundas, esto bloquearía eficazmente el desarrollo
de escapadas simétricas, manteniendo el statu quo.

Pero ¿qué ocurriría si se soltara una cadena de retroalimentación positiva que no pudieran
controlar las ceremonias habituales? Yo he supuesto que es posible que la escisión sea un
cambio de segundo orden que brota cuando los temas complementarios son incapaces de
contener la intensificación de una beligerancia mutua. Entre los iatmul, un grupo se
apartará a formar su propia aldea siempre que las tensiones lleguen a cierto punto.
Bateson ha observado la tendencia de los iatmul a extenderse mediante una proliferación
de pequeños brotes, cada uno semejante al cuerpo parental, pero no conectado con él. De
esta manera sobrevive la sociedad iatmul.
Por desgracia, el efecto contrarrestante de la desviación en un circuito autoestabilizador
que creará un cambio de primer orden es de doble filo. La ceremonia de naven confirma al
grupo en sus modos antiguos y establecidos y al hacerlo tiene implicaciones de grande
escala para el debilitamiento del grupo, debido a la falta de flexibilidad y el riesgo de error.
Es en este punto donde los biólogos ofrecen una visión reconfortante al hablar de los "pools
de variedad" y el papel de la desviación al imponer soluciones nuevas.

Citaremos a otro pensador sobre sistemas, Roger Nett:


Como la fuerza creadora de una sociedad debe buscarse en la capacidad de sus
individuos para evaluar, extender, corregir y, a la postre, alterar las definiciones y
entendimientos existentes (proceso que, en realidad, es la desviación), el problema de
ordenar una sociedad se convierte en el de utilizar el elemento vital la desviación en el
marco social-organizacional.

En el capítulo siguiente exploraremos más lo que tienen que decir los escritores con una
orientación de sistemas acerca de las fuerzas que promueven la diferenciación y las que
prometen la mismidad en los sistemas vivos en general, no sólo en los sistemas humanos.
Haremos hincapié en lo que el sociólogo Magoroh Maruyama nombra la "segunda
cibernética". Como la mayoría de los teóricos sobre relaciones familiares han enfocado la
"primera cibernética" procesos que contrarrestan la desviación y cadenas de
retroalimentación negativa, Maruyama sugiere que prestemos más atención a esta
"segunda cibernética", que le parece un aspecto esencial del cambio en todos los seres
vivos.

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