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DEL CRISTIANO
CAPÍTULO XIII
1. Virtudes teologales y virtudes humanas
Las virtudes teologales son las que se refieren directamente a Dios y disponen a los cristianos a
vivir en relación con la Santísima Trinidad.
Las virtudes humanas se pueden adquirir «mediante las fuerzas humanas. Son los frutos y los
gérmenes de los actos moralmente buenos. Disponen todas las potencias del ser humano para
armonizarse con el amor divino.
2. Virtudes humanas y caridad
a) La caridad se apoya en las virtudes humanas
La caridad se apoya en las virtudes humanas para obrar respecto a las cosas de este mundo.
b) Las virtudes humanas son informadas por la caridad
La caridad informa las virtudes humanas, las pone en marcha y las dirige al fin de la vida
espiritual.
Por eso, en la vida espiritual, estas virtudes no deben considerarse como una simple
preparación previa a la caridad, ni se trata de cultivarlas independientemente de ella, pues ha
de ser precisamente el amor el que lleve a fomentarlas y desarrollarlas, con la ayuda de la
gracia.
3. El crecimiento de las virtudes humanas
Para crecer en las virtudes humanas es necesario repetir actos concretos de virtud, sin los
cuales no se crece en el amor al bien; no basta, pues, el conocimiento del bien ni el deseo de
poseer las virtudes, sino que, además, «es preciso aprender a practicarlas.
se entiende que no sea tanto la cantidad como la calidad de los actos lo decisivo para el
crecimiento en las virtudes
Por este motivo, además de la reiteración de actos intensos virtuosos, para un cristiano, crecer
en gracia constituye también un modo eficaz de crecer en virtudes humanas, y para ello es
imprescindible la recepción frecuente de los sacramentos
4. El «justo medio» de las virtudes
La expresión in medio virtus («la virtud está en el medio») significa, precisamente, eso: exacta
adecuación de las facultades humanas a la medida que dicta la razón, en orden al fin.
Las virtudes teologales, en cambio, no conocen este «medio», ya que «nunca puede el hombre
amar a Dios tanto cuanto debe ser amado; ni puede creer y esperar tanto en Él cuanto debe.
El justo medio establecido por las virtudes humanas nunca ha de entenderse como una
llamada a la mediocridad.
Ese medio entre el exceso y el defecto es una cumbre, un punto álgido: lo mejor que la
prudencia indica.
. Las virtudes cardinales
Prudencia Justicia Fortaleza Templanza