Otras Percepciones míticas sobre un comportamiento
que no hallaba explicación.
En el siglo XII, se hallaban algunos establecimientos
que cuidaban a estas persona. Pero no había una conciencia medica frente a la enfermedad mental. No había una disciplina que las tratara. Y no había un orden jurídico para estos individuos. Siglo XVIII nacimiento de la psiquiatría. Desde un pensamiento filosófico. Resulta claro que la locura desde lo político y social constituye un problema, y requiere una acción correctora. Son estas razones las que dan lugar al nacimiento de la psiquiatría. Y es así que ante toda conducta que no se maneje dentro de los parámetros normales de una sociedad se requería una acción correctora. La figura de autoridad encargada del cuidado del loco, en primer lugar era el sacerdote, luego el monarca, para pasar después a la del juez. Y en el siglo XVIII la figura de autoridad era el medico, que a su vez reúne en su persona a las autoridades antes mencionadas. En el siglo XIX junto al encierro se produce el despojo de todo derecho al loco, como así también al indigente y al mendigo. No solo se los somete a un encierro permanente sino que también las leyes generales no lo comprenden en cuanto libertad personal, al manejo de sus bienes, a recibir y administrar una herencia, a participar de la elección de sus gobernantes. No será un ciudadano mas sino que se va a encontrar sometido al poder del director del asilo, este juzgara su capacidad, su libertad para vivir en comunidad. En los comienzos del siglo XVII, la internación resulta de una decisión del director (medico) o de la policía, y el caso del loco suelto, libre, era una cuestión policial. Esta situación se mantiene hasta mas allá del siglo XX, ya que hay una intervención de la policía, juez o un medico quienes deciden y ejercitan la condena del encierro. Donde lo que se intenta, con esta acción, es tranquilizar a toda una sociedad. FUNDACIÓN DE LA PSIQUIATRÍA La historia del manicomio, como un lugar especifico para la internación y el tratamiento del enfermo mental, no es una creación originada en la medicina, ni representa un progreso de la psiquiatría, sino que mas bien fue una decisión política para mantener el orden de una sociedad. Ley Esquirol: Esquirol puede ser considerado como el padre de la psiquiatría y fue quien crea la ley para los enfermos mentales. Esta ley se creo en 1938 y consistió en la creación de asilos para alienados, ella fija también las condiciones de internación, (certificado medico de internación) y las garantías concernientes a la libertad individual, prevé la situación jurídica de los internados (suspensión de todos sus derechos), organiza la suspensión de bienes y fija las reglas concernientes a los gastos de los alienados. Esta ley representa un todo homogéneo que se mantiene en el tiempo. Pero sus cualidades no han tenido la flexibilidad suficiente para adaptarse a la evolución de la técnica y a la variedad de casos. Son estas cuestiones las que se pueden reconocer en los mismos criterios que rigen las practicas actuales de muchos hospitales psiquiátricos: El enfermo es peligroso para si mismo y para terceros. El enfermo debe ser hospitalizado con o sin su consentimiento, y producida la internación se le retira todo tipo de derechos. El director del hospital es quien va a decidir las condiciones de internación ( régimen de visitas, imposición de tratamientos, medidas de seguridad). Cuando la policía o un juez han decido una internación, en merito de la seguridad de una sociedad, el medico no puede negarse.
Estas características son la base del imaginario
social sobre el loco, la ecuación loco-encierro, que constituye el centro de el imaginario social, tiene al poder del psiquiatra. De allí el temor de la sociedad, no solo al loco, sino también al medico y al manicomio. Si bien la internación reunía a mendigos y pobres, marginados de la sociedad, criminales y locos, en una situación de asistencia y encierro, es esta la situación que se prolonga en los manicomios modernos. Asistencia al pobre y al incapaz, el argumento habitual para retener individuos en el hospital, ya que estos han perdido su capacidad para vivir en sociedad, sin contacto de sus familias, pobres, y sin contar con los recursos suficientes para vivir a fuera de la del hospital. En cuanto a las dimensiones epistemológicas, la psiquiatría hace ingresar al loco al mundo de la ciencia, al precio de despojarlo de su condición de sujeto de derecho, y de convertirlo en objeto de derecho. Desde esta incapacidad y la peligrosidad como elemento propio de la enfermedad, el psiquiatra puede aplicar como cura los elementos correccionales, o imponer castigo como modo de corrección a la conducta del enfermo. Esta unión entre medicina y orden jurídico se expresa en su forma mas variada. El loco visto como violento, sin tener en cuenta la violencia de los tratamientos que recibe. LOS TRATAMIENTOS CORRECCIONALES Y LOS CASTIGOS EN LOS MANICOMIOS.
En siglo XIX los psiquiatras ya habían
consolidado su poder en los asilos. Pinel puede situarse como a uno de los que le importaba mas la autoridad del medico y el cuidado moral como factores terapéuticos y el castigo para quienes se resistían o no obedecían al medico. En ese mismo tiempo Kreapelin refiere el uso de cadenas y grilletes para sujetar a los enfermos. No existía una diferencia entre los castigos y las medidas terapéuticas. En 1.890 se crea la camisa de fuerza, que se utiliza desde esa época hasta nuestros días, para controlar al enfermo a que no se lastime y/o no atacara al medico, al personal del establecimiento o a otros pacientes. Otro método utilizado era la correa para locos, un cinturón de cuero con el que se sujetaban las manos del enfermo al cuerpo, impidiendo que sean utilizadas para defenderse o agredir a otros. Otro de los tratamiento fue la silla de fuerza, se trata de una silla abierta en la que se ata al enfermo, sujetándolo desde el vientre, los brazos y las piernas inmovilizándolo totalmente. También se inventa la cama de fuerza, con un agujero en el medio para que cayera la materia fecal y la orina, en la cual se acostaba al enfermo con el chaleco de fuerza y atado a la cama a través de correas, allí la inmovilidad del enfermo era total, y permanecía varios días en esa situación. Ya en esos años, y aun en la actualidad había un enfermero para cincuenta pacientes. Recién a mediados del siglo XIX se comienza a separar a aquellos enfermos que han permanecido durante años en el manicomio cuyo estado ya era crónico, de los que recién ingresaban. Otro de los tratamientos eran los baños terapéuticos, que consistía en la inmersión brusca de agua helada, esperando que la conmoción violenta del cuerpo por el contacto con la misma provocaría una reacción “ juiciosa y pacifica”. Otro de los tratamientos era la utilización de electricidad (electroshock), en el siglo XIX. Se apelaba a diferentes procedimientos para “aliviar” la situación del enfermo. Muchas de las medidas utilizadas y las características de los establecimientos en el siglo XIX se siguen manteniendo hasta la actualidad en algunos hospitales donde el reglamento sigue siendo el mismo; la mala conducta del paciente o su desobediencia ya eran y son motivo suficiente para el castigo Frente al escándalo de estas instituciones de encierro, la capacidad de la psiquiatría para dar respuesta frente al procedimientos de los tratamientos, y especialmente frente a la perdida de casi todos los derechos que sufre el enfermo, surge luego de la segunda guerra mundial, la denuncia de la institución psiquiátrica y las propuestas alternativas para atender de quienes sufren de problemas mentales. EL PODER PSIQUIÁTRICO Y LAS RAZONES DE SU CONTROL. El enfermo encerrado y controlado en una institución asilar responde a una lógica de poder, y ese poder es prioritariamente político. Se trata de controlar al loco que crea o puede crear situaciones disruptivas en la vida de la ciudad. Es sobre la base de la decisión política y de este ejercicio de poder que el medico instala luego su pretensión de un saber disciplinario sobre la locura. La internación psiquiátrica conserva un rasgo distintivo. Es primero una decisión dentro de una lógica de poder, el paciente no esta en una relación simétrica con su medico, ya que debe someterse a su decisión, esto hace que la decisión tenga sentido de sentencia. El medico fundamenta su diagnostico y su saber desde un supuesto de objetividad y deja afuera de su observación lo esencial del drama del loco; su condición de SUJETO. Afirmando el saber hipotético sobre la causa cerebral del trastorno, el psiquiatra cumple con el postulado de objetividad, pero no supera con esto su ignorancia sobre las condiciones subjetiva de la enfermedad. Relación medico – paciente, es un encuentro de dos voluntades con poder asimétrico, una que decide e impone su autoridad y otra a que se somete y resiste a ese saber. Los rasgos que caracterizan al enfermo mental no son el resultado exclusivo del trastorno que padece, donde estos son un conjunto complejo de la subjetividad del sujeto, por esta razón van a diferir según su historia, y a una cultura determinada. El desafío de los hospitales psiquiátrico era y lo es, el de controlar y internar al enfermo aislándolo de su vida social. Uno de los efectos principales del trastorno mental es el de dañar en el sujeto su capacidad de desarrollar vínculos sociales satisfactorio, la ruptura del lazo social, con el consiguiente aislamiento físico y simbólico. Diferencia entre medicina mental y salud mental: M.M: se sustenta en la objetividad.
S.M: propone una mirada desde un enfoque mas
amplio en el cual la subjetividad del individuo, la sociedad, la cultura, los dispositivo de atención, forman un texto complejo en el cual deben interpretarse el proceso salud-enfermedad. También la S.M incluye el conocimiento objetivo de los síntomas. La inclusión del sujeto, sus condiciones de existencia social, su pertenencia a una cultura, altera el dominio de poder psiquiatra, ya que la relación con el paciente, deja de ser una relación de sujeto (psiquiatra) con objeto de conocimiento (paciente) para ser, desde la salud mental una relación INTERSUBJETIVA. PARA UNA ÉTICA EN SALUD MENTAL Desde la psiquiatría la intervención con el paciente no se encuentra ligada desde el dialogo y la palabra. Desde la ética de la Salud Mental, no se trata de una intervención a partir de la objetivación de un otro, sino que mas bien las practicas son dirigidas hacia una comprensión, a partir de un encuentro singular con otro. Hay que tener bien en claro que el sujeto enfermo no es una pieza anatómica, ni una función aislable, no puede ser observado, descripto de un modo objetivo, ya que todos sus síntomas hacen a una experiencia singular en la que están presente todas las dimensiones histórico sociales de un sujeto. Otra de las exigencias éticas, es que aquello que el terapeuta dice, lo que comunica a sus pacientes, a la familia, a sus colegas, debe responder a un principio de verdad, a partir de el reconocimiento del otro como semejante. Frecuentemente el psiquiatra no acepta su desconocimiento frente al sufrimiento mental, ya que de esa manera abriría un espacio a la palabra de paciente. Otra de las consideraciones éticas, tiene que ver con el ACCIONAR SOBRE EL OTRO, donde esto debe responder a una relación simétrica con el paciente, su comprensión, su interlocución, y a la comunidad a la pertenece. Solo esta coherencia puede hacer de su discurso y de su hacer una palabra plena y verdadera. En cuanto a la medicación, esta debe ser utilizada como ayuda al sufrimiento del paciente y también para facilitar una mayor profundidad de la capacidad de reflexión en el individuo enfermo y en el dialogo de la relación psicoterapéutica. Pero puede servir a la imposición de un poder para dominar a un sujeto cuyo comportamiento no se adecua al orden y a la disciplina. PRINCIPIOS RELATIVOS A LOS DERECHOS FUNDAMENTALES DE LOS PACIENTES
Derecho a la intimidad: Suele ser frecuente que la
intimidad del paciente se encuentre afectada. De allí es necesario considerar estrictamente los limites de la reserva. Derecho a la confidencialidad: Este derecho alude tanto al secreto profesional en el tratamiento como a la reserva de las actuaciones políticas. Derecho a la igualdad: Protección para quienes padecen una discapacidad contra el trato desigual. Derecho a la rehabilitación y a la resocialización: Son los estados los que deben permitir y promover la reinserción laboral y social de los individuos con trastornos mentales. Derecho a la libertad de religión y conciencia: el derecho a recibir o rechazar auxilio espiritual o religioso. Derecho a la protección del Estado: El poder judicial tiene el deber de controlar el efectivo respeto a todos los derechos que acaban de enunciarse, en especial el de no ser sometido a humillaciones, torturas o tratamientos crueles e innecesarios. PRINCIPIOS VINCULADOS AL TRATAMIENTO Y AL DIAGNOSTICO
Derecho al consentimiento informado: todo
tratamiento debe ser precedido por el consentimiento informado del paciente. Este derecho implica, para el paciente, tener la posibilidad de conocer el programa terapéutico, y prestar luego su consentimiento a las practicas propuestas. Derecho a una historia clínica adecuada y tener acceso a ese registro: tanto el tratamiento como las indicaciones relativas a la atención del enfermo, han de registrarse en el historial clínico del paciente, donde debe asentarse si el tratamiento es voluntario o involuntario. En la medida que ese acceso no sea perjudicial para su tratamiento, el paciente tiene derecho a conocer su historia clínica con solo pedirlo. Derecho a la asistencia en la comunidad: el paciente, si se lo permite su estado de salud, debe recibir asistencia en la comunidad donde vive. Si la terapia se le administra en una institución psiquiátrica, tiene derecho a ser tratado, siempre que sea posible, cerca de su hogar o del hogar de sus familiares, y tendrá derecho a regresar a la comunidad lo antes posible. Derecho a la terapia farmacológica adecuada: Nunca se suministrará medicación como castigo o para la conveniencia de terceros, sino para atender a las necesidades fundamentales del paciente y solo con fines terapéuticos o diagnostico. PRINCIPIOS VINCULADOS CON LAS RESTRICCIONES A LA LIBERTAD: INTERNACIÓN PSIQUIÁTRICA Derecho a la internación: el paciente tiene derecho a que su tratamiento se cumpla en una institución, siempre y cuando sea pertinente para su recuperación. El internamiento tiene que ser el medio menos restrictivo de su libertad. La admisión obligatoria del paciente, se extenderá a un lapso breve, con propósito de conservación y diagnostico preliminar. Internación involuntaria: los principios de la Salud Mental permiten una internación involuntaria para prevenir un deterioro considerable de la persona. Semejante tratamiento involuntario se justifica únicamente si da cuenta de un tratamiento adecuando que debe realizarse en una institución hospitalaria. Si la persona puede recibir el tratamiento en la comunidad donde vive, no esta justificada la internación involuntaria. Solo es legitima una internación obligatoria cuando el paciente presenta riesgo para si mismo o para terceros. Derecho al egreso: tan pronto como hayan cesado las causas de la internación, el paciente tiene derecho al egreso, lo que no implica el termino del tratamiento, que el paciente puede continuar voluntariamente. La preservación de estos derechos tiene que ver con una responsabilidad del estado, al sostener instituciones con atención psiquiátrica, pero también de quienes al indicar estos tratamientos e imponerlos, son participes de la privación de los derechos humanos. Se trata de una nueva política, donde se incluya organismos institucionales de salud y de derechos humanos, incluida las Naciones Unidas, y asumida por muchos estados. Una nueva política pero esta vez NO al servicio del CONTROL CORRECCIONAL y al CASTIGO DEL ENFERMO, sino una política DEMOCRATICA, que establezca definitivamente su DIGNIDAD HUMANA y su condición de CIUDADANO PLENO. Ley Nacional de Salud Mental 26.657 Sancionada 25 de noviembre de 2010