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LA REVOLUCIÓN DE FEBRERO
La primera etapa de la revolución está signada por la caída del Zar y la
asunción de Alejandro Kerensky como primer presidente de la República
(Revolución de Febrero). Los obreros y soldados eran dirigidos por los
Mencheviques, socialistas moderados. Entre ellos se organizó un consejo
que representaba a la clase trabajadora, el “Soviet”, de gran influencia en
el establecimiento de la República.
LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE
Los socialistas radicales, en general bolcheviques, se encargaron de liquidar
el antiguo régimen mediante la creación de la República Federal Comunista.
Lenin fue el líder de esta revolución. Los campesinos y soldados se volvieron
contra el gobierno provisional bajo su conducción, que rezaba “Todo el
poder para los Soviets” con la fértil promesa de “Paz, tierra y pan”.
Lenin asumió el gobierno de Rusia el 25 de octubre del calendario nacional,
por lo que a esta revolución se la conoció como Revolución de Octubre. Su
gobierno estaba respaldado por León Trotsky, quien era jefe del ejército
rojo.
El gobierno bolchevique afrontó las principales reivindicaciones populares:
la paz, el reparto de la tierra y el respeto a las nacionalidades.
Posteriormente, la guerra civil asoló el país. La implantación de la Nueva
Política Económica consolidó el régimen comunista y produjo una mejora
económica mediante concesiones parciales al capitalismo.
De la mano de Stalin y Trotsky, Lenin promulgó una serie de decretos que
pretendían satisfacer las principales reivindicaciones de las clases
populares.
El poder soviético y la dictadura del proletariado se convirtieron en los
pilares básicos de la Rusia revolucionaria.
Otro de los principales objetivos del nuevo gobierno era la paz, por lo que
tras una serie de pactos firmados con Alemania y Austria-Hungría, los
rusos pusieron fin a la Gran Guerra el 7 de marzo de 1918 y consiguieron
así salvar la revolución.
LA GUERRA CIVIL
Entre 1918 y 1920, el nuevo régimen se enfrentó a una guerra civil que asoló el
país, promovida por las fuerzas antirrevolucionarias y por la intervención
extranjera. Sin embargo, el régimen comunista se consolidó con la creación de la
URSS.
Francia, Reino Unido y Japón querían frenar el contagio revolucionario y castigar al
nuevo régimen que había expropiado todas las grandes inversiones de capitales
extranjeros y que se negaba a devolver los empréstitos de la época zarista.
Enviaron pequeños cuerpos expedicionarios, pero, sobre todo, aportaron capitales y
armas a los ejércitos antirrevolucionarios, conocidos como los blancos, que estaban
enfrentados a los revolucionarios del Ejército Rojo. El ejército rojo, dirigido por
Trotsky, adquirió una notable eficacia que le permitió acabar con los ejércitos
blancos a finales de 1919.
Finalmente la Guerra Civil se saldó con la muerte de millones de rusos que murieron
de hambre y de enfermedades.
Stalin protagonizó el segundo periodo de la historia de la URSS. Instauró una
dictadura personal, consolidó el régimen soviético y convirtió la URSS en una
gran potencia. Los grandes pilares del estalinismo fueron la socialización de
la tierra y la planificación económica.
LA SUCESIÓN DE LENIN
Tras la muerte de Lenin, la elección del nuevo presidente soviético quedó en
manos del Comité Central del Partido. Dos eran los candidatos: Trotsky, que
insistía en la idea de la revolución mundial; y Stalin, que defendía la tesis del
«socialismo en un solo país».
Aunque en un principio la lucha por el poder estaba igualada, paulatinamente
la posición de Trotsky se fue debilitando. Perdió los cargos que acumulaba,
fue detenido y reportado a Siberia, y, finalmente, fue expulsado de la URSS en
1929. Acabó sus días en México, donde fue asesinado por un español, agente
de Stalin.
Stalin instauró un régimen dictatorial mediante el empleo de métodos
brutales y la eliminación de toda oposición, incluso dentro del Partido
Comunista.
A partir de 1933, se llevaron a cabo depuraciones internas dentro del
partido, motivadas por la enfermiza obsesión del dictador, que creía ver
conspiraciones continuas contra él. Cualquier crítica se convertía en un
complot que debía erradicar.
La sociedad soviética era en 1939, muy diferente a la de 1917. El poder
soviético se había consolidado y el Partido Comunista dominaba todos los
aspectos de la vida de la URSS. La propiedad privada había sido abolida y
la interpretación soviética del marxismo se había hecho realidad. El país se
había industrializado y las ciudades habían crecido de forma considerable.
Finalmente, la URSS se había convertido en una potencia económica
mundial y un amplio consenso acompañaba al régimen estalinista, aunque
todo ello se había conseguido gracias a un alto precio humano.
• Trabajo realizado por Rafael Baturone Serván