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2.

Una precisión en torno


a los términos
empleados.
«Conexión entre el sentido común, la
religión y la filosofía.
La filosofía es un orden intelectual, lo
que no puede ser ni la religión ni el
sentido común.
Ver cómo, en la realidad ni siquiera la
religión y el sentido común coinciden,
pero la religión es un elemento del
disgregado sentido común.»
«Por lo demás “sentido común” es nombre
colectivo, como “religión” no existe un solo
sentido común, es también él un producto
y un devenir histórico.»

No hay un solo sentido común, sino un


conjunto caótico de ideas filosóficas,
muchas veces contradictorias entre ellas.
Se puede ser sindicalista consecuente, pero
xenófobo y machista.
La coincidencia entre la filosofía y el
buen sentido.
«La filosofía es la crítica y la superación de
la religión y del sentido común
y en este sentido coincide con el “buen
sentido” que se contrapone al sentido
común.»

Lo que Gramsci se proponía era lograr que


la filosofía de la praxis se convierta en un
“buen sentido”. Como fue, por ejemplo, la
labor de los enciclopedistas franceses.
Gramsci está usando la palabra
religión, ligada a la superstición y al
“folklore”. Lo dice cuando enumera
los elementos en donde se hallan
rastros de “filosofía espontánea”, “en
la religión popular y, también, en el
folklore.
Por religión se entiende aquí,
entonces, “religión popular” o
sentimiento religioso popular.
• El otro punto importante es la aclaración
que Gramsci hace acerca de la diferencia
y contraposición que hay entre sentido
común y buen sentido.
• El sentido común es abigarrado porque
las ideas que recibimos se hallan
confundidas y dispuestas caóticamente, y
porque varía históricamente.
• El buen sentido introduce, en cambio,
una coherencia en ese pensar caótico.
• «Relaciones entre conciencia-religión-
sentido común.
• La religión y el sentido común no
pueden constituir un orden intelectual
porque no pueden reducirse a unidad y
coherencia ni siquiera en la conciencia
individual, para no hablar de la
conciencia colectiva: ….»
La redacción de la nota establece, desde ya, una
diferencia entre la conciencia individual y la
conciencia colectiva.

Distinción que apunta a una gradualidad entre


ambas insinuada por la frase, “ni siquiera”.
Como diciendo, aun allí en donde podría ocurrir,
no ocurre, y remachando esto con la frase “para
no hablar” (de la conciencia colectiva). O sea,
está pensando en ambas, pero sobre todo en la
colectiva.
• «El problema es el de la religión
entendida no en el sentido
confesional sino en el laico de unidad
de fe entre una concepción del
mundo y una norma de conducta
correspondiente;
• ¿pero por qué llamar a esta unidad
de fe "religión" y no llamarla
"ideología” o incluso "política"?»
• Gramsci emplea, preferentemente, el
concepto de ideología como el sistema
de ideas y creencias que maneja una
clase social en un determinado
momento histórico.
• O no tuvo en sus manos la Ideología
alemana, o no consideró la definición
que Marx da de la ideología como una
“cámara oscura”.
Para Gramsci la fe está ligada a la manera
las masas asumen sus convicciones, como
se comporta respecto de su filosofía
espontánea y eso excede el ámbito de la
religión.

Aquí la “religión” se traduce como “fe”,


pero la fe es para Gramsci un concepto
más amplio que sale del ámbito estricto
de la religión.
3.
La coexistencia de
diferentes concepciones del
mundo y el contraste entre
actuar y pensar.
«De hecho, no existe la filosofía en general: existen
diversas filosofías o concepciones del mundo y
siempre se hace una elección entre ellas. ¿Cómo se
hace esta elección? ¿Es esta elección un hecho
simplemente intelectual o más complejo? ¿Y no
sucede a menudo que entre el hecho intelectual y la
norma de conducta existe contradicción? ¿Cuál será
entonces la concepción real del mundo: aquella
lógicamente afirmada como hecho intelectual, o
aquella que resulta de la real actividad de cada uno,
que está implícita en su actuar? Y puesto que el
actuar es siempre un actuar político, ¿no se puede
decir que la filosofía real de cada uno está toda ella
contenida en su política?»
Luego de una afirmación inicial, la
argumentación se desarrolla aquí
mediante preguntas
La afirmación general es la siguiente:
«De hecho, no existe la filosofía en
general: existen diversas filosofías o
concepciones del mundo y siempre se
hace una elección entre ellas.
«¿Cómo se hace esta elección?»
La primera pregunta introduce la interrogante acerca
de cómo se efectúa la elección entre las distintas
concepciones del mundo que están presentes en un
momento histórico determinado.
«¿Es esta elección un hecho simplemente intelectual
o más complejo?»

Esta segunda pregunta tiene un carácter casi


socrático, pues de las dos opciones propuestas, es
indudable que la segunda opción está indicando la
respuesta.
«¿Y no sucede a menudo que entre el
hecho intelectual y la norma de conducta
exista contradicción?»
Esta tercera pregunta establece que hay
una contradicción entre el pensar (hecho
intelectual) y el actuar (norma de
conducta).
En torno a esta contradicción van a girar
las notas que siguen.
«¿Cuál será entonces la concepción real del
mundo: aquella lógicamente afirmada como
hecho intelectual, o aquella que resulta de la
real actividad de cada uno, que está implícita
en su actuar?»

Nueva, elección que igual que la anterior se


inclina en favor de la segunda opción. Esto
explica porqué la reflexión se desarrollará a
propósito del actuar político de las masas
populares.
Todo actuar contiene implícito una
filosofía
• «Y puesto que el actuar es siempre
un actuar político,
• ¿no se puede decir que la filosofía
real de cada uno está toda ella
contenida en su política?»
Toda esta nota está construida por medio
de preguntas que adquieren, a ratos, una
forma socrática.
Este es un recurso reiterado en Gramsci
quien traslada las respuestas a una
decisión que queda en manos del lector.
Gramsci no asevera, sino que dialoga con
el que lee. Lo interpela implicándolo en la
problemática propuesta. Llevándolo a
optar. Es decir, empujándolo a pensar.
Poniéndolo siempre ante varias
disyuntivas.
En esta nota, la palabra “filosofía” es
homologada con “concepción del mundo”.

Y como estas concepciones están insertas en el


sentido común, existen, por lo tanto diversas
filosofías, unas que se adquieren como un
fenómeno intelectual, otras que están
implicadas en la acción o lucha política de las
masas populares.

Es entre estas distintas filosofía o concepciones


del mundo que Gramsci propone elegir.
La filosofía
Explícita del hombre-masa
que lucha

la filosofía implícita que se


desprende de esa lucha
De hecho, si bien existen ambas, en
contradicción y en pugna,
1) una mira hacia el pasado, en tanto es la
concepción del mundo que se ha heredado sin
querer, y en la cual estamos inmersos
cotidianamente, el sentido común.
2) Mientras que la otra es la filosofía que
subyace implícita en el actuar revolucionario,
que en tanto tal se proyecta siempre hacia el
futuro.
Ya sea que se combata una
determinada hegemonía; ya sea que
se esfuerce por instituir otra distinta.
Todo culmina en la pregunta acerca
de si la filosofía real de cada uno no
está acaso contenida en su política.
Con lo cual quedan indisolublemente
ligadas en el actuar, filosofía y política.

Es en esa praxis colectiva que secreta una


nueva concepción del mundo, en donde se
halla el nexo dialéctico entre teoría y
práctica. O entre los intelectuales y la masa
cuando los intelectuales elaboran
conceptualmente la filosofía que está
implícita en la acción política de los
sectores populares.
El hombre-masa que lucha
genera una filosofía implícita
propia de la práctica

al “intelectual colectivo” le
corresponde hacer explícita,
elaborar y difundir esta filosofía
El contraste entre pensar y actuar, ¿se debe
a la mala fe?

«Este contraste entre el pensar y el actuar, o


sea la coexistencia de dos concepciones del
mundo, una afirmada mediante palabras y la
otra que se explica en el actuar efectivo, no
siempre es debido a mala fe. La mala fe
puede ser una explicación satisfactoria para
algunos individuos tomados aisladamente, o
incluso para grupos más o menos
numerosos…»
• «…pero (la mala fe) no es (una
explicación) satisfactoria cuando el
contraste se verifica en la
manifestación de vida de grandes
masas:
• entonces aquél [contraste] no puede
dejar de ser la expresión de
contrastes más profundos de orden
histórico social.»
O sea que la diferencia entre el pensar y
el actuar supone que se está en
presencia de dos concepciones del
mundo que también se contraponen.
Una hecha explícita por las palabras,
mientras que la otra subyace implícita en
la acción.
La que proviene de la acción ha avanzado
mientras que la otra permanece
detenida.
Esta oposición o contraste entre pensar y
actuar, cuando es aplicado a la acción de
las grandes masas, es “la expresión de
contrastes más profundos de orden
histórico social”.
Es decir, en ese momento, es propio de
una época de transformación social, que
compromete revolucionariamente a las
grandes masas.
Todo lo cual reafirma que este
contraste surge especialmente cuando
se supone que la acción de las grandes
masas está en contra de una
hegemonía que la clase dominante ha
instalado, y porque a través de su
actuar, esta masa pugna por imponer,
a su turno, una nueva hegemonía,
basada en una nueva concepción del
mundo que están generando.
El contraste entre el pensar y el actuar
en un grupo social
«Significa que un grupo social, que
tiene su propia concepción del
mundo, aunque sea embrionaria,
que se manifiesta en la acción, y por
lo tanto a saltos, ocasionalmente, o
sea cuando tal grupo se mueve como
un conjunto orgánico…»
• «…está claro que trabajando prácticamente
en hacer historia, se hace también filosofía
“implícita”, que será “explicita” en cuanto
los filósofos la elaboren coherentemente,»

• Filosofía implícita = cuando las masas


trabajan en hacer historia.
• Filosofía explícita = cuando “post festum” los
filósofos elaboran coherentemente el cambio
de la concepción del mundo que las masas han
producido con su acción práctica.
• «…por razones de sumisión y
subordinación intelectual, ha tomado
una concepción no suya en préstamo de
otro grupo y ésta es la que afirma con
palabras, y ésta es también la que cree
seguir, porque la sigue en "tiempos
normales", o sea cuando la conducta no
es independiente y autónoma, sino
precisamente sometida y subordinada.»
No se puede separar la filosofía de la
política.

• «He ahí pues, que no se puede


separar la filosofía de la política e
incluso se puede mostrar que la
elección y la crítica de una
concepción del mundo es, también
ella, un hecho político.»
En esta nota se evoca la experiencia colectiva
de una clase que, “se mueve como un
conjunto orgánico”.

El contraste entre “actuar” y “pensar”


aparece ahora referido directamente a cómo
el sentido común opera en un determinado
grupo social, cuyo actuar es embrionario.
Cómo al actuar, este grupo actúa contra el
sentido común, o sea, contra las
concepciones del mundo que ha heredado.
Este grupo no tiene aun conciencia de
cuál es la filosofía que se desprende de
su actuar. Solo se le hace visible la
otra, que ha adoptado por
subordinación y que es aquella que ha
asimilado por una imposición
hegemónica.
• «Así, pues, hay que explicar cómo
sucede que en todo tiempo
coexistan muchos sistemas y
corrientes de filosofía, cómo nacen,
cómo se difunden, por qué en la
difusión siguen ciertas líneas de
fractura y ciertas direcciones,
etcétera...»
• «Pero esta elaboración debe y sólo
puede hacerse en el cuadro de la
historia de la filosofía que muestra
qué elaboración ha sufrido el
pensamiento en el curso de los siglos
y qué esfuerzo colectivo ha costado
nuestro actual modo de pensar que
resume y compendia toda esta
historia pasada ….»

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