MEDICINA INTERNA La demencia es un síndrome clínico caracterizado por un deterioro adquirido que afecta a uno o más de un dominio cognitivo que representa un declinar respecto a un nivel previo y que es lo bastante grave como para afectar al funcionamiento personal y social. Además, en la mayoría de los casos se añaden síntomas conductuales y psicológicos. Evaluación del paciente con deterioro cognitivo
Diagnostic and Statistical Manual of
Mental Disorders (DSM-V) El término de transtorno neurocognitivo menor y mayor ha sustituido al de deterioro cognitivo leve (DCL) y demencia, respectivamente. Hablaremos de los aspectos que considera el DSM-V para la evaluación de estos pacientes: diagnóstico de demencia; diagnóstico diferencial (delirium, depresión y DCL); clasificación; síntomas no cognitivos y estadio. Diagnóstico de demencia
La evaluación debe englobarse en una
evaluación geriátrica integral (VGI) que incluya aspectos clínicos funcionales, mentales y sociales. En la vertiente clínica, además de los antecedentes médicos, son importantes los factores de riesgo vascular y los síndromes geriátricos; se revisará la indicación de los fármacos que puedan interferir con la cognición, que a menudo es necesario eliminar. En el apartado mental se indagará sobre el nivel de escolarización, los antecedentes familiares de deterioro cognitivo, los transtornos del sueño o la presencia de semiología ansioso-depresiva. En el apartado social, se debe detectar al cuidador principal, evaluar el entorno familiar y las ayudas que recibe el paciente. Los déficits sensoriales (auditivos y visuales) son especialmente frecuentes. La frecuente anosognosia del paciente obliga a valorar con un informador fiable los aspectos siguientes:
Impacto sobre el funcionamiento global
del paciente. Constituye uno de los pilares diagnósticos. Habitualmente evaluamos la pérdida de la capacidad para desempeñar las actividades instrumentales y una de las más empleadas es la escala de Lawton y Brody. La escala de Lawton y Brody evalúa ocho capacidades instrumentales (teléfono, medicación, compra, cocina, tareas domésticas, lavado de ropa, uso de medios de transporte y asuntos económicos).
No existen test funcionales válidos para
pacientes con deterioro cognitivo.
El deterioro de las actividades debe ser
adquirido y secundario a su afectación cognitiva. Existe una dificultad añadida tanto para los pacientes con un elevado grado funcional premórbido, en los que será necesaria una evaluación de las actividades de la vida diaria, como en aquellos con un déficit adquirido por otro motivo o escasa funcionalidad previa.
Finalmente, la exploración física y neurológica nos
pemite detectar signos extrapiramidales, presentes en determinadas demencias como los cuerpos de Lewy (DLB) o la degeneración corticobasal. Diagnóstico diferencial.
Deterioro cognitivo leve frente a
demencia. En contraste con la demencia, en el DCL el declive de las funciones superiores no causa impacto sobre el funcionamiento global.
El DCL se clasifica en amnésico o no amnésico y
uni- o multi-dominio y puede condicionar el tipo de demencia posterior. Alrededor del 10% de los pacientes con DCL desarrollan demencia anualmente. El DCL-amnésico predispone a una enfermedad de Alzheimer (EA), mientras que el DCL-no amnésico lo hace a otras formas como DLB, vascular o degeneración lobar fontotemporal. Delirium. La afectación de la conciencia, la instauración aguda del proceso, su fluctuación y la presencia de un proceso clínico intercurrente permiten diferenciar esta entidad de la demencia. La relación entre ambas entidades es bidireccional. Así, el delirium es un factor de riego para desarrollar demencia, mientras que esta contribuye a la instauración de un delirium. Clasificación, pruebas complementarias y criterios diagnósticos.
Se clasifican en 3 categorías: demencias
degenerativas priarias, demencias secundarias y demencias mixtas (de etiologí múltiple).
Las pruebas complementarias incluyen
hemograma, bioquímica con hormonas tiroideas, vitamina B y ácido fólico, junto con neuroimagen estructural (tomografía computarizada -TC- o resonancia magnética -RM-). Según el contexto clínico se considerará: serologí luética, Borrelia y contexto virus de inmunodeficiencia humana; tomografía por emisión de positrones con fluorodesoxiglucosa (PET con FDG). Enfermedad de Alzheimer.
La EA representa el 70% de las demencias y su
diagnóstico se fundamenta en los criterios propuestos en 2011 por la Alzheimer’s Association y el NIA (National Institute of Aging) que actualizó los criterios previos. Probable enfermedad de Alzheimer.
Debe cumplir criterios de demencia (DSM-V)
junto con: a) curso insidioso; b) documentación del deterioro por un informdor y c) posibilidad de categorizar con los datos clínicos y la exploración de las siguientes formas de presentación amnésica (clásica EA) o no amnésica. En esta última se incluye la presentación visuoespacial, la afásica o la que cursa con disfunción ejecutiva. Posible enfermedad de Alzheimer.
Cumple criterios de demencia pero, sin
embargo, el curso no es característicamente insidioso y/o existen características de otras demencias como de DV (lesiones en neuroimagen), DBL y/o existen otras enfermedades o fármacos que interfieren con la cognición. Probable o posible enfermedad de Alzheimer con evidencia de proceso fisiopatológico.
Se asocia el uso de bomarcadores qe los enmarca
dentro del ámbito de la investigación.
El uso de radioligandos y biomarcadores ha sido
una revolución y permite comprender la clínica de la EA.
Los ovillos neurofibrilares (proteína tau) y las
placas amiloides (β-amiloide) se acumulan en la fase preclínica (asintomática) años antes de la aparición de los primeros síntomas. A esta etapa, le sigue una sintomática denominada EA prodrómica, con afectación característica de la memoria “hipocámpica” (episódica) sin impacto funcional con biomarcadores positivos.
Aquellos que traducen el depósito del β-amiloide
(descenso de Aβ42 en líquido cefalorraquídeo -LCR- y PET de amiloide) son los primeros en aparecer y posteriormente los de neurodegeneración (atrofi cerebral, aumento de tau y fosto-tau en LCR y disminución de la captación con PET-FDG). La falta de precisión de los biomarcadores y el coste de los radioligandos condiciona un acceso limitado en la práctica clínica diaria.
Meses o años después, evolucionan a EA leve
caracterizada por mayor pérdida de memoria episódica (con impacto funcional), alteración de la denominación y de la memoria demántica. Conforme avanza la enfermedad se afectan las praxias, la función ejecutiva y la asociación visual compleja. Demencia vascular.
Representa el 12,5-27%de las demencias y son
sencudarias a una o varias lesiones vasculares cerebrales de cualquier etiología.
Los criterios más usados son los de
NINDS/AIREN y considera las siguientes entidades: 1.-DV probable. Cuando la demencia se presenta en el contexto de un cuadro focal con evidencia de lesión en la neuroimagen en los tres meses posteriores a un ictus o con deterioro brusco de las funciones superiores o cuando la progresión es escalonada. 2.- DV posible. Cuando no hay imagen confirmatoria o no hay relación temporal ictus- demencia. 3.- DV confirmada. Cuando se dispone de histopatología. Dentro de la DV se distinguen las siguientes entidades:
a) DV multiinfarto (territorio de rterias de calibre
mediano o grande) de inicio agudo y evolución progresiva, los déficits dependen de la localización de los ifartos; b) DV por infarto estratégico, lesiones en infartos en tálamoparamediano, giro angular, rodilla de la cápsula interna, caudado bilateral o territorio profundo de la arteria cerebral anterior. c) DV subcortical, infartos lacunares o lesiones vasculares de la sustancia blanca periventricular y profunda por enfermedad de los vasos pequeños; el curso suele ser progresivo con deterioro mental de tipo frontosubcortical, signos focales, lentitud, alteración de la marcha e incontinencia; d) DV postictus, cualquier tipo de demencia que se desarrolla después de un ictus; e) demencia mixta, se aplica habitualmente a la combinación de EA y DV, aunque puede ser combinada con cualquier otro tipo de demencia y f) DV por lesiones hemorrágicas. Degeneración lobar frontotemporal.
Suele presentarse en menores de 70
años, con una edad media de 58, por lo que son esporádicos los casos diagnosticados en el ámbito de las consultas de geriatría. A nivel celular, las inclusiones que aparecen en el citoplasma neuronal permiten clasificar las distintas formas de DLFT.
Así se encuentran las taupatías, inclusión de
proteínas patológicas hiperfosforiladas (degeneración corticobasal o parálisis spranuclear progresiva); inclusión de proteínas tau-negativas, asociadas al péptido ubicuitina que son la TDP-43 (85% de estos casos) y el FUS (15%). La DLFT tiene diferentes formas clínicas de presentación que pueden asociarse a enfermedad de motoneurona y a parkinsonismo.
Destacams la forma conductual, la demencia
semantica y la afasia progresivano fluyente.
La DLFT variante conductual se caracteriza por
la aparición precoz de alteraciones del comportamiento muy disruptivas, con preservación de la memoria episódica y disfunción ejecutiva. En las pruebas estructurales y funcionales se detectará atrofia de predominio frontal. En la afasia progresiva no fluente la afectación inicial es la denominación con afectación estructural del área perisilviana del lóbulo frontal, mientras que en el caso de la demencia semántica existe dificultad para la comprensión con lesión a nivel de temporal anterior del hemisferio dominante. Evaluación de los síntomas psicológicos y comportamentales.
Son síntomas de alteración de la percepción, del
contenido del pensamiento, del estado de ánimo o de la conducta, que se presentan hasta en un 80% de los pacientes con demencia, condicionan un alto grado de sufrimiento, afectan a la calidad de vida del pacientes y su entorno, favorecen la institucionalización, aumenta los costes e incrementa la mortalidad. Las formas y el momento de aparición de los síntomas conductuales y psicológicos de las demencias con variables según la demencia. En fases iniciales de la EA, es típico el cambio de la personalidad, el síndrome depresivo o la ansiedad en relación con el déficit percibido. No se debe confudir la depresión con la apatía, que es el SCPD más frencuente en la EA. En fases moderadas de EA, aparecen los síntomas psicóticos y los más frecuentes son los delirios, las alucinaciones (menos estructuradas que en la DLB) y os falsos reconocimientos. A nivel conductual, la agitación, la agresividad y el vagabundeo son los que suponen una mayor sobrecarga para el cuidador, así como el riesgo de institucionalización.
En las demencias de predominio subcortical
(parálisis supranuclear progresiva, degeneración costicobasal y algnas formas de DV) son frecuentes la apatía o los síntomas pseudobulbares como risa o llanto espasmódicos. En la DLB, lo más frecuente son las alucinaciones visuales y de carácter vívido, generalmente personas o animales, seguido de la presencia de delirios de perjuicio, bien estructurados o celotipia. L depresión, la apatía o la ansiedad son habituales. En la variante conductual de la DLFT son característicos en su fase inicial los cambios de personalidad, las desinhibición social, pobre enjuiciamiento, impulsividad, apatía o incapacidad para tener motivación. Recomendaciones para el manejo de los SCPD
1.- Abordaje inicial con terapias no
farmacológicas (TNF), por presentar la misma eficacia, pero menos efectos adversos que los fármacos. La formación en el análisis e intervención conductual a cuidadores o personal cualificado cobre los SCPD junto con la musicoterapia con las medidas con myor evidencia. 2.- Si no existe contraindicación o intolerancia, el paciente ha de recibir tratamiento con un inhibidor de la colinesterasa o memantina.
3.- Selección del fármaco. Los antidpresivos son
útiles para el tratamiento de la depresión, la ansiedad, la impulsividad o la actividad sexual inapropiada. Los neurolépticos son empleados en el tratamiento de los síntomas psicóticos, la agitación y la agresividad, así como la ansiedad grave. Deben ser usados con precaución, especialmente en la DLB. En relación con los neurolépticos clásicos, los típicos presentan menor efecto anticolinérgico y sintomatología extrapiramidal asociada y un riesgo de eventos cardiovasculares similar, por lo que son de elección en ancianos. Para la agitación y ansiedad resultan útiles también los fármacos antilépticos (ácido valproico, gabapentina, pregabalina, lamotrigina).
Otros fármacos, como clometiazol o
metilfenidato, también pueden ser eficaces para el insomnio y la apatí, respectivamente. Evaluación de la gravedad del deterioro y progresión.
La mayoría de los pacientes con EA presentan
inicialmente afectación de las actividades avanzadas y progresivamente se limitan las instrumentales y básicas de la vida diaria, seguido del deterioro de funciones motoras, con aparición de transtorno de la marcha, temblor, mioclonías, incontinencia de esfínteres, disfagia y, finalmente, inmovilización del pciente y fallecimiento por una complicación intercurrente como tromboembolismo o infecciones. La evolución es variable, pero no suele prolongarse más allá de 15 años. La DLFT, la DLB y las demencias asociadas a parkinsonismo tienen una evolución similar gravada por la presencia de extrapiramidal. En ocasiones, la evolción de la DLFT se acelerara por coexistenciade un enfermedad de motoneurona. Progresa más rápido que la EA, 8 años de media. La evolución de la DV contical es menos previsible, mientras que la de patrón subcortical muestra un deterioro progresivo similar al de las demencias degenerativas.
La demencia por infarto estratégico acostumbra
a tener un inicio agudo. Algunos síntomas pueden mejorar en los primeros meses y el cuadro residual tiende a permanecer estable. Estrategia terapéutica.
En la DLB, se puede emplear levodopa para el
parkinsonismo. Si es preciso un neuroléptico, se recomienda que sea con baja acción extrapiramidal.
Se recomiendan antidepresivos y neurolépticos
para el tratamiento de la DLFT. No son eficaces los IAchE, ni memantina. Es controvertido cuándo retirar un fármaco “antidemencia”. En fases leves y moderadas, no es recomendable hacerlo por una aparente “ausencia de efecto”.
El beneficio demostrado a largo plazo en la
pendiente de progresión y la prevención sobre la aparición de SCPD justifica mantenerlo. Los programas de actividad física, el entrenamiento cognitivo, los tratamientos psicolócgicos, la aromaterapia, la fototerapia, la rehabilitación y la estimulación cognitiva, la oxigenoterapia hiperbárica combinada con donepezilo, el análisis e intervención estructurada sobre los SCPD, la reminiscencia, la estimulación eléctrica transcutánea, la decisión estructurada sobre opciones de alimentación, la gestión de ubicación del paciente y las unidades de atención especializada han resultado ser medidas beneficiosas. Actualización de la depresión en la persona mayor.
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