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República Bolivariana de Venezuela

Seminario Bíblico a Dios Sea La Gloria

Libros proféticos
Autores: Amable Noguera
Carlos Piñero
Sara González
Gladys Jiménez
Alexandra Venegas
Mayra Cedeño
Que son Libros proféticos
Libros proféticos: Son libros del Antiguo
Testamento cristiano y del Tanaj hebreo
forman un grupo de
escritos bíblicos atribuidos a los profetas,
es decir, a hombres inspirados
por Dios para hablar en su nombre y
transmitir al pueblo sus enseñanzas.
Que son Libros proféticos
En el Cristianismo, se consideran
proféticos a los libros comprendidos
entre Isaías y Malaquías (último
del Antiguo Testamento). El Tanaj hebreo
llama a esta colección Nevi´im
("profetas"), aunque incluye varios libros
considerados por los cristianos como
históricos (Josué, Jueces, I Samuel, II
Samuel, I Reyes y II Reyes), sin incluir al
profeta Daniel.
Origen del nombre
La palabra hebrea es nabí. Se han
propuesto tres teorías para explicarlos:
"Extático", de la raíz hebrea "hervir" (el
"calor" de la revelación convierte al
profeta en un hombre "ardiente");
"Mensajero", de la raíz hebrea "hablar"
(Yahvéh nos "habla" por boca del
profeta); y
"Llamado", de la raíz acadia nabu,
"llamar" (el profeta ha sido llamado o
designado por Dios para transmitir Su
palabra).
Origen del nombre
La versión griega de los LXX nunca
traduce nabu en el sentido de "éxtasis" o
"extático". La traduce como profetes, es
decir, "el que habla en lugar de otro", "el
representante de un tercero", "el vocero".
Es común el error de creer que la
partícula griega pro ("delante") se refiere
aquí a "el que anticipa", "el que dice las
cosas con antelación" (en otras palabras,
"el que ve el futuro"). La acepción
correcta de "profeta", por tanto, según los
LXX; no es "el vidente" sino "el portavoz",
"el mensajero".
Origen histórico
El uso de la palabra "profeta" es muy
antigua en la Biblia. Ya se reputa profeta
a Abraham, pero ese término ha sido
introducido allí en fecha muy posterior a
la composición del libro.
También Moisés ha sido considerado así,
pero es más bien un conductor y un
legislador, un enviado de Dios y un
libertador antes que un profeta.
Origen histórico
En los últimos tiempos de los jueces
aparecen en Canaán ciertas
organizaciones o grupos llamados "Hijos de
los Profetas", que se parecen a los profetas
cananeos. Es a estos hombres a los que los
hebreos comienzan a denominar nabí,
aunque los otros anteriormente apuntados
("visionario", "soñador", "vidente") se siguen
utilizando más o menos indistintamente. Es
importante destacar que nabí no solo se
aplica a los que predican en nombre de
Yahvéh sino también a todos los supuestos
profetas paganos.
Origen histórico
Parece ser que los Hijos de los Profetas
aparecen en tiempos de los Jueces, para
hacerse muy numerosos en la época de
Elías y Eliseo. Aparentan ser hombres
probos y fervorosos, que se agrupan
alrededor de los templos judíos para alertar
a los fieles acerca de los peligros del
paganismo. No sabemos si alguno de los
profetas autores de los libros salió de uno
de estos grupos, pero es incuestionable
que al menos Samuel, Elías y
particularmente Eliseo tuvieron estrechas
relaciones con ellos.
El profeta
El profeta es un hombre llamado
por Dios para que transmita Su palabra a
los demás. Por definición, el profeta no
obtendrá ningún beneficio de su misión
excepto servir a Jehová Dios: de hecho,
muchas veces iba a dar a la cárcel.
Se conjugan en el profeta tres elementos
muy claros: la elección de Dios, la
vocación del profeta mismo y una orden
que amalgama ambas cosas. Es raro
encontrar uno de ellos separado de los
otros dos.
El profeta
El mensaje que el profeta ha recibido rara
vez es para una sola persona: casi siempre
debe ser transmitido a la comunidad en su
conjunto, y se trata de una comunicación
que tendrá efecto aquí y ahora pero
también lejos y en el futuro. Dicho de otro
modo, se trata de una verdad intemporal y
universal. El profeta es enviado a hablar
con sus contemporáneos, pero desde el
momento en que lo que dice está
inspirado por Dios, el mensaje se vuelve
eterno e imperecedero.
El profeta
Una de las características salientes del
profeta es que tiene clara conciencia de
su misión. Este saber de dónde viene su
enseñanza le autoriza a utilizar la
consabida fórmula "Así habla el Señor
Yahvéh", que a los ojos del lego puede
parecer soberbia, pero que implica en
realidad que la verdad de su experiencia
profética demuestra que el que habla es
en verdad Dios a través de la boca del
profeta.
El mensaje del profeta
El mensaje divino llega al profeta de muy
distintos modos: puede ser en una visión,
como en Ezequiel; a través de voces o en
sueños.
El concepto de "visión" debe ser entendido
como "percepción sensible", y no implica
necesariamente una "imagen visual". Lo
que determina el método de recepción
del mensaje parece depender del profeta
y no de Dios: tal vez sus cualidades
naturales o su temperamento personal.
El mensaje del profeta
Así como el modo de recibir el mensaje es
variado, también son muy distintas las
formas en que el profeta lo expresa a los
demás. Suele acompañarse de gestos y
posturas especiales, y puede transmitirse
verbalmente o por escrito. Aunque la
mayoría de los profetas fueron
predicadores callejeros antes que
escritores, muchos pusieron por escrito sus
textos luego de gritarlos al pueblo durante
años, seguramente pensando en
preservarlos en caso de que nadie los
recogiera luego de sus cadáveres.
El mensaje del profeta
Hoy no disponemos de las predicaciones
íntegras de cada profeta:
lamentablemente, nos consta que los
textos de sus libros son solamente
resúmenes. Estas lagunas de contenido y a
veces faltas de contexto tornan a veces
muy difícil la interpretación del sentido
íntegro de ciertos pasajes.
Naturaleza de la profecía
La profecía es un proceso sumamente
complejo que puede resultar muy difícil de
entender para el hombre moderno. Es por
ello que los teólogos han elaborado un
listado de sus características más
importantes para definir y aclarar
exactamente cómo es y cómo opera.
Naturaleza de la profecía
Ningún profeta ha visto la realidad completa. En efecto,
cada uno de ellos sólo dispone de una visión
fragmentaria e insuficiente del plan divino. Esta
verdadera "ley" de la revelación profética determina
que a menudo ni siquiera el mismo profeta sepa lo que
está diciendo, qué le ha sido mostrado ni de qué está
hablando.
El lenguaje profético es simbólico. La profecía es
mostrada y transmitida mediante símbolos o imágenes,
que exigen una trabajosa interpretación. La dificultad
del análisis de los símbolos para traducirlos en conceptos
inteligibles supone un escollo adicional que solo los
hombres justos están en capacidad de sortear.
Naturaleza de la profecía
El profeta sabe hacia dónde va la historia. Aunque no comprenda en
detalle su propia profecía, siempre está en condiciones de predecir el curso
general que seguirá la historia.
El profeta suele contradecir los deseos de la gente. Raras veces las profecías
satisfacen el sentimiento general del pueblo, y por esta razón el ser profeta
es un trabajo difícil y peligroso. Cuando el pueblo duerme en paz ellos tienen
que anunciar la guerra; cuando hay calma el castigo; cuando hay
prosperidad el hambre. Pero ante el hambre, el castigo y la guerra, el
profeta siempre preconiza la futura salvación y la restauración religiosa y
moral.
El profeta se mezcla con el pueblo. Como miembro del pueblo y vocero
de Dios para la gente, el profeta se diferencia de los sabios en el sentido de
que no se limita a predicar in abstracto, sino que debe necesariamente
intervenir en los asuntos de la vida diaria y trabajar sobre el plano de la
realidad concreta.
Clasificación Según sus métodos
Profetas oradores: Los más antiguos, que no
escribían libros sino solamente declamaban ante el
pueblo sus verdades reveladas. Se cuentan entre
ellos Débora y Samuel, que también eran Jueces,
Natán y Gad en tiempos del rey David, Ajías de Siló
durante Salomón, Semelas bajo Roboam, Miqueas
ben Yimlá en época de Ajab y Elías y Eliseo.
Profetas escritores: A partir del siglo VIII a. C.
comienzan a aparecer quienes ponen sus
profecías por escrito. Así tenemos a Amós y Oseas
a Isaías, Miqueas, Nahum, Sofonías, Jeremías y
Habacuc en el de Judá. Durante el Exilio profetizó
Ezequiel al igual que Daniel y al regreso del mismo
Ageo, Zacarías, Malaquías y Joel.
Clasificación Según su tiempo
Primeros profetas
Abraham, Moisés, Josué y Samuel todos ellos
pertenecientes a los libros del antiguo
testamento.
Últimos profetas
Isaías, Jeremías y Ezequiel.
Clasificación Según la extensión del libro
El cristianismo dividió a los profetas en mayores
y menores, clasificación que no se basa en la
importancia relativa de sus profecías sino
sencillamente en la mayor o menor longitud de
los textos.
Profetas mayores
Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel.
Profetas menores
Los profetas menores son Oseas, Joel, Amós,
Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc,
Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías.

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