Você está na página 1de 67

NOCIONES

GENERALES Y PAGO
Se ha dicho que el derecho de
crédito es por su naturaleza,
una relación perecedera, no
vive perpetuamente, su fin es
proporcionar al acreedor una
ventaja patrimonial y,
cuando realiza este fin y
satisface el interés del
acreedor —o, agregamos, cuando
irremediablemente esto no
resulta factible— el vínculo
pierde su razón de ser.
La extinción de la obligación
tiene muy importantes efectos
jurídicos. Respecto del deudor,
importa la recuperación de su
libertad jurídica, "donde
existía la sujeción" y con
relación al acreedor,
desaparece en cuanto tal el
crédito que figuraba en el
activo de su patrimonio, lo que
puede suceder con o sin
recepción de un valor más o
menos equivalente, según sea la
causal por la que dicha
extinción se opere.
Concepto de pago
El art. 725 del Código Civil
derogado decía que
"El pago es el cumplimiento de
la prestación que hace el
objeto de la obligación, ya se
trate de una obligación de
hacer, ya de una obligación de
dar".
Casi igual resulta el texto del
art. 865, CCyCN, que define al
pago como "el cumplimiento de
la prestación que constituye el
objeto de la obligación".
De los propios textos transcriptos
se desprende que el pago no es un
mero medio de extinción de las
obligaciones, ya que importa la
realización del propósito
principal en miras del cual la
obligación se constituyó,
su efecto fundamental, principal y
normal.
Por otra parte, la definición del
Código derogado —en criterio que
no es seguido por la reforma— se
preocupa por destacar que el
concepto abarca a todo tipo de
prestaciones, sean éstas unas
conductas positivas —entregar una
cosa o hacer algo— como negativas
—obligaciones de abstención—.
Pagar es algo tan cotidiano que lo
llevamos a cabo casi
automáticamente en la mayor parte
de las veces; la generalidad de las
acciones que concretamos durante el
día llevan implícito un acto de
cumplimiento de una conducta que,
en el lenguaje corriente,
denominamos genéricamente pago,
con referencia específica a la
entrega de una suma de dinero a
cambio de cualquier otra
prestación o, con desarrollo
creciente en las últimas
décadas, la utilización de
medios electrónicos.
No obstante, cuando analizamos el
vocablo en su sentido técnico-
jurídico argentino, debemos
precisar que la definición que
traía el Código derogado se refería
expresamente a la satisfacción
exacta del comportamiento
comprometido, sea éste de dar,
hacer o no hacer.
De modo tal que, ateniéndonos a la
precisa determinación legal, si
pensamos en la obligación de la
"entrega de una suma de dinero" no
resultaría "pago" en sentido técnico-
legal el "pago" mediante tarjetas de
débito o crédito, o las transferencias
bancarias electrónicas o mediante
cheques, o mediante teléfono móvil o
por Internet.
Por nuestra parte, adelantamos
nuestro criterio en cuanto a que
tales operaciones, que en la
actualidad resultan la enorme mayoría
de las transacciones que realizamos,
pese a su aparente simplicidad, se
encuentran precedidas por un complejo
sistema de hechos y actos jurídicos
fundados,
principalmente, en las figuras
de la cesión de créditos y la
compensación de obligaciones,
temas a los que remitimos en
los capítulos correspondientes
de esta obra.
Postura del Código Civil
y Comercial de la Nación
En el art. 866 con la evidente
intención de dar por superada la
discusión —explicitada en los
Fundamentos—, el CCyCN dispone que
"Las reglas de los actos jurídicos
se aplican al pago, con sujeción a
las disposiciones de este
capítulo".
Requisitos del
pago
A diferencia del Código Civil
derogado que, inmediatamente después
de tratar el concepto, abordaba la
cuestión de los sujetos del pago, el
CCyCN, además de reducir
sustancialmente la cantidad de
artículos que se dedican a este tema,
desarrolla esta importante cuestión
de manera inmediata y sistemática.
En el art. 867, bajo el rótulo
"Objeto del pago" enuncia los
requisitos que debe reunir el
comportamiento para ser
considerado satisfactorio y,
por ende, extintivo de la
obligación.
Esto nos parece plausible, habida
cuenta de que la cuestión atinente
a los sujetos cobra relevancia
recién cuando se aborda la
cuestión de quiénes están
legitimados para efectuar y para
recibir pagos y los efectos del
pago por terceros.
La disposición de la reforma
coincide con la manera que
hemos desarrollado para el
estudio de la cuestión, con
algún matiz que hemos de
precisar en su momento.
El CCyCN establece que el
objeto del pago debe reunir los
requisitos de "identidad,
integridad, puntualidad y
localización", para luego
desglosar el concepto de cada
uno de ellos.
Un poco después, en el art. 876,
requiere que el pago no resulte en
fraude a los acreedores, el 877 exige
que el crédito debe encontrarse
expedito, es decir, no embargado ni
prendado y, en el caso de las
obligaciones de dar cosas ciertas para
constituir derechos reales, el deudor
debe ser propietario de la cosa.
A todos estos requisitos nos
permitiríamos agregar el del
"cumplimiento de los deberes
secundarios de conducta y
colaboración", a los que
aludiremos en su momento.
Identidad de
objeto
El Código Civil derogado trataba el
requisito en los arts. 740 y 741, en
que respectivamente se refería a las
obligaciones de dar —debe
entregarse la misma cosa a cuya
entrega se obligó, no una distinta,
aunque sea de igual o mayor valor— y
hacer —no puede ejecutarse otro hecho
que no sea el de la obligación—.
El art. 868, CCyCN, unifica
ambas hipótesis y se refiere a
la inviabilidad de recibir o
cumplir una prestación distinta
a la debida, cualquiera que sea
su valor.
El art. 868, CCyCN, unifica
ambas hipótesis y se refiere a
la inviabilidad de recibir o
cumplir una prestación distinta
a la debida, cualquiera que sea
su valor.
Como vemos, lo expuesto rige para
ambas partes de forma tal que ni
el deudor puede pretender
unilateralmente desobligarse
cumpliendo una prestación distinta
de la debida, ni el acreedor podrá
ser obligado a recibir en pago la
ejecución de otro hecho.
En esta materia juega el principio de
la buena fe en la ejecución de la
obligación, por lo que no resulta
admisible por abusiva toda pretensión
de rechazar el pago por falta de
identidad, si se trata de variaciones
intrascendentes y de las que no se
deriva ningún perjuicio económico
para el acreedor.
Por ello, la identidad asume
plenitud y mayor vigor cuando se
trata de obligaciones con
prestación determinada en su
individualidad al constituirse la
obligación, tal como lo son las
obligaciones de dar cosas ciertas,
las de hacer y las de no hacer.
En cambio, en las obligaciones
con prestación temporaria y
relativamente indeterminada, el
principio de identidad mantiene
relevancia pero es más flexible
su aplicación.
Así, por ejemplo, en las
obligaciones de género en que rige
la calidad media, no se considera
menoscabado el principio si en la
elección el deudor elige una
calidad ligeramente superior a la
media o si, inversamente el
acreedor elige una calidad algo
inferior a esta última.
Obviamente, nada impide que las
partes de común acuerdo acepten
cancelar la obligación mediante
una prestación diferente a la
prevista inicialmente. Pero en
tal caso, operará otro modo
extintivo distinto del pago,
que es la dación en pago.
Veamos a continuación algunos
supuestos particulares en que no está
presente la identidad del pago:
a) Las obligaciones facultativas, ya
que en ellas del mismo título de la
obligación surge una facultad de
sustitución acordada al deudor, que
le permite pagar con una prestación
distinta a la debida.
b) El pago de una suma de dinero
mediante cheques: el cheque no
es idéntico a la entrega del dinero,
por cuanto en esencia es una orden de
pago impartida a un Banco para que
éste haga entrega del dinero al
acreedor, siempre que existan fondos
en la cuenta del deudor contra la cual
se libró el cheque.
Se ha definido, entonces, como
una cesión de crédito pro
solvendo. Se ha considerado
relevante, a estos efectos, el
riesgo que corre el acreedor
que recibe el cheque en cuanto
a que dichos fondos no fueran
suficientes,
sumando al análisis la situación de
los denominados "cheques
certificados" en los cuales el
banco garantiza la existencia de
fondos suficientes en la cuenta del
librador y afecta durante un lapso
determinado la suma necesaria para
el pago (art. 48, dec.-ley
4776/63).
Pese a la existencia de esa seguridad
de cobro que implica el cheque
certificado, no puede ser equiparado
con el pago en numerario; podría ser
que el acreedor necesitara el efectivo
en el acto o para el día siguiente y,
por razones de organización bancaria,
encontrarse impedido de cobrarlo hasta
después de la fecha en que lo
necesitaba.
Por lo tanto, sería correcto el
rechazo del pago ofrecido mediante
cheque certificado en vez del dinero
efectivo, por no mediar identidad en
el objeto del pago, pero siempre que
de las circunstancias del caso,
resultara que ello obedeciera a
motivos serios y justificados y no a
una actitud abusiva del acreedor.
De todos modos, esta cuestión ha
quedado bastante limitada a las
operaciones exentas del
requerimiento establecido por la
denominada Ley Antievasión 25.345
según la cual todas las que sean
superiores a mil pesos deben ser
efectuadas, bajo pena de nulidad,
con mecanismos bancarios.
c) Tampoco satisfacen el
requisito de identidad del pago
la entrega de títulos de
crédito ni el depósito en
cuenta bancaria de acreedor —
sin contar con el
consentimiento de éste—.
En este último caso, sólo se tendría
por configurado el pago con el
retiro de los fondos por el
acreedor, no resultando idéntico ni
siquiera la acreditación en cuenta,
que no eliminaría los riesgos de
embargos de terceros o dificultades
de la entidad bancaria para entregar
los fondos.
Integridad
El pago debe ser completo, abarcar
todo lo debido, por lo que ni el
deudor puede fraccionar la prestación
para desobligarse sus partes ni el
acreedor puede pretender aceptar sólo
una parte de la deuda postergando el
cobro de la restante, dejando así
subsistente la obligación y las
responsabilidades del deudor por el
saldo impago.
En el Código Civil derogado el
art. 742 establecía que:
"Cuando el acto de la
obligación no autorice los
pagos parciales, no puede el
deudor obligar al acreedor a
que acepte en parte el
cumplimiento de la obligación".
En el CCyCN bajo el rótulo
"Integridad" el art. 869 establece
que "El acreedor no está obligado a
recibir pagos parciales, excepto
disposición legal o convencional en
contrario. Si la obligación es en
parte líquida y en parte ilíquida, el
deudor puede pagar la parte líquida".
Seguidamente, en el art. 870,
trata el caso particular de la
deuda de dar una suma de dinero
—capital— más intereses y
resuelve que "el pago sólo es
íntegro si incluye el capital
más los intereses",
norma que rescata el antecedente
del Código Civil derogado que en los
arts. 776 y 777 se referían al tema de
la imputación del pago, estableciendo
que en los casos en que se debiere
capital más intereses el deudor no
puede, sin consentimiento o recibo
otorgado por el acreedor, imputar el
pago al principal.
El rigor de este principio ha sido
atenuado por la doctrina y
jurisprudencia cuando lo que falta
para completar la totalidad de la
prestación resulta insignificante
ya que en tales condiciones, la
negativa a recibir el pago por
falta de integridad, podría
resultar abusiva.
Asimismo, cabe consignar una
serie de excepciones al
principio de integridad, que
pueden surgir de la voluntad de
las partes y de la ley que se
detallan a continuación.
Por voluntad de las partes
Por aplicación del principio de
autonomía de la voluntad, las
partes pueden acordar la
realización de pagos parciales de
manera expresa —caso de la venta
por mensualidades o cuotas— o
tácita —si resulta del objeto de la
obligación o las circunstancias
especiales de cada caso,
pudiendo citarse como caso
particular el denominado "pago
a mejor fortuna", que podría
dar lugar a que el juez
autorizase el pago por cuotas
proporcionales a la real
capacidad económica del deudor—
Puntualidad
El momento del pago debe
coincidir con el previsto para
su vencimiento según el tipo de
obligación de que se trate.
El art. 750, Código
Civil derogado disponía que:
"El pago debe ser hecho el día
del vencimiento de la
obligación", pero la
determinación de este momento
varía según los diversos
supuestos que pueden presentarse,
por lo que aparece muy
conveniente la discriminación
efectuada por el art. 871,
CCyCN, que expresa que el pago
debe hacerse:
a) si la obligación es de
exigibilidad inmediata, en el
momento de su nacimiento;

b) si hay un plazo determinado,


cierto o incierto, el día de su
vencimiento;
c) si el plazo es tácito, en la
fecha que conforme a los usos y a
la buena fe, debe cumplirse;
d) si el plazo es indeterminado,
en el tiempo que fije el juez, a
solicitud de cualquiera de las
partes, mediante el procedimiento
más breve que prevea la ley
local".
La falta de puntualidad en el pago
de la obligación puede generar la
situación de la denominada Mora
del deudor.
En el Código Civil derogado la
mora del deudor era regulada en la
Parte General de Obligaciones, en
el art. 509 en relación a los
efectos obligacionales.
Los miembros de la Comisión que
elaboró el Anteproyecto de
reforma consideraron que la
regulación de la mora debe
incluirse dentro de la materia
obligacional.
Y por tal motivo, la mora es
tratada en el CCyCN dentro del
capítulo del pago, con
posterioridad a la regulación
del cumplimiento espontáneo
específico.
Desde otra perspectiva, que
compartimos, se critica la
ubicación de su regulación en
el CCyCN, pues se considera que
la mora —en tanto importa el
incumplimiento de la obligación
con relación al tiempo en que
debía ser cumplida—
es un supuesto de
responsabilidad civil, al ser
fuente de la obligación de
resarcir el daño que causa al
acreedor la falta de
cumplimiento oportuno, el daño
moratorio.

Você também pode gostar