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Mensaje de Cuaresma del Santo


Padre Benedicto XVI
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Ôa Cuaresma, que nos lleva a la


celebración de la Santa Pascua, es
para nuestra Iglesia un tiempo
litúrgico muy valioso e importante, y
por este motivo el Santo Padre
Benedicto XVI nos dirige unas
palabras iluminadas en el texto de
Col. 2, 12 para que la vivamos con un
verdadero compromiso cristiano.
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˜l Prefacio I de Cuaresma nos dice:


Ôa i a cl sial, asi a la
raci y la cari a r sa,
i tras ira hacia l c tr
fi itiv c s Es s la asc a
t r a, i t sifica s ca i
rificaci l s írit , ara
t r c ás a a cia l
ist ri la r ci Ê 
 rist ñ r.
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˜sta misma vida ya se nos


transmitió el día del
Bautismo, cuando Dzal
participar de la muerte y
resurrección de Cristodz
comenzó para nosotros el
ser discípulo.
San Pablo, insiste en la comunión con Jesús que se
realiza por este acto. ˜l ec o de que en la mayoría de
los casos el Bautismo se reciba en la infancia pone de
relieve que se trata de un don de Dios:
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radie merece la vida eterna con


sus fuerzas. Ô  

 , que borra el pecado y
permite vivir en la propia
existencia Dzlos mismos
sentimientos que Cristo Jesúsdz
(Flp 2, 5) 
 
al ombre
    .
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El A st l l s til s, r sa
l s ti la tra sf r aci
ti l ar al artici ar la
rt y r s rr cci rist ,
i ica s ta: R  


 Ê Ê Ê    
 

  Ê
  
 
     
 
   Ê    
    ÊÊ Ê  


   Ê    » (Fl 3, 10-11).
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˜l |  , por tanto, no es


un rito del pasado sino Ê


  que
conforma toda la existencia
del bautizado, le da la vida
divina y lo llama a una
conversión sincera, iniciada y
sostenida por la Gracia, que lo
lleve a alcanzar la talla adulta
de Cristo.
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ÿn nexo particular vincula al


|  con la   como
momento favorable para
experimentar la Gracia que salva.
Ôos Padres del Concilio Vaticano II
ex ortaron a todos los Pastores de
la Iglesia a utilizar Dzcon mayor
abundancia los elementos
bautismales propios de la liturgia
cuaresmaldz (Sacrosanctum
Concilium, 1 9).
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Ôa Iglesia asocia la Vigilia Pascual a la celebración del


Bautismo: en este Sacramento se realiza el gran misterio
por el cual el ombre  Ê
, participa de la vida
nueva en Jesucristo Resucitado y recibe el mismo espíritu
de Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos (cf. Rm
8, 11). ˜ste don gratuito debe ser reavivado en esta
celebración.
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ÿna excelente catequesis para


prepararnos a celebrar la
Resurrección del Se or son los
textos evangélicos de los domingos
de Cuaresma.
Son Ê    Ê
 Ê
 

 cristiana en la perspectiva
de recibir el Sacramento del
renacimiento, y para quien está
bautizado, con vistas a nuevos y
decisivos pasos en el seguimiento de
Cristo y en la entrega más plena a él.
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˜l ‘   del
itinerario cuaresmal subraya
nuestra condición en esta
tierra. ˜s una llamada decidida a
recordar que la fe cristiana
implica, siguiendo el ejemplo de
Jesús y en unión con él, una luc a en el cual el diablo
actúa y no se cansa, de tentar al ombre que quiere
acercarse al Se or: Cristo sale victorioso, para abrir
también nuestro corazón a la esperanza y guiarnos a
vencer las seducciones del mal.
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Ôa ‰ 
 Ê   pone
delante de nuestros ojos la gloria de
Cristo, que anticipa la resurrección y
que anuncia la divinización del
ombre. Tomamos consciencia de que
somos llevados, para acoger
nuevamente en Cristo, como ijos en
el Hijo, el don de la gracia de Dios.
˜s la invitación a alejarse del ruido de la vida diaria para
sumergirse en la presencia de Dios: él quiere
transmitirnos una palabra que penetra nuestro espíritu,
donde discierne el bien y el mal y fortalece la voluntad
de seguir al Se or.
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El i l ci
aci i t r s ta a  

Ê Ê  . El
Eva li s i t r la a ca a
s tr s: ¿ cr s l
ij lh r ?
El ila r la c ració s l si q Crist , q i r
a rir stra ira a i t ri r, ara q stra f s a
ca a v z ás r f a y a s r c c r él a
str Salva r. Él il i a las sc ri a s la vi a y
s ll va a vivir c Dzhij la l zdz.
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Cuando, en el quinto domingo, se


proclama la resurrección de
Ôázaro, nos encontramos frente al
misterio último de nuestra
existencia: Dzü   Ê 


 Ê  ... ¿Crees esto?dz. ˜s el
momento de volver a poner toda
la esperanza en Jesús de razaret.
DzSí, Se or, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el
que iba a venir al mundodz. Ôa comunión con Cristo en
esta vida nos prepara a cruzar la frontera de la muerte,
para vivir sin fin en él
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˜l recorrido cuaresmal encuentra su


cumplimiento en el ‰   
Ê, en
particular en la Gran Vigilia de la roc e
Santa: al renovar las promesas
bautismales, reafirmamos que Cristo
es el Se or de nuestra vida, la vida que
Dios nos comunicó cuando renacimos
del agua y del ˜spíritu Santo y
confirmamos de nuevo nuestro firme
compromiso de corresponder a la
acción de la Gracia para ser sus
discípulos.
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˜l sumergirnos en la muerte y resurrección de Cristo


mediante el |  , nos impulsa cada día a liberar
nuestro corazón del peso de las cosas materiales, que
nos empobrece y nos impide estar disponibles y abiertos
a Dios y al prójimo.
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Mediante las prácticas tradicionales


del ayuno, la limosna y la oración,
expresiones del compromiso de
conversión, la Cuaresma educa a vivir
de modo cada vez más radical el amor
de Cristo.
˜l yuno domina nuestro cuerpo. Ôa
limosna, nos invita a tener atención a
los demás y la Oración una
comunicación perfecta con Dios.
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Dejémonos transformar por la


acción del ˜spíritu Santo, como
san Pablo; orientar con decisión
nuestra existencia según la
voluntad de Dios; liberarnos de
nuestro egoísmo, superando el
instinto de dominio sobre los
demás y abriéndonos a la caridad
de Cristo.
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˜s el momento favorable para reconocer nuestra


debilidad, acoger, con una sincera revisión de vida,
la Gracia renovadora del Sacramento de la
Penitencia y caminar con decisión acia Cristo.
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