Você está na página 1de 11
HONORIO DELGADO DE LA CULTURA SUS ARTIFICES — ® AGUILAR, MADRID-1961 * Nix, Romo.: 270450. ‘Dep6str0 uucaL, ML 9516.—1961. © Acumas, 1961, lon derechos Priniod in Spain. Enpreso en Bopada per Vicente Mas, ‘bert Agua 5, Madr 1 LECTURA Y CULTURA 1 beatnrs os ooupasion enracteristicn del hombre modero. Quizé ninguna otra jue mejor del representante de épocas anteriores. La ineorpora- cién de la téenica en las diversas actividades humanas es un hecho peculiar de ma y resulta de la cien- cia plasma el perfil de nuestra vida. La téenica, em- pero, no es quehacer determinado sino para ciertas clases de personas. En eambio, todo sujeto que enear- na propiamente el espiritu de nuestro tiempo practica Ja lectura, sin Ia cual, por Jo demas, no podria con- cobirse In tecnologia moderna, Asi, por Ja misma razén quo para designar a nuestra especie se prefiere 1a ealificacién de homo sapions a la de homo fabor, 1 Esto no significa desconocer que han lo letras y lectores desde hace mu po. Si damos escrito desde hace vei puede imaginarse, est ala ingente suma de datos y argumentos de que se sirve el autor de Der Aufgang der Menschheit. Pero Jo que hoy ya parece muy probable os qu tiene un remoto origen curopeo. Los fen’ nes se reputaba hasta hace poco tiempo inventores del alfabeto, tiende a consi como autores de una reforma prictica del cultura. Aunque Ta del papel barato y des- Ja de Ia impronta han faclitado grandemente el dad Media, época en que 9 en ninguna otra, debemos ol modorno, ufano de la democracia y de la seculariza- cién de las institueiones, olvida ficilmente que gra- ya la Ielesia medievales los monumentos de la literatura pagana se salvaron de la destruceién, hecho decisive para el destino de 1a Hu- manidad y sobre todo para el espiritu de Occidente, En esos tiempos, errénea o tendenciosamente a- eblas, en que el clero afinaba las inaba los corazones con la religién, y el saber, monasterios, abadias y eate- de bibliotecas celosamente forma- cidas, donde se cultivaban las letras, las a | teologia, Siglos an- iades, creacién de la is y- catedralicias mn de los hijos del pueblo, algunas de las cnales sostenfan gratuitamente a los escolares pobres. Tanto las érdenes religiosas como los sefiores, feudales, eran entonces los patrocinadores del desen- volvimiento cultural. Asi, en consorcio vivo, la fe, el lad de hombres selectos, al mismo tiempo que preparaban a las almas para Ia bienaven- turanza y organizaban la sociedad de sa tiempo, bus- caron, reunieror rodujeron con esclarecida pre- veneién los textos de la sabiduri fermento és, los grandes protectores y fomentadores de las bibliotecas, de las ediciones y de la ilustracién fneron los principes y los grandes sefiores. En este movimiento hace época la fundacién de la Biblis iera abierta al ptiblico general. Tal yo sepa, no existe un a miten aprehender, De suerte que el autor desempeiia, 9 su funcién en Ia medida en que logta expresar el elemento original del mundo significative, y el leyente cumple tanto mejor su objetivo cuanto mas se entrega a la intencién expresiva del autor. Ambos realizan faena valiosa si los anima un auténtico amor a la substancia espiritual. Esto no implica tomarlos como entes puramente inteleetuales. Al contrario, es preciso que el uno exeriba con lo mejor de todo su ser, y que el otro so entregue al texto, no sélo con la cabeza, sino con el corazén. Lo importante es que en el primero el amor a Ia substancia espiritual no sea adulterado por Ia vanidad, el interés 0 el énimo tendencioso, y que en el segundo los sentimientos de admiracién ¥ dileccién hacia el autor no le priven de objetividad ni de critica. La relacién de que se trata es, pues, compleja. En ella hay concordaneia y hay diserepancia, lo alt incluso cuando el leyente cree estar de perfecto acuer- do con el autor. Aunque éste es el cujeto doterminan- te, el texto es entendido por aquél do una manera peculiar, salvo que se trate de una exposicién estricta- mente légica, De ahi la multiplicidad de sontidos y la riqueza de sugerencias de las grandes obras literarias, inclufdas las de tema deseriptivo. Montaigne no exa. gera cuando declara : “Yo he lefdo en Tito Livio eien ‘cosas que otros no han leido, Plutarco’ha loido eien mis, que yo no ntender, y acaso haya entre ellas muchas que infecunda es sor recordada textual ia en la intimidad ; despierta nuesteas disposiciones personales y diferencia y configura nuestro ser espi- ritual, da etapa de nuestra vida, por efecto de ancias, de Ia experiencia, y sobre todo del hi que el mismo libro, leido en la tud yen la edad adulta, cause im- y Fepercuta de modo cada vez dis- presion 10 tinto, Al Quijote, por ejemplo, en eada lectura se le encuentra mas jugoso, admirable y aleccionador, més rico en filosofia de la existencia. Otros libros, letdos por segunda vez, suelen provocar reaceién discordan- te y hasta opnesta a la que produjeron primero. Quien no puede sefialar una obra entre las favoritas, que a la primera lectura le dejé indiferente o removid ido su repulsa, y vicoversa? Por alti- mo, hay libros que, a causa de 1a situacién on que son leidos y por obra de determinadas afinidades, hacen época en la vida y egan a influir de modo vo hasta en el porte y el estilo personales. Las obras mas aptas para producir efectos profun- dos son, naturalmente, aquellas en las que la ereacién, artistica jlumina con su misterioso resplandor Ia rea- Tidad suprema de las cosas y revela a ln mirada inte- rior esencias metafisieas © perspectivas insospechadas del orden ideal. Pero hasta en las materias que por su indole pareren més alejadas de este desiderdtum divulgacién cientifiea, por ejemplo—las dotes del escritor aventajado son decisivas para entiquecer Ia mente del hombre deseoso de instruirse, con un eon- junto de ideas precisas, estimulantes y sugoridoras, mientras que las del adocenado apenas si sitven para més que inculearle datos esquemiticos y generaliza- ciones arbitrarias que le inducen a una interpretacién mezquina y falsa de Ia realidad, No sélo tienen origen comin las palabras auto autoridad, sino relacién esencial lo que ellas signi can, En efecto, el autor, especialmente el clegido y mis ain el predilecto, suscita admiracién y fe en el alma del Iector. Estos sentimientos son agente y fuerza de Ia influencia de la lectura, a las veces y ellificante o disgregadora y maléfiea, De ahi sabilidad del escritor y de los editores, enda cuanto més ineulto e ingenuo es quien busea en Ta lectura pabulo para su ilustracién © para sus propensiones, Es uno de los hechos mis WL evidentes—y, por desgracia, mas utilizados—en nues- ‘l poder ilimitado de la palabra impress Ja mayoria de los hombres, east desprovista de defensas contra el extravio. Por 80, hhasta cierto punto, la prensa de Gutenberg no sélo estampa el papel, sino las almas. “Mas lo que aqui interesa no es este yulgar y lamen- table estampado humano, a menudo encubierto y =ncioso, Para concluir el bosquejo de caracterizacion del fenémono esencial y éptimo de Ia lectura, recojo unto importante, que s6lo ha sido sefialado. Que- el escritor cuanto el leyente real spiritual constructiva si Jos anima pura y esclarecida dileccién. Esta, a la vex que representa, dentro de lo posible, eficaz sah guardia opuesta al error y a la desubstanciac mye la fuente mas poderosa de incen- Ta entidad personal y para el ejercicio de la razén y del Gracias a i jan y se afinan las aptitudes de eada bie, acoger y realizar lo genuino del mundo de la cultura, Ademés, hay una especie de wroea entre esta dileceién o amor intelec- tual, que se dirige a lo imperceptible para los sentidos corporales, y el vario conjunto de influencias que condicionan concrotamente la existencia del hombre fen tanto que persona: xeina el espiritu merced al soplo conjuntivo de la vida en acci6n. tivos para el 2, Fun CULTURAL, DE 1A LECTURA a saber! ‘Ante todo, rudicién, pues la verdadera a en una suma considerable de datos. ¥ Ja desmesura en esta direccién Neva a la orgia intelectual, que, como la glotoneria en el campo fisiolégico, produce indigest fora, y no asimi- Jacién saludable. Por otra parte, la cultura no $6 identifiea ni con el saber. Hay gente que lee mucho ‘conseguir ms que agravar los vicios de su espiritu ‘o au falta de espiritu. Y Ia hay que Hega a saber infi Sidad de cosas sin adquirir siquiera mediano diseer- nimiento para las de entidad humana. U ‘malfaheto, penetrado de tradicién fundament cabiduria popular, con vasta experiencia en el ‘Gio concienzudo de sus ocupaciones, puede estar més orca de la alta cultura que el mis enciclopédico. Mientras que en el caso del primero Ta Teyenda y Tas ereeneias vinculan su cer con un muni ten admirable que le permite vivir como adulto # dejar de sentir como nifio, en el del segundo el racio- nnalismo exangtie seca en su alma las fuentes de la feliz ingenuided, de la poesia de Ia vida y de Ia fe en una norma suprema. Lectura que © va real y profundamente nuestro fnimo es aquella capaz de constituirnos en explora: Gores encantados ¥ prudentes del espiritu a través de Ja floresta coberbia de Ios libros reveladores; lectura Vibro, proporcionada y selecta, cuyo mejor fruto es la perfcccién inti Fixaminemos los fundamentos de esta m: leer. Ble de usar precisa definirlo aunque sea con riesgo nos técnicos—, el espfritu es el orden de Girecciones y formas eternas, irreducibles es capaz de le encaminarse hacia ellas, como Is a el Norte, efectivo aunque in- ‘experiencia, constituyen con- posible y poseen legitimi- B iia propias, no relativas a puntos de imperceptibles para los constituyen la materia del sentido; vislum- wr el entendimiento, las Hama- apreciadas y . reciben el nombre de valo- bradas o aleanzadas fo sea la cule ‘eo, repre- jempre mas 0 menos nes, usos ¥ costum= vctura constituye la labranza perso gin veremos—a peruliares riesgos. El ideal prosecucidn es que el alma desenvuelva orga sus mejores disposiciones para remontarse al espiritu y lograr un reflejo lo menos imperfecto posible de la de su orden en Ia singularidad del pro- dual, de 1 y autonomia de temporal y mite tan amplio y vatio de alidades area ino como escenario de in y glo- humano, cuyas obras alimentan ¥ u y jar ideas y valores, pu imporio de una norma fomentadora del preferencia noble, del porte eaballeresco. No ies, cmpefio de onriquecer y ejercitar inicamen- ino de afinar el gusto y fortalecer Ja personalid secreto de Ia realizacién venturosa de empress tan considerable que dura toda la vida, depende tan- to de la ot en ol esfuerzo cuanto del acierto fon Ia graduacién de los medios efectivos. Para lo fltimo se requiere una orientaciin docta, ‘escuela previa, y un criterio ‘dad personal. Giertamente, lo eseneial ho es wna muchedumbre extraordinaria de dones, sino ia de los mismos; pues, conforme fe, “el més modesto de los hombres wre que se mueva dentro de y de sus habilidades”. propia er y al gusto de eada eual, eon dda de un via . Ars Longe, ‘en su Tinea. Los einones abi ileseos, pero el éxito de la opeién depended debe sor Ia Jectura con a sindptiea la de valores rica ¥ y profunda de Ia aficiones muy lancia correctiva Tectura frente a los jere el cardctor de exi- determinadas, es necesaria |. Hay 18 gencia cultural de primer orden, y su inobsérvancia acarrea estrecher de criterio y adulteracién de Ta La Tos asuntos ‘en que tiene importancia la opini6n, Ta doctrina, la ideologia, el punto de 6 de partido; asuntos controyertibles en que cada autor, sobrevalorando el aleance de las ideas que pro- pugna, deforma por completo la realidad 0, en el mejor de los casos, ve mis o menos bien un aspecto de las cosas, pero es Iamentablemente ciego para otros laspectos, acavo los esenciales. En definitiva, el desi- deritum, diffeil de alcanzar, es la vi ‘mengaa de la realidad singular wo del concreto deber inmediato. 3. Ex yeeron avronmnacto El ejereicio de 1a lectara malograrse de varias mancras algunas indicadlas. Pero { fal lector autodidacto, que se instenye por propia ini- ciativa y sin mas guia que Ia misma lectura, A éste ndo se dedica a los in, no por provecho jiletto. Kise término, Jos aficionados a wialista puro y del téenico sin don » puede superar por la ampl Jitu, asi como por la eapaci én. con la ¥i 16 te una persona con sélida preparacién sistemitica, que estudia con aficién y habilidad esclarocid ‘Tal no es el caso del lector autodidacto amenazado de los extravios anexos a la improvis pues éste cae dentro del concepto negative del di tantismo, el cual corresponde a quien dispersa su energia on curiosear superficialmente todo o se entu- Siasma con cortientes de pensamicatos a 1a moda, sin ¥ para repetir Io ajeno como propio, afanoso de des jumbrar a los demés; Io cual consigue ciertamente si ge contenta con un puiblico de simples. No conte- niiendo su alma nada genuino, al reflejar lo que reci- he, a menudo lo deforma y desvirtia. Es frecuente ‘que confundan las generalizaciones arbitrarias con Ia el desorden de Ia imaginacién con el arte, jcién absurda eon la filosotia, y las con la religiosidad. Ya de la sabiduria contrahecha ‘como anexo a la palabra escrita, Cuenta en el Fedro fl mito dol invento de 1a eseritura, atribuyéndosclo fal dios egipeio Teuth, y pone estas palabras en boca del rey Thamus, impngnador del dios: “Lo que das Ciencia en si, pues cuando hayan aprendido muchas cosas sin maestros ereerin ser muy sabios, no pasando ide ignorantos ante 1a mayor parte de las gontes y por joportables en el trato de Ia vida.” on la falta de escuela, sino en una lsana, con los defectos del dilettantis- mo, que ofrece al estadiante, en un mosaico de Giones, el comienzo desordenado de muchas co=a5, ‘el ahonde en Ja correlacién ¥ jerarquia de los valores de 1a cultura y sin el ajuste de éstos al alma del edue cando. puede formularse asi: todo lector es en cierto modo autodidacto, 7 Como tal disfruta de la libertad de escoger sus lecturas. Pero micntras que unos gozan de este privilegio de manera primitiva, olvidando que “nunca Ibo in), otros lo ejercitan después de ‘hertades ands altas y mas ardu Ja de dominar los impulsos ciegos de la propia nal ralesa y la de optar entre muchas posibilidades va- Tiosas sogin eriterio maduro. Para perfeccionarse no pactan Ta simple antonomia de accidn extorior mi los ‘ desoos y Jo que hoy Taman “afin de supera- ‘pues todo esto, sin norte, es sélo libertad para y dospofindero de la ambicién. Ast, adquivi cultura es impresei pia del dominio de uno mismo y 1s del entendimiento Frente a las ideas, libertad para porsogair no deter minado bien, sino el bien. Y tales formas de antono- via co adquieren a fucrza de Inces, ejemplaridad y “recoiény es decir, de discipulado previo, Para ser uot y sefior de sus pasos, es preciso aprender antes ofuninar y a conocer Jos caminos. Toda autonomia te hija de la heteronomia, y toda mestria supone Sprendizaje obedionte, caya atiésfera Splime¢ smuclla en que reinan Ta Tealtad, el respeto condi STpnen tono, atméstera al calor de la cual se despl ga, 20 afiria y florece el alma juvenil, avida de ool Fer "Gon la incitaciin y la advertencia y el método, ¢l iaflujo ennoblecedor de Ia autoridad docente, jante clase de aprendizaje comienza en el ho- fonde se recibe 10 que constituye el fondo gra- disposiciones hereditarias, las tradiciones ‘obre el cual toda educacién ulterior rreialmente, en el mejor de los casos jgurando To que ese fondo tiene jui la depondencia es respecto de padres. En los establecimientos de ensefianza son Tnaestros quienes encarnan la autoridad, En estos > los institutos de cultura, es oporty 10 que hace cerca de un siglo formul rebelde Nietzsche, acerea d Respecto al primero, se expresa as la filoso jos valores: “Existe ahora casi en ‘tes un nitmero tan exagerado de insti 14 elevada que requieren sin cesar smente mis profesores de los que pudiera produeir uso ricamente dotado; y asi ingresa en ‘atablecimientos un exceso de jévenes sin voca poco determinan el espiritu al predomi Hi gaudet.” jono de la disciplina, Nietzsche. “Bn aquella edad cuyas ex- numérico y al as y hasta entonces conservaclas.” “Y su per- y su carencia de un guia para ou edueacién ‘un estado interior « otro: duda, exalta- de esperanza, desaliento. Todo fara alla, indicando que en su firma yagado las estrellas con las que podia de aquella famosa autonomia, de mica, reflejada en las almas \das de cultura, frente a las deracién aquellas naturalezas 19 mis toscas y deseuidadas que se complacen en su li- bertad en sentido bérbaro... ;Quién ha incitado a la independencia en una edad en que se manifiesta el rendimiento a grandes guias y se sigue entusiasta el sendero del maestro como s¢ obedece a las nece: , con la diseiplina, con la cia, con la subordinaci sujecin” * 4, SoLEDaD ¥ com ‘No puedo singular di trafia 1a Jeots cisamente, tres Jes relatives al no educativa y el valor de la expe letras. Pero permitazeme aclarar antes, com apenas he meni Je 1a leotura jena a las snguaje constitaye el dominio en que coir Ja Iectura con Ja cultura, El mundo de las signi ciones es como la imagen de Jano: con dos caras, tuna espiritual y otra verbal; Ja primera, asequible y expresable vinicamente a través de Ia segunda. El adclantamiento en materia intelectual requiere 1a perfeccién en el orden de la palabra, y viceversa, relacién reciproca que ya Abelardo expresé clara- mente en su célebre ia: Sermo generatur ab intellectu et generat intellectum. No es posible ni siquiera una mediocre preparacién para formar la con ayuda de las letras sin conocer los secretos en que te lec, Mas atin: para Hogar a leer metédica, a fondo, incluso con la “Ueber die t unsever Bile versal—griega, latina, oriental ye Aunque me refiero especialmente a la lectura que wenténeo; tampoco se me oculta que incluso el hom- cultivado y amigo de la lectura excelente, a me- udo se complace en Ia literatura ligera. Esto 0s ficado, pues la lectura no constituye ir a diversos propé- inclinaciones, entre los cuales esté ol formativo, 14 el mas noble, pero también el que requie- ‘or esfuerzo y determinadas aptitudes. otra parte, tan absurdo y ridicule como preten- e Ia lectura deba ser siempre edue: yropugnar que con sélo las letras s me el hombre, La lectura no reemplaza de ica que se adquie- jue nos rodea, y, por intermedi de impalpable del espiritu. Donde el con el hombre o con totalidades ¢ importantes son los contactos y las situaciones que nos ofrece el escenario de la naturaleza y cl drama de ventos, tanto mis se enriquoce ¥ previe- le leccién de . Lo mismo que el trabajo y Ia conversaci ia religiosa, los actos morales, las imps siones estéticas, Ie amistad, y tantas otras formas y empresas de vida es letras, eon- tribuyen al esclarecimiento de la existencia y « la edueacisn de si .y ademis ofrecen oportunida- des y materia a la aplicacién de los frutos de 1a lectu- mo a poner a prueba los quilates de nuestra Ahora lego al tema final de mi diseurso + soledad y compatifa del lector. La lectura puede hacerse de manera colectiva, en vor alta. A menudo se realiza entre dos personas, una de las cuales escucha. La practican sobre todo los estudiantes y los aficionados a las novelas y a la poe- sia, En general, no es Ja forma mis Ja mis apropiada para la comprensién orientadora. Fsta encuentra condiciones ideales en la soledad y el silencio. EL hombre | con ell ri lento y al eapricho de su sonsiblidad, detenidadose jendo 1a Iectura cuando lo pide su gusto, la 1d de evocar otros pasajes, de resolver una tad o de entregarse a Ia roflexién ahincada 0 a la verdadera lectara mot encantadoras. exa a esta forma de lectura es una 1 al contorno fisico, no al mundo tras inmareesibles. Pues mer- mos evocar a los espiritus que se nos antoje y jes el mejor de los regalos: podemos buscar y rear las gracias de éste, elegir los primores de , complacernos una y mas veres con la idea \dora y ya entrevista 0 sorprendente del otro de que en un mo- otra manera podrfamos ni sino de adentrarnos en el mismo penetral Y esto no es todo. La magia de 1a tanto Jo que Iucubran los auto- to To que eoncibieron los pensadores toilos los tiempos. Destle este punto de nos da acceso el conocimiento xt los grandes cliisicos en cada orden de ala tentacién vulgar, favor de los libros mediocres y wedra Fajardo: “La impre "pues es mucha Ia falsz mor in. En todos los tiempos, los sensacién y se difunden copiosa- 1s, Los catalogos de la produc: siglo, quizd logra sobrevivir 23 de un afio, Y ‘unos pocos de cada siglo pasan a formar parte del tesoro defi- nitivo de Tas letras humanas. Por eo Schopenhauer, lector sagaz y malhumorado, quien repetia que los eecritores para tontos tienen blico numeroso, preconiza * Kunst, nicht su lesen), tomar en las manos las umo colo de toda la produceién muni bres vivos, y st freem dispucstas, suele incitar a la mismntropia, en cambio si erde en muestra In Iumbre de la eultura— nos brinds Ia més exquisita de las sociedades, los amigos més leales e ilustres, Ia compatia de aquellos personajes que después de muertos son capaces de ‘eomunicarnos vida. Y por mediacién de tales repre- sentantes de Ja human Ja de todos los tiempos, ‘a nuestro ser presente Ia profundidad histériea de lo el horizonte poblado de las existencias que forma la earavana presurosa e infinita de 1a humanidad entera. I LA CULTURA Y LA CIENCIA 1. Espncta ¥ ASPECTOS DE LA CULTURA por ra, asi en forma de sefiorio de la en servicio de la sociedad y perfe frute personal, La cultura entra s complementarias, ‘mis sencilla para

Você também pode gostar