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Editorial Universidad de Antioquia Guerras civiles Introduccién al problema de su justificacion Vilma Liliana Franco Restrepo nstituto ilosofia Universidad de Antioquia Otraparte Vilma Liliana Franco Restrepo Guerras civiles. Introducci6n al problema de su justificaci6n Otraparte Instituto de Filosofia Universidad de Antioquia Editorial Universidad de Antioquia Coleccién Otraparte © Vilma Liliana Franco Restrepo © Instituto de Filosofia Universidad de Antioquia © Editorial Universidad de Antioquia ISBN: 978-958-7 14-203-7 Primera edicién: noviembre de 2008 Diseiio de cubierta: Marcela Mejia Escobar Corteccién de texto ¢ indizacion: Juan Fernando Sal Diagramacién: Marcela Mejia Escobar Coordinaci6n editorial: Larissa Molano Osorio Impresion y terminacion: Imprenta Universidad de Antioquia aga Restrepo Impreso y hecho en Colombia / Printed and made in Colombia Prohibida la reproduccién total o parcial, por cualquier medio 0 con cualquier proposito, sin autorizacién escrita de la Editorial Universidad de Antioquia Instituto de Filosofia ‘Teléfono: (574) 219 56 85. Telela: filodir@quimbay Pagina web: http:/institutodefilosofia.ndea.edu.co Apartado 1226. Medellin. Colombia (574) 219 56 81 udeacedu.co am Editorial Universidad de Antioquia “Teléfono: (574) 219 50 10, Telefax: (574) 219 50 12 E:mail: mereadeo@editorialudea.com ‘igina web: htip://editorial dea.edu.co Apartado 1226, Medellin. Colombia Imprenta Universidad de Antioquia Teléfono: (574) 219 55 30. 'Telefa’ 74) 219 53 32 El contenido de la obra corresponde al derecho de expresin del autor y no compromete el pensamiento institucional de la Universidad de Antioquia ni desata su responsabilidad frente a terceros. El autor asume la responsabilidad por los derechos de autor y conexos contenidos en la obra, ast como por la eventual informacion sensible publicada en ella. Franco Restrepo, Vilma Liliana Guerras civiles : introduccién al problema de su justificacién / Vilma Liliana Franco Restrepo. ~ Medellin : Editorial Universidad de Antioquia, 2008. 218 p.; 21 cm. -- (Otraparte) ISBN 978-958-714-203-7 1. Guerra civil - Historia 2. Revolucione: 3. Resistencia civil L. Tit. II. Serie. 805.64 ed 21 ed, 1189923 Historia CEP-Banco de la Republica-Biblioteca Luis Angel Arango: x Principio de justicia o legitimacién racional de la iniciacién de la guerra civil La critica de la iusta caUsA ssessesssseesseseeseees 3. Proscripcién normativa y causa justa de Ta guerra Civil .....ssseusesssssssesssseseennesnees Proscripcién estatal de la guerra civil siganneen Hobbes: contra el derecho de rebelion.. Proscripcion de la guerra civil segiin la raz6n de Estado La insta causa de la guerra civil Tomas de Aquino: contra la tiranfa.. vil Vattel: derecho de resistencia y guerra COMO LtIMO TECUTSO. se ieeeeeeereetieeesetennees La opresion estatal como fuente de tusta causa belli... Dos caras de la opresién: represion y exclusion. Posibles respuestas a la opresion...... Vida biolégica y vida buena. Epilogo Legitimacién como necesidad politica ¢ ‘usta causa Derecho de rebelién como respuesta ala opresion manifiesta . Bibliografia Indice onomastico Indice analitico ..... 95 96 97 100 108 108 111 7 120 182 140 147 153 158 165 175 177 Agradecimientos ompartiendo con Michael Walzer aquello de que los reco- Cree son parte de la justicia distributiva, porque es la forma como pagamos nuestras deudas intelectuales, quiero dejar constancia de mi especial gratitud con Max Yuri Gil, por- que alrededor de un café se nos ocurrié pensar que éste podria ante para polemizar con el fraudulento ser un problema intere -on Francisco Cortés Rod pacifismo: porque interpelé la cla- boracién de este texto; con William Freddy Pérez, por su lectura siempre responsable y sus imprescindibles comentarios al primer capitulo; con José Olimpo Suarez y Eduardo Pizarro Leongomez, por su valoracion de una versi6n preliminar este trabajo, Copyrighted material image not available image not available xv no violenta, definida por Mahatma Gandhi como la edificacion de “una pared viviente de hombres y mujeres” que irrumpen entre las partes enfrentadas, sin otra arma que ellos mismos.* Este problema de los medios alternativos a la guerra ha sido defen- dido a partir de la invocacién de ejemplos como la campaiia de Gandhi contra el Imperio britanico, o la lucha de Martin Luther King por los derechos civiles para los afroamericanos. Sin embargo, la postura pacifista ha sido criticada por su renuncia a la posibilidad de defensa; por su excesivo idealismo frente a la eliminaci6n definitiva de la guerra; porque falla en la proteccién de la vida cuando renuncia al uso de los medios eficaces pa que conduce a la negacién absoluta de cualquier posibilidad de regulacién: por su subordinaci6n incondicionada respecto a la ra hacerlo; por la disociacién entre moral y guerra, paz, independientemente de su cualidad, y por la insuficiencia de las estrategias no violentas para lograr sus objetivos en todo lugar y bajo cualquier circunstancia.’ Estas criticas resultan razo- nables, pero lo crucial de esta corriente es que su. condena radical a la violencia y su disociacién entre moral y guerra clausura, de manera muy prematura, la discusion sobre el problema de la justificacion de la guert FI realismo, por su parte, de a. nde la idependencia entre la moral y la politica, y ha sido v sto, segtin la caracterizacién propuesta por Anthony Joseph Coates,° como una reaccion con- tra la tendencia a aplicar normas morales a dominios politicos, 4 Véanse José Antonio Reyna, Gandhi y la noviolencia, Caracas, Monte Avila, 1991: Jean Marie Muller, Gandhi, la sabidurfa de la no-violencia, Bilbao, Desclée de Brauwer, 1995. 5 Para Michael Walzer, el éxito de tales medios alternativos depende de los escriipulos de aquellos a quienes resiste y de otras circunstancias contex- plo, la campaiia de Gandhi conté con el debilitamiento del Imperio inglés en la guerra, En el mismo sentido, Hannah Arendt reconoce timidamente que tal vez dicha campaiia habria corrido una suerte diferente si se hubiese enfrentado a otro imperio. Michael Walzer, Gnerras justas ¢ injustas: un razonamiento moral con ejemplos historicos, Barcelona, Paidés Ibérica, 2001; Hannah Arendt, Crisis de la repiblica, Madrid, Taurus, 1998, pp- 109-200. 6 A.J. Coates, The Ethies of War, Op. cit., pp. 17-39. image not available image not available image not available xix de Aquino se anticipa extraordinariamente." El aquinate afirma que, pese a ser la sedicién un pecado principal, esta justificada contra la tiranfa, porque ésta va contra el bien comin y a favor del interés particular del tirano. En otro extremo de la linea del tiempo, en el siglo xx, el recurso a la guerra civil o insurreccién armada fue justificada, en particular dentro de las vertientes politicas que bebieron del marxismo, como un medio legitimo para disputar el poder politico de las clases dominantes, como una ne idad y fatalidad que implicaba sacrificios, en procura de un ideal de sociedad y justicia."® La objecion radical a la guerra como medio de transformac! de la correlacién de fuerzas que condensa el Estado ha tenido igualmente sus exponentes. Algunas impugnaciones comparten, con la critica a la guerra en general, el pesar por el costo en n vidas humanas, pero también sefialan que el cambio dentro del Estado, a diferencia del orden internacional, se puede llevar a cabo mediante los mecanismos legales que han servido para es- tabilizar y cohesionar el orden politico. Incluso un realista como Morgenthau estima que, a través de la pacifica competencia parlamentaria y la definicién del vencedor mediante el voto de la mayoria. es posible transformar el statu quo, sin interrumpir la continuidad del proceso legal y sin poner en peligro la paz y el orden de la sociedad."” ‘Tras advertir la recurrencia a la violencia como instrumento evolucionario”, Arendt también desarrolla una extensa po- lémica sobre el recurso de la fuerza al interior del Estado con fines liberadoresy se hace a argumentos para subrayar el cardcter no creativo de aquella.'’ Plantea un debate con George Sorel, 15 ‘Tomas de Aquino, Suma teolégica, traducido por Hilario Abad de Aparicio, Madrid, Moya y Plaza. 1882, parte 1, u, cuestion 42. 16 Véase, en particular, A. Neuberg, La inswnveccién armada, Buenos Aires, La Rosa Blindada, 1972: Vladimir Iich Lenin, Estado y la revolucién, Rusia, Progreso, 197 WW Hy 18 La critica arendtiana a la violencia, enmarcada dentro del debate con aquella tradicién politica que ha entendido el problema del poder como «Morgenthau, La lucha por el poder y por la paz. Op. cit. image not available image not available image not available xxii principio de la causa justa, no obstante su funcién y potencial regulatorio, alberga como riesgo la probabilidad de conducir a la criminalizacién del enemigo. El capitulo 3 tiene como objetivo analizar tanto la proscrip- cién como la justificacion de la guerra civil. Para el examen de la primera se propone observar la distincién hobbesiana entre el derecho de resistencia y el derecho de rebelién, como caso representativo que permite identificar el nticleo de la prohibicién de la guerra civil en el marco de la fundamentaci6n del Estado moderno. A partir de alli, se formula un anilisis sobre la naturaleza de la pros se esbozan algunas ideas que pretenden disentir de una defensa acérrima e incondicional del Estado. ipci6n moderna de los conflictos internos, al tiempo que Por otra parte, para examinar el problema de la justificacion normativa mas en especifico, se empieza por rastrearlo en las doc- trinas de Aquinoy Vattel, porque ambos admiten Ia posibilidad de configurar una iusta causa belli al interior del cuerpo politico. Por ultimo, y a partir de | do doctrinario, se esboza una reflexién sobre el problema de la opresién politico-estatal y social como fuente de causa belli. Para ello se propone un concepto compren claves que ofrece dicho recorri- 10 de opresion, a partir del cual se examina en breve la respuesta violenta y se razona sobre la disyuntiva entre el derecho a la vida y otros derechos en el marco de situaciones opresivas y en el momento de decidir alzarse en armas contra el Estado soberano o una fraccién de ciudadanos. En este tiltimo capitulo se sostiene que la proscripcidn de la guerra civil desde la perspectiva de la soberania responde funda mentalmente a la raz6n de Fstade que el bien del Estado no puede primar a costa del bienestar y la libertad de los ciudadanos con- siderados en sus niiltiples determinaciones y por tiltimo, que la opresi6n estatal y social activa el derecho de rebelién como tiltimo recurso ¢ investido de fines politicos, en un contexto en que esta puesto en juego un modo de existencia considerado valioso. EI discurso que se construye a lo largo de estos tres tiene un caracter deontolégico. Es una reflexién filoséfica sobre pitulos: image not available image not available image not available Del concepto de guerra civil | 3 la estructura y especificidad de la guerra civil. En otras palabras, este autor sostiene que no se puede identificar si hay grandes gru- pos enfrentados, si existe o no un equilibrio de fuerzas, si una de las partes tiene caracter regular y vinculo con el gobierno, como tampoco las nuevas motivaciones de los combatientes 0 las nuevas funciones de tales guerras respecto del Estado. En el pretendido caracter étnico, religioso 0 econdmico de los mévyiles de los conflictos no internacionales contemporancos, también Jorge Giraldo Ramirez encuentra razones para conside- rar la obsolescencia de lo que denomina una “concepcin estado- ntrica” de la guerra civil. Desde su punto de vista, y siguiendo muy de cerca a Waldmamn, “lo que tal tipo de asuntos evidencian es que no siempre est4 en juego la usurpacién o construccién del Estado, En consecuencia, arguye que la guerra civil: 1. No es sdlo escisién del E: ado, sino una “[...] ruptura de la sociedad, como fragmentacién de lo que parecia o pretendia ser una comunidad de intereses autorrepresentada y recono- cida como tal por terceros”. 2. No necesariamente supone la existencia de un bando estatal participando del enfrentamiento, sino que puede tener lugar entre partes no estatales. Respecto al segundo asunto, en las ciencias sociales se ha intentado construir cl concepto de guerra civil a partir del esti blecimiento de diferenciaciones con las guerras internacionales, como siguiendo superficialmente la distincién clasica de la filo- soffa politica entre guerra y sedicién, o entre guerra y discordia.’ guerra ptiblica y privada 10 Ibid. 3 Jorge Giraldo Ramirez, El rastrv de Cain: guerra, pazy guerta civil, Bogota, Foro Nacional por Colombia, Escuela Nacional Sindical, la Ciudadanfa, 2001, p. 202. Véase T. de Aquino, Suma tealdgica, Op. cit., parte 1, 1, cuestion 42. » Reus, 1925, poracién Viva Véase Hugo Grocio, Del derecho de la guerra y de la paz, Es libro 1, ap.’ 6 Véase Jean-Jacques Rousseau, *Principios del derecho de la guerra’, tradu- cido por José Rubio-Carracedo, Contrastes: Revista internacional de filosofia, Espania, Universidad de Malaga, 1997, vol. 2, pp. 355-381 image not available image not available image not available Del concepto de guerra civil | 7 poder politico: y 2) su desenyolvimiento conlleva la disolucion de la unidad politica, se trate de la polis griega, la civitas romana, la res publica christiana 0 el Estado modemo. dores latinos Alimentada de los desarrollos logrados por pen la doctrina de Agustin de Hipona ofrece, en los primeros siglos de la era cristiana, una aproximacién al concepto de guerra civil. algunos de cuyos aspectos han permanecido como parte del mi- cleo fundamental del concepto, a pesar de su evolucién. Desde su perspectiva, ella es sangre derramada entre conciudadanos, que lleva a la disolucion de la unidad politica." En toda referencia que el obispo de Hipona hace de las guerras civiles de la Roma precristiana, resalta tanto la crueldad de éstas como su papel en el debilitamiento de la concordiay la ruina de la civilas.!" Retomando la concepcién ciceroniana de populus, lo que para el hiponense trac consigo el derramamiento de sangre entre hermanos no es la destruccién de una horda de gente, sino de una asociacion de seres racionales basada en un consenso juridico —que presupone justicia— y en la comunidad de intereses, una asociacién unida en la concordia.'* E] rompimiento del lazo cohesivo, la concors commu- nio, es el quebrantamiento de la paz terrena —entendida ésta como equilibrio y “sosiego natural 0 tranquilidad del orden"—." es de- cir, el trastorno de la disposicién de las cosas iguales y desiguales segiin la naturaleza por voluntad divina y, primordialmente, el strocamiento de la obediencia debida a la autoridad.'* En la alta Edad Media, es 1 wr om s de Aquino quien, en mayor medida, dimensiona el problema de la guerra civil, partiendo de la sedicién como concepto substituto que niega el estatus de guerra a 14 Agustin de Hipona, La ciudad de Dios, México, Pornia, 1998, libro 1, cap. 25. 15 Bbid., libros uy wi. 16 Thid., libro xix, cap. 21 y 24: libro m, cap. 21. Ibid., libro six, cap. 12 y 13. 18 ‘Tal como loargumenta Miguel Angel Rossi, en Agustin la paz esta vinculada Miguel Angel Rossi, “Agustin: el pensador politico”, en: Atilio A. Borén, comp.. La filosofia politica cldsica: de la Antigitedad al Renacimiento, Buenos Aires, Clacso, Eudeba, 1999, pp. 181-157 image not available image not available image not available Del concepto de guerra civil | 11 idea de la centralizacién del poder politico empieza a encontrar realiz cién, primero en las ciudades como principados auténomos, y posteriormente en las monarquias absolutistas, la idea del sobe- rano como parte posible en conflicto adquiere sustantividad. El quebranto que la guerra civil supone para la sociedad politica (en cuanto unidad) tiende a adquirir nuevas connota- ciones en los albores de la Modernidad. En términos histéricos, el cuerpo politico en riesgo con ocasién de guerras civiles no es ni la ciudad-estado helénica, ni la comunidad universal del imperio romano, ni las asociaciones de pueblos de naturaleza teocrdtica articuladas en el orden Iglesia-imperio, sino un E: centralizado, unificado y laico. Asi mismo, en términos tedricos, la unidad politica concebida que se expone al rompimiento por tado cau a de dichas pugnas no es ni la communitas perfecia et sibi suffi- ciens, ni la cévitas terrena, sino el Estado soberano. La significacién de la guerra civil tiende a adquirir mayor dramatismo en la fundamentacién del orden politico moderno, en la medida en que se afianza el concepto de soberania, pues una connotacién adquiere el fraccionamiento de wna comunidad politica, en el que no hay un depositario tinico de todo el poder ptiblico y donde prevalece la dualidad rex y regnum.2? entendida como dos Ijetos politicos separados, ningumo de los cuales pre- valece sobre cl otro; y otra significacién aleanza el rompimiento de un ordenamiento polftico en el que se concibe la concentra- cién de poder y la centralizacién de la autoridad politica, es decir, donde la suprema potestas ejerce el monopolio de los derechos de soberania y no depende de ningtin poder superior ni tiene restricciones extrapoliticas de tipo eclesidstico 0 moral. En el periodo que va de la disolucién de la res publica christia- na al eshozo del Estado moderno, es en las doctrinas de Bodin, Hobbesy Vattel,"! donde puede apreciarse tanto la amplificacién 29 Enesa dualida considerados originatios. 30 V 381 Por supuesto, otras doctrinas se ocuparfan del tema, pero por cuestiones de acotacién la atenci6n se focaliza en estos tres autores. , tanto el derecho del rey como el derecho del pueblo son se G. Jellinek, Teoria general del Estado, Op. cit image not available image not available image not available Del concepto de guerra civil | 15 cuando las facciones enfrentadas entre si atentan, no contra la unidad del Estado, sino contra seiores, ciudades 0 provincias que estén sometidas a su dominio. Para ello, el soberano puede wasiOn, la amonestacion, dar adoptar como mecanismos la pers! Arbitros aceptables por las partes o hacer uso de la fuerza para conjurar la sedicion o la guerra civil. Sin embargo, dependiendo de dénde resida la soberanfa, es decir, segtin sea la forma del Estado, la guerra civil puede constituirse en una situacién en la cual no existe autoridad arbitral porque, como en el caso de los Estados populares, la soberania reside en las facciones mismas. Por otro lado, el soberano se convierte en antagonista bajo dos cireunstancia 1) cuando renuncia a ser neutral y toma parte de la disputa civil, favoreciendo a una de las facciones, con lo cual no sélo sacrifica su calidad de juez soberano, sino que también asume cl riesgo de perder la vida en la contienda:" y 2) cuando el Estado es directamente desafiado por la faccién, situacién que no puede adinitir, en aras de garantizar una seguridad persistente para ambos."® La guerra civil aparece en el tedrico de la soberanfa como un signo del fracaso, tanto en el cumplimiento de la finalidad de la reptiblica —la justicia—, como de la imperfeccién en la organi- zacién de la misma. Es en ese sentido que Bodin identifica, como. causa primera de sedicion y guerra civil, la injusticia distributiva za de la pazy laamistad”, entonces admitir la desigualdad en términos de riquezas, recompensas 0 castigos, es atizar la brasa de los celos entre los stibditos y avivar el fuego de la sedicién."* y luego la injusticia conmutativa. Sila “igualdad es la nodri Dentro de la linea de causalidad de la ruina de la reptiblica estan, por consiguiente: 42 Aunque reconoce esta posibilidad, Bodin se inclina por la observancia del principio de neutralidad como la forma de mantener la unidad del “discordante acorde”, bid., libro vi, cap. V1. 48 La seguridad consiste en evitar precedentes que luego motiven a otros enemigos, internos 0 externos, a establecer un nuevo desafio. Lbid. 44 Ibid., libro, cap.tv, p. 188. image not available image not available image not available Del concepto de guerra civil | 19 cn la que a todos habita una “voluntad agresiva” y cada hombre es enemigo para los demas, donde no hay seguridad mas que la proporcionada por la propia fuerza e invencion. E la guerra como disposicién manifiesta a luchar —y no como batalla, como accién—, el sentido en el que entiende el estado de naturaleza. La disposicién a la Iucha de todos contra todos, mas que los hechos puntuales de violencia, se hace evidente en un ambiente generalizado de desconfianza y de temor, de una cotidianidad que encuentra como signo visible las distintas formas de seguridad que cada cual se proporciona como prevision a males futuros. Al advertir sobre la insuficienci; de las leyes de la naturaleza y de las pretensiones de validez de las mismas para la preserva- cién de la vida, Hobbes justifica, como antitesis del estado de naturaleza, la existencia de un poder absoluto, e introduce el monopolio de la fuerza y de la justicia como elementos que van a ser caracteristicos del poder politico y del Estado moderno. El hombre que desea tranquilidad en el presente y certidumbre en el futuro para “el éxito continuo”, requiere —segtin Hobbes— de un poder “bastante perfecto” que sea capaz de garanti: proteccién: el gran Leviatan, que por el terror —iel tiltimo!— que inspira es capaz de someter todas las voluntades y todas las acciones para la paz. Asi, el miedo a la muerte violenta y el ar su esmero por evitarla, engendra la voluntad de pactar y transferir d dominio de otro procede del miedo al mutuo exterminio” rechos para salir del statu naturae: “el hecho de someterse al at Con el establecimiento de un poder comin al que todos estén sujetos, se espera garantizar el orden y la obediencia, conformando “las voluntades de todos en orden a la unidad y la concordia”® y derrotar, por tanto, ese miedo a la muerte que la imaginacion anticipa: Jel motivo yel fin por el cual se establece esta renune’ ferencia de derecho no ¢s otro sino la seguridad de una persona ‘Thomas Hobbes, Ei ciudadano, Joaquin Rodriguez Feo, ed., Madrid, Debate- CSIC, 1998, cap. 1, §16, p. 2 52 Ibid., cap. v, §8, p. 53. image not available image not available image not available Del concepto de guerra civit | 28 gesta con la prédica de doctrinas sediciosas: el Estado puede tener las cosas por derecho, pero no de hecho.** Asi mismo, aunque puedan existir diferencias en relacién con la fortaleza corporal 0 en el entendimiento, los hombres son iguales, de manera que todos pueden aspirar a lo mismo. Esa igualdad esta concebida de tal manera, que incluso el mas débil —en este caso los rebeldes— tiene la capacidad de matar al que le supera en fortaleza el poder soberano—, si decide conspirar 0 unirse con otres para tal fin. En tercer lugar, el retorno al estado de naturaleza, que esta contenido en la guerra civil, restituye la condicién de falta de un poder comin. Consideradas las causas principales de la guerra civil y la fundamentaci6n del cardcter absoluto del poder soberano, la guerra civil se vislumbra, en la filosofia de Hobbes, como una situaci6n en la que no hay un poder comin 0 capaz de mantener a raya la insociable naturaleza de los hombres y de obligarlos al cumplimiento de los pactos celebrados y a la obser- yancia de las leyes civiles. Esta disolucion se hace evidente incluso antes del derramamiento de sangre en el campo de batalla: ella > cuando los stibditos desconocen el deber de empieza a gestars obediencia que tienen para con el poder soberano, el derecho de mando de éste y la necesidad de la autoridad y la reptiblica “Cuando cl pucblo se encuentra en ese estado el soberano] ya esté desposeido de su gobierno”. Desde el punto de vista de la seguridad de la vida, la libertad y la propiedad, es alli donde reside el dramatismo y el caracter calamitoso de la guerra civil y 64 Este planteamiento se encuentra mas ampliamente desartollado en Behe- moth, donde Hobbes reconoce la precariedad de las armas para mantener Ja reptiblica libre de la amenaza de la sedicidn. El problema fundamental esta en que solo la summa de “reglas infalibles” con una filosofia moral y las doctrinas sediciosas y caps civil, contrariz de ensefiar el deber de la obediencia, es neces: Hobbes presiente que el riesgo no esta Behemoth, Madrid, Tecnos, 1992. tener a flote la reptiblica. Y {el todo superado. Thomas Hobbes, a para mi nin a Véase T. Hobbes, Leviatdn 0 de la materia, forma y poder de una repiiblica eclesidstica y civil, Op. cit., cap. xm. 66 'T. Hobbes, Behemoth, Op. cit., p. 10. image not available image not available image not available Del concepto de guerra civit | 27 realidad politica de la alta Edad Media y de su tiempo, Hobbes es categorico al senalar que o el poder civil se somete al poder espiritual, o lo domina, pues el riesgo 0 la guerra civil slo puede xis + superada a condici6n de la existencia de un poder superior, de la suprema polestas. Por otra parte, de tener lugar la usurpacion de los atributos que constituyen la soberania y residen sélo en el poder soberano, la preservacién del cuerpo politico estaria igualmente en juego. :nel estado de naturaleza cel hombre tiene derecho Mientras que a todo lo que sea necesario para garantizar su preservacion y por tanto, a juzgar, en su propio beneficio, cuales necesarios para ello y la magnitud del peligro, en la socielas civi- lis la concentracién del poder supone que el soberano tiene el monopolio de la justicia y la facultad legislati on los medios a, de manera que sdlo corresponde a las leyes civiles, y a quien representa al Estado en la labor legislativa, ser juez de las buenas y malas accione Suméndose a una concepcion decisionista del derecho,”” para Hobbes las leyes civiles son hechas s6lo por el Estado y permi- ten tanto distinguir entre lo justo y lo injusto, como moldear el comportamiento de los stibditos. Por consiguiente, la atribucién de dicha funcion a particulares o la pérdida del referente de la ley civil en la determinac n de las buenas y malas acciones, conduce a la desobediencia en favor de los intere: ses priv dos y, por consiguiente, a la ruina del Estado. castigos, ms que a quien s6lo pretendiera el derecho de hacer cénones, es decir, reglas, y ningiin derecho de coacci6n, o de castigar en general mas gue con la excomunién”. ‘T: Hobbes, Behemoth, Op. cit., p. 13 Como lo seriala Nicola Matteucci en su historia del constitucionalismo moderno, ya en la Edad Media se produce una toma de conciencia sobre cl poder de hacer y deshacer las leyes, que corresponde a una concepcin decisionista del derecho, “que afirn iustum, porque auctorictas, non veritas facit legem”. Nicola Matteucci, Orga- nizacién del poder y libertad: historia del constitucionalismo moderno, Madd, Trotta, 1998, p. $3 a que el ins es tal quia iussum y no quia

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