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Conselho Editorial
Agenor Sarraf Pacheco - UFPA Livia Reis - UFF
Ana Pizarro - Universidade Santiago/Chile Luís Balkar Sá Peixoto Pinheiro - UFAM
Carlos André Alexandre de Melo - UFAC Marcela Orellana - Universidade Santiago/
Elder Andrade de Paula - UFAC Chile
Francemilda Lopes do Nascimento - UFAC Marcia Paraquett - UFBA
Francielle Maria Modesto Mendes - UFAC Maria Antonieta Antonacci - PUC/SP
Francisco Bento da Silva - UFAC Maria Chavarria - Universidad San Marcos
Francisco de Moura Pinheiro - UFAC Maria Cristina Lobregat - IFAC
Gerson Rodrigues de Albuquerque - UFAC Maria Nazaré Cavalcante de Souza - UFAC
Hélio Rodrigues da Rocha - UNIR Miguel Nenevê - UNIR
Hideraldo Lima da Costa - UFAM Raquel Alves Ishii - UFAC
João Carlos de Souza Ribeiro - UFAC Sérgio Roberto Gomes Souza - UFAC
Jones Dari Goettert - UFGD Sidney da Silva Lobato - UNIFAP
Leopoldo Bernucci - Universidade da Califórnia Tânia Mara Rezende Machado - UFAC
Das margens
1ª edição
7
Maldonado, passando por toda a região do alto Acre; Luiz Lopes sai de Lima para Quebec
e desde aí para Rio Branco; Gersem Baniwa se desloca de São Gabriel da Cachoeira,
no alto rio Negro, vai a Manaus e daí para o Acre; Edson Kayapó percorre metade do
Brasil, de Macapá a Porto Seguro e, desde esse porto de entrada das armas e brasões do
colonizador ibérico na Terra Brasilis, singra por quase quatro mil e quinhentos quilômetros
até as beiras de barranco do Aquiry; Amilton Mattos se desloca de Cruzeiro do Sul, no
vale do Juruá, com seus irmãos de caminhadas e das artes do canto/palavra/imagem:
os Huni Kuin; Enilce Albergaria traduz a poética de Édouard Glissant, partilhando-a
desde a Martinica até Juiz de Fora, nas Minas Gerais e daí à capital da acreania; Jones
Goettert se desloca da Grande Dourados, no Mato Grosso do Sul, em um mergulho
de cidadão das muitas fronteiras, dos muitos começos.
8
El tránsito de la oralidad a la escritura
amazónica latinoamericana
Ana Pizarro
9
También anteriormente me he referido a uno de los rasgos consti-
tutivos de la llamada “literatura” del continente como el de un conjunto de
sistemas que expresa las fracturas – económicas, sociales, del imaginario – que
son propias de la historia cultural en una constitución periférica. Ahora bien,
es sobre esta base que voy a desarrollar la siguiente reflexión. Ella se construye
al mismo tiempo en la consideración del entramado cultural latinoamericano
como un tejido. Estoy tentada por pensar este tejido como el de un canasto
como conciben aspectos de la realidad compleja pueblos indígenas como los
Muinane, que hablan de un “canasto de tinieblas” o un “canasto de vida”
para contener en tejido la complejidad de sus sentimientos. Este cañamazo
estaría constituido por flujos externos, apropiaciones y movimientos entre un
sistema literario y otro. En este caso quiero observar, en el proceso literario
amazónico, algunas relaciones entre el sistema popular oral, el sistema indígena
y el sistema ilustrado. Porque lo que llamamos literatura amazónica implica
la coexistencia de estos tres sistemas, de estas tres formas del discurso que
son paralelas, que están superpuestas: unas hegemónicas, otras invisibilizadas
por situaciones históricas de inferiorización social. Cada uno de los sistemas
presenta un receptor diferente: individual o masivo, un lector o un auditor
espectador. También un soporte distinto que lo sustenta: libro, oralidad, per-
formance. Esto significa también un emisor distinto: escritor o narrador oral
con toda la diferenciación que esto implica.
El sistema popular está representado por varios géneros, musicalizados
o no: el desafío o la literatura de cordel, entre otros esta procede en mayor medida
de la inmigración que se da en la segunda mitad del siglo XIX y comienzos
del XX, así como entre los años 40 y 45 del siglo pasado, provocada por la
extracción del caucho y la llamada “Batalha da Borracha”, durante el segundo
gobierno de Vargas. Allí como sabemos, se trae, con engaño, a trabajadores
procedentes del nordeste de Brasil, que sufren la sequía de su lugar de origen.
Esta situación de desplazamiento va a marcar la tónica de esta literatura.
Leo para ustedes como ejemplo de la temprana producción de este
género en Amazonía un texto de 1916 que se inscribe en el momento de
decadencia de la historia del caucho, cuando los capitales ingleses salen de
Amazonas hacia las propiedades asiáticas y sólo queda para los trabajadores,
diseminados en diferentes labores, cesantes o vueltos al nordeste natal el mal
sabor de lo experimentado allí:
10
Vou manifestar ao publico
Um pouquinho da historia
Da vida do Amazonas
O que gravei na memória
Aonde estive seis anos;
Fui feliz contar victoria
Lá bebi gota de fel,
Daquele bem amargoso,
Dei graças a Deus sahir,
Me julgo bem venturoso;
Hoje sei que o Amazonas
E um sonho vil, enganoso!1
Se trata en este caso de una poesía en heptasílabos. Existen diversos
géneros en el área de las súcias o las pagodes, a veces cantadas y bailadas con
tambores, a menudo después de las ladainhas cantadas al lado de capillas e
iglesias. También encontramos rodas y mucha poesía que se canta al son de
panderos y violas, poesía memorizada o creada. Con géneros y temas de
origen nordestino con flujos portugueses y africanos, el universo del sistema
literario popular es complejo en Amazonía, como en el Nordeste, y también
se observan figuras del panteón popular de este último, como es el caso de la
historia de la Donzela Teodora, por ejemplo. Con sus componentes históricos,
sus imágenes legendarias, su dimensión nostálgica, esta poesía musicalizada
se mezclaba en sus orígenes con sones y danzas de origen europeo como la
quadrilha. De todos, son el cordel y la cantoría los géneros nordestinos que
pueden reconocerse como tales en Amazonas cuya importancia en el período
del caucho es mayor, al punto de poseer una editorial en Belém y otros lugares,
la famosa Guajarina, que difunde los saberes de los inmigrantes venidos a
trabajar desde el nordeste.
Como sabemos, este género está vigente y actualmente es objeto de
estudios académicos. Ahora bien: creo que aquí se presenta un primer problema:
¿qué es lo que llamamos “popular”? Como sabemos, también el término es
referido a las culturas mediáticas, en lo que se llama la “música popular bra-
sileña”. No entro en esta cuestión, pero la interrogante está: ¿podemos hablar
de lo popular y lo indígena como un mismo objeto? Lo cierto es que cuando
lo indígena entra en el terreno de lo ilustrado, lo que socialmente realiza en la
periferia de las ciudades, se incorpora en otros ámbitos que lo subalternizan,
1
Amaral, Despedida do Piauhy/ O rigor do Amazonas, 1916.
11
es decir cuando culturalmente es apropiado por la cultura ilustrada toma dis-
tintos perfiles. Nos referiremos a esto más adelante, porque lo que queremos
observar hoy es cómo la literatura occidental absorbe las culturas indígenas
literariamente.
Consideramos las culturas indígenas como un sistema aparte dentro
de los que constituyen la voz literariocultural de Amazonía, en el sentido de
que se trata de emisores diferentes: un poeta o narrador oral, una textualidad,
objeto de análisis oral – escasamente en soporte escrito y no necesariamente
en escrituras alfabéticas – en lenguas no europeas variadas. Finalmente con
un receptor masivo que incorpora el texto visual y oralmente ya que su expo-
sición es performática.
Entonces un segundo sistema propio de esta área cultural es el de las
llamadas “literaturas indígenas”. Hoy se habla de etnoliteratura o etnotexto.
En realidad sabemos que “literatura” no es la denominación adecuada pero
la usamos a falta de otra. Aquí, en este sistema literario indígena la situación
tiene también mucha complejidad: las lenguas son diferentes entre ellas, los
géneros son distintos de los que aparecen en el sistema popular y el ilustrado,
su función es otra – hay cantos de trabajo, de ritual, por ejemplo –, se trata
de objetos auditivos estéticos variados, que están destinados a un público no
occidental y cuando llegan a nosotros necesariamente cambian su fisonomía.
Observemos esta situación. El cambio se da en primer lugar de lo
oral a lo escrito, porque significa el congelamiento de un material que está
en perpetuo movimiento y transformación a pesar de la índole conservadora
de la tradición. En este primer nivel es posible pensar en ese texto del grupo
dessana, que publicaron directamente personas de ese grupo, abriendo el nuevo
saber para nosotros de su cosmogonía. En ella aprendemos, por ejemplo que
el origen de la existencia fue una mujer y percibimos cómo el mito cumple su
función ordenadora del universo, aún en sus conflictos y tensiones. Ordenado-
res de un mundo que tiene desde luego una lógica diferente de la occidental,
en donde la oposición puede no ser contradictoria y convivir. En donde los
tiempos se superponen y muestran un diseño variado, en donde la relación
entre los hombres y la naturaleza, como entre ellos mismos, poseen una vin-
culación fluida que desconocemos en Occidente. Tomo la voz dessana y leo:
No princípio, o mundo não existia. As trevas cobriam
12
tudo. Enquanto não havia nada, apareceu uma mulher
por si mesma. Isso aconteceu no meio das trevas. Ela apa-
receu sustentando-se sobre o seu banco de quartzo bran-
co. Enquanto estava aparecendo,ela cobriu-se com seus
enfeites e fez como um quarto.[...] Ela se chamava Yebá
Buró, a “Avó do Mundo” ou, também “Avó da Terra”.2
13
guaraní. Se trata de textos que para llegar a nosotros – no occidentales sino
occidentaloides – necesitan sufrir una mediación. Los temas tienen nexos en-
tre las diferentes literaturas en cuanto a la relación del creador con el mundo
natural, en la aparición de contenidos cosmogónicos, a veces la perspectiva
histórica, a veces mítica, como sabemos. En esta literatura, según ha anotado
el investigador colombiano Hugo Niño para el caso witoto la capacidad sim-
bólica de este pensamiento codifica la historia en términos míticos. Es lo que
anota para la narración de Gitoma y la absorción mítica de la tragedia del
caucho con el episodio de la Casa Arana, en el Putumayo.3 Es decir estamos
hablando de un sistema literario de gran complejidad.
Ahora bien, tal como hemos estado desarrollando en otros trabajos,
estos sistemas, que tienen un perfil bastante definido, como vemos, no son
cerrados. Ellos responden a formas del imaginario de la vida social y expresan
por eso mismo sus fracturas, sus tensiones, sus transformaciones, sus movi-
mientos, en suma. Se trata de sistemas mayor o menormente permeables y
esto permite la existencia de una circulación entre ellos, regida en general por
la dinámica de poder dentro de la sociedad. Ellos absorben y transforman,
apropiándoselos, elementos, temas y problemas de otros sistemas culturales.
Por ejemplo el sistema popular se apropia creativamente de contenidos por
una parte del sistema ilustrado, como asimismo toma contenidos del sistema
cultural de masas, el mediático. Muchos de los relatos de cordel actuales toman
historias y problemas de la televisión o los periódicos, interpretándolos en una
perspectiva y lenguaje populares. Así señala un investigador: respecto de las
noticias sobre Lampião que publicaba ya en 1926, A folha do Norte:
Embora tratando-o como bandido violento e sanguinário, o seu fol-
leto (el de Arinos en Guajarina) Já traduz o mito de suas facanhas grandiosas
e horrendas:
Eis aquí descrita a grande
e mais completa historia
do maior dos bandoleiros
que na sua trajetória
de crimes , os mais horrendos,
nao há o mundo memoria.
Nem a Calabria famosa
Na história de crimes tantos
Deu bandoleiros famosos
3
Hugo, El etnotexto: las voces del asombro, 2008.
14
E de tao rudes encantos
Como o celebre bandido
Que foi rei de quatro cantos.4
15
Niño Literatura de Colombia aborigen.5 Alli un grupo de profesionales recoge la
voz y los relatos de distintas etnias, incorporando grupos amazónicos witoto.
Más allá de la voluntad, el cuidado y la valorable intención de dar a conocer
el imaginario invisibilizado del mundo indígena, tenemos que considerar que
aquí siempre existe una mediación, y toda mediación aunque ínfima, altera
la postura del narrador, imprime un sello de interlocución a su imaginario.
Además del trabajo de edición sobre el texto original hablado. No están allí
los gestos, los desplazamientos, las inflexiones de la voz, todo lo que implica
la performatividad de lo hablado. Sin embargo son textos que rescatan y de
allí su enorme valor, en la medida de lo posible, la oralidad indígena y la dejan
congelada en la escritura como un legado del saber de pueblos que no han
tenido históricamente derecho a la palabra en el universo occidentalizado de
sus naciones. Ahora bien, la escritura congela un movimiento, pero al mis-
mo tiempo permite lecturas múltiples en el tiempo, es decir, le proyecta otra
dimensión de vida.
Más allá de este tipo de intermediación, para conseguir una autenti-
cidad mayor sólo se encuentran aquéllos que incorporan pensamiento mítico,
desgravados de su expresión original, como los fragmentos recogidos por
Priscila Falhauber en O lago dos Espelhos6 en la Amazonía brasileña. Se trata en
este caso de un trabajo antropológico. El trabajo de los antropólogos ha sido
un trabajo de mediación, de distinto carácter y con diferente sentido y como
sabemos su papel ha dado lugar a importantes discusiones durante el siglo XX.
La ficción que incorpora las voces indígenas, su imaginario, o incluso
el sujeto de su enunciación, que es lo más corriente, tiene su antecedente en
el texto épico amazónico Muhuraida, escrito por J. Wilkens cuyo manuscrito
es de fines del siglo XVIII en donde el autor, un militar portugués, narra la
conversión religiosa de la etnia mura al protestantismo.
En este momento se plantea otro problema: el de la delimitación
del objeto de análisis. ¿Qué va a ser considerado como literatura amazónica:
aquella que se escribe desde el área amazónica y por quienes pertenecen a
ella, o también la literatura que, con tema amazónico se escribe fuera del área?
Porque tal como apuntábamos en una publicación anterior, esta área, que tiene
escritores excelentes como Inglés de Souza, Dalcidio Jurandir, actualmente
5
Hugo, Literatura de Colombia aborigen, 1978.
6
Belem y Goeldi, 1998.
16
Marcio Souza o Milton Hatoum, es fuertemente mítica para el exterior de
ella, incluidos los países que la conforman. Esto hace que también exista una
literatura de tema amazónico, muy importante. Es el caso sin ir más allá de
José Eustasio Rivera con La Vorágine, que estuvo en la zona en una comi-
sión de límites enviado por el gobierno colombiano, del mismo modo como
lo estuvo Euclides da Cunha en Brasil y en relación a esto escribió aquellos
ensayos hermosísimos que se conocen como A margem da história. Es el caso de
Macunaima (1928), el relato clásico de Mario de Andrade que visitó la zona y
lo escribió a partir de un estudio antropológico. Es el caso de Darcy Ribeiro y
su novela Maíra (1996), entre tantos otros. Entonces, a pesar de que el campo
que se observa es ya demasiado amplio, en este caso se necesitaría ampliar
mayormente el espectro y referirse más bien a la literatura de tema amazónico.
En este punto la incorporación del sistema popular, que describíamos
al comienzo, como la del sistema indígena encuentran un camino similar. A
lo largo del siglo veinte observo dos tipos de incorporación en la narrativa
ilustrada, que es el género al que hago ahora referencia. Me parece que en la
poesía la situación es más compleja y no la considero ahora.
Existe por una parte una narrativa que se apropia de temas y proble-
mas del mundo popular e indígena, pero no lo incorpora como voz. Hay en
algunos casos ficcionalización del habla popular, imitación sin incorporación
real. En gran parte de la narrativa del caucho, que es apreciable, en Colombia
y en Bolivia, es el caso y responde a una construcción narrativa lineal tradi-
cional, que observa desde una posición externa. En el Perú es la focalización
que se experimenta por ejemplo con Ciro Alegría y La serpiente de Oro, de tema
amazónico. Actualmente es la percepción que Mario Vargas Llosa entrega del
mundo de los caucheros en su novela sobre Roger Casement, El sueño del celta.
Allí intenta describirlos pero, con sensibilidad paternalista, termina propo-
niendo una maqueta en donde aparecen sin perfil definido, del mismo modo
como lo hace con los trabajadores del caucho en el Congo. En algunos casos
narrativos la ficcionalización alcanza gran valor estético, como en La Vorágine
de J. E.Rivera, con el universo también de los trabajadores del caucho. Pero
la perspectiva externa no siempre es feliz y es la que imprime un sello a una
importante producción narrativa sobre el tema en Perú, Bolivia y Colombia. En
Brasil, este perfil tiene un gran escritor como es Marcio Souza, en Mad María,
que relata la historia del ferrocarril Madeira-Mamoré. El caso exactamente
17
opuesto es el del escritor boliviano Diomedes Pereyra. Se trata en este último
caso de la folklorización, que es una forma de subalternización del indígena.
La otra forma de integración y expresión de la cultura indígena se
encuentra en un tipo de narrativa que rompe el esquema lineal y sale de la
voz tradicional que refiere a la vida de los grupos, el individuo y su cultura.
Se trata de la narrativa que, como Macunaima o Maíra intentan expresar una
lógica alternativa. Me parece que el resultado muestra una coherencia que el
lector percibe como propia de otra forma de vida a la que accede sólo a través
de una transposición del lenguaje y de las estructuras narrativas. Observo
como un caso especial una novela poco conocida, que hace poco tuvo una
reimpresión en el Perú. Se trata de Las tres mitades de Ino Moxo y otros brujos
amazónicos, de César Calvo,7 un autor nacido en Iquitos en 1940 y muerto el año
2000. Desde el título entramos en otra esfera de comprensión de la realidad.
De hecho gran parte del libro está escrito a partir de visiones de la ayahuasca
y su alteridad se percibe. Es una composición fragmentada que muestra – ya
en los años setenta la factura múltiple de una sociedad y una cultura así como
una comprensión de la vida que se sitúa en diferentes niveles de percepción y
en donde la naturaleza entra en comunicación fluida con los seres humanos.
Calvo no pretende otra cosa que poner frente a nosotros, en la medida en que
logremos una comprensión, espacios diversos y formas de relación del mundo
indígena con la vida a los que los occidentales no accedemos. Para ello nos
pone enfrente de las reflexiones de cuatro pagés amazónicos y nos sitúa en el
Perú histórico de distintos momentos, entre otros el de las luchas políticas de
los años setenta. Observa Antonio Melis que allí los guerilleros se enfrentan
a dos formas de ver el mundo y dos concepciones del tiempo que les impide
la comunicación.8
En una maniobra poética de gran alcance, Calvo es dos y uno al
mismo tiempo, en un desdoblamiento que muestra la complejidad del uni-
verso en donde se revela la unidad en la pluralidad social, el yo que es al
mismo tiempo el grupo: el “yosotros” que dice él, construye una cosmología
en movimiento de pasado, presente y futuro, diferente de la occidental. Inicia
así al lector en la apuesta de que la utopía no es lo imposible sino que existen
posibilidades de construir un mundo en que el viaje hacia si mismo encuen-
7
Calvo, Las tres mitades de Ino moxo, 1981.
8
Melis en Calvo, Las tres mitades de Ino moxo, 1981, pp.18-19.
18
tre en su desplegarse a los otros. Relato de desdoblamientos y metamorfosis,
apunta Antonio Melis. Un mundo en donde la experiencia abre la entrada a
universos plurales de la existencia. Esas posibilidades las ofrece la vivencia de
la selva en su relación con la experiencia indígena, en su caso en el Ucayali.
Ino Moxo es una novela-poema, que también es entrevista y reflexión. Y es
importante su descaracterización de los géneros, otra forma suya de alterar la
experiencia convencional de occidente. Dentro de los múltiples relatos, como
el de la matanza de los asháninka en el Gran Pajonal de don Juan Cuesta y los
otros pagés, César Calvo nos introduce a ese mundo con la historia del niño
Aroldo que desapareció cuando un tigre rodeaba la casa y lo vieron conver-
tido en chullachaqui, el personaje del bosque con un pie defectuoso. Entonces
explica don Juan Tuesta:
Un chullachaki es más, no el demonio del bosque, aquel
espanto que las gentes creen, no. Existen otras clases. Un
chullachaki es idem que persona. Más es y menos es: ape-
nas apariencia de persona. ¿Me estás entendiendo cuan-
do digo apariencia? El maestro Ino Moxo puede crear así
personas que no son y que sí son personas, demasiado y
muy poco, siempre considerando lo bastante y lo menos
de las gentes dentro de su normal, en su costumbre ¿me
estás entendiendo?9
19
altamente simbólica. Más allá de ello, la oralidad necesita seguir su camino
y eventualmente ser estimulada, como señala José Ribamar Bessa Freire, a
través de las nuevas tecnologías. Se trata de sistemas diferentes, cada uno con
su vocación y su función dentro de nuestras sociedades.
Referencias
AMARAL, Firmino Teixeira do. Despedida do Piauhy/O rigor do Amazonas. Be-
lém: Typ. Delta - Casa Editora, 1916.
CALVO, César. Las tres mitades de Ino Moxo y otros brujos amazónicos. Lima:
Iquitos y Editorial Gráfica Labor, 1981.
GOELDI, Emilio. Museu Parense. Belem, 1998.
HUGO, Niño. El etnotexto: las voces del asombro. La habana, 2008.
HUGO, Niño. Literatura de Colombia aborigen. Bogotá: Instituto Colombiano de
Cultura, 1978.
KRÜGER, Marcos Frederico. Amazônia: mito e literatura. Manaus (AM): Editora
Valer, 2011.
MELIS, Antonio, en CALVO, César. Las tres mitades de Ino Moxo y otros brujos
amazónicos. Lima: Iquitos y Editorial Gráfica Labor, 1981.
SALLES, Vicente. Repente e cordel. Literatura popular em versos na Amazonia.
Río de Janeiro: Funarte, 1985.
20
Los discursos amerindios, de antes y
después de la invasión de América,
son el fundamento de toda la sociedad
americana1
Luis Alberto López Herrera
21
después en Egipto) y que fue surgiendo sucesivamente, sin
necesarios contactos directos, hacia el Este: en el valle del
Indo, en el valle del río Amarillo o China, y más allá de las
culturas del Pacífico, en el espacio mesoamericano (para
culminar con Mayas y Aztecas) y en los Andes del Sur (en
las regiones del imperio Inca).2
Introducción
Utilizaremos una metáfora antropológica que pueda servir para
ilustrar el desatinado estudio de toda la sociedad americana que impera en
las instituciones académicas. Preguntémonos quién es más determinante en
la vida de un ser humano: el padre o la madre. Largo sería el debate, pero
nosotros transamos, creemos que es la madre la más determinante. Esto por
el hecho que nosotros hemos estado en el cuerpo de nuestra madre durante 9
meses, aparte que tenemos una relación íntima con ella durante los primeros
años de nuestra vida. El ser humano es un ser cultural que nace en el seno
corporal-cultural de su madre, en un contexto social preciso. La relación con
la madre es un hecho determinante.3
De manera análoga a la metáfora antropológica sugerida, tomemos
ahora a la cultura amerindia y a la cultura europea, como la “Madre” y el
“Padre” de América respectivamente, y hagámonos la misma pregunta an-
terior. ¿Quién es más determinante en toda la sociedad americana? el Padre
o la Madre. Nuevamente, largo sería el debate, pero transamos una vez más.
Nosotros creemos que es la Madre amerindia, porque hemos “estado en su
vientre” desde hace por lo menos 30.000 años. La presencia del Padre, de la
cultura europea, solo data de un poco más de 5 siglos. Culturalmente es irre-
levante, pero no por esto no perniciosa.
En efecto, el desprecio, la ignorancia, la falta de una perspectiva
histórica del mundo adecuada impiden reconocer que los elementos determi-
nantes de la cultura americana son desde siempre los de la cultura amerindia.
Valgan algunos ejemplos que demuestran la importancia de la cultura
amerindia.
2
Enrique Dussel, 1492. El encubrimiento del otro (Hacia el origen del “mito de la modernidad”),
Madrid, Editorial Nueva Utopía, 1992, pp. 103-104.
3
La relación de un ser humano con su madre en los 9 meses de gestación van a “marcar”,
positiva y negativamente, la vida de todo ser humano de acuerdo al estadio emocional y
físico de la madre. Véase: Michel Odent, La vida fetal, el nacimiento y el futuro de la Humanidad,
Tegueste, Editorial Ob Stare, 2008.
22
El filósofo canadiense anglófono John Ralston Saul, en sus libros Re-
flexions of a Siamese Twin. Canada at the End of the Twentieth Century4 [Reflexiones
de un hermano siamés. Canadá al fin del siglo XX] y A Fair Country. Telling About
Canada,5 (traducido al francés con el significativo título: Mon pays métis. Quelque
vérités sur le Canada).6 argumenta que el proceso histórico de la formación de
la sociedad canadiense no se comprende sin las relaciones y negociaciones
políticas entre los gobiernos francés y británico con las múltiples comunidades
amerindias durante los primeros 3 siglos después de la Invasión europea. Es la
ética amerindia basada en la paz, justicia y buen gobierno el pilar fundacional
de la sociedad canadiense. Si no fuera por este hecho histórico el territorio
canadiense sería hoy probablemente otros territorios de los Estados Unidos.
Según Bruce Johansen y Donald Gringe7 la constitución política
americana se formuló basada en el modelo de las prácticas democráticas ame-
rindias de la confederación iroqués y de otras naciones amerindias residentes
en el actual Estados Unidos. Además, a partir del siglo XIX, la concepción
iroqués de las relaciones entre los varones y mujeres ejercerá una influencia
importante sobre los iniciadores del movimiento feminista estadounidense y
sigue siendo de plena actualidad.
En el 2015, en Montreal, Canadá, se estrenó un film documental el
título L’Emprinte8 [La huella]. El film argumenta que muchas características
sociales actuales de la sociedad quebequense son herencia de las culturas
amerindias que poblaron la región de la actual provincia de Quebec, y no
4
Toronto, Penguin Canada, 1998.
5
Toronto, Viking Canada / Penguin Group, 2008.
6
Montreal, Boréal, 2008.
7
Bruce Johansen es profesor titular de la cátedra Frederick W. Kayser en la facultad de ciencias
de la comunicación de la Universidad de Nebraska, en Omaha. Con su colega Donald Grinde,
Johansen se ha ocupado de investigaciones sobre la influencia significativa que han ejercido
las prácticas amerindias en la gestión de asuntos públicos en la Constitución de los EE.UU.
Esta tesis revolucionaria en la época es largamente admitida hoy. Los métodos del gobierno de
los EE.UU no se deben solo a los ejemplos más conocidos de Grecia, de Roma y del derecho
común británico. Los conceptos de democracia practicados por los amerindios de EE.UU han
jugado igualmente un rol. Los imigrantes venidos a América en la época colonial buscaban la
libertad. Ellos han encontrado el ejemplo en la Confederación de iroqueses así como en otras
naciones amerindias del continente. Estos conceptos fueron ampliamente propagados en el
seno de las antiguas colonias británicas, y tenidos en cuenta en la Convención constitucional
de 1787. A partir del siglo XIX, la concepción iroqués de las relaciones entre los varones
hombres y mujeres ejercerá una influencia importante sobre los arquitectos del movimiento
feminista americano y sigue siendo de plena actualidad.
Véase: https://goo.gl/bRxIbR. e https://goo.gl/2UoBsv.
8
Poliquin, C.; Isitan, I. (productores) y Poliquin, C.; Dubuc, Y. (directores). (2015). L’Empreinte
[documental]. Canadá. ISCA Films / Les productions ISCA.
23
de la sociedad francesa o británica. Por ejemplo, la lucha por la igualdad de
derechos de los varones y mujeres, el hecho de tomar decisiones en círculo, la
conciencia ecológica, etc.
El 18 de mayo de 1781, José Gabriel de Condorcanqui, conocido
como Tupac Amaru II, descendiente de Manco Inca (1515-1545) y Tupac
Amaru I (1545-1572), fue ejecutado conjuntamente con toda su familia, en
Cusco, 249 años después de la ejecución de Atahualpa. Ciertas dinastías de
las élites incas y de otras etnias sobrevivieron a la exterminación acontecida
durante la dudosa Conquista, gracias a hábiles negociaciones políticas con la
administración española. Recordemos que hasta antes de la Independencia
de Perú había en la sierra de los Andes peruanos una “República de índios”
y en la costa una “República de criollos”.
Hoy, en varias regiones del continente americano, viven decenas de
comunidades amerindias cuyas historias tienen una continuidad histórica casi
ininterrumpida. Ellas producen en sus lenguas cientos de discursos y textos.
A estos podemos agregar la existencia de otros cientos de discursos y textos
registrados durante los últimos cinco siglos pasados. Es un inmenso corpus
que espera ser estudiado globalmente.
Estos ejemplos dados, de la presencia de la cultura amerindia en
lugares evidentes e insospechados pero vitales de nuestra sociedad americana
no son debidamente valorados. Es más, creemos que no pueden ser estudia-
dos debido a que prima en el estudio de la sociedad americana la perspectiva
heleno-eurocentrista. Esta, induce a muchas disvirtuaciones de la sociedad
americana y mundial, de las cuales oculta el accionar y la vitalidad de la con-
tinua presencia histórica amerindia.
24
cierto, desde el tiempo de Aristóteles. La poética o teoría de la literatura de-
bería la manera como los discursos se transforman y se articulan de manera
conflictiva en un texto de contexto espacial temporal preciso.
Pero para nosotros no sería suficiente la hipotética poética. Tendrá
que ser más bien una Poética de la liberación que deberá indicar la insurgencia de
nuevas formas de pensamiento. Para ello tendrá que evitar adoptar la perspectiva
heleno-eurocentrista para indicar la presencia de discursos invisibles, el discurso
de las víctimas principalmente y la manera como insurgen históricamente como
discursos interpelantes en un texto-poema elaborado por un individuo ético que
entiende a la historia como una determinación determinada, determinando y,
quizás, auto determinándose.
El importante teórico francés Henri Meschonnic nos señala esta
compleja actividad poética:
No defino a la ética como una responsabilidad social,
sino como la búsqueda de un sujeto que se esfuerza por
constituirse como sujeto por su actividad, pero una activi-
dad tal que es sujeto aquel por quien otro es sujeto. Y en
este sentido, como ser de lenguaje, este sujeto es insepara-
blemente ético y poético. Es en medida de esta solidaridad
que la ética del lenguaje concierne a todos los seres del
lenguaje, ciudadanos de la humanidad, y es ahí donde la
ética es política.
La poética [de la liberación] es también una ética, ya que
un poema es un acto ético porque transforma al sujeto,
aquel que escribe y aquel que lee. Por lo cual transforma
también a los otros sujetos, desde el sujeto filosófico al
sujeto freudiano.10
25
toria mundial está desvirtuada. La historia del mundo es una sola, pero al no
existir una historia mundial coherente, el heleno-eurocentrismo ha impuesto
una falsa perspectiva y ha inducido a “legitimizar” el estudio de la literatura
latinoamericana y americana solo a partir de 1492. Sin embargo, los discursos
amerindios tienen milenios de presencia en el territorio americano. Los dis-
cursos traídos por los migrantes asiáticos y algo más tardío por los migrantes
oceánicos se transformaron sin perder su impronta milenaria. Los millares de
textos amerindios (los mitos) esperan ser estudiados de manera prioritaria, sin
ellos no se entiende no solo el proceso de la literatura americana y mundial,
sino toda la historia mundial.
El estudio de la literatura desde la perspectiva de una Poética de la
liberación considera que los discursos interpelantes de las víctimas americanas son
los que generaron, generan, los textos más singulares de la literatura americana.
11
Aristóteles, Sobre la poiética, 47 b 9.
12
Véase: Piñedo, El debate entre la ética del discurso y la ética de la liberación, 2004, pp. 45-72.
13
Declara Enrique Dussel: “Cuando comencé en noviembre de 1989 el diálogo con Karl-
Otto Apel comprendí inmediatamente que el formalismo de la razón discursiva (la Ética del
Discurso) debía ser criticada desde la materialidad de la razón económica. Ahora puedo dar
razones que era en ese momento solo intuiciones”. Cf. Dussel, El programa científico de Karl
Marx, 2001, p. 289, nota 50.
27
atender el discurso interpelativo de las víctimas. Objetivo importantísimo pero no
se da cuenta, por no haber pensado la poética, que la interpelación de la víctima
es ya lo más avanzado del pensamiento humano, la filosofía llega después,
será siempre un momento segundo o quizás tercero.
Los únicos en darse cuenta de la importancia de las interpelaciones
de las víctimas parecen ser ciertos poetas mayores en ciertos textos mayores.
En esta perspectiva, poeta no es cualquiera, es aquel individuo que perenniza el
momento histórico-crítico más preclaro de invención de pensamiento hecho por las
víctimas mediante sus prácticas, discursos y textos. La filosofía y los filósofos
no inventan nuevas formas de pensar, son las víctimas, pues quieren-seguir-vi-
viendo, sus asuntos son urgentes, vitales. Los poetas preclaros al considerar
estos discursos valiosísimos y al utilizarlos poiéticamente se hacen problemas
de utilizar los discursos antiguos y modernos y los reelaboran cuestionados
por los discursos de las víctimas en su contemporaneidad compartida.
La Filosofía de la liberación en el momento actual habla de la desco-
lonización mental. Indica bien que la colonización mental es el último reducto
del heleno-eurocentrismo y está luchando por erradicarlo. Pero, la Filosofía
de la liberación pareciera llegar tarde. Esta insigne tarea de la descolonización
mental ya lo hicieron primeramente las comunidades indígenas, las extingui-
das y las sobrevivientes, desde el momento de la Invasión de América. Pero
no sabemos leer sus miles de textos. La comunidades indígenas, que son el
núcleo de la cultura popular americana y de la cultura americana tout court,
más que nadie reelaboraron siempre los discursos foráneos que los negaban y
humillaban. Utilizando las matrices de los discursos milenarios provenientes
de Asia y Oceanía, y más antes de Africa, propusieron siempre respuestas a la
colonización nunca escuchadas y menos aún bien interpretadas. A propósito,
la propia Filosofía de la liberación es un producto de ese pensamiento popular
innovador. Pero ella tendrá que ir más allá. Tendrá que pensar más en una
Poética de la liberación.
La manera cómo se estructuran los discursos interpelantes en un texto
escrito es el asunto de la poética. La filosofía tanto como el poema son asuntos
a ser tratados por la poética. Entonces existe una poética de la filosofía que la
filosofía no quiere, no puede hacer, solo la poética puede hacerlo.
A partir de la Filosofía de la liberación y contra ella habrá que pro-
28
poner la Poética de la liberación. Nosotros la formulamos controlada epistemo-
lógicamente por el proceso discursivo de toda la historia mundial. Se trata de
integrar lo historiográfico y la evolución de maneras de pensar. Se supera la
visión de estudiar solo textos literarios, toda la sociedad pasa por lo discursos
y los textos. Solo así podremos relacionar la literatura americana con la del
resto del mundo, si “comienza” en Asia hace más de 30.000 años, habrá que
indicar como se reformula, casi independiente respecto al mundo exterior
a ella, hasta ser de nuevo reformulada violentamente cara a las maneras de
pensar del mundo exterior a ella desde 1492. Por ser esta historia singular, la
literatura americana es un apéndice notable del proceso de la literatura mundial.
Sí. La literatura americana y toda manifestación cultural tienen como
momento fundacional los discursos amerindios. El pensamiento americano se revela
entonces quizás como la síntesis más acabada del pensamiento mundial por
haber acontecido en América dos globalizaciones, la de antes y la posterior
a 1492. Al converger aquí en América todos los discursos del mundo, en esta
interrelación singular las víctimas americanas, que ya no se reducen sólo a las
etnias amerindias, los reformularon, dando lugar a unas avanzadas política,
ética y teoría, es decir se practicó una poética singular que deberá ser teorizada
adecuadamente.
Una Poética de la liberación que estamos esbozando se justificaría en la
medida que puede entender y atender las interpelaciones de las víctimas america-
nas y del mundo. De paso sería una crítica a toda filosofía realmente existente.
14
Lévi-Strauss, La cara oculta de la luna, 2011, p. 26. La traducción es nuestra.
30
el continente más politizado del mundo. Aquí surgieron muchas formas de
pensamientos alternativos a la dominación: la literatura del boom, la Teología
de la Liberación, la Teoría de la Dependencia, la Filosofía de la liberación, la
Pedagogía de la liberación y muchas otras novedades intelectuales del mundo
actual que parecen no haber dado su último discurso.
Pero, si todo lo que he dicho antes es positivo o ambiguo hay otros
aspectos de fondo que son verdaderamente negativos.
Nosotros los americanos todos tenemos algo en común. Somos hijos
fruto de una relación paternal-maternal violenta, muy violenta. Se sabe, los
invasores europeos asesinaron a los varones amerindios argumentando sus
acciones con pretextos teóricos, teológicos, políticos. Impusieron finalmente,
condiciones de producción despiadadas que ocasionaron la muerte de millones
de amerindios. Aquí en América acontecieron los dos primeros holocaustos de
la Modernidad. El primero fue contra nuestra familia amerindia y el segundo
contra nuestra familia afroamericana esclavizada.
La colonización tuvo un efecto perverso que no acaba. Así, nosotros,
los americanos todos, recibimos, una educación alienante. Se nos impuso el
heleno-eurocentrismo, que conlleva una serie de falacias que tuvieron y tienen
hasta ahora consecuencias desastrosas para nuestro continente y para el mundo.
Las sufrimos dramáticamente todos los días.
Muchos creen, acríticamente, que el colonialismo fundamentado por
el heleno-eurocentrismo está saldado. Las celebraciones majestuosas de las
“independencias” nacionales, un poco dudosas, cara a España y otros países
europeos hacen creer que el colonialismo es cosa del pasado. Sin embargo
los efectos, los daños colaterales del perverso colonialismo europeo continúa.
Se manifiestan de manera vedada, oculta. Se trata del colonialismo mental.15
En efecto, creemos que hay tres tipos de saberes reinantes. El saber que se
conoce. El saber que se conoce que no conoce. El saber que no conoce que
no conoce. El colonialismo mental es de este último tipo. Es un saber que no
sabe que no sabe.
El racismo, la misoginia o machismo, el nacionalismo exacerbado, la
destrucción ecológica, la violencia cotidiana, son algunas de sus manifestacio-
nes y nosotros, lo queramos o no, somos sus agentes directos o indirectos. El
15
Véase a manera de introducción al tema: Castro-Gómez y Grosfoguel (eds.), El giro
descolonial, 2007; Santos y Meneses (eds.), Epistemologías del Sur, 2014.
31
colonialismo mental es el último reducto del heleno-eurocentrismo manifestado
hoy como socio económico, el capitalismo global, es decir, es más político que
nunca. Mientras no pongamos en tela de juicio nuestro colonialismo mental,
nosotros mismos estaremos saboteando nuestros saberes, nuestro futuro y el
de las próximas generaciones.
Señalemos las más nefastas formas de colonialismo impuestas por
la colonización heleno-eurocentrista y “enseñadas” en la mayoría de institu-
ciones de América.
1. Perspectiva histórica errónea. Estudiamos, miramos nuestro conti-
nente, América, desde un punto de vista foráneo, el de una supuesta realidad
europea. Esta perspectiva se ha impuesto también a nivel mundial. Así se habla,
por ejemplo, que América fue “descubierta” y “conquistada”. En realidad fue
invadida, la llegada de los españoles respondía a un proyecto político, económico,
religioso, guerrero preciso. Se habla de Conquista cuando quizás no la hubo
(los mitos contradicen esta hipótesis).16 Se habla de “periodizaciones históricas”
donde el punto de referencia es la “historia” de la dudosa Europa “occidental”,
a saber: época prehistórica, época precolombina, época prehispánica, etc. Se
habla de Edad Antigua, Edad Media o Feudal y de Época Moderna, como
si fueran edades aplicables a escala mundial. Se habla de América “latina” o
de hispanoamérica o de América del Norte, Centroamérica, América del Sur,
etc. La fórmula siguiente resume esta alienación: “No se es donde se está. No
se está donde se es”.
2. La presencia en la actual América de lo amerindio, lo semita y lo
griego. Finalmente tres grandes filosofías, tres formas de pensamiento, han
convergido en América: lo amerindio, lo semita y lo griego. Pero solo se privi-
legia lo griego que ha venido reformulándose en Europa durante los últimos 25
siglos. Por esto se le llama el heleno-eurocentrismo que como ideología domina
hoy al sistema-mundo. De estas tres vertientes nombradas la fundamental para
16
En uno de los mitos del denominado “ciclo de Inkarrí”, en la versión de Mateo Garriaso,
autoridad del ayllu de Chaupio, se lee: “El Inka de los españoles apresó a Inkarrí, su igual”,
en Arguedas, “Puquio, una cultura en proceso de cambio”, 1956, p. 191. Esta “igualdad”
(basada en “el principio de complementariedad”) lo confirman las múltiples representaciones
de la captura y la muerte de Atahualpa, que dan a entender que en el encuentro de Pizarro
y Atahualpa, en Cajamarca, Pizarro fue recibido con los honores dados al representante del
“Hermano” de Atahualpa: el Rey de España (“el Inka de los españoles” (Entonces se dice que
Atahualpa recibió a Pizarro, sin intenciones bélicas, más bien regido por el milenario principo
ético: “Dar hospedaje al extranjero (al “igual”)”. No hay dudas, ¡otra lectura de la historia nos
permiten los mitos transformados!
32
nosotros es, debería ser, la amerindia, pero hemos anotado que no se perfila su
importancia. La vertiente semita se manifiesta hoy en el cristianismo masivo
del pueblo americano, pensamiento antiguo de por lo menos 3.500 años. A
la vertiente griega se la presenta como un pensamiento autóctono, el griego
clásico, cuando en realidad su origen está en el Egipto milenario que tiene
5.000 años de antigüedad. El pensamiento egipcio también influenció al pen-
samiento semita. Y no olvidemos que Egipto está en África y en contacto con
otras culturas africanas y de la Mesopotania que a su vez estaba en contacto
con la culturas china e hindú antiguas.
3. La importancia exclusiva o excesiva dada a la teoría. En América,
como en Occidente, prima una supuesta teorética, dándole menor importancia
a la práctica y la poiética. Así, la “teoría” que se enseña en los grandes centros
intelectuales del mundo está basada en el principio dualista que opone lo-idén-
tico (identidad) a lo-diferente (diferencia) y conforman la totalidad. Así se ignora
lo-distinto (distinción), siendo este el fundamento de la exterioridad. Según esta
visión dualista, por ejemplo, desde el punto de vista del género existiría sólo
el hombre y la mujer. Y se excluye a la lesbiana, el homosexual, el bisexual y
la persona transgénero. Esta parcialísima teoría es un pensamiento totalitario
que excluye, ignora, el accionar de las víctimas. En América, al negarse la
exterioridad americana no se puede teorizar el pensamiento amerindio, la
cultura popular, etc. Por ello no hay teoría crítica porque no se tiene en cuenta
el discurso-pensamiento de la alteridad radical: la de las víctimas americanas.
4. El problema de la carencia de una teoría del lenguaje. La que existe
en Occidente como tal es una proposición basada en el signo-palabra-escrita,
confundiéndose los niveles de la lengua, el lenguaje y el habla. Se toman unas
representaciones (el significante y el significado) por realidades. Pero nosotros,
no hablamos con signos, bien si los utilizamos para elaborar discursos. Los
signos no son unidades fundamentales de significación, lo son los discursos. Al
no haber una teoría del lenguaje no hay poética, no hay teoría de la literatura.
La poética debería indicar cómo se imbrican lo discursos más angustiantes en
un momento histórico preciso de una sociedad. Al no haber teoría del lenguaje
ni poética muchas ciencias sociales se quedan sin piso, sin fundamentación
epistemológica, por ejemplo la filosofía, la hermenéutica, la crítica literaria,
la historia, la política, entre otras, y lo que es más grave no hay ética, solo hay
morales de grupos dominantes.
5. El olvido del cuerpo humano y su manifestación individual. Lo
33
que vehiculiza el heleno-eurocentrismo es una visión materialista ingenua,
donde el ser humano aparece dividido, de manera “análoga” al signo dualista,
en una forma-cuerpo y un contenido-alma o espíritu (“Pienso, luego existo”,
es su divisa). Y de estos dos, sólo se privilegia a la pretendida alma o espíritu.
El heleno-eurocentrista se revela entonces como una ideología fetichista del
“alma” incorpórea. De tal manera, la representación hipotética e ingenua del
cuerpo humano, planteada desde los griegos, es tomada por la realidad cor-
poral, dando como resultado el menosprecio del cuerpo humano, sobre todo
el de las víctimas que es una constante vergonzosa en la historia mundial. La
negación del cuerpo no permite detectar que cada individuo utiliza el lenguaje
de manera singular mediante “su” ritmo singular.
Meschonnic nos define el ritmo:
El ritmo es una subjetivación del tiempo [de un individuo]
que el lenguaje retiene del cuerpo.17
17
Meschonnic, Critique du rythme. Anthropologie historique du langage, 1982, p. 655.
18
Meschonnic, La poétique tout contre la rhétorique II, 1998, p. 4.
19
Meschonnic, Rythme [Ritmo], Dictionnaire culturel en langue française, 2005, p. 469.
34
Los discursos interpelantes
Ahora es necesario aquí responder a dos preguntas: ¿Dónde están los
discursos? y ¿dónde está depositada la Historia? Los discursos están deposita-
dos en el cuerpo de todo ser humano viviente, como memoria cultural20 y sólo
se manifiesta de manera exterior.
Jan Assmann aclara el concepto de “memoria cultural”:
Hace referencia a una de las dimensiones exteriores de
la memoria humana. La memoria se concibe ante todo
como un fenómeno exclusivamente interno y se localiza
en el cerebro del individuo. Es un tema de la fisiología
del cerebro, de la neurología y de la psicología, pero no
de las ciencias históricas de la cultura. Ahora bien, los
contenidos incorporados por esta memoria, su manera
de organizarlos y el tiempo que es capaz de conservarlos,
ya no son cuestiones relacionadas con la capacidad y el
control internos, sino con los condicionamientos básicos
externos, es decir, sociales y culturales. […] Hay cuatro
ámbitos de la dimensión exterior de la memoria. […] 1.
La memoria mimética […] 2. La memoria de las cosas […] 3.
Lenguaje y comunicación: la memoria comunicativa […y]
4. La transmisión del sentido: la memoria cultural.21
20
Assmann, Historia y mito en el mundo antiguo, 2011.
21
Idem, ibidem, pp. 21-22.
22
Este es el título del libro testamento, publicado después de la muerte de Henri Meschonnic.
Cf. Langage, histoire une même théorie, 2012.
35
de otros discursos aprendidos consciente o inconscientemente. La memoria
cultural y la Historia se transmiten discursivamente. Porque se habla a alguien
en un momento y lugar determinados, precisos, es decir históricos. Desde la
dinámica del discurso no se puede decir cualquier cosa en cualquier lugar. Todo
discurso tiende a su propia institucionalización. Todo discurso es ejecutado
por un individuo preciso que tiene la facultad de poder articular muchísimas
manifestaciones discursivas diversas. Pero el que más destaca en este arte es el
poeta o escritor. Pero no cualquiera es poeta, nosotros creemos que es poeta o
escritor aquel que puede articular y privilegiar en su obra los discursos de las
víctimas. Poeta es aquel que repande la interpelación que nos lanzan las víctimas,
cuando éstas no tienen la posibilidad de hacerlas ellas mismas.
Pero ¿qué es un discurso interpelante? Dicen los diccionarios: es un
discurso en el cual se pide a alguien que dé explicaciones sobre un asunto en
el que de alguna manera ha intervenido. Es también un discurso jurídico que
intima, requiere a alguien para que diga o haga alguna cosa. Por último, es
un discurso que pide auxilio o protección a alguien. Es un discurso entonces
que nos obliga a definirnos éticamente.
Está relacionado a la exigencia implícita o explícita de tener que sa-
tisfacer prioritariamente bienes materiales fundamentales. Según la tradición
ética del pensamiento semita habría cuatro tipos básicos de discursos inter-
pelantes en la historia y que generan otros más complejos: “tengo hambre”,
“tengo sed”, “necesito un vestido” y “necesito un techo”.
Estos discursos son imperativos éticos que pocos queremos respon-
der. O que las sociedades tienen dificultades a solucionarlos. Estos discursos,
en América, han sido formulados por las comunidades indígenas de manera
constante desde el instante de la Invasión de América (esto no niega que an-
tes no hayan existido en América) y que otros grupos humanos también lo
han reformulado. En el mundo andino, según se puede comprender, priman
cuatro principios éticos que responden a las interpelaciones señaladas. Son:
el principio de relacionalidad, el principio de correspondencia, el principio de
complementariedad y el principio de reciprocidad.23
36
partir de un discurso amerindio contemporáneo, existente ahora, se puede
trazar, rastrear, la historia de cómo se ha generado y transformado, si es el
caso, ese discurso.
Tom Zuidema nos da un ejemplo de como los mitos americanos están
interelacionados entre sí y se pueden explicar sus elementos:
Considerando a Sudamérica (sic) como un “campo de es-
tudios antropológicos” […], el sistema social del Cuzco
incaico integra una serie de propiedades que también se
encuentran en otros lugares, pero dispersos a lo largo del
continente. Así por ejemplo, los sistemas rituales de los
grupos ge del Brasil central inventaron diversas formas in-
geniosas de interacción entre grupos de edad y otros que
lo eran (matrilíneas, patrilíneas, parcialidades), organiza-
ciones que también sirvieron para construir una extensa
memoria histórica; los bororo que vivían al Oeste de los
ge proyectaban estas funciones rituales desde la plaza al
círculo de la aldea donde estas familias vivían […]; y los
grupos tukano del noroeste brasileño tuvieron organi-
zaciones locales comparables con las de los panacas del
Cuzco.24
24
Zuidema, El calendario Inca, 2010, pp. 59-61.
25
La única gloriosa excepción en esta desolación intelectual reinante son los trabajos del
peruano Enrique Ballón Aguirre. Nombramos algunos de su vasta bibliografía: Tradición
oral peruana. Literaturas ancestrales y populares I y II, 2006; Esbozo general para el estudio de
la tradición histórica de las literaturas peruanas. Comentarios de Celia Rubina Vargas (40).
Eduardo Hopkins Rodríguez (43), Carmela Zanelli (46), Jean Philippe Husson (49), Respuesta
de Enrique Ballón Aguirre, 2008; La dentera multilingüe e intercultural en las sociedades
andinas (conflictos de lenguas, habla y escritura, 2009; y Problemas linguoculturales de la
poliglosia andina, 2011.
37
A modo de conclusión
Retomemos nuestra metáfora antropológica que ha guiado nuestra
reflexión, pero analogémosla a la de la familia americana, ella nos permitirá ver
de manera colectiva las consecuencias del grave escotoma histórico-epistemo-
lógico que prima en muchas investigaciones “prestigiosas” y que consiste en
mirar América como si fuera sólo un apéndice europeo.
América, nuestra casa americana, está habitada desde hace por lo
menos 30.000 mil años. En 1492 llega nuestro guerrero Padre europeo y la
invade, se topa con la belleza y la riqueza de la casa que construyó nuestra
familia materna amerindia. Como él ha decidido arbitrariamente apoderarse
de ella, extermina a casi todos los principales miembros masculinos de nues-
tra rama familiar materna. Después de haber eliminado a la mayoría de los
probables opositores y esclavizado los pocos sobrevivientes viola y amanceba
nuestra Madre y decide destruir nuestra casa antigua y construirse una nueva,
según su gusto europeo y sus intereses tan particulares. Destruye la casa de
la familia de nuestra Madre, utilizando como mano de obra los propios ame-
rindios sobrevivientes. Se tira abajo los sólidos muros, con cierta facilidad, y
cuando llega el momento de destruir las fundaciones repara que como están
sólidamente constituidas desde hace milenios le será imposible continuar su
devastación. Decide que será mejor de aprovechar tan “buenas bases” milena-
rias para construir sobre ellas su “nueva” casa. ¡Sí. Entonces, las fundaciones
son amerindias!
Posteriormente, desde 1492, esta “historia” de lo que le sucedió a
nuestra familia en nuestra casa misma, y que dio como resultado nosotros
mismos, fue contada y estudiada sólo desde la perspectiva de nuestro Padre.
La historia de la familia de nuestra Madre y hasta nuestra propia historia
misma fue tergiversada, silenciada y al fin ignorada. Se sustentó que como
nuestra famila materna no poseía escritura por ello no podía tener (derecho a)
una historia. Y ya van más de quinientos años de ignorancia. Lo que ignoró
siempre nuestro Padre europeo, tan lleno de si mismo, como no sabe qué es
la poética (la historia es una guerra discursiva), no supo que nuestra familia
materna si tiene una historia pero esta la escribió en el cielo y la cuenta hasta
ahora a viva voz y en miles textos – esto ya no es metáfora. Así se pretendió
negar la historia de nuestra familia materna. Nuestro Padre se entrampó en si
mismo y no supo, no pudo, ni siquiera leer su propia historia que señala que
38
viene del mismo lugar que la de nuestra familia materna, de África y de Asia.
La historia de la humanidad es una sola.
Entonces, de lo que se trata es de poder estudiar la supuesta nueva
casa americana sin menospreciar ningún elemento compositivo de ella, sobre
todo en lo que respecta a los elementos fundacionales, a saber, los discursos ame-
rindios, pero es claro, se necesitan otras perspectivas de análisis, otra epistemo-
logía, pensamientos de liberación, para que con ellas se dé cuenta cabal de la
originalidad de la antigua casa materna americana y luego explicar cómo se
trans-formó en los embates de tan violento encontronazo entre nuestras Madres
y nuestros Padres y que pareciera no terminar de hacer daño. Comportémonos
pues como hijos no ingratos, adultos, asumámonos, leamos desde nuestra parte
de cielo en el cual nos tocó vivir lo que escribieron nuestros mayores maternos
y reinvidiquemos nuestro americanismo, nuestra casa materna americana y
Tambien ya paterna, que es la que nos permite nuestra particularidad humana.
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40
Língua, educação e interculturalidade
na perspectiva indígena
Gersem Baniwa
Introdução
O presente texto trata de algumas considerações sociopolíticas sobre
o lugar e o papel das línguas nas cosmologias indígenas e no campo da educa-
ção indígena, escolar ou tradicional, numa perspectiva intercultural. Sublinho
minha limitação quanto ao tema, por não ser linguista nem pesquisador de
línguas indígenas. Minhas considerações baseiam-se em vivência prática, como
falante de uma língua indígena, educador e militante da luta por educação
escolar indígena e pelos direitos indígenas de um modo mais amplo.
A linguagem é uma das capacidades criadoras mais impressionantes e
impactantes da humanidade. É o meio pelo qual os seres humanos se humani-
zam entre si, ou seja, ao mesmo tempo em que as identificam entre si, também
as distinguem dos outros animais. No entanto, essa distinção não significa, de
modo algum, hierarquização, uma vez que em termos de capacidade de comu-
nicação ou linguagem, todos os seres são iguais. Assim, para os Baniwa, povo
ao qual pertenço, esse é também o meio pelo qual se comunicam com outros
seres do mundo e com o próprio mundo, uma vez que a comunicação entre
os seres é o segredo para o equilíbrio do mundo cósmico. A escassez de caça,
por exemplo, pode ser resultado de uma falta ou uma ineficiência de comuni-
41
cação entre os pajés e os espíritos superiores das caças. Mas essa comunicação
com o universo não é exclusividade dos pajés. Todos os humanos, segundo as
cosmologias indígenas, devem permanentemente manter essa comunicação.
A comunicação, a linguagem e o diálogo são, portanto, essencialmente da
ordem espiritual e transcendental.
42
à sua frente sobre o jirau da canoa e escondeu-o atrás de si, por debaixo de
seu banco. Ao chegarem ao porto, as crianças logo lhes perguntaram quantos
haviam matado ao que o caçador sentado na popa respondeu que tinham sido
“panema” (mal sucedidos, maus caçadores) e por isso não haviam matado
nenhum. Nesse instante as crianças ficaram muito tristes e de cabeça baixa
foram para suas casas. O caçador da popa, vendo as crianças tristes, quis então
fazer-lhes a surpresa devolvendo a alegria e jogando para elas a caça abatida.
Porém, quando enfiou a mão por trás do banco para tirar o macaco morto,
este havia desaparecido. Os três caçadores, muito tristes, foram logo contar o
ocorrido ao grande e velho pajé da aldeia. Este, depois de ouvi-los, pediu que
aguardassem sua orientação no dia seguinte, após “sonhar” sobre isso durante a
noite. Nesse período não deveriam fazer nada de trabalho. Na manhã seguinte,
bem cedo, o pajé chamou os três caçadores e lhes disse:
- “Curui-tá! (meninos!) O que aconteceu foi um sinal e um aviso para
este que brincou com as crianças. Foi a finada mãe dele que mandou um sinal
para impedir que ele fosse trabalhar ontem na roça, como ele havia planeja-
do, pois se tivesse ido, teria sido picado por uma cobra. O macaco que vocês
mataram está pendurado em um galho de “mirapixuna” (uma planta nativa
comestível de beira de rio) logo na parte de maior correnteza ai no nosso porto.
Foi lá que a finada mão dele o deixou. Vão buscar, tratar e cozinhar para as
crianças e todos nós comermos. Está tudo bem, foi só um aviso. A principal
lição de tudo isso que aconteceu para todos nós é que não se deve “brincar”4
e judiar de crianças”.
A história termina aí e seu enredo mostra como o complexo sistema
de comunicação cósmica funciona envolvendo humanos (vivos e mortos), não
humanos e a natureza, nas suas dimensões material e espiritual. É por meio
da linguagem que o homem se situa e é situado na sociedade, na natureza e
no mundo. A harmonia da natureza depende de uma boa comunicação entre
os entes que a constituem. Nesse sentido, língua, sociedade e natureza estão
intrinsecamente relacionadas e, numa perspectiva sociohistórica, possibilitam
uma permanente e dinâmica relação cósmica dialógica, adaptável à abertura,
ao movimento e à heterogeneidade.5
Diferentemente do pensamento evolucionista, os povos indígenas
concebem as línguas como parte inerente ao processo original de criação. A
4
Brincar aqui é no sentido de judiar, brincadeira de mau gosto.
5
Bakhtin, Marxismo e filosofia da linguagem, 1992.
43
capacidade de construir uma língua é um dom recebido no processo de criação
do mundo. Cada povo recebeu, em potência, uma língua de comunicação. Mas
a língua indígena é um patrimônio em permanente construção, manutenção,
mudança, aperfeiçoamento, atualização e complementação. Pode-se dizer que,
segundo algumas mitologias indígenas, o mundo é resultado de um processo
contínuo de comunicação dialógica e dialética entre os seres criadores e suas
criaturas. O mundo está sempre em construção e, junto com ele, as línguas. As
coisas foram sendo criadas de acordo com os desdobramentos dos enredos tra-
vados entre os seres. Ao longo desses enredos muitas coisas boas foram criadas
por meio da força mágica das palavras, mas também as coisas más. Percebe-se
que a palavra, desde a origem do mundo, sempre esteve ligada às forças do
bem e do mal6, pois na medida em que os criadores foram criando as coisas,
algumas dessas coisas não saíram como se pretendia e os erros precisaram ser
sanados ou administrados também por meio da palavra. Daí o surgimento dos
rituais de pajelança ou de xamanismo, que são processos de (re)estabelecimento
da comunicação entre os seres da natureza por meio da linguagem falada ou
de rituais específicos que propiciam as conexões comunicativas.
Importa destacar como os deuses criadores dos Baniwa não são oni-
potentes, onipresentes, perfeitos e absolutos, pois, muitas de suas criações não
saíram como queriam. Muitas criaturas se rebelaram contra os seus criadores.
Isso permite que a criação, a construção, a manutenção e a continuidade da
existência da Natureza e do Universo dependa das próprias criaturas, no seu
conjunto interdependente, orgânico e holístico. Aqui reside uma substancial
distinção entre as cosmologias ou teologias ameríndias e as cosmologias/
teologias ocidentais de tradição judaico-cristã.
Importa também destacar a importância vital e simbólica da língua
para os povos indígenas, por meio da qual estabelecem as conexões com a
natureza e com o mundo. Assim, a língua é um fenômeno de comunicação
6
Os sentidos do “bem” e do “mal” nas cosmologias indígenas não são os mesmos que os
das cosmologias ocidentais europeias. Enquanto nas cosmologias ocidentais judaico-cristãs
o bem e mal são dois pólos antagônicos, nas cosmologias indígenas, o bem e o mal possuem
o sentido de complementares. Na cosmologia baniwa, por exemplo, o herói mítico, Kuwai,
que criou o veneno “kamahãe” (o mal mais temido entre os Baniwa, enquanto origem de
todos os males sociais, pois causa contínuas e permanentes mortes provocadas – assassinatos
– entre si. O “kamahâe” é um veneno natural extraído de plantas ou de pedras secretamente
manipulado por especialistas) é o mesmo que detém o conhecimento de sua cura. Além disso,
Kuwai é cunhado de Nhampiricuri, o herói mítico (Deus) do bem, criador de todas as coisas
boas. Como se pode perceber não há fronteira rígida e intransponível entre o bem e o mal na
cosmologia baniwa.
44
sociocósmica de vital importância na relação recíproca entre sociedades hu-
manas e estas com os seres não humanos da natureza. Nesse sentido, a perda
de uma língua por um povo indígena afeta diretamente a relação desse povo
com a natureza e com o cosmo, resultando em quebra ou redução de conecti-
vidade entre os seres e, consequentemente, afetando o equilíbrio e a harmonia
da vida no mundo.
7
Luciano, O índio brasileiro, 2006.
8
Pimentel da Silva, Reflexões sociolinguísticas sobre línguas indígenas ameaçadas, 2009.
9
Paricá é um pó alucinógeno produzido a partir da casca de um cipó ou árvore encontrados na
floresta amazônica e de conhecimento específico dos pajés ou sábios indígenas.
45
to comum o pescador, aos sair para a pescaria, fazer uma oferenda às “mães
dos peixes”, que pode ser um pedaço de beiju ou uma porção de farinha. As
oferendas são deixadas em lugares sagrados, em geral, uma gruta, uma pedra
sagrada, um lago ou uma foz de um rio. Em geral esses lugares levam o nome
representativo de “mãe dos peixes” ou mãe de um determinado peixe, como,
por exemplo, o “tucunaré lago” (lago dos tucunaré), o “pirá-paraná” (rio dos
peixes), o “uatucupá itá” (pedra da pescada), o wirá-uaçu paraná irumaça
(foz do rio dos gaviões) .
Ainda no campo da função político-pedagógica das línguas indíge-
nas, importa considerar os diferentes papéis de grupos sociais e de gênero. As
mulheres são as guardiãs principais das línguas e culturas, principalmente, na
educação dos filhos, centrada basicamente no ensino das línguas, culturas,
crenças e tradições. Nas aldeias e fora delas é muito comum que as meninas
sejam mais monolíngues na língua indígena do que os homens. É nessa dire-
ção que as mulheres-mães dão sentido transcendental à noção de mãe-terra,
em referência ao território, pois assim como as mulheres-mães são essenciais
e vitais para a continuidade da vida, da etnia, da língua, da cultura e da iden-
tidade, o território é essencial e vital para a continuidade da vida humana e
do cosmo. Há consenso entre os indígenas e os estudiosos do tema de que as
mulheres indígenas são mais resistentes e pragmáticas na luta e na defesa de
suas línguas e culturas. Os homens são os defensores principais e, assim como
as mulheres, carregam a responsabilidade com afinco, cujo momento e espaço
áureo ocorrem por ocasiões dos ritos de passagem.
Em qualquer processo de valorização de uma língua indígena é fun-
damental considerar os papéis dos sujeitos com relação à língua: pais, mães,
professores, tios, avós, irmãos mais velhos, comunidade, lideranças e outros.
Cada um desses sujeitos possui uma responsabilidade na transmissão da língua,
que precisa ser cumprida pelo simples fato de que não pode ser substituída por
outra pessoa como, equivocadamente, a escola pensa e tenta fazer por meio
da figura do professor. Os pais, os tios e os avós são imprescindíveis e insubs-
tituíveis nessa tarefa de ensinar a língua materna e os valores culturais para as
crianças porque são os que, diariamente, convivem com elas. Os professores e
as lideranças, que exercem papéis sociais destacados, são essenciais para dar
exemplo às crianças em práticas de valorização das línguas indígenas, dentro e
fora das escolas e aldeias. As crianças tendem a se espelhar no comportamento
46
dos mais velhos. Se um professor ou uma liderança de organização da aldeia
que, constantemente, viaja para os centros urbanos, ao invés de falar a língua
indígena, fala a língua portuguesa no cotidiano da aldeia, as crianças tendem
a interpretar que para ser professor ou liderança precisa falar o português no
cotidiano da vida. Isso é um estímulo à desvalorização da língua materna.
Todas as formas de linguagem envolvem os seres não humanos, numa
perspectiva de respeito e reciprocidade. A oferenda à mãe dos peixes é para
que o pescador tenha sucesso na sua pescaria. Ou seja, trata-se de uma troca
recíproca, mas também de reconhecimento e respeito por parte dos indígenas
à alteridade, à autonomia e agencialidade da natureza e de todos os seres
existentes no mundo.
É curioso e estranho perceber que em todas essas formas de lin-
guagem a escola, em geral, está fora. Ou seja, a escola não incorpora, não
valoriza e não prática essas diferentes formas de comunicação das crianças
e jovens indígenas. Se a moderna escola indígena, de acordo com as leis e
normas brasileiras, tem que ser intercultural, bilíngue/multilíngue, específica
e diferenciada, as línguas indígenas deveriam ser pilares fundamentais de
sua organização curricular e político-pedagógica. Se é por meio das línguas
tradicionais que os povos indígenas transmitem seus saberes milenares, não
é difícil concluir que as escolas indígenas por não considerarem tais saberes,
contrariando os discursos modernos do politicamente ou pedagogicamente
corretos da educação escolar indígena, não contribuem para a transmissão e
continuidade viva das línguas, dos saberes e das culturas indígenas.
Assim, as dimensões bilíngues/multilíngues e intercultural precisam
ser levadas a sério nas escolas indígenas, pela importância que elas representam
para a continuidade histórica dos povos indígenas e dos seus saberes e modos de
vida. Sem as suas línguas não é possível garantir a continuidade dos processos
educativos tradicionais desses povos. Muitos aspectos materiais e imateriais,
centrais nas culturas indígenas, só podem ser transmitidos por meio das lógicas
e estruturas das línguas tradicionais. Por exemplo, não se tem notícia até hoje,
de casos em que as narrativas sagradas proferidas por pajés em suas línguas
tradicionais em ocasiões de curas, tenham sido traduzidas e utilizadas em outras
línguas não indígenas ou escritas em livros. O que acontece é a substituição de
uma pela outra, como vem ocorrendo no Alto Rio Negro, onde as narrativas
47
sagradas tradicionais conhecidas em Nheengatu como “mutawarissá” foram
sendo substituídas por “orações a santos”, incorporadas dos missionários.
Desse modo, fica clara a interdependência entre a língua e a cultura
ou entre a língua e a sociedade.10 Assim, quando se abandona uma tradição se
abandona também uma língua e vice-versa e com elas toda uma concepção de
vida e de mundo, porque uma língua expressa um determinado mundo, uma
determinada maneira de entender, interpretar e se relacionar com o mundo.
Quando determinadas atividades ou elementos da cultura são abandonadas,
parte da língua especializada é abandonada e desaparece. Na mesma direção,
desaparece toda a diversidade de línguas e linguagens, rituais, mitos, rezas,
cantos, gestos e atitudes praticadas pelo povos indígenas, que a escola e a co-
munidade precisam estimular, valorizar e promover em suas práticas cotidianas
de vida. Os saberes sagrados ou especializados fazem a ponte entre o novo e
o antigo, entre o presente e o passado, entre o passado e o futuro. Portanto, a
transmissão do saber sagrado ou especializado é o elo entre o novo, o antigo
e o futuro, sem o qual essa conexão se perde, em geral, de forma irreversível.
A densidade da relação com o território perpassa pela língua própria.
Em uma língua indígena, cada criatura, material ou imaterial, cada lugar e cada
espaço da natureza tem nome e significado próprios. Isso amplia e fortalece
cognitiva e afetivamente a relação das pessoas e dos grupos com o território.
Pude perceber isso por ocasião das discussões e implantação dos denominados
“territórios etnoeducacionais”,11 no âmbito das políticas nacionais de edu-
cação escolar indígena, coordenada pelo Ministério da Educação, nos anos
finais da década de 2000. A noção de etnoterritório como referência espacial,
cultural e de gestão nos processos de planejamento, execução e avaliação das
políticas de educação escolar indígena foi muito bem compreendida, aceita e
incorporada/apropriada pelos povos que falavam a própria língua e possuíam
a posse de seus territórios.
Embora o dom da comunicação humana seja uma dádiva da criação,
10
Pimentel, Reflexões sociolinguísticas sobre línguas indígenas ameaçadas, 2009.
11
Territórios Etnoeducacionais são áreas territoriais específicas que dão visibilidade às
relações interétnicas construídas como resultado da história de lutas e reafirmação étnica dos
povos indígenas, para a garantia de seus territórios e de políticas específicas nas áreas de saúde
educação e etnodesenvolvimento. Essas áreas formam uma base de planejamento e gestão das
políticas de educação escolar indígena no país, a partir da configuração dos etnoterritórios
indígenas (terras, línguas, relações sociais, culturais, políticas) no lugar das divisões territoriais
dos municípios e dos estados.
48
assim como tudo o que existe no mundo, segundo as mitologias indígenas, as
línguas, assim como as culturas, vão sendo constantemente atualizadas, molda-
das, aperfeiçoadas e enriquecidas ao longo do tempo. Processos de mudanças
garantem a elas, dinâmicas próprias no acompanhamento permanente das
dinâmicas naturais e históricas do mundo. Desse modo, as línguas indígenas
acompanham a história, as descobertas, a economia, os costumes, a política,
a religião e estão sempre abertas e receptivas às atualizações, inovações, des-
cobertas, invenções e mudanças que vão transformando o mundo e, junto com
ele, a língua, a cultura e os modos de vida e de pensamento dos distintos grupos
humanos.12 Promover, portanto, uma língua, não é imunizá-la ou isolá-la, mas
dar a ela vitalidade, dinâmica e relevância prática no cotidiano das pessoas.
Um língua só morre quando deixa de atender e resolver tarefas co-
municativas e de contribuir para a organização cultural, política, econômica,
social, e religiosa da comunidade. Ou seja, quando perde sua função social e
seu lugar histórico na vida real e cotidiana das pessoas e dos grupos. Nesse
caso, ela é substituída por outra língua, em geral, por uma língua dominan-
te.13 Por isso, não basta promover práticas da língua em razão de eventos ou
interesses específicos para que a mesma seja valorizada, pois, ela somente
terá vitalidade se ocupar um lugar e uma função relevante na existência das
pessoas e do grupo falante.
49
continuarem sendo considerados como contingentes populacionais transitó-
rios. Antes da vigência da atual Constituição Federal (1988), esse caráter de
transitoriedade era imputado aos índios, fundamentalmente, no aspecto físico
e étnico. Na atualidade essa transitoriedade é percebida por parte das elites
econômicas e políticas como possibilidade ou necessidade cultural, ou seja,
como um fenômeno sociocultural. O que está em curso não é mais o pensar
e estimular processos de extermínio físico ou populacional que, na prática,
continuam existindo, mas o estímulo a processos sociopolíticos e educativos
que conduzem os povos indígenas a uma integração híbrida e mestiça, enfra-
quecendo ou anulando as alteridades e identidades próprias, base dos modernos
direitos indígenas coletivos. No fundo, essa “integração” significa uma nova
modalidade de morte lenta, longa e silenciosa das línguas, das culturas e dos
povos indígenas.
O segundo desafio é como superar a outra face perversa e histórica
da tradição colonial do Estado que continua sustentando e legitimando uma
relação de poder profundamente assimétrica de dominação, negação, opressão,
inferiorização, discriminação, racismo e invisibilização dos povos indígenas e
de outros grupos étnicos subalternizados. O Estado – por meio da escola e da
universidade, que inferiorizam e subalternizam os conhecimentos, os valores,
as culturas indígenas – é o principal responsável pela morte e desvalorização
das línguas indígenas. A continuidade das línguas, assim como das culturas
indígenas, depende da superação da cultura eurocêntrica e branqueocêntrica
imposta aos povos indígenas. Não se pode continuar com o processo colonial
de supervalorização das línguas e das culturas dominantes e desvalorização
sistemática e institucionalizada das línguas e culturas indígenas. É necessário
eliminar a visão de que as línguas e culturas brancas são superiores, mais
desenvolvidas, mais civilizadas e verdadeiras. Ou que os povos indígenas são
transitórios pelos seus estados atrasados de culturas e civilizações. Isso precisa
começar pelas escolas e universidades, lugares aonde ainda encontramos, à
luz do dia e escrito nos livros científicos, tais preconceitos já abolidos de nossa
legislação.
Na atualidade, as dificuldades de reprodução cultural, linguística e
étnica dos povos indígenas passa pela herança cultural colonialista e tutelar
das políticas do Estado, ainda muito presentes em campos vitais e sensíveis,
notadamente, nas questões territoriais e políticas de poder, de participação, de
50
representação e pelas condições econômicas e sociais precárias a que foram
condenados esses povos.
O status de inferioridade colonialista imputado, arbitrariamente, aos
povos indígenas, que vem causando entre as línguas indígenas o excesso de
empréstimos linguísticos, como faz a escola, conduz essas línguas a posições
secundárias, subalternizadas, inferiorizadas, empobrecidas e arranjadas. Aliás,
essa é uma das estratégias colonialistas mais conhecidas e perversas, partir das
quais os povos indígenas são estimulados ou obrigados a realizar mudanças
culturais com o argumento de que elas são necessidades modernas, garantidas
pelas leis e, portanto, são supostos direitos que, uma vez incorporados individual
ou coletivamente, passam a ser usados como justificativa para a negação ou
perda de direitos reais. É comum ouvir: “ah, eles não são mais índios, porque
falam bem o português, vivem na cidade, por isso achamos que não precisam
mais de tais benefícios ou direitos”.
Empréstimos linguísticos fazem parte da dinâmica e da vitalidade
das línguas saudáveis e pulsantes, desde que realizados livre, autônoma e
controladamente. Empréstimo linguístico é muito diferente de substituição
linguística. No primeiro caso, trata-se de atualização, o que é enriquecimento;
no segundo caso pode significar perda ou mesmo abandono da língua ou parte
dela. Em condições normais, quando uma comunidade linguística entra em
contato com outra comunidade linguística, seus sistemas linguísticos passam
a se influenciar e a se enriquecer mutuamente. As noções de bilinguismo e
multilinguismo dizem respeito a essa capacidade positiva que os sistemas
linguísticos possuem e que, ao entrarem em contato com outros sistemas,
desenvolvem empréstimos linguísticos desejáveis e controlados que permitem
complementações, inovações e atualizações dos seus sistemas.14 Mas, para
que o bi/multilinguismo não seja uma faceta da cultura e prática colonial,
precisam ser desenvolvidas tendo como base uma relação simétrica de poder.
Do contrário, estará se praticando um bilinguismo ou multilinguismo da
subalternidade, ou seja, uma colonialidade linguística que somente vai con-
tribuir para aprofundar ainda mais a relação assimétrica entre as línguas e os
seus falantes, gerando toda sorte de dominação, subalternização, negação e
extinção das línguas inferiorizadas.
O terceiro principal desafio é como e o que fazer para que a escola
14
Pimentel, Reflexões sociolinguísticas sobre línguas indígenas ameaçadas, 2009.
51
possa se tornar uma aliada estratégica na valorização das línguas e culturas
indígenas, inclusive, no enfrentamento e superação das práticas e culturas
colonialistas. Particularmente, a escola indígena (escola da/na comunidade
indígena) assume um papel essencial e focal nessa complexa missão da qual
não pode se eximir. Não penso que seja difícil imaginar o que fazer. O proble-
ma está em como fazer do ponto de vista da natureza política da instituição.
A questão, portanto, é de ordem política e não pedagógica. Ora, a escola,
enquanto instituição, é um instrumento ideológico do Estado e, como tal,
tende a seguir a sua visão predominante que é ainda muito eurocêntrica e
branqueocêntrica.
Mas, o Estado não é homogêneo, pois, do ponto de vista político
-ideológico e sociocultural, a sociedade que o constitui e legitima também
não é. Além disso, há uma constituição que garante aos povos indígenas o
reconhecimento e a valorização de suas línguas e culturas. Assim, existe a
possibilidade concreta da escola indígena ser uma poderosa aliada na luta pelo
resgate e valorização das línguas e culturas indígenas que, em tese, somente
precisaria da decisão política de fazer ou pelo menos deixar fazer por parte
do próprio Estado. Mas, cabe também decisão e vontade política dos próprios
povos indígenas para fazer valer seus direitos e seus projetos educativos à luz
de suas autonomias etnopolíticas e de seus direitos conquistados na forma da
lei. É importante destacar que a grande maioria das escolas indígenas está sob
o comando dos próprios indígenas, enquanto, caciques, gestores, técnicos, do-
centes e discentes, com inestimáveis potencialidades para a concretização das
mudanças necessárias e desejáveis, na organização curricular e, principalmente,
no Projeto Político-Pedagógicos da escola. A escola indígena, protagonizada e
gerida pelos próprios indígenas, apresenta um inestimável potencial transfor-
mador nos processos educativos das comunidades indígenas e da sociedade
mais ampla, por meio de suas práticas inovadoras no campo do ensino, apren-
dizagem, revitalização, resgate e vivências das línguas e culturas indígenas.
No entanto, para isso, a escola precisa realizar uma transformação
radical na sua matriz cultural, pedagógica, metodológica, filosófica, política
e epistemológica – toda ela referenciada e legitimada pela visão etnocêntrica
das sociedades europeias – para abrir possibilidades concretas de incorporar
outras matrizes socioculturais e epistemológicas e outros sujeitos de transmis-
são de conhecimentos (como os povos indígenas e seus sistemas linguísticos),
52
envolvendo, nas práticas cotidianas, as mães, os pais, os mais velhos, as lide-
ranças e os sábios tradicionais. A escola indígena precisa deixar de ser o lugar
exclusivo do professor e do aluno. No campo da transmissão de conhecimentos
tradicionais por meio das línguas indígenas, o professor, ainda que indígena, é
com certeza, o menos preparado para assumir e realizar essa função pela sua
própria bagagem e percurso formativo.
Outro aspecto desafiador é a existência de grande número de línguas
indígenas faladas no Brasil. Segundo dados do IBGE, do ano 2010, ao todo,
são 274 línguas indígenas. Porém, é bom lembrar que esse número representa
menos de um terço das línguas faladas no Brasil à época da conquista portu-
guesa, estimada entre 1200 a 1500 línguas indígenas.15 Pouco ou quase nada
se conhece da situação dessas línguas. O número de linguistas no Brasil é
extremamente reduzido. Um dos maiores problemas enfrentados pelos cursos
de formação de professores indígenas é a ausência de linguistas estudiosos de
línguas indígenas. Sem esses especialistas como abordar de forma adequada
a questão linguística nesses processos formativos tão importantes para a va-
lorização, o resgate e o tratamento adequado das línguas indígenas dentro e
fora das escolas? Além disso, sem os linguistas especialistas, como produzir
material didático bilíngue ou monolíngue nas línguas indígena?
No estado do Amazonas essa situação chega a ser dramática para
os cursos de formação, pois, diante da existência de 39 línguas indígenas fala-
das, não há sequer um linguista especialista em uma dessas línguas em todo
o Estado. Há, portanto, uma necessidade urgente de realização de estudos e
pesquisas sociolinguísticas acerca da situação das línguas indígenas no Brasil
e, principalmente, sobre as atuais atitudes das gerações falantes dessas línguas
para se saber do futuro delas. Da mesma forma é urgente ampliar e acelerar
a formação de linguistas, preferencialmente, indígenas. É necessário que as
universidades criem novos cursos de linguística. Penso que seja necessário
e urgente a criação de cursos apropriados e com turmas específicas para for-
mar linguistas indígenas, ainda que seja na modalidade de projeto, frente à
urgência e relevância que a temática requer, assim como são as temáticas da
educação, saúde, gestão territorial e outras áreas de conhecimento. Sabemos
que no campo da saúde, da gestão territorial e, principalmente, no campo
da formação de professores indígenas, algumas universidades brasileiras já
15
Luciano, O índio brasileiro, 2006.
53
estão oferecendo cursos com turmas específicas para indígenas. Penso que
a linguística é uma dessas urgências e relevâncias, antes que seja tarde, pois
sabemos que se nada for feito, continuaremos assistindo ao desaparecimento
e morte de muitas línguas indígenas e, com elas, o fim de muitos saberes de
povos inteiros, que são partes importantes da nossa humanidade e de muitos
mundos fascinantes e obras magníficas da Grande Natureza ou do Grande
Universo, como diriam os povos indígenas.
Antes de concluir é necessário destacar alguns aspectos relevantes
da função política das línguas indígenas no contexto das lutas mais amplas
do movimento indígena. O primeiro aspecto é o poder prático e simbólico
que as línguas indígenas possuem entre os povos indígenas e na sociedade
mais ampla. As línguas indígenas são fundamentais nos processos de luta por
reconhecimento e legitimação material da identidade étnica, que resultam
em reconhecimento de direitos específicos. Além disso, as línguas indígenas,
proporcionam a autoestima dos indivíduos e grupos falantes no contexto das
alteridades e autonomias étnicas e linguísticas.
Em função disso, a prática de educação bilíngue intercultural que
valoriza o pertencimento étnico e cultural é condição para a promoção de uma
educação inter-epistêmica de longa duração com reformas do Estado e das
políticas educacionais e culturais da sociedade nacional, capaz de superar as
limitações teóricas e práticas das noções de interdisciplinaridade e de transdisci-
plinaridade, ambas aprisionadas pela visão fragmentada e colonialista do saber
e do poder disciplinar homogeneizador e autoritário. Uma educação pautada
pela perspectiva ontológica de inter-epistemologias e cosmopolíticas abarca a
noção holística da epistemologia intercósmica, própria das ontologias indígenas.
Neste sentido, a educação bilíngue, intercultural e intercósmica aponta para
a necessidade de construção de novos paradigmas epistemológicos e novas
atitudes políticas e sociais da sociedade dominante e dos povos indígenas.
Utilizo aqui a noção de cosmopolítica para designar o caráter holís-
tico, orgânico e interdependente da natureza/cosmo. Essa interdependência
cósmica, própria das cosmologias, ontologias e epistemologias indígenas,
coloca o imperativo cosmopolítico da linguagem e da comunicação entre
todos os seres co-habitantes do planeta e do mundo. Em consequência dessa
cosmovisão, pensar a sustentabilidade da vida, do planeta e do mundo exige
levar em consideração todos os sujeitos humanos e não humanos, materiais e
imateriais existentes. A sustentatabilidade ambiental ou ecológica do planeta,
54
por exemplo, não depende apenas de negociações entre os humanos, mas tam-
bém dos humanos com todos os outros sujeitos, entes, agências que compõem
e constituem a cadeia ecológica, humanos e não humanos.
Considerações finais
É importante salientar que as línguas indígenas, enquanto patrimônio
da humanidade, gozam de reconhecimento, proteção e promoção da Cons-
tituição Federal (CF) brasileira e de leis internacionais. A CF, em seu artigo
231, assim determina: “são reconhecidos aos índios sua organização social,
costumes, línguas, crenças e tradições, e os direitos originários sobre as terras
que tradicionalmente ocupam, competindo à União demarcá-las, proteger e
fazer respeitar todos os seus bens”.
O artigo 210 da mesma CF faculta às comunidades indígenas a uti-
lização de suas línguas maternas e seus processos próprios de aprendizagem
no ensino fundamental. Tais instrumentos legais declaram o rompimento da
política integracionista de homogeneização cultural, étnica e linguística na
sociedade brasileira e garante aos povos indígenas os direitos de continuarem
falando suas línguas e praticando suas culturas e tradições, dentro e fora da
escola.
Mas, para que essa declaração resulte em realidade concreta, é ne-
cessário que as línguas indígenas sejam valorizadas, faladas e escritas nos
ambientes das escolas e das universidades e em toda a sociedade, de forma
permanente, tomando-as como línguas de instrução materializadas por meio de
aulas orais, cantos, exercícios e tarefas escritas e orais cotidianas, elaboração e
uso de livros didáticos, elaboração e defesa de monografias, dissertações e teses
em línguas indígenas. Além disso, essas línguas precisam alcançar os meios
de comunicação de massa: televisão, rádio e jornais impressos, bem como, as
igrejas, os quartéis, os sindicatos e outros espaços relevantes.
A existência viva das diferentes línguas é fundamental para se estabe-
lecer a prática do diálogo e do intercâmbio de saberes, valores e experiências
de vida e de mundos. A diversidade de línguas possibilita o estabelecimento
de diálogos cosmopolíticos e conexões transcendentais, envolvendo holisti-
camente inter-espiritualidades, inter-subjetividades, inter-epistemologias e as
importantes capacidades de articulação das multireferencialidades cósmicas, as
multidimensionalidades ontológicas humanas e as multicosmologias linguísticas
e ecológicas. As línguas carregam e sustentam mundos, valores e existências
humanas e não humanas únicas, porém, diversas, interdependentes.
55
Os diálogos inter-linguísticos são diálogos filosóficos, cosmológicos
e cosmopolíticos que podem ajudar a romper a subalternidade interétnica
colonialista, na medida em que ajudem a construir processos educativos e a
exercitar atitudes objetivas e transformadoras propícias ao diálogo político e
epistemológico de rompimento com o poder subjetivo da subalternidade e da
colonialidade tutelar, etnocêntrica, eurocêntrica, historicamente enraizadas em
nossa sociedade. Entre os povos indígenas, o diálogo simétrico atua sempre
na perspectiva da lógica e da prática de complementariedade, intercâmbio,
troca, reciprocidade, interaprendizagens, negociação político-linguística e
político-cosmológica, ou seja, de um diálogo para o respeito, para o reconhe-
cimento e para a solidariedade entre humanos e não humanos. Assim sendo,
a manutenção escrita ou falada de uma língua indígena é um verdadeiro ato
de resistência sociopolítica, que busca uma relação de reconhecimento e de
respeito ainda que de modo subalterno ou assimétrico.
Por fim, destaco que ainda observo com muita tristeza a falta de
interesse em nossa sociedade pela vivência da interculturalidade enquanto
vivência intermundos e exercício vivo do bilinguismo linguistico e cultural
na escola, na comunidade e na sociedade, apesar dos discursos e das normas
bem elaboradas, mas muito pouco praticadas. Insisto no diálogo linguístico,
enquanto diálogo epistemológico para uma compreensão mútua e recíproca
entre os distintos mundos que povoam, enriquecem e embelezam o nosso
mundo. Para isso, o diálogo intercultural é o começo, um importante começo,
porém, o desafio é alcançar o diálogo cosmopolítico, único capaz de tornar
sustentável a vida no mundo.
Referências
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sofia da linguagem: problemas fundamentais do método sociológico na ciência da
linguagem. Tradução de Michel Lahud e Iara Frateschi Vieira. São Paulo: Hucitec,
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La interacción por medio del Lenguaje. Paris: Unesco, 1984, v.36, n.99, pp. 117-132.
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LACED/Museu Nacional, 2006.
PIMENTEL DA SILVA, Maria do Socorro. Reflexões sociolinguísticas sobre lín-
guas indígenas ameaçadas. Goiânia: Ed. Da UCG, 2009.
56
Identidade e literatura indígena: o
encontro necessário na escola brasileira
Edson Kayapó
Introdução
Os “tempos de direitos”, abertos com a constituição cidadã promul-
gada em 1988, trouxeram consigo a garantia legal do direito à diversidade
sociolinguistica dos povos indígenas em seus territórios e a possibildade da
inovação no diálogo curricular, com a implementação de novas abordagens
sobre a temática indígena na escola, alargando o foco de compreensão sobre
a formação da sociedade brasileira.
Considerando que o Estado brasileiro foi construído sob a égide
da opressão e da violência sem limites contra os povos indígenas, constata-
se que escola tem servido de guardiã das ações genocidas. A escola e seus
currículos vêm acompanhando, de forma explícita ou não, as ações genocidas
do Estado brasileiro, seja no silenciamento desses povos ou no seu tratamento
como a expressão do folclore nacional ou, ainda, condenando-os a um pas-
sado longínquo da nossa história. Os povos indígenas são oportunamente
lembrados nas aulas de História que tratam da “descoberta do Brasil” e
da montagem do sistema colonial e, eventualmente, em momentos pon-
tuais da história nacional, especialmente nas manifestações do dia 19
de abril, quando as crianças aprendem sobre o encontro dos portugueses
57
com esses povos que viviam nus, falavam a língua tupi, adoravam o Deus
Tupã ou a Lua (Jacy), além de viverem isolados no tempo e no espaço.
Cria-se, desse modo, o mito do índio genérico.
Nos dias atuais, os diálogos multiculturais incitados nas instituições
de ensino e o avanço do protagonismo indígena na condução de suas histórias
sugerem a superação do silêncio e dos esteriótipos indígenas. A sociedade
e os próprios indígenas se mobilizam pela construção de outras histórias,
que rompam com a perspectiva eurocentrica e opressora que pautam o senso
comum e os pressupostos teóricos e metodológicos da história oficial sobre
os povos indígenas.
É nessa dinâmica de questionamentos sobre a formação da socie-
dade brasileira que a literatura indígena assume um importante papel, cola-
borando de forma protagonizada no processo de promoção da audibilidade
e visibilidade dos povos indígenas no Brasil, às suas identidades, línguas,
cosmologias, espiritualidades e modos de conceber e habitar o mundo.
No presente capítulo, analiso as questões acima suscitadas, eviden-
ciando o movimento de imposição das ações políticas e dos princípios que
pretenderam abalar a existência dos povos indígena no Brasil. Desta forma,
serão questionadas as ideias de inferidade biológica e cultural, o “extermínio
natural” e a constituição do “índio genérico”, assim como serão expostas as
contradições sociais e os grupos políticos que atuaram neste cenário.
No bojo dos debates serão discutidas as possibilidades e os de-
safios do diálogo da escola com a temática indígena, no contexto da Lei
11.645/08 - que estabelece a obrigatoriedade do estudo da história e
cultura indígena nas escolas de nível básico.
58
Ribeiro constata que, por mais que os povos indígenas tenham apresentado
resistência ao projeto cristão-jesuítico, o preço da “salvação das suas almas”
foi a imposição da uma nova língua – língua geral (nheengatu) e a implantação
arbitrária de novos hábitos, pautados na moral cristã e no ideário civilizatório
europeu.1
Analisando as ações colonizadoras e a obra de conversão dos povos
indígenas no Brasil, Manuela Carneiro da Cunha esclarece que os jesuítas
mantiveram diferentes e contraditórias relações com esses povos, identificando
-os como bons ou maus, bravos ou mansos, inimigos ou aliados, inocentes ou
pecadores. A autora constata que o padre Manuel da Nóbrega, por exemplo,
identificava os indígenas como bárbaros, luxuriosos, sodomitas, mentirosos
e infiéis.2
Outra curiosa representação dos povos indígenas no século XVI
foi cunhada por Pero de Magalhães Gândavo, um cronista português que
trabalhou na fazenda da Bahia. Segundo Cunha, o cronista analisou a língua
falada pelos indígenas no litoral da Bahia e concluiu que a ausência do F, L e
R naquela língua significava que os falantes não tinham Fé, Lei e Rei, o que
confirmava e explicava para Gândavo, as características selvagens e o total
estado de “anarquia” em que aqueles povos viviam.
A partir de 1611, a coroa portuguesa definiu o destino dos povos
indígenas estabelecendo que, nos aldeamentos, o poder espiritual ficaria a
cargo dos jesuítas, enquanto que o poder temporal seria de responsabilidade de
um capitão de aldeia, uma situação que prevaleceu até a expulsão da Ordem
Companhia de Jesus, em 1759.3
As ações missionárias dos jesuítas entre os indígenas e a imposição de
uma “nova ordem” nas suas organizações originárias foram complementadas
pela política das “guerras justas” decretadas aos indivíduos e grupos que não
aceitassem as ordens reais ou a fé cristã. Ribeiro lembra que as “guerras justas”
oficializaram a escravização e o extermínio dos povos indígenas durante todo
o período colonial brasileiro.4
A presença sistemática dos jesuítas foi substituída pelo Diretório dos
1
Ribeiro, O índio na história do Brasil, 2009.
2
Cunha, Imagens de índios do Brasil, 1990, p. 106.
3
Ribeiro, Op. cit., 2009.
4
Ibidem, p. 39.
59
Índios, instituído na colônia pelo Marquês de Pombal, em 1757. Declarada-
mente, o Diretório visava a transformação dos povos indígenas em cidadãos
portugueses, uma cidadania que tinha como resultado a anulação das identi-
dades étnicas desses povos.
Mauro Coelho lembra que, no mesmo ano da ascensão do Marquês
de Pombal ao cargo de primeiro-ministro, Portugal assinou com a Espanha
o Tratado de Madri, instituindo a atual configuração das fronteiras entre as
duas nações nas terras sul-americanas.5 Com a nova definição territorial, o
Estado português buscou imediatamente transformar os povos indígenas em
guardiões dos territórios fronteiriços, concedendo-lhes o título de “cidadãos
portugueses” através do Diretório.
Objetivamente, o Diretório dos Índios foi uma política voltada para
a proteção do território português na América do Sul, com os indígenas sendo
“educados” para assumir a função de “soldados de fronteira”. Como parte
do plano de racionalização administrativa, o Diretório impôs aos indígenas a
lógica do trabalho e da produção econômica sistemática, transformando-os em
trabalhadores regidos por severos princípios de conduta moral. Analisando a
questão, Coelho entende que o Diretório foi também um projeto de “educação
para os índios”, uma vez que as normativas instituídas definiam que:
A reformulação dos costumes iniciar-se-ia pela adoção da
língua portuguesa, estabelecendo um corte com o duplo
passado: o nativo, representado pela língua nativa, e o da
sujeição anterior, na figura da língua geral ensinada pelos
religiosos (...). Deveriam, por conseguinte, assumir sobre-
nomes portugueses, “como se fossem brancos” e morar
em casas “à imitação dos brancos; fazendo nelas diversos
repartimentos, onde vivendo as famílias em separação,
possam guardar, como racionaes, as leys da honestidade,
e polícia”. Acrescentava a importância de andarem vesti-
dos para que tivessem desperta a imaginação e o decoro
e, ainda, que evitassem a bebida, num processo paulatino
de abandono dos vícios.6
5
Coelho, Amazônia, 2001.
6
Ibidem, pp. 65-66.
60
Conjunto de 95 artigos, que constituem o último orde-
namento português sobre os índios. Reitera a retirada
dos poderes temporal e espiritual dos jesuítas. Concede
liberdade para todos os índios. Favorece a entrada de não
índios nas aldeias, incentiva casamentos mistos, cria vila
e lugares (povoados) de índios e brancos. Nomeia direto-
res leigos. Promove a produção agrícola e cria impostos.
Manda demarcar áreas para os índios. Proíbe o ensino
das línguas indígenas e torna obrigatório o português.7
61
reger as ações do Estado em relação aos povos indígenas abriu espaço para
mais expropriação desses povos.
O século XIX foi particularmente proliferador de teorias racistas e
exterminacionistas voltadas contra os povos indígenas no Brasil. A esse respeito
é ainda Cunha quem esclarece que:
debate-se a partir do fim do século XVIII até meados do
século XIX, se deve exterminar os índios “bravos”, “de-
sinfetando” os sertões – solução em geral propícia aos co-
lonos – ou se cumpre civilizá-los e incluí-los na socieda-
de política – solução em geral propugnada por estadistas
e que supunha sua possível incorporação como mão de
obra.11
62
Meirelles, representa a figura do índio genericamente idealizado como belo e
exótico, porém, o desfecho é seu desaparecimento, representado na imagem
da índia morta.
Em sintonia com os rumos apontados pelo romantismo literário
alencariano e as teorias exterminacionistas do final do século XIX, verifica-se
que as duas primeiras constituições brasileiras, datadas de 1824 e 1891, respec-
tivamente, não fazem qualquer referência aos povos indígenas, tornando-os
invisíveis perante à sociedade e ao Estado brasileiro.
Portanto, o cerco se fechava para os povos indígenas. Suas identi-
dades eram sistematicamente negadas pela sociedade, seus territórios eram
expropriados e suas línguas exterminadas, enquanto sua existência objetiva
era invisibilizada através de instrumentos jurídicos, fazendo-se consumar a
unidade nacional homogênea e a rejeição da pluralidade étnica e a diversidade
cultural na composição da nação brasileira.
O crescente avanço das ações genocidas e as consequentes pressões
nacionais e internacionais dos setores progressistas, em defesa dos direitos
humanos, repercutiram nos encaminhamentos das políticas públicas para
o trato com os povos indígenas. Em 1910, o governo republicano criou um
órgão específico para assumir oficialmente as políticas indigenistas no Brasil.
Sob inspiração positivista, o Serviço de Proteção aos Índios – SPI
– assumiu a tutela desses povos, tendo como objetivo final a declaração da
“integração dos índios à comunidade nacional”.14 Reforçando o regime tute-
lar instituído pelo SPI, o Código Civil Brasileiro, de 1916, determinou que os
indígenas fossem “tratados como relativamente incapazes para o exercício de
determinados atos da vida”.
É importante ressaltar que o SPI tinha também um compromisso com
a nacionalização das zonas de fronteiras territoriais. O regulamento do órgão,
aprovado pelo Decreto 736, de 06 de abril de 1936, deixava clara a intenção
de transformar os indígenas em guardiões de fronteira, utilizando para tal
finalidade “a pedagogia da nacionalidade e do civismo”.15
Portanto, o SPI deveria conduzir os povos indígenas ao seio da nação
brasileira até que todos eles fossem integrados. A partir de então, a função do
órgão estaria cumprida e os povos indígenas não mais existiriam.
14
Santos, A temática indígena na escola, 2004, p. 98.
15
Lima, História dos Índios no Brasil, 1992, 165.
63
No contexto do indigenismo do SPI foram criadas as primeiras escolas
indígenas nos moldes curriculares modernos. Tais escolas eram mantidas pelo
governo federal e seguiam os parâmetros curriculares e administrativos das
escolas rurais, com ênfase em atividades profissionais e alfabetização em língua
portuguesa, apesar das orientações da UNESCO por uma educação bilíngue
para os indígenas, como demonstra Luciano.16 As práticas curriculares criadas
pelo SPI colaboraram diretamente com a política de “integração dos indígenas
à comunhão nacional”, tendo suas propostas curriculares pautadas na “peda-
gogia da nacionalidade e do civismo”, conforme previa o regulamento do SPI.
Do ponto de vista constitucional, o Estado brasileiro passou a assumir
compromissos com a temática indígena a partir de 1934, reconhecendo o direito
desses povos à terra, tendo a União como a instância fundamental para lidar
com o assunto. Tais compromissos se mantiveram nas constituições de 1937
e de 1945, no entanto, o ideário de incorporação dos indígenas à comunhão
nacional permaneceu.
No bojo da ditadura militar, implantada em 1964, o SPI foi apontado
como incapaz de manter-se na gestão dos assuntos indigenistas no Brasil. Em
1967, o órgão foi extinto e no mesmo ano foi criada a Fundação Nacional do
Índio - FUNAI, dirigida por militares de alta patente e por grupos anti-indí-
genas que mantiveram as diretrizes políticas de integração dos povos indíge-
nas.17 Complementarmente, em dezembro de 1973, foi publicado o Estatuto
do Índio, documento que reafirmava a “relativa capacidade dos indígenas”
e a manutenção da tutela como política oficial. De igual modo, as escolas
indígenas criadas pela FUNAI passaram a ter compromisso com a aceleração
do processo de “integração do índio”, mantendo-se a tutela e a ideia de que a
“condição indígena” era apenas uma fase transitória a ser superada.
As evidências até aqui apresentadas não deixam dúvidas de que o
Estado brasileiro foi construído sobre os cemitérios, os antepassados e os ter-
ritórios sagrados dos povos indígenas. Desde o início da instalação do projeto
colonial os colonizadores deixaram claro que no “progresso” projetado não
haveria espaço para a diversidade indígena.
Até recentemente, a escola brasileira compactuou firmemente com o
16
Luciano, O índio brasileiro, 2006.
17
Gomes, Os índios e o Brasil, 1988.
64
projeto de integração e com o silenciamento dos povos indígenas. Por séculos
os curriculos escolares reproduziram generalizações e estereótipos e, frequente-
mente, assumiu o discurso do desaparecimento dos povos indígenas. De modo
similar, as escolas ensinavam que os povos indígenas foram extintos, deixando
apenas heranças ainda visíveis na formação da sociedade brasileira, como
tomar banho diariamente, comer peixe assado, farinha e açaí, por exemplo.
O senso comum escolar era fundado na ideia da passividade dos
indivíduos e grupos indígenas, os quais teriam sido vitimados por uma rela-
ção de dominação que não deixou margem para nenhum tipo de reação ou
inovação cultural. A escola e seus currículos desconsideravam que a cultura
é um processo em construção, que no entendimento de Almeida é “produto
histórico, dinâmico e flexível, formado pela articulação contínua entre tradições
e novas experiências dos homens que a vivenciam”.18
O estudo da história e cultura dos povos indígenas nas escolas enfati-
zou por muito tempo as histórias das derrotas e das perdas que culminam no
extermínio desses povos. Essa perspectiva anula as histórias das resistências
e as estratégias de continuidade e manutenção das tradições desses povos,
tirando-lhes a potência de sujeitos e grupos históricos.
Em outros momentos, os currículos escolares insistiam na ênfase da
visão romântica e folclórica dos povos indígenas, condenando-os não apenas
ao passado, mas também à pobreza naturalizada, à preguiça, ao isolamento e a
uma pretensa inferioridade biológica e cultural. Em última instância, a escola
referendava a versão que identificava os povos indígenas como inimigos do
progresso nacional, entre outros motivos por estarem situados em territórios
que guardam grandes riquezas naturais que não estão acessíveis facilmente
à exploração.
18
Almeida, Os índios na História do Brasil, 2013, p. 22.
65
Luciano identifica o movimento indígena como:
aquele que busca articular todas as diferentes ações e
estratégias dos povos indígenas, visando a uma luta arti-
culada nacional ou regional que envolve os direitos e in-
teresses comuns diante de outros segmentos e interesses
nacionais e regionais [...]. No Brasil, existe de fato, desde
a década de 1970, o que podemos chamar de movimento
indígena brasileiro, ou seja, um esforço conjunto e articu-
lado de lideranças, povos e organizações indígenas objeti-
vando uma agenda comum de luta, como é a agenda pela
terra, pela saúde, pela educação e por outros direitos.19
66
Superar a imagem do índio genérico, folclórico, exótico e inimigo
do progresso nacional está entre os desafios da escola hoje e o enfrentamento
desses desafios pode ter um forte aliado: a literatura indígena. O diálogo da
escola com a literatura indígena tem como pontos relevantes o protagonismo
indígena na produção e condução de suas histórias, memórias e outras expres-
sões do pertencimento. É a possibilidade de a sociedade brasileira ter acesso às
diversas manifestações vivas desses povos e, particularmente, às manifestações
produzidas pelos próprios indígenas.
Para fins das análises e reflexões aqui realizadas, será utilizado o
entendimento da literatura indígena proposto por Munduruku, que faz a
seguinte consideração:
Nossa literatura não está limitada pela escrita. Ela é tam-
bém silêncio. Ela é também meditação. Ela é sons da
mata, da água, de bicho, de espíritos ancestrais, habitan-
tes de um mundo sensível. Ela é feita de batidas rítmicas
de pés no chão acolhedor; é feita de entoação de cantigas
imemoriais; de corpos marcados por registro de histórias
vivas; de adornos que embelezam os corpos e trazem a
lembrança de que somos parte do todo. Nossa literatura é
o canto da resistência.21
67
protagonismo indígena na condição de mediador. Partindo do princípio de
que a literatura indígena não se limita à escrita, pode-se pensar no trânsito
costumeiro de indígenas na escola, relatando suas memórias, histórias e a
atual situação de seus povos. Pode-se também viabilizar a visita dos estudan-
tes em aldeias, onde poderão presenciar e participar do cotidiano dos povos
originários, enxergando-os para além dos estereótipos criados e reproduzidos
pela escola e pelos meios de comunicação.
Tais ações pedagógicas, entre outras possíveis, podem colaborar na
promoção de outro olhar para os povos indígenas, guiado por outros princí-
pios, outra ética e outra lógica. Reconhecendo as deficiências da escola e a
vigência do senso comum em relação à temática, o caminho é a busca de novos
conhecimentos e novas fontes de saber que sejam capazes de romper com as
visões estereotipadas e generalistas dos povos indígenas.
Os esforços acima indicados convergem com a proposição feita por
Rosa Helena Silva ao sugerir que:
Através de informações amplas e corretas sobre os dife-
rentes povos e culturas que contribuem para a formação
da sociedade brasileira, as crianças poderão entender a
importância da diversidade e formar uma postura de cida-
dania, onde a pluralidade é um valor. Com certeza, todo
esse processo ajudará na superação real dos preconceitos
e discriminações.22
68
Refletindo sobre essa literatura indígena e seus protagonistas consi-
dero que
os escritores indígenas têm uma responsabilidade gran-
diosa e nobre. Desmontar e remontar a história do Brasil,
desnaturalizando os preconceitos contra os nossos povos,
entre os quais estão as falácias de que somos preguiçosos,
cachaceiros, bagunceiros, sodomitas, ladrões... A litera-
tura indígena tem uma tarefa ainda mais grandiosa, que
tem a ver com a construção da paz, do respeito à diver-
sidade dos nossos povos e a segurança da continuidade
da vida no planeta. O princípio dessa lógica é que nossos
povos não querem mais guerrear de forma violenta, esta-
mos abertos ao diálogo para colaborar na reconstrução
de tudo o que os homens destruíram, em nome do de-
senvolvimento. Tal diálogo, que nunca foi fácil, pretender
indicar alternativas para a degradação das relações socio-
ambientais no planeta.23
69
brasileiro. A ação dialógica, nesse sentido, pode colaborar ainda nas reflexões
sobre as atuais problemáticas e desafios enfrentados pela sociedade moderna.
A literatura indígena trás em seu corpo saberes milenarmente cons-
truídos e tecnologias socioambientais comprometidas com a preservação da
vida e do equilíbrio das relações humanas na terra. Esses saberes passam pelo
campo do manejo florestal, das práticas agrícolas e medicinais sustentáveis e
pelas atitudes educativas e coletivas que fazem parte do cotidiano nas aldeias,
como demonstra Munduruku.24
Considerando que vivemos em tempos de crises econômicas, so-
cioambientais e de valores éticos, é válido voltar os olhos às formas de vida
dos povos indígenas, procurando elementos que possam auxiliar na busca de
alternativas para as crises instaladas. Entre outras lições, as práticas sociocul-
turais dos povos indígenas evidenciam formas simples de vida, rompendo com
o comportamento consumista desenfreado e próprio do modo de produção
capitalista. De igual forma, esses povos têm convivido de forma equilibrada
com o meio natural, o que significa que são portadores de saberes que envol-
vem experimentações e relacionamentos vinculados às suas espiritualidades,
como expressam os seus rituais e as narrativas escritas.
Os textos indígenas publicados narram memórias e histórias sempre
relacionadas ao caráter sagrado das forças naturais e da vida em todas as suas
expressões. As narrativas tratam de histórias de origem e relações sociais nas
quais seres humanos, animais e outros elementos da natureza (animados e
inanimados) convivem de forma pacífica, sem a imposição de hierarquias
entre eles, sendo que frequentemente a origem de todas as coisas é atribuída
a seres espirituais ou não, em forma de animais.
Entender e ensinar sobre os princípios da organização dos povos in-
dígenas em seus territórios e em seus cotidianos torna-se importante para que
os estudantes percebam que o próprio processo de desestruturação histórica
dos modos de vida dos povos indígenas está relacionado a um projeto maior de
desenvolvimento, que tem colocado sob ameaça não apenas a vida dos povos
indígenas, com todas as suas tradições milenares, mas toda a humanidade e
a vida no planeta.
Nessa perspectiva, a literatura indígena é um instrumento educativo
24
Munduruku, Coisa de índio, 2003.
70
para demonstrar que, apesar da organização socioambiental indígena ocorrer
em outras lógicas (não ocidentais), trata-se de povos de carne e osso que não
podem mais ser idealizados como personagens de ficção romântica do pas-
sado. Entre tantos ensinamentos, a literatura indígena escrita pode auxiliar
na compreensão de que os indígenas não estão apenas nas aldeias. Eles estão
espalhados pelo Brasil, nas cidades, nas universidades, nas escolas e nos demais
espaços sociais, ocupando funções e profissões diversas. Buscando romper com
o ideário absoluto do índio aldeado, Krenak faz a seguinte provocação: “na
cidade, formam redes de reciprocidade e sempre riscam uma linha de onde
estão agora que vai dar lá no parque da antiga aldeia, vila ou paróquia da
missão onde foram seus avós aldeados. Estão na cidade, mas, definitivamente,
não são da cidade”.25
Seja nas aldeias ou nas cidades, os indígenas e suas identidades po-
dem ser mais conhecidos pelos brasileiros por intermédio dos textos escritos e
protagonizados por eles mesmos. É uma literatura recente, inclusive porque a
tradição indígena é fundamentalmente oral, mas essa literatura escrita tem força
suficiente para que a sociedade brasileira consiga dimensionar a diversidade
desses povos, seus hábitos cotidianos, a luta pelo território, suas memórias,
línguas, tradições e espiritualidades.
A literatura indígena propicia o diálogo intercultural na escola não
-indígena, colocando em xeque a concepção da sociedade homogênea acerca
do índio genérico e seu desaparecimento na história nacional. Ela explicita o
movimento dos povos indígenas hoje, apresenta a cultura viva desses povos,
sua dinamicidade e seus diálogos com o passado e com a projeção do futuro.
Considerações finais
Para alinhavar as considerações finais da discussão, quero me despir
de toda a couraça e roupagem positivista impressa no discurso da imparcia-
lidade acadêmica, assumindo minha identidade indígena na escrita do texto.
Para tanto, vou me apropriar do “eu” de pertencimento, que é também a voz
de uma coletividade identitária marcada pela diversidade de povos.
Evocando as forças dos nossos antepassados, quero atestar que a
literatura indígena tem a sua validade legitimada na nossa condição de povos
originários, pertencentes a territórios originários, reconhecidos pela própria
25
Krenak, Antologia indígena, 2009, p. 42.
71
legislação brasileira. Nesta perspectiva, a literatura indígena representa o jeito
de ser dos nossos povos, suas espiritualidades, cosmologias, lutas e concep-
ções de mundo, portanto, são expressões literárias mais do que posicionadas
politicamente, são expressões cotidianamente vivenciadas e ressignificadas no
tempo e nas relações interetnicas.
Assim entendido, o estudo da história e cultura indígena nas escolas
brasileiras deve assumir um compromisso político e ético pela visibilidade e
audibilidade da diversidade dos povos indígenas na história, pois se trata de
grupos humanos que têm seus direitos originários historicamente desrespei-
tados, além de serem vítimas de sistemáticas discriminações na sua terra de
origem, no passado e no presente.
O Estado brasileiro utilizou da violência sem limites contra os povos
indígenas, provocando o que Boaventura Santos identifica como epistemicídio,
que é o extermínio de um conhecimento local perpetrado por uma ciência exte-
rior, alienígena.26 Segundo esse autor, o epistemicídio provoca a subalternização
dos grupos sociais cujas práticas se assentam em conhecimentos específicos e
diferentes dos conhecimentos consagrados pela “ciência universal”.
Tanto as ações instituídas pelos jesuítas, que pretenderam catequisar
para dominar, produzir excedente e transformar os indígenas em mão-de-obra
disponível para as missões/colonização, quanto as ações do Diretório dos
Índios, do Serviço de Proteção aos Índios – SPI e da Fundação Nacional do
Índio – FUNAI, são exemplos da institucionalização das políticas epistemi-
cidas e genocidas.
A escola tem o dever de se adequar aos “tempos de direitos” e abrir
o diálogo sobre a presença dos povos indígenas na história, ressaltando suas
diversidades, suas contribuições para a formação do Brasil e seus projetos de
resistência contra o genocídio histórico.
O processo de formação inicial e continuada dos professores tem à
sua disposição um forte aliado: a literatura indígena em seu sentido amplo,
tanto a literatura oral quanto a escrita. É importante que as instituições e
agências de formação docente dialoguem e busquem a aproximação com as
comunidades, lideranças e escritores indígenas, facilitando o diálogo com
protagonismo, por intermédio da participação dos povos indígenas em forma
26
Santos, A gramática do tempo, 2006.
72
de palestras, de entoação de cantos, danças, oficinais de grafismos e outras
artes do corpo e da palavra. Tais ações podem ser planejadas no cotidiano
curricular da escola e voltadas para os estudantes.
Os cursos de licenciaturas, por sua vez, devem realizar o debate de
forma profunda nas instituições de ensino superior, realizando reformulações
em suas estruturas curriculares a fim de contemplar a história e cultura indí-
gena, seja com a criação de disciplinas específicas ou organização transversal
da temática nos conteúdos curriculares.
É necessário que professores, alunos e demais agentes das escolas
problematizem e se apropriem dos conhecimentos sobre o tema, tornando-se
pesquisadores e propositores de novas metodologias de ensino-aprendizagem
e de outras narrativas que se insurjam contra a versão hegemônica da história.
Os esforços para a promoção da Lei 11.645/08, no que tange ao
estudo da história e cultura indígena, esbarram em limites complexos, entre
eles, a morosidade e o reduzido interesse das escolas e do poder público para
promover cursos de formação de professores e o diálogo deles com a literatura
indígena. Como já assinalado, os cursos de licenciatura prosseguem suas ações
curriculares dando pouca ou nenhuma importância para a temática indígena,
mantendo uma formação de professores sem as competências e habilidades
necessárias para atuar de forma coerente com a história e cultura indígena.
Outro compromisso necessário que a escola deve assumir é a forma-
ção para a cidadania, o que significa reafirmar que ao lado da igualdade há
outro direito fundamental: o direito a diversidade étnico-cultural. Como afirma
Cury, uma sociedade justa e democrática não pode abrir mão do princípio da
igualdade, resguardando o direito à diferença e à diversidade.27 Essas temáticas
podem ser contempladas no diálogo da escola com as literaturas indígenas.
É importante ressaltar que as vertentes intelectuais e acadêmicas
que persistem na posição de negar a possibilidade de uma literatura indígena,
sejam por quais argumentos forem, precisam repensar seus posicionamentos.
Os povos indígenas são povos originários, detentores de territórios, línguas,
hábitos, costumes e saberes milenares que precisam ser respeitados nas suas
expressões originárias.
27
Cury, Cadernos de pesquisa, 2002.
73
Buscando demonstrar a amplitude da literatura indígena, Munduruku
escreve:
Nossa literatura vai além dos ismos, vai além das logias,
está acima das demagogias militantes. Ela é, enfim, nos-
so jeito de atualizar as lutas de nossos antepassados. É
nosso pedido de solidariedade. É a forma de agradecer às
gentes de bem que bem antes de nós se sacrificaram para
que pudéssemos viver o atual momento. É também nosso
compromisso com o hoje, o agora que nos desafia a ser
criativos para continuarmos não permitindo que a ganân-
cia destrua o que, na verdade, é patrimônio de todos nós:
a natureza que faz desse país nosso lar.28
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28
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74
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75
A política dos artistas na pedagogia
Huni Kuin
Amilton Pelegrino de Mattos
Apresentação
Tanto os títulos dos textos e falas dos demais colegas quanto minha
fala devoram conceitos que veem sendo elaborados ao longo dos anos por Ibã:
política dos artistas e pedagogia Huni Kuin. A natureza deste texto assim como
do filme O sonho do nixi pae não é explicar, interpretar, mas de experimentação
e bricolagem. Não se trata de compreender, mas de colocar os textos um ao
lado do outro, como as imagens dos cantos huni meka: nai mãpu yubekã (céu
pássaro jiboia). Parataxe, bricolagem.
77
Puke Dua Ainbu, obra do MAHKU, realizada durante o IX Simpósio Linguagens e Identidades da/
na Amazônia Sul-Ocidental: “Línguas e literaturas indígenas”
Cosmopolítica
Quando se fala em civilizado, eu não quero esse tipo de
civilização.1
Esta sopa de lama tóxica que desce no rio Doce e descerá
por alguns anos toda vez que houver chuvas fortes e irá
para a região litorânea do Espírito Santo (ES), espalhan-
do-se por uns 3.000 km2 no litoral norte e uns 7000 km2
no litoral ao sul, atingindo três UCs marinhas - Com-
boios, APA Costa das Algas e Refúgio de Vida Silvestre
de Santa Cruz, que juntos somam uns 200.000 ha no mar.
Os minerais mais tóxicos e que estão em pequenas quan-
tidades na massa total da lama, aparecerão concentrados
na cadeia alimentar por muitos anos, talvez uns 100 anos.
Refúgio de Vida Silvestre de Santa Cruz é um dos mais
importantes criadouros marinhos do Oceano Atlântico. 1
hectare de criadouro marinho equivale a 100 ha de flores-
ta tropical primária. Isto significa que o impacto no mar
equivale a uma descarga tóxica que contaminaria uma
área terrestre de de 20.000.000 de hectares ou 200.000
km2 de floresta tropical primária. E a mata ciliar também
tem valor em dobro. Considerando as duas margens são
1.500 km lineares x 2 = 3.000 km2 ou 300.000 hectares de
floresta tropical primária. Vocês não fazem ideia.
O fluxo de nutrientes de toda a cadeia alimentar de 1/3
da região sudeste e o eixo de ½ do Oceano Atlântico Sul
está comprometido e pouco funcional por no mínimo 100
anos! Conclusão: esta empresa tem que fechar. Além de
pagar pelo assassinato da 5ª maior bacia hidrográfica bra-
sileira. Eles debocharam da prevenção e são reincidentes
em diversos casos. Demonstram incapacidade de opera-
ção crassa e com consequências trágicas e incomensurá-
veis. Como não fechar? Representam perigo para a segu-
rança da nação!
O que restava de biodiversidade castigada pela seca ago-
1
Valdelice Veron.
79
ra terminou de ir. Quem sobreviverá? Quais espécies de
peixes, anfíbios, moluscos, anelídeos, insetos aquáticos
jamais serão vistas novamente? A lista de espécies desa-
parecidas foram quantas? Se alguém tiver informações,
ajudariam a pensar. Barragens e lagoas de contenção de
dejetos necessitam ter barragens de emergência e plano de
contingência. Como licenciar o projeto sem estes quesitos
cumpridos? Qual a legalidade da licença para operação
sem a garantia de segurança para a sociedade e o meio
ambiente?
Mar de lama... mas não seria melhor evitar que a lama
chegasse ao mar? Quem teve a brilhante ideia de abrir as
comportas das barragens rio abaixo em vez de fechá-las
para conter a lama e depois retirar a lama da calha do rio?
Quem ainda pensa que o mar tem o poder de diluição
da poluição? Isto é um retrocesso da ciência de mais de
1 século!!!!! Sendo Rio Federal a jurisdição é do governo
federal portanto os encaminhamentos devem serem feitos
ao MPF.2
No dia 05 de Novembro, na cidade de Mariana/MG,
duas barragens de rejeitos da Samarco Mineração e Vale
se romperam, causando uma enxurrada de lama que des-
truiu o distrito de Bento Rodrigues, causando mortes,
desaparecimentos, destruindo famílias, e trazendo pânico
àquela população.
Mas o estrago não para por aí! Essa lama, comprovada
que é tóxica, veio passando por diversas outras cidades...
e chegou aqui, na Princesa do Vale, invadiu o nosso Rio,
acabou com nossa água.
A cidade não tem água! É isso mesmo gente: NÃO TEM
ÁGUA! Nem no Rio, nem nas torneiras... não há abaste-
cimento de água e a previsão é que isso irá durar no míni-
mo 30 dias! E o que é ainda pior.... Não temos água nem
para comprar! Sim! É verdade! Acabaram os estoques dos
supermercados! Estamos todos desesperados por água! É
fácil saber quando chega algum caminhão com água...há
filas kilométricas com pessoas e seus galões para comprar
água, que muitas vezes são limitadas as vendas a 1 ou 2
galões por pessoa.
É surreal! As pessoas brigam por água! Boletins de ocor-
rência são feitos por causas das desavenças. Ladrões ago-
2
André Ruschi, Estação Biologia Marinha Augusto Ruschi, Aracruz, Santa Cruz, Espírito
Santo.
80
ra roubam água... é perigoso andar na rua com galão de
água. Estão roubando mesmo! E além dos ladrões desca-
rados, há também aqueles que se aproveitam do momen-
to, comerciantes sacanas que elevaram o preço do galão
para obter lucro exorbitante dessa população que tanto
sofre. Os caminhões com água que chegam a Valadares,
estão vindo escoltados pela Polícia! Acha que é exagero?
Não é não! Saquearam carga de galões de água! Valadares
vive dias de puro terror! O clima é de medo, apreensão,
incertezas, desespero e muita tristeza. Universidades, es-
colas, comércios, estão parados! A cidade fede! As pesso-
as vão para as pontes ver o antigo Rio, incrédulas, e saem
de lá na mais profunda tristeza ao ver milhares de peixes
agonizando, sem água, e não sabendo como será Valada-
res no futuro!3
Quando saí de casa, na semana passada, pensava vir aqui falar do
trabalho que, a partir de uma perspectiva literária e linguística, vem sendo
realizado há anos pelo Ibã, os artistas Huni Kuin e por mim. Porém, algo
mudou no caminho e a Terra entrou em minha fala de maneira devastadora.
A filósofa belga Isabelle Stengers cunhou uma expressão para refe-
rir-se ao que estamos vivendo no planeta e nas ciências humanas: intrusão de
Gaia, isto é a intrusão da Terra. Ela define o conceito de cosmopolítica como
a insistência do cosmos na política. Como não falar hoje sobre isso, se a Terra
irrompe como problema urgente. Estou falando da tragédia da Vale do Rio
Doce sim, mas também dessa lama do código de mineração que vem arras-
tando IIRSA, Belo Monte, PEC 215 etc. E não se trata de falar de ecologismo
ou jornalismo ambiental (duas competências das quais quero aqui, sobretudo,
me distanciar). Estamos tratando de outro assunto. Se o humano e sua força
destrutiva se tornam uma potência geológica isso é sim um problema para as
ciências humanas também. Isso pode ser pensado, inclusive, como o grande
problema das ciências humanas, pois, como pensar agora a perspectiva e os
pressupostos com que olhamos os outros povos, as outras espécies?
É em relação a esse etnocentrismo e esse especismo que gostaria aqui
de apresentar o trabalho do MAHKU e o tipo de pacto etnográfico ou a TAZ
(Zona Autônoma Temporária) ou a máquina de guerra que pensamos resultar
dessa zona de vizinhança (os dois termos são de Deleuze e Guattari) entre
distintos regimes de pensamento. Mas espera... o que tem a ver arte e ecologia?
3
Thatiane Carvalhais, moradora de Governador Valadares.
81
Será que é porque nós, no MAHKU, desenhamos animais e plantas? Não, não
é definitivamente o fato de desenharmos animais e plantas, não é disso que se
trata. Pensamos que operamos numa ecologia que não se restringe ao que se
costuma chamar de natureza (em oposição à cultura, separação que constitui
o mito por excelência do pensamento ocidental), mas numa ecologia que atra-
vessa as subjetividades, as socialidades, à ciência. Talvez uma cosmopolítica, já
que começamos com Stengers, termo também utilizado por Gersem Baniwa.4
Desse modo, o que quero fazer a partir daí é começar a tratar do
MAHKU (e do projeto Espírito da Floresta) a partir de um diálogo com a obra
recém-publicada de Bruce Albert e Davi Kopenawa Yanomami, A queda do céu.
Esse livro, que levou quase trinta anos para ser escrito, consiste basicamente
num exercício xamânico em que Davi nos descreve detalhadamente como os
xapiri veem o mundo e, principalmente, com veem os brancos. Ele também
consiste, de certa forma, em um totem para uma antropologia contemporânea
que articula na noção de cosmopolítica dois problemas: o perspectivismo ame-
ríndio e o Antropoceno. Cosmopolítica seria uma outra maneira de ver aquilo
que chamamos de animismo para, de certa forma, zombar do pensamento dos
indígenas quando nos diziam que tudo o que sabiam aprenderam e aprendem
no exercício dessa cosmopolítica.
Feridas Narcísicas
Quero contar uma experiência que vivi quando estive pela primeira
vez entre os Kaiowa, no ano 2000, em Dourados, Mato Grosso do Sul. Passei
um mês acompanhando o trabalho dos professores nas escolas e escrevi um
relatório. Quando estava indo embora, a professora Edina Souza, filha do
grande líder guarani Marçal de Souza, assassinado pelo agronegócio (em 1983),
que era a coordenadora do projeto e me presenteou com Nhande Rembypy, um
grande acervo das artes verbais Kaiowa. Nesse livro ela escreveu uma epígrafe
em que dizia que esperava que eu fosse uma estrela brilhante para o meu povo.
O leve desapontamento que tive na hora (visto que esperava ser uma estrela
brilhante para os Guarani) guardo até hoje como a grande lição que ela me
deu então, algo como: “- Nós não precisamos de ajuda, vocês precisam”.
O crime da Vale escancara de vez como funcionam os tantos poderes
do Estado (e paralelos a ele) no capitalismo. Além do marco de um dos maiores,
senão o maior, crime socioambiental de nossa história, estamos diante de um
4
Cf. capítulo 3 deste livro.
82
outro marco. Trata-se de um marco de linguagem: o modo como a empresa
pode se servir dos meios de comunicação que possuem concessão do Estado
como sua gerência de relações públicas: à mídia foi delegada a função de manter
imaculado de lama o novo código de mineração em preparação.
Mas e a universidade? Não a universidade enquanto parte da sociedade
(solidária às vítimas desse crime), mas enquanto potência de pensamento? E
essa universidade de resultados, está comprometida com quem? Como lidar
hoje com o prêmio sustentabilidade da Capes, patrocinado pela Vale? É disso
que se trata, é isso que precisamos refletir quando nos dispomos a “ajudar” os
povos indígenas. Quem realmente precisa de quem? Como afirmou Marcela
Orellana, não tenho respostas, apenas perguntas.
Sabemos que o antropólogo Pierre Clastres, quando revolucionou a
antropologia política cunhando a termo Sociedades contra o Estado, referia-se
não simplesmente a como se organizavam os povos ameríndios, mas à maneira
de percebermos esses povos do continente sempre como povos a quem falta
algo: Sociedades sem escrita, sem história, sem Estado, sem fé, sem lei, sem
rei. Porém, quando as tomamos como Sociedades contra Estado, afirmamos
sua positividade (a possibilidade da multiplicidade, de um outro movimento
que não leva necessariamente até nós, os civilizados), já que são aquelas so-
ciedades que criam dispositivos para inviabilizar a concentração do poder, isto
é, o Estado e tudo o mais que vem com ele.
Com esse movimento, Clastres propunha que o pensamento selvagem,
no sentido que o antropólogo Claude Lévi-Strauss dá ao termo, não era um
instrumento para explicarmos, amansarmos ou até defendermos os indígenas,
e sim um instrumento para percebermos, a partir da perspectiva indígena,
como o Estado está impregnado em nosso pensamento acadêmico, em nossa
percepção, em nossa linguagem.
Vou contar outra história. Ela está no filme O sonho do nixi pae. É
rápida, talvez não se perceba bem. Em 2012, fomos convidados a falar no
CESTA, Centro de Estudos Ameríndios, na USP. Quero que me entendam, não
falo de pessoas, falo de uma mentalidade que pode nos ensinar algo. E reitero
que isso não é uma denúncia, não nos estou vitimizando, só quero apresentar
como se dá o conflito de pensamentos em uma experiência prática. O vídeo
está disponível na íntegra na página do CESTA, no Vimeo. A professora e
83
antropóloga Dominique Gallois, que coordena o grupo pergunta a Ibã, que
está ao meu lado:
Dominique: - Vou te dizer que minha pergunta é de muita
curiosidade, por que em geral na Amazônia os programas
de formação de pesquisadores indígenas na universidade
não são lá muito bons. Eu queria entender o que que você
sentiu, qual foi a diferença, se a universidade te trouxe
novas ideias de fazer pesquisa, ou se você continua pes-
quisando como você aprendeu no começo?
Ibã: - Realmente a universidade é uma instituição maior,
mas ao mesmo tempo a universidade tem que aprender
comigo... (...)
Não satisfeitos com a resposta de Ibã, prosseguiram:
Aluna: - Você falou que a Universidade tem aprender com
você. Eu queria saber como que isso acontece?
Ibã: - Meus conhecimentos são diferentes, mas mesminho
conhecimento, eu sou da cultura diferente; eu aprendo
com a Universidade, a universidade tem que aprender co-
migo, é isso que eu tô olhando; eu tô vendo isso acontecer.
Um aluno e Dominique: - Dá um exemplo Ibã!
Ibã: - Eu falo na minha língua: ‘Nai mãpu yubekã’, você
entende? ‘Não’ Aí você tem que me perguntar. (Risos)
Dominique: - Mas você criou alguma disciplina nova ou
você e os outros índios tem que se encaixar dentro das
disciplinas que os acadêmicos... é isso que eu queria en-
tender, se você criou, se a universidade aprende com você,
a universidade mudou o seu programa com base na tua
sugestão ou ainda são vocês que se encaixam dentro do...
Ibã: - Nós se encaixa dentro do...
Literatura indígena
84
de escavar a linguagem, e de faze-la escoar seguindo uma
linha revolucionária sóbria? Como devir o nômade e o
imigrante e o cigano de sua própria língua? Kafka diz:
roubar a criança no berço, dançar sobre a corda bamba.5
5
Deleuze e Guattari, Kafka, por uma literatura menor, 2014.
85
Oficina de canto Huni Kuin com a participação do Coral da UFAC, durante o IX Simpósio
Linguagens e Identidades
86
Pensamento selvagem
O antropólogo Pierre Clastres, em um pequeno texto, trata de uma
questão que lhe interessa por toda sua obra: de que natureza é “nossa” inca-
pacidade de “nos” comunicarmos com os povos originários deste continente.
O uso que ele faz do “nós” merece atenção. Nós somos os ocidentais, os
colonizadores, os antropólogos, etc. Porém, cuidado, pois aqui se trata de um
texto sobre Lévi-Strauss, o que muda ligeiramente a natureza desse pronome
nós. Quando nos referimos a nós e eles, a partir de Lévi-Strauss, falamos do
pensamento de uma maneira muito distinta da que se falava até então. Até
então, década de 1960, quando este autor escreve O pensamento selvagem, os
indígenas eram considerados primitivos ou como se estivessem numa espécie
de infância do pensamento.
Com Lévi-Strauss e a ideia de pensamento selvagem, isso muda
e abrimos uma dimensão em nossa tradição epistêmica (e ontológica) para
imaginar imaginações diferentes da nossa. Voltando a Clastres, a ele interessa
justamente isso: como podemos imaginar uma outra imaginação se o que de-
fine o nosso pensamento é a violência com o outro, o silenciamento violento
da alteridade justamente no plano do pensamento?
Para resumir, Clastres conclui apontando para as monumentais
Mitológicas de Lévi-Strauss, que se trata de criar uma nova linguagem. Perce-
bam, essa nova linguagem é justamente o que me interessa, pois penso que ela
funciona como uma chave não para explicar o que Ibã está fazendo, mas para
nos darmos conta da dificuldade que é, para nós, sairmos do cerco instaurado
por nossa imagem do pensamento. Trata-se, portanto, de uma chave que nos
permite saber ao menos em que consiste imaginar uma outra imaginação,
ou compreender o que acontece quando nosso pensamento se encontra e se
confronta com um pensamento outro, já que esse é o problema fundamental
que atravessa o obra de Lévi-Strauss.
Não quero, portanto, aqui incorrer no erro de explicar Ibã, explicar
o MAHKU, explicar os huni kuin. O que pretendo é criar referências para que
nós, que estamos aqui, tenhamos a possibilidade de interagir com o tipo de
cosmopolítica que esses pajés-artistas constroem com seus aliados acadêmicos
ou artistas (aliado que é sempre o inimigo possível) por um lado, e com seus
aliados espíritos, por outro, para dar continuidade à sua velha guerra pela
supervivência.
87
Por isso acredito que se trata sim de literatura. Porém não de uma
literatura entendida em nossa tradição representacional em que o livro é a
imagem do mundo, mas, para buscar o rizoma que abre o livro para todas
as conexões cósmicas, um livro vivo, um livro cantado, um livro ritual com
todas as suas dimensões semióticas: corpo, tempo, espaço, velocidade, sons,
imagens, etc.
Afirmei para Ana Pizarro que retomaria sua fala do ponto em que a
mesma parou porque penso que outras maneiras de ler a literatura se abrem em
momentos de uma revolução tecnológica dos meios, uma revolução de tantas
dimensões como a pela qual passamos, redefinindo completamente nossa relação
com a linguagem e redefinindo, sobretudo, o que somos. Penso que vivemos
uma revolução nas proporções da que viveram os gregos com a invenção e
prática do sistema alfabético. Assim como aquela transformou a percepção do
mundo, o corpo e a própria “realidade”, instaurando uma ontologia própria,
nesta revolução que vivemos, aprender a ler implica transformar a percepção
e transformar o que entendemos por mundo, corpo, humano. Nesse processo,
aproveitando-se dessa revolução, os Huni Kuin veem aqui uma brecha, uma
entrada para o mundo, até então fechado para essas outras “línguas” e esses
outros pensamentos humanos e extra-humanos – a exemplo da fala da jiboia,
do jacaré, do cipó nixi pae e tantos outros espíritos yuxibu – que nos incitam a
experimentar as delícias da terra, assim como nos incitam a nos impactarmos
com o mar de morte da mineradora Vale/Samarco.
88
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89
Desde la piedra: aproximaciones a los
animales mitológicos en el arte antiguo
amazónico
Rocío Casas Bulnes
93
sino que dentro de nuestra vida humana hay momentos que transcurren
dentro del cuerpo y otros fuera de él. Ninguno es menos real que el otro. Es
en las realidades fuera del cuerpo donde nos topamos con muchas imágenes
mitológicas y simbólicas que pueden tener sincronías y similitudes pese a la
diferencia temporal o cultural.
Continúo entonces con una cita de un arqueólogo, Fernando Urbina
Rangel, a quien también nos vamos a encontrar más adelante, porque él notó
en su artículo sobre mitos y petroglifos amazónicos, que el estudio del arte
antiguo amazónico se inicia desde tiempos muy tempranos.
Cuando las oleadas sucesivas de pobladores toparon las
obras pintadas o talladas sobre las rocas por pueblos más
antiguos; en ocasiones rehicieron los glifos, o superpu-
sieron y emparejaron sus propias creaciones; como todo
conglomerado humano interpretaron lo que iban encon-
trando, dejando las opiniones consignadas en sus mitolo-
gías y en sus trazos.2
2
Rangel, Mitos y petroglifos en el río Caquetá, 1997, p. 24.
94
planta, mostrándose como la verdad de ésta en vez de
aquélla. Estas formas no sólo se distinguen entre sí, sino
que se eliminan las unas a las otras como incompatibles.
Pero, en su fluir, constituyen al mismo tiempo otros tan-
tos momentos de una unidad orgánica, en la que, lejos
de contradecirse, son todos igualmente necesarios, y esta
igual necesidad es cabalmente la que constituye la vida
del todo.3
95
tratamos de poseer desesperadamente nuestro objeto del deseo. Resulta muy
interesante que el dios del Sol se vea en esta situación debido a su soberbia, y
no por un simple juego del pequeño dios alado o por un capricho como él antes
supuso que funcionaba. Su desmedido desprecio por el poder del otro, y una
sobrevaloración de sus propios poderes trazan el tormento que está apunto de
experimentar. Esta es una imagen que funciona muy bien para nuestra propia
producción intelectual, e iremos viendo porqué. Por ahora, ya se dijo, Febo
no lo sabe. Vive en el encanto de su propio engaño.
Todo se transforma
Detengámonos un momento aquí pues puede ser que surja una
incomodidad. ¿Por qué utilizar referentes tan europeos y tan canónicos para
acercarnos a un objeto de estudio que está en la selva amazónica, que es lati-
noamericano, que tiene sus propias características? Otro europeo, Hans-Georg
Gadamer en Verdad y método, dice al respecto que la distancia en el tiempo es
la única que posibilita verdaderamente la cuestión crítica de la hermenéuti-
ca, que debiera ser distinguir los prejuicios verdaderos quienes nos ayudan a
comprender, de los prejuicios falsos que son la causa de los malentendidos. El
proceso de comprensión “comienza allí donde algo nos interpela. Esta es la
condición hermenéutica suprema. Ahora sabemos cuál es su exigencia: poner
en suspenso por completo los propios prejuicios”.5
Gadamer es muy bienvenido aquí porque, como bien sabemos, en
su pensamiento hermenéutico él considera que la distancia en el tiempo que
nos aleja de nuestro objeto de estudio, que en este caso es mucha, no debiera
ser un impedimento sino todo lo contrario. Nos vamos acercando al objeto de
estudio por medio, también, de una imagen. Los círculos hermenéuticos. Y
en cada círculo vamos utilizando todas las herramientas que esa distancia del
tiempo nos va aportando. Entonces, utilizando todas esas herramientas que el
tiempo nos aporta podemos justamente enriquecer nuestra lectura y proponer
más cosas para acercarnos al pasado.
El mismo Miguel León Portilla, a quien le debemos los estudios más
exhaustivos hasta el momento de la literatura prehispánica, así como muchas
de las más completas compilaciones, también fue interpelado por esta imagen
que utiliza Gadamer o fue flechado por cupido. Fue cuando él estudiaba filo-
5
Gadamer, Verdad y médodo, 1977, p. 369.
96
sofía y estaba muy interesado en los presocráticos, y de pronto se dio cuenta
que en los poetas aztecas había una filosofía muy similar a la presocrática.
Así fue como comenzó a estudiar a la filosofía azteca y, justamente, los az-
tecas escribían filosofía en poesía. Era necesario, entonces, adentrarse en la
literatura, en el lenguaje poético, simbólico, mitológico y narrativo que esta
contiene dentro de su propia naturaleza. Entonces, de nuevo, no debiera ser
un impedimento tomar referencias culturales lejanas, en este caso, o ajenas si
es que las podemos poner a prueba y nos sirven.
El pensador argentino-mexicano, Enrique Dussel, en su “Europa,
modernidad y eurocentrismo” nos dice algo muy interesante y es que “La
Modernidad nace realmente en el 1492” con el supuesto descubrimiento de
América. Él no es el primero en notar esto pero realmente explica muy bien
una construcción implantado, un discurso que tienen los europeos y hemos
heredado de ellos que ya está instalado y es la idea de que Grecia es la cuna
de la civilización occidental. ¿Qué es eso?, si Grecia no era Occidente. Grecia
era Oriente. Grecia no es la cuna de la historia europea, he aquí una primera
construcción. De hecho Dussel llega aun más lejos al decir que el “invento
ideológico” que ordena cronológicamente a Grecia, Roma y Europa tiene
que ver con el modelo ario alemán de fines del siglo XVIII, construcción por
lo demás racista”.6
Lo Occidental, por lo tanto, verdaderamente ha sido Europa-Ro-
ma-Constantinopla. La Europa que hoy conocemos en este primer momento
es para los griegos la imagen de todos los pueblos del norte. Es decir unos inci-
vilizados, bárbaros, en su opinión, ya que en primer lugar no hablaban griego y
en segundo lugar no poseían todos los avances y conocimientos que la Grecia
antigua valoraba tanto. En verdad el desarrollo cultural y de pensamiento venía
de Asia, en África el muy desarrollado Egipto y luego el mundo musulmán.7
Así que para leer todas estas mitologías griegas deberíamos partir leyendo La
epopeya de Gilgamesh, estudiando a los egipcios y el resto de manifestaciones
artísticas de las culturas más antiguas provenientes de esa zona del mundo.
En mayor medida lo que hoy llamamos Medio Oriente.
Entonces vamos a ir acercándonos, ahora sí, a nuestro objeto de es-
tudio. Como decía desde tiempos muy antiguos hay relaciones entre el mundo
6
Dussel, Europa, modernidad y eurocentrismo, 2000, p. 1.
7
Ibidem, p. 4.
97
prehispánico mesoamericano y andino y el área amazónica. El mismo Fei
Gaspar de Carvajal, uno de los primeros expedicionistas del Amazonas, notó
cómo en Omagua, una región de la llamada selva baja, habían manifestaciones
artísticas curiosamente similares a las de los incas del Cuzco y él no se podía
explicar tal cosa. “Achou-se ali um machado de cobre como os que usam os
índios no Peru. Num galpão ou casa principal acharam-se dois ídolos grandes,
do tamanho de gigantes, tecidos com (fibra de) palmeira e tinham orelhões
como os incas de Cuzco”.8
Me detengo aquí porque hay, al menos, cuatro problemas que debié-
ramos tener muy en cuenta para ahora sí penetrar en la selva y encontrarnos
con los petroglifos. El primer problema es que en la Amazonía no tenemos,
hasta el momento al menos, algo así como un equivalente al Popol Vuh maya,
al Huehuetlatolli azteca, a Dioses y hombres de Huarochirí en el caso quechua,
que se pueden leer en el sentido de biblias de esas culturas o como textos que
compilan intencionalmente, en los primeros años de invasión europea, lo
que antes fue el arte de la palabra de esas culturas. No tenemos esto, un texto
antiguo que compile conscientemente la mitología antigua de la Amazonía.
Lo cual por un lado puede ser un problema porque de tenerlo nos entregaría
más herramientas de lectura, pero por otro lado nos da mucha libertad. En
los estudios prehispánicos a veces se cae demasiado en la tentación de encajar
todo dentro de estos relatos, en muchas ocasiones a la fuerza, y no es fácil
dejar a un lado las imaginerías de esos libros aun cuando el objeto mismo de
estudio lo exige. Entonces debemos hacer un esfuerzo mayor.
Por otro lado está el problema de la misma naturaleza, la naturaleza
de la selva, que se come constantemente a estos petroglifos y a las otras ma-
nifestaciones de artes visuales. Simplemente desaparecen. Lo mismo sucede
en el caso incaico y maya en otro sentido. Pero, por un lado, son estructuras
monumentales así que si uno se sube a una pirámide en la zona selvática de
Mesoamérica se pueden ver a lo lejos pequeños cerros y sabemos que debajo
hay pirámides, y por lo tanto dónde hay que excavar si es que hubiesen los
recursos o el interés estatal necesarios. En este caso como, por un lado, no hay
estructuras monumentales prehispánicas hasta ahora conocidas y, por otro
lado, la selva de verdad es incontenible, la naturaleza efervescente se ha ido
devorando a estas manifestaciones, las va ocultando y también duran menos
a través del tiempo.
8
Carvajal, Relação do rio Marañón, 1993, pp. 50-51.
98
Esto me lleva al tercer problema que es el fechado de las obras. No
podemos saber a ciencia cierta de qué época eran porque el gran recurso del
carbono catorce es muy útil para determinar un fechado tentativo de los pro-
ductos culturales más antiguos pero sólo se puede aplicar en materiales orgá-
nicos. Cuando uno va a una pirámide de México se sabe aproximadamente
de qué época es porque alrededor hay entierros, restos de rituales, cerámica,
esqueletos y es ahí donde se aplica el carbono catorce y en relación a eso más
o menos se deduce de qué época era la pirámide. Así que aquí no sabemos a
ciencia cierta de qué época estamos hablando, pues los materiales orgánicos
que pudieron rodear o acompañar a los petroglifos amazónicos ciertamente ya
desaparecieron hace mucho tiempo. Sabemos, eso sí, que estamos hablando
de producciones muy antiguas.
El cuarto problema sería la misma fauna amazónica porque todo el
tiempo se descubren especies nuevas, y la antigüedad no era una excepción.
Por lo tanto también hay un conflicto para detectar exactamente cuáles son
estos animales o qué combinación de cuerpos hay ahí. Sin embargo, dentro
del pensamiento en que nos estamos enmarcando aquí, sabemos que los ani-
males se transforman en mitológicos al entrar en el arte antiguo. Los cambios
de cuerpos suceden y otros comportamientos que no se manifiestan en la
naturaleza a nivel consciente.
Ana Pizarro en su libro Amazonía. El río tiene voces dice que mientras
nos vamos acercando a nuestro tiempo presente, todas las voces de la región
amazónica se pluralizan aún más. Para pensar los comienzos de estas hay que
llevar nuestra memoria a las primeras exploraciones occidentales que se reali-
zaron en el siglo XVI, las que si bien contienen información valiosa también
aparecen ahí tan sólo las “voces del poder” a las que ahora podemos acceder
porque algunas publicaciones y documentos han sobrevivido hasta el día de hoy.
El desarrollo del conocimiento científico aún no ha per-
mitido leer los signos de las sociedades hoy inexistentes.
Tal vez la arqueología en algún momento pueda construir
líneas o fragmentos de discurso a través de petroglifos, ce-
rámica u otros elementos que el tiempo va poniendo al
descubierto.9
99
proponer una lectura desde la literatura y el arte, me baso mucho y agradezco
las propuestas que han hecho estos arqueólogos. Es también dentro de estas
lecturas donde nos estamos internando ahora para llegar a mi concusión.
Urbina Rangel, en su estudio sobre mitos y petroglifos, dijo lo siguiente.
Dentro de la impresionante diversificación mitológica de
los pueblos amazónicos, se dan algunas líneas comunes.
La idea dominante (Reichel, 1968: 33 y ss.), expresada
de múltiples maneras, es la de concebir la realidad como
un complicado juego de relaciones en donde la energía
total se reparte entre los diferentes grupos de seres confor-
madores del mundo. El cosmos resulta un equilibrio de
fuerzas. El hombre debe ocupar su puesto: los animales y
las plantas el suyo. El intercambio energético es la clave
del equilibrio.10
10
Rangel, Mitos y petroglifos en el río Caquetá, 1997, p. 12.
11
Referência ao IX Simpósio Linguagens e Identidades da/na Amazônia Sul-Ocidental –
“Línguas e literaturas indígenas”, realizado no campus da Universidade Federal do Acre, entre
os dias 9 a 13 de novembro de 2015 (NE).
12
Rangel, Mitos y petroglifos en el río Caquetá, 1997, p. 32.
100
Ya hemos visto cómo en la Amazonía, si bien se tienen documentos
antiguos partiendo del siglo XVI, estos pertenecen a discursos europeos. Las
compilaciones de relatos y poemas de la gente que allí habitaba se han reali-
zado más recientemente, por lo que hasta el momento no hay un traspaso de
la palabra antigua cercano a los momentos amazónicos precolombinos. Con-
tinúa Urbina Rangel diciendo que “Tampoco se puede establecer un vínculo
directo entre los pueblos que habitaron las regiones en que se dan estas obras
y los pueblos que las ejecutaron, toda vez que los actuales no realizan este
tipo de labor. Las vías de interpretación son, pues, tortuosas, indirectas”. Esto
como ya hemos dicho se puede leer como una complicación adicional, pero
también como el signo de más flexibilidad para la lectura. Por otro lado, basar
únicamente la interpretación de los petroglifos a las opiniones de los indígenas
actuales resulta de gran utilidad, pero no es totalmente inequívoco. Porque ya
hemos visto cómo “los seres humanos tienden a explicar en los términos de
su cultura particular todo lo que experimentan”.13
Hay otro problema en el estudio de estos petroglifos, uno práctico,
y es que existen artículos y estudios pero no tienen buenas reproducciones
visuales, así que uno como investigador debe imaginarlas incluso observando
la imagen. Este trabajo de registro hoy puede realizarse a nivel fotográfico y
es una tarea muy importante que aun está pendiente.
El peruano José Joaquín Narváez Luna hizo una muy completa
“Bibliografía arqueológica de la Amazonía peruana”, a modo de listado. Ahí
dice que la arqueología peruana necesita detenerse en algunas dificultades al
encontrarse con el trabajo de campo en la selva. En la relación de ella, por
ejemplo, con la zonas andina antigua. Él observa un típico ejemplo en el muy
citado Julio C. Tello, a quien se le conoce como el padre de la arqueología
peruana. Tello planteó que las culturas andinas provenían de, la por él descu-
bierta en 1919, cultura Chavín. “Pero, según Tello, Chavín habría tenido sus
orígenes más remotos en la Amazonía ya que, como afirmaba, las figuras de
monos, jaguares y serpientes tan difundidas en el arte Chavín son representa-
ciones de especies que sólo existen en la selva amazónica”. Así mismo muchos
cultivos vegetales como la yuca, el camote, el maní o la coca habrían tenido
su origen en la selva. El mayor problema que señala Narváez Luna respecto
a esta muy interesante teoría es que Julio C. Tello nunca demostró su teoría
13
Rangel, Mitos y petroglifos en el río Caquetá, 1997, p. 32.
101
con pruebas empíricas, ya que no realizó jamás algún trabajo de campo en el
área amazónica.14
Joaquín Narváez Luna encuentra que no es hasta que llegaron los
arqueólogos estadounidenses, Betty Meggers y Clifford Evans, que la arqueo-
logía amazónica y no sólo peruana sino en general dio un gran despegue.
Meggers y Evans realizaron excavaciones sistemáticas en la desembocadura
del Amazonas en el Brasil a partir de los cincuentas,15 mostrando cómo a
lo largo del tiempo ciertamente existió una relación cultural muy cercana y
desde épocas muy tempranas entre ambas regiones. Se pueden observar en
productos selváticos en la costa y la sierra, y viceversa. También en la cerámica
que varias veces contiene similares técnicas de elaboración en determinados
momentos. Sin embargo esto no determina que la cultura andina autóctona
provenga de forma única y directa de la Amazonía.16 Tal cosa parece hoy en
día demasiado reduccionista.
Fernando Urbina Rangel podría decir respecto a lo anterior que “no se
trata, por supuesto, de afirmar la dependencia de las culturas mesoamericanas
o andinas respecto de las amazónicas con la pretensión de derivar de esto el
orgullo de una antecedencia. Sería sucumbir al prejuicio de considerar que todo
depende del origen”.17 Sin embargo, responde Narváez Luna, la información
obtenida de las comunidades indígenas que tienen como antepasados a esos
hombres desconocidos que grabaron animales en las piedras, sí entregan suge-
rencias valiosas.18 Por algo las investigaciones arqueológicas constantemente
vuelven a ellas. Mi posición aquí es que utilicemos los recursos a nuestra
disposición de forma interdisciplinaria, siempre que nos ayuden a encontrar
más y ojalá mejores formas de comprensión. Pues “Todo se transforma, nada
perece”, como bien dijo Ovidio al final de sus Metamorfosis.
Elizabeth H. R. Von Hildebrand es una excepción del problema que
comenté anteriormente sobre la falta de registros visuales en los petroglifos
amazónicos. Ella hizo un registro visual muy detallado sobre los petroglifos
del río Caquetá entre La pedrera y Araracuara. Este registro es muy útil pero
aquí hay un problema típico de la arqueología, y por eso hay que hacer invita-
14
Luna, Bibliografía arqueológica de la Amazonía peruana, 1999. p. 360.
15
Ibidem, p. 356
16
Ibid., pp. 360-361.
17
Rangel, Mitos y petroglifos en el río Caquetá, 1997, p. 4.
18
Luna, Bibliografía arqueológica de la Amazonía peruana, 1999. p. 361.
102
ciones a más investigadores de otras disciplinas para que nos arriesguemos a
proponer lecturas. Pues es justamente lo que les falta a los arqueólogos, incluso
a muchos antropólogos e historiadores que, por temor a cometer errores al leer
lo prehispánico no se arriesgan a proponer lecturas. Ella parte exponiendo su
propia condición como individuo, similarmente a como yo misma debí hacerlo
en el comienzo de este artículo. Debido a reconocer sus propias limitaciones de
analizar las figuras según códigos etnocentristas, dice Hildebrand, así como la
incapacidad de acercarse a los símbolos de una cultura en completo diferente
a la suya para comprenderlos, se limitará en el estudio que aquí estoy citando
a situar y describir dichas figuras, absteniéndose sin embargo de la tentación
de interpretarlas. Pero esta investigadora parece contradecir sus propias pala-
bras, de la mejor manera, porque logra proponer una posible visión de lo que
dichos materiales visuales en su naturaleza profunda. En sus propias palabras,
encuentra lo siguiente.
Concluyo, sin embargo, que se trata de un arte figurativo
(no realista ni naturalista en nuestros términos culturales)
bastante evolucionado, que estaría transmitiendo imáge-
nes simbólicas quizá referentes a una cosmología com-
puesta de conceptos muy elaborados, fruto de una larga
tradición. Los grabados [dice ella] no se pueden asociar a
una escritura pero sí quizás a una picto-ideografía o mito-
grafía no-lineal.19
103
sobre que estos grabados no se pueden asociar a una escritura pero pongámoslo
un poco en duda. ¿Se podría asociar, quizás, a una escritura en el sentido de
que una producción de palabra escrita pueda surgir de ella?
Diego Martínez Celis hizo una “Propuesta para un análisis icono-
gráfico de petroglifos”. Me parece inteligente partir por algo básico como lo
puede ser un análisis iconográfico en el sentido de una “descripción y tratado
descriptico o colección de imágenes”, como lo define el Diccionario de la Real
Academia Española, que es lo que han hecho estos arqueólogos en su mayoría.
Recordemos rápidamente que en términos de Panofsky el método iconográ-
fico, entendido como el estudio sistemático de las imágenes, tiene por objeto
interpretar el contenido temático y el significado de las obras de arte. Un primer
nivel de interpretación, la descripción pre-iconográfica, implica la identificación
de los motivos reconocidos a simple vista; en el segundo nivel, iconográfico, se
reconocen los temas o conceptos expresados, las formas como imágenes; y en
el tercer y último nivel, el iconológico, se encontraría el significado intrínseco
de la obra, su calidad como síntoma cultural de un momento histórico deter-
minado, representado en valores “simbólicos”.
Hay que decir que esto no nos salva de complejidades. En el arte
rupestre, por ejemplo, los análisis iconográficos apuntan principalmente a la
identificación de los objetos y escenas representadas sobre las rocas. “Este
ejercicio ha sido ampliamente debatido toda vez que esta identificación suele
ser simplemente una interpretación condicionada por el sistema de percepción
y los patrones culturales propios del investigador u observador contemporáneo,
con lo cual se hace una traducción que no necesariamente concuerda con los
términos de sus artífices originales”.20
Sin embargo, y sin dejar de considerar lo anterior, es sumamente
necesario arriesgarse a proponer lecturas que nos acerquen más a estas ma-
nifestaciones. Aunque sea en un ejercicio de ensayo y error. Partir de una
observación de las imágenes, de algo tan simple como acercarse y mirar. Esto
lo defendió Beatriz de la Fuente, la gran prehispanista mexicana quien fue la
primera en proponer una lectura a lo prehispánico exclusivamente desde el
arte, no desde la arqueología o la antropología o la historia que son las que más
se han hecho cargo de estas manifestaciones. Ella pensaba ¿cómo hacerlo?,
pues no sabemos prácticamente nada en el rigor de la ciencia cierta. Pues, de
nuevo, acercarse y mirar, con la ingenuidad de un niño, y ver qué nos dicen
20
Celis, Propuesta para un análisis iconográfico de petroglifos, 2008. p. 4.
104
estas imágenes. Entonces la tomo a ella para proponerles, acercarse y mirar,
hacer una descripción sobre lo que sucede ahí y entonces ir hilando estas des-
cripciones y ver lo que sucede.
Ninfa y árbol
En el caso de nuestro objeto, ese arte antiguo en forma de Dafne,
esta perspectiva del pensamiento es útil de recordar. Le agrega a la mirada
abarcadora de la hermenéutica gadameriana la consciencia de saberse por-
tador de un uso del lenguaje. Uno, por cierto, diferente al que se recurrió
para escribir con caracteres españoles palabras de idiomas antiguos. Uno que
tiene crecimiento propio, como árbol dejado a la buena del sol y el agua, tan
lejos del manipulado bonsái en que se convertiría este trabajo si tratamos de
defender un procedimiento. Somos portadores de un uso del lenguaje que a la
vez está conectado con otros, como un animal mitológico que muta a través
de las eras y a la vez se conserva a sí mismo. Febo, a quien hemos visto ser
flechado por Cupido, vio en su camino a la ninfa Dafne y cayó presa de amor
por ella. La persigue y la asedia, lo único que desea es consumar ese amor. En
este momento corre tras de Dafne por los matorrales, le grita a la ninfa que
se detenga porque puede lastimarse, que él no la persigue para atacarla sino
para amarla. Pero ella continúa presa del terror y entre más se esmera en huir
el ansia de amor de Febo es mayor. Se ha convertido en una bestia, poseído
por una fuerza que lo rebasa.21
En su conferencia “Linguas minorizadas da Amazônia”, José Ribamar
Bessa Freire dijo que las lenguas indígenas no son patrimonio de los indios, ni
amazónico, sino que es un patrimonio de la humanidad.22 Lo mismo, digo yo,
sucede con estas manifestaciones de éste arte antiguo. Aquí entonces vuelvo
a la imagen de Febo que sigue persiguiendo a Dafne, ya en este momento
está loco de amor por ella quien huye de él pues lo único que desea la ninfa
es ser virgen por siempre. El dios la está persiguiendo y le trata de explicar
que no quiere hacerle daño, que sólo desea amarla y poseerla. Pero ya, en su
carrera, se ha vuelto una bestia y ella huye despavorida. Se mete en la maleza,
las plantas están rajando su piel, y cuando él está apunto de atraparla ella le
ruega a su padre, el dios del río Peneo, que la ayude. Es en ese momento que
empieza su proceso de metamorfosis para transformarse en un árbol. Él logra
21
Ovidio, Metamorfosis, 2007, p. 169.
22
Freire, Linguas minorizadas da Amazônia, 2015.
105
atraparla pero sus manos ya no pueden tocar el cuerpo que antes amó. Su piel
se está cubriendo por una corteza, de su pelo salen ramas y ella trata de seguir
huyendo pero ya hay raíces que penetran la tierra y ya es demasiado tarde.
Febo ama y luego de ver a Dafne desea ardientemente
unirse a ella; espera lo que desea y sus oráculos le enga-
ñan. A la manera como arde la ligera paja, sacada ya la
espiga, o como arde un vallado por el fuego de una antor-
cha que un caminante por casualidad la ha acercado de-
masiado o la ha dejado allí al clarear el día, de ese modo
el dios se consume en las llamas, así se le abrasa todo su
corazón y alimenta con la espera de un amor imposible.23
106
de estas lecturas en el área amazónica tomando los relatos de las personas que
viven en la selva, las mitologías universales, el estudio del comportamiento
animal y toda aquella disciplina que se quiera aportar. Ir incorporando cada
instancia en las lecturas de los petroglifos y uniendo todo esto en un relato de
relatos. Un relato que no tiene un principio ni un final claro, sino que está en
permanente evolución y que se puede abrir constantemente también. Con esta
imagen del espiral, por cierto, es como comprendieron los antiguos el tiempo.
Es bastante transversal. Los aztecas, por ejemplo, relataron premoniciones a
la llegada de la invasión española después de que esta sucediera. Lo cual no
era ninguna trampa, se podía comprender perfectamente porque el tiempo
para ellos es algo circular. Pero no un círculo que se cierra en sí mismo sino
que funciona a manera de espiral y nunca deja de girar, y los eventos allí se
repiten pero con ligeras modificaciones.
Es esta imagen del espiral donde llegamos al fin de nuestro recorrido.
Por cierto dicha figura también existe si imaginariamente se corta un árbol
para ver los círculos concéntricos que él, a medida que crece, va generando.
Es una metodología dialéctica hablando en términos teóricos y es la única
manera en la que se puede hacer un estudio de este tipo. En movimiento
permanente. El dios del Sol no puede poseer a la ninfa Dafne pero sí puede
observarla, adorarla y rendirle homenaje. Esto es lo mismo que sucede con
nuestros objetos de estudio. No podemos poseerlos y detenerlos en el tiempo
porque en el momento en que los atrapamos ya son otra cosa. Están en cons-
tante transformación, como los animales mitológicos.
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108
Identidades em trânsito e hibridismo
cultural em Eloy Añez Marañón
Francemilda Lopes do Nascimento
Introdução
O Departamento de Pando tem uma extensão de cerca de 63.827
km , sendo a região mais tropical da Bolívia. A cidade de Cobija, capital desse
2
109
localização fez com que fosse adotada uma tipologia arquitetônica mais próxima
de países de outras regiões do mundo. Nessa direção, dentre os monumentos
que representam a história de Cobija, essa igreja pode ser considerada como
a mais conhecida por sua arquitetura e posição estratégica na parte central da
cidade, constituindo-se em um dos mais reproduzidos cartões postais do lugar.
Formulando uma análise tipológica globalizadora que integra o
conceito de “tipologia arquitetônica” à interpretação morfológica, funcional
e tecnológica das edificações urbanas, Limpias Ortiz reconhece sete tipologias
arquitetônicas historicamente relevantes na cidade de Cobija. A Igreja Nuestra
Señora del Pilar se situa na tipologia 5 “Volúmen con elevación ecléctica”.
Conforme o autor, essa tipología, exclusivamente pública, também influenciou
obras residenciais do pasado, consistindo em “volúmenes convencionales de
adobe en madera o adobe y cubierta de calamina, adornados con elevaciones
de adobe con decoración ecléctica”, restando atualmente apenas a Igreja
Nuestra Señora del Pilar e o Cuartel Militar del Regimiento “Riosinho”, como
exemplos dessa tipologia arquitetônica.
Inaugurado en 1930, el templo principal de Cobija fue
ampliado en 1977. La solución original contemplaba una
nave salón con espadaña de adobe adornada con motivos
neogóticos. La ampliación convirtió la nave original en
transepto, mientras que la nueva nave se aproximaba a
una esquina de la plaza principal. Esta ampliación repro-
dujo fielmente la espadaña original, detrás de una plazue-
la a modo de atrio. El volumen está dominado por galerí-
as exteriores de columnas de maderas esbeltas y cubierta
de chapa galvanizada.2
110
Pando, Eloy Añez Marañón, em uma produção artística inspirada em motivos
religiosos com elementos pertencentes ao contexto social e econômico dessa
fronteira amazônica, tendo sido solicitadas por Don Casto Burgoa.3
Na apresentação da obra Patrimonio histórico y cultural de Cobija, Ve-
lasco indica que “el lector encontrará también en esta modesta obra algunas
menciones rápidas y muestras de la pintura cobijeña, un tema casi descono-
cido en nuestra ciudad, aunque vemos sin advertir sus muestras en edificios y
lugares que visitamos continuamente”.4
Pouco conhecemos sobre as manifestações e produções artístico-
culturais desenvolvidas nessa região boliviana, o que demonstra que viver
na fronteira não significa compartilhar de todos os aspectos sócio-culturais
da mesma. Porém, ao tratarmos de manifestações e movimentos artísticos
verificamos que o continente americano sempre recebeu com atraso essas
tendências e movimentos, o que não significa dizer que tais produções não
existam, ou existiram antes mesmo da chegada dos colonizadores. Ou seja,
sempre se produziu conhecimento, imagens, símbolos e modos de significa-
ção no continente americano, que por séculos foram reprimidos e, por vezes,
invisibilizados. Conforme Quijano:
De la misma manera, no obstante que el colonialismo po-
lítico fue eliminado, la relación entre la cultura europea,
llamada también “occidental”, y las otras, sigue siendo
una relación de dominación colonial. No se trata sola-
mente de una subordinación de las otras culturas respecto
de la europea, en una relación exterior. Se trata de una
colonización de las otras culturas, aunque sin duda en di-
ferente intensidad y profundidad según los casos. Consis-
te, en primer término, en una colonización del imaginario
de los dominados. Es decir, actúa en la interioridad de ese
imaginario. En una medida, es parte de él.5
111
tentativa de ruptura em relação às artes e a literatura pode ser vista nos movi-
mentos de vanguarda que antecipam o que é denominado pela historiografia
de “modernismo”.
Conforme Margarita Vila, as vanguardas chegaram com certo atraso
na Bolívia se comparado com o que ocorreu nos casos do Brasil e Argentina,
por exemplo. Para ela, tais movimentos artísticos se manifestaram de forma
lenta e irregular, considerando ainda que a recepção das vanguardas nesses
países se daria, especialmente, por questões de estratégia geográfica e marítima,
tendo em vista que países da América latina como a Bolívia estariam mais
“cerrados”, dificultando a comunicação e deslocamentos. Não por acaso, é
possível observar que, ao contrário de outros países, o único pintor boliviano
que esteve na Europa nos anos 1920 foi Cecílio Guzmán de Rojas. Em relação
às artes plásticas, Vila ressalta que a temática em voga nessa área artística era
sempre a natureza e, mais especialmente, o indígena.
Margarita Vila, citando Querejazu, declara que “el indigenismo se
convertió en el arte de la alta sociedad paceña, que se olvidó como el propio
Guzmán “del problema social y económico escondido detrás de ello”.6 O
problema é que a temática e questão indígenas eram concebidas ainda de
modo ingênuo, idealizado, superficial e caricaturesco. Mesmo superando tal
visão, alguns artistas seguiam influenciados pelos cânones europeus. Existia
também por parte de muitos artistas a crítica àqueles que servilmente copiavam
os “estilos modernos”. Segundo Vila, após esse período de crítica aos “ismos”
propiciados, principalmente, por Arturo Borda “se manifestarían con mayor
claridad en el arte boliviano a través de artistas nacidos al amparo del espíritu
revolucionario nacionalista y de la exposición de pintores abstractos que tuvo
lugar en 1954”.7
Conforme Vila, artistas como María Luisa Pacheco e outros ma-
nifestaram produções vagamente cubistas mais voltadas para Cézanne, que
Picasso. Ainda pode ser observada na área das artes plásticas uma orientação
de temática popular e, um pouco menos cultivada, a chamada Arte Cinético e
o Op Art. A autora declara que desde os anos 50, vários artistas do “Grupo
Independiente”, do Institute of Contemporary Arts de Londres, começaram
a se interessar pela natureza da cultura popular urbana, surgindo o estilo
6
Vila, La influencia de las vanguardias en el arte boliviano del siglo XX, 1998.
7
Idem.
112
chamado de “Pop Art”, cultivado na Bolívia, mas que assumiu uma conside-
rada influência em obras realizadas nos anos 70 e 80 por Sol Mateo, Roberto
Valcárcel, Gastón Ugalde y Efraín Ortuño.
Como podemos observar por esse breve panorama de manifestações e
movimentos artísticos que influenciaram a área das artes plásticas na Bolívia,
desconhecemos toda essa história de construções e desconstruções no campo
pictórico. De modo geral, podemos considerar que uma das manifestações
artísticas de vanguarda que mais influenciou os artistas latinoamericanos que
se “interessavam pela modernidade como estilo” foi o cubismo.8 Um exemplo
dessa influência cubista se reflete nas obras do artista pandino Eloy Añez Ma-
rañón. Esse reconhecido pintor boliviano nasceu em 1966, na cidade de Puerto
Rico, Pando, Bolívia. Autodidata de formação, também atua no jornalismo
dirigindo o periódico “Expresión Amazónica”, que circula na cidade de Cobija.
Marañón realizou diversas exposições individuais e coletivas em diferentes
cidades bolivianas, em Rio Branco-Acre, e em algumas cidades espanholas,
especialmente, em Barcelona, onde reside desde 2002.
Em trânsitos geográficos, identitários e culturais, em suas produções
artísticas o pintor procura transmitir sua trajetória, memória, identidade e
cultura. Suas obras transcendem fronteiras, tratando assuntos intimamente
relacionados à realidade boliviana, com uma concepção artística que se mescla
à materialização de historia e memória, constituintes de lutas e resistências. Os
deslocamentos que se configuram a partir da alteridade, mas também da “mes-
midade”, da diferença e da semelhança, que transita entre diferentes espaços.
Pero lo que más me impresiona de Eloy es su perseveran-
cia, tesón y empeño en perfeccionar su arte y transmitir
a sus nuevos paisanos, los catalanes, la vida hecha color,
de su natural patria primera. Es por ello que lo veo como
un ejemplo y una motivación para todos los demás inmi-
grantes, pues sin dejar de ser lo que es y de donde es, se ha
integrado en Cataluña hasta llegar a aprender su lengua y
sentir sus colores.9
113
que remetem, especialmente, a vivacidade e colorido da floresta, que passa
a ser uma temática recorrente e de interesse do artista, tratando do universo
amazônico do período do ciclo da borracha, representado através do seringal,
da seringueira, do seringueiro, da extração do látex e coleta da castanha, dos
animais da floresta, etc., ou seja, elementos identitários de uma memória e
história amazônidas. Conforme comenta o próprio pintor: “me inspiro en la
naturaleza salvaje, el esfuerzo, el coraje, el sacrificio y las esperanzas de los
hombres y mujeres de esa bendita tierra mía (Pando)”. E, ainda, “Mis obras
de caracter amazónico, donde el tema principal es la extracción y producción
tradicional del látex de la siringa […] producto de la que mi pueblo Pando fue
produtor y que agora se reduzir a producción de sobrevivencia por parte de
los siringueros (trabajadores del caucho)”.10
Frente a essas considerações, passamos a descrever tais obras pelas
palavras do próprio pintor, a partir de uma entrevista que nos foi concedida.
Fonte: http://www.bolivianet.com/arte/eloyanez/index.html
114
El Pa. José Antonio Martínez (España) con quien había
hecho amistad, era practicante de la Teología de la Libe-
ración, y como sabía que pintaba, un día me llamó y me
hizo pasar al patio de la Iglesia donde tenía puesto sobre
una mesa grande, una tela preparada y latas de pintura
acrílica y me dijo que “pintara lo que quisiera” que esa
tela era para que pinte un cuadro. Yo decidí pintar una
crucifixión, pero no una crucifixión clásica, ni un Cristo
como lo describen y pintaron los grandes maestros de la
pintura.
Descripción
115
historia de Pando eran deformadas y tergiversadas por el
desconocimiento por parte del resto de Bolivia. Mi tierra
era apenas nombrada por los medios de comunicación o
los libros de textos!
11
Eloy Añez Marañón, entrevista realizada em 2 de maio de 2016.
116
Fonte: http://www.bolivianet.com/arte/eloyanez/index.html
12
Ramos, Hibridismos – sintomas de expansão na pintura contemporânea, 2011, p. 06.
117
numa teia de ressignificações por meio da sensibilidade e tenacidade do artis-
ta. Como sugere Canclini “entendo por hibridação processos socioculturais
nos quais estruturas ou práticas discretas, que existiam de forma separada, se
combinam para gerar novas estruturas, objetos e práticas”.13 Essa percepção
pode ser surpreendida quando analisamos as características e objetivos das
obras desse artista cobijeño, que pretende “valorizar ou re-valorizar” seu lugar
de pertença, na sua condição de sujeito “transculturalizado”.
Na construção artística de Eloy Marañón, percebemos, uma obra
preocupada não apenas com o “belo”, mas em revelar um modo de ser e ver o
mundo. Nas palavras de Rita de Cassia Demarchi, a arte não pode ser apenas
um conteúdo, mas uma “ferramenta” que possibilite aproximar e valorizar os
indivíduos e grupos sociais. Uma ferramenta social que promova as trocas de
saberes, as demandas e necessidades, as representações da realidade. Segundo
Peter Burke, existe uma tendência da contemporaneidade à mistura, que re-
sulta de intercâmbios conscientes e inconscientes em diferentes aspectos, que
envolve o espaço imaginário e a cultura.14 Para esse autor, as trocas culturais
proporcionam enriquecimento e conhecimento, mas, às vezes ou quase sempre,
também nos deparamos com a perda (ou esquecimento) “de tradições regionais
e de raízes locais” em detrimento de uma maior valoração do outro, fazendo
com que de algum modo percamos um pouco das nossas referências. Não que
uma permaneça mais do que a outra: elas acabam se transformando em algo
novo, em uma junção do local com o global.15
Desse modo, podemos considerar que as trocas culturais em diferentes
campos, proporcionam algo novo à mistura, mas que não deixa de ser também
singular e, ao mesmo tempo plural. Assim, todas as experiências (boas ou
ruins), todos os processos que vivemos ao longo da historia contribuem para
a nossa constituição enquanto sujeitos sociais, produtores de significações e
ressignificações a partir das linguagens.
Nas palavras de Margarita Vila,
el problema del artista actual cuando el Posmodernismo
legitima cualquier revisión o revitalización del arte del pa-
sado, así como todo tipo de manifestaciones “artísticas”
13
Canclini, Culturas híbridas, 2003, p. 19.
14
Burke, Hibridismo cultural, 2003, p. 14.
15
Ibidem, p. 18.
118
en un mundo en el que “todo es igual” y “todo vale”, no
es pues, el de ser pionero en una corriente artística, sino
hacer un arte, en verdad, auténtico. Ser auténtico es ser
uno mismo y no lo que los otros dicen que hay que ser, o
se vende, o está de moda; es ser capaz de plasmar, en una
obra, lo que de verdad uno ve, oye, teme, siente o sueña.16
Referências
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1997. Disponível em: https://goo.gl/UTD4mT.
BURKE,Peter. Hibridismo cultural. Tradução de Leila Souza Mendes. São Leopol-
do (RS): Editora Unisinos, 2003.
CANCLINI, Néstor Garcia. Culturas híbridas - estratégias para entrar e sair da
modernidade. Tradução de Ana Regina Lessa e Heloísa Pezza Cintrão. São Paulo:
Edusp, 2003.
DEMARCHI, Rita de Cássia. Arte como conhecimento, patrimônio e identidade
cultural. Arte despertar. Disponível em: https://goo.gl/7dFQDH.
Eloy Añez Marañon. Diccionario Cultural Boliviano. Disponível em: https://goo.
gl/C64zIR.
Eloy Añez Marañon e a arte da seringa. Disponível em: https://goo.gl/vm51zA.
LIMPIAS ORTIZ, Victor Hugo. Arquitectura y urbanismo en la Amazonía boli-
viana. Arquitextos. 019, 02 ano 02, dezembro de 2001. Disponível em: https://goo.
gl/gDrSDE.
QUIJANO, Aníbal. Colonialiad y modernidad/racionalidad. Perú Indig. 13(29):
11-20, 1992.
RAMOS, Rosa Coelho. Hibridismos – sintomas de expansão na pintura contem-
porânea. Mestrado em Pintura. Universidade de Lisboa. Faculdade de Belas-Artes,
16
Vila, La influencia de las vanguardias en el arte boliviano del siglo XX, 1998.
119
2011.
VELASCO, Carlos Saavedra Pérez. Patrimonio histórico y cultural de Cobija.
Prefectura Del Departamento de Pando – Unidad de Turismo. Cobija: Franz
Tamayo, 2004.
VILA. Margarita. La influencia de las vanguardias en el arte boliviano del siglo
XX. Revista Ciencia y Cultura, n. 4, La Paz, 1998. Disponível em: https://goo.gl/
oYMa6f.
120
A cidade de Cobija e os lugares de
memória da Revolução Acreana/
Guerra do Acre
Francisco Bento da Silva
121
diversos topônimos que lembram da chamada “Guerra do Acre” (termo usado
amiúde pelos bolivianos) ou “Revolução acreana” (termo de uso corrente no
Brasil). Para a presente análise, selecionamos algumas imagens fotográficas
contemporâneas desses espaços/objetos tornados semióforos. Além de um
preâmbulo que remete a algumas questões de contexto do referido conflito e
da cidade boliviana e suas múltiplas narrativas, iremos centrar a discussão em
torno dos aspectos de parte dessa memória coletiva e individual e algumas das
versões historiográficas produzidas nos dois países, coevas aos acontecimen-
tos do passado e atuais. Para tanto, dialogamos com autores como Benedict
Anderson, Andreas Huyssen, Pierre Nora e Michel de Certeau, de onde ex-
traímos suportes teóricos e conceituais para abordar questões como memória,
monumento, representação e a invenção de comunidades imaginadas.
À guisa de contexto
Guerra ou Revolução? De quem? Na expressão de uso mais comum
na Bolívia, Guerra do Acre, temos uma preposição que remete ao sentido ativo.
O Acre fez a Guerra. Ou melhor, os brasileiros do Acre fizeram a guerra. Ini-
ciaram o conflito. São os agressores. Semelhante ao termo Guerra do Paraguai,
pespegado na historiografia brasileira como herança do discurso político do
Segundo Reinado. As vítimas são claras em tais narrativas memorialísticas e
historiográficas: no primeiro caso, a Bolívia, a quem as terras acreanas per-
tenciam por direito e reconhecimento diplomático até 1903. No segundo, o
Brasil: aviltado pelo indigitado tirano Solano Lopez, que invadiu o solo pátrio
do país vizinho.
Por outro lado, quando os brasileiros/acreanos usam a expressão
Revolução Acreana, ela vem carregada também de sentidos variados. Um deles
remete ao fato de se sentirem explorados, humilhados e abandonados. Seria a
revolução contra a dominação opressora e injusta de outra nação. Tal discurso
apaga as diferenças entre os “acreanos revolucionários”, como se todos com-
partilhassem dos mesmos propósitos e estivessem na mesma situação social e
econômica naqueles conflitos iniciados já em fins do século XIX, fossem eles
seringueiros, seringalistas, comerciantes, profissionais liberais, trabalhadores
diversos, homens e mulheres (indígenas ou “brancos”).
Traz a aura da luta por libertação de uma “comunidade imaginada”
que se une para buscar sua autonomia e “inventar e reinventar” sua identi-
122
dade coletiva a partir do conflito com o outro. Sem querer adentrar em uma
discussão mais profunda, o uso clássico do termo “revolução” geralmente
remete às mudanças estruturais em uma determinada sociedade a partir do
momento em que um grupo de pessoas chega ao poder quebrando o status
quo até então vigente.
Comumente mudam-se ou reelaboram-se a forma de governo (Monar-
quia/República), sistema de governo (presidencialismo e parlamentarismo); a
economia (planificada e livre); a ideologia (socialista/comunista/capitalista),
ditadura ou democracia, entre outros aspectos complexos, combinados ou
isolados. O marco referencial no Ocidente é a Revolução Francesa de vertente
jacobina, os movimentos socialistas do século XIX e XX, bem como os movi-
mentos de libertação colonial no século XX.1 No caso do Acre, a “revolução”
ficou apenas nos laivos libertários da “comunidade imaginada” que se dizia
oprimida pelo estrangeiro. Nada para além disso, passado o furor dos conflitos
bélicos e disputas pelo domínio territorial. Após isso, vieram e ainda estão
presentes as “batalhas da memória”.
Discutir aspectos relacionados aos “usos e abusos” dessas memórias
históricas nos remetem ao enfrentamento analítico dos monumentos arquite-
tônicos, das datas cívicas e suas comemorações, dos discursos políticos, das
produções jornalísticas (textos escritos e imagens), obras memorialísticas e
aquelas de tom mais acadêmico. O professor de literatura comparada Andreas
Huyssen assinala, em sua obra Seduzidos pela memória, que são muito amplos
os “usos” políticos a que a memória pode ser submetida. Diz ele que “o real
pode ser mitoligizado tanto quanto o mítico pode engendrar fortes efeitos de
realidade”.2 Assim, teríamos mais memórias imaginadas do que memórias
vividas. As primeiras seriam mais facilmente esquecidas que as últimas, defen-
dem alguns analistas. Mas cabe apontar que toda memória vivida, logo passa
a ser imaginada por aqueles que a viveram, num complexo jogo de escolhas,
seletividades e esquecimentos. Já o historiador Pierre Nora,3 vai dizer que a
mundialização, midiatização, massificação e criação dos estados nacionais
conduziu uma infinidade de sociedades do “sono etnológico” para a histori-
cidade pela violência colonial. Seriam, para ele, sociedades de forte bagagem
memorial e fraca bagagem histórica. Ou seja, ele entende que as chamadas
sociedades “modernas” são fadadas ao esquecimento, ao predomínio do fugaz
1
Furet, O passado de uma ilusão, 1995.
2
Huyssen, Seduzidos pela memória, 2000, p. 16.
3
Nora, Entre a memória e a história, 1993, p. 08.
123
e do repentino. Então quais os sentidos desses “lugares de memórias”? Pierre
Nora nos diz que:
Os lugares de memória nascem e vivem do sentimento
que não há memória espontânea, que é preciso criar ar-
quivos, que é preciso manter aniversários, organizar cele-
brações, pronunciar elogios fúnebres, notariar atas, por-
que essas operações não são naturais. (...) Sem vigilância
comemorativa, a história depressa os varreria. São basti-
ões sobre os quais se escora. Mas se o que eles defendem
não estivesse ameaçado, não se teria a necessidade de
construí-los. Se vivêssemos verdadeiramente as lembran-
ças que eles envolvem, eles seriam inúteis. Se a história
ao se apoderar deles para deformá-los, transformá-los e
petrificá-los, eles não se tornariam lugares de memórias.4
4
Nora, Entre a memória e a história, 1993, p. 13.
5
Fonte: https://goo.gl/ct0x1P. Acesso em 21 de junho de 2016, p. 06.
124
o passado de glória das lutas contra os brasileiros ocorridas no antigo Seringal
Bahia, ao ponto deste autor afirmar: “se hubiera meditado un poco se habría
subsanado el problema añadiéndole un calificativo como Bahia Verde, Bahia
hermosa, etc”.6 A sugestão dos dois qualificativos ou outros semelhantes re-
mete tangencialmente a uma imagem edênica da região amazônico-boliviana:
verde e formosa, tal qual um paraíso terreal. As belezas naturais e produzidas
pela mão humana que “civiliza” o espaço antes esquecido, vazio e bárbaro,
são realçadas como marcas de uma identidade local.
Cerca de cem anos depois, Hernan Ribera procura narrar aos con-
temporâneos o passado de fausto, riqueza e “desenvolvimento” alcançados
pela cidade de Cobija ao dizer que ali existia, por volta de 1910, a população
melhor organizada da Amazônia, perdendo em importância apenas para a
cidade de Manaus, no Brasil. Para evidenciar essa afirmativa, pontua que havia,
então, “quase todas as comodidades modernas”: cassinos, fábricas de gelo e
refrigerantes, cinemas, ruas com calçamento, hotéis de luxo, água encanada
e luz elétrica.7
Esses signos se efetivavam pela riqueza proporcionada pelo impulso
da exploração do látex na região. Ao ponto, segundo Ribera, desse esplendor
de modernidade e desenvolvimento ter rompido as fronteiras da Amazônia
sul-ocidental à época, pois um jornalista de Manaus teria atribuído a Cobija o
título de “Peróla do Acre”. E, em tom lamentoso, Hernan Ribera atesta: “El
título perdura. El esplendor se apago”.8
Abaixo, podemos ver hoje que há um esforço em fazer com que o
epíteto sobreviva. O apodo pode ser visto em alguns taxis e vans que transitam
pelas ruas de Cobija, bem como aparece como um dístico apontado ao visitante
que entra em Cobija pela ponte que faz fronteira com a cidade brasileira de
Epitaciolândia. Está postado próximo à aduana boliviana, conforme podemos
visualizar na imagem abaixo (Imagem 01).
6
Ribera, Fundación de la ciudad de Bahia, hoy Cobija, 2014, p. 297.
7
Idem.
8
Idem, Ibidem, p. 298.
125
Imagem 01: Portal na ponte internacional Cobija (Bol) – Epitaciolândia (Brasil).
Fotografia: Francisco Bento, janeiro de 2015.
9
Chauí, Brasil: mito fundador e sociedade autoritária, 2000.
10
Idem, ibidem, p. 12.
126
Mapa 01: Departamento de Pando (Bolívia) e suas Províncias
127
esa región de nuestro território.11
Interessante notar que, ainda hoje, temos por parte de políticos, pes-
quisadores, intelectuais e cidadãos da Bolívia a aceitação de uma narrativa
que contrasta com aquela que se tornou hegemônica no Brasil e, em particular,
no Estado do Acre. Vale ressaltar que muitos escritos bolivianos mais antigos
foram produzidos por governantes – geralmente militares, militares graduados
e grandes comerciantes com interesses localizados na região litigiosa do Acre:
entre tantos, os mais conhecidos e referenciados são os textos narrativos de
corte memorialísticos produzidos por Nicolas Suarez, Felix Avelino Aramayo,
Lino Romero, Artur Ponansky, José Manuel Pando12 e José Achá. Temos nesses
textos uma memória que se quer nacional, patriótica e triunfante-lamentosa.
Mas é em essência apagadora de outras memórias e histórias específicas dos
subalternos colonizados e dominados.
Nesse período conflituoso, as grandes áreas produtoras de goma
elástica na Bolívia encontravam-se localizadas em todo o atual Departamento
de Pando e ao noroeste do Departamento de Beni, segundo Mesa, Gisbert &
Gisbert.13 Diante do crescente interesse em exercer o domínio sobre o vasto
território já ocupado por muitos brasileiros, em 1900, a Bolívia cria nesse es-
paço geográfico, que incluía o atual estado do Acre, o seu Território Nacional
de Colônias – TNC.14 Com o desmembramento do Acre em 1903, o chamado
Território Nacional de Colônias continuou vigorando até 1938, quando passa
a ser chamado de Departamento de Pando.15
O TNC, quando foi criado, ficou vinculado ao Ministério de Coloni-
zação da Bolívia. Era uma espacialidade administrativa de “Leyes peculiares”,
segundo palavras do geógrafo J. T. Camacho, membro da Sociedade Geográ-
fica de La Paz e autor do relatório oficial intitulado El Territorio Nacional de
Colonias.16 Sua organização e divisão político-administrativa tinha três partes
complementares (cantones, alcaldias e jefaturas) com suas respectivas autoridades,
11
Mesa, Gisbert y Gisbert, Historia de Bolivia, 2003, pp. 524/525.
12
José Manuel Pando, então coronel do exército boliviano, esteve inicialmente na região da
Amazônia boliviana entre o início de 1893 e 1894 à frente de uma expedição de reconhecimento
do território.
13
Mesa, Gisbert y Gisbert, Historia de Bolivia, 2003, pp. 522.
14
Para maiores informações sobre a instituição do Território Nacional de Colonias, Cf. Bolivia. El
território Nacional de Colonias, 1903.
15
Mesa, Gisbert y Gisbert, Historia de Bolivia, 2003.
16
Bolívia, El território Nacional de Colonias, 1903.
128
todas subordinadas ao Delegado de governo no TNC que era a autoridade
maior nomeada pela presidência da república andina. Os chamados cantões, de
nomes pomposos com vertentes semânticas eurocêntricas, nada mais eram que
as sedes dos seringais mais importantes da região acreana de então: Humaitá,
Bagazo, Vuelta da Empreza, Capatará, Amelia, Carmen, Riosiño e Porvenir.17
Segundo cronistas bolivianos, a borracha natural representava desde
os anos finais do século XIX o segundo produto na pauta de exportações do
país andino, algo que perduraria até 1915.18 Mas as autoridades acreditavam
que a maior parte da borracha produzida sob seus domínios legais era des-
viada de maneira constante pelo território brasileiro e exportada com amplas
vantagens financeiras e fiscais ao país vizinho. Diante dos impasses que iam se
avolumando, em 1902, iniciou-se um novo conflito entre brasileiros e bolivianos
pela disputa da região. Os primeiros, articulados de maneira privada e ligados
aos interesses de seringalistas, comerciantes locais e de Manaus e Belém, sem
apoio aberto do governo brasileiro. Os segundos, de caráter oficial com apoio
militar e político das autoridades de La Paz e comerciantes ligados à indústria
gomeira boliviana. Assim, Mesa et alli descrevem sucintamente o conflito pelo
olhar de uma narrativa boliviana com vieses nacionalistas:
El origen de esta guerra está en las diferencias de límites
con el Brasil y la importância económica de la goma en
la región. (...). Em 1896 el próprio Pando firmó un acuer-
do con Brasil en el limite de los rios Purus y Acre. Pero
el detonante fue, outra vez, una questión económica. La
fundación de Puerto Alonso em 1899 (Puerto Alonso se
conoció luego como Puerto Acre, capital del Territorio de
Colonias a orillas del rio Acre, hoy en território brasileño)
se hizo para instalar un puesto aduanero de recaudación
de impuesto sobre exportaciones de goma. Esto molesto
a los aventureros que explotaban goma y la contrabandea-
ban sin rubor a los estados vecinos de Pará e Amazonas.19
129
mais amplo, divulgadas através da imprensa e plataformas on line, tais como
sites e blogs. Do lado boliviano, atualmente as marcas na cidade de Cobija se
evidenciam em monumentos historicizantes e “centenários”, como aquele
erguido em uma rotatória da movimentada Avenida 09 de Febrero (Imagem
02, a seguir) chamado popularmente de “Trez Cabezas”.
130
leitor ter sido o monumento composto de quatro partes, três blocos inferiores
e o seu ponto mais elevado, chamado de culminação (imagem 03, a seguir).
20
Armentia, Tribus de la Amazonia [1887], 2014, pp. 20/23.
21
Mendoza, Páginas bárbaras [1916], 2014, p. 118.
22
Anderson. Comunidades imaginadas, 2008.
23
Mendoza, Páginas bárbaras [1916], 2014, p. 116. Paráfrase de tradução livre do autor do
texto.
132
composição final do monumento, uma referência aos “heróis do Acre”: Bruno
Racua (indígena), chamado de grande arqueiro que aponta seu arco tenso ao
futuro; José Manuel Pando (militar e político), denominado de o expedicionário
das terras do norte boliviano; e, Nicolas Suarez (seringalista), exaltado como
comandante da Coluna Porvenir e herói da batalha do Bahia. São estes três
que compõem o ponto mais alto do monumento “Trez Cabezas”, o elemento
culminante, com as efígies das três personagens consideradas as precursoras
do Departamento de Pando, descritos como aqueles “cujos rostos irradiam
no ponto mais elevado do monumento”.24
No entanto, em 2011, o blog Sol de Pando publicou uma matéria
trazendo detalhes do monumento inaugurado em 2006, que oficialmente é
chamado de “Héroes de Bahia”. Assim ele é descrito:
Diseñado por el escultor cruceño, nacido en Maraina,
David Paz Ramos, y construido por el soldador Ángel Ji-
ménez Román, el monumento a los Héroes de Bahía fue
eregido en el 2006 en conmemoración a la fundación de
Cobija. La base de la estructura monumental representa
la fuente ornamental con caídas de agua y figuras en alto
relieve de caimanes, capiguaras, urinas y el tigre america-
no a su alrededor. Se muestra, además, la selva exuberan-
te con sus valores hídricos, fauna y flora en su magnífica
potencia que abarca la geografía del departamento y figu-
ras de hombres que representan las heroicas escenas de
la batalla de Bahía. En la cúspide del obelisco, con una
altura de 14 metros, se exhibe la inmortal trilogía con las
figuras del ixiameño Bruno Racua, el General José Ma-
nuel Pando y el empresario siringuero Don Nicolás Suá-
rez Callaú, como los precursores de la heredad pandina.
Esta obra artística es considerada una de las esculturas
más gigantescas entre las ciudades amazónicas de Boli-
via; se halla al inicio de la avenida principal de Cobija, la
9 de de Febrero.25
24
A tradução no todo ou em partes dos textos em espanhol presentes nas placas são do autor
desse texto, bem como a autoria das imagens mostradas.
25
Fonte: https://goo.gl/TtrgVX. Acesso em 02 de julho de 2016.
26
Memmi, Retrato do colonizado precedido pelo retrato do colonizador, 1967, p. 51.
133
nal com suas práticas e ideologias colonialistas. São homens que “reivindicam
as deferências e as honras” mesmo quando já mortos.27 Tem seus seguidores à
posteridade, que ao pensarem o mundo social, carregam a crença no princípio
hierarquizador tanto da história como da sociedade e dos indivíduos. Aqueles
que idealizaram o citado monumento, narram uma visão da sociedade local
envolta em tons evolutivos, marcada pela perspectiva dos valores do progresso,
da positividade da colonização e do elogio da conquista. Por fim, esse mesmo
texto jornalístico traz ainda um discurso carregado de tons ufanistas ao dizer
que a obra é uma das esculturas mais gigantescas existente nas cidades da
Amazônia boliviana.
Mesmo internamente na Bolívia, parece que tal narrativa sobre os
“heróis do Acre” não foi incorporada plenamente com as mesmas personagens.
Em La Paz, há na parte central da cidade uma rua cujo nome é Herois del Acre.
No entanto, as personagens que compõem a tríade da homenagem não são
Bruno Racua, José M. Pando e Nicolas Suarez. São exaltadas as figuras de
Ismael Montes, Pedro Kramer e Lucio Pérez Velazco.28 Homens do altiplano
que em momentos distintos se envolveram de maneira direta na Guerra del
Acre. Heróis mais “cultuados” e reconhecidos no altiplano pacenho, diferentes
dos três homenageados no monumento em Cobija, que são os heróis locais
da Amazônia pandina. Os três primeiros, inclusive foram homenageados em
uma pintura histórica realizada pelo pintor boliviano Angél Ismael Dávalos,
que em 1901 pintou o quadro Herois del Acre (Imagem 04, abaixo).
27
Ibidem, p. 54.
28
Ismael Montes foi presidente da Bolívia (1904-1909), ministro da Guerra (1889-1904) e
militar que liderou uma das expedições bolivianas enviadas à região Acreana entre 1899 e
1900. Lucio Pérez Velazco, também político e militar, foi vice-presidente durante o governo
de J. M. Pando e chefiou uma das expedições enviadas ao Acre na virada do século (Cf. Mesa,
Gisbert & Gisbert, História de Bolívia, 2003, pp. 518/526). Pedro Kramer (1869/1899), era
um jornalista boliviano de origem alemã, membro de sociedades históricas e geográficas
de seus país, autor de livros sobre a historia da Bolívia, foi deputado provincial e quando
começaram os conflitos na região acreana ele se incorporou numa das expedições militares
e veio a falecer de febre amarela ao chegar na zona de conflito. Fonte: Dicionário Cultural
Boliviano, disponível em https://goo.gl/d1oEwC. Acesso em 19 de setembro de 2016.
134
Imagem 04: Quadro Herois del Acre (1901) – Angél Dávalos. Fonte: Gumucio, Pando y la Amazonia
boliviana, 2014, p. 65.
Considerações finais
O monumento “Tres Cabezas” expressa, com muita propriedade, uma
espécie de musealização a céu aberto de parte do espaço urbano da cidade de
Cobija. Espaço carregado de múltiplas grafias das narrativas históricas que
buscam sedimentar uma “recordação total”, marcada pelo desejo de “puxar
o passado para o presente”29 e integrá-lo na construção da comunidade ima-
ginada, local e nacional.
Os monumentos são “lugares de memória”, nas palavras de Pierre
Nora, pois funcionam como “rastros, distâncias, mediações” do passado.
Quando isso ocorre, ressalta ele, “não estamos mais dentro da verdadeira me-
mória, mas dentro da história”.30 Para Nora, a memória seria viva, movente,
impossível de se cristalizar no tempo e no espaço. Seja em um monumento
físico incrustado numa praça, seja no indivíduo ou na coletividade. Assim, tais
29
Huyssen, Seduzidos pela memória, 2000, p. 15.
30
Nora, Entre a memória e a história, 1993, p. 09.
135
monumentos estão mais para a história do que para a memória. Encarnados
numa narrativa histórica seletiva, parcial, que atende interesses determinados
e situados. Todos os “lugares de memória” abarcariam três sentidos, segundo
Pierre Nora: têm materialidade, têm simbologia e têm funcionalidade.
Os monumentos são suportes físicos – materiais – que buscam sim-
bolizar à posteridade um recorte do acontecido “digno de ser lembrado”. Têm
entre outras funções, querer ser objeto de civismo, de admiração, de culto e
pedagógico, pois têm sempre “mensagens” do passado para os vivos. Criam-
se então as ilusões de eternidade, os rituais de sociedades sem rituais, como
bem aponta Pierre Nora.31
O fato é que dos dois lados, brasileiro e boliviano, temos a produção
antiga e atual de um historicismo triunfalista que se quer hegemônico. Calcado
nas narrativas do progresso e da colonização dos “desbravadores” de uma região
“atrasada” e que passa a ser inserida na lógica capitalista, algo que pode ser
percebido no fragmento abaixo em texto de autoria de Gerson Albuquerque:
a Amazônia acreana é compreendida e inserida como
parte da história somente a partir da economia gumífera,
cujos empreendimentos foram motivados e articulados
em torno dos interesses das indústrias internacionais por
uma matéria-prima oriunda das florestas amazônicas: a
borracha “fabricada” a partir do corte (extração), coleta
e defumação ou prensa do leite da seringueira (hevea bra-
siliensis).32
31
Nora, Entre a memória e a história, 1993.
32
Albuquerque, História e historiografia do Acre, 2015, p. 12.
136
do território nacional, da qual o Departamento de Pando e o Estado do Acre
fazem parte e compartilham os referenciais do passado que consideram exitosos.
No caso acreano, com bem diz Durval Albuquerque Jr., “sua incorporação
territorial e militar ao espaço nacional é tomado como um dos grandes feitos
dos nordestinos, como a maior e decisiva contribuição nordestina à formação
da nacionalidade”.33
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138
O processo de crioulização e a estética
barroca em Édouard Glissant
Enilce do Carmo Albergaria Rocha
139
Penso que chegamos a um momento da vida das huma-
nidades em que o ser humano começa a aceitar a ideia de
que ele mesmo está em perpétuo processo. Ele não é ser,
mas sendo, e que como todo sendo, muda. Penso que esta
é uma das grandes permutações intelectuais, espirituais e
mentais de nossa época que dá medo a todos nós.4
140
vilegiar em suas discussões sobre como se dão os processos culturais, emerge
do processo de crioulização e se constitui, portanto, culturalmente, a partir
desse processo.
O autor destaca no processo de crioulização da Neo-América a presen-
ça das culturas africanas cuja presença compreende grande parte do Brasil, as
Guianas, Curaçao, o Sul dos Estados Unidos, a costa caribenha da Venezuela
e da Colômbia, e uma parte da América Central e do México.
A crioulização na Neo-América deu-se através de um processo de
choques, de distorções, de interferências, de harmonias, de desarmonias e de
combinatórias culturais e linguísticas entre culturas heterogêneas europeias e
africanas, predominantemente, mas também asiáticas, como é o caso da vinda
de hindus para as Antilhas (depois de 1848). Essas culturas em Relação pro-
duziram algo novo em termos culturais: as culturas compósitas. Entretanto, a
crioulização no Caribe, e em toda a Neo-América, foi um processo vivenciado
na dor do tráfico, no aviltamento, humilhação e aniquilamento das culturas
indígenas e africanas que foram submetidas à opressão exercida pelos diversos
sistemas colonialistas e escravagistas implementados nas Américas.
Enquanto processo relacional, a crioulização da Neo-América nutriu-
se, transformou-se, e continua a se transformar em contato com as demais Amé-
ricas - a Euro-América e a Meso-América, influenciando-as e transformando-as,
e sendo, por sua vez, por elas transformada. Nesse sentido, a crioulização gerou
nas Américas microclimas culturais e linguísticos originais e inesperados, nos
quais as repercussões das culturas e das línguas em Relação, desde o início do
processo, aconteceram em um tempo abrupto, imediato. Para Glissant, esses
microclimas culturais e linguísticos gerados nas Américas pela crioulização
são representativos do que vem acontecendo hoje, realmente, no mundo.
A tese defendida pelo autor é a seguinte: o processo de crioulização
tal como ele se dá de forma permanente nas Américas, a partir da irradiação
processada pela Neo-América, estendeu-se hoje pela totalidade do mundo,
e vem gerando nas culturas microclimas e macroclimas de interpenetração
cultural e linguística que se constituem como regiões abertas, espécie de ilhas
culturais aglomeradas em arquipélagos, cujos mosaicos se transformam muito
rapidamente.
Os conjuntos geoculturais, agregados através de encon-
tros e destinos comuns, mudam no mundo com uma rela-
141
tiva rapidez. Existe, por exemplo, uma comunidade real
de situação entre os povos crioulos do Caribe e os do oce-
ano Índico (povos da Reunião ou das Ilhas Seychelles),
mas nada nos pode dizer se uma evolução acelerada não
provocará encontros tão fortes e determinantes quanto
estes, muito em breve, entre o Caribe e o Brasil, ou entre
as pequenas Antilhas francófonas e anglófonas, levando
à constituição de novas zonas de comunidade relacional.
Não poderíamos fundar um pensamento ontológico so-
bre a existência de tais conjuntos, cuja natureza é a de
variar prodigiosamente na Relação.6
142
O classicismo e o barroco, em movimento dialético, coexistiram
historicamente, em todas as culturas. Segundo Glissant, todas as culturas co-
nheceram um classicismo que corresponde a uma era de certezas dogmáticas;
e, em um dado momento histórico, em plena vigência do classicismo, elabo-
raram “desregramentos” barrocos que questionavam o classicismo, tornando
possível, dessa maneira, a ultrapassagem de suas certezas, normas e medidas.
O barroco emerge no Ocidente nos séculos XVI e XVII, período his-
tórico em que predomina na filosofia ocidental a hipótese de que a natureza e
os homens possuem uma essência, e que o real, considerado como harmonioso
e homogêneo, é conhecível na sua verdade, na sua essência profunda. Assim,
a representação artística do real, a sua imitação, pressupõem, igualmente, sob
a aparência do real, uma verdade indubitável e uma profundidade da qual
a arte enquanto imitação se aproximaria, à medida que sistematizasse suas
reproduções desse real.
Segundo Glissant, as técnicas barrocas são uma resistência a essa
ideologia da pressuposição da transparência do humano e da matéria, e visam
à dilatação da extensão, à profusão do conhecimento em extensão, conheci-
mento sempre inalcançável, em devir: um vir a ser em movimento. Através
das técnicas barrocas o real multiplica-se, diversifica-se, e não é quantificável; a
natureza, os homens e suas culturas, não obedecem a um modelo transparente
e universalizante, mas, sim, barroquizam infinitamente.
Na totalidade-terra hoje realizada, essa “barroquização” dos homens
e das culturas provoca um ser-estar–no–mundo (um être-dans-le-monde) que
necessita da totalidade de todas as formas de ser-estar-em–sociedade (toutes
sortes “d’être en société”).
A arte barroca foi uma reação à pretensão realista em pe-
netrar em um movimento uniforme e decisivo: os arcanos
do conhecido. O arrepio barroco tem como objetivo sig-
nificar que todo conhecimento está por vir, e que é exa-
tamente este o valor de todo conhecimento. A arte bar-
roca apela aos contornos, à proliferação, à redundância
do espaço, a tudo o que ridiculiza e escarnece a pretensa
unicidade da coisa conhecida e seu conhecedor, àquilo
que exalta a quantidade infinitamente multiplicada, a to-
talidade infinitamente recomeçada.9
143
Durante a colonização, a pulsão clássica e a pulsão barroca coabitaram
e entraram em conflito. Isto porque no momento mesmo em que as culturas
ocidentais - e seus valores particulares considerados como válidos para todos,
ou universais - foram exportadas pela colonização europeia para o mundo,
a pulsão barroca se generalizou, isto é, o barroco, que é a arte da extensão,
estendeu-se “concretamente” pelo mundo.
Dizem que sou antiocidental. De jeito nenhum! Pen-
so que o Ocidente foi um fundamento, primeiramente
porque foi ele quem inaugurou o encontro das culturas,
através de sua expansão no mundo, mas também porque
o Ocidente foi até o fim no seu trabalho de desvendar o
ser, a transparência, o universal. E agora ele deve, como
Ocidente, não obstante o seu poder econômico e político,
entrar no jogo da Relação.10
144
primeiramente uma reação à Contra-Reforma na Europa,
naturalizou-se no mundo. Quando o barroco atravessou
os oceanos e chegou à América Latina, os anjos e as vir-
gens tornaram-se negros, Jesus-Cristo tornou-se um Índio
e tudo isso rompeu o processo de legitimidade. O barroco
naturalizou-se. A crioulização é sempre barroca.11
145
vez até a sua natureza. Essa relação de incerteza tornou-se
um dos lugares-comuns do pensamento contemporâneo,
pois existe uma opacidade da matéria que é incontorná-
vel, intransponível. E foi a partir dessa constatação que
a ciência ocidental fez sua própria revolução e produziu
a parte da ciência que deu origem às ciências do caos,
na qual os cientistas renunciam à linearidade equacional,
isto é, à pretensão de descer às profundezas da matéria
(ou seja, à raiz única...) em busca de uma verdade que
corresponderia à verdade da matéria. Começa-se então a
pensar que é preciso descrever o que está na extensão e
que é indescritível. É preciso tentar descrevê-lo, sem, en-
tretanto, pretender alcançar um conhecimento absoluto.
Essa evolução da ciência me parece estar relacionada à
concepção do ser e do sendo. Em outras palavras, a ciên-
cia triunfante teria a ver com a filosofia do ser, e a ciência
que duvida, que reduz suas certezas e afirma que circu-
laremos pesquisando na extensão, ou seja, que não nos
movimentaremos mais na linearidade, essa ciência teria a
ver com os imprevistos do sendo.13
13
Glissant, Introdução a uma poética da diversidade, 2005, p. 90.
14
Raíz única: Deleuze e Guattari, na obra Mil Platôs: capitalismo e esquizofrenia (Ed. 34, Rio
de Janeiro, 1996) propõem, do ponto de vista do funcionamento do pensamento, o pensamento
da raiz e o pensamento do rizoma. A raiz única é aquela que mata à sua volta, enquanto o
rizoma é a raiz que vai ao encontro de outras raízes. Glissant estende essa imagem da raiz
única e do rizoma à discussão sobre a identidade.
146
O problema que temos de enfrentar é como mudar o ima-
ginário, a mentalidade e o intelecto das humanidades de
hoje, de tal forma que no interior das culturas atávicas
os conflitos étnicos cessem de ser considerados como se
fossem inexoráveis, e que nos países crioulizados os con-
flitos étnicos e nacionalistas cessem de ser vistos como
necessidades impossíveis de serem evitadas.15
147
culturais e os da cultura do Outro respeitando a igualdade e
a opacidade das culturas, posto que a crioulização não supõe
uma hierarquia de valores.16
148
que muitas delas tiveram contato com o classicismo através da imposição e
opressão das culturas europeias particulares:
Todo-o-Mundo: a totalidade realizada dos dados conhe-
cidos e desconhecidos dos nossos universos, o sentimento
de que eles nos ocupam infinitamente, como sobre um
palco que nossas posturas compartilham e onde cresce-
mos sem limites. Também a certeza de que o mais ínfimo
desses componentes nos é insubstituível.18
Referências
GLISSANT, Édouard. Poétique de la relation. Paris: Gallimard, 1990.
GLISSANT, Édouard. Introdução a uma poética da diversidade. Tradução de Enil-
ce do Carmo Albergaria Rocha. Juiz de Fora (MG): Editora UFJF, 2005.
GLISSANT, Édouard. O pensamento do tremor – La cohée du Lamentin. Tradu-
ção de Enilce do Carmo Albergaria Rocha e Lucy Magalhães. Juiz de Fora (MG):
Editora UFJF, 2014.
LUDWIG, Ralph. Écrire la parole de nuit: la nouvelle littérature antillaise. Paris:
Gallimard, 1994.
18
Glissant, O pensamento do tremor, 2014, p. 91.
149
Silenciamentos e discursos da conquista: Henry
Bates e expedições científicas na Amazônia do
século XIX
Antes que este texto possa ser alvo de críticas que o classifiquem como
“amazonialista”, no sentido atribuído por Gerson Albuquerque, devo proceder
às devidas ressalvas sobre o conceito de “Amazônia”. A “Amazônia”, para
mim, diferentemente da Amazônia de Henry Bates, é entendida como uma
construção discursiva e não um dado à priori, uma “região” ou “localidade”
cuja existência se deu de maneira natural, sem os direcionamentos políticos
que marcam os discursos hegemônicos que inventam e reinventam espaços a
serem ou não conquistados. Assim, na ausência de um termo mais adequado,
a referência à palavra/conceito “Amazônia”, neste texto, se dará de forma as-
peada, com o objetivo de marcar esta compreensão na própria palavra. Quando
muito, a palavra “Amazônia” poderá vir com a marca do plural “amazônias”,
sem letra maiúscula, na tentativa de atribuir-lhe o sentido da pluralidade dos
modos de vidas e os trânsitos culturais nela existentes em oposição ao enalte-
cimento de uma singularidade cultural, rodeada de peculiaridades, típica de
culturas atávicas, e que se constitui, a meu ver, como uma espécie de convite
para o mundo europeu ocidental implantar o projeto colonial, a pretexto de
arrancar das “trevas” essas “civilizações primitivas”.
151
Feitas essas ressalvas, me proponho agora a analisar os silenciamentos
e os discursos da conquista presentes na narrativa do naturalista inglês Henry
Walter Bates (1825-1982), publicada no Brasil pela Editora Itatiaia e Edusp,
no ano de 1979, intitulada “Um naturalista no Rio Amazonas”. No percurso
desta análise, mantenho diálogos com as leituras e reflexões desenvolvidas
por Hideraldo Costa, João Pacheco de Oliveira Filho, Mary Louise Pratt, Eni
Orlandi, Edward Said e Paul Gilroy.
Pretendo apresentar, ainda que brevemente, um estudo no campo dos
gêneros do discurso, a partir da literatura de viagem, compreendendo seu con-
texto de produção, seu tema, propósito comunicativo, papel dos interlocutores,
suporte, meios de transmissão, em outras palavras, um estudo que busca mais
do que constatar o quê e como se escreve, compreender as relações intrínsecas,
nem sempre evidentes, entre quem escreve, para quem escreve e quando se
escreve. Para tanto, dividi esta reflexão em duas partes que apresento a seguir.
152
Desde que Wallace se instalou em Leicester (1844), am-
bos tiveram muito contato, desenvolvendo acentuado in-
teresse pelo estudo das ciências naturais. Em, 1847, após
a leitura de um livro de viagem sobre a Amazônia, Walla-
ce e Bates planejaram viajar para a região amazônica para
estudar em detalhe a sua fauna (sobre a qual muito pouco
então se sabia), pensando em pagar os custos da viagem
com a venda de duplicatas das coleções que por lá consti-
tuíssem. No ano seguinte, antes de embarcar para o Pará,
despenderam três meses em Londres, estudando as cole-
ções do Museu de História Natural e do Jardim Botânico
de Kew, fazendo inúmeras consultas a bibliotecas em bus-
ca de informações variadas sobre o Amazonas.1
1
Mello Leitão, 1944, p. 07, citado por Oliveira, Elementos para uma sociologia dos viajantes,
1977, pp. 116-117.
2
Bates, Um naturalista no Rio Amazonas, 1979, p. 12.
153
com potes d’água na cabeça e índias de ar melancólico. Homens e mulheres
que não terão nome nem voz em sua narrativa, cabendo a eles apenas serem
descritos ou narrados pelo viajante. A narrativa de Bates não será, portanto,
uma narrativa escrita a partir da história e voz dos locais ou, dito de outro
modo, como nos lembra Eni Orlandi,3 os locais não falarão, serão falados.
Assim, a paisagem inicial de Belém, da qual Henry Bates dificilmente
se esquecerá é, recorrentemente, tecida em seu relato de viagem. Os negros,
sejam eles escravos ou não, dificilmente possuem nome; os índios são descritos,
incansavelmente, como apáticos e melancólicos. A moldura com a qual os
personagens do viajante são confinados é enclausuradora de suas identidades.
Bates assim procede com seus sujeitos, por proceder de igual modo com os
aspectos e seres do mundo natural, como o clima e a flora da região:
Na hora mais quente do dia – cerca de duas horas da tar-
de – a temperatura geralmente oscila entre 31° e 34° Cel-
sius, mas por outro lado, nunca desce abaixo de 22°, de
forma que, de um modo geral, prevalece uma temperatura
alta, sendo que a média anual é de 27° Celsius. A floresta
é praticamente igual em todas as terras baixas, e por con-
seguinte uma única descrição servirá para todas.4
3
Orlandi, Terra à vista! Discurso do confronto, 1990, p. 50.
4
Bates, Um naturalista no Rio Amazonas, 1979, pp. 22 e 27.
154
usando brincos caprichosamente trabalhados e colares
de enormes contas de ouro. Seus olhos eras negros e ex-
pressivos e elas exibiam uma massa de cabelos espessos
e negros que chamava a atenção. Talvez fosse uma fan-
tasia de minha parte, mas achei que aquela mistura de
esqualidez, luxo e beleza daquelas mulheres se harmoni-
zava perfeitamente com o resto do cenário, de tal forma
era surpreendente aquela associação de riquezas naturais
com a miséria humana.
As casas, em sua maioria, achavam-se em estado bastante
precário, e por toda parte se viam sinais de indolência e
desleixo. As estacas de madeira que cercávam os quintais,
invadidos pelo mato, jaziam quebradas pelo chão, e ma-
gros porcos, cabritos e galinhas entravam e saíam pelos
buracos na cerca. No meio de tudo isso, porém, e com-
pensando todas as falhas, ressaltava a esplendorosa beleza
da vegetação.5
5
Bates, Um naturalista no Rio Amazonas, 1979, pp. 12-13.
6
Ibidem, p. 23.
155
pretexto de uma expedição científica, diagnósticos como esses contribuíam
muito para alimentar pretensões exploratórias de nações estrangeiras, não mais
por limites de terra, mas por recursos naturais que, por sua vez, são ignorados
pelos moradores locais, tal sua “falta de iniciativa” e “desleixo”.
No obituário de H. Bates, seu velho amigo o Sr. W. L. Distant, um
reconhecido entomologista, deu destaque a uma significativa declaração do
viajante referindo-se às belezas naturais da região e seu potencial econômico
nas mãos dos ingleses:
Seu primeiro artigo para o ‘Zoologista’, 1852, foi um ex-
celente relato sobre o Macaco Douroucouli (Aotus trivir-
gatus Humb.), e seu segundo artigo do mesmo ano con-
clui com uma observação sobre a fertilidade das terras do
Alto Amazonas – “Nas mãos dos Anglo-Saxões, um dia,
que rico país poderá se tornar o Brasil”.7
156
negros e índios da América eram vistos como sub-humanos ou semi-animais,
de modo que a desumanização desses homens serviria para justificar os maus
tratos e a domesticação atuaria como fornecedora das técnicas para a subordi-
nação social, “freios para mulheres rabugentas; celas, correntes e palhas para
os loucos; cabrestos para mulheres vendidas no leilão do mercado”.10
O futuro dos indígenas, pois, seria o extermínio “natural”, por ser uma
“raça” fraca, degenerada, que não sobreviveria ao contato com os “caucasianos”,
10
Thomas, O homem e o mundo natural, 1988, p. 54.
11
Costa, Cultura, trabalho e luta social na Amazônia, 1995, p. 53.
157
considerados naturalmente superiores. A mestiçagem se configuraria como
um período de transição entre o primitivo e o civilizado, como uma espécie
de caminho para a melhoria da qualidade da “raça”,12 assim como ocorre
com as saúvas aladas que voam para longe para acasalarem com membros de
colônias distantes garantindo, a sobrevivência da espécie.
Acompanhando o pensamento de John Burke, que classificou o homo
sapiens em seis “variedades”, como nos lembra Mary Pratt, Bates, ao mesmo
tempo que dá conta do extermínio de grupos indígenas inteiros, classifica os
mestiços do Pará em cinco “tipos”:
A província da qual a cidade do Pará é a capital era, à
época a que me refiro, a mais extensa de todo o impé-
rio brasileiro, medindo cerca de 2.300 quilômetros de
extensão, no sentido leste-oeste, por 900 de largura. De-
pois dessa época – ou melhor, em 1853 – ela foi dividida
em duas partes com a separação do Alto-Amazonas, que
passou a formar uma nova província. Anteriormente ela
havia constituído uma capitania da colônia portuguesa,
e primitivamente fora habitada por numerosos índios,
cuja condição variava de acordo com a tribo a que per-
tenciam mas que apresentavam, todos eles, os mesmos
caracteres, semelhantes aos dos peles-vermelhas ameri-
canos mas com algumas modificações causadas por uma
longa permanência na selva equatorial. A maioria dessas
tribos estão agora extintas ou abandonadas à sua sorte,
pelo menos as que povoaram primitivamente as margens
do rio principal, tendo-se misturado os seus descenden-
tes com os imigrantes brancos e negros. [Neste ponto,
em relação à questão étnica, Bates insere uma nota
de rodapé, cujo teor está descrito a seguir]. Os vários
tipos de mestiços que agora constituem provavelmente a
maior parte da população têm, cada um, a sua denomina-
ção própria. Mameluco é o mestiço de índio com branco;
mulato, o de branco com negro; cafuzo, o de índio com
negro; curiboca, o de cafuzo com índio, e xibaro, o de ca-
fuzo com negro. Esses tipos nunca são, entretanto, muito
bem definidos, havendo entre uns e outros todos os mati-
zes de cor possíveis e usando-se as denominações apenas
12
Embora não seja objetivo problematizar o conceito de raça nesse breve artigo, devo mencionar
que compartilho das assertivas de Paul Gilroy que faz oposição ao uso dos conceitos de nação,
raça e etnia como pilares de abordagens nacionalistas e etnicamente absolutas.
158
para classificá-los de um modo geral. O termo crioulo é
aplicado exclusivamente a negros nascidos no País. O ín-
dio civilizado é chamado de tapuia ou caboclo.13
Além da comentada prática de generalizar os povos indígenas da
Amazônia, que reconhece ser composta por numerosos sujeitos, embora
os defina como possuidores das mesmas características, como uma massa
uniforme, sem distinção e limitada, Bates apresenta os “tipos” racializados
que predominam na paisagem amazônica: o mameluco, o mulato, o cafuzo,
o curiboca e o xibaro.
É interessante que, ao atentar para essa classificação ou catalogação,
me vem à lembrança ter tido contato com a mesma, quando estudava a 4ª série
do Ensino Fundamental, momento em que tais “tipos”, com as devidas repre-
sentações em desenhos, eram apresentados como sinônimo de miscigenação
racial. Obviamente, não lembro de ter presenciado qualquer debate no sentido
de discutir os “tipos”, posto que apenas os deveríamos tomar como um dado
natural, uma classificação que buscava apenas estabelecer uma fronteira entre
quem era ou não era branco.
Merece destaque que, em sua narrativa, Bates se aproxime das visões
constantes dos relatos de John Barrow sobre a África Meridional, analisadas por
Mary Pratt, que as denomina de “o espírito britânico de aperfeiçoamento”,14
isto é, aquele que examina as potencialidades de territórios a serem ocupados
e os recursos a serem explorados, além de projetar no tempo, as consequências
positivas das intervenções na paisagem. Imbuído de um “olhar aperfeiçoador”,
Bates colocou em destaque as qualidades da província que visitou ao mesmo
tempo em que descaracteriza o povo que nela vivia:
A província é governada, como todas as outras do impé-
rio, por um Presidente, como suprema autoridade civil.
(...) Os assuntos municipais e locais são resolvidos por
uma assembléia provincial eleita pelo povo. Qualquer vila
ou arraial, em toda a província, também possui seu con-
selho municipal, e nos distritos escassamente povoados
os habitantes elegem um juiz de paz de quatro em quatro
anos para decidir sobre pequenas questões entre vizinhos.
(...) Foi instituído o julgamento por júri, sendo os jurados
escolhidos entre os chefes de família, sem levar em con-
13
Bates, Um naturalista no Rio Amazonas, 1979, p. 22.
14
Pratt, Os olhos do império, 1999, p. 115.
159
ta sua raça ou cor. Tive oportunidade de assistir a uma
sessão do júri em que se sentavam lado a lado no banco
dos jurados um mercador branco, um lavrador negro, um
mameluco, um mulato e um índio. De um modo geral, a
constituição brasileira parece combinar acertadamente os
princípios de auto-determinação, nas províncias, e de cen-
tralização, faltando apenas no povo uma adequada dose
de virtude e inteligência para conduzir a nação a uma
grande prosperidade.15
160
ciadas por fundos privados, viabilizadas economicamente por meio de uma
articulação com o mercado de coleções de História Natural”.17 Assim, como
mencionado anteriormente, o
pagamento dos custos das viagens era feito com a ven-
da de duplicatas e de coleções inteiras, quer fosse para a
grandes museus na Europa, para outros cientistas de vul-
to, ou mesmo para colecionadores de maior porte. (...)
Durante onze anos, ele enviou regularmente coleções
para Londres a fim de serem vendidas e lhe garantirem a
permanência e a continuidade de seus estudos na região
amazônica.18
161
a cinchona do Peru para a Malásia, onde desenvolveram
a extração da quinina. (...) Markham e J.D. Hooker
[filho de W. J. Hooker] também estiveram envolvidos no
contrabando de milhares de sementes de Hevea brasiliensis
pelo botânico Henry Wickham, em 1876.21
Episódios como esses nos ajudam a compreender aquilo que Edward
Said enfatiza ao pontuar que “as narrativas desempenham um papel notável
na atividade imperial”22, pois, na condição de narrativas geográficas, tornam-
se narrativas da conquista. A narrativa naturalista, a exemplo da narrativa de
Henry Bates, é incorporada ao discurso imperial, que dela faz uso para propó-
sitos, muitas vezes, sequer imaginados pelo viajante que a concebeu. O mundo
da História Natural de Londres do século XIX, porque regido por relações de
poder e convenções acadêmicas, não foi muito grato à pessoa de Bates (sua
condição de fellow somente foi concedida em 1881),23 mas certamente o império
britânico está em dívidas com o viajante pela valiosa cartografia que o mesmo
forneceu sobre rios e cidades da “Amazônia”, posto que continua a colaborar,
ainda nos dias de hoje, com os silenciamentos e discursos de invenção e con-
quista da “região”. Uma “região” para a qual o projeto imperial “moderno”
previa – e prevê – a permanente exploração da natureza, concomitantemente
à exploração e ao não reconhecimento das práticas e modos de vidas de suas
populações.
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n. 4 (Apr. 1892), pp. 245-257. Disponível em: https://goo.gl/ZVpLrR. Acesso em 31
21
Ferreira, Bates, Darwin, Wallace e a teoria da evolução, 1990, pp. 78-79.
22
Said, Cultura e imperialismo, 1995, p. 22.
23
Ferreira, Bates, Darwin, Wallace e a teoria da evolução, 1990, p. 93.
162
de julho de 2016.
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plantas e os animais (1500-1800). Trad. João Roberto Martins Filho. São Paulo: Cia
das Letras, 1988.
163
Entre silêncios e narrativas: expressões
artísticas em um contexto psiquiátrico
amazônico
Jamila Nascimento Pontes
165
de General. Assim, pude nomear os meus subordinados e resolver os casos!
Tachada de atrasadinha que não merecia um vale no final do mês. Recebi os
abraços mais acalorados/apavorantes, aqueles que te confortam/sufocam e
te suspendem do chão... Está claro que não segui as orientações: “não deixe
que eles te toquem”.
Existe uma contradição na escrita deste texto, pois, o iniciei sem saber
por onde começar. Me sinto como se estivesse entrando em um ordenamento
onde não consigo me expressar devidamente. “Falar (ou escrever) em nome
próprio significa abandonar a segurança de qualquer posição enunciativa
para se expor na insegurança das próprias palavras, na incerteza dos próprios
pensamentos”.1 Transformar uma experiência em escrita implica em fazer
da escrita uma experiência: o aqui agora é o fenômeno do presente, não um
retorno ao passado.
Gostaria de escrever, mas escrever bem, fazer com que as páginas
transbordem. Mas as palavras me escapam como as tintas e os rabiscos sobre
as telas e papéis daquele “ambiente moribundo”. O que escrevo são minhas
experiências. Trata-se de uma narrativa errática, que “não está interessada
em transmitir o “puro em si” da coisa narrada como uma informação ou um
relatório”.2 Por isso convido o leitor a
abandonar a linguagem dominante da pedagogia, tanto a
linguagem da técnica, do saber e do poder, como a lingua-
gem da crítica, da vontade e da ação, estas linguagens que
não cabem na vida, que estão cheias de formas, que se
ajusta perfeitamente à lógica policial, da biopolítica, lin-
guagem emprestada da economia, da gestão, das ciências
positivas que torna tudo calculável, identificável, mensu-
rável, manipulável.3
1
Larrosa, Tremores. 2014, p. 70.
2
Benjamin, O narrador, 1993, p. 205.
3
Larrosa, Tremores, 2014, p. 69.
166
“A realidade física parece recuar na medida que atividade simbólica avança”.4
Não ambiciono retratar a realidade bruta vivida naquele contexto, pois não
conseguiria. Hall afirma que a realidade não vem com a linguagem, embora
seja mediada por ela.5 Penso também que, quando adentrava naquele ambiente,
eu já era pura ficção ou quase isso.
Antes de apresentar as pinturas produzidas em um hospital psiquiátrico
na Amazônia brasileira, decidi preambular em outros espaços com as mesmas
conotações, como forma de ouvir gritos de outros desatinados, assim como
as críticas empreendidas por Foucault em relação à loucura, especialmente,
quando esta fica sob o domínio da medicina e justifica a interdição das pessoas.6
Os loucos foram enclausurados não para sua cura ou para a proteção
da sociedade, mas para ratificar um discurso vigente. Assim, eles foram obser-
vados, catalogados, classificados como plantas em estufas, ou melhor, como
animais em cativeiro. A medicina, de acordo com Foucault, tomou grandes
proporções e, de fato, os “loucos” deixaram de circular.7
Experiência singular, Camille Claudel clama e exige sua “liberdade aos
gritos”. Aos “loucos” foram cerceados os vínculos afetivos e os bens culturais.
8
4
Ostrower, Criatividade e processos de criação, 2013, p. 22.
5
Hall, Da diáspora, 2012.
6
Foucault, História da loucura na idade clássica, 1978.
7
Idem.
8
Wahba, Camille Claudel, 1996, p. 86.
9
Foucault, A ordem do discurso, 2005, p. 20.
10
Kane, Teatro completo, 2007, p. 31.
167
utiliza a linguagem em seu cotidiano? A loucura não está fora da linguagem.
Caracteriza-se como o oposto da razão e ambas são construídas socialmente.
A produção do discurso sobre a loucura é analisada por Michel Foucault, que
não apenas criticou e abalou o pensamento tradicional, mas produziu novas
formas de pensar e interpretar a loucura.
Paula Amarante afirma que tais críticas impulsionaram os primeiros
movimentos da reforma psiquiátrica.11 A discussão ganhou corpo nos espaços
públicos – ruas, becos, praças e lares, forçando uma nova forma de pensar o
“louco” e, não por acaso, dando a ele a palavra – um direito que foi negado
durante séculos: ao invés do tratamento, ou melhor da cura do “louco”, a
sociedade deve aceitá-lo e não mais excluí-lo.
Artaud, em suas cartas, assegura que os loucos são, por excelência,
as vítimas da ditadura social. Uma de suas frases mais conhecidas e citadas
é “não quero que ninguém ignore meus gritos de dor e quero que eles sejam
ouvidos”.12 Nessa direção, seguimos nas trilhas abertas pelas palavras de Fou-
cault. Para ele o saber médico sobre a loucura está fundado em um discurso
de ciência que, ao longo dos anos, produziu e continua produzindo um saber/
poder sustentado na força da instituição médica.13
A loucura foi tematizada em Molière, com seu O doente imaginário,
e também em Machado de Assis, com O alienista. Outros artistas fizeram
importantes críticas às formas de tratamento dispensadas pelas instituições
e sociedade em relação ao “louco”. Artaud escreveu inúmeras cartas ao seu
médico, durante os quase dez anos de internação e, mais recentemente, a dra-
maturga americana Sarah Kane, antes de cometer o suicídio em um hospício,
escreveu de forma crua e seca Psicose 4.48. O poder da instituição e do saber
médico sobre seu corpo, sobre sua vida, e porque não sobre sua morte?
A produção do discurso sobre a loucura sempre foi feita por um su-
jeito (físico ou jurídico) dotado da “razão”, produzindo todo um ordenamento
institucional. Os discursos têm suas leis: “que não se pode dizer tudo, que
não se pode falar de tudo em qualquer circunstância, que qualquer um não
pode falar qualquer coisa”.14 Por intermédio da arte, porém, se sobressaíram
outras narrativas, sobretudo, as narrativas dos “loucos”, que somente eram
11
Amarante, Michel Foucault e a “História da loucura”, 2015.
12
Artaud, Cartas, 2015, p. 15.
13
Foucault, História da loucura na idade clássica, 1978.
14
Foucault, A ordem do discurso, 2005, p. 9.
168
ouvidas no teatro.15
Camille Claudel, em uma carta à sua mãe, afirma: “as casas de loucos
são lugares especialmente feitos para causarem sofrimento, não se pode fazer
nada... estou tão desolada por continuar a viver aqui que não sou mais nem
uma criatura humana”.16 O discurso do “louco” chega até nós por intermédio
da arte; por intermédio da ciência chega o discurso sobre a loucura. As cartas
de Artaud, as de Camille Claudel e os textos de Sarah Kane são gritos silencia-
dos, pois, “desde a alta Idade Média, o louco é aquele cujo discurso não pode
circular como os dos outros: pode ocorrer que sua palavra seja considerada
nula e não seja acolhida”.17
As cartas, textos dramáticos e o tratado da encenação teatral de Artaud,
que chega até nós como proposta estética, é também um grito para despertar
outras possibilidades: ver o mundo que somente se percebe por intermédio da
arte, momento que os sentidos são aguçados.
Tentando ouvir os “loucos”, não com o intuito de entendê-los e nem
de curá-los, fui trabalhar em um desses ambientes nos quais Nise da Silveira,
em Casa das Palmeiras, possibilita apreender outras formas de relação. Viven-
ciei esse trabalho não como uma experiência estética, mas como experiência/
vivência com sujeitos de “carne e osso”, experimentando o dia-a-dia de uma
instituição psiquiátrica. Em meio a interdições e a seres interditados ouvi outras
vozes e murmúrios silenciados. Embalada pelas primeiras e poucas leituras
de Foucault e afetada pelas experiências poéticas, na prática, vi que a fala do
louco não é ouvida e, se de algum modo ecoa, logo em seguida é esquecida.18
O contrário a esse apagamento da experiência do “louco”, passei a
viver a partir de certa manhã de fevereiro de 2012, dia em que teve início a
oficina de pintura em tela, realizada na internação hospitalar por uma equipe
com pensamentos e ações diferenciadas e, muitas vezes, contrárias às velhas
e tradicionais rotinas. O primeiro dia da oficina consistiu em leituras de ima-
gens. Vários pacientes adentraram o espaço organizado por nós, propositores
da oficina. Bem a frente, estavam dispostos os quadros do artista plástico João
Bosco, coordenador da oficina. Ouvíamos atentamente os “loucos” e, em certo
15
Idem.
16
Wahba, Camille Claudel, 1996, p.15.
17
Foucault, A ordem do discurso, 2005, p. 10.
18
Idem.
169
momento, entre as falas, percebi os olhos atentos de um sujeito surdo que, na
manhã seguinte, foi um dos primeiros a adentrar o espaço para confeccionar
as telas que seriam pintadas. No transcorrer dessa oficina, vivemos intensas e
impactantes manhãs de diálogos entre os tinidos dos instrumentos e os barulhos
externos, de cadeados e grades, enquanto histórias e narrativas eram contadas,
com significativas imagens surgindo nas telas confeccionadas.
Naqueles dias, ficou nítido que o visível pode ser tornar invisível e que
o invisível pode se tornar visível, com as espessuras dos muros sendo diminuí-
das, em especial para o sujeito de olhos atentos que, em certa ocasião, na saída
da sala, sorrindo, confessou-me que tinha esquecido que estava ali, pois, ainda
que permanecesse naquele hospital, acessava outros lugares. A finalização da
oficina culminou em uma exposição dentro da instituição: as telas, expostas
no pátio feminino, local de visita, eram observadas pelos funcionários e fami-
liares com uma atenção que talvez nunca tenha sido dispensada aos “loucos”
daquele lugar, e aos seus sentimentos e perspectivas.
Por intermédio dessas telas e das narrativas tecidas enquanto eram
pintadas, surpreendemos anseios e sonhos. Confinados dentro da instituição,
muitos fizeram “o caminho de volta para casa” e, mesmo aqueles que já tinham
perdido os vínculos com os familiares, amigos e conhecidos, em suas pinturas,
atualizavam e defendiam tais vínculos e seus espaços, talvez, na tentativa de
garantir uma individualidade arrancada e diluída no momento da internação
naquela instituição hospitalar. Sonhos ou desejos individuais de ter um quarto
e guardar seus pertences, por exemplo, passaram a ganhar materialidade sobre
a tela, simbolizados em portas e janelas. Em outras telas, surgiam também
ambientes campestres e celestiais, a exemplo da tela (Figura 1) pintada pelo
sujeito de olhos atentos.
170
Fig. 1 – “Céu”, de autopria do sujeito de olhos atentos, 2012.
171
Completa minha humilhação quando tremo sem razão e
tropeço nas palavras e não consigo dizer nada sobre mi-
nha doença. Estou trancada até a morte pela suave voz
da razão de um psiquiatra que me diz que existe uma re-
alidade objetiva onde meu corpo e minha mente são uma
só.19
19
Kane, Teatro completo, 2007, p. 8.
20
Wahba, Camille Claudel, 1996, p. 69.
21
Foucault, História da loucura na idade clássica, 1978, p. 121.
172
Fig. 2 – “Autorretrato”, de autoria do sujeito de Olhos Atentos, 2012
22
Artaud, Cartas. 2015, p. 13.
173
“Tudo bem, vamos lá, vamos às drogas, vamos para a lobotomia química,
vamos desligar as funções mais altas do meu cérebro e talvez eu me torne um
pouco mais fodidamente capaz de viver”.23 Nise da Silveira, de acordo com
Dias,24 após se recusar a realizar tais práticas, optou por outra forma de trata-
mento, destacando-se as práticas artísticas, uma vez que no fazer artístico “o
sujeito, tanto nas relações com o inconsciente como nas relações com o outro,
põe em jogo a ficção e a narrativa de si mesmo”.25
Na experiência com a oficina de pintura em tela que realizamos,
o sujeito surdo se reelaborava entre silêncios e rabiscos, paginava inúmeras
revistas para se auto narrar e “em vez de substituir a realidade, é a realidade;
é uma realidade nova que adquire dimensões novas pelo fato de nos articu-
larmos, em nós e perante nós, em níveis de consciência mais elevados e mais
complexo. Somos, nós, a realidade nova”.26
Aos poucos, por intermédio das imagens traçadas em papéis e telas,
manipulando pincéis, lápis, borracha e giz de cera, o sujeito se elaborava, se
auto narrava por meio das imagens. Muitas vezes, quando me entregava sua
pintura ou a deixava com alguém, acrescentava algo em gesto ou apenas dei-
xava seus “fardos em nossas mãos”. E assim se afastava, deixando os braços
amolecerem ao longo do corpo. Semelhante aos desenhos que nos entregava
(figura 3).
174
pensamentos, emoções e impulsos fora do alcance das elaborações da razão
e da palavra”.27 O sujeito surdo de olhos atentos tinha dificuldade de criar a
relação e uma das barreiras era a comunicação verbal. Quando conversava,
não conseguia transitar na temporalidade: ano, mês, semana, dia, além de não
conseguir nomear as coisas. Esbarrava no transitar das palavras, mesmo quando
dialogava diretamente comigo, fluente na Língua Brasileira de Sinais – Libras.
A relação confiante se estabeleceu com a equipe à medida que incor-
porava, de alguma forma, uma língua e uma forma diferente de materializar seu
pensar, de dizer as coisas no corpo e com o corpo – do movimento à inércia.
Aos poucos, ele criou vínculo e transitava melhor dentro e fora do hospital:
a volta à realidade depende, antes de tudo, do relacionamento confiante com
alguém, como afirmou Silveira.
Ao observar as imagens (figuras 2 e 3), alguns traços são recorrentes,
a exemplo dos traços semelhantes aos da máscara da tragédia: sobrancelhas,
boca e olhos recaídos. O que me remente ao estado de sofrimento e tristeza
presentes na figura 2. A disposição do prédio inclinado sobre ele é ressaltada
pelas pernas surgindo do pescoço (garganta) de onde sai o grito. As pernas
que saem do pescoço são, além do grito, a possibilidade de correr e livrar-se do
lugar de isolamento, confinamento, abandono; de correr para junto dos seus.
A ideia de movimento se repete na figura 3. Os dedos do pés e a mão
apoiando o queixo remete à espera, à inquietação de estar ali. O desejo de
fugir me era confessado com frequência, até mesmo os planos. As imagens são
parte daquilo que somos, a existência se desdobra em um rolo de filme.28 A
narrativa que ele atualiza antecede seu nascimento, como se observa na figura
4. A imagem de sua mãe grávida se apresenta continuamente.
27
Silveira, O mundo das imagens, 2012, p. 3.
28
Manguel, Lendo imagens, 2001.
175
Fig. 4. Sem Título, autoria do sujeito de olhos atentos, 2012
176
Fig. 5. Sem Título, autoria do sujeito de olhos atentos, 2012
177
Fig. 6. Sem Título, autoria do sujeito de olhos atentos, 2012
178
de chuva, momento em que a maioria dos pacientes estava dormindo. Já perto
de ser liberado do hospital, ele me chamou para conversar e a imagem foi o
ponto de partida. Ali, com vários desenhos espalhados sobre a mesa do setor
de terapia ocupacional, ele narrou sua história: dor e sofrimento, não mais
por estar ali, como geralmente fazia, mas destacando os fatos marcantes que
antecederam sua chegada ao hospital. A separação de seus pais: o sofrimento
da mãe e a distância do pai.
Ali, em sua presença, compartilhei de uma memória que se atuali-
zava em língua de sinais, com palavras, imagens e gestos ocupando espaço
na trama urdida em desafio ao esquecimento e às interdições. Narrou seus
percursos com uma riqueza inexprimível, apreendida na instantaneidade da
presença, com longos momentos de silêncio que me apavoravam. Em outros
momentos, explosões de gestos, movimentos, ações e emoções. Contudo, por
uma questão de ética e de confiança que se criou ao longo do tempo, aquela
conversa permanece onde parou, naquela sala ao som da chuva e de outras
vozes daquele “espaço moribundo”.
A imagem da figura 8 chegou até mim após essa conversa no setor
de Terapia Ocupacional. Por seu intermédio, o sujeito de olhos atentos, narra
o início de sua chegada ao hospital. No recorte da imagem, observa-se o po-
der dos corpos sobre os corpos. Em poucas palavras desabafou: “EU FICAR
CHÃO AMIG@ PAREDE. 2s ARRASTAD@1s MORAR AQUI. MEU@
AMIG@ SABER-NÃO, NADA!”
179
de um ritual que determina para os sujeitos que falam, ao mesmo tempo,
propriedades singulares e papéis preestabelecidos”.29 Nesse tipo de instituição
hospitalar, os papéis se firmam e se definem dentro de uma lógica estabelecida
ao longo dos tempos. Os poderes mais terríveis se insinuam às vezes discre-
tamente, outras vezes nem tanto. Contudo, a vigilância também é prática dos
internos: o buraco da fechadura torna-se uma janela.
O olhar do sujeito de olhos atentos foi transformando em cores, tra-
ços e linhas tudo o que via ou imaginava. Para quem conhece o espaço e as
pessoas, é realmente fácil identificar a situação. A “realidade” trazida para a
pintura ganha outras cores. Ao adentrar a enfermaria feminina, geralmente,
encontramos uma mulher. Uma mulher que fica sentada, grande parte do
tempo, nessa posição em que foi capturada por ele (figura 9). Flagrar o olhar,
os detalhes, além das pregas da saia e das silhuetas do corpo e o corte de ca-
belo é poetizar o espaço de tristeza em que vivem os internos. As paredes são
gastas e sem cores, ao contrário da imagem.
180
sição permanente “O ser da arte”, do Projeto Arte de Ser, coordenado por
Fabiano Carvalho.
181
Fig. 11. Sem Título, autoria do sujeito de olhos atentos, 2012
182
seguinte deveria pisar diferente, de outra forma.
Sei também que é necessário desconfiar desta escrita, porque ela não
retrata o reino da ciência (razão), nem mesmo da arte, mas sim de minhas
experiências. E sendo experiência é sempre “impura, confusa, demasiado li-
gada ao tempo, à fugacidade e à mutabilidade do tempo, demasiado ligada a
situações concretas, particulares, contextuais, demasiadamente ligada ao nosso
corpo, às nossas paixões”.33 Posso dizer que minha experiência está ligada à
experiência do outro, no abrir das portas, no ver e ouvir pela janela ou ver e
ouvir por trás da janela.
Não basta abrir a janela
Para ver os campos e o rio.
Não é bastante não ser cego
Para ver as árvores e as flores.
É preciso também não ter filosofia nenhuma.
Com filosofia não há árvores: há ideias apenas.
Há só uma janela fechada, é todo mundo lá fora;
E um sonho do que se poderia ver se a janela se abrisse,
Que nunca é o se ver quando se abre a janela.34
Eis que, de repente, ouve-se por trás da janela de ferro: “Tem um bom-
bom aí? Eii! hoje vou fugir!” Ou, então, simplesmente o som de uma canção.
Ou ainda um desenho entre as brechas. E ali, por trás e/ou entre as brechas da
janela, entre sorrisos e outras coisas mais, termina mais um dia de trabalho e
logo se tem o aconchego do lar. E eles ficam lá, onde se exercem os “terríveis
poderes”, mas, também um lugar de vida, descobertas e acolhimentos; lugar
de esperanças, desejos, namoros, olhares, enfim de distintas relações. Nunca
fui tão tocada, tão perdida e tão encontrada.
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33
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184
Ediney Azancoth: percursos de uma
vida no palco
Carlos André Alexandre de Melo
185
para as memórias de rádio, como elemento importante em sua formação,
comprovando o caráter fomentador desse meio de comunicação. Tendo suas
primeiras transmissões ocorridas em meados dos anos 1920, o rádio se tor-
nou, e ainda é, mais que um difusor de notícias, um fator de integração para
várias comunidades, aproximando municípios mais remotos, terras indígenas,
seringais, ramais, colocações. Faz parte da memória e do imaginário dos ama-
zônidas, não apenas as músicas, mas os programas de mensagens enviados de
uma cidade ou colocação para outra.
No que tange ao teatro, notadamente, até a década de 1980, ele foi
fundamental para divertir, aproximar, discutir, denunciar questões sociais, po-
líticas e culturais da vida amazônida. Um conjunto de importantes pesquisas
e estudos1 dão conta de vários grupos que se reuniram e conseguiram imple-
mentar uma agenda de espetáculos que circulou por várias cidades da região
norte do Brasil, integrando os estados e estabelecendo uma rede de diálogos
entre várias localidades, especialmente cidades do Amazonas, Pará e Acre,
favorecendo a troca de informações, textos, técnicas, experiências e público.
A tônica na produção daqueles grupos era, em sua maioria, o diletan-
tismo. No entanto, buscava-se suprir a pouca formação nas artes cênicas por
intermédio de cursos, alguns deles informais, em maior ou menor extensão, com
instrutores vindos do sul e sudeste ou cuja atuação se lhes atribuía autoridade.
Este foi o caso do Tesc, cuja fundação se deu a partir de um curso oferecido
pelo Sesc - Amazonas para os comerciários, tendo o diretor paulista Nielson
Menão2 como instrutor, a convite do poeta Aldísio Filgueiras.
Ao se observar a trajetória de palco de Azancoth, pode-se divisar,
em sua história de vida, um paralelo com a história do teatro na Amazônia
da segunda metade do século XX.
EdineyAzancoth e o palco
Ainda criança, na década de 1940, EdineyAzancoth desenvolveu o
gosto pelas artes. Inicialmente, no Cine Guarany, com as exibições, por exem-
1
Cf. Souza, O palco verde, 1984; Azancoth, No palco nem tudo é verdade, 1993; Azancoth e
Costa, Cenários de memórias, 2001 e Tesc, 2009; Marques, A cidade encena a floresta, 2005.
2
Nielson Menão (Avaí/SP – 30/10/1944): Diretor, dramaturgo e ator de teatro, cinema e
TV. Em São Paulo, participou de montagens importantes para o teatro brasileiro, como, entre
outras: Hair (1970/1971), de James Rado e Gerome Ragni, sob direção de Ademar Guerra, O
Arquiteto e o Imperador da Assíria (1976), de Fernando Arrabal, Santo Inquérito (1987/1988), de
Dias Gomes. Teatropedia. Nielson Menão. Disponível em: https://goo.gl/NdC8Jw. Acesso
em 08 ago 2016.
186
plo, de “A Deusa de Joba”,3 seriado estadunidense dos anos 1930, estrelado
por Clyde Beatty, então um famoso caçador e domador de leões, apresentado
como “The World’ s Greatest Wild Animal Trainer” nas aberturas de seus filmes.
Aquelas películas, com suas visões estereotipadas de selva e de africanos, ser-
viram como parâmetro para sérias brincadeiras de teatro de fundo de quintal,
como declarou Azancoth em suas memórias:
Os garotos elaboravam o roteiro do espetáculo, ensaiavam
e confeccionavam figurinos com papel de seda e crepom e
saíam pela vizinhança convidando os espectadores.
A encenação tinha números variados. Havia duetos mu-
sicais, declamações de poesia, cantos e danças. O meu
irmão (Mayr) era o responsável pelos números de mágica.
(…) No final, um pequeno drama em forma de opereta
constituía o sucesso do espetáculo.4
O trabalho sério veio com as experiências de teatro catequético,
oriundo de ordens religiosas na Amazônia, quase um pré-requisito para atores
do norte, naqueles tempos. Em 1956, declarado pelo autor como o “ano que
marcou o início de minha carreira teatral”,5 Azancoth atuou em um espetáculo
que encenava a paixão de Cristo. Apresentado por um amigo ao “Teatro Juve-
nil”, que ocupava a “Casa da Divina Providência”, dos padres Capuchinhos
da Igreja de São Sebastião, Ediney teve carreira promissora: inicialmente um
anônimo figurante soldado que guardava o Santo Sepulcro, foi logo promo-
vido a personagem com nome: Longinos, o soldado cego que, ao traspassar a
lança no peito de Cristo, curou-se ao ter o rosto banhado pelo sangue divino.6
Essas ordens religiosas, tanto no Amazonas como em outros estados
do Brasil e em países da América Latina como um todo, foram fomentadoras
da produção teatral, de acordo com Azancoth,7 ainda que primando pelo
apoio a encenações religiosas, comédias e dramas de cunho moral. Em outras
localidades, grupos de militância teatral estavam ligados a pastorais, especial-
mente comunidades de base vinculadas à Teologia da Libertação. Elas davam
apoio a produções com viés didático que denunciassem a opressão vivida pelos
ditos mais fracos.
3
Darkest Africa - Republic Pictures, 1936
4
Azancoth, No palco nem tudo é verdade, 1993, p 11.
5
Ibidem, p. 19.
6
Ibid., p. 23.
7
Ibidem, p. 21.
187
Em 1961, Azancoth ingressou no movimento estudantil, e partici-
pou da fundação do Teatro do Estudante Universitário, deixando de lado os
espetáculos de orientação religiosa. Convidado a participar do IV Festival
Nacional de Teatro do Estudante,8 o grupo foi ovacionado e Azancoth rece-
beu prêmio de melhor ator com o espetáculo “A beata Maria do Egito”, de
Rachel de Queiroz.9
Com o espetáculo, o grupo já encetaria um caminho de preocupa-
ção com a realidade brasileira, no caso, o fanatismo religioso nordestino e a
inabilidade do estado em resolver os problemas sociais. Azancoth comenta a
encenação e recepção:
As nossas interpretações eram sóbrias, sem clichês e ca-
ricaturas tão comuns quando são abordados temas nor-
destinos. O público e o júri do festival captaram isso e o
espetáculo foi interrompido várias vezes sob o barulho de
aplausos e a expressão “bravo”. Ao terminar, aplausos e
o público de pé renderam um verdadeiro tributo ao nosso
tímido grupo.10
8
Ocorrido em Porto Alegre, em janeiro de 1962.
9
Souza, A expressão amazonense, 2003, p. 250.
10
Azancoth, No palco nem tudo é verdade, 1993, p. 29
11
O Grupo Opinião, fundado em 1964, foi um grupo carioca que implementouum teatro de
protesto e de resistência, com núcleo de estudos e optando por textos da dramaturgia nacional
e popular. Foi formado por um grupo de artistas ligados ao Centro Popular de Cultura da
UNE. Foi responsável pelo show musical Opinião, com Zé Kéti, João do Vale e Nara Leão
(substituída por Maria Bethânia), com direção de Augusto Boal, espetáculo que se tornou
referência naquele período. Enciclopédia Itaú Cultural. Grupo Opinião. Disponível em
https://goo.gl/wA7AEh. Acesso em 8 ago 2016.
12
Azancoth, No palco nem tudo é verdade, 1993, p. 33.
188
tem um pai que é uma fera”, de Gláucio Gill,13 no Teatro Amazonas, com
estreia no dia 13 de dezembro de 1966, atingindo grande sucesso de público.
Com a venda de um espetáculo para a Secretaria de Educação e
Cultura, compraram passagens para o vizinho estado do Acre. A viagem
foi muito bem sucedida. A peça foi encenada no teatro de uma escola, com
lotação esgotada, inclusive, com presença de autoridades locais.14 Resultante
dessa viagem, foram firmados contatos e amizades entre o grupo e artistas
acreanos, que culminariam na encenação, pelo grupo acreano Semente (1980),
do texto de Azancoth “A vingança do carapanã atômico”.
Em 1968, o TUA encenou, pela primeira vez no Amazonas, um
texto de Bertolt Brecht: “A exceção e a regra”. Foi um atrevimento. O texto
era político e os tempos bicudos. Os cuidados com a cenografia os fizeram
montar estruturas com quarenta e dois móveis de madeira e sombras que se
projetavam em um telão. Com o espetáculo, participaram do V Festival de
Teatro de Estudantes, no Rio de Janeiro. Novamente sucesso, novamente
premiação para o grupo: a encenação ganhou um prêmio de mérito e Roberto
Evangelista15 ganhou o prêmio de interpretação masculina.16
Em 1972, Azancoth participou de reuniões do Teatro Experimental
do Sesc (Tesc). Mas se afastou para ir à Curitiba fazer um curso de História,
na Faculdade de educação da Universidade do Paraná. Ao voltar, foi convi-
dado pelo grupo para dirigir “O marinheiro”, de Fernando Pessoa. Foi por
essa encenação que Márcio Souza17 decidiu unir-se ao Tesc. O primeiro texto
13
Gláucio Gill (?/1932 – 13/ago/1965), foi um ator, autor, jornalista e dramaturgo,
responsável por sucessos do palco como Toda Donzela tem um pai que é uma fera e Procura-se uma
rosa. Enciclopédia Itaú Cultural. Grupo Opinião. Disponível em https://goo.gl/1QM6BU.
Acesso em 8 ago 2016.
14
Azancoth, No palco nem tudo é verdade, 1993, p. 37.
15
Evangelista, ator e artista plástico, participou do Grupo Decisão, Teatro Universitário
do Amazonas e participou da fundação do Grupo Sete. Cf. Azancoth & Costa, Cenário de
memórias, 2001.
16
Azancoth, No palco nem tudo é verdade, 1993, p. 41.
17
Márcio Gonçalves Bentes de Souza, ou Márcio Souza (04/03/1946, em Manaus). Escritor,
dramaturgo, cineasta e jornalista. Ainda jovem, começou a escrever críticas de cinema no
jornal O Trabalhista. Com 19 anos, coordenou as edições do governo do estado do Amazonas,
mas, logo depois, mudou-se para São Paulo para cursar Ciências Sociais, na USP. Em 1969,
retornou à Manaus, interrompendo seus estudos por estar sendo perseguido pela ditadura
militar. Ali, ingressa no Tesc, assumindo, por fim, a direção do grupo. Por divergências com
políticos amazonenses, mudou-se para o Rio de Janeiro, em 1983. Foi Presidente da Fundação
Nacional de Arte – Funarte, no período de 1995 a 2002. Entre suas obras estão “Galvez,
Imperador do Acre” (1976), “Mad Maria” (1980), “A resistível ascensão do Boto Tucuxi”
(1982), “Teatro indígena do Amazonas” (1979), “Breve história da Amazônia” (1992). Dirigiu
o filme “A Selva” (1970). Enciclopédia Itaú Cultural. Grupo Opinião. Disponível em https://
189
de Souza no grupo seria “Zona Franca, meu amor”. No entanto, eles não
chegaram a estrear, uma vez que a censura federal o interditou.18
A peça falava da menina dos olhos do governo federal: a Zona Franca
de Manaus. Sobre ela, Márcio Souza esclareceu como surgiu o texto:
O Roberto Campos, quando era ministro da Fazenda,
transformou Manaus numa Zona Franca, uma zona de
livre comércio, e isso provocou um delírio na cidade. As
pessoas tinham a impressão de que estavam voltando à
época da borracha, quer dizer, podiam comprar a mesma
marca de manteiga que o avô comprava em 1918 e aquilo
era o máximo. Estavam todas enlouquecidas. Minha peça
era uma comédia na qual se fazia uma brincadeira com o
delírio local, embarcando nesse sonho, quando, na verda-
de, a Zona Franca as estava retirando de cena.19
190
O corifeu anunciava a tragédia do índio Ajuricaba! Gran-
des personagens debatiam-se em meio à luta dos índios
contra os colonizadores portugueses. Súbito, o coro inter-
rompia a ação da peça e clamava aos deuses compaixão
pelo sofrimento do herói de tragédia grega.21
21
Azancoth, No palco nem tudo é verdade, 1993, p. 49.
22
Publicado originalmente, em 1976, pela Fundação Cultural do Amazonas e reeditado, em
2003, pela Editora Valer.
191
na região.
Azancoth também escreveu a peça “Arriba La Chunga”,23 mais um
exercício quando ligado ao Tesc, que não chegou a ser encenada ou publica-
da. No entanto, é possível se encontrar cópias datilografadas entre bancos de
textos dramaticos.
Em 1993, publicou suas memórias, “No palco nem tudo é verdade:
memórias de um ator amazonense”.24 Escritas em um estilo bem particular
do autor, muito marcado por referências culturais populares, especialmente
cinematográficas, o que já deixam claras as influências que o acompanharam
desde a infância.
A partir de 2001, com a publicação de “Cenário de memórias - Movi-
mento Teatral em Manaus (1944-1968)”, teve início uma importante parceria
entre Azancoth e a professora Selda Vale da Costa, da Universidade Federal
do Amazonas. A dupla efetuou um denso estudo sobre a cena teatral amazo-
nense do século XX, valendo-se das investigações de Costa e de entrevistas dos
autores com protagonistas da cena teatral do período e da memória e rede de
amigos de Azancoth. Eles ainda publicariam “Amazônia em cena – grupos
teatrais em Manaus (1969-2000)” e “Tesc – nos bastidores da lenda”, obras
de importância capital para pesquisadores que se debruçam sobre a produção
artística, histórica e social no Amazonas. Com tais obras, Azancoth e Costa
traçaram um perfil da produção teatral no Amazonas, e, por extensão, na região
norte e no Brasil, em uma obra que se configura em documentos importantes
para aqueles que se interessam em e se dedicam a pesquisá-la, um trabalho
ainda não suficientemente representado na produção bibliográfica histórica
e teatral na Amazônia.
23
Em sua autobiografia, Ediney Azancoth dá conta de um famoso “Cabaré La Chunga”, em
Manaus, a respeito do qual o Tesc se reuniu para ouvir uma palestra para preparação de um
espetáculo. Cf. Azancoth, No palco nem tudo é verdade, 1993, p. 19. O lugar também surge
como cenário em A resistível ascensão do Boto Tucuxi (1982), de Márcio Souza, encenada pelo
grupo.
24
Marco Zero, 1993 (esgotado).
192
produção e história.
Considerando o caráter efêmero da encenação, a publicação das obras
se torna necessária por uma intenção de visibilidade e reconhecimento dos
textos, autores, atores, técnicos, e, para além disso, a necessidade de documen-
tação. É por este fim que as tragédias gregas chegaram até nós, atravessando
séculos. Shakespeare, Suassuna, Molière, Aristófanes, Sófocles, Gil Vicente,
Anchieta, apenas para citar alguns, são reconhecidos até os dias atuais a partir
do trabalho de coleta e publicação de seus textos.
Nessa direção, ganha importância destacar as iniciativas da Editora
Valer, que tem se dedicado em recolocar (ou mesmo colocar pela primeira
vez) no mercado importantes textos teatrais, como é o caso do texto de Azan-
coth, sem impressão desde os anos 1970, que ganhou nova edição em 2003,
em parceria com o Governo do Estado do Amazonas. São raras as editoras
comerciais interessadas em despender recursos para lançar livros de textos
dramáticos. Este quadro se torna ainda mais preocupante se pensarmos em
peças de autores do norte e de trabalhos produzidos há mais de 40 anos.
A necessidade de publicação e pesquisas sobre o teatro nas Amazô-
nias torna-se mais evidente ao se observar as edições da Editora Valer, que, via
de regra, e ainda que considerando sua relevância, carecem de informações
históricas, especialmente quanto ao contexto de produção e de sua recepção,
dados importantes que ficam perdidos ou, muitas vezes, restritos aos arquivos
pessoais e memórias de atores ou diretores que participaram das encenações.
Referências
AZANCOTH, Ediney. No palco nem tudo é verdade: memórias de um atoramazo-
nense. São Paulo: Marco Zero, 1993.
AZANCOTH, Ediney. A vingança do Carapanã Atômico. Manaus: Valer; Governo
do Estado do Amazonas, 2003.
AZANCOTH, Ediney; Costa, Selda Vale. Cenário de memórias - movimento teatral
em Manaus (1944-1968). Manaus: Valer; Governo do Estado do Amazonas, 2001.
AZANCOTH, Ediney; Costa, Selda Vale. Tesc: nos bastidores da lenda. Manaus:
Valer/Sesc, 2009.
GARCIA, Silvana. Odisséia do teatro brasileiro. São Paulo: SENAC, 2002.
MARQUES, Maria do Perpétuo Socorro Calixto. Yuraiá: um afluente da drama-
turgia de João das Neves. Dissertação de mestrado apresentada aoPrograma de Co-
municação e Semiótica da Pontifícia Universidade Católica deSão Paulo. São Paulo,
193
1997.
MARQUES, Maria do Perpétuo Socorro Calixto. A cidade encena a floresta. Rio
Branco: EDUFAC, 2005.
MELO, Carlos André Alexandre de. Universo carnavalizado em “A vingança do
carapanã atômico”, peça teatral de Ediney Azancoth. 2008. 96 f. Dissertação
(Mestrado em Letras: Linguagem e Identidade) – Universidade Federal do Acre. Rio
Branco. 2008.
PEIXOTO, Fernando. Um teatro fora do eixo. São Paulo: Hucitec, 1993.
SOUZA, Márcio. Breve história da Amazônia. 2. ed. Rio de Janeiro: Agir, 2001.
SOUZA, Márcio. A expressão amazonense: do colonialismo ao neocolonialismo. 2.
ed.Manaus: Valer, 2003.
SOUZA, Márcio. A paixão de Ajuricaba. 2. ed. Manaus: Valer; Prefeitura de Ma-
naus; Edua, 2005.
SOUZA, Márcio. O palco verde. Rio de Janeiro: Marco Zero, 1984.
194
Um mercado, uma cidade: memórias
arquitetônicas, narrativas etnográficas
e linguagens dos becos1
Gerson Rodrigues de Albuquerque
Jones Dari Goettert
Palavras iniciais
A caixa d’água do Mercado de Rio Branco desapareceu. Sua estru-
tura com capacidade para aproximadamente vinte e dois mil litros de água,
esfacelou-se nas intempéries de um mundo que tornou “invisível” a existência
e a materialidade de centenas de mulheres e homens que se “atreveram” a
transformar e a incorporar o que era “moderno”, re-significando o território
da Praça da Bandeira, no centro da capital do Acre, e construindo identidades/
territorialidades nas práticas de trabalho, afazeres e no re-ordenamento do es-
paço público. Nesse processo, foram condenados à indiferença do não-tempo,
1
Uma versão preliminar deste estudo, com o título “O coração rural da cidade na floresta”,
foi apresentada em forma de comunicação livre e publicada nos Anais do IX Congresso
Latinoamericano de Estudos sobre América Latina e Caribe – SOLAR – “A integração da
diversidade racial e cultural do novo mundo”, “Festival da Raça Cósmica”, realizado na
Universidade do Estado do Rio de Janeiro (UERJ), no período de 22 a 26 de novembro de
2004.
195
não-espaço, não-política, não-local.
O próprio mercado “desapareceu” em um lento e significativo processo
no qual a cidade “real” foi “devorando” a cidade “ideal”. Nesse processo, como
lembra Sérgio Roberto, o marco inicial das transformações modernizadoras
de Hugo Carneiro, governador do Território do Acre na segunda metade da
década de 1920,2 foi sendo “sufocado” pelas pequenas bancas de vendedores
ambulantes – com lonas pretas, amarelas, azuis, esticadas sobre varas para
impedir que o sol e a chuva estragassem suas mercadorias –, pensões, lojas
de miudezas e confecções, botecos e pequenos bordéis, entre outros espaços e
estratégias de sobrevivência de centenas de famílias que passaram a se deslo-
car e a ser deslocadas para os arredores da cidade de Rio Branco, com maior
intensidade a partir de 1960, expropriadas do interior da floresta.
196
gastado bordão “a imagem fala por si” –, recortando uma parte da “realidade”
e a transportando em textos, falas, inaugurações e homilias. Mas, para além
das bordas e das molduras, para além do foco da objetiva, do olhar seletivo
do fotógrafo e dos editores de tablóides e hebdomadários estavam e estão os
mundos feitos de casas, ruas, discursos, práticas culturais, cidades, florestas,
rios e gentes diversas.
Em nossa abordagem, a partir das reflexões com o legado teórico de
Stuart Hall, compreendemos a modernidade como um significante que necessita
ser colocado sob o crivo da constante problematização/interrogação, posto que:
o conceito de ‘moderno’ com os seus múltiplos derivados
– protomoderno, moderno mais recente, pós-moderno,
modernidade, modernismo – foi eficazmente apropriado
pela narrativa do Ocidente, conferindo à civilização
ocidental o privilégio exclusivo de viver integralmente as
potencialidades do presente ‘a partir de dentro’. Por isso,
é difícil imaginar esta narrativa sem ser como oposição
binária entre a modernidade e os seus ‘Outros’. Assim,
apenas duas hipóteses narrativas parecem Ou a história
é contada a partir da perspectiva da modernidade, sendo
assim difícil evitar que ela se transforme numa narrativa
triunfal, em que os ‘outros’ são sistematicamente
marginalizados; ou então a história é reorientada para as
suas margens, procurando-se, com este gesto, inverter a
ordem estabelecida, romper com ela, dando visibilidade
a tudo o que é ocultado ou estruturalmente obscurecido
pela perspectiva habitual.4
197
do Chico, com sua “clássica” ornamentação de garrafas de diferentes bebidas
ladeando as paredes em estantes (im)provisadas. Desde esse singular ponto de
apoio e inspiração, observamos as teias de aranha e os fios distribuindo corrente
elétrica para os compartimentos de salões de beleza, comércios de plantas e
ervas medicinais, louças, roupas, bijouterias e outros produtos de proprietários
regulados pelas taxas e impostos municipais, disciplinados pela presença da
autoridade de um “Fiscal da Prefeitura”, responsável pelo cumprimento das
regras, códigos oficiais e por fazer valer o permitido e inibir o proibido nos
342 metros quadrados da área do “velho” Mercado Municipal, na Praça da
Bandeira, no “centro” de Rio Branco, a capital do estado do Acre.
Labirinto de pequenas e economicamente empobrecidas lojas, par-
cialmente controladas pela “insolência” do olhar do fiscal ou do “cara da
prefeitura”, como afirmavam os “larápios” e as “putas” da Praça da Bandeira,
o mercado era, na arguta percepção do cineasta Ney Ricardo, a expressão da
ruptura com a lógica do progresso, mitificada pela imagem da modernidade
ocidental como sinônimo de desenvolvimento, bem-estar, conforto, qualidade
de vida. “Se não fosse assim”, insistiu o autor de “O mundo entre as pontes”,5
hoje, “isso aqui seria um shopping center ou um conjunto de galerias comer-
ciais. Mas não é. E isso mostra o quanto é artificial e a-histórica a ideia de um
tempo congelado, estratificado em passado, presente, futuro”.6 Sem deixar de
ressaltar o paradoxo na alegoria de Ricardo, devemos pontuar que predomina
aí uma perspectiva de desenvolvimento linear e de progresso humano como
algo definido por uma instância exterior à realização do viver, à materialidade
da vida de crianças, mulheres e homens.
Ambiente de referência para muitos olhares e percepções, o Bar do
Chico, nos possibilitou um dos primeiros ângulos para olhar o mercado na
condição de quem buscava observar e apreender sentidos e práticas culturais.
É claro que, nesse caso, os observadores eram os mais observados, eliminan-
do, portanto, qualquer possibilidade de relação hierárquica. Posicionados na
primeira mesa, à esquerda de quem entrava ou à direita de quem saia daquele
bar, tínhamos à nossa frente um dos grandes portões de ferro, construídos com
quatro metros de altura e, aproximadamente, três metros de largura, encimados
5
Ricardo e Freire, “Mundo entre as pontes”, 2003.
6
Debate “O papel das Ciências Humanas e Sociais na construção da cidadania”, realizado
pelos Centros Acadêmicos de Direito, Ciências Sociais e História Noturno, no Anfiteatro da
UFAC, como atividade de abertura do ano letivo de 2004.
198
por “bandeiras de ferro em semicírculo”.7 Por entre esse portão, era possível
visualizar um estreito corredor que funcionava como passeio entre boxes de
lojas que anunciavam, em inusitados cartazes, o ex-salão da Zete, depois Gil
Cabeleireiro e mais ao lado e à frente, a Lourdes Cabeleireira, o Salão Novo
Visual, a Casa das Ervas, a Alfaitaria São Francisco, a Ouriversaria Kadoshi,
entre outros.
À direita de quem saía do bar, tinha-se um corredor lateral, com acesso
ao Restaurante Barriga Cheia e outras pensões onde eram servidas refeições a
“preços populares”. À esquerda, outro corredor lateral, com acesso ao Bar e
Restaurante da Loura (então, um dos mais badalados e frequentados da pra-
ça), a Casa do Pescador, a Ouriversaria Juliano Júnior e a Beth Restaurante.
Ainda, para quem saía pela esquerda, tinha-se acesso ao rio Acre e a uma
infinidade de outros ambientes e territorialidades configuradas na forma como
diversificados sujeitos sociais interagiam, incorporavam e se apropriavam do
mercado e de toda a Praça da Bandeira.
Percorrendo a trilha de mulheres e homens desse universo, encravado
no coração rural da cidade entre o rio e a floresta, tínhamos a possibilidade
de antever que a diversidade estava inserida nos deslocamentos comerciais e,
também, nos deslocamentos de ambientes, bares e casas de entretenimento.
A multiplicidade de becos, canais de circulação e acesso refletia mundos des-
conhecidos, mundos do trabalho regidos por regras e códigos específicos e, na
maioria das vezes, inacessíveis ao olhar do “outro”. Mundos esses produzi-
dos pelas práticas sociais dos grupos humanos que o atravessavam com suas
percepções, sentimentos e lutas pela sobrevivência; mundos que procuramos
captar com nossas palavras escritas e imagens fotográficas, na tentativa não
apenas de representá-los, mas de interpretá-los a partir de nossas escolhas
metodológicas e, portanto, políticas.
7
Dados do “construtor Salles Corrêa” a João da Selva, da Folha do Norte, de Belém, 1929.
199
Praça da Bandeira (2004), sob as lentes de Jones Dari Göettert (Acervo pessoal)
200
seres sobre a terra em estreitos vínculos com a floresta e o rio. Movimento
refletido no emaranhado de vielas, como o Beco São Domingos onde se loca-
lizavam pensões, bares e lojas de comércio de produtos de pesca e miudezas,
com destaque para o Bazar Almeida e as pensões R. M. Litoral e Beira Rio.
Mais à frente, na confluência, estava o Beco Lua 13, com as lojas Labirinto
do Rato, Casa Oxalá, Gilda Refeições e Faynna Restaurante. Cruzando outra
esquina estava o Beco 18, onde se situava o Lanche do Mourão, a Casa da
Sinuca número 31 e a Norte Confecções. Andarilhando um pouco mais, en-
contrávamos outro beco, que abrigava o Amarelinho, a Casa das Ervas (Banca
do Tempero), o Bazar Chefe e a Banca do Brilhante.
Caminhamos pelos becos e nossos olhos, “afinidades eletivas”, mãos
e artefatos caminharam – e continuam a caminhar – conosco. Sentimos a vida
pulsante nas artérias dos becos – nas casas, bares, pensões, nas pessoas – que,
obsessivamente, intentamos descrever desde o Bar do Chico, perpassando
inúmeros outros locais e territorializados sentimentos, afetos, memórias im-
possíveis de serem transformadas em palavras. Inúteis também as fotografias,
recurso utilizado para capturar o real, congelar o tempo/espaço, devolven-
do-nos sombras refletidas na luz capturada por nossas “câmeras escuras”.
Porém, se a escrita das “pequenas histórias” de mulheres e homens alvejados
pela ordem do progresso, que é sempre excludente, nos permite lançar uma
“iluminação profana”9 sobre o passado, desordenando sua sacralidade, com
as imagens fotográficas temos a possibilidade de suspender o contínuo do
tempo e do olhar histórico, permitindo pararmos para pensar sobre o instante
da produção da imagem e, muito além da qualidade do equipamento ou das
técnicas do fotógrafo, no dizer de Benjamin, sermos obrigados
a procurar em tal retrato a minúscula faísca de acaso, de
aqui e agora, com que a realidade igualmente ultrapas-
sou o caráter de retrato para encontrar o incerto lugar em
que, por ser assim, ainda hoje e com tanta eloquência, se
aninha o futuro naquele momento há muito já transcorri-
do, a ponto de, olhando para trás, nós mesmos podermos
descobri-lo.10
201
trajetórias visualizadas fora do tempo “vazio e homogêneo” da linear história
oficial da cidade, a história dos vencedores, nas palavras do próprio Walter
Benjamin em suas teses sobre o conceito de história.
11
Cidade-Floresta no sentido cunhado por Agenor Sarraf Pacheco. Cf. Albuquerque e Pacheco
(Orgs.), Waküru - Dicionário Analítico, 2016.
202
sonho, escreve Ítalo Calvino, nos conduzindo pelos significativos caminhos e
diálogos de seus personagens em “cidades invisíveis”. Tudo o que a imaginação
produz o sonho captura, embora imaginação e sonho possam nos conduzir
aos inesperados labirintos dos desejos e dos medos: as cidades, assim como
os sonhos, insiste o autor, “são construídas por desejos e medos, ainda que o
fio condutor de seu discurso seja secreto, que as suas regras sejam absurdas,
as suas perspectivas enganosas, e que todas as coisas escondam uma outra”.12
Desejos e medos que pudemos surpreender nos relatos de mulheres e homens
da Praça da Bandeira, como Pedro de Souza, que, desde sua chegada a Rio
Branco, sempre trabalhou no mercado, com comércio:
desde o dia 11 de abril de 1970. Comecei com perfumaria
e miudezas em geral, depois mudei para ferragem e mate-
rial de pesca. Agora vendo de tudo como forma de sobre-
viver, porque se não a gente não vende nada, pois, o fre-
guês vem comprar tabaco e a gente oferece outras coisas
que eles podem precisar. Com o comércio, eu já ganhei
muito dinheiro quando o mercado era aqui. Com o co-
mércio, eu comprei carro, terreno, telefone, depois quan-
do tiraram o mercado, em 01 de julho de 1980, quando
saiu a feira que teve a primeira queda; depois, quando os
ônibus deixaram de parar na Alegria, teve a segunda que-
da. Aí eu fui e vendi tudo. Vendi tudo mas fiquei aqui e
num saio daqui porque não tenho dinheiro para comprar
um outro ponto, em outro local melhor. Tô ficando aqui
eu e uns outros dois, tamos ficando de teimoso que so-
mos, mas não tem o que fazer. O jeito é ir sobrevivendo.13
203
Municipal da Praça da Bandeira, erguido entre 1928-29, como símbolo ou
marco “fundador” de um “novo tempo” ou de uma “modernidade” inventada
pela retórica de um governante, foi substituído pelo “Mercado Novo” – outro
“novo tempo” e outra “modernidade”, reinventados por outro governante
– das proximidades do Bairro da “Cadeia Velha” para onde, em seguida,
foi transferido o ponto terminal dos ônibus responsáveis pelos transportes
coletivos da cidade. Essa mudança assinalou o gradativo início do processo
de diminuição da circulação de pessoas entre as lojas de comércio da Praça
da Bandeira. Com os açougues e os verdureiros, desapareceram também os
fregueses e uma significativa parte da “economia de Rio Branco” com suas
intrincadas relações sócio-culturais, deslocando vozes, trajetórias, lojas, ruas,
pensões, casas comerciais, tráfego de veículos e pessoas.
O “deslocamento do mercado”, ao qual se refere Pedro de Souza,
representou uma intervenção urbana com forte impacto na vida de amplas
coletividades. A cidade foi totalmente reordenada em sua dimensão social e
física, na proporção em que “a cidade não é feita de pedras, é feita de homens”,
como nos adverte Marsilo Ficino.14 Nesse sentido, não foi a arquitetura das
pequenas lojas e as estruturas de cimento e ferro dos vendedores de carne, frutas
e verduras que se reordenaram, mas os sentidos de circulação e orientação, os
ambientes sociais, enfim, as sociabilidades de diferentes práticas culturais dos
habitantes de Rio Branco.
A partir do comércio na Praça da Bandeira, Pedro Souza “comprou
tudo” e, na proporção em que esse próprio comércio teve suas “quedas”, tam-
bém “vendeu tudo”. Vendeu, mas ficou aguardando a melhora, convivendo
com outros homens, “envelhecidos” como as paredes e o teto do mercado.
Teto repleto de teias de aranhas sobre as cabeças de homens repletos de redes,
tecendo fios de uma memória infinita e aberta, atualizando o vivido como
reconforto para suas existências; reconstruindo de diferentes formas suas ex-
periências de vida não como apego nostálgico ao passado, mas como crítica
a um presente marcado por novas ameaças e novas tensões “modernizantes”.
Nos seus trabalhos da memória, mulheres e homens que viviam no
mercado, na área entre as “cabeças” da “Ponte velha, de metal” e da “Ponte
nova, de concreto”, rememoraram narrativas e interpretaram suas trajetó-
14
Segre, Havana: o resgate social da memória, 1992, p. 101.
204
rias. Em tal rememorar, foram respondendo ao vivido que foi interiorizado,
rearticulando/atualizando/tecendo acontecimentos, datas e pessoas em uma
representação própria do “real vivido”, “ouvido” ou “imaginado”. Nesse sen-
tido, é interessante ouvirmos a fala de Pelegrina da Silva Maia, entrevistada
principal do vídeo documentário “Mundo entre as pontes”:
Eu nasci em 1930; tenho 74 anos. Quando eu cheguei
aqui, eu cheguei em 1965. Ainda era mulher nova e ainda
tive três filhos: duas meninas e um menino. Eu comecei
a trabalhar nessa pensão em 66. Eu vim trabalhar aqui
porque eu morava no seringal, no rio Yaco, aí eu adoeci
do baço, aí minha mãe me trouxe pra tratar em Rio Bran-
co (...) Quando eu comecei a trabalhar aqui, não tinha
ninguém, só era só essas barraquinha. Isso era só umas
lona. Era só o mercado. O resto tudo era só lona. Aí, de-
pois, a prefeitura deu ordens pra quem quisesse fazer suas
casinha, fizesse, assim como tá aqui. Aí a mãezinha foi
e pediu pra prefeitura fazer que ela pagava. Todo mundo
fez. Aquele que tinha dinheiro fez e o que não tinha a pre-
feitura fez. Aí eles pagava pra prefeitura. Era dona Feli-
cidade, dona Maria Secundina, dona Raimundinha, dona
Sebastiana, isso tudo era mulher que trabalhava aqui, nas
pensão (...) Vige! Eu fiz muitos amigo aqui nesse merca-
do: era o Álvaro, o cunhado do Álvaro, o Tributino e mui-
tos outros que eu num to lembrada dos nomes (...) Faz
muito tempo. Isso tem mais de 30 anos, mais de 35 anos
que eles trabalhavam aqui. Aí tiraram o mercado daí. Isso
já faz mais de 15 anos, mais de 20 anos que eles tiraram
o mercado daqui: ficou só as pensão. Aí fracassou tudo.
Foi todo mundo embora. Os açougueiros foram embora,
foi todo mundo embora. Aí foi o tempo que minha mãe
faleceu, aí eu fiquei sozinha. Sozinha mesmo de tudo (...)
Quando a mãe da gente morre, o mundo parece que aca-
ba pra gente, a gente num pisa no chão, num tem chão (...)
Hoje pra mim ta bom demais, porque eu num tenho outra
vida pra mim viver: minha vida é aqui no mercado (...)
Minha mãe morreu em 88, o nome dela era Lúcia, mas
chamavam ela de dona Santa, de Mãezinha...15
205
comum às histórias de muitas mulheres e homens amazônicos: saídos do
seringal em direção às cidades, não obstante à invisível linha fronteiriça que
separa florestas e cidades constituídas nas práticas sociais e nos intercâmbios
com o “mundo natural” e sua produção de espaços sócio-naturais, recolocando
em cena a necessidade de uma maior atenção para o debate acerca das com-
plexas relações natureza-cultura. Nessa direção, torna-se imprescindível um
estreitamento de laços e, mais que isso, um diálogo aberto entre disciplinas e
áreas do conhecimento que a visão positivista “encarcerou” como “ciências”
diferenciadas, substituindo o todo pela parte e restringindo nossas possibili-
dades de percepção dos seres vivos no mundo e suas múltiplas linguagens e
extralinguagens. Em tal diálogo, poderíamos partir da provocativa premissa
sublinhada por Carlos Walter Porto Gonçalves ao afirmar que a “sociedade
no seu devir histórico não é a-geográfica”, na proporção em que “se a história
se faz geografia é porque, de alguma forma, a geografia é uma necessidade
histórica e, assim, uma condição de sua existência que, como tal, exerce uma
coação que, aqui deve ser tomada ao pé da letra, ou seja, como algo que coage,
que age com, é co-agente”.16
Nas reflexões de Pelezinha o tempo é urdido pelas coisas que dão
ênfase aos seus gestos, expressões e indicações de um olhar que, dissipando
as fronteiras entre o visível e o invisível, nos remetem ao universo de suas me-
mórias, suas lembranças daquilo que quer ou pode lembrar. Nesses processos
de lembrar, marcados pelas lógicas do tempo presente, devemos destacar,
lançando mão das reflexões de Alessandro Portelli, os muitos acontecimentos
estão marcados por sentimentos, emoções, crenças, interpretações e é isso que
confere sentido e legitimidade ao vivido que é narrado.17
Toda memória tem, por princípio, uma base social, uma coletividade
e “por suporte um grupo limitado no espaço e no tempo”.18 Desse modo, um
indivíduo está sempre recorrendo a lembranças que envolvem suas experiên-
cias e as experiências das pessoas que com ele convivem ou conviveram em
dadas circunstâncias, reformulando-as ou reconstruindo-as no presente. Nessa
perspectiva, é possível visualizarmos a fala de “Pelezinha” como um “raio de
luz” vasculhando coisas obscuras, lembranças “desarrumadas” e silenciadas
no passado. Vasculhar esse no qual vai recompondo os conflitos e as tensões
16
Gonçalves, Da geografia às geo-grafias, 2001, p. 15.
17
Portelli, Tentando aprender um pouquinho, 1997, p. 25.
18
Halbwachs, A memória coletiva, 1990.
206
que marcaram as intervenções do poder público na cidade de Rio Branco,
especificamente, no mercado municipal da Praça da Bandeira.
Articulando seu mundo de forma significativa, utilizando palavras
simples, comovidas e, muitas vezes, doloridas, a “velha cozinheira” redesenha
a lógica da racionalidade estatal, apresentando outros rostos, outras vozes,
outras experiências grafadas no interior e nos arredores do mercado. Nesse
cenário, chama a atenção o fato de que, assim como as sociedades são mó-
veis, também, são móveis as ruas, os bairros, as casas e prédios e o próprio
mercado. Móveis e repletos de acontecimentos históricos que se manifestam
nas pessoas, nos sujeitos, “mulheres e homens-memória”, como pontua Pierre
Nora, alertando que é a diferença que procuramos aí desvendar e, “no espetá-
culo dessa diferença, o brilhar repentino de uma identidade impossível de ser
encontrada”, mas, cujo interesse não é mais sua gênese e sim “o deciframento
do que somos à luz do que não somos mais”.19
No primeiro semestre do ano letivo de 2004, em um debate com
alunos do Curso de História da Universidade Federal do Acre, o documenta-
rista e professor de história, Ney Ricardo, afirmou que “a Pelezinha dialoga
com fantasmas, pois no mercado em que ela viveu e vive, eles estão por toda
parte”. Porém, devemos acrescentar, esses “fantasmas” são de carne e osso
e, portanto, anti-fantasmagóricos com seus nomes, experiências e vivências
lembradas: Álvaro, Tributino, cunhado do Álvaro e muitos outros tornados
invisíveis pela memória oficial da cidade, resistem às intempéries do esqueci-
mento nas “paredes da memória” de Pelezinha e de muitos outros seus paren-
tes, vizinhos e amigos. Assim como resistem e se insurgem os nomes de Dona
Felicidade, Dona Maria Secundina, Dona Raimundinha, Dona Sebastiana e,
a mais recorrente de todas, Dona Santinha, a mãe de Pelezinha. Mulheres,
artesãs de um patrimônio material e imaterial de nossas sociedades: o alimen-
to, com seus sabores, saberes e odores. Mulheres cujos nomes emprestavam
legitimidade, respeitabilidade e prestígio aos ambientes das pensões às quais
dedicaram suas vidas.
A transformação social do mercado, construído/inaugurado por
Hugo Carneiro para servir de referencial de “modernidade” na cidade de
Rio Branco, ponto de partida para uma cidade “próspera”, “higienizada” e
marcada pela racionalidade técnico-científica, produziu um contra-discurso
19
Nora, Entre memória e história: a problemática dos lugares, 1993, p. 20-21.
207
ao progresso. Contra-discurso esse no qual a característica mais forte não se
circunscreve nas teias de aranha de seu teto central ou no “desaparecimen-
to” de sua imponente e alienígena arquitetura, mas, na ação daqueles que,
oriundos do mundo real, impulsionados pelas necessidades de sobrevivência
ali interviram e guardaram as lembranças dessa intervenção, mesmo quando
ficaram sozinhos, como enfatizou Pelezinha que, após a morte de sua mãe,
ficou “sozinha. Sozinha mesmo de tudo...”
Com esse ficar “sozinha de tudo”, Pelezinha dispara suas críticas sob
o sol do tempo presente em uma mistura de “amor” e “desilusão” pelo passado.
Sua narrativa nos coloca diante do tema da solidão que, para Foot Hardman,
é o contraponto do fantasma: “somente homens solitários têm visões, ou pelo
menos esse estado é mais propício para a emergência do insólito”.20 Como
uma “velha cega”, “atormentada” por seus “fantasmas”, dona Pelezinha di-
rigia-se todas as manhãs para o mercado da Praça da Bandeira onde, em sua
pensão, no box número 74, era conhecida e reconhecida por seus dons de boa
cozinheira, territorializando-se nas práticas e domínio de sua cultura material,
patrimônio que a identificava também como patrimônio em um mundo repleto
de múltiplas territorialidades.21
Atravessando de ônibus uma Rio Branco de caos e graves problemas
no tráfego de veículos, dirigindo-se ao “Mercado Novo” onde adquiria os
produtos para o preparo das refeições aos seus tradicionais clientes, que lhe
garantiam uma renda diária que quase nunca ultrapassava simbólicos dez reais,
dona Pelezinha experimentava, como muitos continuaram a experimentar, os
conflitos cotidianos pela sobrevivência naquela “Praça da Bandeira” comple-
tamente “invisível” para a maioria dos habitantes da cidade. Uma “praça”
atingida pelos constantes desbarrancamentos do rio Acre e pela “nova inter-
venção” no local, resultado de parceria entre o poder público e o Sebrae, com
o objetivo de viabilizar sua “humanização”. Uma intervenção cujos efeitos se
materializaram no universo mental daqueles que ali desenvolviam suas práticas
e estratégias de sobrevivência: o medo do despejo ou do deslocamento para
locais incertos ou, como afirmava a própria Pelezinha, apenas o medo de sair
do mercado, pois: “sair daqui eu acho que é um pedaço que tiram de mim...”22
20
Hardman, Trem fantasma, 1988, p. 174.
21
Reflexões produzidas e inspiradas a partir de Gonçalves, Geografando nos varadouros do
mundo, 1998.
22
Depoimento citado.
208
Em fins do mês de junho de 2004, quando faleceu, dona Pelezinha
havia colocado uma placa de venda na entrada de sua pensão, mesmo sem
querer sair ou saber para onde ir. Naquele contexto, a “humanização” ou
“revitalização” da Praça da Bandeira, com a “re-modernização” do “mercado
velho” e seus drásticos efeitos para a maioria dos comerciantes, trabalhadoras
e trabalhadores daquela área ainda não tinha se concretizado. Porém, em
tal contexto, já visualizávamos que a “humanização” podia implicar muitas
coisas, mas, somente seria possível humanizar o que não fosse humano, ou
seja, os ratos, baratas, moscas, aranhas, pulgas, piolhos, cachorros e gatos que
compartilhavam os ambientes da praça com os seres humanos: decididamente
não era esse o projeto estatal/privado.
O que estava em curso era um “novo espetáculo” de intervenção go-
vernamental na vida de centenas de pessoas, deslocadas para locais distantes
como parte inexorável do projeto de “racionalização” e interdição do espaço
público, instituindo a “normalidade” e a “coerência” frente à “desordem” que
imperava na “doentia” e “caótica” Praça da Bandeira.23 Inevitavelmente, a
transformação da arquitetura e o “novo” ordenamento espacial do mercado e
da praça refletiriam a lógica privatizante de seus mentores e a “humanização”
foi mais trágica, pois, propiciou não apenas a eliminação de animais e bichos
peçonhentos frente à impossibilidade de humanizá-los. No âmbito da racionali-
dade instrumental, desagregando as territorialidades da Praça da Bandeira sob
a égide de um discurso neo-higienista, neo-sanitarista, neo-desenvolvimentista
e neo-acreanista, o estado propiciou uma onda de “desmonte” das possibili-
dades de reprodução material24 das famílias de trabalhadoras, trabalhadores
e outros sujeitos sociais da cidade que ali viviam/sobreviviam.
Nessa direção, vale a pena fazermos uma releitura de Foot Hardman
e lamentar que, mesmo diante do inquietante protesto de ratos e baratas, o
“grotesco da técnica” ocupou completamente a cena histórica e, premida pela
bajulação de uma mídia suscetível aos apelos financeiros das assessorias de
comunicação social, a “rota do desconhecido, calcada em um sono amnésico”,
conduziu todos ao engodo de uma nova fantasia e a um “reino dos fantasmas,
em que representações culturais do tempo e do espaço adversas entram em
choque”25 com o “mito do progresso” presente em “humanizações” ou “re-
23
As reflexões aqui pontuadas encontram inspiração em Lefebvre, O direito à cidade, 1991.
24
Bouças, Mascaramentos da cidade, 2000, p. 9.
25
Hardman, Trem fantasma, 1988, p. 178.
209
vitalizações” como essas.
Se no governo de Hugo Carneiro, a construção do mercado mu-
nicipal, embora tivesse a pretensão de apontar para o “Acre do futuro, livre
das construções em madeira e de tradições tidas como ‘primitivas’”,26 não
produziu o desmonte de espaços sociais e de estratégias de sobrevivência de
mulheres e homens na cidade de Rio Branco, não podemos deixar de frisar
sua característica bizarra e a ironia burlesca ao produzir uma representação
da Amazônia acreana baseada em ações e obras extemporâneas que, em nome
da “modernidade”, negavam por completo as culturas e práticas sociais locais.
É de Karl Marx a noção de que a história se repete. Uma noção quase
profética se tomarmos como exemplo uma série de ações do poder público
acreano na primeira década do século XXI. No caso do mercado da Praça da
Bandeira, o projeto de sua “revitalização” ou “modernização humanizadora”
levado a cabo pelo governo de Jorge Viana, representou o apagamento e a ex-
clusão de práticas sociais e do direito à cidade aos diferentes grupos humanos
que ali se territorializavam. Frente ao frenesi que marcou a inauguração do
“novo mercado velho”, poderíamos acrescentar, em analogia a Marx, que a
história se repetiu, mas com certa dose de inversão, pois, entre os anos 2004-
2006, a intervenção “humanizadora” na Praça da Bandeira se converteu não
apenas em farsa, mas, também, em tragédia.
210
de tardes, noites e manhãs de desejo.
O espelho inverte a imagem. De dentro pra fora. Não mais a imagem
feita sujeira, vagabundagem, violência e criminalidade: a imagem disciplinadora,
ordeira, planejada e superiora. Mas, a imagem feita de gentes que, “longe” do
centro, tateiam o chão e as paredes das quais também fazem parte.
O espelho inverte a lógica. Exclusão? A busca da inclusão. A inclusão
excluída. Ali, entre a “ponte velha” (“ponte de ferro”) e a “ponte nova” (“ponte
de concreto”). Nas pontes que fazem passar sob e por sobre. Sobre as águas
do rio Acre que teimam em quase esvaziar no “verão” e a quase transbordar no
“inverno”. No rio de alguns peixes grandes e pequenos. Do lixo que vem do
Taquari e do Cidade Nova. Da garrafa de coca-cola que vira casa de sapo,
arrotando os restos da bebida feita erupção gasosa nas barrigas das crianças
pobres do bairro Aeroporto Velho.
Águas rasas do verão que viram piscina para a meninada do Seis de
Agosto, que nada, pesca e pula; que leva a piabinha para o almoço da pouca
comida. Do peixe pequeno engolido feito espinho raspando a goela e extasiando
as barrigas famintas. Das meninas e meninos que pulam como malabaristas,
semelhantemente às mulheres e homens da praça acima, acrobatas dos becos
da vida pobre, mas vivida.
O espelho da imagem invertida, pendurado para embelezar quem
nele se vê, quem nele se espelha. Espelha a orelha pequena encoberta pelo
cabelo lavado pelo shampoo de R$ 1,99. Espelha o rosto alegre do cabelo feito
cachos de ouro, em consonância com o colar bijuteria de R$ 3,00. Espelha as
cenas de jogos e os jogos de cena na conquista do próximo cliente de R$ 15,00.
Espelha pedaços de vida. Espelha cantos de uma praça feito labirinto, feita de
lugares e de identidades.
211
Imagens invertidas no “coração rural da cidade na floresta” (Fotografia de Jones Goettert, 2004.
Acervo pessoal)
Espelhar. Interpretar.
Interpretação dada pela imagem refletida pelo espelho e refletida
para o interior da máquina fotográfica. A imagem da imagem.
A interpretação da interpretação?
A fotografia feito pedaço de papel e pedaço de ponte, de boteco, de
gentes e de praça. Assim, toda fotografia é instituída de cultura – de cortes e
recortes –, de interesses e interpretações. Representações de poder e de ideologia:
o documento fotográfico é uma representação a partir do
real, uma representação onde se tem registrado um aspec-
to selecionado daquele real, organizado cultural, técnica
e esteticamente, portanto ideologicamente. O chamado
testemunho fotográfico, embora registre em seu conteúdo
uma dada situação do real – o referente – sempre se cons-
titui numa elaboração, no resultado final de um processo
criativo, de um modo de ver e compreender especial, de
uma visão de mundo particular do fotógrafo; é ele que, na
sua mediação, cria/recria a representação.27
212
Representação e interpretação. E também, fundamentalmente, uma
criação:
Toda fotografia é um testemunho segundo um filtro cultu-
ral, ao mesmo tempo que é uma criação a partir de um vi-
sível fotográfico. Toda fotografia representa o testemunho
de uma criação. Por outro lado, ela representará sempre a
criação de um testemunho.29
213
De nomes múltiplos que também se mesclam a múltiplas escalas.
Escalas do espaço e escalas do tempo.
A escala do espaço passa pelo corpo e pelo globo, pelo local e pelo
global. Segundo Neil Smith:
É possível conceber a escala como uma resolução geo-
gráfica de processos sociais contraditórios de competição
e cooperação. A produção e a reprodução contínuas da
escala expressa tanto a disputa social quanto a geográfica
para estabelecer fronteiras entre diferentes lugares, locali-
zações e sítios de experiência. A construção do lugar im-
plica a produção da escala, na medida em que os lugares
são diferenciados uns dos outros; a escala é o critério de
diferença, não tanto entre lugares como entre tipos dife-
rentes de lugares.32
214
porque se popularizam e as reabrem em bairro mais “sofisticado”, na Praça
da Bandeira os pratos de comida barata enchem e satisfazem as trabalhadoras
e os trabalhadores do comércio e de serviços dali ou próximos dali. “Restau-
rantes” que criam e recriam – em escalas múltiplas – sorrisos, sociabilidades
e solidariedades. Criam e recriam desejos.
E poucas estrangeiras e poucos estrangeiros, apenas os mais avisados,
se dão conta de um universo capaz de acolher os “tortos” e os “direitos”, aco-
lhendo, assim, a imagem que se inverte pela “naturalidade” de um território
que se faz na visibilidade e invisibilidade de anônimas e de anônimos. Só para
os de fora, porque ali, no território feito de becos e gentes, todas e todos se conhe-
cem, mesmo que através do olhar rápido e passageiro da lente do estrangeiro.
215
Relendo, ouvindo, revendo as falas de meninas e meninos que “viram
o velho mercado”, surpreendemos a subversão em seus olhares. Para elas e
eles, as mudanças da/na Praça da Bandeira impuseram a lógica do “quem
tem recursos financeiros vai embora, quem não tem fica lá: ‘escondido’ nas
tocas”. Para Caubi Ferro “isso [a Praça da Bandeira] não tem nada de feio. As
pessoas não vão lá porque têm vergonha. Eu vi no documentário um amigo
meu, já idoso, que faleceu e a forma como ele re-aparece na história da praça
o retorna à vida, porque ele vivia ali e vai estar presente sempre ali”. Em outra
fala, ressoa a voz de Rute Batista, confidenciando que, quando entrou na praça
pela primeira vez, “por aquelas ruelas e becos estreitos e escuros, fiquei com
medo e muito assustada (...) Depois fui vendo coisas que eu não sabia sobre
essa cidade de Rio Branco, porque eu não sou daqui”. O não “ser daqui” de
Rute Batista, contrasta com o “ser daqui” de Paulo Maia que nasceu e viveu
quase toda sua vida na “zona rural”: “acho que o mais importante para
aquelas pessoas não é meramente ganhar dinheiro, mas a vida, um tipo de
vida, um jeito de viver e de sentir que, muitas vezes, evidencia paradoxos em
tudo”. Pensativo, olhando distante, talvez, para um lugar invisível da praça,
Raimundo Neves fala de Dona Pelezinha como uma pessoa “que, em sua
narrativa, apresenta constantes paradoxos, pois afirma que não consegue viver
sem o mercado, ao mesmo tempo em que enfatiza que lá tudo fracassou, só
vai lá porque tem que trabalhar mesmo, porque é obrigada”. A partir de outra
perspectiva, Cleuton Freire faz uma análise diferenciada, ressaltando que a
“Praça da Bandeira dessacraliza nossas raízes”. Opinião que, em certo sentido,
não é acompanhada por Euzenir Miranda em suas re-memorações: “quando
eu era pequena que vivia por lá, eu achava tudo maravilhoso e bonito. Agora,
vendo esse documentário e retornando lá fiquei muito emocionada porque
revivi com meu avô e com as pessoas que eu sempre amei. Hoje, esquecemos
de nossas raízes, pois quando entramos num supermercado, a relação é fria e
racional. No mercado era diferente”.36
O que essas agora ex-alunas e esses ex-alunos fizeram foi exercício
36
Diálogos em Sala de Aula, na Turma do 1º Período do Curso de História (diurno) da
Universidade Federal do Acre, 1º Semestre Letivo de 2004, na disciplina Introdução à História
Contemporânea. Ressalte-se que selecionamos apenas trechos de algumas falas de uma turma
de 50 (cinqüenta) aluno(a)s, com os quais foi possível realizar uma extraordinária experiência
de produção coletiva do conhecimento nas idas e vindas ao mercado e na discussões teóricas
e reflexões durante as aulas. Parte substancial da inspiração que nos fez produzir este texto
nasceu dessa experiência.
216
de leituras da cidade em que viveram/vivem. Leituras de suas vivências e in-
cursões pelo roteiro de um filme e pelas idas à Praça da Bandeira na condição
de estudantes, procurando observar as coisas e as pessoas que, no dia-a-dia de
suas vidas, poucas vezes lhes chamavam a atenção. Lendo o vídeo-documen-
tário sobre a praça e, especialmente, lendo as observações de seus encontros
com diferentes pessoas nos becos, lojas, pensões e outros ambientes do velho
Mercado Municipal os então estudantes de história reviveram suas próprias
histórias pessoais, familiares, afetivas. Nesse processo, operaram com aquilo
que Williams classificou como “estrutura de sentimentos”, pois,
vivemos num mundo no qual o modo de produção e as
relações sociais dominantes ensinam, inculcam e se pro-
põem a normalizar, e mesmo a petrificar, modos de per-
cepção e ação distanciados, separados e externos: modos
de usar e consumir, em vez de aceitar e desfrutar, pessoas
e coisas.37
37
Williams, O campo e a cidade, 1990, pp. 398-399.
217
mente, acrescenta a autora:
quando o corpo não recebe aquilo de que necessita, o
tempo se torna abstrato, inapreensível pela experiência:
um corpo que sofre sai do tempo da história, perde a pos-
sibilidade de projetar-se adiante, apaga os sinais de suas
recordações. Os pobres têm corpos sem tempo. Por isso
as mulheres que têm trinta anos, oito filhos e um marido
desempregado ou preso parecem tão velhas. Por isso os
corpos dos velhos pobres parecem aniquilados.38
38
Sarlo, Tempo presente, 2005, p. 15
39
Albuquerque; Souza; Félix, De “putas” e “bêbados” a escola faltou ao encontro, 1996.
40
Lôra, nome fictício ou, como ela prefere, nome de “guerra”. Entrevista realizada na Praça
da Bandeira, em maio de 1996.
218
refletem o processo de constituição da cidade de Rio Branco e, também, as
práticas culturais de seus habitantes, marcadas por expectativas diversificadas,
presentes em seus deslocamentos para um “urbano” propugnado como reali-
zador de bem estar e ascensão humana.
Distante das ficções modernizadoras que transbordavam das milioná-
rias peças de propaganda governamental, mulheres da Praça da Bandeira nos
falaram de seus amores e desamores, suas crenças e descrenças, suas ilusões e
projetos de vida: Joelma nos convidou para vê-la cantar em um bar no Bairro
Palheiral; Sandra nos pediu um casaco jeans e nos levou para conhecer seu
filho, que completava cinco anos; Lôra queria ter a vida livre, por conta; Francy
se guardava para um único “bichão”, como se referia ao promotor público
que, na intimidade, lhe prometia casamento; Joana descartava como absurda
qualquer possibilidade de suas duas filhas saberem qual era seu trabalho e
batalhava todos os dias para que ambas estudassem e fossem doutoras; Gilda
pretendia entrar na faculdade de comunicação social e ia à escola todas as
noites. Suas trajetórias são distintas, como distintos são seus desejos, sonhos
e receios ecoando pelos desaparecidos becos do mercado.
Marias, Gringas, Francys, Rays, Carmencitas, Suzanas, Joanas e
tantas outras mulheres territorializaram o mercado e re-ordenaram o espaço
público. Para elas e, em especial, para as que atuavam no “Bar da Loura”,
ter a vida “por conta” ou ser “independente” implicava em uma constante
re-territorialização daquele e de outros locais da cidade, recriando formas de
sociabilidades e códigos de comportamentos, valores e regras pautadas pelas
possibilidades materiais/simbólicas dos mundos em que viviam. Nos processos
de re-territorialização, colocaram e continuam a colocar em xeque a condição
de “vítimas”, “coitadas”, “ingênuas”, “inocentes”, “anjos da selva” ou “ra-
parigas do Papôco”, presentes nos estereótipos difundidos por certa produção
historiográfica e literária regionais, interlocutoras de uma abordagem ama-
zonialista que adjetiva e reduz mulheres e homens à condição de espantalhos
ou seres despossuídos de vontade própria e de história.
Nessa direção, é interessante dialogarmos com a fala de Thais Rios
da Mata, trinta anos, mãe de duas filhas, que fomos encontrar depois de atra-
vessar a metade da cidade de Rio Branco, na ida e na volta, sentados em um
banco de praça da Vila Betel, em uma noite estrelada:
Sou daqui mesmo, acreana, meu pai, minha mãe. A mi-
nha convivência antes eu trabalhava, cuidava da minha
219
família, sustentava minhas filhas quase só, porque meu
marido todo dinheiro que ele pegava era na droga, saía
com as mulher por aí, gastava todo. Eu agüentei acho
que uns dois anos isso. Então, me revoltei porque, tudo
que eu colocava dentro de casa ele acabava, dava fim.
O sacrifício que eu tinha pra colocar as coisas dentro de
casa, sustentar as meninas, ele dando fim em tudo que eu
tinha. Até quando eu conheci uma menina que é de lá,
veio morar perto da minha casa, e, ela começava a sair
chegava com dinheiro e eu tinha dinheiro em casa e ela
usava umas porcarias e me pedia dinheiro emprestado,
acabava o dela e me pedia emprestado, aí saía voltava me
pagava de novo, pagava com juro, aí eu falei que ia lá um
dia e fui. A primeira vez que eu fui ganhei bastante di-
nheiro, nesse tempo eu guardava o dinheiro, eu não mexia
com droga, guardava não comprava as coisas pra dentro
de casa. Aí comecei a me envolver com esse tipo de coisa
e com num rapaz que usava e vendia. Aí sai do meu tra-
balho e o dinheiro que eu pegava gastava todinho com ele
e com droga também, aí perdi o trabalho, minha patroa
insistiu muitas vezes pra mim sair de lá, pra mim ir para
um centro de recuperação, mas eu não quis. E continuei
andando nas esquinas.41
O nome dessa canção, que foi popularizada nas décadas de 1960-80 na voz de Altemar
42
220
não às “prostitutas”, como nos lembra Margareth Rago, mas às mulheres que
“profanam” a suposta sacralidade de espaços projetados para regular condições
sociais assimétricas e patriarcais. São narrativas complexas e portadoras não
de simples contradições, mas de possibilidades de interlocução com a condição
humana dessas mulheres que, geralmente, são tratadas de forma a-histórica
ou alvejadas pelas intervenções “humanizadoras/revitalizadoras” do espaço
público. Intervenções que tentam “impor uma lógica única para a cidade,
uma territorialidade homogênea, controlável, fiscalizável, higienizável”,43 um
mundo de racionalidade e vazio de vida.
O mercado da Praça da Bandeira e a própria praça desapareceram.
Sucumbiram frente à intervenção neo-modernizadora do poder público acreano
entre os anos 2004 e 2006. Tudo desapareceu: os becos, os salões de beleza, as
sapatarias, as lojas, os bares e botecos, as pensões, os quartos de rotatividade,
os “puteiros”, as relojoarias e ouriversarias, as casas de ervas, todas as tocas,
as estivas, os roedores, as baratas e traças, as pulgas, cupins e, principalmente,
as centenas de mulheres, crianças e homens que os territorializavam, re-terri-
torializavam e reordenavam todos os dias.
Ao término do verão do ano de 2005, o tecido vivo do mercado da
Praça da Bandeira desmoronou sob os efeitos sedativos da “desodorização”
capitaneada pelo “Governo da Floresta”. Nas últimas semanas daquele verão,
as velhas e resistentes paredes de madeira das “bibocas” e do dormitório a céu
aberto do último estivador de carteirinha – o Cupuaçu –, o “Barriga Cheia”,
o Bar do Chico, o Bar da Loura as gomas, tabacarias, pensões, relojoárias e
botecos, os becos e bancas de chás, ervas e utensílios de “macumba” rangiam
seus esqueletos inundados de vida ante os martelos e força das máquinas
empilhadeiras e dos operários com seus capacetes e roupões amarelados.
Lembramos que, naquele ambiente “ensandecido” pelos “infernais” sons
“modernizantes”, em um melancólico fim de tarde no qual os longos raios
vermelhos do sol amazônico desafiavam o anoitecer, um grupo de entediados
funcionários públicos, boêmios do mercado, reunidos na antiga Pensão da
Nazira, umedeciam seus olhos em lágrimas de dupla consciência,44 tão inca-
pazes de pronunciar-se sobre qualquer coisa, quanto de fazer parar as roldanas
metálicas do velho “novo tempo”.
O governo das pontes e estradas, das fachadas de néon, do “toque de
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recolher”, da paz e do progresso, impôs seu ritmo: carnaval como antigamente,
fechamento de bares, cercamento de praças e sua concomitante remodelação,
câmeras digitais vigiando o centro da cidade, desaparecimento das putas da
Floriano Peixoto e outras esquinas, investimento em forte poder repressivo e o
controle de tudo. A devassa do mercado, gameleira, bebódromo, botecos e do
“mundo entre as pontes” consolidou violento processo de uma “re-urbanização”
e “desenvolvimento” que elegeu os pobres da cidade como seu alvo preferen-
cial. Pobres amarelos, brancos, pretos, indígenas, mestiços, “inclassificáveis”
sendo desaparecidos das praças centrais, cedendo lugar a uma Rio Branco
“limpa” e “iluminada” com artefatos, luzes, técnicas, palavras transitórias e
circunstanciais e, por isso mesmo, altamente nefastas e intolerantes com outras
formas de sentir, viver e produzir a cidade.
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Sobre as autoras e os autores
Ana Pizarro, Doutora em Letras (Universidade de Paris, França 1968) e Professora
da Universidade de Santiago do Chile.
Gersem Baniwa (Gersem José dos Santos Luciano), Doutor em Antropologia (UNB,
2011) e Professor da Universidade Federal do Amazonas.
Raquel Alves Ishii, Mestre em Letras: Linguagem e Identidade (UFAC, 2011) e Pro-
fessora da Universidade Federal do Acre.
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Formato: 16x23cm
Tipografia: Calisto MT / 11x16
Impressão e acabamento: F&F Gráfica Editora
Tiragem: 500 exemplares