Você está na página 1de 11
de calmar el hambre, la hace estallar, dejando el es- ‘6mago insaciable, en llamas, clamando por mas. Gracias los diez queridos autores por su gene rosidad y a Alfaguara México por el desaf Que el desasosiego los bendiga Clana Capitéo Lisboa, 17 de septiembre de 2018, Retrato de un joven poeta ‘Dulce Maria Cardoso Edn cerca demasiado cerca No pueden disinguiren (ibaa decir, en nosotros) No pueden disinguiren mé sun cuerpo sun sino cuerpo cntrelzado sobre si mismo Exe cuerpo ‘que todas nombran en plural Hasta nosoros. La vieja abrié el grifo, puso el tapén en la cola- deray se quedé mirando el agua llenando la bafera Cuando el cuarto de bafio ya era una nube, se quité la bata y se acosté de forma que los pies quedaran debajo del agua que todavia corrfa. Cuando ya no cabia el agua en la bariera, la vieja cer6 el gifo. Comenzé a cantar dentio de una nube de oro, por- que el sol, al pasar por el vidrio, doraba las gotas de agua que brillaban por todas partes. Canté durante mucho tiempo, No pensé en nada. El perro empuié la puerta y entré, La puerta abiertadejabaescapar la nube dorada, cosa que eno- jaba a la vieja Podria levantarse y cerrar la puerta, B pero nunca lo hacfa, El perro se acecé. Traia en el hocico un buen pedazo de came que dejé caer en el suelo justo al lado de la bafiera. La vieja le hizo una caricia en la cabeza. El perro movié la cola y después se acosté cerca del pedazo de carne. Pare- cia satisfecho, pero nadie puede garantizar lo que siente un perro, Vieja y perro se quedaron asi hasta que la nube dorada eedié su lugar a la primavera que venia de afuera. Cuando la luz de la mafiana se apoderé de todo, la vieja se levant6 y, sin secarse, se puso la bata de flores de colores que se ajustaban al dia. La vieja destapé la coladera y el agua se escurrié con un ruido gracioso. El agua desaparecia siempre con mucha prisa y los movimientos de a vieja eran cada ver més lentos. La vieja sabfa que ningin esfuerzo era capaz de domar al tiempo. A Io largo de la vida, la vieja supo muchas cosas que solo la atrapaban en el dia a dia, por eso queria olvidarse de todo. Y ya no le fltaba mucho. Se incliné para ver mejor el pedazo de carne que estaba cerca del perro. Porque la vieja toed el pedazo de care, el perro abrié los ojos y movié otra vez la cola. Para agradecere, la vieja le hizo una caricia en lomo. Frente al espejo la vieja se pas las manos por el cabello, que le legaba fino y gris hasta debajo de la espalda. Una especie de cauda que todas las mafia- nas peinaba, despacio, con el cepillo de plata. Des- pués los dedos, delgados y arrugados, enrollaban la cauda plateada en un rodete. La vieja miré a los ojos, que estaban en el espejo y otra vez tuvo la sensacién, eno conocerlos. Hacfa mucho tiempo que los ojos 4 del espejo no le parectan ser los suyos, ya que velan cosas diferentes, si es que esto se puede explicar tan ficilmente. Sentfa que los ojos desconocidos vefan ‘otra cara, que ni siquiera era la de las Fotografias de la sala, Una cara que la vieja nunca habia visto. Podia sentirse incémoda con esta pequefa diferen- cia entre lo que veia y lo que veian los otros ojos que veia en el espejo, pero la vieja sabia que los malos entendidos acaban siempre siendo resueltos por cl tiempo. Con un lip trazé doslineas negras sobre los pir- pados. La mano de la vieja eemblaba mucho, pero las lineas sobre los parpados quedaban perfectas. lend fas arrugas dela cara y de las mejllas enjutas con un polvo encarnado y se pinté los labios con un color que recordaba al dulce de cerezas, lo que le hacia agua la boca. El perro dormia otra ver. Como des- pertaba muy temprano, cuando regresaba de la calle aprovechaba todos los momentitos para descansar. La vieja fue al cuarto y el perto siguié dur miendo. No formaba parte de las maneras ni de los habitos del perro seguir a la vieja. En el cuarto, la vieja tardé mucho tiempo en escoger un ves- tido entre los que estaban colgados en el arma- rio, Cuando decidié que queria usar el vestido azul celeste con volantesribeteados con encaje dela cin- cura hasta los pies, la vieja abrié otro armario y se demors eligiendo los zapatos. Después, dentro del vestido azul celeste, que de tan largo le danzaba en el ‘cuerpo, la vieja calaé los zapatos de charol negro con taconesaltos y se puso un perfume muy incenso. En el cuarto de bao, el perro estornud6, La vieja sabfa que el perro no soportaba los perfumes, y también 1s sabfa que la cohabitacién es un asunto complicado. Todo esto sabia la vieja sin quererlo. Despertado por el perfume, el perro se despe- re26, stiando mucho las patas delanteras. Se qued6 asi mientras su cuerpo aguanté cl eserzo y después se dejé cacr de nucvo en suelo, Se rascé una oreja y ‘comenzé a lamerse la barriga. La lengua dspera ras- ppaba y raspaba la piel de la barriga, que debia estar sucia © saber bien, La vieja no sabia bien lo que ‘motivaba al perro, y nadie lo puede saber. a vieja regresé al cuarto de bao, agarté el pedazo de carne y comenzé a atravesar el pasillo sin molestarse por las gotas de sangre que le salpicaban, cl vestdo y se unfan alas manchas que el azul celeste tenia por todos lados. El perro se puso a lamer, apa- rentemente con el mismo entusiasmo, la sangre que el pedazo de carne dejaba en el suelo. a casa era muy grande. Inkabitable para una vieja y un perro. Los tacones altos hacfan un ruido especial en el suelo de madera, y por eo ala vieja le sustaba usarlos. Las dos primeras puertas que daban al pasillo estaban cerradas. La tercera estaba abierta. La vieja ‘entré y habitué los ojos ala oscuridad, Cuando pudo ver, buscé el clavo que habia dejado ahi. Lo tomé yy trazé una linea en el suelo, Una linea pequefia al lado de muchas otras que ya estaban ahi. En breve, también esa division quedaria lena, y cuando eso sucediera la vieja la cerraria como habia hecho con las dos divisiones anteriores Yan la cocina, la vieja puso el pedazo de carne sobre la mesa y se senté a descansar. Sontié al escu- char las patas del perro, que hacian un ruido chistoso 6 ‘nel suclo de madera, Si mirara hacia afuera, podela ver una gran parte de la ciudad, pero la vieja nunca miraba. Aun ao lejos, como ahora le pareeia, la ciu- dad le repugnaba. Aun asf desde tan lejos, donde todo se vuelve perfecto, La puerta de la cocina, que daba al baleén, «estaba abierta, como siempre. Por ah salia el perro cuando queria lo necesitaba, ya que por el otro lado de la casa no lo podia hacer. Hacia mucho que esa puerta estaba atrancada, La vieja sabia que a veces habia salido y entrado por aquell puerta y que habia dejado de hacerlo. No sabia desde cudndo, ‘mucho menos por qué razén. De eso la vieja habia logrado olvidarse. Tampoco sabia desde cusndo t zaba lineas en el suelo Si las contaa, la vieja podeia saber que habian pasado tres afis, diez meses y veintiocho dias. Pero la vieja nunca harfa esas cuen- ‘as, Sialguien le preguntara, la vicja tampoco sabria ‘explicar por qué lo hacta, Pero nadie le preguntaba ‘cosa alguna. La vieja no se acordaba bien de cudndo le habian hecho la tiltima pregunta tal vex habia sido el carnicero del mercado cuando subié los seis pisos del edifico y se puso a gritar en el rellano debajo de la luz de la claraboya, quiere que me ‘yelva loco, es eso lo que quiere, rl vez esa hubiera sido la ilkima pregunta que escuch6, a pesar de que no podia juratlo. La vieja no abrié la puerta ni res- pondié, ya habia decidido no abrir la puerta nunca is y nunca mas responder a nadie. Si todavia no lo hubiese decidido, tampoco sabria qué respon- der al carnicero que lanzé amenazas en el rellan. Las amenazas giraron hasta que la luz implacable de la claraboya las silenci6, nada lograba sobrevvie ” a la luz implacable de la claraboya, de esto se acor- daba la vieja todavia. Después del carnicero, nadie subié nunca mis los ses pisos para hacer preguntas, © quiz la vieja ya no se acordaba, y por eso pens que el caricero estaba de acuerdo en que el perro le robara y que hasta se conmovia por ello. El perro pasé la puerta de la cocina, salié al balcén y pegé la nariz alos restos de una paloma ‘que habia traido hacia unos dias. Perdié interés en la carne podria y bajé la escalera. Por su desinhibicién se percibia que no tenta miedo de que la herrumbrosaescalera de incendios cediera. La vieja eampoco, solo que el cuerpo ya no le permitia descender mas que dos pisos. La vieja llené de agua una olla que estaba en el piso y aventé ahi el pedazo de came. Le daba pena yano poder ira robar nada para comer con la carne, porlo menos un pufio desl para cocerla. Todavia le ggustaba mucho el sabor de la sal, algunas cosas eran ms dificiles de olvidar que otras. Si pudiera, la vieja irfaa la cocina del primer piso, donde siempre habia encontrado cosas bue- nas, Mientras pudo, la vieja fue a buscar comida a Jas orras casas y para eso bastaba con empujar las puertas de madera, También cogia la fruta de media docena de érboles que existan en el huerto amura- llado donde desembocaba la escalera de incendios. Mientras pudo, la vieja subi6y bajé aquella escalera sin nunca haber ido més alld de las rejas del portal hherrumbroso del huerto. Al perro nada lo detenia para ira la ciudad. En el invierno era todo mas «il, pero sempre podian contar con las palomas, que el perro atrapaba como nadie. Y hasta eran sabroses, 6 por lo menos la vieja ya se habia acostumbrado a que le gustara la carne de ls palomas. Cuando el perro regresé a la cocina, ya olfa a carne cocida. El perro jadeaba porque subié corriendo la escalera de incendios. La vieja se dejé caer sentada en la mesa de la cocina, el perro se acercé y trafa en sf el aroma dela hierba y de la tie- tra mojada, La vieja pegé la cara al lomo del perro. ‘Todavia extraiaba algunas cosas de alléafuera Cocida la carne, era el momento de comerla, Y para eso viejay perro tenfan reglas. Porque podia comer en la calle, el perro nunca pedia nada de lo que le traia a la vieja. En caso de que esta no se comiera todo, el perro aceptaba las sobras, si cenia petit. Esta regla, entre otras, les permitia compar- tirla vida, El perro se quedé acostado debajo de la ‘mesa mientras ella comia. La falta de dientes la obli- gaba a usar los cubiertos, pero eso no le daba tanto placer como Ilenar la bariera de agua o cepillarse el cabello. Cada vez le era més dificil aceprar lo que solo la necesidad jusificaba. La vieja comié hasta saciarse y después le dio las sobras al perro, que no las rechaz6. Alimenta- dos, podian hacer lo que quisieran. La vieja salié de Ia cocina, atravess el largo pasillo yun aire de fiesta se apoders de a casa, los zapatos altos, el perfume, el vestido largo, a vieja no sabfa bien qué era. Pero tuna fiesta se acepra siempre, aprendié la vieja ya enclaustrada, y todo lo que habia aprendido en esta condicién era mas verdadero que todo lo que habia aprendido antes. Entré en la sala grande que ten‘a ventanas alas. De tan sucios, los videios no dejaban a la vieja vere » ‘otro lado de la calle. Esto sila vieja quisiera, lo que ‘ra improbable, Se sent6 en una poltrona y el perro, ‘cuando la vio sentars, se dirigié con pereza hacia ‘otra, Subié las patas delanteras y despues alz6 des- pacio las de ates, se enrosed y se durmié, Sentada en la poltrona, que a pesar de los mue- Hes gastados atin era confortable, la vieja miré al perro dormido y se quedé asi durante mucho tiempo. Tal vez para pensar. No prestaba mucha atencién alo que pasaba por su mente y envidiaba al perro, a quien no le habia sido dado, ni él lo mere- cia, el marttio de pensar. Podia decirle esto al perro, ppeto ni ala vieja ni al perro les gustaba conversa y ademés no sabian cémo. Lamafiana en que, por a lectura de las lines, sabria que habian pasado otros dos aos, siete meses yy once das a vieja habia cerrado ya tres més de las ppuertas que daban al pasilo La vieja abrié el grif, puso el tapén en la cola- dray se qued6 mirando el agua lenando la bafera. ‘Cuando el cuarto de bario ya era una nub, se quité la bata y se acosté en el agua, Cuando el agua ya no cabia en la bafera, la vieja cerré el grifo. Comenzd a cantar dentro de la nube de leche, porque la nie~ bla espesa de alld afuera se colaba por el vidrio y cempafaba las gotas de agua. Canté durante mucho tiempo. No pensé en nada. El perro empujé la puerta y entré. La puerta quedé abierta, lo que seguia enojando a la vieja, los problemas de la cohabitacién son insolubles aun para las parejas mis flices. La nube de leche 20 . hhufa répidamente por la puerta, pero la hizo nada para impeditlo, El perro se aproxi bariera, Trafa en el hocico un pedazo de carne que ddej6 caer en el suelo, La vieja le hizo una caricia en Ia cabeza, el perro movié la cola y después se acosts cerca del pedazo de carne. Parecia satisfecho, pero nadie puede certificar lo que siente un pert. La vieja y el perro se quedaron ahi hasta que la luz dela mafiana de invierno se apoderé de ellos. La Vieja se levane y sin secarse se puso la bata de flores de colores que no se ajustaban al da. La vieja quité cl tapén de la bariera, ya pesar de que sus m rmientos eran cada vez més lentos, el agua seguia desapareciendo répidamente con un ruido gracioso. No habia manera de que la vieja dejara de saber ae aa domabs al empo, La via abl logs alrdazse de muchas cos que solo la awapaban en _cldiaa dia, pero todavia se acordaba de otras mas jempre Ie faltarfan muchas cosas para olvidar. a vieja se inclind para ver mejor el pedazo de ‘carne que estaba junto al perro. El perro ya no le robaba al carnicero del mercado, El carnicero se habia hartado de eso y el perro habia desistido, 0 simplemente era que todo tiene un final, mds tarde ‘© més temprano. Porque la vieja tocé el pedazo de carne, el perro abrié los ojos y movi otra vez la cola. Al tomar el pedazo de earn, la vieja vio que era la pierna de un bebé. Una pierna rechoncha que ter- :minaba en un pie gordo con cinco dedos perfectos. ‘Todo esto se podia ver todavia, a pesar de la sangre. El perro esperaba que la vieja le agradeciera con tuna eaeia para poder dormir. Debia costarle cada vex mis ir todos los das en busca de alimento, pero a nadie puede decir con certeza de lo que un perro es capa. La vieja miraba la'pierna del bebé y el perro esperaba la carcia, Lo gestos son muy importantes. No habia habido una sola vezen que el perro trajera alimento sin que la vieja se lo agradeciera. La impor- tancia de un gesto est siempre en la repeticién, un gesto aislado puede no ser percibido. La vieja puso el pedazo de carne en el suelo y pasé la mano por el lomo del perro, que movié la cola y cert los ojos. Por ya no tener nada con qué hacerlo, hacia mucho que la vieja habia dejado de trazar las Kineas negras en los parpados,o de resanar las mejilasenju- tas con polvo encarnado. Cada ver se rardaba més en peinar la cauda plateada con el cepillo de plata y cnrollarla en un rodete, solo que esa mafiana no fue asl y es0, la vieja nunca pudo explicarlo. Cuando mird al espejo, reconocié como suyos los ojos que la vefany todos sus movimientos cobraron una prs desusada, Sin peinarse, se ditigié al cuarto y abrié el armario, de donde sacé un vestdo gris, el més ab gador que tenia. Se calz6 unos zapatos de tacén alto que ya casi no tenfan suelas y salié del cuarto. Los perfumes también se habian acabado, para alivio del perro que dormia en el bafo. ‘Como la vieja atraves6 el pasillo sin Hevar el pedazo de carne, el perro se puso en pie, atento, La vicja pasé las cinco puertas que ya estaban cerradas yyentté en la sexta, La casa era enorme. Inhabita- ble. Habitus los ojos la oscuridad y tomé el clavo.. ‘Como la vieja habia dejado el pedazo de carne en el bafi, el perro grufié, La vieja no fue eapaz de agre- ‘gar una linea a las que llenaban una parte de ese suelo de madera 2 Cuando a vieja volvié al pasillo, el perro la esperaba con el pedazo de earn. La vieja lo abrazé durante mucho tiempo. Después agarté el pedazo de carne y lo llevé a la cocina. Llené de agua la olla que estaba sobre la estufa y aventé en ella el pedazo de care, De un momento @ otto, las voces subieron enfurecidas por las escaleras, lo que llevé al perro a acerearse ala puerta que nunca se abr. La vieja lo siguid. Las voces se aproximaban y eran cada vez ‘nds fuertes, Alcanzaron la puerta. Como los pufie- tazos sacudian la puerta, el perro comenzé a ladrat. La vieja confié en la luz implacable de la claraboya, que mataba todo lo que ahi se dejaba. Nunca una planca habia sobrevivido en ese rellano, La puerta vibraba cada vez. mds. La vieja se dejé caer en el suelo del pasilloy se agar al perro, que no paraba de ladrar. “Afucra, ls voces no se callaban. La vieja las ofa claramente, pero no las entendia. La luz de la cla- raboya nada podia contra las voces que querian derrumbar la puerta. La vieja arasté al perro lejos de la puerta, hacia la escalera de incendios. Cuando ya estaban en la cocina, las voces subieron también por Ia escalera de incendios. Vieja y perro estaban presos en el pasillo. La puerta que nunca se abria cedi6, hombres y mujeres entraron. Vieja y perro seguian agarrados tuno al otro. Un cuerpo, un tinico cuerpo, entze- lazado sobre s{ mismo. El perro ladraba siempre, Las voces entraron por la puerta de la cocina y se mezclaron con las que habian entrado por la puerta «que munca se abria. Voces y manos por todas partes. 2 Un geupo formé una barrera de un lado, el otto form6 una barrera en el lado opuesto, el pasillo se hizo de pronto pequeto, muy pequefio. Un hombre se aproximé con un cobertor muy grande que lanzé sobre el perro. Otro hombre tajo otro cobertor, que también lanz6 sobre el perro. La vicja se agarré mis al perro, pero las voces y las manos fueron més fuertes y se lo arrancaron. El perro ladré hasta que los cobertores se lenaron de sangre. La vieja cerr6 los ojos. Cuando el silencio se apoderd de todo, los abri6. Las voces y las manos habfan desaparecido. Fl cuerpo del perro ensangren- taba un montén de cobertores en medio del pasllo Si todavia supiera cémo, la vieja habria comenzado allorar. 4 Laparotomia Alexandra Lucas Coelho @ Nunca habia sido Hlevada asi en la horizon- tal, da un poco de néuseas. El techo huye como el tiinel de un convoy, cuarto-pasillo-elevador-pasi- Ilo, Me estacionan en una antecimara del bloque mientras termina la citugia anterior. Alguien con- cluyé que el azul-petréleo es un buen color para tun hospital. Los asistentes pululan en croes azules, bata azul Yo también tengo puesta una bata, estoy acostada en la camilla, pulsera de papel, media de compresién hasta la ingle, para evitar una trombo- sis. Nada de esto es mio, todo lo que traia se quedé en el cuarto, incluyendo el barniz de ufas. Tene- mos que ver el nivel de oxigeno durante la cirugia, dijo la enfermera en el cuarto, antes de ie a buscar acetona, Exribeme, excribeme, porque, ademas de rus cartas, nada tengo que sea mio, escrbié Camilo Pes- sanha en Macao. Eneontré a sus biznietos cuando volé a Macao, después de dejar mi dltima casa. Va hacer un afo. Durante afios pude contar en cusintas casas habia vivido, diez, quince, veinte. Es como contar amantes llega un momento en que la mano suelta Ia cuerda (y beséa personas con quienes no dormi, y 25 ddormi con personas a las que no bese). Pienso como si estuviera en México, donde sin ninguna droga vi al tiempo confluit. No se me antoja pensar crono- lgicamente, Acostada en una camilla en Lisboa, tengo miles de libros en Alfama, maletas junto al estadio de la Luz, libros y maletas en Xabregas, las cajas de la tltima casa en Baixo Gavea, cuentas de teléfono en el Alto Jardin Boténico, una computa- dora en la Praca Sio Salvador: inquilinas, mejores amigas, ex novios, mis depositaros en los dos mér- genes, Estoy mis en el tercer margen, vacilo a llenar los papeles cuando me piden mi direccién, ‘Vacilar es muy brasileno. Ira Brasil fue saltar de tun Titanic. Mi casa en Alfama se hundia con el peso de los libros. Cuando salté no se hundié, porque tal vez el peso era mio. Un hombre que vivié ai des- pués decia que la casa era un bareo, siempre al nivel del agua. Un barco encallado, stico en la canasta de la gavia. Vivir con dos maletas, haz de cuenta. Las dos rmaletas rpidamente se transforman otra vez en casa, gener lagartija,salamandra, estrella de mar. Al cabo de un mes en Rio de Janeiro mis dos maletas ya cran una casa-casi-selva, adonde de vex en cuando, rnunea entendi cémo, llegaba un silbido del banco fantasma, scguramente soplado desde Alfama. La selva sirve para gritar en la cogida, pero Rio de Janeiro no lo necesita, tiene monte, tiene ‘mar, tiene motel. Tiene motel en el fondo de los fondos y motel anunciado en la parte trasera del autobiis, a los ojos de todo ef mundo, En Rio de Janeiro el motel es una especie de romance-de-for- ‘macién, de bibliografia general. Dificil recordar a 26 tun carioca que no haya cogido en un motel. Tienes ‘casa sila tienes, el cuerpo lo tienes siempre. Ilegar al mundo, A Jos cuarenta, creo que el mundo seri para llegar al cuerpo. Desde Ia perspectiva de tuna camilla, de hecho, no hay otra morada, © Reflectores, Kimparas LED de miles de vatios: Ja mesa de cirugia es un escenario, me deslizan de la camilla, entro en escena, Hace ese fifo germicida de reftigerador, pero pronto una enfermera introduce tun tubo de aire caliente entre la sibana y mi hom- bro derecho, mientras otra me perfora la mufieca inquierda para la bifurcacién de todos ls liqu due vienen ahi, incluyendo la anestesia. El anestesi logo llega con un gorro tan colorido que parece un pirata disfrazado de anestesidlogo. La cabeza debe «star cubierta, pero supongo que no hay contraindi- caciones para el gorro de pirata. Me pregunta, jovial, qué anestesia preficro, como si fuesen sabores de hielado, Recomienda la general, yo pregunto si hace alguna diferencia en la memoria, él dice que no. Sila hiciera, también la habria hecho desde siem- pre, porque mis primerasanestesis generale fueron aun antes de aprender ler, Sea como fere, ya que me van a cortar en forma transversal, prfiero estar inconsciente, Esa pesadilla premoderna, ver el pro- pio cuerpo abierto, —No hay ninguna posibilidad de despertarala amitad, gverdad? ” Los chamanes de la Amazonia consideran al ‘cuerpo como un hueco que en las ceremonias puede ser acupado por espiritus ancestrales u otros. El ‘cuerpo es una casa colectiva, igual que la casa, a la aque los indios llaman oca 0 maloea, es un cuerpo colectivo, donde los tiempos coexisten en sobre- imposicién, desde los ancestros enterrados en el subsuelo hasta la béveda celeste de la cobertura Cuerpo-casa-cosmogonia. Entre los indigenas que Negro, las ceremonias chaménicas eran protago- nizadas por hombres. Algunas admitian mujeres después de los cineuenta, cuando ya no mens- ‘ruaban, Las reglas varfan segiin las tribus, pero 503 indios especificamente no me darfan a beber ayahuasca, el t& ritual que resulta de hervir una rama con una hoja. Segin los relatos, uno de los efectos posibles de la ayahuasca es a sensacién de salir del cuerpo. Cuando cierre mi herida volveré a Brasil. Cuando regrese seré invitada a tomar ayahuas- ca. Cuando acepte, se lo contaré a alguien en Lis boa, que diré: —Entonces, si eu cuerpo es tu casa, vas a huie de case. le diré que si, antes de pensar: no exacta- me ue si estoy en casa basta con marcharme. Bastard una taza. Verécalderos de espuma, ojos fuera de sus érbitas, cuerposen convulsibn, temblo- res, gente que come lara dela planta, y que ense- ‘guida la vomitard en chorros negros. Vert eso desde Iahiperkicida boca del estémago, el éxodo del hom- bre en el hombre. ¥ no me marcharé, 28 bigs © a sonrisa del anestesislogo-pirata encima de imi, casi un joker. Voy a sofar? Corta (no reeuerdo tener sueio). ‘Dos semanas después, pediré una relacién dela nici: 13h. Fin: 15h, Desingeccibn: solciin indada. Tipo de incisién: Pfannenstiel [un dedo por arriba dela sinfisis pblica}. Hilos de satura: Mali lamento rebsorbible, vicrl, calibre 10. Deseripeién macroscépica: Nédulos blancos, de aspecto arremoli- nado, de lcalizacin submucosa e intramural, en la pared anterior, posterior y del fondo, Pero solo viendo las fotografias en la computadora entenderé de Jo que estamos hablando: una masa como la pata hrerida de un elefante, equivalente aun embarazo de dlieciocho semanas, No creo que haya una imagen més exacta, los niduos blancos son iguales a ufas de elefant. Por lo tanto, atravesé buena parte de mi vida brasiefia con una barriga de cuatro meses y medio. 2Qué hay dentro de la barriga de una mujer? Ni la tmedicina sabe antes de abriela. Al corte transversal puede seguir el longitudinal, porque Finalmente el ‘mal seguia por ahi arriba. Son dos heridas pero sigue siendo una laparoromia, lo que solo quiere decit incision para acceder a la cavidad abdominal. Walt ‘Whitman canté al cuerpo elétrico, de ls lobulos a Jos tobillos, de los muslos los testiculos, ylogré no 29 hablar dela bariga (solo dela panconilla o barriga-da- _perna en portugués). , sn embargo, ela primera casa de todo mamifero, casa del principio a fin, cuando la sangre acaba y la mujer deja de er peligrosa hasta hoy. Los antiguos siguen entre nosotros La bartiga de una mujer, o sea (vamos alla) Intestino grueso, intestino delgado, higado, titero, trompas, ovarios, vejiga, vitero. Un iitero es del tamafo de un puro, segin aprendi con la gaucha Angélica Freitas, que llam@ asia su segundo libro de poemas. Recuerdo que ella contaba que varias personas tenfan dudas en cuanto al titulo a causa de la palabra ttero. Temian que sonara a panfleto feminista, nada contea lo feminista, todo contra el panfleco. En Brasil, si es posible hablar de Brasil en general, se tiene mas en contra de lo feminista que en contra de los panfletos. Angélica se mantuvo, y publicd uno de esos libros que los cénones no espe raban. Si, grandes regiones agrestes, veredas [mas Diadorim nunca fue | al ginecilego. Sombrero. Silos cnones ya lo esperaban, zpara qué escribir? En cuanto ala barriga de los hombres, gracias a todas las feminists que lucharon para que yo pueda cantar cuando se me antoja Hombre / stan buena O Uno: sé quién soy. Dos: estoy en una c “Tres: ya me operaron (me llevo la mano ala bartiga,, cobertura voluminosa). Cuatro: dolor, néusea. Cinco: boca seca, no sale la vor. Seis: levancar el brazo,levancar el brazo. Siete: camillas con gente 0 pero suenan a lo lejos. Ocho: levantar el brazo, levantar el brazo. Nueve: viene una enfermera, me ‘da un palito con una esponja. Diez: el universo es un hilo de agua en una esponja, Once: morfina, cicuta, cualquier cosa. Doce: levantar el palito ‘como un policia de erucero, Trece: viene una enfer- mera, dice que ya va. Catoree: algo entra por mi muiiecaizquierda, Quince: tiene buenas venas, dice Ta enfermera que me perford la muieca. Diecisés me acuerdo de e50, por lo tanto debo acordarme de todo. Diecisiete: levancar el palo, levantar el palito. Dieciocho: viene una enfermera, sumerge el palto en un vaso de agua. Diecinueve: mais mor- fina, cicuta cualquier cosa. Veinte: viene una enfer- mera, dice que pasard. Recobrarse, qué palabra. Noche. Cuarto. Camara lenta. Una cara se inclina sobre mi cara, vuelve a subis, habla, Me da 1 palito con la esponja. La aprieto contra los labios, todavia no tengo voz. Fs como una pelicula en dos planos, sonoro arriba, mudo abajo. Solo cabe un cuerpo en una cama de hospi- tal Incernamiento: vuelta de torillo de un cuerpo sobre si mismo, El cuerpo serd transitorio para quien cree en Dios, sucesivo para quien tuvo hijos, pero en li nie~ bia del pose operatorio pienso en él en cuanto aun fin en s{ mismo, materia quimica, cudntica, defini tivamente pagana, una casa que es su propio cielo, donde el sexo sea un chamén, sin rama ni hierba Nebulosa antiertica. No sex last night (ni en las préximas noventa noches). 3 ©) La cirujana descubre la costura. Ur divide al cuerpo, fina como un hilo, Mi idea de la ceostura era de la Primera Guerra, agujeros de un lado y del otro, casi como una trinchera, Pero al tocar las inmediaciones, la sensacién desaparecié, es ‘como tierra de nadie. Aceite de rosa mosqueta, una larga lista de medicamentos y aceite de rosa mos- ‘queta. Nunca habia oido ese nombre, Io busco en Google. Rosa rubiginosa affinis lindo, zno? Una rosa cicatrizante. Tal ver exist en los jardines de Kabul, centre todas aquellas rosas. Tal vez desde cuando la linea entre Persia y Afganistin era tan fina como esta Shabnam Shabazi, britiniea de origen iran, tiene un proyecto llamado Body House. Perfor- mance, teatro, video, sonido, texto, instalacién. Cita la serie Femme-maison de Louise Bourgeois. Se inspira en las notas del exilio de Edward Said. Me revelaa Faustin Linyekula, un refugiado del Congo: Pasé tanto tiempo en la carretera. Mi tinico pats ve der es el euerpo Intenté sobrevivir como una can que munca fue esrita Siempre me fascinaron los cuerpos en prsién, la forma en que logran convertrse en un castillo (Yi cl.ewerpo no fuera el alma, qué sent el alma’). Primes poder y iltima pobreza. Gandhi en ayuno. Salgo por los pasilos con la bata azul-petréleo, decidida a conquistar mi alta. Escucho alos recién nacidos de un lado y del otto, porque compartimos la misma ala. Encuentro a un amigo a la puerta de su cuarto, acaba de tener un hijo, duda entre Salva- dos, Benjamin, Mateo. Entro para verlo,esté posado 32 en la madre, piel con pie, todo lo que no me suce- dig, Nunca fue eso tan cierto como ahora. ¥,excep- ci6n hospitalaria, dos cuerpos en una cama, La primera cancién que oigo acé afuera tam- bign dice que uno solo no basta: and Til be coming ‘upto serve you all the gold. Noviembre en Lisboa, la casa donde fui allot 3

Você também pode gostar