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Etnografía y crisis:

algunos debates y una


práctica de investigación
en contextos de violencia* nomadas@ucentral.edu.co • PÁGS.: 34-49

Sandro Jiménez-Ocampo**
Este artículo presenta un revisión cruzada entre el debate contemporáneo sobre la guerra y la violencia en tanto objetos de
investigación empírica y una práctica particular que se ha apoyado en la etnografía para abordar escenarios de crisis, específicamente
los relacionados con el trabajo con víctimas de la violencia en Colombia y con el seguimiento a la respuesta del Estado desde sus
mecanismos de intervención política de la guerra en este país. El texto parte de una contextualización de la violencia política en
tanto campo de saber y poder, para luego adentrarse en un diálogo cruzado entre las apuestas éticas y metodológicas en diversos
enfoques y mis conjeturas frente a los retos identificados desde mi propia experiencia de investigación.
Palabras clave: guerras contemporáneas, violencia política, etnografía de la crisis, antropología política.

Este artigo apresenta uma revisão entre o debate contemporâneo sobre a guerra e a violência em tantos objetos de
pesquisa empírica e uma prática particular que se apoia na etnografia para abordar cenários de crise, especificamente os
relacionados com o trabalho com vítimas da violência na Colômbia e com o surgimento à resposta do Estado desde seus
mecanismos de intervenção política da guerra neste país. O texto parte de uma contextualização da violência política tanto
no campo do saber e poder, para logo adiantar-se no diálogo entre as apostas éticas e metodológicas em diversos enfoques
e as conjeturas do autor frente aos retos identificados desde sua própria experiência de investigação.
Palavras-chaves: guerras contemporâneas, violência política, etnografia da crise, antropológica política.

This article presents a review between the contemporary debate about war and violence as an empirical research
topics, and a research practice which have use the ethnography in crisis environments, specifically those related with victims
of political violence in Colombia and the monitoring of state responses in terms of its political management of war. The text
starts with a conceptualization of political violence as a knowledge-power field to get in a crossed dialogue between the
ethical and methodological proposals in diverse approaches and the author’s conjectures about the challenges identified
during his own research experience.
Keywords: contemporary wars, political violence, crisis ethnography, political anthropology.

ORIGINAL RECIBIDO: 22-IX-2008 – ACEPTADO: 02-X-2008

* Las reflexiones y el trabajo académico que soportan este texto son una com-
binación del trabajo empírico en varias investigaciones sobre la gestión del
conflicto armado en Colombia y en el desarrollo de mi disertación doctoral
para la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO.
* * Candidato a Doctor en Ciencias Sociales, opción Estudios Políticos, de la
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO-Ecuador. Docen-
te/investigador del Instituto de Estudios Sociales Contemporáneos, IESCO -
Universidad Central. E-mail: sjimenezo@ucentral.edu.co

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Preámbulo nalidad desde mi propia experien- cia y las tensiones en la construc-
cia de investigación (meta-texto). ción de una red conceptual y la
Es importante aclarar al lector Este último estará marcado como capacidad o incapacidad de mi
que las reflexiones aquí recogidas las “enlace” y con estilo “itálico” en dis- experiencia de investigación concre-
realizo desde una condición de tintos lugares dentro de la secuen- ta para conectar el trabajo etnográ-
enunciación del tipo insider/out- cia discursiva del documento. fico cercano y comprensivo con
sider, pues si bien mi trabajo no debates más globales y generales
puede asumirse como una voz en las ciencias sociales.
de la antropología, ya que no
soy antropólogo (outsider), sí es
claro que gracias a varios años Contexto
de trabajo sistemático con del debate
fuerte influencia etnográfica
(insider) asumo esta entrada Después de ciento
metodológica como parte del cincuenta años de teo-
patrimonio general de las rización e investigación
ciencias sociales y no sólo de sobre la guerra (Balibar,
aquella que se constituyó 2006), este campo de sa-
como nicho original y natu- ber pareciera haberse con-
ral para el trabajo etnográ- solidado como una especie
fico, la antropología. de “lugar común” no sólo
en el mundo de la reflexión
Otra precisión es la de teórica, sino en el ámbito
una delimitación que pone de la acción política. A pe-
distancia de aquella visión sar de la normalización que
que simplifica la lectura de un horizonte de tiempo tan
los procesos de la guerra y significativo supone, al lado
la paz como simples trán- de la abundante historia de
sitos por el reformismo ins- experiencias de guerra, nos
titucional en el marco del encontramos en un momen-
discurso de la paz como to revelador en términos de
“bien supremo” y del de- los alcances y las limitaciones
recho internacional hu- de las redes conceptuales has-
manitario como “fuente ta ahora usadas para dar cuen-
única de legitimación”, ta de uno de los fenómenos
para ir más allá y obser- que mayor atención acarrea en
var la historicidad en nuestra historia.
que ocurren tales acon-
tecimientos, así como Peregrino Rive
ra A rce: Recu
El habilitado de erdos Después del fin de la Segun-
l Bon “Libres de de campaña (1900) , H acien
las formas de apropia- O caña”. M useo
N acional de Co
do el vale. da Guerra Mundial y la creación
lombia.
ción/resistencia que tales discursos del sistema internacional de na-
generan. ciones para el sostenimiento de
Finalmente, si bien en este artí- la paz, que hoy conocemos como Na-
La forma narrativa del texto se culo se presenta un recorrido biblio- ciones Unidas, dos temas en las
plantea desde una presentación do- gráfico importante, este no pretende agendas de seguridad mundial han
ble entre un texto y un meta-texto, ser exhaustivo, pues no se trata de ocupado la atención de esta organi-
en donde se podrá apreciar el lugar inscribir el trabajo como un “estado zación: la primera fue la contención
del debate de los temas planteados del arte”, sino como una apuesta re- de conflictos o la intervención so-
(texto) al tiempo que la posicio- flexiva para mostrar la convergen- bre los mismos durante el período de

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la guerra fría; y en segundo lugar, asistencia y protección de víctimas Latinoamérica y África. Para nues-
las gestiones humanitarias para aten- sobrevivientes, refugiados y despla- tra región sobresalen los casos de El
der la proliferación de conflictos ar- zados internos), y por otro, los me- Salvador (entre 1980 y 1992), Gua-
mados internos, en adelante CAI, canismos de justicia transicional temala (entre 1960 y 1996), Perú
desde finales de los años ochenta (que definen los caminos legitima- (entre 1980 y 2000) y Colombia (con-
hasta nuestros días. dos internacionalmente para las flicto vigente y el de más larga
transiciones del conflicto hacia el duración de la historia contempo-
De esta manera, los CAI se con- post-conflicto). ránea). Todos ellos unidos por la pro-
virtieron en la razón permanente fundidad de los daños asociados con
para que la comunidad de naciones, Estos dos sub-campos, muchos la confrontación y por la compleji-
y las agencias especializadas para tal de los cuales se articulan alrededor dad para el abordaje de salidas
fin, realizaran permanentes llamados de casos históricos y sociedades ob- sostenibles hacia procesos de paz de
para aminorar los daños, mediar o jetos de la intervención (casi todos estirpe social.
apoyar en la resolución de este tipo geopolíticamente clasificados como
de confrontaciones que generalmen- del Tercer Mundo, con excepción de Cada uno de estos casos ha sido
te son catalogadas como “emergen- la experiencia de los Balcanes), objeto de aplicación de los distintos
cias complejas”. De hecho, las entran y salen del horizonte de visi- mecanismos de intervención de con-
Naciones Unidas, para el período de bilidad de la comunidad internacio- flictos, disponibles para su época, en
tiempo de referencia, han tenido nal, tanto por lo hecho como por lo tal sentido, es claro que no son
que realizar sesenta y cuatro llama- dejado de hacer. Con lo hecho hago equiparables entre sí, pues las
mientos para recaudar 11.000 millo- referencia al tipo de mecanismos de especificidades de los actores en con-
nes de dólares para programas de intervención humanitaria desplega- tienda y el tipo de víctimas no son
socorro, y han obtenido 7.000 millo- dos o el nivel de profundidad en la irreductibles a una categoría común;
nes (Fisas, 2004: 65). aplicación de los dispositivos para pero lo que sí ha sido punto de en-
dar cuenta de la verdad, la justicia cuentro, es que cada uno fue lugar
En este sentido, este tipo de fe- y la reparación durante las transi- de experimentación de los disposi-
nómenos se han convertido en un ciones; y con lo dejado de hacer, tra- tivos de intervención humanitaria y
campo de conocimiento especializa- to de señalar los debates sobre la de los procesos de negociación del
do y en un ámbito de intervención intervención tardía o incompleta conflicto bajo la perspectiva de la
política altamente institucionalizado, respecto a los estándares del dere- justicia transicional. De hecho, en to-
pues alrededor de él se articulan cen- cho internacional humanitario y los dos ellos se planteó una comisión de
tros de investigación, agencias derechos humanos. transición o de verdad.
multilaterales y un sinnúmero de sis-
temas de regulación, tanto de tipo De lo que poco se establecen Como en todo campo de saber,
político (como el poder de sanción registros son de las condiciones existe una distribución de objetos,
del Consejo de Seguridad de las Na- internas de tales sociedades vincu- categorías y abordajes metodoló-
ciones Unidas), como de orden jurí- ladas con los procesos de trasfor- gicos que asumen determinadas
dico (por ejemplo, el establecimiento mación política y social que supone convergencias y divergencias de
del Estatuto de Roma y la Corte Pe- plegarse al discurso y las institucio- acuerdo con el peso específico de
nal Internacional). nes internacionales para la gestión cada disciplina. En este trabajo se
de los CAI, y al tiempo, reconocer presenta cómo en dicha distribución
Dentro de este desarrollo insti- las transformaciones endógenas existe un lugar ambiguo y apenas
tucional, han surgido dos sub-cam- que se esperaría complementen la en constitución desde la etnografía
pos especializados en los distintos aplicación de los mecanismos de en escenarios de violencia política,
frentes de lo que aquí llamaremos transición. pues según lo plantea Scheper-
la gestión o la administración de los Hughes y Bourgois (2004: 5) la ma-
CAI: por un lado, las intervencio- Las dos áreas más afectadas del yor cantidad de teorías sobre las
nes sobre crisis humanitarias por vio- planeta por el desarrollo de conflic- causas, significados y consecuen-
lencia política (dedicadas a la tos armados internos han sido cias de la violencia masiva y de los

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genocidios viene de disciplinas lo singular y lo particular a cada La guerra
como la historia, la psicología, la experiencia de guerra y violencia; y la violencia política
psiquiatría, el derecho comparado, incluyendo en dicha crítica la propia como preocupación
los derechos humanos y la ciencia apuesta de la antropología política, en las ciencias sociales
política. pues como plantearon Scheper-
Hughes y Bourgois: “los antropólogos La decisión de usar las dos ca-
En tal sentido, es mi propósito han sido muy lentos, muy ambiguos, tegorías enunciadas busca dar
compartir algunas exploraciones en muy reflexivos y el saber etnográfico cuenta de la manera en que las
donde una perspectiva etnográfica producido muy local” (2004: 4), ciencias sociales abordan el con-
se enfrenta a las formas dominan- cuando de dar cuenta de los con- flicto armado moderno, sin pre-
tes de dar explicaciones y realizar textos de guerra y violencia política tender hacer de ellas un símil,
intervención sobre estos fenómenos. se trata. pues la consolidación de los tér-
Este ejercicio también implica re- minos en la comunidad científica
visar críticamente la guerra y la vio- Pero reconociendo lo anterior, la y en la vida política obedece a
lencia política como objetos de decisión del énfasis propuesto bus- que cada uno de ellos ha tomado
estudio plagados de ideas norma- ca explorar lo que Mertz observa res- un camino explicativo distinto
lizadoras y moralizantes que inhiben pecto a que dentro de una especie de sentido
la discusión crítica y reflexiva so- práctico aceptado tácitamente en
bre los límites conceptuales de di- los antropólogos que trabajan los ámbitos mencionados. Por un
cho campo y, al tiempo, explorar la asuntos relacionados con la vio- lado, el término “guerra” ha sido
manera en que la etnografía de las lencia, han planteado lo inade- convencionalmente aplicado a
crisis políticas puede aportar de ma- cuado de lo estándares y las casos donde el sujeto histórico de
nera diferencial a esta discusión, convenciones de la ciencia la confrontación estaba claramen-
para desde ella recuperar la rela- social, cuando tratan de repre- te definido como un Estado o una
ción con lo particular, en lo que sentar el desorden y la emo- nación, que según Balibar (2006),
Greenhouse denomina la relación cionalidad involucrada en el representa el modelo clausewitzea-
entre inestabilidad política y vida proceso; pues para el momento no puro, es el “sujeto” de la estra-
social (2002: 1); todo para presen- en que contamos una historia, tegia defensiva que al final se
tar cómo el trabajo etnográfico sobre hemos a su vez removido la voz asume victorioso. Para usar una ca-
escenarios de conflictos marcados original a través de la narrativa tegoría filosófica, puede ser identi-
por la aplicación sistemática de vio- de las ciencias sociales, al tiem- ficado con cierta figura típica de
lencia, conduce al replanteamien- po que hemos domesticado y una unidad moderna militar, pue-
to mismo de las nociones con las obliterado gran parte de la inme- blo o Estado, ya sea preexistente, o
que definimos lo político y la pro- diatez y la falta de estructura que construida durante el proceso mis-
pia vida en sociedad. caracteriza tales eventos. (2002: mo de la guerra.
361, traducción mía).
De esta manera, la crisis de la Por su parte, el término “vio-
guerra como sujeto y objeto de co- En otras palabras, el tipo de es- lencia política” ha sido aplicado
nocimiento en las ciencias sociales, cenarios aludidos por Mertz, impli- fundamentalmente en el sentido
justifica este intento de observar la can lo que Mac C. Lewin (2002) de Nieburg (cit. Braud, 2006: 16),
forma en que la aproximación presenta como los límites y la opaci- según el cual, ésta se caracteriza
etnográfica puede ayudar a zanjar dad de nuestro entendimiento, que por un conjunto de actos de des-
esa separación entre lo universal y es a su vez el reto de la etnografía organización y de destrucción y le-
lo singular, lo público y lo privado, para delinear la relación entre cam- siones cuyo objetivo, elección de
lo visible y lo invisible, lo legítimo y pos sociales y estructuras. Condicio- blancos y de víctimas, circunstan-
lo ilegítimo. Este intento no supone nes ambas que nos enfrentan a los cias, ejecución y/o efectos adquie-
en ningún caso abandonar la lectu- límites del lenguaje y a nuestra am- ren un significado político, es decir,
ra crítica ante la tradición totali- bigua forma de representar este tipo tienden a modificar el comporta-
zante o la emergente presencia de de realidades. miento ajeno en una situación de

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negociación con repercusiones paz, en lo que Bobbio (1982), Alliez tecimiento y de los eventos (en este
sociales. y Negri (2003), Scheper-Hughes y sentido, son importantes los traba-
Bourgois (2004), Richmond (2006) y jos de Nagengast (1994), Richani
En tal sentido, la primera dife- Paris (2006), se asume como el con- (2002) y Braud (2006)).
renciación en el uso de uno y otro tinuo guerra-paz-guerra. Achille
término se ha derivado de una con- Mbembe en “Necropolitics” (2003) y Enlace 1: esta secuencia genealó-
dición de escala, donde se advierte Michel Foucault en Society Must be gica de la consanguinidad al tiempo que
que lo que se pone en juego es el Defended (2003) realizan adverten- la diferencia entre las formas de posi-
alcance de la confrontación, lo que cias igualmente dramáticas sobre la cionamiento y la utilización de las no-
comporta una preocupación ciones de guerra y violencia
en la cual la guerra debe ser política, dejan de ser un pro-
un estado transitorio (en tér- blema discursivo y se tornan
minos clausewitzianos, la en un problema material para
política por otros medios), un programa de investigación
mientras que la violencia que apunte a establecer des-
política puede ser una ma- de la etnografía una relación
nifestación naturalizada de con la compresión cercana de
la conformación del sujeto los casos de estudio, al lado
histórico que legítimamente de la crítica conceptual y con-
puede llegar a hacer la gue- siderando las implicaciones de
rra, es decir, el Estado-na- la historicidad propia de cada
ción; pero esta vez no frente caso. En mi experiencia de in-
a otro Estado sino frente a su vestigación sobre las formas
“enemigo interno”. de gestión del conflicto arma-
do colombiano y de la política
Alrededor de estas dos de respuesta al daño asocia-
miradas se han desarrolla- do con la violencia política, los
do múltiples entradas y des- lugares desde donde se lee la
plegado variados esfuerzos guerra, la violencia y la paz,
por capturar analíticamen- han sido parte integral de la
te la guerra y sustituirla por disputa y la confrontación.
la paz. Para el caso colom- En tal sentido, el investigador
biano, Zuleta (2006) afirma debe enfrentarse a un conjun-
que estos esfuerzos fraca- to de lugares comunes y de lu-
saron: la guerra creció y gares prohibidos, unos y otros
junto con ella, los estudios asociados con el momento do-
basados en la moral de la minante del debate público,
soberanía imperialista que sea este en la dirección del pén-
en virtud de una pretendi- dulo hacia la consolidación de
da justicia universal divi- Peregrino Rivera A rce: Recuerdos de campaña (1900), Un veterano de la
revolución. Museo N acional de Colombia.
la confrontación armada. O
niza la paz, su propia paz sea en el sentido de la pacifi-
como marco de referencia científi- artificialidad de la línea que separa cación. El reto de una perspectiva de
ca de la guerra. la guerra y la paz (Richards, 2005). investigación como la mencionada es
superar la trampa del acontecimiento
Dada esta matriz analítica de Es justo en este movimiento que dicta siempre respuestas sobre la
corte moral, al lado de la evolución y donde la polemología gira su aten- coyuntura y la emergencia de dicho mo-
la mutación de las formas y el senti- ción hacia la violencia política, no vimiento pendular y superar los luga-
do de la guerra, lo que terminó por ya en las causas, ni tampoco en las res comunes en la interpretación desde
convertirse en la excepción fue la salidas, sino en las formas del acon- las ciencias sociales que terminan por

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sumarse a la naturalización de cierta desde las discusiones que le dan a agentes internacionales y agentes lo-
forma ser-estar en escenarios de excep- cada caso un carácter no equipara- cales en el mapeo de los conflictos
ción continua y, en tal sentido, resig- ble a otro y, en esa medida, se busca intestinos o encajonados en el do-
narse a respuestas siempre parciales, dar cuenta no de las cercanía o di- minio del discurso de la soberanía
sustancialistas y esencializantes de la ferencias entre los casos, sino de la del Estado-nación (Fisas, 2004;
violencia. manera en que ellos son interveni- Minn, 2007; Frost, 2001).
dos y valorados; de allí los trabajos
En este contexto, la dis- Finalmente, la tercera
tribución del interés de las perspectiva refiere a aque-
distintas ciencias sociales llos trabajos que intentan
frente a la guerra y la violen- dar cuenta de cómo se cons-
cia política como objetos de tituye y se resuelve la rela-
conocimiento no es acciden- ción víctima-victimario
tal. La tensión entre totali- (Zuleta, 2006; Castillejo,
zación y particularización 2007; Theidon, 2006), o
(Zuleta, 2006), estructura y cómo se afrontan los cam-
proceso (Richani, 2002; Ho- bios dramáticos en el orden
ward-Ross, 1993), política y político producto de la vio-
vida social (Greenhouse, lencia (Greenhouse, Mertz,
2002) y entre lo local y lo 2002) y con ellos cómo se
global (Scheper-Hughes y transforman las subjetivida-
Bourgois, 2004), ha sido des en escenarios de guerra
asumida desde varias pers- y violencia prolongadas
pectivas: la primera de ellas, (Das, 2000; Comarrof y
la estructural. Zuleta (2006) Comarrof, 2006). Frente a
–volviendo al caso colombia- todos ellos aparece un caso
no– argumenta que ello ha fuerte sobre lo que ofrece la
supuesto el derrocamiento de especificidad de la etnogra-
la sociología como conoci- fía como antídoto efectivo
miento imperante para la ex- contra este imaginario epi-
plicación de la violencia y, en demiológico de la violencia,
cambio, entronizó al de la a través del cambio de én-
historia, en alianza con la fasis que mira más allá de
economía y la ciencia políti- la respuesta sobre lo que dis-
ca y el derecho comparado. para la guerra, para pregun-
Se dio por sentado una juri- tarse por los énfasis que
dicidad entendida “como la permiten explorar cómo la
tendencia o criterio favora- gente hace la guerra y la paz
ble al predominio de las so- (Richards, 2005).
luciones de estricto derecho
en los asuntos políticos y so- Peregrino Rivera A rce: Recuerdos de campaña (1900),
Enlace 2: ¿una trayecto-
ciales” (Diccionario de la Capitán Gaitán - Mirando al enemigo. Museo N acional de Colombia. ria de investigación con un sen-
Real Academia, II, 1984: tido etnográfico en el marco
805)1 . sobre los conflictos internos y las de relaciones complejas, como las aca-
guerras civiles (Fajen y Yudelman, badas de presentar, debe tratar de res-
La segunda perspectiva, la di- 2001) los análisis socio-históricos so- ponder si es posible una etnografía de
mensión de lo particular, lo local y bre los efectos de la violencia en la la crisis que no quede atrapada en el
la experiencia diferenciada de la sociedad (Pecaut, 2001) y las consi- acontecimiento y pueda dar cuenta de
violencia política, ha sido asumida deraciones sobre la relación entre las condiciones de enunciación desde

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donde construye sus interpretaciones? ra el campo de los llamados “conflict justicia del liberalismo clásico, en
Con condiciones de enunciación trato studies”, pues muchos de ellos no desmedro del reconocimiento a los
de invitar a explicitar las implicaciones necesariamente profundizan los daños de corte masivo y al resarci-
de asumir una y otra de las posiciona- asuntos de violencia política y los miento de carácter colectivo, que no
lidades presentadas, es decir: ¿qué im- que sí lo hacen se concentran en el han sido adecuadamente teorizados
plica una postura de corte estructural comportamiento de los actores, la y que son la condición general en
en términos de su posibilidad de reco- economía política de la confronta- todas las sociedades afectadas por
nocer los puntos ciegos sobre los que ción y la demografía de las víctimas conflictos armados internos de lar-
un enfoque de este tipo se construye, no sobrevivientes. Esta segunda par- ga duración (Colombia) o de alta
todo cuando de generalizar una expli- te de la discusión prioriza la manera intensidad (Ruanda).
cación se trata? ¿Qué aporta el énfasis en que se interviene el conflicto ar-
sobre lo local mas allá de una mirada mado en la perspectiva de su trans- Otra preocupación fuerte en
comprensiva que además establezca re- formación hacia el post-conflicto. esta primera entrada referenciada,
laciones entre los discursivo y lo extra- Más concretamente, se interesa por gira alrededor de las implicaciones
discursivo?, en otras palabras, ¿cómo pensar el “más allá” del conflicto, éticas y las formas de legitimación
la mirada sobre lo cercano, particular en tanto cambio político. que se construyen alrededor de los
y diferencial permite que la etnografía mecanismos de gestión de los con-
pueda ayudar a llevar al límite nues- Dentro de este campo destaco flictos y de su transición, es decir,
tros conceptos (lo discursivo) y cómo cuatro entradas pertinentes para sobre los alcances de la verdad y las
lo emergente en la convergencia de lo esta reflexión en donde se expre- implicaciones de la reparación. A
históricocultural presenta formas alter- san distintos lugares no sólo en el este respecto encontramos los plan-
nativas de enunciación (lo extra- debate teórico, sino en la investi- teamientos de Brooks (1999), Frost
discursivo)? Finalmente, ¿cómo lograr gación empírica. Estos recogen los (2001) y Rotberg y Thompson.
que la entrada privilegiada de la etno- trabajos más significativos para deli- (2000). El punto central en esta dis-
grafía a las subjetividades, y para el mitar el campo de reflexión y acción cusión es el cuestionamiento de has-
caso en discusión, a las subjetividades aquí propuesto. Estas entradas son: la ta dónde las medidas indirectas de
de experiencias de crisis, no se quede teoría política, el análisis jurídico y del la verdad, el otorgamiento de dis-
en las crónicas que con gran sentido derecho internacional humanitario, el culpas y el reconocimiento del daño,
empático y gran riqueza fenome- análisis comparado y las aproximacio- pueden garantizar efectivamente
nológica, sean incapaces de conectar nes histórico-etnográficas. movimientos hacia el sostenimiento
la historicidad y las grandes trayecto- de la paz.
rias co-constitutivas de dichas experien- En primera instancia, abordamos
cias subjetivas? algunas de las discusiones en teoría Finalmente, una de las discusio-
política. Allí se destacan los debates nes más importantes en este primer
sobre los alcances y limitaciones de ámbito de análisis –que al tiempo es
Las nuevas guerras: la noción liberal de la justicia cuan- uno de los puntos menos tratados
sub-campos de saber y do ésta se trata de aplicar en esce- sistemáticamente–, es la crítica a la
poder dentro del narios de guerra o de daños masivos noción liberal de la paz. En este sen-
abordaje de conflictos y generalizados. Los trabajos de tido, Paris (2006) y Richmond
armados internos Barkan (2000 y 2006) y Allen (1999) (2006), critican el carácter episte-
son buenos ejemplos de tales reflexio- mológico no cuestionado otorgado a
La discusión teórica para enmar- nes. El elemento más importante por una idea de paz que sólo da cuenta
car el debate del manejo de conflic- destacar en esta discusión gira de las necesidades de ampliación de
tos armados internos es de tal alrededor de la incapacidad de la los principios básicos del liberalismo:
amplitud que desborda las posibili- perspectiva moderna-liberal para re- el mercado, las instituciones y el
dades de un único texto de reflexión; conocer la necesidad de trascender discurso universalita de los derechos
por tal motivo, esta lectura paralela las lógicas de retribución-compen- humanos. Estos autores ayudan a
del debate internacional y de mi ex- sación individual de los daños, ar- comprender el carácter restrictivo
periencia investigativa no conside- gumento de base en la idea de de las transiciones cuando la paz es

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reducida sólo a las reformas hacia (2004), Nash (2000). De otro lado, de los primeros intentos está en las
democracias electorales, la apertu- están las discusiones sobre cada uno comparaciones en el nivel teórico,
ra económica y el privilegio de de- de los componentes específicos de los entre los sistemas de contención de
rechos individuales. mecanismos especializados en la jus- conflictos o los dispositivos de jus-
ticia transicional, con gran atención ticia transicional, frente a otros
La segunda entrada importante sobre las comisiones de verdad y re- mecanismos de intervención en es-
de producción frente a los mencio- conciliación; aquí se destacan los tra- cenarios de violación de derechos
nados sub-campos de saber dentro de bajos de Teitel (2003), Hayner (2001), humanos de corte más local y me-
las nuevas guerras contemporáneas Espinoza y Ortiz (2001), Ally (1999). nos verticalista –en el sentido de
es el análisis jurídico y del DIH. Este También hay desarrollos sobre el com- la comunidad internacional hacia
ámbito es el más prolífico de todos, ponente de las reparaciones a las víc- sociedades nacionales–; al respec-
ventaja cuantitativa que es muy in- timas de los conflictos, que de hecho to se encuentran los textos de De
dicativa de la centralidad otorgada es el aspecto menos tratado con pro- Greiff y Cronin (2002), Orozco
a esta dimensión en los debates so- fundidad, si se considera la amplitud (2003), Van de Merwe, Dewhirst y
bre la violencia política organizada y en el tratamiento de la tipificación Hamber (1998).
las transiciones conflicto/post-con- de violaciones elegibles y a la discu-
flicto. Cabe preguntarse si la judiali- sión sobre los estándares aceptados El siguiente criterio de compara-
zación de asuntos de alto raigambre en justicia y perdón. Estos debates son ción utilizado es el regional o multi-
político resulta una salida sostenible tratados en Colson (1998), Galaway caso, que da cuenta de manera muy
a problemas tan complejos. En cual- y Hudson (1996), De Greiff (2004). descriptiva y casuística de las formas
quier caso, en este campo encontra- de unos y otros frente a la aplicación
mos trabajos referidos en primer lugar La tercera entrada de desarro- y la cercanía o la distancia del
a la descripción de la batería de dere- llo que es pertinente destacar es la estándar esperado de los acuerdos
chos y disposiciones internacionales del análisis comparado –histórico y internacionales o de los señala-
que se ponen en juego en cualquier político–. Aquí los esfuerzos por mientos de los grandes poderes de la
proceso de intervención sobre con- comparación son diversos, aunque geopolítica global. Se destacan los
flictos armados y en los intentos de no es muy claro el nivel de siste- trabajos de Arnson (1997), Harper,
transición, Call (2004), Lekha Sriram maticidad de estos esfuerzos. Uno (1996), Kritz (1995). Con esta misma

Peregrino Rivera A rce: Recuerdos de campaña (1900), Escorzos de revolucionarios enfermos.


Museo N acional de Colombia.

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lógica son varias las comparaciones allanar caminos hacia la paz. Muy estudios sobre violencia política, ha
entre la comisiones de la verdad y poca discusión se encuentra sobre el sido el esfuerzo metodológico para
reparación, como se puede ver en tipo de paz de la que hablamos, no en dar cuenta de la diversidad de los
Andrews (2003) y Steiner (1997). tanto anhelo de escenario post-con- frentes que se presentan para la dis-
flicto, sino respecto a las implicaciones cusión en este campo. Estas entra-
La cuarta entrada importante a de la presunción teleológica donde la das metodológicas van desde el
destacar es la de corte histórico-etno- paz se asume indistinta y homogé- interés por acceder a los relatos y
gráfica. Es importante regresar a la neamente para todos los actores so- narrativas de los sujetos afectados
precisión inicial, cuando demarcaba ciales que la anhelan o se disputan el por la violencia política –aunque el
esta propuesta del campo de “conflict derecho a definirla. En este contexto, sujeto de la experiencia siempre ha
studies”, pues allí es probable encon- las discusiones internacionales sobre sido del interés de la antropología–,
trar una gran cantidad de trabajo los límites del liberalismo moderno, particularmente en lo relacionado
sobre la historia política de los con- para dar cuenta de conflictos de una con las formas de seguimiento, a las
flictos y sobre la etnografía de casos fuerte base y afectación colectiva, son transformaciones políticas de gran
emblemáticos de victimización. En la de gran pertinencia para el caso co- dimensión y la exploración de los
perspectiva de mi reflexión interesa lombiano. El problema para el inves- intersticios del Estado sobre los que
la relación entre historia política de tigador es cómo introducir el debate se construyen nuevas formas de
la transición y la etnografía de la ac- sobre lo inimaginado o lo inimagina- subjetivación (Greenhouse, 2002).
ción política asociada con tal proce- ble; me refiero a que la noción de un Así mismo, se intentan comprender
so. En tal sentido, destaco los trabajos Estado liberal (en alguna versión de las formas emergentes de organiza-
de Beristain (1999), Boraine (2000), democracia o de poder popular repre- ción social para dar cuenta de la
Elster (2003 y 2004), Lira y Morales sentado en un soberano, sea presiden- capacidad de agencia de los sujetos
(2005), Molina (2005), Castillejo- te, parlamento o partido único) en contextos de profundas crisis
Cuellar (2007). Pero dado que el pro- pareciera ser lo único posible. Así, una institucionales y sociales (Howard-
pósito de este texto no es el de una crítica académica a la clave liberal (de Ross, 2003).
revisión bibliográfica exhaustiva, este reformismo institucional, libre merca-
último componente quisiera desarro- do y discurso universalista del dere- Frente a las maneras de abor-
llarlo desde una discusión meto- cho) para la gestión de conflictos dar la crisis asociadas con la vio-
dológica un poco más detallada, que armados y la construcción de transi- lencia de carácter sistémico, Mertz
considere límites y posibilidades, as- ciones hacia escenarios de paz o paci- (2002: 352) nos ofrece una idea del
pecto que se presenta en el siguiente ficados, es una empresa que nace reto metodológico que implica el
punto. fracasada y, en consecuencia, pare- trabajo etnográfico en estos cam-
ciera confirmar el fin de la historia en pos, cuando se pregunta por ¿cómo
Enlace 3: en mi experiencia de in- términos de Fukuyama. Pero como no configurar un acto cercano de com-
vestigación sobre el conflicto armado nos hemos enfrentado al fin de lo real, prensión de fenómenos donde las
en Colombia con sus peculiares ma- una ciencia social crítica sí debería asu- condiciones básicas de certeza so-
nifestaciones de violencia política, es mir la aventura abismal de adentrarse bre alguna conexión social desapa-
curioso y altamente problemático la en lo inimaginable. recen, o donde la propia fibra de
paradójica centralidad de los discur- la condición humana ha sido
sos sobre la guerra y la paz, al tiem- trastocada?
po que el vaciamiento que se ha hecho Consideraciones
sobre los contenidos del debate en es- metodológicas en el Este reto metodológico y ético se
tos conceptos. De este modo, las prác- abordaje etnográfico ha venido resolviendo sobre la prác-
ticas académicas y socio-políticas de la guerra y la tica de diversas maneras. En primer
parten de esa continua guerra-paz violencia política lugar, frente a los procesos de
como una condición dada, en donde subjetivación construidos alrededor
el trabajo académico define su perti- Lo primero por aclarar es que de la experiencia de crisis extrema y
nencia por su capacidad de dar cuen- uno de los aportes más importantes violencia, una primera entrada que
ta de cómo acontece la guerra o por de las perspectivas etnográficas a los presentan distintos investigadores, es

42 NÓ MADAS NO. 29. OCTUBRE 2008. UNIVERSIDAD CENTRAL – COLOMBIA


el análisis de narrativas que les per- Otro elemento altamente pro- lencia, Herman (1992: 7) plantea la
mite evidenciar las diferentes formas blemático en la aproximación et- tensión entre el deseo del victimario
de racionalizar y de registrar emo- nográfica a estos contextos gira de no hablar del daño, mientras que
cionalmente la experiencia límite del alrededor del lugar de la voz de los las víctimas demandan el reconoci-
sufrir. Un ejemplo de ello es la entra- actores. Aquí caben las preguntas por miento del dolor y de sus pérdidas
da de Warren (2002: 385), quien quién habla, quién silencia, quién (Mertz, 2002: 361).
enfatiza en la necesidad de
identificar en dichas narra- En este sentido, vale la
tivas las estrategias de pena mencionar uno de los
borramiento de víctimas por efectos más importantes so-
parte de victimarios, cuan- bre el lugar de la narrativa
do se ponen en circulación de las víctimas en estas dis-
discursos de una realidad putas por el reconocimiento.
dividida en donde la narra- Me refiero al llamado de Cas-
tiva que se legitima es la del tillejo-Cuellar (2007) por in-
sujeto que produce el daño. corporar a las víctimas como
agentes en la historia, en
Mertz (2002: 357) des- donde la restitución de su voz
taca como Greenhouse se entienda desde la valora-
(2002) va más allá de este ción epistemológica y políti-
choque de ámbitos de la ca del testimonio en tanto
verdad, para explorar experiencia y narrativa en
nuevas concepciones de ejercicio dentro del proceso
la agencia de los sujetos, de restitución de la dignidad
frente a sus formas de res- humana; distanciándose así
puesta a la sujeción de un de las prácticas dominantes
lado o de subjetivación en los procesos de transición
movilizadora del otro. En de la violencia política que
la visión de Greenhouse privilegian el discurso factual
(2002), estas experiencias y forense de datos y hechos
se deben observar como de víctimas anónimas, en
un proceso de desacopla- donde sólo aparecen traduc-
miento entre la agencia y ciones pálidas de la realidad,
la estructura, lo que a su representadas en vocabulario
vez ofrece mayores posibi- controlado y respuestas sin
lidades de superar la ilu- significado histórico y ca-
sión de la concreción en rentes de sentido y valor po-
sociedades que permanen- Peregrino Rivera A rce: Recuerdos de campaña (1900),
lítico en el reconocimiento
temente se están rehacien- A madeo Revolucionario. Museo N acional de Colombia. del daño.
do desde la interacción
(Mertz, 2002: 358). Esta posición nos traduce. A este respecto, Das (2000) También es importante destacar
previene sobre la clásica relación y Poole (2004), exponen cómo el ha- las advertencias de Greenhouse
agencia-estructura versus cambio blante es el administrador privado de (2002) y Richani (2002). La primera
social, pues en procesos donde el poblaciones –que en sus trabajos está se refiere a las dificultades y comple-
cambio deviene de experiencias pro- documentado en la figura del repre- jidades entre actuar en el contexto de
fundas de violencia, las dos prime- sentante de la casta dominante o el violencia y tomar medidas sobre los
ras pierden conexión en un complejo gamonal, en uno y otro caso respec- efectos de la misma, hecho que impli-
e incierto proceso de recreación y tivamente–. Mientras que por el lado ca asumir los retos de la relación
adaptación. del reconocimiento del daño por vio- insider-outsider (Greenhouse, 2002: 8).

JIMÉNEZ-OCAMPO, S.: ETNOGRAFÍA Y CRISIS: ALGUNOS DEBATES Y UNA PRÁCTICA DE INVESTIGACIÓN EN CONTEXTOS DE VIOLENCIA NÓ MADAS 43
Enlace 4: esta relación es parti- tes– la agencia y la estructura pierden lucha histórica de la antropología
cularmente problemática si se consi- su relación vinculante y además, las política contemporánea, al tratar de
dera la sociología política de muchos manifestaciones de la agencia están no caer en los enfoques monolíticos
de los académicos de las llamadas profundamente marcadas por la suje- y generalizantes de la interpretación
economías emergentes, en donde las ción violenta o autoritaria, al tiempo en la distancia.
agendas de investigación están con- que la estructura se hace inenteligible
dicionadas no sólo por las visiones estratégicamente para garantizar el Otra entrada metodológica in-
restringidas e instrumentales de los desarrollo de determinadas estrategias teresante por destacar es la de la
gobiernos en el Tercer Mundo, sino de control social y de legitimación del antropología de los eventos. La estra-
también por los términos de referen- poder. Frente a este escenario el énfa- tegia la plantea Hoffman y Lubke-
cia y las condiciones de finan- sis en la etnografía de lo extraordinario mann (2005), quienes parten de
ciamiento de agencias internacionales en lo ordinario, permite romper esos precisar que los eventos son difíci-
y del mundo de las ONG huma- circuitos cerrados en los que agentes y les de reconocer, pues ellos tienen
nitraristas o del aparato de desarrollo. estructuras se manifiestan en escena- cierta ininteligibilidad. ¿Es un even-
En este escenario se torna inestable rios de crisis institucional por violencia to, un ejemplo o una excepción?
la posición del académico y borrosa política. ¿Manifiesta la estructura, un proce-
su relación entre “estar adentro” y so, una situación o los invalida a
“discutir desde afuera”, sobre todo Los énfasis de Das (2004) so- todos ellos? Un evento es por defi-
cuando los dispositivos de financiación bre las firmas del Estado en la In- nición un momento singular (Hoff-
y control de los resultados comuni- dia o de Poole (2004) sobre los man y Lubkemann, 2005: 316).
cables de la investigación condicionan procedimientos y los movimientos
el desarrollo de agendas de largo de la administración de justicia en La referencia a lo particular po-
aliento y el espíritu crítico frentes a los márgenes del Estado peruano, dría llevar a cierta sustancialización
los agentes de un lado –los guberna- son perfectos ejemplos de este tipo de la explicación de las experiencias
mentales– o hacia el otro –los no gu- de abordajes, en donde a través de asociadas con la guerra y la violen-
bernamentales–. la identificación de los intersticios cia política. Para evitar esta tenden-
del Estado, se hace posible acer- cia, Hoffman y Lubkemann afirman
Por su parte, Richani (2002: 4) carse a la materialidad que asume que “podemos plantear con seguri-
hace un importante llamado a no el mismo frente a los más diversos dad que lo que constituye un even-
minimizar el análisis de las relacio- problemas en la relación agente- to, lo que lo diferencia de un
nes de poder entre los actores des- estructura, al tiempo que permite momento o de otro, frente a su sig-
de una lógica que sólo mira la develar cuando esta última se pre- nificado particular, es que siempre
causas de las disputas y los efectos senta como un borramiento de la es socialmente construido y local-
de las mismas sin tener en cuenta la primera. mente significativo” (2005: 317, tra-
manera en que estas relaciones se ducción mía).
articulan con procesos de más largo De esta forma, Das (2000) re-
aliento y escala, que a su vez pue- cuerda la importancia de estas en- Ante estas dificultades que pre-
den influenciar la posicionalidad de tradas metodológicas que permiten senta el trabajo etnográfico en zonas
los mismos. En síntesis, se plantea plantear debates por las disputas so- en conflicto, cabe preguntarse: ¿cómo
un importante llamado a no hacer bre lo real en la presencia o influen- podemos entonces hacer una etno-
del proceso y la historicidad de los cia del Estado, además de poder grafía de eventos tan complejos?
mismos una caja negra, como ha su- interrogar la vida diaria como lugar ¿Qué tipo de regularidades, si exis-
cedido en muchos de los abordajes de lo ordinario donde acontece los ten, pueden estructurar las irregula-
que planteamos inicialmente sobre extraordinario. Estas posturas son ridades que caracterizan las zonas de
los campos del derecho y la política éticas al tiempo que metodológicas, guerra? y ¿dónde y cómo las podemos
comparada. pues como lo plantea Mertz (2002: encontrar? (Hoffman y Lubkemann:
367), establecen una difícil línea de 2005: 319). Pero tal vez la pregunta
Enlace 5: el reto metodológico sur- separación entre etnografía y acción que comporta mayor complejidad es
ge cuando –como lo mencionaba an- social, lo que en el fondo ha sido la ¿cómo desde un evento se puede ar-

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ticular un comprensión global de lo Enlace 6: una aproximación am- mas de resistir y adaptar los distintos
que acontece y toma lugar en lo lo- plia a los “eventos” que disuelva la dispositivos políticos desde los actores
cal y lo cercano? división entre aquellas definiciones que sociales diversos que cada vez más re-
enfatizan la ruptura, asociadas co- quieren enfrentar los conflictos arma-
Para responder a estas pregun- múnmente con la historia social, y el dos y la violencia política como regímenes
tas, Hoffman plantea con clari- significado de las prácticas sociales, excepcionales, donde los estados de
dad que los eventos ganan su emergencia y transición permanente
fuerza de las imágenes amplias, “guerra-paz-guerra”, se
globales, y de la potencia de las vuelven fuente de legiti-
yuxtaposiciones creativas con mación para los regímenes
las cuales los narradores ofre- autoritarios o pseudos popu-
cen o iluminan las circunstan- lares que se conforman o
cias específicas y las audiencias usan estratégicamente la ad-
con las cuales ellos hablan ministración regulada del
(Hoffman y Lubkemann, 2005: “desorden”.
320). Importante destacar
que estas audiencias en el
contexto de la geopolítica de Conclusiones:
la guerra y los conflictos ar- las fronteras
mados contemporáneos son y los lindes
de carácter trasnacional. De emergentes sobre
nuevo, no sólo desde el diá- los que se inserta
logo o la influencia de los la etnografía de
actores globales macro es- la violencia
tructurantes, sino desde las política
propias redes de actores so-
ciales y de circulación no Mertz plantea una frase
hegemónica de discursos. que parece más una premisa
que tenemos que aprender a
De allí se deriva la asumir como base del trabajo
necesidad de tener en en el mundo académico con-
cuenta que entre las es- temporáneo: “la ciencia social
trategias analíticas más es incapaz de confrontar el do-
importantes compartidas lor, la incertidumbre y la inca-
entre los etnógrafos de pacidad de cierre” (2002: 360,
las zonas de guerra, se traducción mía).
encuentran la manera
en que ellos exploran el Con esta afirmación pode-
inter-juego de la histo- Peregrino Rive
ra A rce: Recu
erdos de campa
mos rastrear a lo largo de la so-
G eneral U ribe
ria y la biografía; sea en U ribe. M useo ña (1900) ,
N acional de Co
lombia.
ciología, la antropología, la
términos de memoria o narrativa, ciencia política y la historia, ám-
de rituales o representaciones; cada que son características desde el pun- bitos y lugares comunes donde se
una de estas contribuciones, ofre- to de vista etnográfico, se constituye presume la presencia de regularida-
cen indicios teóricos sobre cómo la en una fuente central de proble - des que permiten la articulación de
inmediatez de un evento es en gran matización, no sólo en el sentido y múltiples experiencias en una narra-
medida una pregunta por el en- las formas en que se despliegan rela- tiva totalizante. Por el contrario, los
cuentro del sujeto con su pasado tos y discursos que pretenden totali- ejemplos aquí discutidos presentan
(Hoffman y Lubkemann, 2005: zar la memoria colectiva, sino desde esos intentos de dar cuenta de lo no
321). la manera en que se construyen for- totalizable, sin perder de vista la re-

JIMÉNEZ-OCAMPO, S.: ETNOGRAFÍA Y CRISIS: ALGUNOS DEBATES Y UNA PRÁCTICA DE INVESTIGACIÓN EN CONTEXTOS DE VIOLENCIA NÓ MADAS 45
lación con una totalidad, que en del conflicto y de la mediación vio- En conclusión, la etnografía de
muchos casos se presenta opaca e lenta en muchas de las sociedades la crisis y las experiencias límite,
inenteligible. objeto de estudios similares, la úni- permite balancear el peso episte-
ca explicación posible es que se ha mológico y político de muchas de las
Esta entrada permite tensionar construido una cultura de la vio- historias sociales y de las trayecto-
los límites explicativos de diversas lencia. Para justificar tal argumen- rias de vida, que en otras perspecti-
nociones centrales para las ciencias to abundan los estudios de caso vas no pasarían de meras anomalías,
sociales; por ejemplo: nociones como esencializados a través de crónicas reducidas al mundo concreto del día
identidad, donde el movimiento va de y biografías que terminan legiti- a día ordinario, para ser entonces
lo estable a lo mutante; la ley, don- mando la idea de que la violencia resituadas como fuentes fundamen-
de el foco se mueve de la enuncia- es de carácter ontológico y que de tales de saber para la comprensión
ción abstracta a la materialidad de allí surge la capacidad de coexis- de los mecanismos de respuesta y de
su constitución y desarrollo; el Esta- tencia con tan “anómalas” condi- transformación de los escenarios
do, que pasa de la mera abstracción ciones de vida. más desestructurantes de la acción
o fetiche a la concreción desde sus y entendimiento humanos.
mecanismos de sujeción o de legiti- Este argumento se asume desde
mación; los márgenes, que dejan de el tipo de análisis que Palti (2007) cri-
ser el límite no alcanzado por el pro- tica como “tipos culturales ideales”,
greso, para convertirse en el dispo- que para él no son en definitiva sino Cita
sitivo sobre el cual administrar las la contraparte necesaria de los “tipos
estrategias de inclusión-exclusión; ideales” de la historiografía de las
1
Esta posición se inspira en el caso de la
violencia en Colombia, la cual en una
los procesos de subjetivación, que ya ideas políticas. De ahí que Palti afir- lectura del autor de este texto hace evi-
no son la mera incorporación del ma que no es suficiente con cues- dente que el argumento responde a una
acervo histórico cultural, sino que tionar las aproximaciones culturalistas tendencia en las ciencias sociales y no
sólo o una manifestación sui generis del
se convierten en el lugar de entra- para desprenderse efectivamente de caso en mención.
da y de salida de determinados dis- las apelaciones escencialistas a la
positivos de poder. tradición y a las culturas locales como
principio explicativo último. Con-
Estos aportes nos ubican frente tinuando con Palti, es necesario
a una reflexión obligada respecto a penetrar y minar los supuestos episte- Bibliografía
las formas de tratamiento de las ex- mológicos en que tales apelaciones se
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periencias límite asociadas con la fundan, es decir, estructurar de ma- and Social Unity: Political Theory and
violencia política y la crisis institu- nera crítica aquellos “modelos” que The Idea of a Truth and Reconciliation
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ciencia social no dominada por la simplemente como una premisa, como Law Journal, Vol. 49, No. 3, Toronto,
Verano.
normalización, implica evitar la na- algo dado (Palti, 2007: 39).
turalización hecha del discurso de ALLIEZ, E. y Antonio Negri, 2003, “Paz y
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las crisis, al tiempo que nos pone Así, la etnografía, en un sentido Universidad Central - IESCO.
en la necesidad de dislocar las pos- relacional, permite que los casos y
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turas que justifican lo incierto, frag- las experiencias particulares den ciliation Commission: Legislation, Process
mentado y desestructurado, bajo cuenta no sólo de su inscripción o and Evaluation of Impact, Pretoria,
supuestos culturalistas de una es- distanciamiento de determinados U n iversit y of Pret oria - C en t re for
pecie de lugares endógenamente tipos ideales, si no que se convier- Human Rights.
caóticos. ten en la evidencia de los límites ANDREWS, Molly, 2003, “Grand National
conceptuales, discursivos y materia- Narratives and the Project of Truth
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Cuando hablo de los supuestos les de los tipos ideales con los que en: Media, Culture & Society, Vol. 25,
culturalistas, me refiero a la gene- esperamos establecer las conexiones No. 1.
ralizada y simplista explicación de entre Estado y sujeto, o entre agen- ARNSON, Cynthia (ed.), 1997, Comparative
que dada la prolongada presencia cia y estructura. Peace Processes in Latin A merica,

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