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doi: 10.11144/Javeriana.mys18-37.lpba
132 / Mem.soc / Bogotá (Colombia), issn 0122-5197, 18 (37): 132-146 / julio-diciembre 2014
Los estrechos vínculos económicos que mante- Sin embargo, junto a esos posicionamientos basa-
nía con el Imperio británico, la profunda influen- dos en la empatía con ciertos países contendien-
cia política y cultural ejercida por Francia y la tes emergerá paralelamente y en tensión, aunque
abrumadora presencia de inmigrantes europeos de forma menos taxativa, una progresiva toma de
radicados en el país, hicieron que en Argentina, distancia respecto al magisterio europeo y un
y en particular en Buenos Aires, las noticias so- afianzamiento de la identidad nacional. De este
bre el estallido de la Gran Guerra tuvieran una modo, el desconcierto producido por la guerra
gran resonancia. Desde el comienzo del conflicto, europea desata también una serie de reflexiones
la inmensa mayoría de la opinión pública porteña acerca del lugar que ocupa Argentina en el mun-
manifestó abiertamente sus simpatías por la Tri- do y origina un progresivo reajuste en los proyec-
ple Entente a decir verdad por Francia y, en mucha tos de construcción de la identidad nacional que
menor medida, por Inglaterra. En su dimensión tomaban como modelos civilizatorios a algunos
más inmediata, estos alineamientos estuvieron, al de los países que ahora se hallaban involucra-
menos en parte, condicionados por la procedencia dos en una contienda bélica de grandes dimen-
de la información, la cual estaba sometida a fuer- siones. En ese juego, entre la herencia simbólica
tes manipulaciones en favor de los aliados gracias recibida y la activa resignificación local, la pren-
al monopolio de la agencia Havas sobre el merca- sa porteña descifrará los contornos de la Gran
do sudamericano de comunicaciones y al control Guerra, al tiempo que abona nuevas reflexiones
por parte de las compañías británicas de cables sobre la identidad y la cultura nacional confor-
submarinos de los principales medios de transmi- madas al calor de las fricciones propias del ver-
sión de la información. Sin embargo, más allá de tiginoso proceso de modernización económica y
la capacidad para formar opinión que pudo ha- social iniciado a partir de 1880.
ber tenido la información procedente de Europa, El análisis de las estrategias interpretativas y de
los diferentes alineamientos de la opinión públi- los diferentes alineamientos de la prensa porte-
ca local no pueden comprenderse únicamente por ña durante los meses iniciales del conflicto per-
la manipulación informativa y la tendencia de las mite afirmar que la Primera Guerra Mundial
noticias internacionales que publicaban los dia- constituyó un acontecimiento catalizador del in-
rios de Buenos Aires. terrogante sobre la identidad nacional en Argen-
Frente al nuevo escenario europeo marcado por el ini- tina pues, al tiempo que dinamiza el juego de
cio de la guerra, emergieron un conjunto de pro- selección de afinidades con lo europeo, la cons-
blemas derivados de mirar a una serie de «otros» ternación producida por el estallido de la gue-
que han venido oficiando de referentes culturales rra en el Viejo Continente reabre el debate sobre
y como modelos de sociedad –construidos inclu- los alcances y las potencialidades de la cultura
so, frecuentemente, como faros prescriptivos– los nacional. Las respuestas ensayadas por la pren-
cuales aparecen ahora enfrentados, desatando una sa porteña a los interrogantes sobre la auténtica
verdadera ruptura civilizatoria. Mirada desde Ar- identidad nacional y la evaluación de los modelos
gentina, la Primera Guerra Mundial desencadena a seguir en Europa luego del inicio del conflicto
una serie de inconvenientes para una cultura na- bélico permitieron la reafirmación de un nacio-
cional que tradicionalmente se miraba de forma nalismo cosmopolita que, sin rechazar de plano
especular con Europa y que ahora debe redefinirse la herencia de la cultura europea, se autorrecono-
a partir de una imagen trágica que el Viejo Mun- ce en la experiencia pacífica de la Argentina pos-
do le devuelve tras haber sido durante años el mo- terior a la conformación del Estado nacional en
delo paradigmático a seguir para las élites locales. 1880. Esas características lo ubican más próximo
Es por ello que diferentes sectores de la opinión del llamado «nacionalismo del Centenario» que
pública porteña y de la prensa se vieron llamados de los movimientos nacionalistas que florecerán
a tomar partido por ciertas naciones en pugna, es en Argentina a partir de la primera posguerra.
decir, a adscribir a determinados modelos nacio- El objetivo de este artículo es analizar, desde la
nales considerados afines o en los cuales debería perspectiva de la historia cultural de la pren-
nutrirse la cultura argentina. sa, la emergencia de un conjunto de reflexiones
La prensa de Buenos Aires ante «el suicidio de Europa» / Emiliano Gastón Sánchez / 133
y representaciones sobre el papel de Argentina sido analizada por algunas de las investigacio-
ante el inicio de la Gran Guerra, tomando para nes que han comenzado a sustraer el estudio de
ello un amplio conjunto de publicaciones perió- las repercusiones ocasionadas por la Gran Gue-
dicas de Buenos Aires durante la fase inicial del rra en Argentina de sus ámbitos historiográficos
conflicto, comprendida entre el asesinato del ar- más tradicionales, como son la historia econó-
chiduque Francisco Fernando en Sarajevo, el 28 mica y los avatares sobre la política exterior du-
de junio de 1914, hasta finales de diciembre de rante los años del conflicto1. Sin embargo, dichas
1914. Esta delimitación del objeto de estudio indagaciones no han insistido lo suficiente sobre
se justifica por varias razones. En primer lugar, la importancia de la fase inicial de las repercu-
por una cuestión cuantitativa: durante esos me- siones del conflicto en la opinión pública por-
ses iniciales del conflicto los periódicos porteños teña y en la prensa periódica de gran tirada. En
publicaban diariamente una enorme cantidad de su artículo sobre la prensa argentina y brasile-
información relacionada con la guerra que cons- ña frente a la Gran Guerra, Olivier Compagnon
tituía la gran novedad del momento. En segundo afirma que, durante los meses iniciales del con-
lugar, en ese breve periodo es posible constatar la flicto, la prensa de Buenos Aires otorgó un lugar
existencia de una serie de núcleos temáticos im- secundario a la cobertura de la conflagración eu-
portantes, como la querella sobre las responsabi- ropea, abocándose a otros acontecimientos como
lidades por el estallido de la guerra, los primeros la muerte de algunas figuras rutilantes de la polí-
alineamientos de la opinión pública porteña y la tica local, como el presidente Roque Sáenz Peña
invasión alemana de Bélgica, los cuales influye- o el ex presidente Julio Argentino Roca y a los
ron y enmarcaron las reflexiones sobre la iden- vaivenes políticos de la Revolución Mexicana2.
tidad nacional que se produjeron al calor de los Sin embargo, basta con hojear los principales dia-
meses iniciales del conflicto. Y, en tercer lugar, la rios y revistas de Buenos Aires para constatar
opción de un corte en la periodización hacia fi- que el inicio de la Gran Guerra fue un asunto
nales de 1914 responde también a una percep- neurálgico para la prensa local y que, si bien los
ción propia de los contemporáneos. Concebida
inicialmente como una guerra breve, más cercana
1 Para una mirada de conjunto acerca de la historiografía sobre las
a las campañas decimonónicas que a la guerra in- repercusiones de la Gran Guerra en Argentina, me permito remitir
dustrial de masas en la que se transformará luego, a Emiliano Gastón Sánchez, «Ecos argentinos de la contienda
europea. La historiografía sobre la Gran Guerra en la Argentina»,
los altos mandos militares y los líderes políticos Políticas de la Memoria. Anuario de investigación e información
de todas las naciones combatientes proyectaban del CeDInCI, no. 13 (verano 2012/13): 163-169.
pasar la «Navidad en casa». Lejos de esas aspira- 2 «Lorsque la guerre éclate en Europe au cours de l’été 1914, on
pourrait presque dire qu’elle passe inaperçue tant on peine à trouver
ciones, el fin de 1914 muestra un panorama mu- des relations de la mobilisation et des premiers combats. Même
cho más sombrío marcado por la emergencia de la bataille de la Marne, premier tournant militaire important qui
rompt l’avance allemande vers Paris en septembre, n’est évoquée
un nuevo tipo de combate, la guerra de trinche- que très marginalement ; quelques brèves, çà et là, évoquent
ras, que nadie sabe a ciencia cierta cómo resol- ce que l’on nomme fréquemment ‘les événements européens’.
ver. Ese panorama, que abre a un nuevo periodo L’actualité argentine est dominée pendant tout le mois d’août
par le décès brutal du président de la République Roque Sáenz
de la guerra marcada por el estancamiento de los Peña, tandis que les derniers développements de la Révolution
frentes que se tradujo en una guerra de posicio- mexicaine […] occupent l’essentiel des rubriques internationales
dans la presse des deux pays ». Cf. Olivier Compagnon, «‘Si loin, si
nes, sobre todo en el frente occidental, también proche…’ La Première Guerre mondiale dans la presse argentine
se hace presente en los balances de fin de año de et brésilienne», en L’envers de la médaille. Guerres, témoignages
la prensa porteña y abre una nueva etapa en la et représentations, ed. Jean Lamarre y Magali Deleuze (Québec:
Les Presses de l’Université Laval, 2007), 79. La misma idea es
cobertura mediática del conflicto. reiterada en su reciente libro («La presse, en effet, n’accorde
Esa delimitación temática y cronológica responde encore qu’une place secondaire au traitement d’un conflit dont
la plupart des observateurs imaginent qu’il sera bref» y «l’étude
también a una apreciación sobre las investigacio- de la presse ne révèle pas une véritable mobilisation des sociétés
nes precedentes que han estudiado el impacto de pendant les premières semaines du conflit»), insistiendo en que,
la guerra sobre la identidad nacional. En los úl- por entonces, la actualidad americana ocupaba un rol central en
la prensa de Argentina y Brasil. Cf. Olivier Compagnon, L’adieu
timos años, la cuestión sobre la crisis identita- à l’Europe. L’Amérique latine et la Grande Guerre (Argentine et
ria que trajo aparejada la contienda europea ha Brésil, 1914-1939) (París: Fayard, 2013), 35 y 64.
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visuales y textuales discordantes e incluso antagó-
nicos, independientemente de una tendencia más
o menos evidente en la política editorial del diario
o la revista en cuestión.
Pero además, dadas las características específicas
que rodearon a dicha crisis, las conclusiones que
extrae la autora sobre la discusión en torno a la
cuestión nacional son difícilmente extrapolables
a otros momentos de la repercusión de la Gran
Guerra en Buenos Aires. La excesiva ponderación
de esa particular coyuntura de 1917 pierde de vis-
ta que el debate en torno a la identidad nacional es
concomitante al estallido de la Gran Guerra y que,
en el ámbito de la prensa periódica de gran tirada,
su alcance incluye una serie de rasgos no contem-
plados por las investigaciones precedentes.
piación de estas ideas en Argentina véase, Marcelo Montserrat, Fantasías científicas de la Argentina del siglo xix (Buenos Aires:
«La mentalidad evolucionista: una ideología del Progreso», en Santiago Arcos, 2012).
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Es por ello que, como ha señalado Tulio Halperín trajo aparejado también una inquietud sobre la
Donghi, para las élites argentinas el estallido de identidad y la cultura nacional que se tradujo en
la Gran Guerra representó una una serie de reflexiones sobre el legado del ma-
gisterio europeo en Argentina.
[…] disolución de esa visión lineal y ascendente del En rigor, ese interrogante sobre la naturaleza de la
proceso histórico que en el siglo anterior había mar-
cado con su signo la fe colectiva de una Europa en cultura nacional y los destinos de la nación no
ascenso y, en la Argentina se había encarnado en esa era novedoso, sino que, por el contrario, formaba
otra fe nacional que había alcanzado su formación parte del sentido común de las élites argentinas
más elocuente en la obra histórica de Mitre9.
desde 1880. De hecho, en las imágenes y los dis-
cursos activados a partir del estallido de la Gran
En sentido análogo, para un importante espectro de Guerra es posible verificar un retorno a varios de
la prensa porteña la Primera Guerra Mundial re- los temas que marcaron las discusiones del llama-
presentó una ruptura respecto de ese legado eu- do «nacionalismo del Centenario». En Argentina,
ropeo, y esa puesta en duda de la linealidad del este sintagma hace referencia a un tipo de nacio-
progreso estuvo íntimamente asociada con una nalismo que es ante todo liberal y que rechaza
temprana percepción de un agotamiento del ciclo una idea de la nacionalidad centrada exclusiva-
civilizatorio europeo, que coincidía en señalar sus mente en la pertenencia a una cultura en común
raíces en la destrucción de los valores morales oca- y, por ende, orientado hacia el pasado. Lejos de
sionada por los placeres mundanos de la cultura ello, postulaba que la elaboración de una cultu-
materialista y secular de las sociedades burguesas10. ra nacional debe abrirse hacia el futuro y anclar
En ese nuevo clima de ideas producido por el des- su construcción en diferentes aspectos específicos
encadenamiento de la guerra y a partir de su in- del proceso histórico argentino como, por ejem-
terpretación como un agotamiento del ciclo plo, la inmigración masiva12. Sin embargo, a dife-
civilizatorio europeo, emergerán una serie de rencia del clima autocelebratorio que acompañó
reflexiones sobre la cuestión nacional. Obser- los festejos de 1910, cuando Argentina cotejaba
vada desde la distancia y al amparo de la neu- orgullosa sus progresos con los de Europa, lue-
tralidad decretada por el gobierno argentino, la go del estallido de la guerra para un amplio sector
Primera Guerra Mundial desencadenó un con- de la opinión pública porteña el Viejo Continen-
junto de problemas para una cultura nacional en te deja de ser el modelo paradigmático a seguir.
formación que tradicionalmente se miraba de Probablemente José Ingenieros fue uno de los inte-
forma especular con Europa, obligada a redefi- lectuales argentinos que mejor expresó ese doble
nirse a partir de una imagen trágica que el Vie- movimiento de diagnóstico de la Gran Gue-
jo Mundo le devuelve tras haber sido por años rra como una fractura civilizatoria acompañado
el modelo paradigmático a seguir para las élites por un desplazamiento temático hacia «lo na-
locales11. De esta manera, el inicio de la guerra cional». Partiendo de una noción de decadencia
y de un agotamiento del ciclo civilizatorio euro-
peo, comenzó sus indagaciones sobre lo que él
9 Tulio Halperin Donghi, Vida y muerte de la República verdadera
(1910-1930) (Buenos Aires: Ariel, 1999), 66.
10 Ante el estallido de la guerra, el diario La Mañana afirmaba: «Europa
liquida su era civilizadora, su era benéfica de trabajo y justicia, y se y Bélgica», en Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, Argen-
entrega a una alucinación brutal de hundimiento. Una larga sub- tina, El libro azul. Documentos y actos de gobiernos relativos a la
versión de valores morales ha traído, con el relajamiento espiritual, guerra en Europa (Buenos Aires: Establecimiento Gráfico Enrique
la exaltación de la fuerza exclusiva, y apagado el genio creador y L. Frigueiro, 1919), 4-6. El texto del decreto fue reproducido por
pacífico, se desploma en esa conflagración cuyo resultado posible casi todos los diarios porteños.
es tan obscuro y expone al continente europeo al predominio de 12 Véase Carlos Payá y Eduardo Cárdenas, El primer nacionalismo
los elementos subalternos, que han desencadenado la catástro- argentino en Manuel Gálvez y Ricardo Rojas (Buenos Aires: Peña
fe, los elementos de la sordidez material y de la potencia bruta». Lillo, 1978); Lilia Ana Bertoni, Patriotas, cosmopolitas y naciona-
«La guerra», La Mañana [Buenos Aires], 2 de agosto, 1914, 1. listas. La construcción de la nacionalidad argentina a fines del si-
11 Luego del ingreso de Inglaterra en el conflicto bélico, el 4 de glo xix (Buenos Aires: fce, 2001); Fernando Devoto, Nacionalismo,
agosto de 1914, Argentina declaró la «más estricta neutralidad» fascismo y tradicionalismo en la Argentina moderna. Una historia
frente al estado de guerra entre «naciones amigas». «Decreto de- (Buenos Aires: Siglo xxi, 2006), 47-119 y María Teresa Gramuglio,
clarando la neutralidad de la República en el estado de guerra Nacionalismo y cosmopolitismo en la literatura argentina (Rosario:
entre Austria-Hungría, Servia, Rusia, Alemania, Inglaterra, Francia emr, 2013): 69-205.
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con Francia o Inglaterra, desde el punto de vista es uno de los pueblos de la tierra que, por causas y
económico la posición que más le convenía a las circunstancias varias, ha de experimentar sus re-
élites locales era la neutralidad pues les permiti- percusiones ruinosas en menor escala»18. Por ello
ría seguir vendiendo los productos agropecuarios llamaba a mantener la calma y a dejar de lado ese
a sus clientes tradicionales ahora más necesitados «estado de sobreexcitación irreflexiva» que se ha-
que nunca de ellos. Incluso antes de que estalla- bía apoderado de la opinión pública, el cual «de-
ra la guerra, un editorial del diario La Tarde de- berá ceder a la observación razonada, a cuya luz
claraba «hacemos íntimos votos por la paz pero se descubre que por poderoso que sea el conta-
si para ello resultaran inútiles todos los esfuerzos gio de la inmensa perturbación del viejo mun-
humanos, nuestro país venderá a precios excep- do, sus expansiones exteriores no alcanzarán a
cionales sus stocks de trigo, maíz, avena, carne, comprometer, en lo más mínimo, los destinos de
etc.»16. En sintonía con esta mirada, y a pesar de la República Argentina». Europa, socio comer-
la existencia de una cierta congoja por el destino cial predilecto de la Argentina agroexportadora
Europa, en las semanas iniciales de la contien- y principal inversor en el país, es ahora un conti-
da es posible advertir la emergencia de un difu- nente asediado por el flagelo de la guerra, lo que
so pero palpable nacionalismo económico, por obliga a una mirada introspectiva sobre las po-
lo general, tramado con una defensa de la neu- tencialidades de Argentina para atravesar la crisis
tralidad estatal. Desde esta perspectiva, la Gran económica. Aunque insertas en la trama discur-
Guerra era presentada como una ocasión estu- siva y conceptual del liberalismo económico, este
penda para el porvenir de la economía nacio- tipo de discursos revela una marcada tendencia
nal. El diario La Prensa resumía este decálogo a prestar mayor atención a las necesidades del
de pragmatismo económico con estas palabras: mercado nacional y a lo que más imprecisamen-
«aunque en el orden de la solidaridad humana te se denomina como «nuestro orden económi-
siga conmoviéndose hondamente el espíritu ar- co, comercial, financiero y monetario», «nuestros
gentino, no existe ya inconveniente en declarar propios intereses» o «nuestros recursos»19.
que los efectos económicos de la magna tragedia
han de obrar de una manera favorable en el valor
de nuestra producción»17. 18 «Repercusión de la guerra en la Argentina», La Prensa [Buenos
Si bien desde 1913 la economía argentina eviden- Aires], 2 de agosto, 1914, 6. Las medidas aprobadas por el ga-
binete del Dr. De la Plaza en la reunión del domingo 2 de agosto
ciaba algunos problemas –que al día de hoy los fueron: un decreto de feriado cambiario y bancario del 3 al 8 de
historiadores debaten si se debían al estallido agosto; una moratoria interna por treinta días; el cierre de la Caja
de la guerra en los Balcanes o bien respondían de Conversión; la autorización a la Caja de Conversión a redes-
contar documentos comerciales del Banco de la Nación; facul-
a problemas endógenos–, y a pesar de que el ini- tar a las legaciones para recibir el pago en oro de los deudores
cio de las hostilidades produjo graves complica- de firmas argentina para luego remitirlo al país y la prohibición de
exportar oro, trigo y harina. Véase Ricardo Weinmann, Argenti-
ciones en el ámbito comercial y financiero, los na en la Primera Guerra Mundial. Neutralidad, transición política y
periódicos locales mostraban un aplomado opti- continuismo económico (Buenos Aires: Biblos – Fundación Simón
mismo respecto de las consecuencias económicas Rodríguez, 1994), 39-41.
19 Si bien en la coyuntura de la guerra hubo una mayor demanda
que el conflicto podía ocasionar en Argentina. A de intervención del Estado en la economía, los diarios más tra-
raíz del paquete de medidas económicas tomadas dicionales como La Nación recordaban que ese tipo de medidas
«entrañan una verdadera intervención dictatorial en el manejo
por el gobierno de Victorino de la Plaza, el diario libre de la vida comercial y financiera», solo justificable por la gra-
La Prensa afirmaba que «la República Argentina vedad de la situación. «El momento financiero», La Nación [Bue-
nos Aires], 4 de agosto, 1914, 8. Ese intervencionismo estatal será
seguido muy atentamente por los periódicos más tradicionales
para evitar que se produzcan «excesos» por parte del Estado. Por
16 «La guerra», La Tarde [Buenos Aires], 31 de julio, 1914, 1. ejemplo, ante la medida de alojar en el Hotel de Inmigrantes a las
17 «Oportunidad para el desarrollo de la viticultura», La Prensa [Bue- personas que se encuentren en la indigencia por falta de trabajo,
nos Aires], 18 de agosto, 1914, 5. Por su parte, La Nación sostenía: La Prensa se opuso duramente recordando que «hasta ahora, el
«Nuestro fondo de riqueza lo constituyen las carnes y los cereales, concepto de la misión del Estado entre nosotros, ha sido el garan-
alimentos que en los desarrollos eventuales del conflicto son ele- tizar y facilitar el libre desenvolvimiento de las actividades, como
mentos tan decisivos como el poder militar o la fuerza financiera. requisito indispensable para contribuir al progreso nacional». «El
Ellos han de pagarse a buen precio». «Los efectos de la guerra», 1 gobierno y los obreros sin trabajo», La Prensa [Buenos Aires], 21
de agosto, 1914, 8. de agosto, 1914, 8.
20 «Deberes populares», La Razón [Buenos Aires], 3 de agosto, 1914, 4. 22 «Los engranajes comerciales», La Prensa [Buenos Aires], 17 de
21 «El cataclismo europeo. Sus consecuencias económicas», La agosto, 1914, 7.
Prensa [Buenos Aires], 7 de septiembre, 1914, 5. 23 «El novillo», La Mañana [Buenos Aires], 25 de agosto, 1914, 1.
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a 1.575.000 habitantes. Dicho crecimiento fue discreta continencia de quienes se sienten en un lu-
el resultado de la participación argentina en las gar de hospitalidad común a todos, verdadero cam-
po neutral donde los aires de buena paz suavizan el
corrientes de migración atlántica, lo cual expli- calor de los espíritus erguidos por la lucha. Mañana,
ca que en vísperas de la Primera Guerra Mun- muchos de ellos habrán partido para sus respectivos
dial aproximadamente el 30% de los habitantes países, adonde el deber ante el peligro de la patria
los llama y se encontrarán quizás frente a frente en
del país fueran extranjeros, un porcentaje que au- el violento conflicto de la cólera guerrera, buscándose
mentaba notablemente en las grandes ciudades con saña el corazón enemigo; pero entretanto, aquí,
como Buenos Aires donde cerca del 50% de la en el tranquilo suelo de América nada los empuja a
unos contra otros y leen codeándose y respetándose,
población estaba constituida por extranjeros24.
sin violencia de ánimo, las noticias que anuncian el
Los comentarios en torno al comportamiento de esa principio de la guerra en sus respectivos pueblos26.
variopinta masa de extranjeros que habitaban en
la ciudad permiten reevaluar algunos elementos A la luz del estallido de la guerra, la autoafirmación
destacados del pasado nacional como la inmigra- de algunos de los rasgos más sobresalientes de la
ción y trazar una reivindicación del cosmopolitis- reciente historia nacional produce una mirada sa-
mo considerado como un elemento característico tisfecha sobre la experiencia argentina que pue-
de la cultura nacional25. Es por esto que la cruda de vanagloriarse de haber sabido conjugar, en el
realidad de la guerra causada, entre otras cosas, marco de un proceso de modernización vertigino-
por los odios nacionalistas que signaban Euro- so, un acelerado crecimiento económico y material
pa contrasta con la presencia en Buenos Aires de con una evolución histórica relativamente pacífica.
miles de ciudadanos de las naciones beligerantes Esto ocurrió así ya que, al menos desde su confor-
los cuales han sabido convivir en un clima de paz mación como Estado nacional, no había interveni-
y de respeto mutuo. En este sentido, el diario La do en ningún conflicto bélico internacional y había
Nación comentaba con cierta jactancia: dejado atrás el fantasma de la guerra civil que la
acompañara durante gran parte del siglo xix.
Es de notarse con complacencia: entre esos enemigos
que allá empuñan las armas los unos contra los otros,
En las páginas de los diarios y las revistas de Bue-
no se ha producido aquí ninguna salida de tono. Todos nos Aires, la imagen de la Argentina pacífica del
van en busca de sus noticias, las leen codeándose, con «crisol del razas» emerge como el epítome de una
entusiasmo o grave silencio, según lo que ellas dicen representación del Estado y del pueblo argentino
al alma de cada cual, y se retiran comentándolas con
como esencialmente cosmopolita, pacífico y to-
lerante. Da paso a una alabanza de las libertades
24 Véase Gino Germani, Política y sociedad en una época en tran- democráticas imperantes en el país y revela de
sición. De la sociedad tradicional a la sociedad de masas (Bue-
nos Aires: Paidós, 1962), 179-216; aa.vv, «La ciudad en el Censo
qué manera ciertos valores universales como la
Nacional de 1914. Tercer Censo General», Población de Buenos libertad y la democracia podían ser reivindicados
Aires, no. 8 (2008): 83-94. En 1914 los porcentajes de la población
simultáneamente por los defensores locales de la
extranjera según su origen eran los siguientes: italianos (40,6%),
españoles (36,3%), franceses (3,5%), británicos (1,2%), suizos francofilia y, a su vez, por aquellos interpretes de
(0,6%), alemanes (1,1%), rusos (4,1%), austro-húngaros (1,7%), la guerra más abocados a reevaluar las caracterís-
sirio-libaneses (2,8%). Vicente Vázquez Presedo, El caso argentino:
migración de factores, comercio exterior y desarrollo, 1875-1914
ticas centrales de la identidad nacional:
(Buenos Aires: Eudeba, 1971), 94.
25 «La particular contextura de la sociedad argentina, hija de un […] esta tranquilidad de Buenos Aires es algo honro-
heteróclito cosmopolitismo, hace que sintamos vivamente las so para el país y algo que tiene que ratificarnos en el
consecuencias de la espantosa tragedia. Conviven con nosotros, culto a la libertad, pues ella es la fuerza que une sin
aportando a nuestro progreso su esfuerzo, elementos de todas ahogar. No es el «yo» imperial que acaba de estallar
las naciones en lucha: ingleses, franceses, alemanes, austríacos,
en Europa ni una fórmula de intereses; es la libertad
belgas. Han formado hogares en nuestro país, hogares en que ha
buena para todos […]27.
de sentirse hoy la vibración trágica de sus patrios lares, avivando
el hondo amor por la nostalgia y acentuada exaltación del espíritu
de raza por la solemnidad del momento. Multitud de argentinos,
hijos de estos hogares, sentirán por contaminación del espíritu 26 «La conflagración europea. Su influencia en nuestro país», La Na-
familiar, las vibraciones del alma de sus padres. Por esto, la trage- ción [Buenos Aires], 5 de agosto, 1914, 9. En el mismo sentido
dia europea repercute entre nosotros con tal variedad de matices véase «La actitud de Buenos Aires», La Nación, 5 de agosto, 1914,
emocionales, sacudiendo el espíritu argentino en las formas más 8 y «Repercusión del conflicto en la Argentina», La Razón [Buenos
diversas». «La guerra en el continente europeo», La Prensa [Bue- Aires], 4 de agosto, 1914, 2.
nos Aires], 5 de agosto, 1914, 7. 27 «Libertad y respeto», La Mañana [Buenos Aires], 4 de agosto, 1914, 1.
La prensa de Buenos Aires ante «el suicidio de Europa» / Emiliano Gastón Sánchez / 143
británicas de cables submarinos de los principa- comportamiento de los connacionales de los paí-
les medios de transmisión de la información. Sin ses combatientes que residían en Buenos Aires no
embargo, más allá de la capacidad para formar solo dieron lugar a una revalorización de la inmi-
opinión que pudieron haber tenido estas noti- gración europea y el cosmopolitismo sino también
cias procedentes de Europa, los diferentes alinea- a un tercer elemento constitutivo de ese nacionalis-
mientos de la opinión pública local no pueden mo cosmopolita: el pacifismo. De esta manera, esa
comprenderse únicamente por esa manipulación representación de la Argentina pacífica del «crisol
informativa. Los estrechos vínculos económicos, de razas» será el epítome de una imagen del Esta-
políticos, demográficos y culturales que ligaban a do y del pueblo argentino que emergerá en tiem-
Argentina con Europa habían forjado, con ante- pos de la Gran Guerra como el resultado de un
rioridad al estallido de la guerra, diversas afinida- renovado interrogante sobre la cuestión nacional.
des con algunos de los países contendientes que Por último, este análisis permite realizar un seña-
también permiten analizar los posicionamientos lamiento de tipo metodológico en relación con
de los diarios porteños frente a la Gran Guerra. cierta tendencia de la historiografía a lanzar una
Junto a esos diferentes posicionamientos, se ha cons- mirada rápida sobre los inicios de la Gran Guerra
tatado la emergencia de una serie de interpretacio- para concentrarse decididamente en la conflictiva
nes que caracterizaron a la conflagración europea coyuntura que jalona gran parte del año de 1917.
como un verdadero «suicidio de Europa». En las Observar la «instantánea» que arroja ese parti-
páginas de las publicaciones periódicas de Bue- cular momento de las repercusiones de la guerra
nos Aires, ese temprano diagnóstico de la guerra en Buenos Aires en detrimento de una perspec-
como una crisis civilizatoria dio lugar a una serie tiva de largo plazo es una opción arriesgada ya
de reflexiones sobre el legado europeo en Argen- que puede llevar a considerar como novedosas
tina y a un interrogante sobre la identidad nacio- algunas interpretaciones de la guerra –la guerra
nal. Como en un juego de espejos, el estallido de como un choque entre la «civilización francesa»
la Gran Guerra produce una mirada introspectiva y la «barbarie alemana»– que ya estaban presen-
que permite reevaluar positivamente ciertos ele- tes desde los primeros meses de conflicto, en par-
mentos del pasado nacional reciente. En primer ticular luego de la invasión y ocupación alemana
lugar, la condición de país agroexportador pues, a de Bélgica y de los departamentos de la fron-
pesar de la existencia de una cierta congoja por tera francesa en el verano europeo de 1914. Lo
el destino Europa, en las semanas iniciales de la mismo ocurre con lo que la historiografía que ha
contienda es posible advertir la emergencia de un examinado el impacto de la Gran Guerra en las
nacionalismo económico, por lo general tramado reflexiones sobre la identidad nacional ha dado en
con una defensa de la neutralidad estatal. Desde llamar el «nacionalismo aliadófilo»30, basado en el
esta perspectiva, la guerra europea era presentada cosmopolitismo resultante del «crisol de razas» de
como una ocasión estupenda para el porvenir de la la Argentina liberal, cuyos principales rasgos ya
economía nacional. Es por ello que, más allá de las estaban presentes en la prensa porteña desde el
simpatías con Francia o Inglaterra, desde el punto inicio mismo de la Gran Guerra.
de vista económico la posición que más convenía
a las élites locales era la neutralidad pues les per- Bibliografía
mitiría continuar vendiendo los productos agro-
pecuarios a sus clientes tradicionales ahora más Fuentes primarias
necesitados que nunca de ellos.
En segundo lugar, la Gran Guerra operó como un Diarios
revitalizador de un nacionalismo cosmopolita que El Nacional
reivindicaba la experiencia del «crisol de razas» «Turf». El Nacional [Buenos Aires], 14 de agosto,
y que, si bien no rechazaba de plano la influen- 1914, 1.
cia de la cultura europea, proponía la necesidad
de adaptarla al medio local. En este sentido, los
diferentes discursos que ponderaron el correcto 30 Cf. Tato, «Nacionalismo», 59 y «La disputa», 248.
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Cómo citar este artículo
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