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Un Futuro Presente Las Luchas Territoria PDF
Un Futuro Presente Las Luchas Territoria PDF
Diego Domínguez*,
Pablo Lapegna** y Pablo Sabatino***
Desde la década de 1970 se empezó a operar un cambio en Argentina, que modificaría su estructura social y econó-
mica, pero también su configuración territorial. Se trata de una gran transformación en las territorialidades, pero principal-
mente en su espacio agro-rural. Nuestra hipótesis señala que se está desplegando en los mundos rurales una racionalidad
productiva que instaura territorialidades excluyentes, entrando en conflicto con otras formas de territorialización, como
aquellas que –entre otras– desenvuelven las agriculturas familiares y las comunidades originarias.
Palabras clave: territorio, campesinos, conflictos, agricultura industrial, exclusión, resistencia.
Desde os anos 1970 começou-se a operar uma mudança na Argentina, que modificaria não só a sua estrutura
social e econômica, mas também sua configuração territorial. Trata-se de uma grande transformação nas territorialidades,
mas principalmente no seu espaço agro-rural. Nossa hipótese indica que está se estendendo nos mundos rurais uma
racionalidade produtiva que instaura territorialidades excludentes, entrando em conflito com outras formas de
territorialização, como aquelas que –entre outras– desenvolvem as agriculturas familiares e as comunidades originárias.
Palavras-chaves: territorio, camponeses, lutas, agricultura industrial, exclusão, resistencia.
From the 1970’s a change began in Argentina, which in the meantime modified its social and economical structure,
as well as its territorial configuration. It was a big transformation in the territorialities, but mainly in its agro-cultural
space. Our hypothesis points out that in the rural worlds there is the manifestation of a productive rationality that
establishes excluding territorialities, conflicting with other forms of territorialization, like those that –among others–
develop the familiar agricultures and the originating communities.
Key words: territory, peasants, social conflict, industrial agriculture, exclusion, resistance.
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... as grandes contradições do nosso Argentina, se inserta en un debate más amplio den-
tempo passam pelo uso do território tro de las Ciencias Sociales de América Latina que
Milton Santos tiene como nudo problemático el “territorio”. En este
debate el territorio es enfocado desde una perspecti-
El desierto verde: una nueva va intrínsecamente integradora, que ve la
territorialidad territorialización como un proceso de dominio (políti-
co-económico) y/o de apropiación (simbólico-cul-
Los trabajos de campo que venimos realizando en tural) de los espacios por los grupos humanos. Cada
Argentina nos han llevado a recorrer distintas regio- uno de nosotros necesita, como un “recurso” básico,
nes y, en ese tránsito, registrar lo que insistimos en territorializarse (Haesbaert, 2004: 16). La dimensión
nombrar como “proceso de reorganización territorial” territorial de las relaciones sociales ha recobrado ac-
del país 1. Partir desde Buenos Aires hacia cualquier tualmente un lugar destacado, son ejemplos recien-
lugar del llamado “interior” implica recorrer muchos tes de esta tendencia los trabajos sobre los procesos
kilómetros, atravesar diversas zonas, paisajes, pueblos, de “mundialización” o “globalización”, “localización”
campos de cultivo y de ganadería. Argentina es un y “glocalización” (entre muchos otros, Haesbert,
país extenso y su gran “pampa húmeda” una llanura 2004; Milton Santos, 1994; Santos, 2000, 2002;
excepcional. Sin embargo, las travesías no son en so- Robertson, 1995), los “movimientos socio-territoria-
ledad; junto con la actitud de despojo, extrañeza y les” o de base territorial (Fernandes, 2005; Zibechi,
contemplación frente a la actividad de cada lugar 2003; Giarracca y Wahren, 2005), las interacciones
acompaña siempre al viajero una sensación de vacío. socioeconómicas y culturales en las zonas de fronte-
El desierto se vuelve tan abrumador que cobra pre- ra (Grimson, 2000), los mundos de vida de los suje-
sencia, se pone a nuestro lado y se transforma en un tos en espacios rurales y rururbanos (Giarracca,
compañero más de romería. Ese “desierto” que se ob- Mariotti, Barbetta, Bidaseca, Gras y Rivas, 2003) y
serva desde la ruta no es otra cosa que inmensas ex- los territorios que se disputan los modelos agrícolas
tensiones de tierras sembradas con soja transgénica (Domínguez, Lapegna y Sabatino, 2005).
hasta en las “banquinas”. Se trata de una gran “alfom-
bra verde” sobre la que se posan pueblos deshabitados La relevancia que ha cobrado la cuestión territo-
en los cuales, sin embargo, florecen concesionarias de rial podría relacionarse –más que con su novedad como
maquinaria agrícola, sedes de empresas contratistas, problema social– con las discusiones que giran en tor-
de laboratorios y “semilleras”, entre algunas “taperas” no a los procesos de “desterritorialización” 3 produci-
o ranchos abandonados y grandes silos modernos para dos supuestamente por la dinámica del capital global,
el acopio de granos. Este paisaje no ha sido siempre caracterizada por la libertad de movimiento, su pres-
así: una gran transformación ha resultado de la crisis cindencia del arraigo físico para su reproducción y su
de las economías regionales, de la orientación proyecto de evadir la responsabilidad por las conse-
netamente exportadora que ha cobrado el agro, de la cuencias de su accionar localizado. En cambio, como
extensión de la frontera agrícola, de la “pampeani- señalamos anteriormente, debe tenerse en cuenta que
zación” de las demás regiones del país y de la modifi- este interés renovado por “lo territorial” no comprende
cación de la estructura social agraria. Se ha producido al territorio en sí mismo, como cosa, como presupues-
una nueva configuración en la apropiación de los es- to, como dato “geográfico”, sino que al problematizarlo
pacios, se han redistribuido las actividades económi- lo entiende como el resultado del uso que hacen del
cas y los modos de utilización de los recursos, y espacio los hombres y mujeres. Es decir, el territorio
adelantando el argumento, digamos que la actual es tomado como objeto de análisis social en tanto cons-
territorialización 2 del capital está modificando las trucción humana, un “cuadro de vida” socialmente
territorialidades existentes. ¿Componen estos cambios apropiado:
en las territorialidades una nueva “contradicción”, un
nuevo eje abarcativo de lucha y conflicto social? El mito de la desterritorialización es el mito de los que
imaginan que el hombre puede vivir sin territorio, que
Este cuestionamiento, que surge de nuestros es- la sociedad puede existir sin territorialidad, como si el
tudios sobre los conflictos rurales y territoriales en movimiento de destrucción de territorios no fuese siem-
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No obstante, asistimos actualmente –sobre todo desde roeste de Córdoba fue escenario de la expansión de la
los años ochenta– a una explosión de conflictos y dis- frontera ganadera a partir de la (re)localización de pro-
putas en el campo, en el marco de un proceso de reor- ductores provenientes de las zonas tradicionales de
ganización territorial. El avance de la agricultura ganadería en el sureste de la provincia de Córdoba,
industrial y del agribusiness, de lo cual la una región que se veía reconvertida a la agricultura,
“pampeanización” de las demás regiones del país es una principalmente por el avance de la soja. De esta ma-
de sus expresiones, está desatando conflictos en distin- nera comenzó a ser corriente en al zona la presencia
tas localidades. Afloran enfrentamientos entre empre- de empresarios foráneos que reclamaban la propiedad
sarios y campesinos o indígenas en diferentes lugares de de las lotes. Esto ha generado distintos conflictos por
las “fronteras” de la región pampeana: Chaco, Córdo- la tierra entre los habitantes y los recién llegados9, ya
ba, Chubut, Formosa, Jujuy, Mendoza, Misiones, que los primeros han trabajado y vivido por genera-
Neuquén, Río Negro, Salta y Santiago del Estero. ciones en esas tierras, antaño olvidadas y hoy recla-
madas por los “propietarios”. Al igual que los
En la provincia de Santiago del Estero temprana- campesinos santiagueños, los campesinos cordobeses
mente se sucedieron amenazas de desalojos que fue- amparan su derecho a la propiedad de las tierras en la
ron resistidas por las comunidades campesinas. Durante posesión veinteañal10. Por otra parte, el acceso al agua
los años ochenta estos casos comenzaron a ser comu- constituye otro factor de conflicto, tal como lo ilustra
nes y a cobrar visibilidad a partir de las denuncias de el caso de Iglesia Vieja, en donde unas ochenta fami-
los campesinos que ya empezaban a organizarse. Como lias campesinas son discriminadas en el uso del agua
resultado de estos hostigamientos, en la década de los para riego proveniente del dique Las Pichanas; o el
noventa se conformó el Movimiento Campesino de caso de “El Tuscal”, donde 35 familias deben abaste-
Santiago del Estero (Mocase). Los conflictos por la cerse de agua potable a más de 25 kilómetros de
tierra en este caso están ligados al proceso de expan- distancia. Estas luchas han llevado a que las organiza-
sión de la frontera agrícola y la valorización de tierras ciones locales conformen recientemente el Movimien-
“marginales” con monte, en donde la llegada de em- to Campesino de Córdoba (MCC).
presarios inescrupulosos ha aumentado los focos de
conflicto que hoy en día abarcan prácticamente toda En Formosa, quienes protagonizan las luchas por
la provincia. El primer caso que cobró visibilidad fue la tierra son los campesinos nucleados en el Movimien-
el de Los Juríes, en los inicios de la década de 1980. to Campesino de Formosa (Mocafor), surgido a me-
Un hito en la historia del movimiento fue lo aconteci- diados de la década de 1990 como resultado de la
do en La Simona, donde se dio uno de los conflictos ruptura del Movimiento Agrario Formoseño (MAF),
más significativos para esta experiencia de lucha: los cuya dirigencia había sido cooptada por el gobierno
campesinos lograron frenar las “topadoras” que se uti- provincial (Sapkus, 2004). El eje de los conflictos di-
lizan para el desmonte y la destrucción de las vivien- fiere de los casos anteriores, puesto que las disputas
das y las mejoras realizadas por las familias rurales. Los territoriales no se centran en el acceso a la tierra sino
hechos de La Simona posicionaron a nivel nacional la en la definición de los usos del territorio: entre una
problemática de la lucha por la tierra mediante las visión propia de la agricultura industrial de exporta-
acciones directas de los campesinos y la instalación de ción (producción de soja transgénica) y una perspec-
la “carpa negra de la resistencia”8. En esta provincia tiva campesina de producción (autoconsumo con
los campesinos enfrentan a menudo el accionar de venta de excedente en ferias locales). Uno de los con-
“guardias blancas” organizadas por empresarios con la flictos paradigmáticos de estos casos ha sido el de
connivencia del poder político y judicial local, ade- Colonia Loma Senés, donde las familias campesinas
más de sufrir cotidianamente el acoso de las órdenes se vieron afectadas por las fumigaciones realizadas en
judiciales y la policía provincial. grandes campos vecinos que producían soja transgé-
nica (Domínguez, Lapegna y Sabatino, 2005).
En la provincia de Córdoba, de forma similar, cam-
pesinos y grandes empresarios agrícolas se enfrentan En la provincia de Mendoza también se registra-
en disputas por las tierras y las reservas de agua. Des- ron casos de conflicto por la tierra y por el agua que
de mediados de la década de 1990 la región del no- tendrían como resultado, en el 2002, la conformación
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Algunas reflexiones finales disocia la toma de decisiones sobre el manejo de un
territorio de las poblaciones que lo habitan y que, en
La actual movilización campesina e indígena po- última instancia, serán quienes asuman las consecuen-
dría leerse como un entramado de luchas de resistencia cias de dichas decisiones.
para no ser despojados de la tierra y para acceder a la
misma (con todo lo que ello implica en el nivel de la La agricultura industrial, vía desalojo de campesi-
reproducción material y simbólica de la vida). Lo que nos y degradación o contaminación ambiental, esta-
parece estar jugando debajo de la emergencia política ría instalando en los mundos agrorurales lo que
actual del campesinado y las organizaciones indígenas, Zygmunt Bauman (1999) denomina la “guerra por el
es la disputa por la territorialidad, por la definición de espacio”. Una “guerra” que es el resultado de elites
los usos y sentidos del territorio. Se trata de una batalla que ya no se responsabilizan por la reproducción ma-
que se da contra el capital (empresas agrícolas, terrate- terial de la sociedad y no asumen las consecuencias de
nientes, laboratorios, empresas mineras y petroleras, etc.) sus acciones en los territorios donde las realizan, pues-
y muchas veces contra el Estado (como es el caso de los to que se han emancipado de las determinaciones te-
campesinos indígenas). No obstante, no debe rritoriales: “Sacarse de encima la responsabilidad por
interpretarse que las luchas actuales de las organiza- las consecuencias es la ventaja más codiciada y apre-
ciones campesinas e indígenas –por reorganizar la vida ciada que la nueva movilidad otorga al capital flotan-
en sus propios términos, territorializando y disputan- te, libre de ataduras” (Bauman, 1999: 17).
do territorialidades y territorializaciones– se mantie-
nen en la escala local. Las organizaciones campesinas, El agro argentino se ha transformado en una “are-
a través de la coordinación de acciones directas o cam- na” en donde se expresa como una “nueva contradic-
pañas como la de “Reforma Agraria” de Vía Campesi- ción” la disputa territorial. Una disputa que parece
na, o las estrategias de producción, comercialización extenderse rápidamente, no sólo en el campo15, pues-
y consumo, avanzan hacia articulaciones en los nive- to que finalmente y en última instancia, la lucha por
les nacional e internacional, donde llegan a establecer el territorio significa confrontar por la “materializa-
lo que Milton Santos (1994) llama “ampliación de ción de la existencia humana”:
uniones horizontales”:
Los movimientos socioterritoriales tienen al territorio
las uniones horizontales pueden ser ampliadas, median- no sólo como objetivo, éste es esencial para su exis-
te las propias formas novedosas de producción y con- tencia. Los movimientos campesinos, indígenas, las em-
sumo. Un ejemplo es la manera como los productores presas, los sindicatos y los Estados pueden constituir
rurales se reúnen para defender sus intereses, lo que les movimientos socioterritoriales y socioespaciales. Por-
permitió pasar de un consumo puramente económico, que crean relaciones sociales para tratar directamente
necesario para las respectivas producciones, a un con- sus intereses y así producir sus propios espacios y sus
sumo político locamente definido y que también dis- territorios (Fernandes, 2005: 280).
tingue a las regiones (Santos, 1994: 20).
De asumirse el diagnóstico de “la nueva contra-
En definitiva, vemos que por un lado existen di- dicción” visualizaríamos que aquello que está en jue-
versos modos de “producir” territorio y “uniones” te- go en los conflictos de lo movimientos campesinos
rritoriales, y que por otro, en el agro las distintas e indígenas tiene un alcance y significado que no se
territorialidades se tensionan, libran batallas. Las agota en la realidad de estas poblaciones y que, en
“uniones horizontales” que realizan los movimientos cambio, se extiende a la vida en las ciudades. Y si
campesinos entran en conflicto con la queremos estar a la altura del diagnóstico, urge
territorialización planteada por la agricultura indus- redefinir, en el nivel de la sociedad como un todo,
trial, que a partir de la producción de “uniones ver- la forma que asumirá la relación del hombre con la
ticales” (subordinación de la vida de una localidad a naturaleza: el para qué y el para quiénes de la pro-
las decisiones tomadas en otras localidades o centros ducción de alimentos, pero también el uso de los
de poder urbanos), constituye territorialidades llamados recursos naturales y, sobre todo, la mismí-
excluyentes. En las territorialidades excluyentes, se sima concepción de ser humano. Ser coherentes con
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SATURNINO R AMÍREZ (1946-2002)
Para sus pinturas de jugadores de cartas, prostitutas, billaristas y rincones umbrosos de Café, a los que Satur-
nino les dedicó toda su obra –que anheló siempre hacer provinciana y popular, para hablarle a la ciudad de lo que
ella no quería oír hablar–, él realizaba fotografías en blanco y negro, con las excepciones en las que le interesaba
un color “nuevo”: como en la foto de un transeúnte en que quiso fijar el gris de la calle, el gris de la sombra de los
árboles y del traje de un hombre solitario bajo el sol bogotano, que no se sabe si es amarillo o azul.
Tenía una mirada penetrante para distinguir ese ensimismamiento, esa tensión interior que destila humanidad.
Saturnino es uno de los pocos artistas colombianos que se ha ocupado de la ciudad, que quiso ver al
hombre entre la multitud, distinguir su soledad, su vaho de persona única entre las sombras de la masa, en la
libertad y el secreto dolor del anonimato.
Para Saturnino, sus fotografías eran sólo parte de su trabajo de pintor, parte muy importante, por cierto,
pero sólo un instrumento de trabajo. Una vez convertidas en pintura, las olvidaba entre trapos, pinceles viejos
y tubos de pintura vacíos. Algunas se salvaron, y de ellas hemos escogido las que aparecen en las páginas de
Nómadas, conservadas por Jaime Vargas, el editor de su único libro, recientemente publicado por el Museo de
Arte Moderno de Bucaramanga.
Saturnino se hace pintor cuando Colombia ha tenido una deslumbrante década de arte abstracto. Pero él
necesita volver a la “figura humana”, como casi toda su generación, y así lo hace, y tiene que aprender a ver en
la ciudad, que a tántos ha hecho ciegos. Y en ella, Saturnino se ocupa de los ambientes exclusivamente para
hombres, en donde pareciera que perdió a su padre, al que silenciosamente busca desde que era niño.
Tal vez muchos artistas colombianos han usado la fotografía, ahora recuerdo a Gonzalo Ariza y a Guillermo
Wiedemann, pero pocos pintores, y muy pocos fotógrafos, han tomado tan sensibles fotografías como él. Creo
que Saturnino Ramírez es un gran fotógrafo, pero tan dueño del mundo que fotografiaba, y tan vitalmente
unido a él, que no sintió la necesidad de conservar ese trabajo. Lo cual, para nosotros, es una pena... y un signo
más de que somos un público demasiado negligente.
SANTIAGO MUTIS D.
Óleo/tela, 1980
Óleo/tela, 1981
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