Introduecién
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Ath mss maniest) siunvse stares oe eeperio Informal Norteamericano en América del Sur. En este te-
treno, salvo honrosas excepciones, la importancia de las estruc-
turas del conocimiento en la conformacién de relaciones de
dependencia (cultural, econémica, politica y hasta social) ha
[Sido generalmente eludida. Tanto los antiguos estudios del im-
perialismo como su renovacién bajo la forma de estudios de la
dependencia continuaron enraizadas en conceptualizaciones es-
queméticas, rigidas y limitadas acerca de lo que constituye la
dominacién/hegemonia colonial 0 neocolonial.‘ Focalizando
sus relatos, explicaciones y denuncias sobre algunas formas de la
dependencia 0 dominacién imperialista (la intervencion militar,
{ 1a dominaci6n financiera, la presién continua de la diplomacia
~norteamericana y, menos frecuentemente, la accién corrosiva de
[os medios de comunicacién de masas norteamericanos),| nues-
tros ensayistas, historiadores y politicos han relegado a un rin-
con muy marginal la responsabilidad del conocimiento regional
(Latin American Studies) en la articulacion de nuevas y cambian-
[ tes formas de dominacién/hegemonia imperial.
_ __Conraz6n, entonces, se quejaba Michael Taussig en un dis-
[ curso pronunciado en 1989, de que los|historiadores y antrop6-
logos, demasiado preocupados por la btisqueda de verdades y
perspectivas subalternas en América Latina, hab{an pasado por
alto algo que era central para comprender el dominio norte-
americano/occidental sobre la region: la importancia de los cen-
tros de saber y de la cultura (como la Smithsonian Institution o el
Museo Peabody) en la construccién de aquellas relaciones de
| dominio y hegemonia.*Resultaba obvio para Taussig que la ri-
tual conmemoraci6n y admiracién que despertaban las ruinas
de Machu Picchu en la cultura norteamericana tenia que ver con
la necesidad de afirmar, una y otra vez, lo que habia sido un
acto de posesion imperial. El “descubrimiento” de Hiram Bing-
ham en 1911 habia sido un acto de “aprovechamiento del cono-
cimiento local, como antesala a su desaparicién, al ser
incorporado a una narraci6n universalista para construir Amé-
rica, una narracion en que las ruinas tendrian no s6lo significa-
ci6n, sino también magnificencia” (Taussig 1995, p. 59). Si esto
era asf, la acumulacion de conocimientos sobre la antigiiedad de
Sud-América, en lugar de “liberar” a los pueblos indigenas del
legado colonial, s6lo ayudaba a consolidar relaciones cada vez
mas sutiles de dominacién hemisférica. Era necesario entonces
10cambiar el énfasis de la indagacién; buscar respuestas en. los >)
centros de construccién de saberes, indagar en el corazé del
“a Smithsonian, Harvard, Yale, Chicago, Berkeley, 1
y numerosos otros lugares “sagrados” del saber que fueron
cémplices de la construccin “invencidn” (en el sentido de
O'Gorman) de Améri ir oy
Este estudio trata de examinar la cuesti6
formal Norteamericano en Sud-Am
| Imperio In-
informado por las mis-
mas preocupaciones e inquictudes que subyacen en las criticas
de Young y de Taussig. Este largo ensayo, excusa pa “un libro,
no es mas que un estudio preliminar de la compleja i
i io, conocimiento_y representaciones apli
es entre los Estados Unidos y Amé Sur durante
el apogeo del Panamericanismo (1890-1945). No quiero propo”
ner que el imperio estadounidense en la region fue sdlo 0 princi-
palmente un “imperio del conocimiento”. Esto seria desatinado
y bastante inapropiado. Sin embargo, si pretendo reposicionar
el examen de la cuestién imperial ‘dentro del territorio de las |
inStituciones del conocimiento y sus producciones impresas |
(imagenes y textos), destacando las.complicidades que existie- |
ron eniré las corporaciones de negocios norteamericanas y el
proyecto de “redescubrir” Sud-América en las primeras dé-
cadas del siglo XX_Es decir, desplazar el campo visual de la ¢
indagacién hacia las universidades, las disciplinas, los “descu-
brimientos” y la construccién de.un campo especializado de co
nocimiento regional. Es alli donde se pueden encontrar alguné
respuestas nuevas a los viejos interrogantes planteados por k
criticos del imperialismo y la dependencia.
Podra argumentarse que, al soslayar el estudio de la violen-
cia y la coercién imperial de sus lugares mas conspicuios (as ac-
tividades intimidatorias de la Marina norteamericana, las
repetidas ocupaciones a paises del Caribe y Centroamérica, las
intervenciones de consules y embajadores en favor de empresas
norteamericanas, etc.), estoy conspirando co! un entendi-
miento mas totalizador y comprensivo del h io Informal
Norteamericano y proponiendo una versién “blanda” de histo-
tia de las relaciones hemisféricas en este periodo. No es ésa mi
intencién-Las actividades de representary de conocer que
atraen mi atencion y que son el objeto privilegiado de este estu-
dio no estan exentas de violencia. Y si el estudio no se detiene en
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