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Rodríguez García, Huascar. Cultura popular, género e identidad nacional.

La plebe chola en la ciudad de Cochabamba (1880-1947) Vol. IV, No. 4, enero-junio 2017

Cultura popular, género e identidad nacional. La plebe chola


en la ciudad de Cochabamba (1880-1947)
Popular culture, gender and national identity.
The chola mob in the city of Cochabamba
“Recibido el 27 de abril de 2017, aceptado el 20 de mayo de 2017.”

Huascar Rodríguez García*

Resumen

Este artículo propone explorar la presencia pública de las cholas en la


ciudad de Cochabamba (Bolivia) y las representaciones que desde distintos ám-
bitos se elaboraron en torno a ellas entre 1880 y 1946, para examinar después los
nexos de esta presencia urbana femenina y popular con un renovado nacionalis-
mo. La exploración traza un itinerario que incluye la emergencia de mercados
campesinos y populares en la ciudad, algunas festividades, la estética chola en la
fotografía, la economía de la chicha y finalmente las distintas interpretaciones de
la narrativa de las “Heroínas de la Coronilla”, las cuales derivaron en la creación
del Día de la Madre y en la conversión de las cholas en la madres simbólicas de
la nación. El argumento central es que la ansiada modernidad criolla llegó, iró-
nicamente, de la mano de los sectores populares que, además, tenían una nítida
impronta femenina.

* Doctor (c.) y master en historia de América Latina (Universidad Pablo de Olavide, Sevilla), master
en ciencias sociales (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Buenos Aires) y sociólogo (Uni-
versidad Mayor de San Simón, Cochabamba). Es autor, entre otros libros, de Bandidos y policías. La
cuadrilla de Punata: una organización político-criminal en Cochabamba, 1890-1898.

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Vol. IV, No. 4 Revista Ciencias y Humanidades Enero-junio 2017

Palabras clave: Cholas, cultura popular, mercados, chichería, identidad na-


cional

Abstract

The purpose of this research is to explore the public presence of the cho-
las in the city of Cochabamba (Bolivia), and the representations that from di-
fferent fields aroused from 1880 to 1946, in order to examine afterwards the
connection between this urban, feminine and popular presence, with the develo-
pment of peasant and popular markets in the city. The search outline and itine-
rary including the emergence of these markets, some festivities, the aesthetic of
cholos as shown in photography, the economy of chicha and, finally, the different
interpretations of the Heroínas de la Coronilla narratives, which ended up in
Mother’s day celebration and in the establishment of the cholas as the symbolic
mothers of the nation. Our main postulate is that the longed modernity arrived,
ironically, promoted by popular masses, which were prominently shaped by a
feminine influence.

Keywords: Cholas, popular culture, markets, chichería, national


identity. Introducción

Gran parte de la población ur- terminología colonial destinada a la


bana boliviana entre el siglo XIX y la diferenciación social y sobre todo al
primera mitad del XX era definida, en cobro del tributo. En un principio se
folletos, libros de “cuestiones so- refería específicamente a los hijos de
ciales”, periódicos y literatura, como mestizos e indios1, pero más tarde se
“chola”, en alusión a indios, o “ex-in- utilizó para designar a los indios que se
dios” vestidos a la usanza europea que “convertían” en mestizos mediante el
ejercían oficios distintos a la agricultu- uso del idioma, la ropa y los oficios de
ra. Sin embargo, asumir el resbaladizo los españoles. Es decir que el cho-lo,
vocablo cholo en los estudios acadé- particularmente en los valles inte-
micos conlleva muchas ambigüedades y randinos del siglo XVIII, era un indio
riesgos, por lo que aquí cabe señalar un desarraigado en tránsito de “convertir-
par de matizaciones generales an-tes de se” en mestizo para ascender social-
esbozar el objeto y el argumento del
presente artículo.
La palabra cholo surgió en el 1Morner, Magnus. La mezcla de razas en la his-

toria de América Latina. Buenos Aires: Paidós,


contexto de la creación de una amplia
1969, 64.

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La plebe chola en la ciudad de Cochabamba (1880-1947) Vol. IV, No. 4, enero-junio 2017

mente y evadir las cargas fiscales; de hoy giren en torno a él atributos como la
modo que “lo cholo” fue constituyén- picardía, la predisposición a los via-jes,
dose en una condición ambivalente o a las fiestas, a los negocios y a la
en una fase de pasaje entre los indios “politiquería”, o la habilidad para vin-
y los mestizos. cularse con cualquier grupo o institu-
Mucho después, despojado de ción para sacar alguna ventaja3.
su carga peyorativa y estigmatizante, el Por otro lado, es pertinente
vocablo cholo fue reivindicado en advertir que durante mucho tiempo las
distintos momentos de la época re- palabras “mestizo” y “cholo” eran
publicana por sectores populares, ar- usadas indistintamente y como sinóni-
tesanales y del comercio minorista, mas, pero ambas fueron disociándose
especialmente en La Paz, pese a que en lentamente durante la primera mitad del
otros ámbitos y circunstancias era siglo XX, al punto que la prime-ra
considerado un insulto. En síntesis, terminó designando a la gente que se
podría decirse, por ahora, que el cholo encontraba más cerca de lo criollo, en
es un andino experto en las dinámicas tanto que la segunda se quedó más
urbanas que no está completamente vinculada con lo popular. En todo caso
desligado de lo indígena-rural, posi- lo cholo no se ha constituido como una
ción liminar e inclasificable por la que auto-identificación sólida, salvo en el
históricamente se le consideró un pe- caso de las mujeres, y éste es un tema
ligro social. Debido a ello durante la casi aparte porque en Bolivia la cultura
primera mitad del siglo XX se fueron chola es en buena medida un acervo
creando diversos discursos letrados y femenino. Tal como afirma Rossana
estereotipos sobre la población chola a Barragán, las cholas conser-van una
la que se calificaba como borracha, vestimenta que las diferencia de las
arribista y revoltosa. En el caso del mujeres de otros estratos socia-les, y la
campesinado cochabambino, sujeto auto-identificación consciente que
como ningún otro a un intenso proceso implica el uso de la pollera4 mar-
de cholificación2, es notable que hasta
ra. Lo cholo y el conflicto cultural en el Perú.
Lima: Mosca Azul, 1980, p. 63.
2Expresión utilizada por el sociólogo peruano
3Albó, Xavier, “¿Por qué el campesino qhochala
Aníbal Quijano quien define la cholificación como
un proceso desarrollado desde la colonia, mediante es distinto?”, Cuarto Intermedio, no. 2, 1987, p.
el cual se da un paulatino desprendi-miento de 44.
grandes sectores del campesinado indígena que van 4 Falda de origen español que, fruncida en la

adoptando un nuevo estilo de vida integrado por cintura, produce pliegues pudiendo ser corta o
elementos occidentales y ele-mentos indios, estilo larga. El nombre procede de un cesto de mim-bre
de vida que se diferencia de las dos culturas sin o red, angosto de arriba y ancho de abajo, que
perder por eso vinculación con ellas. Quijano, servía para transportar y guardar pollos en
Aníbal. Dominación y cultu- España. Con el tiempo la pollera se ha converti-

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ca una pauta de elección que es una vocablo cholo porque ilustra la per-
cuestión de género porque no hay ves- vivencia de la terminología colonial
timenta chola específica para los varo- de castas todavía vigente en la época
nes. Además la chola no es una sola y republicana, y porque su uso muestra
existen variaciones importantes que elocuentemente los miedos, las obse-
permiten distinguir, por discretos arti- siones y las contradictorias necesida-
ficios de la vestimenta, o por el grado de des políticas de una sociedad racista y
dominio del castellano, a la chola elitista frente al heterogéneo mundo
pueblerina recientemente migrada a la plebeyo y mestizo en continuo ascen-
ciudad, de aquella que, integrada ple- so social.
namente a la dinámica urbana, posee Son muchos los aspectos que
una tienda o un puesto de venta conso- podrían analizarse considerando la he-
lidado en los mercados5. Por su lado, terogénea plebe chola desde una pers-
Paredes Candia y Canavesi escriben pectiva histórica, por ejemplo, el fenó-
sobre la “chola decente”, la “chola meno del “esbirrismo político” ―esto
mediana” y la “chola india”, distintas es la violencia política manejada por
por factores económicos y posiciones redes clientelares― o el surgimien-to
sociales6, aparte de que también hay que del sindicalismo y del movimiento
considerar que las cholas entre sí son obrero. Sin embargo, en esta ocasión
disímiles culturalmente en cuanto a voy a concentrarme en otras dimensio-
detalles de la ropa o el idioma, según nes, más específicamente en la crea-
sean de La Paz, Cochabamba, Tarija, ción de una cultura popular mestiza
Potosí o Sucre. urbana, signada en gran medida por las
Plenamente consciente de su mujeres, y su papel en la redefini-ción
origen colonial, de su resabio despec- de la identidad nacional iniciada en los
tivo y de su complejidad, asumo el años veinte del siglo XX. En otros
términos, me interesa indagar los modos
en que se establecían frágiles y
do en el símbolo más representativo de la cultura
chola. Barragán, Rossana, “Entre polleras, lliq-llas conflictivas relaciones entre los secto-
y ñañacas. Los mestizos y la emergencia de la res populares y las élites letradas, y el
tercera república», en Arze, Silvia y Escobari, papel que las mujeres tuvieron en esos
Laura, comp., Etnicidad, economía y simbolismo en
vínculos. La idea es comprender cómo
los Andes, La Paz: Hisbol/Ifea. 1992a, 90.
heterogéneos grupos de trabajadores de
5 Baby-Collin, Virginie. “Usos de la indianidad
en La Paz: formas de mestizaje en la ciudad”, D’ orígenes rurales, con una fuerte pre-
Orbigny, no. 0, 2004, 24. sencia femenina, se insertaron activa-
6 Paredes Candia, Antonio. La chola boliviana, mente en los intersticios y en el propio
La Paz: Isla. 1992; Canavesi, Marie Lissette, El centro del espacio urbano cochabam-
traje de la chola paceña, La Paz: Los Amigos
bino. Estos grupos, atravesados por
del Libro. 1987.

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dimensiones de etnia, clase y género, y chola en la fotografía, la cultura de la


cuyas formas de vida tendían a des-truir chicha y los entredichos ocasionados
dicotomías preconcebidas como a propósito de la increíble transforma-
indio/blanco, crearon y recrearon es- ción de las cholas cochabambinas en
pacios abiertos y una cultura propia una suerte de madres simbólicas de la
expresada en los mercados, en las chi- nación. Dicho recorrido se basa en
cherías y en determinadas fiestas que fuentes historiográficas, mas también
dieron una fisonomía particular a la en una exhaustiva pesquisa hemero-
ciudad de Cochabamba. Se trata, en gráfica.
gran medida, de la irrupción urbana de
las cholas, las mujeres de pollera que La «invasión» de las llantuchas
obtuvieron gran visibilidad pública en la
economía de la chicha y sobretodo en Cochabamba fue, desde la épo-
los mercados de productos agríco-las, ca incaica, un gran hinterland agrario
pues a partir del crecimiento de éstos productor de maíz, condición que se
surgió una organización crucial: la mantuvo y se potenció con el colonia-
Sociedad “Hijas del Pueblo”, cuyas lismo español, creándose un temprano
miembras decían ser descendientes de sistema de haciendas que ofrecían re-
las “Heroínas de la Coronilla”: las mí- fugio a miles de indígenas venidos de
ticas mujeres mestizas cochabambinas distantes puntos escapando del trabajo
que en 1812 fueron masacradas por el minero forzoso y de las cargas fiscales
ejército realista en el contexto de las impuestas por la Corona. No obstante,
Guerras de Independencia. La na-rrativa la contracción de la minería potosina en
literaria surgida en torno a las mártires el siglo XVIII ocasionó la declina-ción
de 1812, y su actualización mediante las de la demanda de granos cocha-
“Hijas del Pueblo” y la construcción de bambinos, hecho que generó a su vez
un monumento, sirvió como un nuevo una gran crisis en la exportación de ce-
nexo entre los secto-res populares y las reales. Como resultado de su incesan-te
elites convertidas al nacionalismo, búsqueda de ingresos alternativos, el
generándose un pacto asimétrico campesinado cochabambino fue
utilizado para crear el espe-jismo de una creando pequeñas ferias en las provin-
identidad nacional mes-tiza e cias de Quillacollo, Sacaba y Cliza que
incluyente. se constituyeron con el paso del tiem-po
Para desarrollar este argumen- en espacios fuera del control de los
to planteo un recorrido por varios te- terratenientes y de los grandes merca-
mas: la expansión urbana de los mer- deres criollos y españoles. Sucede que
cados campesinos, las dinámicas de los hacendados, frente a la declinación
algunas fiestas populares, la estética del viejo esplendor minero potosino,

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fueron abandonando gradualmente la trón ni otorgarle servicios personales,


agricultura comercial y empezaron a pudieran producir pequeños exceden-
alquilar sus tierras cada vez más. Al no tes de maíz y tubérculos para la ven-ta,
poder colocar favorablemente en Po- y a la larga se convirtieran en una gran
tosí su producción de maíz y trigo, en competencia, pues introducían
grano o harina, los dueños de hacien-das exitosamente productos en el mercado
y molinos procedieron a vender parcelas bajando los precios. Ya hacia 1750 la
de sus latifundios desde fines del XVIII, ciudad de Cochabamba era abastecida
iniciando un largo proceso de por un gran número de pequeños pro-
fragmentación hacendal que se ex- ductores que disputaron el monopolio
tendió hasta el siglo XX. mercantil agrícola a los hacendados,
Fue este declive de la agricul- quienes hasta entonces tenían una
tura comercial española y criolla lo que importante presencia mediante sus
dio un margen de oportunidad a los
agentes de venta en los mercados fijos
pequeños productores campesinos que,
antes existentes9. Pero la aparición de
saliendo desde los intersticios de las
descomunales circuitos feriales cam-
haciendas, o desde las pocas tie-rras
pesinos, inhallables en una escala tan
comunales que aún quedaban, se
grande en otras latitudes del Alto Perú,
pusieron a vender productos agrícolas
empezó a alterar poco a poco la zona sur
utilizando espacios propios en las pro-
de la pequeña urbe cochabambina,
vincias que luego se fueron extendien-
do hasta “invadir” los espacios urba-nos particularmente la plaza San Sebastián y
de españoles y criollos7. su entorno, de modo que la oferta de
La gradual transformación de productos agrícolas se fue incremen-
tando y diversificando significativa-
los colonos8 y comunarios en cam-
mente10.
pesinos parcelarios había ocasionado
En el siglo XIX las ferias cam-
que aquellos nuevos minifundistas, al
pesinas en la ciudad continuaron cre-
no tener que arrendar tierras a un pa-
ciendo y estaban conectadas fluida-
7 Los detalles de este proceso han sido desarrolla-
mente con los caminos de acceso a los
dos en los trabajos de Larson, Brooke, Colonia-
lismo; Gordillo, José y Jackson, Robert, “Forma- 9 Solares, Humberto, Historia, espacio y socie-
ción, crisis y transformación”; Rodríguez Ostria, dad. Cochabamba 1550-1950: formación, crisis
Gustavo y Solares, Humberto, Sociedad oligár- y desarrollo de su proceso urbano, vol. 1, Hono-
quica, chicha y cultura popular, Cochabamba: rable Alcaldía Municipal de Cochabamba/Centro
Serrano. 1990; Rodríguez Ostria, Gustavo, Eli- de Investigación y Desarrollo Regional, Cocha-
tes, mercado y cuestión regional. bamba, 1990, 20.
8 Campesinos sin tierra que para subsistir arren- 10 Rodríguez Ostria, Gustavo, Solares, Humber-

daban parcelas en las haciendas a cambio de tra- to, Sociedad oligárquica, chicha y cultura popu-
bajo y especie. lar, 58.

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valles circundantes a la capital. Con- temprana época colonial. Al respecto


centradas desde el amanecer cientos de Eugenia Bridikhina y Pilar Mendieta,
personas regateaban precios y rea- basadas en las investigaciones de Eli-
lizaban transacciones comerciales dos nor Burkett y Frank Salomon, desta-can
veces por semana en espacios verdade- el hecho de que, durante la Colo-nia, las
ramente interculturales que rebasaron la mujeres andinas ocupaban una posición
plaza San Sebastián y se extendieron a relativamente ventajosa, y de hecho más
otros barrios sureños cercanos como importante, en compa-ración con los
Caracoto y San Antonio11. indios varones, quienes tenían menos
La actividad generada por la posibilidades de incor-porarse a la
circulación de alimentos y enseres era sociedad occidental pues estaban casi
verdaderamente trepidante: una gran condenados a realizar tra-bajos
variedad de artículos como coca, maíz, agrícolas y mineros. Por tanto, la
trigo, quinua, tubérculos, frutas, población indígena masculina tenía
verduras, artesanías o animales, eran menos habilidad que la femenina para
vendidos ruidosamente por cholas enfrentar la vida urbana y sacar venta-ja
qhateras12 sentadas en el suelo sobre de algunas instituciones hispanas14. Así,
lienzos ubicados bajo llantuchas13. La el mayor conocimiento del idio-ma, de
intensa actividad se desarrollaba en las leyes y de las costumbres de sus
medio de descampados rodeados de dominadores facilitó a las mu-jeres
proliferantes chicherías que modifica- indígenas una integración menos
ron el paisaje hasta convertirlo en un dificultosa a la sociedad colonial, lo
atractivo exótico para los viajeros ex- cual tampoco impedía el ejercicio de la
tranjeros que de tanto en tanto pasaban explotación y el racismo por par-te de
por la ciudad. españoles y criollos. En otros términos,
Pese a la evidente presencia a decir de Silvia Rivera, el corte
masculina mediante indios y mestizos patriarcal de las definiciones es-
ejerciendo de comerciantes y arrieros, pañolas, y luego republicanas, de lo que
los mercados eran espacios altamente fue la unidad tributable ―el varón
feminizados, y esto se remonta a la adulto que tenía que asistir a la mita o
pagar las cargas fiscales―, condujo a
11 Rodríguez Ostria, Gustavo y Solares, Humber-to,
las mujeres a insertar su diversificada
Maíz, chicha y modernidad. Telones y entrete-lones producción doméstica en el mercado,
del desarrollo urbano de Cochabamba (si-glos XIX creando una modalidad de participa-
y XX), Santa Cruz: El País, 2011, 47, 48.
12 Palabra proveniente del vocablo qhatu, que en
14Bridikhina, Eugenia y Mendieta, Pilar, María
quechua y aymara significa lugar de intercambio. Sisa y María Sosa. La vida de dos empleadas do-
13Toldos de tocuyo convertidos en símbolo de mésticas en la ciudad de La Paz (siglo XVII). La
la cultura de los mercados populares. Paz: Ministerio de Desarrollo Humano, 1997, 12.

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ción más libre, aunque también tran- Debido a la escasez de fuen-tes


cada por impuestos sobre todo aplica- es difícil establecer exactamente
dos al comercio minorista en la época cuántos mercados fijos existían en la
republicana15. Todo ello generó una ciudad en el siglo XIX, desde cuándo
estratificación compleja de larga data funcionaban y en dónde se hallaban.
que pervive hasta hoy, en la que so- Pero una cosa sí es cierta: las llan-
bresale la gradación cultural mediante tuchas estaban en la propia Plaza de
el uso emblemático de la vestimenta Armas, el epicentro mismo de la ciu-
femenina. dad (véase imagen 1). Se sabe que en
A esta temprana integración de el temprano periodo colonial la Plaza
las mujeres indias devenidas en cholas a de Armas ya había funcionado como
la sociedad colonial, se sumaron, ya mercado, y es significativo que este
durante la república, las masivas mi- uso haya continuado vigente a fines
graciones masculinas hacia las salitre- del siglo XIX, aunque probablemente
ras chilenas y hacia las plantaciones de se trataba de ferias esporádicas.
caña argentinas, diásporas que en Aparte del mercado ubicado en la
Cochabamba dejaron las responsabili- Plaza San Sebastián al sur, y de ferias
dades familiares inmediatas en manos
ocasionales al este, en la década de los
de las mujeres, de manera que éstas
setenta del siglo XIX un denominado
tuvieron que asumir roles mercantiles
cada vez más intensos en tanto “jefas de “Mercado Público” funcionaba de for-ma
hogar”. permanente a dos cuadras de la Pla-za de
Los mercados se fueron ex- Armas. Era éste el mercado central de la
pandiendo por la mayor cantidad de ciudad y se había ido expandien-do poco
vendedoras que aparecían y a ello se a poco hacia un sector cercano conocido
añadía el hecho de que algunas cere- como “la carbonería” donde inicialmente
monias religiosas populares atraían a se vendían combustibles17.
cientos de “buhoneras”: comerciantes Lo que ocurría era, en suma,
ambulantes capaces de convertir las una verdadera incursión mercantil de
cercanías de las iglesias en efímeras heterogéneos sectores campesinos y
ferias de un momento a otro16. ex-campesinos que habían diversifi-
cado sus actividades económicas, y,
15 Rivera, Silvia, “Los desafíos para una demo-
cracia étnica y genérica en los albores del tercer 17Quispe, Alber, Sánchez, Mauricio y Mejía,
milenio”, en Rivera, Silvia comp., Ser mujer Geovana. ¡Cholos! Cultura chola, prejuicios e
indígena, chola o birlocha en la Bolivia postco- imaginarios raciales en Cochabamba (Informe
lonial de los años 90. La Paz: Subsecretaría de de investigación para el Programa de Investiga-
Asuntos de Género, 1996, 40. ción Estratégica en Bolivia). Cochabamba: Mi-
16 Larson, Brooke. Cochabamba, 43. meo, 2011. P.223.

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Imagen 1. Llantuchas en la plaza principal de Cochabamba a principios


del siglo XX. Fuente: Opinión, (Suplemento especial “Bicentenario de
Cocha-bamba”), 14 de septiembre, 2010.

como puede suponerse, este hecho trando en el suelo, sentadas sobre sus
empezó a provocar el pasmo de las eli- mórbidos y abultados glúteos q’ besan
tes de la Cochabamba finisecular que con voluptuosidad inaudita a las frías e
insensibles baldosas. Una linda cholita
demandaban “modernidad” y “civili-
está oprimiendo con sus miembros
zación”. En 1895 el periódico El Co- turgentes a un desdeñoso canto18
mercio describió así uno de estos mer- rodado. El indio y el jumento están
cados, probablemente “la carbonería”: confundidos en una tropa única e
indivisible. La “llantucha” victo-riosa,
¡Qué oscuros y ahumados sus está luciendo su triunfo contra la
depósitos! ¡Cuán vacilantes sus can- civilización moderna y amenaza
sados techos! ¡Sus verduleras son to- sobrevivir a nuestro espirante siglo.
davía salvajes… la india estacionaria y Puf! Cochabamba, es un país con la
retrasada, ha encontrado aquí su último
baluarte para batirse contra el espíritu
de innovación y progreso del siglo Piedra alisada y redondeada utilizada para
18

XIX! Las cholas se están arras- mo-ler maíz, ajíes o hierbas.

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recova más mugrienta, más sucia y de los años veinte, acaso por falta de
nauseabunda que hay en el mundo.19 financiamiento o por la resistencia de
las y los comerciantes ante un even-
Llama la atención que el anó- tual desalojo y un posterior incremen-
nimo autor de esta descripción rezu- to de impuestos.
mante de desprecio, despliega a la vez La expansión mercantil popu-
una mirada lasciva sobre las qhateras, lar fue tan importante que en 1907 el
cuando menciona “mórbidos y abul- Círculo Comercial de Cochabamba
tados glúteos” y a una “linda cholita” calculó que el 75% del comercio de
oprimiendo un canto con sus “miem- maíz, harina, papas, chicha, hortalizas y
bros turgentes”. Este tipo de miradas otros productos hacia las provin-cias del
criollas que mezclaban desprecio y altiplano estaba en manos de “gente de
fascinación se hicieron comunes du- los pueblos y el campo”22. Todo este
rante la primera mitad del siglo XX y proceso de diversificación económica,
crearon estereotipos convirtiendo a la entre el mercado y la ar-tesanía, en
chola en un símbolo marcado por la combinación con la agri-cultura, explica
degeneración y la licencia sexual, que cómo y de dónde no pocos campesinos
luego adquirió más bien atributos ma- obtenían el dine-ro suficiente para
ternales según se verá después. comprar pequeñas porciones de tierra e
Retomando el tema del mer- independizarse de patrones y capataces,
cado central, al iniciarse el nuevo siglo lanzándose luego a la ciudad. Al
éste había crecido tanto que en 1901 el respecto, Oc-tavio Salamanca, agudo
Concejo Departamental plan-teó la observador de la realidad, terrateniente
construcción de uno nuevo en el mismo y ciuda-dano “notable”, puso en
sitio utilizando argumentos evidencia la importancia del trabajo
salubristas20. Siete años después la femenino en las actividades mercantiles
remodelación del mercado central no se populares, sugiriendo también que las
había realizado aún, lo cual ocasio-naba mujeres ejercían el oficio de arrieras:
gran ansiedad en los higienistas de la
ciudad21. Sin embargo, la recons- Recordará usted que los propietarios
trucción del mercado no se materiali-zó [de tierras], por lo menos una mitad
sino hasta mediados de la década son mestizos, o como les llamamos
“indios”. […] Mientras los hombres
trabajan en los sembradíos o alquilan
19 El Comercio, Cochabamba, 11 de mayo, 1895.
20Concejo Departamental de Cochabamba, Pro-
yecto para la construcción de un nuevo Mercado 22 Larson, Brooke. Colonialismo y transforma-
Público con los informes respectivos, Imprenta ción agraria en Bolivia. Cochabamba, 1550-
“El Heraldo”, Cochabamba, 1901, 4. 1900. La Paz: CERES/HISBOL, 1992. P. 378.
21 El Heraldo, Cochabamba, 20 de junio, 1908.

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sus brazos en las ciudades próximas, sina, aunque la ancestral bebida, según
las mujeres crían animales, hilan, el observador, podía arruinar “el fruto
tejen, hacen huiñapo23 y chicha, re- del negocio” de no mediar la admi-
venden frutos y hacen comercio con
nistración femenina de los recursos.
las minas, las ciudades del altiplano,
a las que llevan todos los productos Esto en realidad nos estaría hablando de
de estos valles. Son las mujeres las una sobrecarga de responsabilida-des
que hacen de cajeras y corren con los sobre las espaldas de las mujeres, hecho
gastos de la familia y del nego-cio; a que poco a poco fue creando la falsa
los hombres no suelen hacerles imagen de un supuesto “ma-triarcado
intervenir por la frecuencia con que cholo” cochabambino que se reproducía
licuan el fruto del negocio en las chi-
en cuentos populares y en otras
cherías. En estos ahorros se tiene la
explicación de la enorme subdivisión
manifestaciones folklóricas.
territorial de los valles.24 En adición, una abigarrada
plebe cholificada había cercado la ciu-
Más allá de que este párrafo dad transformando el paisaje y acele-
sintetiza muy bien la diversificación rando el ritmo de la pequeña urbe en
económica del campesinado y que expansión. Mientras los sectores de
explica a su vez el origen del dinero para clase alta organizaron un mercado de
la compra de tierras por parte de colonos circulación y consumo de mercaderías
y ex-colonos, aquí puede ob-servarse la importadas, creando también bancos, la
crítica de un personaje de la elite cuando plebe construyó sus propios círculos
llamaba la atención sobre el hecho de comerciales en torno a las ferias, las
que las clases altas designaban como chicherías y los talleres artesanales, y
indios, entre comi-llas, a quienes en las fiestas que constituyen un indi-cador
realidad podrían ser considerados lateral de la irrupción popular como se
mestizos. También re-sulta interesante verá a continuación.
el relevante papel de las mujeres y el
lugar que ocupaba la chicha en la Fiestas y estética chola
pujante economía campe-
La floreciente actividad mer-
cantil chola en los mercados, las fe-rias
23 El huiñapo o huiñapu, es un tipo especial de y la arriería estaba conectada con el
harina de maíz obtenida mediante procedimien-
abultado calendario festivo popular
tos que implican el remojo, el secado y la mo-
lienda de los granos. Su fabricación se realiza ex- cochabambino. Al igual que sucedía con
clusivamente para la elaboración de chicha y es los mercados, también las fiestas y las
una alternativa al muku: pasta de maíz obtenida chicherías constituyeron espacios
mediante masticación.
plebeyos abiertos en los que la emer-
24 Salamanca, Octavio. El socialismo en Bolivia,

Cochabamba: Bolívar. 1931, pp. 185- 186.


gencia de una cultura chola, represen-

19
Vol. IV, No. 4 Revista Ciencias y Humanidades Enero-junio 2017

tada por la mujer de pollera, se hizo Civilización versus barbarie,


cada vez más visible y problemática manifestaciones populares consideradas
para las elites. ridículas y repugnantes, con danzas “li-
Muchas de las festividades bres y estúpidas” al son de “música dia-
populares tenían lugar en el marco de bólica”. Todo, para colmo, en el propio
celebraciones religiosas marianas o de templo y frente al cura. Así veían las eli-
santos patronos. Algunas de las fiestas tes al abigarrado y pagano mundo cholo
más importantes en la Cochabamba dominante en la zona sur de la ciudad,
decimonónica eran el Corpus y el día de pero tal perspectiva no consideraba que
ese mundo variopinto era omnipresente,
San Antonio, realizadas en el mes de
pues también alcanzaba el centro y el
junio. La primera se llevaba a cabo en el
norte de la pueblerina urbe con chiche-
centro de la ciudad y la segun-da tenía
rías y talleres artesanales, de modo que la
gran arraigo en la zona sur, siendo
división en una parte civilizada y otra
celebrada con bailes populares de raíz bárbara de la ciudad era sin duda una
indígena y con altas dosis de chicha. percepción eminentemente imaginaria,
Esta frágil y efímera división espacial por lo menos en aquella época.
del ámbito urbano fue comen-tada en Durante 1886 estas preocupa-
1884 por un editorialista de El Heraldo ciones llevaron al Concejo Municipal,
quien, mencionando a indios y cholos, sugestionado por las autoridades ecle-
se lamentaba en los siguien-tes siásticas, a prohibir “la exhibición de
términos: bailes en las procesiones y fiestas reli-
giosas”26. Si bien la prohibición quizá se
Quién creyera, la civilización no sólo aplicó para ciertas fiestas importantes que
varía de un pueblo a otro sino tam-bién se iniciaban o culminaban en la ca-tedral,
de un barrio a otro en la misma ciudad.
en otros espacios festivos menos centrales
Díganlo la hermosa fiesta de Corpus y
las procesiones religiosas con-tinuaron
los bárbaros festejos de San Antonio.
Allí el esplendor del culto católico en siendo acompañadas por bailes y
toda su magnitud; aquí la bacanal en posteriores libaciones desenfrenadas.
toda su ridícula y repug-nante En 1912 el padre Julio Zerbi-no
manifestación. […] Qué mani- publicó un folleto con el título “Una Santa
festaciones causan semejante repul-sa Alianza”, donde exponía razones
sino el indio y el cholo llevando religiosas “contra la borrachera y profa-
máscaras de mono, de salvaje, en la nación de fiestas”. Dos mil ejemplares de
más completa embriaguez, ensayan-do
tal folleto fueron distribuidos entre los
danzas libres y estúpidas al son de una
artesanos con la esperanza de que
música diabólica en el mismo templo,
en la presencia de la cruz, del santo y
del párroco.25 26Rodríguez Ostria, Gustavo. La construcción de
una región. Cochabamba y su historia. Siglos XIX-
25 El Heraldo, Cochabamba, 23 de junio, 1884. XX. Cochabamba: UMSS, 1995.p-40.

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Rodríguez García, Huascar. Cultura popular, género e identidad nacional.
La plebe chola en la ciudad de Cochabamba (1880-1947) Vol. IV, No. 4, enero-junio 2017

abandonasen la chicha y dejasen de tes con el cholaje, que aparecieron re-


“profanar” las solemnidades católicas27. currentemente en la narrativa literaria de
Empero, todo esto fue vano. Incluso la primera mitad del siglo XX. Sin
durante la semana santa el consumo de embargo el encholamiento era un fe-
alcohol por parte de la plebe artesanal nómeno real, consistente en la relación
no pudo ser erradicado. Un comentario sexual de gente “ilustrada” o cercana a las
de tono anticlerical escrito en la década elites con personas consideradas de
de los años veinte dice a propósito de la condición social inferior, lo cual impli-có
semana santa: no sólo consecuencias “raciales” sino ante
todo la adquisición de “nuevas” maneras
¡Qué poco dura la contrición obrera! de comportamiento29. Pese a que las
La noche del sábado había más normas del patriarcado eximían a la elite
beodos que piedras en las calles. masculina de sus responsabi-lidades
Gran parte de los artesanos, que si- sexuales30, las consecuencias de las
lenciosos formaban la procesión del relaciones de jóvenes de clase alta o
Viernes, voceaban su destemplanza, “caballeros” con cholas podían ser la
como desquite a sus privaciones de
deshonra o incluso el descenso social.
pocas horas. El alcoholismo y reli-
giosidad de este pueblo corren pare- Algunos indicios del enchola-
jas; y hasta parecen sostenerse mu- miento y de sus posibles consecuencias
tuamente.28 pueden rastrearse precisamente en los
ámbitos festivos. Por ejemplo, durante
El “problema” de las fiestas ple- 1896 existió en Cochabamba una bre-ve
beyas no eran solamente el alcohol o las pero significativa discusión mediá-tica
posibles ofensas a los poderes divi-nos del sobre los coqueteos entre jóvenes
catolicismo. Una razón mucho más aristócratas y cholas en la fiesta de San
mundana y poderosa inquietaba a la Andrés. Ésta era una fiesta de origen
sociedad oligárquica: el peligro del colonial, realizada el 30 de noviembre, en
“encholamiento”. Tal vocablo fue crea-do la que se yuxtaponían el culto andino a los
en 1921 por el escritor Adolfo Cos-ta du muertos con elementos católicos. El
Rels en su cuento La Miski Simi para consumo ritual de chicha ocupaba un
ilustrar el concubinato de criollos con lugar central en la celebración y desde
cholas, y fue recuperado por el so-ciólogo fines del siglo XVIII fue tolerada en
Salvador Romero en los años noventa,
quien lo utilizó para analizar los vínculos
consanguíneos de las eli-
29 Romero, Salvador. Las Claudinas. Libros y
sensibilidades a principios de siglo en Bolivia.
La Paz: Caraspas, 1998.
27 El Ferrocarril, Cochabamba, 27 de febrero, 30 Larson, Brooke. Cochabamba. (Re)construc-
1912. ción de una Historia. La Paz: AGRUCO/CESU,
28 Arte y Trabajo, no. 5, 27 de marzo, 1921. 2000. p.71.

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Vol. IV, No. 4 Revista Ciencias y Humanidades Enero-junio 2017

el radio urbano31. Hasta cierto punto la en limpio que no hay uno en nuestro
festividad de San Andrés constituía un país que sea más aficionado a chicas i
espacio abierto en el que se encontra-ban cholas que él…!”34.
las clases altas y la plebe, contexto en el Damián Z. Rejas, reconocido
que las interacciones de la oligar-quía con político e intelectual cochabambino, re-
las cholas parecen haber sido lató cómo se realizaban las festividades
particularmente notorias. En tanto El de Todos Santos ― día de los muertos
Heraldo censuró los flirteos “descubier- ― a fines del siglo XIX en la zona Las
tos” entre jóvenes de elite y cholas en la Cuadras, al sudeste de la ciudad, donde
fiesta de San Andrés de 1896, su rival, el las interacciones entre jóvenes distin-
periódico El Comercio, los defendió guidos con cholas también pueden en-
parcialmente. Para El Heraldo la estre- treverse:
cha cercanía de jóvenes respetables y
cholas era “ofensiva a la sociedad edu- En toda esa región se organizaban
cada de Cochabamba”32, en tanto que para puestos de columpios al pie de los
“Ciro”, pseudónimo del cronista de El gigantescos árboles de molles, en
Comercio, no era tan escandalo-so “que número de 25 a 30, con un personal
los jóvenes echen un bailecito con las selecto de cholitas, esbeltas unas,
cholitas”, aunque al final adver-tía sobre rubias otras, rollizas, rozagantes y
frescas, bien ataviadas con joyas y
los peligros que podían aca-rrear tales
vestidos finos y de colores variados,
actos: “Cuántos jovencitos irreflexivos
acompañadas de jóvenes artesanos
habrán retrocedido de esas aventuras! decentemente vestidos35.
Cuántos sinsabores se han evitado en las
intimidades del hogar”.33 Según Ciro, no Cada comparsa tenía su or-
había que ocultar “nues-tras costumbres”, questa compuesta de armonios, guita-
sino más bien hacer-las públicas “con el
rras y bandurrias unas, otras de acor-
fin de corregirlas y extirparlas”. Por su
deones, charangos y flautas; disponían
lado el anónimo cronista de El Heraldo
al mismo tiempo de un menú criollo
concluyó: “Ciro, qua a no dudar es muy
amigo de las cho-litas, ha creído q’ bien combinado en mesas largas […].
nuestros jóvenes son tan amigos de ellas La fiesta no estaba reservada para la
como lo es él: pero gente del pueblo, estaba abierta para
¡qué chasco sufrirá el pobre Ciro al ver todos, jóvenes distinguidos de la so-
ciedad, ocupaban también el columpio
31 Quispe, Alber, “Prácticas y creencias
religiosas en la fiesta colonial de San Andrés”,
34 El Heraldo, Cochabamba, 4 de diciembre,
Yachay, no. 46, 2008, pp.121-122.
1896.
32 El Heraldo, Cochabamba, 4 de diciembre,

1896. 35 Rejas, Damián. Manifiesto del doctor Damián


Z. Rejas de los 50 años de servicio que tiene pres-
33 El Comercio, Cochabamba, 9 de diciembre,
tado al país, Cochabamba: Universo, 1946, 10.
1896

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Rodríguez García, Huascar. Cultura popular, género e identidad nacional.
La plebe chola en la ciudad de Cochabamba (1880-1947) Vol. IV, No. 4, enero-junio 2017

al asomarse a las comparsas en son de y resulta realmente interesante obser-


paseo y observación, eran tratados con var que ya durante la primera mitad de
circunspección y respeto mientras hen- los años veinte la estética de la chola,
dían los aires del columpio, otros bai- compuesta entre otros elementos por
laban en tierra con todo entusiasmo.36 la pollera, el sombrero, las trenzas lar-
Aparte de fiestas en honor a San gas y la mantilla, era utilizada como
Andrés, San Antonio y San Sebas-tián, un disfraz exótico por parte de las mu-
otro momento festivo importante era sin jeres de elite (véase imagen 3). Esto
duda el carnaval, a propósito del cual he nos muestra el lugar que la pollera em-
hallado una sorprendente fotografía en pezó a ocupar poco a poco en el ima-
el número 135 de la re-vista Arte y ginario elitista cochabambino como
Trabajo, correspondiente al 24 de un símbolo de la identidad regional y
febrero de 1924, en la que se observa a nacional.
una famosa joven de la elite Ocurre que el siglo XX trajo al
cochabambina disfrazada de chola en el país nuevas sensibilidades modernas
marco de las fiestas de disfraces de la provenientes del mundo occidental que
elite, las cuales, por cierto, y pese a tuvieron resonancia en varios escritores
todos los esfuerzos de segregación, no nacionales. Muchos de ellos introduje-ron
estaban completamente separadas de los en sus novelas una representación
festejos populares37. La costum-bre de erotizada de la chola y buena parte de la
“señoritas” de alta sociedad de narrativa literaria muestra a la mujer de
disfrazarse de cholas en ámbitos fes- pollera como un conflictivo objeto de
tivos al parecer era bastante habitual deseo sexual. Se atribuía a la chola una
sensualidad innata y una predisposición
36 Ibíd. He hallado otro indicio de las probables
sexual particularmente intensa debido a
relaciones entre jóvenes criollos y mujeres ple- sus antepasados indios, supuestamente
beyas, seguramente cholas, a propósito del fun- impúdicos, lujuriosos y sin moral. Ade-
cionamiento de una exitosa Fábrica Nacional de más las cholas de las novelas a veces eran
Tejidos en Cochabamba durante 1923. La revista
presentadas como libres, indife-rentes al
Arte y Trabajo dice: “Esta cuenta, normalmente,
con cincuenta operarios, la mayoría de los cuales “qué dirán” y en gran medi-da más
pertenece al sexo femenino: las hijas del pueblo atractivas que las mujeres de la
pobre […] encuentran aquí un poco de nobleza para aristocracia quienes vivían arrimadas al
su peligrosa vida, siempre expuesta al vicio, por marido, a las convenciones sociales y a
obra de las tentaciones que vienen de parte de los
señoritos aristócratas. Trabajando, sanamen-te, sin
una moral mojigata y opresiva que las
gran esfuerzo físico las obreras casi todas jóvenes, recluía en las labores del hogar38. En
invierten su tiempo en ganarse la vida,
embelleciéndola con la visión constante de sus
deberes en el taller”. Arte y Trabajo, no. 127, 30 de 38Romero, Salvador. Las Claudinas. Libros y
diciembre, 1923. sensibilidades a principios de siglo en Bolivia.
37 Arte y Trabajo, no. 135, 24 de febrero, 1924. La Paz: Caraspas, 1998. P.97.

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Vol. IV, No. 4 Revista Ciencias y Humanidades Enero-junio 2017

Imagen 3. Jóvenes de elite disfrazadas de cholas en el carnaval, hacia


1918. Fuente: Torrico Zamudio, Rodolfo. Cochabamba. Memoria foto-
gráfica, 1908-1928.

cambio la chola de las novelas y de la ritas de elite potenciaban su atractivo


vida real practicaba el concubinato, tra- y despertaban la fantasía al “conver-
bajaba en la calle, en el mercado y en la tirse” en cholas, aunque tal conversión
chichería, y también podía estar en el fuese efímera y en el marco del juego
centro de las fiestas callejeras. del carnaval.
Así, las cholas empezaron a No obstante, es menester tomar
convertirse en una atracción irresis-tible en cuenta que las cholas auténticas
porque se creía, o se quería, ver en ellas también utilizaron el retrato fotográfi-
cierta “libertad sexual”, teó-ricamente co por su propia iniciativa, al margen de
inexistente en las mujeres de elite a las las fotos tomadas por los viajeros, lo
que quizá se consideraba demasiado cual constituye un campo analítico
pudorosas como para acce-der a sumamente sugestivo y poco explora-
aventuras de “sexo fácil” y sin do. Al respecto Ximena Soruco afir-ma
compromisos. He ahí porqué las seño- que la existencia de una identidad

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Rodríguez García, Huascar. Cultura popular, género e identidad nacional.
La plebe chola en la ciudad de Cochabamba (1880-1947) Vol. IV, No. 4, enero-junio 2017

chola se hace evidente precisamente a diferencia, prefiriendo pertenecer a la


través de las fotografías, que podrían ser elite de lo indio-campesino que al
interpretadas como un testimonio visual escalón más bajo de lo criollo40. Esta
de ascenso social, como un ges-to de diferenciación voluntaria se mantuvo
prestigio y como una intención con el transcurso de los años y la fo-
consciente de auto-representación39. tografía puede ser útil para entender
Coincido con Soruco en que las cómo las cholas querían ser vistas y
representaciones visuales de las cholas perpetuadas en el papel, exhibien-do
producidas en foto estudios, son
orgullosamente su estética y sus ideas
muestras explícitas de códigos de
acerca de lo apropiado y lo bello
pertenencia e identidad. Cabe recor-dar
(véanse las imágenes 4 y 5).
que las cholas utilizaron y utilizan una
Hacia 1900 la fotografía, en
estética que se remonta a la época
particular la realizada en estudios es-
colonial, cuando la población mestiza e
pecializados, era un lujo y fue usada
indígena femenina fue conminada a usar
la ropa europea ― por ejemplo en el inicialmente sólo por personas con buena
trabajo doméstico para los espa-ñoles capacidad económica, inclu-yendo a
―, si bien en otros casos el uso de la cholas adineradas41. Empero, como señala
vestimenta occidental se realizó Wálter Sánchez para el caso
voluntariamente como una táctica de cochabambino, la proliferación gradual
mimetización y ascenso social. Como del oficio de fotógrafo hizo posible el
fuese, lo destacable es que las mesti-zas acceso de la plebe a los foto estudios,
dejaron de imitar la vestimenta fe- incluso en provincias como Tarata,
menina española desde el siglo XVIII, Quillacollo y Totora. En el cen-tro urbano
de manera que su ropa fue quedando de Cochabamba, por ejem-plo, al iniciarse
anacrónica respecto a la moda criolla la década de los años veinte no poca gente
que continuó transformándose. ¿Por qué de los sectores po-pulares acudía
las mestizas no siguieron adaptán-dose regularmente a los pro-liferantes foto
al vestuario cambiante de las mu-jeres estudios que iban multi-
españolas y por qué se perpetuó la
pollera? Rossana Barragán explica que
las cholas han mantenido su ropa 40 Barragán, Rossana. “Entre polleras, lliqllas y

española anacrónica yuxtapuesta con ñañacas. Los mestizos y la emergencia de la


elementos autóctonos como marca de tercera república», en Arze, Silvia y Escobari,
Laura, comps., Etnicidad, economía y simbolis-
mo en los Andes. La Paz: HISBOL/IFEA, 1992.
39 Soruco, Ximena. La ciudad de los cholos. Mes- P.109.
tizaje y colonialidad en Bolivia, siglos XIX y XX. 41 Soruco, Ximena. Op. Cit; La ciudad de los

Lima: IFEA/PIEB, 2011. P. 117 cho-los, pp. 114-117.

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Vol. IV, No. 4 Revista Ciencias y Humanidades Enero-junio 2017

plicándose, de manera que la creciente La cultura de la chicha


oferta redujo los precios42.
El acceso de los sectores po- En el recorrido hasta aquí he-
pulares en ascenso a las cámaras foto- cho se ha venido mencionando de for-
gráficas durante la década de los años ma recurrente a la chicha. ¿Por qué esta
treinta hizo que las imágenes de los fo- bebida llegó a ser tan importante en
tógrafos profesionales dejasen de ser la Cochabamba? La respuesta se encuen-
única forma de auto-representación, tra en la vigorosa economía del maíz.
trasladándose las protagonistas de las Las condiciones geográficas y
fotos desde los ambientes ficticios del climáticas de los valles templados y
foto estudio a los ambientes naturales o fértiles interandinos hicieron de Co-
a la intimidad del hogar. En adición, la chabamba una zona maicera por ex-
estética de la mujer de pollera, en sus celencia desde épocas prehispánicas. La
distintas gradaciones según dife-rencias importancia del maíz en las socie-dades
económicas, permite hablar de una andinas no residía únicamente en su
identidad chola que ha subsistido por buen rendimiento agrícola y en su
siglos, aunque transformándose, pese al potencial alimenticio, sino también en
racismo y a la discriminación. La que poseía un valor simbólico de primer
pollera fue por mucho tiempo un orden, pues era considerado un alimento
estigma colonial despreciable ante los de los dioses. Una de las principales
ojos de la sociedad criolla, mas ello fue formas de consumo del maíz era bajo la
cambiando gradualmente en la medida forma de la chicha, particularmente
en que nuevas sensibilidades llegaban al durante fiestas reli-giosas o ritos del
país. ciclo agrícola, be-bida alcohólica a
Por todo lo dicho sostengo que través de la cual los hombres podían
la exhibición de la estética chola acercarse a los ances-tros y a las
mediante la fotografía utilizada por entidades sobrenaturales.
No se sabe cuándo aparecieron
iniciativa de las propias mujeres de
las primeras chicherías, pero es lógico
pollera, permite suponer que ellas no
pensar que fue durante la época colo-
sólo reivindicaban una identidad pro-
nial. Gustavo Rodríguez y Humberto
pia, sino también, se afirmaban como
Solares señalan que la chichería acom-
ciudadanas con derecho a la respetabi-
pañó la trama urbana cochabambina
lidad y a la existencia social.
desde la propia fundación española de la
ciudad, surgiendo como una exten-sión
42Sánchez, Walter. “Lo Visual Congelado. del maizal campesino43. Es decir,
Apun-tes rápidos hacia una sociología de la
fotografía en Cochabamba”, en Uzeda, Andrés
ed., Cultura y Sociedad en Bolivia, Rodríguez Ostria, Gustavo y Solares, Humber-to.
43

Ciso/Facso/Umss/Asdi, Cochabamba, 2010, 67. Maíz, chicha y modernidad. Telones y entre-

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Rodríguez García, Huascar. Cultura popular, género e identidad nacional.
La plebe chola en la ciudad de Cochabamba (1880-1947) Vol. IV, No. 4, enero-junio 2017

la elaboración de la chicha, transmi-tida Años después, ya durante la


entre los indios de generación en república, el famoso viajero y cientí-
generación, no desapareció y al con- fico francés Alcides d’Orbigny quedó
trario se intensificó con el arribo de los impresionado por el consumo de la
peninsulares. Esto puede atribuirse al chicha que se extendía entre todos los
hecho de que Cochabamba se con-virtió estratos de la sociedad cochabambina.
en un gran centro exportador de maíz A inicios de los años treinta del siglo
para el mercado potosino, y los grandes XIX escribió:
volúmenes del cereal produ-cido
permiten pensar en la disponibi-lidad de Nada igual la pasión del pueblo por
abundante materia prima para la la chicha, es un verdadero furor. Los
elaboración chichera como parte del indios y los mestizos no se conten-
negocio agrocomercial de los enco- tan con consumirla continuamente,
menderos y hacendados. con beberla en la comida o para re-
frescarse, buscan también todas las
Sin embargo, no fue sino has-ta
ocasiones posibles en las fiestas re-
los siglos XVIII y XIX que las ligiosas para reunirse y beber día y
chicherías empezaron a adquirir una noche. Si el pueblo ama la chicha, los
presencia importante en la ciudad de otros miembros de la sociedad no la
Cochabamba merced a la larga tradi- desean menos, por eso su consumo
ción maicera de la región. El famoso es general.45
intendente Francisco de Viedma, a fi-
nes de los años ochenta del siglo XVI- En efecto, durante el siglo XIX
II, manifestó su preocupación respec-to las chicherías se habían convertido en
a las ingentes cantidades de maíz instituciones respetables, pues no sólo
destinadas a la fabricación de chicha, a ocupaban la zona sur de la ciudad, sino
también la plaza Colón y la Alameda,
la cual calificó como “bebida as-
espacios simbólicos propios de las eli-tes.
querosa”, condenando explícitamente
Es más, rodeadas por los símbolos del
su extendido consumo que alcanzaba
poder mundano ―Prefectura y Con-sejo
incluso a la gente “decente”. Empero,
Municipal―, y del poder divino ― la
Viedma no pudo dictar ninguna medi-da
Catedral―, las chicherías se encon-traban
contra la chicha porque ello hubiera
también en la Plaza de Armas,
afectado negativamente la producción
maicera, todavía base de la economía
regional pese a la decadencia del mer-
cado potosino44.
Ostria, Gustavo y Solares, Humberto, Maíz, chi-
cha y modernidad, 15.
telones del desarrollo urbano de Cochabamba 45 D’Orbigny Alcides. Viajes por Bolivia. Tomo
(siglos XIX y XX), El País, Santa Cruz, 2011, 219. I, Ministerio de Educación y Bellas Artes, La
44 Larson, Brooke. Colonialismo, 218; Rodríguez Paz, 1958 [1830], 113.

27
Vol. IV, No. 4 Revista Ciencias y Humanidades Enero-junio 2017

en el mismísimo corazón de la ciudad46. dados y campesinos parcelarios libres,


Esta distribución espacial de las chiche- sino también una gran multiplicidad de
rías, existente durante todo el siglo XIX y comerciantes y trabajadores de distintas
los primeros años del XX, evidencia que jerarquías y estratos sociales. Las impli-
el consumo de la popular bebida era caciones económicas de la producción de
también común entre los caballeros de chicha eran vastas e involucraban el
clase, gusto que fue modificándose trabajo de los molinos, la venta de hari-na,
gradualmente dado que la chicha pasó a el trajín de los arrieros, la venta de leña, la
ser vista poco a poco como algo ex- elaboración del muku ―pasta de maíz
clusivo de indios y de cholos. Además, el masticado para hacer la bebida― y el
arribo de la cerveza a fines del siglo XIX, trabajo en la chichería. De este modo,
junto con la importación de bebi-das buena parte de la economía cochabam-
alcohólicas refinadas y la creación de los bina giraba en torno al eje maíz-chicha, ya
primeros “cafés” a principios del XX, que la bebida se hizo popular en las minas
reorientaron los gustos de las elites, orureñas y potosinas, e incluso en algunas
aunque tampoco faltaron los excéntricos regiones altiplánicas de La Paz y en el
de clase alta que continuaron bebiendo la Pacífico chileno48.
chicha con auténtica devoción. El problema fue que el imagi-
Durante 1848, según estima- nario de modernidad de las elites em-
ciones de Humberto Solares, 1.128 chi- pezó a poner en cuestión el consumo de
cherías funcionaban en la ciudad y en la chicha con una serie de discur-sos
1878 los establecimientos de expendio de higienistas intensificados debido a crisis
la chicha llegaban a 30.000 en todo el sanitarias por efecto de epide-mias de
departamento, o sea incluyendo las tifus. Una de las más recorda-das data
provincias. Al finalizar el siglo XIX más de 1878-1879 y fue utilizada como
del 54% del maíz se destinaba a la chicha pretexto para plantear la expul-sión de
y dicha cifra fue creciendo hasta llegar las chicherías del centro de la ciudad,
casi al 80% en el nuevo siglo47. Por lo pues tanto la elaboración como la venta
visto, la chicha era un gran nego-cio en el de chicha no siempre reunían
que intervenían no sólo hacen- condiciones óptimas de higiene49.
La primera disposición mu-
46Rodríguez Ostria, Gustavo y Solares, Humber-to. nicipal que prohibió la existencia de
Maíz, chicha y modernidad. Telones y entrete-lones
del desarrollo urbano de Cochabamba (si-glos XIX
y XX).Santa Cruz: El País, 2011. p.53.
47 Solares, Humberto. Historia, espacio y socie- 48Rodríguez Ostria, Gustavo. Elites, mercado y
dad. Cochabamba 1550-1950: formación, crisis cuestión regional en Bolivia. Cochabamba. Qui-
y desarrollo de su proceso urbano. Cochabamba: to: FLACSO, 1994. P.37.
Honorable Alcaldía Municipal de Cochabam-ba- 49Rodríguez Ostria, Gustavo y Solares, Humber-to.
Centro de Investigación y Desarrollo Regio-nal, Sociedad oligárquica, chicha y cultura popu-lar.
1990. Vol. I, p. 55-58. Cochabamba: Serrano, 1990. P.72.

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Rodríguez García, Huascar. Cultura popular, género e identidad nacional.
La plebe chola en la ciudad de Cochabamba (1880-1947) Vol. IV, No. 4, enero-junio 2017

chicherías en la Plaza de Armas es de En la primera década del siglo


1888 y frente a ello las cholas due-ñas XX la política de expulsión de las chi-
de las chicherías hicieron sentir su cherías del centro de la ciudad empe-zó
presencia como grupo por primera vez: a cambiar, porque las autoridades
un periódico mencionó al respec-to que “descubrieron” que los impuestos a la
“el gremio de chicheras” reali-zó chicha eran una gigantesca fuente de
ruidosos reclamos a la alcaldía, ob- recursos municipales. Lo ocurrido fue
teniendo una prórroga en la aplicación que el arribo del primer ferroca-rril
de la medida50. De ahí en adelante las desde una ciudad vecina, que tuvo lugar
chicherías fueron expulsadas gradual- en 1917, ocasionó que los mer-cados
mente del centro de la ciudad median-te cochabambinos se vieran inva-didos de
nuevas disposiciones municipales, pero harina chilena más barata que la local.
esto no disminuyó el negocio de la Por tanto, un creciente volu-men de
chicha. maíz excedentario que ya no se podía
A fines del siglo XIX el Muni- colocar en los mercados alti-plánicos
cipio clasificó chicherías de primera, tuvo que orientarse cada vez más hacia
segunda y hasta sexta clase, de acuerdo la chicha y de hecho todos los
a su distancia del centro de la ciudad. A terratenientes dirigieron sus culti-vos a
mayor proximidad de la Plaza de Ar- ese rubro con mayor convicción. El
mas, mayores eran los impuestos que se resultado fue que la rentabilidad del
debían pagar, por lo cual muchas negocio de la chicha se convirtió en la
chicheras prefirieron replegarse volun- base económica del desarrollo ur-bano.
tariamente, además de que la creciente En general, entre 1910 y 1950, los
presencia del comercio de importación impuestos al muku y a la chicha
y la banca elevaron el precio de los al- permitieron cubrir los gastos de las
quileres, de modo que las chicherías siguientes obras: la instalación de una
proliferaron en la periferia urbanizan-do red de agua potable, ampliaciones en el
los contornos de la ciudad. Sin em- hospital general, construcción de al-
bargo, si bien la falta de higiene de las cantarillado y desagües fluviales, pa-
chicherías era probablemente inobjeta- vimentación de calles, construcción de
ble, el Municipio no hacía nada para escuelas, compra de terrenos y realiza-
realizar otras medidas complementa- ción de trabajos para la Universidad,
rias relativas a las aguas servidas o la apertura de avenidas, construcción de
basura que afectaban las condiciones de edificios públicos, construcción de
vida de los cochabambinos51. puentes, la modernización de siste-mas
de provisión de energía eléctrica y
50 Ibíd., p.73. muchas otras obras. El dinero recaudado
51 Ibíd., p.72-79. de los impuestos a la chicha

29
Vol. IV, No. 4 Revista Ciencias y Humanidades Enero-junio 2017

y al muku permitió también la amor- registro de patentes señaló que de las


tización de empréstitos que se habían 548 chicherías registradas por la Mu-
contraído para construir un ferrocarril nicipalidad del Cercado, absolutamen-
regional y el servicio de tranvías, entre te todas estaban a cargo de mujeres54. Si
otras múltiples obras y usos52. Dicho de bien en el negocio participaban familias
otro modo, el maíz y la chicha se extensas con vínculos en las provincias,
convirtieron en el sustento económico las mujeres eran las gran-des
más importante de la ciudad, y por ello protagonistas y algunas chicheras
la popular bebida no podía suprimirse. lograron convertirse en propietarias de
De esta manera la chicha fue inmuebles, controlando no sólo el
convirtiéndose en un negocio gigan- proceso de producción, sino también las
tesco que permitió la supervivencia de cosechas de maíz y la elaboración del
una decadente clase hacendataria, pero muku55.
también propició un proceso de Las chicheras también reelabo-
acumulación económica a ciertos seg- raron costumbres y rituales que tenían un
mentos de los sectores populares pese a trasfondo cultural andino. Hasta el día de
los impuestos y las exacciones. En el hoy los parroquianos asistentes a las
centro mismo de esta emergencia chicherías deben cumplir ciertos rituales
económica popular estaban las cho-las de raíz india, como por ejemplo echar la
convertidas en empresarias, pues la bebida -ch’allar- a la tierra antes de beber,
elaboración, y particularmente la para alimentar a la pachamama y a las
fuerzas sobrenaturales del subsue-lo. La
comercialización de la chicha eran
buena práctica de la ritualidad de la
realizadas casi exclusivamente por
chichería era supervisada por las chi-
mujeres en el marco de unidades fa-
cheras, responsables tanto de las tareas
miliares diversificadas que, en algunos
productivas como de la realización de los
casos, articulaban la chichería femeni- gestos simbólicos inventados y rein-
na con talleres artesanales ―zapate- ventados en base a viejas tradiciones. A
rías, sombrererías, etcétera― a cargo de propósito, Juan H. Scrivener, un médico
varones, o con pulperías de trabajo inglés que visitó Cochabamba en la dé-
mixto. En 1900 un censo estableció que cada de los sesenta del siglo XIX, des-
42 varones y 510 mujeres se de-dicaban cribió un ruidoso ritual con motivo de la
legalmente al rubro de la chi-chería en apertura de las tinajas o cántaros de chicha
Cercado: el distrito central de la para la venta:
ciudad53. Nueve años después un

54 Mejía, Geovana, Quispe, Alber y Sánchez,

52 Ibíd., p. 153. Mauricio. ¡Cholos!, p. 218.


Rodríguez Ostria, Gustavo y Solares,
53 55Rodríguez Ostria, Gustavo y Solares, Humber-
Humber-to. Op. Cit; Maíz… p.79. to. Op. Cit; Sociedad oligárquica… p. 92-93.

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Rodríguez García, Huascar. Cultura popular, género e identidad nacional. La
plebe chola en la ciudad de Cochabamba (1880-1947) Vol. IV, No. 4, enero-junio 2017

Hay muchas costumbres peculiares a ne a que lo empujen en la reunión, y


las cholas de Cochabamba; pero la que nolens o volens [sic] lo obligan a to-
llama la atención sobremanera es la mar un vaso de chicha en nombre del
celebración de la apertura de sus santo bajo cuyo auspicio se abrieron
tinajas de chicha […]. Hay varios es- las tinajas, y ¡desgraciado el que no
tablecimientos para la fabricación de la acepta la oferta! pues se expondrá a
chicha, y cuando se halla en estado de pagar la pena de su necedad por la
tomarla, sus propietarias invitan a sus mano poco blanda de su invitadora,
amigos para acompañarlas a la iglesia que lo consideraría como un insulto al
con el objeto de oír una misa a la santo y una falta de cortesía a sí misma.
Virgen o algún santo de su devo-ción, Las cholas, como las de su sexo en
bajo cuyos auspicios se abrirán las clases elevadas, tienen su
tinajas que contienen aquella be-bida. manera de vengar un desaire.56
[...] La propietaria, verdadera Sabina,
alta, robusta y bien parecida, como las El ritual descrito mezcla cato-
cholas de su casta, sale de su casa y se
licismo con prácticas andinas de reci-
dirige a la Iglesia en me-dio de la
música de los ciegos, tocan-do wals, o
procidad que devinieron en una cultu-ra
contradanzas con violines o flautas, y del derroche festivo extendida entre los
una multitud de mucha-chos tirando sectores populares para obtener y
cohetes. [...] conservar prestigio. La chola empresa-
A la conclusión de la misa regresan a ria es la protagonista del ritual y de la
la casa de la patrona, con el mis-mo fiesta, y ello muestra que la chichería,
bullicio de muchachos, cohetes, hachas aparte del mercado, se constituyó en un
encendidas y música. Allí se presenta espacio en el que la presencia de la
otra escena ridícula e igual-mente
mujer de pollera era central. Quizá por
irreligiosa. La propietaria saca un vaso
esto la chichería fue también conside-
de chicha de un tinajón, y lo presenta
arrodillada a la Virgen, que la colocan
rada como un lugar riesgoso debido a
encima de él, en medio de ramos de que propiciaba el encholamiento, pues
flores y cintas de colores; y después de la borrachera, a decir de Salvador Ro-
humedecer los labios de la imagen con mero, desinhibía los sentimientos y las
gotas del líquido, invitan a sus lenguas, alentando al mismo tiempo el
convidados a beberlo, porque así queda atrevimiento y el entusiasmo amoroso
cumplida la preo-cupación popular que de los hombres hacia las cholas, más
se supone está santificada su bebida allá del origen social de los parroquia-
favorita. En-tonces empiezan a circular nos57. A esto tal vez contribuía igual-
vasos y jarros llenos de chicha, y pasan
el día con el mayor regocijo, en medio
Citado en Rodríguez Ostria, Gustavo y Solares,
56
del canto y la música de los ciegos.
Humberto. Maíz, chicha y modernidad, p. 79, 80.
El que pasa por la puerta de la casa
57Romero, Salvador. Las Claudinas. Libros y
donde se celebra esta fiesta, se expo- sensibilidades a principios de siglo en Bolivia.
La Paz: Caraspas, 1998. P. 63.

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Vol. IV, No. 4 Revista Ciencias y Humanidades Enero-junio 2017

mente la puesta en práctica de una la fiesta, encubría y mistificaba la dura


táctica de las propias chicheras a fin de realidad que vivían las mujeres plebeyas
atraer consumidores, consistente en debido a una sobrecarga de responsabi-
contratar cholitas hermosas y jóve-nes lidades y de trabajo59.
para los menesteres del negocio y llamar Para finalizar esta parte, creo
la atención de la clientela58, lo que que es válido y coherente deducir que la
potenció la imagen de la chichería como chichería del siglo XIX y la primera
un lugar aparentemente abierto a las mitad del XX era un espacio en el que
concupiscencias. De esta manera la las distinciones sociales de sus parro-
fiesta y la chichería consolidaron la quianos, ricos y pobres, se reducían y se
imagen de la chola como un refugio confundían efímeramente como
amoroso y sexual, imaginario refleja-do sugieren Rodríguez Ostria y Solares.
también en varias novelas donde, entre Pero quizá al interior de este micro-
comidas picantes, chicha y bai-les, la cosmos social se reproducían también
mujer de pollera era el centro de la las jerarquizaciones racistas, elitistas y
atención y se encontraba en ventaja señoriales. Si bien el artesano o la chola
frente a las “señoritas”, cuya exclusión compartían con miembros de clase alta
―voluntaria o no― de la chichería y de la música, la bebida y la co-mida en la
la fiesta las dejaba fuera del deseo de los chichería ¿un indio ―un
hombres. pongo60 por ejemplo―, podía sentar-se
La relación entre señoritos oli- en la misma mesa del “caballero”? ¿O
garcas y el cholaje trabajador en la chi-
tal vez era la propia chichera quien
chería estaba claramente mediada por la
establecía fronteras internas o inclu-so
chichera, a quien si no se veía con lasci-
no permitía el ingreso de indios a la
via se veía como a una suerte de madre
chichería? ¿Quizá habían más bien
simbólica, ya que su afecto generaba el
contexto donde la efímera y frágil fra- chicherías para indios y chicherías para
ternidad entre las distintas clases socia-les caballeros y cholos? Resulta di-fícil
se hacía posible. La interpretación de aventurar planteamientos conclu-yentes
Silvia Rivera, reflexionando en torno a la y sólo nuevas pesquisas podrán dar
cultura cochabambina de la chicha, señala cuenta de las múltiples cuestiones
una connotación simbólica muy
interesante: epítome del vientre mater-no,
59 Rivera, Silvia. “Los desafíos para una demo-
la imagen del tibio e hinchado cán-taro de
cracia étnica y genérica en los albores del tercer
chicha, fermentando lentamente el dorado milenio”, en Rivera, Silvia comp., Ser mujer
elixir que era prodigado en la indígena, chola o birlocha en la Bolivia postco-
confraternización y en los afectos de lonial de los años 90. La Paz: Subsecretaría de
Asuntos de Género, 1996. P. 39.
60 Campesino sin tierra obligado a múltiples tra-

58Paredes Candia, Antonio. La chola boliviana. bajos gratuitos por parte de patrones y terrate-
La Paz: Isla, 1992. P.225. nientes.

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Rodríguez García, Huascar. Cultura popular, género e identidad nacional.
La plebe chola en la ciudad de Cochabamba (1880-1947) Vol. IV, No. 4, enero-junio 2017

pendientes alrededor de la cultura de masacra brutalmente. Dicho episodio


la chicha en Cochabamba antes de la mitificado por la novela alcanzó una
Revolución de 1952. vigencia inaudita a mediados de los
años veinte del siglo XX, cuando las
Las «Hijas del Pueblo» y celebraciones por el primer centenario
las Heroínas de la república, en 1925, crearon un
contexto en el que las elites replantea-
En 1885 un prominente político ron la identidad nacional. En el caso
liberal cochabambino llamado Nataniel cochabambino, los debates en torno a
Aguirre publicó Juan de la Rosa. Memo- las conmemoraciones del centena-rio
rias del último soldado de la indepen- coincidieron con la creación de un
dencia, novela histórica que con el tiem- monumento a las heroínas muertas en
po llegó a definir la identidad nacional 1812, construido a imagen de la nove-la
boliviana y trascendió las fronteras del Juan de la Rosa, y ello provocó la
país por su calidad y originalidad. Allí se irrupción de un segmento de qhateras
narran las aventuras y desventuras de un en la escena pública como nunca antes
niño adolescente mestizo atrapado en una ocurrió en la historia de Bolivia.
compleja trama familiar ―desarro-llada Esto nos remite a noviembre de
en la Cochabamba de principios del siglo 1923 cuando el Concejo Municipal de
XIX―, a través de la cual el protagonista Cochabamba ocasionó un conflicto con
principal descubre que es descendiente de las qhateras del mercado central
Alejo Calatayud, un artesano que lideró pretendiendo elevar el alquiler de los
una la rebelión anti fiscal en 1731. Juan,
puestos de venta. Ante la amenaza las
el narrador que rememora su niñez, revive
cholas vendedoras se organizaron y al
en primera persona sus intensos años de
final el Concejo Municipal se con-
infancia durante los momentos más
gració con las qhateras haciendo una
álgidos de las sangrientas luchas locales
que expul-saron a los peninsulares: ¡una alianza política con ellas, cuyo apo-yo
especie de Huckleberry Finn andino en las no era nada despreciable dada su
guerras de independencia contra España! importante presencia urbana, su com-
En un momento dado de la na- batividad y su influencia extendida al
rración, el 27 de mayo de 1812, una agro mediante redes de parentesco61. Lo
abuela ciega y plebeya, al grito de destacable de esto es que el con-flicto
provocó el nacimiento de una or-
“¡no hay hombres!”, conduce a las
ganización llamada Hijas del Pueblo
vendedoras mestizas del mercado a la
que aglutinaba a qhateras de diversos
colina de San Sebastián, también
rubros. Se trató de una entidad nacida
conocida como “La Coronilla”, para
resistir al ejército español que las
61Arte y Trabajo, no. 121, 18 de noviembre,
1923.

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Vol. IV, No. 4 Revista Ciencias y Humanidades Enero-junio 2017

entre noviembre y diciembre de 1923, modos de producción ―campesino y


de carácter mutualista y autodefinida capitalista― y asimismo distintas cul-
como “cívica y apolítica”, cuyos ob- turas del campo y la ciudad, expresa-das
jetivos eran brindar asistencia mutua a en comidas, productos, ropa y for-mas
sus miembras y hacer obras de cari- de hablar. Al empoderamiento de las
dad62. Además, dato no menor, se au- qhateras debido a sus capacidades
toproclamaron “descendientes” de las interculturales se sumaban la belicosi-
Heroínas de la Coronilla. dad y la agresividad que comúnmente se
Las Hijas del Pueblo fue una de les atribuía, pero que, como señala
las primeras organizaciones de cholas Elizabeth Peredo, constituían una re-
en la historia de Bolivia, pues apareció acción de defensa frente a la violencia
incluso antes de los famosos sindica-tos racista de la que eran víctimas65. En
ácratas de mujeres de pollera que datan adición, la organización de las Hijas del
de 1927, cuando por influjo del Pueblo fue importante porque per-mitió
anarquismo algunas qhateras y traba- a las qhateras expresarse como
jadoras cholas de varios rubros crea-ron colectivo por primera vez en Cocha-
combativas entidades sindicales en La bamba, planteando demandas secto-
Paz y Oruro63. El hecho de que las riales y también exigiendo derechos
qhateras empezaran a organizarse ciudadanos, aunque a diferencia de los
implicaba la aparición de las mujeres de posteriores sindicatos de cholas en La
pollera como colectivo en la esce-na Paz, no se sabe si reivindicaron explí-
pública y política, lo que permitió la citamente el término chola.
inédita irrupción de un grupo social que Ahora bien, paralelamente a la
tenía que afrontar la triple discri- organización de las cholas de los mer-
minación étnica, social y de género. Las cados se estaba desarrollando una dis-
cholas de los mercados, en tanto cusión, provocada por la iniciativa de
intermediarias, como las define Lin-da algunas mujeres de la elite, respecto a la
Seligman64, articulaban distintos necesidad de revalorizar la narrativa de
las míticas Heroínas de 1812 me-diante
62 Gotkowitz, Laura. “Conmemorando a las He- la construcción y emplazamien-to de
roínas: género y ritual cívico en Bolivia a inicios del una estatua en el lugar histórico más
siglo XX”, Decursos, no. 17/18, 2008, p. 81.
importante de la colina de San Se-
63Al respecto véase Dibbits, Ineke, Volgger,
Ruth, et al. Polleras libertarias; Wadsworth,
bastián. En este sitio ya existía un mo-
Ana Cecilia y Dibbits, Ineke. Agitadoras de buen
gusto; Lehm, Zulema y Rivera, Silvia, Los arte-
sanos libertarios; Rodríguez García, Huascar. La ciety and History, no. 31, 1989.
choledad antiestatal. 65Peredo, Elizabeth, Recoveras de los andes. Una
64 Seligman, Linda, “To be in between: the cholas as aproximación a la identidad de la chola del
market women”. Comparative Studies in So- mercado. La Paz: Fundación Solón, 2001, p. 23.

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Rodríguez García, Huascar. Cultura popular, género e identidad nacional.
La plebe chola en la ciudad de Cochabamba (1880-1947) Vol. IV, No. 4, enero-junio 2017

numento con el nombre de “Obelisco roica, no tenían la intención de cues-


escolar”, emplazado en 1912, honran- tionar el orden patriarcal divino ma-
do a todos los héroes cochabambinos de terializado en la figura de Jesús. Pero
la independencia, es decir sin des-tacar ni aún con la presencia de dos hom-
específicamente a las mujeres. Pero a bres ―uno mortal y otro divino― la
principios de los años veinte un grupo idea fue bien recibida en los círculos
de mujeres pudientes, lideradas por Sara oligárquicos cochabambinos, no sólo
Ugarte de Salamanca ―poe-tisa y porque Sara Ugarte planteaba enfati-
esposa de Daniel Salamanca, el famoso zar el papel de la mujer en las guerras
terrateniente que llegó a la presidencia independentistas, sino porque las mu-
del país en 1931―, hizo pública su jeres representadas eran cholas, algo
intención de quitar el obe-lisco y que era un extremo inadmisible.
promover la construcción de un nuevo Según ha mostrado Laura Go-
monumento que reprodujera li-
tkowitz, las polémicas giraron en tor-no
teralmente la narrativa de Aguirre.
al origen social y cultural de las mujeres
Tras discutir diferentes repre-
que protagonizaron una de las batallas
sentaciones Sara Ugarte y sus asesores
fundacionales de Cochabam-ba. ¿Eran
establecieron que eran siete las perso-
ellas las verdaderas heroínas o sólo eran
nas que debían ser representadas, de las
parte de la muchedumbre? ¿Debía
que seis eran mujeres: dos niñas, tres
tomarse a estas mujeres anó-nimas
jóvenes y una anciana al centro. Es
―cholas y plebeyas― como símbolo de
destacable también la presencia de un
las tradiciones patrióticas
sólo hombre en el monumento ―
cochabambinas? En varios escritos de
probablemente el 27 de mayo de 1812
prensa los patriarcas cochabambinos
había pocos hombres en la ciudad por-
tacharon de “exagerada” la importan-cia
que estaban muertos o combatían en
que se quería otorgar a las muje-res
otros lugares―, pero el protagonismo
―para colmo cholas―, “como si el
recayó mayoritariamente en las mu-
pueblo viril en masa” no se hubiera
jeres. Sin embargo, quizá a modo de
inmolado igualmente para crear la pa-
equilibrio, se estableció que arriba del
tria66.
grueso pedestal de las Heroínas debe-ría
Con todo, a mediados de 1925 la
construirse otro pedestal para un gran
activa Sara Ugarte había conseguido el
Cristo que permanecería de pie y en
actitud tutelar y paternal, como si las apoyo de los sectores progresistas
activistas patrióticas de elite hu-bieran
querido dejar claramente esta-blecido 66Gotkowitz, Laura. “Conmemorando a las He-
roínas: género y ritual cívico en Bolivia a inicios
que, aunque querían mostrar a las del siglo XX”. Decursos, no. 17/18, 2008. Págs.
mujeres en el centro de la gesta he- 66-71.

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Vol. IV, No. 4 Revista Ciencias y Humanidades Enero-junio 2017

de la ciudad y tras varias polémicas, la pusieron a Cochabamba en el centro


decisión de aceptar la estatua, em- del interés nacional.
plazarla e inaugurarla, se hizo efectiva Llegado el 27 de mayo de 1926,
gracias a la intervención del presiden-te Hernando Siles inauguró la es-tatua a
Hernando Siles, quien había accedi-do las Heroínas en la colina de San
recientemente al poder y apoyó con Sebastián en un apoteósico acto que
dinero público la culminación del mo- contó con la asistencia de más de vein-
numento y los costos de su emplaza- te mil personas según informaciones de
miento. Conviene aclarar además que la prensa. En la ceremonia tomó la
Siles se presentaba a sí mismo como el palabra Modesta Arauco, representan-te
representante de una generación jo-ven de las Hijas del Pueblo y después la
y “verdaderamente” nacionalista, por lo comitiva del gobierno y los ilustres de la
que el asunto del monumento y su sociedad se retiraron a degustar
inauguración, prevista para el 27 de suculentos banquetes privados. Más
mayo de 1926, fue utilizado como una tarde, en un acto sencillo, se inaugu-ró
buena oportunidad de figuración y el nuevo mercado, cuyo estilo era
alianzas políticas. atribuido a diseñadores franceses con
Por otra parte, un grupo de in- mesas de mármol y decoraciones en
telectuales propuso que la presenta-ción hierro forjado. Luego, por la noche, una
oficial de la estatua coincidiera con una velada exclusiva en honor a Siles, a su
“coronación” a la respetada poetisa esposa, y a Adela Zamudio, tuvo lugar
Adela Zamudio, idea aceptada de buen en los salones del Club Social y, por
grado entre los grandes letra-dos de la último, al día siguiente, la poetisa fue
ciudad. Adicionalmente, y para coronada en el teatro Achá en me-dio de
contentar a todos y a todas en una aplausos y discursos de lo más granado
especie de salida negociada, el Mu- de la ciudad.
nicipio decidió acelerar las obras que Los grandes letrados de Co-
venía realizando en acuerdo con las chabamba querían convencer a los
Hijas del Pueblo en “la carbonería”, ciudadanos que la casualidad y “el
mercado que había sido finalmente destino” habían hecho coincidir la
destruido habiéndose construido en su celebración a las Heroínas con la ce-
lugar otro nuevo. Así, las elites lo-cales, lebración a la poetisa, cuando podría
en plena sintonía con el gobier-no creerse más bien que tal coincidencia
central, decidieron hacer coincidir la fue planificada a fin de desviar la aten-
presentación del monumento con la ción del público desde la plebeya co-
inauguración del nuevo mercado y con lina del monumento hacia los lujosos
el homenaje a Adela Zamudio, salones donde refinadas damas y caba-
proyectando dos días de fiestas que lleros celebraron a su poetisa favorita.

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Rodríguez García, Huascar. Cultura popular, género e identidad nacional.
La plebe chola en la ciudad de Cochabamba (1880-1947) Vol. IV, No. 4, enero-junio 2017

Como señala Gotkowitz, la deliberada y el monumento por el que luchó Sara


asociación entre la inauguración del Ugarte, a fin de exigir que se profun-
monumento a las Heroínas cholas y la dizase el derecho a la educación de las
coronación de la poetisa fue tan es- mujeres y su incursión en espacios an-
trecha, que Zamudio fácilmente pasó tes exclusivos para los hombres. Siles,
como la figura central ―la heroína― de relativamente sensible a estas aspira-
las festividades67. Además Sara Ugarte, ciones, decretó en 1927 que todos los 27
también poetisa, había falleci-do seis de mayo fuese celebrado en todo el país
meses antes de la inauguración del el “Día de la Madre”68 como ho-menaje
monumento y fue considerada una a las Heroínas de Cochabam-ba, cuya
heroína más, recibiendo los homena-jes maternidad fue así aún más exaltada.
correspondientes durante las cele- Con todo, se había consumado
braciones dada su perseverancia y su un hecho inédito para una sociedad
patriotismo. racista, elitista y patriarcal: las cholas,
De esta manera, aunque el mo- increíblemente, habían entrado en el
numento representaba a las mártires del panteón de los más elevados íconos
siglo XIX como cholas, pudo ser patrióticos mediante el emblemático
igualmente interpretado como repre- monumento de la colina de San Sebas-
sentación de las mujeres de clase alta, y tián, estatua convertida con el tiempo en
sirvió para legitimar la nueva he- un símbolo fundamental del origen de la
gemonía en ciernes que venía siendo nación boliviana.
planificada por la activa generación de En cuanto al devenir de las Hijas
jóvenes nacionalistas de izquierda que del Pueblo, dicha organización obtuvo
habían moderado cada vez más sus nuevo protagonismo en los años
posiciones radicales primigenias. La cuarenta gracias a la alianza polí-tica
juventud que ahora asumía nuevas que estableció con el gobierno de
funciones políticas en el gobierno de Gualberto Villarroel, personaje popu-
Siles, o que lo apoyaba abiertamente, lista que instauró una dictadura entre
podía jactarse asimismo de aceptar la diciembre de 1943 y julio de 1946 con
apertura de espacios a las mujeres que la activa participación del que sería el
luchaban desde hacía ya varios años partido más importante de la historia
para obtener derechos políticos y civi- boliviana: el Movimiento Nacionalista
les. Es con esta lógica que el Ateneo Revolucionario (MNR).
Femenino de Cochabamba —organi- Villarroel, un hábil militar
zación feminista de elite— usó tam-bién cochabambino y quechua parlante,
la narrativa de Juan de la Rosa

67 Ibíd., 77. 68 Ibíd., p.78.


Vol. IV, No. 4 Revista Ciencias y Humanidades Enero-junio 2017

sostuvo su dictadura acercándose a De todo lo señalado es posible


sectores populares y laborales de casi interpretar, siguiendo las líneas plan-
todo el país. Fueron particularmente teadas por Laura Gotkowitz, que hubo
importantes sus vínculos con los tra- una doble utilización de las Heroínas de
bajadores mineros y con los diversos la Coronilla. Mirando el fenómeno
movimientos del campesinado indíge- desde la perspectiva popular, las cho-las
na que luchaban por tierra y justicia. Fue de los mercados se apropiaron de la
en este contexto de efervescencia y narrativa histórica divulgada por las
polarización que las Hijas del Pueblo elites, afirmando sus derechos como
reaparecieron en la escena pública con ciudadanas respetables y valorando la
renovada fuerza, pues Villarroel vio en importancia del trabajo que realiza-ban
esta organización la oportunidad para en los mercados en tanto abaste-cedoras
granjearse cierto apoyo popular en la de comida a la ciudad. Desde otro
ciudad, pues el agro ya lo tenía eficaz- ángulo, también Villarroel usó a las
mente cooptado mediante sindicatos Heroínas cholas para mostrar que se
campesinos que habían ido surgiendo acercaba “al pueblo”, a la vez que
desde 1936. La propuesta del presiden- aspiraba obtener una base urbana po-
te fue celebrar el primer 27 de mayo de pular que lo apoyara, puesto que las
su gestión, en 1944, realizando una gran organizaciones obreras de la ciudad
celebración en honor a las Heroí-nas y estaban en su contra debido a comple-
al Día de la Madre, al que dio carácter jos factores que van más allá de este
de feriado nacional69, conme-moración artículo. Empero, las aspiraciones de
en la que las Hijas del Pue-blo tuvieron Villarroel no se hicieron efectivas y éste
un papel principal. En las celebraciones cayó derrocado en 1946 por una
que se llevaron a cabo en aquella fecha revuelta urbana acaecida en La Paz.
resulta sorprendente la íntima relación Toda esta historia muestra el
entre cholas, igle-sia católica, modo en que la narrativa nacionalista de
ciudadanos distinguidos, gobernantes y las Heroínas terminó reivindicando el
militares. Se trató de un hecho cholaje femenino como un factor
extraordinario y, a diferencia de los positivo para el país, al punto que las
festejos de 1926 en los que “las elites intelectuales en todo el país em-
Heroínas” fueron las poetisas de cla-se
pezaron a reconocer en la figura de la
alta, en esta ocasión eran las cholas
chola a un personaje central de la bo-
Hijas del Pueblo las protagonistas más
livianidad que merecía todo el respe-to
importantes.
y la admiración, siempre y cuando ello
pudiese servir para fomentar sen-
69El carácter de feriado nacional por el Día de la timientos patrióticos.
Madre celebrado cada 27 de mayo se mantiene
hasta la actualidad.

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Rodríguez García, Huascar. Cultura popular, género e identidad nacional.
La plebe chola en la ciudad de Cochabamba (1880-1947) Vol. IV, No. 4, enero-junio 2017

Es igualmente destacable que la y la primera parte del XX con su traba-jo,


chola convertida en símbolo nacional no sus organizaciones, sus negocios y sus
era la chola de origen aymara, sino la luchas por la ciudadanía. Se trataba
chola de origen quechua. Son conocidas ciertamente de una modernidad parti-
las distinciones que varios intelectuales de cular, una modernidad en quechua y en
la primera mitad del siglo XX hacían entre castellano, con chicherías y con toldos de
aymaras y quechuas, enfatizando el tocuyo por doquier, una modernidad llena
carácter belicoso y fuertemente indio de de ironías y contradicciones, como por
los primeros, y la docilidad, “femi-nidad” ejemplo el hecho de que la “civiliza-ción”
y predisposición hacia la cultura urbana al estilo occidental terminó
occidental de los segundos, más fácil- basándose económicamente en la “inci-
mente adaptables a la “civilización”. Es vilizada” chicha: el ansiado desarrollo y el
por ello que las míticas Heroínas de mentado progreso de la ciudad se hizo con
Cochabamba resultaban ideales para las una bebida alcohólica prehispánica que
manipulaciones de la nueva elite nacio- era usada ritualmente en el incario para las
nalista en ascenso, pero las cholas no fiestas y para la comunicación con los
fueron espectadoras pasivas de estos dioses.
procesos pues los usaron para sus luchas Respecto a la chichería con-viene
por derechos civiles y ciudadanos. hacer una breve consideración adicional.
Y es que Rodríguez Ostria y Solares han
Conclusiones defendido reiteradamente la idea de que
las chicherías se constituye-ron en un
Al contrario de lo que los dis- baluarte de la cultura popular y en un
cursos criollos señalaron durante mucho espacio de ruptura de los valo-res
tiempo, respecto a que los cholos eran un señoriales. La chichería, en esta vi-sión,
óbice para la modernidad, esta pes-quisa era un microcosmos social demo-crático
ha mostrado que los cholos fue-ron donde, en lo más íntimo, todos se sentían
actores cruciales en la construcción de la por igual cholos y mestizos, en fin,
modernidad cochabambina. La condición “vallunos”, epíteto característi-co
moderna está definida, en-tre otras cosas, aplicado al cochabambino. Es decir que la
por la transformación de una sociedad chichería no era sólo un espacio de
rural en otra urbana, y ello implica la diversión, sino también la presencia
difusión de nuevos valo-res, nuevas ideas, viviente de una cultura popular que sub-
nuevas instituciones y nuevas vertía el orden establecido disolviendo las
sensibilidades que reordenan los espacios diferencias de clase70. No obstante, como
simbólicos y materiales de las sugiere Larson, las chicherías,
colectividades humanas. Los cholos
participaron intensamente en la transfor- Rodríguez Ostria, Gustavo y Solares, Humber-to.
70

mación de Cochabamba en el siglo XIX Op. Cit; Sociedad oligárquica… pp. 8, 142,
143.

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más que subvertir las diferencias, tal vez las cholas cochabambinas aprovecha-
simplemente las enmascaraban71. Es ron esto y también se apoderaron de
más, en mis indagaciones archivísticas, las Heroínas, tomando a la vez calles
leyendo decenas de expedientes judicia- y mercados, haciendo respetar su im-
les, he hallado que la chichería era un portante presencia urbana asociada a
espacio sumamente violento, de modo su función de qhateras. Protagonistas
que la perspectiva romántica de Rodrí- de procesos mal conocidos, discrimi-
guez Ostria y Solares debe ser puesta en nadas y a la vez exaltadas, las cholas
cuestión con nuevas investigaciones es- se convirtieron en símbolos de licen-
pecíficas a fin de balancear un poco los cia sexual, de maternidad, trabajo y
análisis.
patriotismo, mas también de lucha y
Por otro lado, se ha hecho
de rebeldía.
evidente el crucial papel que las mu-
En otros términos, el resultado
jeres desempeñaron en los procesos
de los procesos de articulación entre
descritos, los cuales implicaron en
las elites y la plebe fue la construc-
última instancia una contradictoria
ción de una modernidad propia, con
articulación de sectores plebeyos con
rasgos locales y mestizos, y aunque tal
las elites criollas. En efecto, el rol de las
modernidad finalmente tuvo un
cholas en la economía popular era
potencial emancipatorio débil para los
fundamental, ya fuera en los mercados o
sectores populares, llegó a ser distinta
en las chicherías, y su presencia en el
de aquella que la aristocracia euro-
ámbito urbano se constituyó en un
peizante cochabambina proyectaba a
elemento distintivo de la ciudad. A pe-
principios del siglo XX.
sar del racismo y de la discriminación,
las cholas fueron representadas como
objetos de deseo por parte de la socie-
dad criolla, pero luego, desde la déca-da
de los años veinte, se convirtieron en
una metáfora de la maternidad y de la
nación mediante la narrativa de las
“Heroínas de la Coronilla”. Los nacio-
nalistas de elite se apropiaron de las
Heroínas, las domesticaron y las con-
virtieron en emblemas maternales y
patrióticos de abnegación difundidos a
través de rituales cívicos. No obstante,

71 Larson, Brooke. Op. Cit; Cochabamba… p.57.

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Rodríguez García, Huascar. Cultura popular, género e identidad nacional.
La plebe chola en la ciudad de Cochabamba (1880-1947) Vol. IV, No. 4, enero-junio 2017

IMÁGENES

Imagen 1. Llantuchas en la plaza principal de Cochabamba a principios del siglo XX. Fuente: Opinión,
(Suplemento especial “Bicentenario de Cochabamba”), 14 de septiembre, 2010.

Imagen 2. Jóvenes de elite disfrazadas de cholas en el carnaval, hacia 1918. Fuente: Torrico Zamudio, Ro-
dolfo. Cochabamba. Memoria fotográfica, 1908-1928.

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Vol. IV, No. 4 Revista Ciencias y Humanidades Enero-junio 2017

Imagen 3. Chola en un mercado cochabambino, hacia 1905. Fuente: Robinson Wright, María. El camino
central de Sur-América.

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Rodríguez García, Huascar. Cultura popular, género e identidad nacional. La
plebe chola en la ciudad de Cochabamba (1880-1947) Vol. IV, No. 4, enero-junio 2017

Imagen 4. Fuente: Romero, Salvador. Las Claudinas.

Imagen 5. Fuente: Archivo privado de Miriam García Alcocer.

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